lunes, 10 de septiembre de 2018

Museo del mar de Galicia


El Museo del Mar de Galicia está emplazado en la vieja fábrica de conservas Alcabre-Molino de Viento (1887) en Vigo.

El edificio resultante mezcla vanguardia y tradición, formado por un conjunto de cinco naves rehabilitadas, un edificio de nueva construcción también de cinco naves, y la prolongación de un muelle preexistente donde se emplaza un acuario y un faro.



El eje temático que vertebra el museo es la pesca, tratando de acercar una visión global de la misma, ahondando en los fundamentos científicos que rigen la productividad de los mares y en la comprensión de los ecosistemas marinos. La exposición permanente, dividida en dos áreas temáticas, el mar y la pesca, emplea infografías, textos, videos y piezas para articular la estrecha relación de Galicia con la explotación de los recursos. Las instalaciones se completan con una amplia sala de exposiciones temporales, un acuario que reproduce el ecosistema de las rías y la musealización  de un  poblado de la edad del hierro existente en el lugar: El Castro de la Punta del Muiño del Viento.


La Xunta de Galicia impulsó desde 2006 la investigación del patrimonio subacuático, determinando que el lugar de depósito de los materiales de este origen sea el Museo del Mar de Galicia. En la actualidad el museo aborda la creación de una gran sala donde se narre la historia marítima de Galicia, desde la óptica comercial, en la que se integrarán los restos extraídos de distintos pecios de la costa gallega.


Submarino de Antonio Sanjurjo.



El museo está formado por un conjunto de tres edificios. La primera nave está destinada a exposiciones de carácter temporal, aunque la tendencia en los últimos años es que todas las exhibiciones se conviertan en permanentes. En esta parte del museo se encuentra su pieza estrella, el esqueleto de un cachalote de más de diez metros de largo y veinte toneladas de peso. Este mamífero varó en la playa de Montalvo, Sanxenxo, en el año 2003. Ahora, sus 171 huesos cuelgan del techo del Museo do Mar. Otra pieza curiosa, y de gran interés para los amantes de la historia local, es el minisubmarino o boya lanzatorpedos inventada por Sanjurjo Badía en 1898 para defender la ría de Vigo en caso de ser atacada por los americanos, que se encontraban en plena guerra contra España por la posesión de Cuba. Al lado de este peculiar artilugio encontramos tres trajes de submarinistas, uno por cada siglo del XVIII al XX. En la sala contigua hay expuestas doce maquetas de barcos elaboradas por el modelista vigués Santiago Signo y donadas tras su muerte.


Por una pasarela acristalada podemos acceder al segundo edificio, que alberga las exposiciones permanentes del museo. Podríamos dividir la sala en tres partes, la primera dedicada a la explotación del mar, la segunda a la elaboración de conservas y la tercera a la comercialización. Son elementos destacables de esta sala la maqueta que reproduce una de las primeras bateas de mejillones que se instaló en las Rías Baixas a mediados del siglo XX, hecha a partir de un galeón viejo recubierto con una malla de hierro y cemento; una prensa de salga; o la réplica del reloj y la bancada de la sala de puja de la lonja viguesa, abierta en 1905.


Un tercer edificio, mucho más pequeño, alberga un acuario que representa el ecosistema propio de las rías gallegas. En él nadan jureles, sargos, cabrachos, rodaballos o incluso una variedad de tiburón llamada Musola. Otra sorpresa de este museo descansa en su exterior, donde yacen los restos de una población castrense de más de 2.800 años de antigüedad. Y como colofón, al final del espigón que nos pone en contacto directo con el mar se erige un faro. Un sitio privilegiado para disfrutar de un atardecer viendo como el sol se esconde entre las Islas Cíes.






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