miércoles, 12 de abril de 2023

El sabotaje a los gasoductos Nord Stream

Claves y nuevos detalles sobre el sabotaje a los gasoductos Nord Stream

El Diario, Javier Biosca Azcoiti, 8 de marzo de 2023 

Un yate alquilado con restos de explosivos y un comando de seis personas con pasaportes falsos: las recientes informaciones sobre el sabotaje apuntan a un grupo proucraniano, mientras los protagonistas continúan lanzándose acusaciones cruzadas ante la falta de una conclusión definitiva

— Nueva información de inteligencia apunta a un grupo proucraniano como responsable de los ataques al Nord Stream, según el New York Times

El ataque contra los gasoductos Nord Stream –que unen Alemania y Rusia– el pasado mes de septiembre tiene muchos interrogantes y una sola certeza: no fue un accidente. El incidente ha sido objeto de especulación continua y acusaciones cruzadas durante meses. Periodistas y gobiernos de varios países han lanzado investigaciones paralelas para intentar esclarecer lo ocurrido. En las últimas horas se han conocido algunos detalles que, aunque no llegan a una conclusión definitiva, aportan claves importantes.

¿Qué supone la nueva información?

El primer elemento en sacudir el tablero fue un artículo, hace un mes, del periodista estadounidense Seymour Hersh en el que afirmaba que buzos del ejército estadounidense habían plantado los explosivos durante un ejercicio militar de la OTAN celebrado en aguas del Báltico en junio de 2022. Tres meses después, fue Noruega quien apretó el botón, según Hersh. Su artículo fue cuestionado por diferentes medios por contar con una sola fuente anónima y supuestas incoherencias, al tiempo que EEUU desmentía la acusación.

Este martes, The New York Times publicó una nueva información que contradice a Hersh y que apunta a un grupo proucraniano enemigo de Putin. El periódico sostiene que fuentes del Gobierno de EEUU han tenido acceso a nueva información de inteligencia (de la cual no han querido comentar su origen, naturaleza ni las pruebas que contiene) que apunta en esta dirección, aunque no especifica el grupo ni quién pagó ni dirigió la operación.

Los analistas estadounidenses, aun así, según The New York Times, no han llegado a una conclusión y dudan sobre el peso que tiene esta nueva información de inteligencia. EEUU tampoco ha encontrado pruebas de la participación del Gobierno ruso ni ucraniano en la operación. Este último, por su parte, ha afirmado no tener nada que ver con el sabotaje.

Tan solo un día después, este miércoles, la Fiscalía alemana ha confirmado que el pasado mes de enero se registró un barco propiedad de una empresa polaca sospechoso de llevar a cabo la operación, pero ha añadido que las investigaciones sobre los responsables y los motivos siguen en marcha.

Paralelamente, varios medios alemanes han publicado una investigación revelando detalles de las pesquisas oficiales en el país. Los medios sostienen que el comando estaba compuesto por seis personas, cinco hombres y una mujer. En el grupo había un capitán, dos buzos, dos asistentes de buceo y un doctor. Su nacionalidad se desconoce porque utilizaron pasaportes falsos para alquilar el yate, en el cual afirman que los investigadores han encontrado restos de explosivos. Según los medios alemanes, la empresa polaca es propiedad de dos ciudadanos ucranianos y detallan que el comando partió el 6 de septiembre del puerto de Rostock, Alemania, hasta la isla danesa de Christiansø, muy cerca del lugar del sabotaje. Al parecer, poco después del ataque, un servicio secreto occidental dio la pista a otros servicios europeos alertando de que un comando ucraniano era el responsable de la operación.

El foco, en cualquier caso, se ha terminado de alejar de Rusia.

Mats Ljungqvist, el fiscal sueco que lidera la investigación en su país, declaró el mes pasado al New York Times: “Mi trabajo es encontrar a los que volaron el Nord Stream. Para ayudarme, cuento con el Servicio de Seguridad de nuestro país”. “¿Creo que fue Rusia quien voló Nord Stream? Nunca lo he pensado. No es lógico”, añadió sin querer descartar ninguna posibilidad.

