martes, 3 de noviembre de 2020

Huelga ferroviaria de septiembre de 1912

La creación de La Unión Ferroviaria en 1909, vinculada a la UGT, supone un paso decisivo en el asociacionismo ferroviario en España. Esta organización sufrirá varias transformaciones, primero como Federación Nacional de Ferroviarios Españoles (FNFE, 1912-1921), después como Sindicato Nacional de la Industria Ferroviaria (SNIF, 1921-1924), y, finalmente, como Sindicato Nacional Ferroviario (SNF, 1924-1936), representando la principal de las asociaciones presentes en el sector y que, tras el retorno a la democracia y la consiguiente legalización de partidos políticos y asociaciones obreras en 1977, aún conserva el nombre.

El sindicato Unión Ferroviaria se afianzó enseguida consiguiendo un grado de afiliación muy alto. Celebró su I congreso nacional, en Madrid, entre los días 24 y 29 de junio de 1912. En este congreso, en el que, aparte de dar una nueva estructura y nombre a la organización, que pasó a denominarse "Federación Nacional de los Ferroviarios Españoles", se aprobó una larga lista de peticiones a formular a las compañías; tales como aumento de sueldos y jornales en un 30 %; supresión de categorías en un mismo cargo y ascensos cada dos años; limitación de la jornada de trabajo; descanso decenal en los servicios que por su índole no pudiera darse semanal; 20 días de licencia con sueldo al año; en caso de enfermedad, sueldo íntegro los tres primeros meses, y medio sueldo otros tres meses; y en el caso de accidente, abono de sueldo entero hasta el total restablecimiento; para despido de un agente, instrucción de expediente por un tribunal del que formen parte tres agentes designados por el expedientado y que pertenezcan al sindicato; creación por las compañías, con capital propio, de cajas de pensiones; carnet para viajar por las líneas de todas las compañías; pago del impuesto de utilidades por las compañías; y así hasta un total de 26 peticiones.

Esta imagen es de la revista "La ilustración española y americana" del 8 de octubre de 1912.

El 6 de septiembre los catalanes de M.Z.A. celebran una asamblea en la que acuerdan enviar un escrito a la compañía, dándola un plazo de ocho días para contestar, y en caso de no recibir contestación o no ser ésta satisfactoria, declarar la huelga. En el escrito entregado el día 10 al Subdirector de la compañía en Barcelona, Sr. Cardenal, además de urgir la contestación sobre las peticiones aprobadas en el congreso de junio, incluían nuevas peticiones acordadas en la asamblea recién celebrada.

Tras estos hechos, se intensifican los contactos entre las autoridades y las compañías, y se hace llegar a conocimiento del público, por parte de unos y otros, los motivos de la huelga. El Comité Nacional reprochó a la sección catalana, como ya lo hiciera con motivo de la carta del 29 de julio, su proceder, y escribió a las otras secciones para que, si los catalanes se dirigían a ellas, les hicieran ver lo incorrecto de su proceder y la conveniencia de atender los consejos del Comité.

Por iniciativa del Ministro de Fomento, pero sin aparecer como tal, se desplazó a Madrid una comisión de la sección catalana; pero no dieron resultado positivo alguno las diversas entrevistas llevadas a cabo. El Comité Nacional, perdidas casi totalmente las esperanzas de que no llegara a producirse la huelga, escribió nuevamente a las secciones para que, telegráficamente, se dirigieran a la catalana, pidiéndola dejaran por entonces la huelga, para realizarla en el momento oportuno, unitariamente, cuando conviniera a todos.

Y estando todavía en Madrid la comisión, el 16 de septiembre la sección de Barcelona presentó en el Gobierno Civil el oficio anunciando su propósito de hacer huelga a partir de las 0 horas del día 25, una vez transcurrido el plazo de ocho días marcado por la ley.

Todavía se hicieron diversas gestiones, en un intento de llegar a un arreglo; pero todo fue inútil y Ribalta dio la orden de comienzo de la huelga en la fecha prevista.

El inicio de la huelga por los catalanes de M.Z.A. tuvo la lógica repercusión en los ferroviarios de otras secciones, que el mismo día 25 celebran asambleas en distintos puntos y se muestran dispuestos a unirse a la huelga. En Madrid, la noche de ese día acudió a la Casa del Pueblo un elevado número de ferroviarios, que piden al Presidente del Comité Nacional convoque de inmediato una asamblea, para tomar postura de solidaridad con los huelguistas; ante lo cual, esa misma noche, los miembros del Comité visitaron al Ministro de Fomento, quien les dio garantías de que el Gobierno mantendría una escrupulosa neutralidad en el conflicto. Como no se calmaban los ánimos, el día 26 el Comité envió una circular a las secciones, para que teniendo en cuenta la promesa hecha por el Ministro, "jurada por su honor", se votase si se debía o no declarar huelga general por solidaridad con los compañeros catalanes; manifestando el Comité, por su parte, su postura contraria a la huelga. Realizadas las votaciones, el día 30 se dio por terminado el escrutinio, que dio el resultado de 65.409 votos a favor de la huelga y 1.418 en contra. En consecuencia, ese mismo día el Comité presentó el oficio de anuncio de huelga general ferroviaria a partir del 8 de octubre.

