domingo, 3 de septiembre de 2017

El naufragio del Sirio


De todos los grandes barcos que naufragaron frente a las costas de Cabo de Palos, uno destaca por la magnitud de su tragedia: el S.S. Sirio, un vapor-correo italiano cargado de emigrantes europeos rumbo a América que se hundió en el Bajo de Fuera en 1906.


El barco naufragó a las cuatro de la tarde del 4 de agosto de 1906, el momento preciso en el que el barco, en ruta regular entre Génova y Sao Paulo (Brasil), embarrancó en el bajo de Fuera. Ese día reinaba una calma chicha en el litoral murciano. El mar estaba al plato y la visibilidad era total. El Sirio, un vapor de dos chimeneas, 115 metros de eslora y 13 de manga, construido en Glasgow en 1883, había partido de Génova dos días antes en dirección a Barcelona, donde recogió a 94 emigrantes españoles en busca de un futuro mejor en América.

De allí salió el día 3 por la tarde en dirección a Cádiz. Oficialmente viajaban a bordo 765 pasajeros y 127 tripulantes. Tras la comida, el capitán Piccone, un veterano con 46 años de servicio que pensaba retirarse después de este viaje, decidió echarse una siesta y dejó el mando, supuestamente, al tercer piloto, un oficial inexperto. Los habitantes de Cabo de Palos y los tripulantes de algunas barcas que faenaban en la zona vieron aproximarse las dos chimeneas del Sirio en una derrota extraña, demasiado cercana a tierra.


De repente, un bramido agónico rompió el letargo del agosto murciano. El Sirio, lanzado a 15 nudos de velocidad, acababa de incrustarse en la cabeza del bajo de Fuera. El buque avanzó aún unos metros, mientras la roca desgarraba sus entrañas y las planchas retorcidas mataban en el acto a los operarios de la sala de máquinas. La nave quedó literalmente clavada en la roca, con la proa fuera del agua y la popa sumergida. Tras unos segundos de silencio angustioso, el escenario se lleno de ruidos: el griterío de los supervivientes, el crujir de la estructura del buque, el silbido del vapor escapando por todas las grietas... Pero el barco no se hundió. Quedó así, clavado, en una posición casi ridícula, con la proa al aire y la popa bajo agua hasta que 16 días después un temporal de levante lo mandó al fondo del mar. Pese a todo, pese a las excepcionales condiciones del día, pese a estar a sólo cinco kilómetros y medio de la costa y el rápido auxilio de algunas embarcaciones que faenaban en las cercanías, perecieron en el accidente entre 440 y 500 personas, según diversas fuentes.

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