Algunos analistas, sin embargo, siguen apuntando a Rusia, si bien tampoco aportan pruebas. El economista sueco Anders Aslund, ex investigador del think tank Atlantic Council –cercano a la OTAN– y exasesor de Gobiernos tanto rusos como ucranianos, dice a elDiario.es que la información del New York Times no es fiable: “Se trata de una acción típica de Rusia: tiene una base de minisubmarinos en San Petersburgo, ha realizado muchas incursiones en Suecia, ha provocado cortes bajo el agua en el Golfo de Finlandia... Rusia se beneficia al extender la guerra sin ser directamente culpada, al crear incertidumbre, y se beneficia comercialmente alegando fuerza mayor para las entregas de gas y posible cobertura de seguro. Ucrania no se beneficiaría en absoluto”.

¿Qué ha dicho cada uno?

Rusia: las nuevas informaciones son un esfuerzo “coordinado” para “desviar la atención”, ha afirmado este miércoles Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin. Moscú acusa a Occidente de llevar a cabo la operación encubierta y pide una investigación internacional en la ONU.

Ucrania: “Ucrania no tiene nada que ver con los incidentes en el Mar Báltico y no tiene información sobre grupos de sabotaje proucranianos”, ha afirmado Mijailo Podoliak, asesor del presidente Zelenski, que ha vuelto a apuntar a Rusia como posible responsable: “Los incidentes ocurrieron a la vez que los intentos de Rusia de ‘congelar Europa’ y asustarla de cara al invierno. Antes que eso, Rusia intentó bloquear el Nord Stream con averías que supuestamente no podía arreglar durante meses, así que ¿quién se benefició?”.

Alemania: “Tenemos que hacer una distinción clara entre si era un grupo ucraniano, si actuaba bajo las órdenes de Ucrania o si era un grupo proucraniano que actuó sin conocimiento del Gobierno”, ha afirmado este miércoles el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius. Aun así, el ministro ha recordado que las investigaciones siguen en marcha y ha pedido no sacar conclusiones precipitadas, añadiendo que la probabilidad de “una operación de falsa bandera orquestada para culpar a Ucrania” es “igualmente alta”.

Estados Unidos: El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, no ha querido hacer comentarios sobre las nuevas informaciones: “Debemos dejar que las investigaciones acaben y solo entonces nos plantearemos qué tipo de acciones de respuesta pueden o no ser apropiadas”. En la misma línea se ha pronunciado el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

Unión Europea: “Nunca me asusta la verdad, pero hablamos de especulaciones. Se está investigando en Suecia, Alemania y Dinamarca. No podemos dar conclusiones definitivas. Tengo que esperar hasta tener una comprensión clara de lo que ha pasado. Ha habido un sabotaje, eso está claro”, ha afirmado el alto representante, Josep Borrell.

¿En qué estado se encuentran las investigaciones?

Rusia presentó en febrero una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU para crear una investigación internacional de Naciones Unidas, lo que ha sido apoyado por China. “Tenemos serias dudas sobre la efectividad, transparencia e imparcialidad de las investigaciones que se están llevando a cabo actualmente en varias jurisdicciones nacionales y no vemos voluntad de cooperar por parte de nuestros socios”, afirmó el representante ruso en la ONU, Vasili Nebenzia. El representante ruso recordó en el Consejo las declaraciones de Biden días antes del inicio de la invasión: “Si Rusia invade, acabaremos con el Nord Stream”.

Alemania, Dinamarca y Suecia están llevando a cabo investigaciones paralelas y Moscú se ha quejado de que no han permitido a Rusia participar en las pesquisas. Los tres remitieron una carta al Consejo de Seguridad afirmando que sus investigaciones aún estaban en marcha y que no era posible determinar cuándo concluirán. Según Nebenzia, estas investigaciones “no solo no son transparentes, sino que está bastante claro que su único objetivo es cubrir sus huellas y proteger a su hermano mayor en EEUU”. Reino Unido y EEUU han rechazado la propuesta de investigación de Rusia, alegando que es una estrategia de desinformación. 