CRÓNICA

SOLUCIÓN DEL CONFLICTO FERROVIARIO

Pocas ocasiones se nos presentarán en que cojamos la pluma tan llenos de satisfacción y regocijo como lo hacemos en estos momentos.

“La cuestión planteada por los ferroviarios catalanes, que había sido la causa de la declaración de huelga general del personal de todas las líneas españolas, pesaba en la conciencia pública como losa de plomo, relegando á segundo término todos los demás aspectos de la vida nacional.


El día 9 del corriente era la fecha fatal, que se esperaba por todos los ciudadanos como anuncio de verdadera catástrofe, y todo el mundo se preguntaba qué iba á suceder ante la perspectiva de una huelga de tan colosal importancia, que habría de dejar paralizado, no ya sólo el movimiento de las lineas férreas, sino también multitud de industrias que ocupan diariamente millares de trabajadores. 


Un conflicto tan aterrador como él que amenazaba no podía ser esperado con tranquilidad estoica; por eso nos preguntábamos á cada paso cómo era que nadie iba derecho, ni de buena fe, á conseguir unas cuantas mejoras para los agentes de ferrocarriles que les hicieran desistir del paro anunciado.


Todo el que haya seguido paso á paso las fases del conflicto habrá visto que han sido varios los factores que han contribuido á que éste no se solucionara desde el primer momento con arreglo á la razón y la lógica, sino que, por el contrario, encastillados unos en sus torres feudales, sin querer poner nada de su parte para solucionarle, no interviniendo otros por no dar su brazo á torcer y que no se dijera que quedaba humillado el sacrosanto principio de autoridad y, lo que es peor y mucho más censurable, que los que estaban, por razón de su alta misión; obligados á mediar con su consejo leal, hayan, envenenado las pasiones y tergiversado las noticias y hasta insultado á la parte más débil de los combatientes. 


Doloroso nos es hacer esta confesión por tratarse de la conducta seguida por algún colega; pero como sobre esto hemos de decir algo más cuando las pasiones estén mas acalladas, nos limitamos por hoy á dejar sentada esta afirmación, que en su día Justificaremos.


Hoy es día de regocijo y no queremos que se nos tache de echar leña al rescoldo, aún no apagado; por el contrario, deseamos participar del júbilo general y echar á vuelo las campanas por el feliz término del conflicto.


No haya aquí ni vencedores ni vencidos; nadie se acuerde de represalias, que en todo momento son odiosas y ahora serían Criminales; vuelva todo el personal ferroviario á sus tiendas á continuar su provechoso trabajo y á no acordarse de las frases acerbas que injustamente se le han dirigido; que la paz reine entre todos, y que el Gobierno del Sr. Canalejas, que ha prometido someter en brevísimo plazo á la sanción legisladora de las Cortes importantes proyectos de ley que han de asegurar un relativo bienestar á los ferroviarios, lo efectúe rápidamente, en la seguridad de que el personal de ferrocarriles, que es culto, razonador y agradecido, sabrá demostrarle con hechos que no en balde recibe beneficios que, aunque esperados hace mucho tiempo por ser de justicia, no por eso ha de recibirlos con menor agradecimiento.


Y ahora, á seguir en apretado haz los ferroviarios, unidos á ser posible más que antes, que éstos son los frutos de Ja unión concertada. entro ellos. y á hacer comprender á Gobiernos, Compañías y público que la Federación Nacional de Ferroviarios Españoles no es una Sociedad anárquica, revolucionaria, sino una entidad de hombres qué desean obtener dentro de las leyes un régimen de mayor bienestar, es decir, un poco más descanso, algo más de pan y el trato que sé debe a todo semejante.


¡ADELANTE! envía desde sus columnas á todos los ferroviarios en general un afectuoso saludo y su felicitación más sincera por el enorme triunfo conseguido. Ellos saben que sus penas y sus alegrías las hacemos nuestras, y por eso hemos pasado recientemente ratos de amargura, que damos por bien sufridos ante la alegría general que debe reinar hoy entre el personal de los ferrocarriles españoles.

No seríamos justos si termináramos estas impresiones sin tributar el aplauso que merece la gestión del diputado y escritor militar don Julio Amado, quien con su amistosa intervención cerca del Comité y del presidente del Consejo ha conducido á tan feliz término las negociaciones.

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