jueves, 8 de octubre de 2015

Latas y abrelatas


Hacia el año 1791 Francia se encontraba bastante desgastada y la falta de suministros y comida fresca para las tropas, causaba numerosas bajas entre los militares. Esto llevó a Napoleón Bonaparte, en 1795 a ofrecer un premio de 12.000 francos a quién encontrara, un proceso que permitiera hacer duraderos durante largo tiempo los alimentos.

Nicolás-François Appert, cocinero, pastelero y destilador francés, sería finalmente el inventor del proceso de esterilización con calor de los alimentos envasados en recipientes cerrados, conocido como proceso de appertización, que permitía la conservación prolongada de los alimentos. Desde 1804 trabajó estudiando los procesos de conservación. Appert cocinaba parcialmente los alimentos y los guardaba en botellas de vidrio grueso y boca ancha, cerrada con tapones de corcho, asegurados con alambre y lacre, que luego hervía durante más de 12 horas.


Estos alimentos, se mantenían sin alterar por largos períodos de tiempo, conservando todas sus características organolépticas. Las muestras conservadas de Appert, fueron enviadas a la Marina francesa que batallaba en el Mediterráneo. Hasta ese entonces, los marinos sólo se alimentaban de alimentos ahumados, salados o fermentados. Con las nuevas conservas los marinos podían disfrutar de frutas, verduras y carnes en alta mar. Fue por esta razón, por la que en 1810, Nicolás Appert recibió el premio de 12.000 francos por parte del Conde Montelivert, ministro del gobierno napoleónico. También fue galardonado con una medalla de oro de la  Société d’Encouragement pour l’Industrie Nationale.

Con este dinero, Appert construyó una fábrica de envasado en Massy, ​​al sur de París, que siguió funcionando hasta 1933, y poco después de este logro, publicó un libro, “L’Art de Conserver pendant plusieurs années toutes les Substances Animales et Végétales“, en dónde se detallaba el proceso de envasado de más de 50 alimentos. En este libro, Appert describe las cuatro etapas esenciales de su proceso de envasado:
  • Primer paso: colocar los alimentos a conservar en las botellas o frascos de vidrio.
  • Segundo paso: cerrar las botellas o frascos con corcho con el mayor cuidado, ya que el éxito del envasado depende principalmente del correcto cierre de los recipientes. 
  • Tercer paso: para presentar estos recipientes cerrados con los alimentos a la acción del agua hirviendo, éstos se deben disponer en un baño María durante un cierto tiempo, en función de la naturaleza o tipo de alimento o comida a envasar. 
  • Cuarto paso: quitar las botellas del baño de agua a la hora prescrita.
Por esas mismas fechas, el 25 de agosto de 1810, el inglés Peter Durand obtuvo la patente Nº 3372, por su método de conservación de alimentos animales y vegetales mediante la utilización de envases de hojalata. Demostrando ser mejor inventor que hombre de negocios, Durand vendió su patente por 1.000 libras a Bryan Donkin y John Hall en 1812. Estos fundaron la primera fábrica de latas y conservas en el sur de Londres, para producir los alimentos en conserva que necesitaba el Almirantazgo. Los productos enlatados resultaron ser todo un éxito, ayudando a mejorar la salud de las tripulaciones.


Las fábricas del sur de Gales producían láminas de hojalata desde finales del siglo 18, que se utilizaban para la fabricación de cajas de hojalata y utensilios de cocina.

Las primeras latas de hojalata hechas en 1812 por Donkin y Hall fueron fabricadas manualmente, mediante soldadura de las costuras laterales y de las tapas. En 1818 Donkin y su cuñado Hall se buscaron un tercer socio, J.H. Gamble, por lo que la empresa pasó a llamarse Donkin, Hall, & Gamble. Las expediciones británicas que buscaban el paso del noroeste se abastecieron con latas de sus carnes en conserva. William Parry llevó comida enlatada en sus cuatro viajes al Ártico en la década de 1820 y fue capaz no sólo de sobrevivir muchos largos inviernos, sino también de alejar el temido fantasma del escorbuto.


En aquella época, la principal barrera para disfrutar de la comida en lata era la lata en sí. No existían abrelatas y las latas tenían que abrirse con un martillo y un cincel, pero se ha de tener en cuenta que las latas de Donkin, Hall, & Gamble eran mucho más grandes que los que tenemos en nuestras despensas. En el Museo de la Ciencia de Londres se conserva una lata, fabricada por Donkin, Hall, & Gamble, de siete libras de carne de ternera, abandonada hacia 1824-25 por la expedición ártica de Parry. Una de las naves de Parry, la Fury, naufragó en una playa del Ártico, y su suministro de comida enlatada quedó allí durante ocho años, hasta que la expedición de Sir John Ross las encontró y se alimentó de ellas hasta que fueron finalmente rescatados.

El coste de la mayoría de los productos en conserva era de alrededor de 10 chelines, más que el salario semanal de un trabajador en esa época.

En América del Norte, Thomas Kensett y Ezra Daggett establecieron en 1819 una empresa para fabricar conservas, utilizando botellas de vidrio. Una vez que se adoptaron las latas de hojalata se pudo ampliar la oferta de productos en conserva, como la leche condensada que se comenzó a producir en la década de 1850.

La conserva enlatada no se introduce en España hasta 1840 y lo hace de una manera más que curiosa, cuando el naufragio de un velero francés frente a Finisterre deja constancia de la existencia de estos productos, que quedaron esparcidos por la Costa da Morte gallega. La tradición de salazón y ahumado de sardina de la zona solamente tardó un año en adaptarse y abrir su primera fábrica de conservas. Ocho años más tarde aparecerá en La Rioja la primera instalación de conservas vegetales.

Pero las latas de conserva no se hicieron populares hasta 1846 cuando se desarrolló un método para aumentar la productividad de 6 a 60 latas por hora. Y por eso, nadie había inventado aún la herramienta necesaria para abrirlas, el abrelatas.

Robert Yales era un fabricante de cuberterías e instrumentos quirúrgicos de Middlesex, Inglaterra. El 13 de Julio de 1855 registró la patente inglesa número 1577 para un abrelatas.

Posteriormente, el 5 de enero de 1858, Esdras J. Warner inventó el primer abrelatas estadounidense. Warner diseñó un instrumento con una hoja puntiaguda que, cuando se aprieta contra la lata, se clava en ella, permitiendo que una segunda hoja curva corte alrededor de la parte superior de la lata con una acción de sierra, que, por desgracia, deja un borde bastante irregular. Aunque no consiguió un gran éxito entre el público, el abrelatas de Warner se utilizó en el ejército durante la Guerra Civil (1861-1865) y en muchas tiendas de comestibles, en donde los empleados tenían que abrir las latas para sus clientes.


Las latas con costuras de rebordes se empezaron a hacer en Europa en la década de 1880 y más tarde se adoptaron en EE.UU. con técnicas automatizadas.

Tras el desarrollo de los necesarios recubrimientos internos, se inició la producción de latas de cerveza en EE.UU. en 1935, para la cervecera Krueger Brewery. Las primeras latas de cerveza de aluminio fueron fabricadas por Coors en Colorado, en enero de 1959. Las latas de anilla aparecieron en 1960, tras el desarrollo de la pestaña remachada por Ernie Fraze en Ohio.

Los envases de apertura fácil fueron desarrollados por Carnaud en Francia y Metal Box en Inglaterra, a finales de la década de 1980.

En 2010, la industria mundial fabricaba más de 400 mil millones de alimentos y bebidas enlatados al año.

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