“Autoridades competentes en Dinamarca, Alemania y Suecia están investigando estos incidentes de forma transparente, completa e imparcial y los recursos de la ONU para investigaciones se deben preservar para casos en los que los Estados no son capaces o no están dispuestos a hacerlo”, afirmó el embajador estadounidense.

Cuando el avión de pasajeros MH-17 cayó derribado por un misil en territorio controlado por las fuerzas prorrusas del Donbás en julio de 2014, Rusia también dijo que quería una investigación internacional de lo ocurrido porque no confiaba en el equipo de investigación conjunta internacional que concluyó que las fuerzas prorrusas habían disparado contra el avión utilizando un misil transportado desde Rusia a las zonas rebeldes y posteriormente devuelto a territorio ruso. La investigación concluyó también que había “fuertes indicios” para pensar que el propio Putin autorizó el despliegue del armamento en el este de Ucrania.

¿Qué impacto tuvo el ataque?

Aunque el Gobierno alemán dijo en septiembre que el ataque podría dejar la infraestructura inutilizada para siempre, el sabotaje de los gasoductos no tuvo un impacto inmediato en el suministro energético a Europa.

El Nord Stream 2, terminado en septiembre de 2021, nunca llegó a entrar en funcionamiento porque el Gobierno alemán suspendió su certificación cuando Putin reconoció la independencia de los territorios del Donbás controlados por fuerzas prorrusas y justo dos días antes del inicio de la invasión. 

El Nord Stream 1, por su parte, dejó de funcionar el pasado 2 de septiembre, cuando Rusia cortó el suministro por supuestas razones técnicas. En junio ya había reducido el flujo al 40% y en julio al 20% apuntando a las sanciones de Occidente como la causa de los errores técnicos en la infraestructura. Sin embargo, ambos gasoductos sí que estaban cargados de gas, lo que generó la fuga.

Nord Stream es un conjunto de dos gasoductos que conectan directamente las ciudades rusas de Vyborg y Ust-Luga con Alemania. Con una longitud de 1.224 kilómetros, juntos tienen una capacidad de transportar 110.000 millones de metros cúbicos de gas al año (toda la UE consume alrededor de 397.000 millones de metros cúbicos de gas). 


De la culpabilidad rusa a las sospechas sobre Ucrania: ¿Qué se sabe del sabotaje al Nord Stream?

RTVE 11 de marzo de 2023

MARTA REY

El sabotaje a los gasoductos del Nord Stream sigue siendo un misterio sin resolver desde el pasado septiembre, cuando varias explosiones submarinas dañaron estas tuberías que, en su momento, se encargaron de transportar gas ruso a Europa. Las últimas informaciones publicadas por el New York Times y medios alemanes sugieren que un grupo proucraniano pudo ser el responsable, una información que, de confirmarse, podría implicar grandes cambios en las relaciones entre Ucrania y sus socios occidentales.

A continuación, exponemos algunas de las claves sobre las recientes publicaciones y sobre el ataque a estas tuberías, cuya autoría sigue siendo una incógnita más de seis meses después. 

¿Qué ocurrió con los gasoductos del Nord Stream?

El 26 de septiembre de 2022 se registraron varias explosiones submarinas que dañaron los gasoductos del Nord Stream 1 y 2, cuya función era transportar gas natural desde Rusia a Alemania a través del mar Báltico, provocando hasta cuatro fugas cerca de la isla danesa de Bornholm. La operación, que se produjo un día después de la inauguración del gasoducto alternativo Baltic Pipe, que lleva gas de Noruega a Polonia a través de Dinamarca, y que en su momento ayudaba a prescindir aún más del suministro ruso, no tardó en ser calificada de "sabotaje" por expertos y por Occidente y Rusia.

Ninguno de los dos gasoductos transportaba gas a Europa en el momento de las explosiones. Para entonces, Moscú ya había reducido paulatinamente, hasta acabar deteniendo por completo el suministro a Europa a través de estas tuberías submarinas, aunque aún contenían gas a presión para su mantenimiento. Esa fue la razón de que se fugaran grandes cantidades de gas a la superficie, provocando no solo más tensión entre los bloques, sino también consecuencias medioambientales.

