viernes, 22 de febrero de 2019

Antiguas latas de conserva


Hacia 1810 en Inglaterra se comenzaron a utilizar envases de hojalata, que poco a poco terminaron por imponerse debido a su mayor resistencia, inviolabilidad, hermeticidad y protección del alimento envasado frente a los efectos de la luz. Las primeras fábricas de conservas enlatadas se desarrollaron en ese país y sus productos tuvieron como destino la Royal Navy. Luego las ventajas de este método se extendieron por otros países europeos como Francia y Alemania, y en 1817 llegan a Norteamérica. Estas latas eran elaboradas en las propias casas conserveras de manera artesanal; las uniones del cuerpo, fondo y tapa se realizaban con soldaduras de estaño-plomo, y se añadía por último una etiqueta de fina lámina de latón con el nombre del dueño y el contenido a relieve.


España, desde 1840, introdujo esta técnica, y en La Habana Vieja se han localizado arqueológicamente latas consumidas de estos primeros momentos. En sus etiquetas refieren el contenido de sardinas en aceite procedente de la fábrica de Santa María en Deusto, Bilbao, y rodaballo frito puesto en aceite del establecimiento de Andrés Cifuentes Prada, de Gijón. Además, se halló una para aceite y un pequeño bote de contenido desconocido, que se cerraba mediante tapa de presión.


El hallazgo tuvo lugar en la casa de Merced 318, donde los arqueólogos de la Empresa Constructora Puerto de Carena (OHCH) excavaron una letrina fechada hacia mediados del siglo XIX y en su fondo, inundado por las aguas freáticas, se preservaron las piezas debido a las condiciones anaeróbicas imperantes. El envase más completo es el de sardinas en aceite, en el que se puede apreciar lo rudimentario de su apertura, realizada con algún cuchillo o mediante un martillo y punzón. Solo a mediados del siglo XIX se emplea una hojalata más fina y se inventa el abrelatas. En la prensa periódica habanera de 1849 encontramos la promoción y venta (como novedad) en las confiterías y reposterías La Dominica y La Meridiana de frutas en conserva —tanto en botellas como en latas y medias latas— españolas y francesas de “fabricantes de nombradía”, con especificación de la previa extracción del aire y la inmersión en almíbar.

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