La construcción del Nord Stream 2, que nunca llegó a estar operativo, finalizó en 2021, pero Alemania suspendió su certificación cuando Moscú reconoció a las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk, pocos días antes del comienzo de la ofensiva rusa en Ucrania. Además, tras el sabotaje, las exportaciones a través del Nord Stream 1, que había interrumpido el suministro por una "reparación" tras alegar Rusia una fuga de aceite, se suspendieron de manera indefinida.

Fue un "acontecimiento muy grave que puso sobre la mesa la inmensa vulnerabilidad de nuestras infraestructuras críticas energéticas", destaca el doctor en Relaciones Internacionales y Director Institucional de Universae, Manuel Gazapo Lapayese. El experto señala además la inmensa complejidad de atribuir una autoría a un ataque de estas características.

El profesor del departamento de Relaciones Internacionales de la UCM, Gustavo Díaz Matey, recuerda que este tipo de "operaciones encubiertas" son normales en un contexto de guerra y sirven a ambos bandos para afianzar sus mensajes, "involucrando al enemigo con el fin de desprestigiarle". Mientras no se conozca al culpable, cada bando acusará al otro y "según en qué lado nos posicionemos encontraremos razones para comprar los argumentos que nos vendan". 

"No podemos olvidar que estamos en medio de un conflicto armado donde la desinformación y la propaganda juegan un papel importante", explica a RTVE.es.

¿Por qué las últimas investigaciones apuntan a grupos ucranianos?

El martes, un artículo del diario The New York Times exponía que "nuevos datos de Inteligencia revisada por funcionarios estadounidenses" sugerían que el ataque a los gasoductos fue perpetrado por un "grupo proucraniano", aunque no tienen pruebas de una posible implicación de Zelenski o de sus asesores en la operación, ni de que "los autores actuaran bajo órdenes" del Ejecutivo ucraniano.

Según relata el artículo, las fuentes consideran que Ucrania y sus aliados tienen el motivo potencial más lógico para el ataque, ya que se habían posicionado en contra del proyecto durante años, considerándolo una amenaza a su seguridad nacional que daba a Moscú más facilidades para vender su gas a Europa.

De acuerdo con este medio, los perpetradores eran opositores de Vladímir Putin, pero no especifica su identidad. Los funcionarios estadounidenses creen que se trataba de ciudadanos ucranianos o rusos, o alguna combinación de ambos, y descartan que se tratara de personas anglosajonas, tal y como Moscú sugirió en el momento del sabotaje.

Por otro lado, las publicaciones de medios alemanes revelan que la investigación realizada por las autoridades de este país también ha hallado huellas que conducen a Ucrania. De acuerdo con dichos medios, los investigadores han logrado reconstruir cómo se desarrolló el operativo y han identificado una embarcación supuestamente utilizada en él alquilada por una empresa con sede en Polonia propiedad de dos ciudadanos ucranianos.

La Fiscalía alemana confirmó haber registrado una embarcación sospechosa en el marco de sus investigaciones sobre el sabotaje. Además, según las autoridades danesas, la policía de Dinamarca también había buscado un barco específico que atracó en el país en septiembre.

Según la versión de las publicaciones alemanas, una investigación conjunta del semanario Die Zeit y las televisiones ARD y SWR, que aseguran que no tienen pruebas de quién ordenó el ataque, en la operación participó un equipo de seis personas (capitán, dos buzos, dos asistentes de buceo y una doctora) que utilizaron pasaportes falsos para alquilar la embarcación, por lo que se desconoce su nacionalidad.

¿Qué dicen Rusia, Ucrania y el resto de Occidente?

Rusia, hacia quien apuntaban algunas de las primeras sospechas, siempre ha defendido que la teoría del sabotaje ruso es "absurda", ya que los daños en las tuberías les afectan de manera directa al haber invertido millones en ellas. Moscú ha acusado de lo ocurrido a Reino Unido y a Washington y, tal y como defendió el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, las empresas estadounidenses serían las únicas beneficiadas.

En los últimos días, desde Moscú han defendido, además, que la nuevas informaciones justifican su exigencia de que la ONU inicie una investigación independiente sobre lo ocurrido y ha puesto en duda que la operación se llevara a cabo sin apoyo estatal. A lo largo de este mes intentarán que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas vote su propuesta para ponerla en marcha.

Mientras tanto, el gobierno y la inteligencia ucranianos sostienen que Ucrania "no está implicada en absoluto" y aseguran que desconocen quién pudo perpetrar el golpe. Cuando se produjo el sabotaje, las autoridades ucranianas no tardaron en apuntar a Moscú como el artífice de "un acto terrorista" con el objetivo, decían, de desestabilizar la situación económica en Europa.

Como apunta Gazapo Lapayese, Zelenski "bajo ningún concepto" va a aceptar que se le señale como autor material o intelectual de la operación, puesto que podría afectar gravemente al apoyo recibido por las potencias occidentales. Si se demostrara la vinculación de las autoridades ucranianas se abriría, dice, una fractura en la coalición de apoyo al país invadido. "Muchos actores se verían obligados a replantearse el apoyo multidimensional y el envío de tropas", señala el experto en seguridad.

Díaz Matey, por su parte, considera "muy difícil" que se conozca información clara sobre la implicación de grupos proucranianos y recuerda que, como en cualquier otro conflicto, no hay solamente dos ejércitos unificados. "Hay milicias, grupos mercenarios... y puede que realmente los culpables no estén vinculados al gobierno de Kiev o de Moscú". 

Mas allá de las informaciones que se vayan conociendo, el profesor recalca el "apoyo incondicional" a Ucrania por parte de la OTAN y la UE ante el conflicto, que ha servido a su vez para "unir percepciones" sobre la necesidad de una seguridad europea creíble y unas políticas de defensa creíbles".

¿Qué otras hipótesis se manejan?

Hace unas semanas, un artículo del periodista estadounidense y ganador de un premio Pulitzer Seymour Hersh señalaba a Estados Unidos como autor del sabotaje. Aunque se enfrentó a las críticas sobre la falta de fuentes en su publicación, el artículo sirvió para alimentar nuevas conjeturas y teorías en torno a lo ocurrido. 

La información provenía de una fuente anónima con "conocimiento directo" de la planificación de la operación, llevada a cabo, según el texto, por buzos de la marina estadounidense que habrían aprovechado una operación de la OTAN en el mar Báltico para perpetrar el golpe. 

Ahora bien, más allá de lo que trasciende en medios, las investigaciones pertinentes de las inteligencias estadounidense, alemana, sueca y finlandesa siguen en curso sin una conclusión clara al respecto. Los expertos consultados por RTVE.es insisten en afirmar que la información conocida hasta ahora no es suficiente para señalar a un culpable y coinciden en que atribuir la autoría es algo extremadamente complejo. 

"Nadie ha reivindicado la operación y las pruebas existentes, con las que trabajan las agencias de Inteligencia, solo pueden llegar a mostrar pautas del procedimiento y mecanismo por que se vieron afectados los gasoductos", expone Gazapo Lapayese. "Las publicaciones que se están realizando por ahora son propias del ruido que emanan los 'mass media' que cubren el conflicto", añade el experto. 

Desde la OTAN prefieren ser cuidadosos y han afirmado que "no sería adecuado especular" quién está detrás del "sabotaje" hasta que no concluyan las investigaciones en marcha. Lo mismo afirman desde la Unión Europea, que defienden que no pueden "sacar conclusiones" mientras las investigaciones sigan abiertas. 

¿Qué consecuencias trajo consigo el sabotaje?

Las cuatro fugas provocadas por las explosiones trajeron consecuencias inmediatas, como el aumento de la tensión entre los bloques y la declaración de alerta energética por parte de Dinamarca y Suecia, así como el desvío del tráfico aéreo y marítimo en la zona. Además, el sabotaje provocó que la gran infraestructura de tuberías que transportaba desde 2011 miles de millones de metros cúbicos de gas desde Moscú, clave en la guerra energética entre Rusia y Europa, quedara completamente inutilizada.

Otra de las consecuencias fue el impacto medioambiental. Aunque era difícil calcular la cantidad de gas que se estaba perdiendo, las autoridades alemanas enseguida estimaron que las fugas emitirían el mismo CO₂ que casi todos los coches de España en un año. Greenpeace, por su parte, llevó a cabo un cálculo preliminar en el que concluía que los escapes emitirían 150.000 toneladas de metano, el equivalente a 30 millones de toneladas de dióxido de carbono.

Por otro lado, aunque el flujo de gas ya se había paralizado, sí que se dispararon los precios de la energía y las fugas supusieron un punto de inflexión en la política energética de la Unión Europea que, antes de la guerra, recibía un 40% de las importaciones de gas natural de Rusia. 

La interrupción del suministro planteaba un motivo más para apostar por una estrategia que Europa ya había comenzado tras la escalada de tensión entre Rusia y Ucrania y que tenía como objetivo poner fin a la dependencia energética de Rusia. Antes del conflicto, países como Alemania o Finlandia compraban dos tercios de su gas a Moscú y algunos, como la República Checa y Lituania, tenían una dependencia total.

"Lo cierto es que, a pesar de lo que parecía a principios de la guerra, Europa no se ha congelado y la transición energética y la reconversión energética de los países europeos en estos meses se ha hecho francamente bien", apunta Díaz Matey.


Medios alemanes señalan que Biden y Scholz pudieron tratar el sabotaje al Nord Nord Stream en su encuentro a solas en el Despacho Oval

Un misterioso grupo a favor de Ucrania habría sido el responsable en la colocación de explosivo en el gasoducto el pasado septiembre

ABC, ROSALÍA SÁNCHEZ, 8 de marzo de 2023

La información, que procede de fuentes anónimas de la inteligencia estadounidense, se había filtrado a principios de febrero, pero ninguno de los grandes medios de comunicación americanos se había atrevido a publicarla. Solamente el periodista de investigación y premio Pulitzer Seymour se hizo eco en una publicación digital sobre pruebas que apuntan a que los autores de la destrucción con explosivos del gasoducto Nord Stream 2, que tuvo lugar el 26 de septiembre de 2022, no fueron los rusos, sino partidarios de Ucrania, como por otra parte había denunciado Putin.

Desde entonces, tanto medios estadounidenses como medios alemanes han seguido la pista de una información muy delicada y que potencialmente puede abrir una seria brecha de confianza entre los aliados de Ucrania. El hecho de que ahora la publique 'The New York Times' amplía su margen de credibilidad.

Los informes han sido aportados por Rebecca R. Ruiz, Erika Solomon, Melissa Eddy, Michael Schwirtz y Andrew E. Kramer, además de Julian E. Barnes, especializado en seguridad nacional e inteligencia y es dos veces ganador del Premio Pulitzer. En paralelo han trabajado medios alemanes, entre los que destaca la primera cadena de televisión pública ARD, que llega también a la conclusión de que el ataque lo llevó a cabo una embarcación alquilada por una empresa con sede en Polonia propiedad de dos ciudadanos ucranianos.

La colocación de los explosivos habría corrido a cargo, según esta versión, de un equipo de seis personas compuesto por el capitán de la embarcación, dos buzos, dos asistentes de buceo y una médico, cuyas nacionalidades no han podido ser esclarecidas porque se movían con pasaportes falsos. El equipo se habría hecho a la mar desde el puerto alemán de Rostock y fue localizado el día siguiente en la Península de Darss, antes de ser ubicado también en la isla danesa de Christianso.

En una de las mesa del yate, que fue devuelto a la empresa propietaria sin haber sido limpiado concienzudamente, habrían sido hallados restos de explosivos. Según las fuentes de inteligencia que citan estos medios, poco después del atentado ya informó un servicio secreto occidental que el ataque había sido perpetrado por «un comando ucraniano», pero insisten en que no hay indicios de que el gobierno de Kiev estuviese al tanto.

'Opositores a Putin'

Desmienten también que la CIA estuviese detrás de los atacantes. El texto de New York Times habla de «opositores a Putin», sin especificar quién dirigía el grupo o financió la operación. Los funcionarios estadounidenses dicen además que no han encontrado ninguna evidencia de la participación del gobierno ruso en el ataque y que no hubo ciudadanos estadounidenses o británicos involucrados. También señalan como muy posible que los perpetradores hubiesen recibido capacitación gubernamental especializada en el pasado.

Cabe recordar que los gasoductos Nord Stream 1 y 2, fruto de la colaboración entre empresas europeas y rusas, supusieron una inversión de 12.000 millones de euros cada uno. Las obras del primero finalizaron en 2018 y las del segundo fueron completadas en 2021, pese a las sanciones contra las empresas participantes por parte de Estados Unidos, que alegaba la dependencia estratégica de Rusia durante una futura crisis diplomática entre Occidente y Moscú y protegía además sus propias exportaciones de gas. También expresaron objeciones Reino Unido, Polonia y Ucrania.

A la vista de esta información, cobran un sentido más específico las declaraciones de Biden a principios de año, después de reunirse con Scholz en la Casa Blanca. «Si Rusia invade, eso significa que tanques y tropas rusos cruzan la frontera de Ucrania nuevamente, entonces ya no habrá un Nord Stream 2», dijo Biden. «le pondremos fin». Y cuando se le preguntó exactamente cómo se lograría eso, el presidente de Estados Unidos respondió crípticamente: «Le prometo que podremos hacerlo». Biden dijo esto el 7 de septiembre de 2021. El 22 de febrero Alemania suspendió el proceso de licencias para permitir que el gasoducto entrase en funcionamiento y el 24 de febrero Putin invadió Ucrania.

También cobra nuevo sentido la conversación que la semana pasada mantuvieron a solas Biden y Scholz en el Despacho Oval, en un formato inusual que no incluyó ministros ni asesores ni rueda de prensa. Los medios alemanes especulan esta mañana con la posibilidad de que Biden desease tratar este asunto en un tú a tú con el canciller alemán, consciente ya de la filtración. Después de la publicación de estas informaciones en Estados Unidos y Alemania, Mykhailo Podolyak, asesor principal de Zelenski, ha publicado en Twitter que Ucrania «no tiene nada que ver con el asunto».


Cómo Estados Unidos eliminó el gasoducto Nord Stream

El New York Times lo llamó un "misterio", pero Estados Unidos ejecutó una operación marítima encubierta que se mantuvo en secreto, hasta ahora.

SEYMOUR HERSH

8 de febrero de 2023

El Centro de Salvamento y Buceo de la Marina de los EE. UU. se encuentra en un lugar tan oscuro como su nombre, en lo que alguna vez fue un camino rural en la zona rural de la ciudad de Panamá, una ciudad turística que ahora está en auge en el extremo suroeste de Florida, 70 millas al sur de la frontera con Alabama. El complejo del centro es tan anodino como su ubicación: una monótona estructura de hormigón de después de la Segunda Guerra Mundial que tiene el aspecto de una escuela de oficios en el lado oeste de Chicago. Una lavandería que funciona con monedas y una escuela de baile se encuentran al otro lado de lo que ahora es una calle de cuatro carriles.

El centro ha estado entrenando buzos de aguas profundas altamente cualificados durante décadas que, una vez asignados a unidades militares estadounidenses en todo el mundo, son capaces de realizar buceo técnico para hacer el bien, usando explosivos C4 para limpiar puertos y playas de escombros y artefactos explosivos sin detonar, y también para otras cosas, como volar plataformas petroleras extranjeras, obstruir las válvulas de admisión de las centrales eléctricas submarinas o destruir las esclusas de canales de navegación cruciales. El centro de la ciudad de Panamá, que cuenta con la segunda piscina cubierta más grande de América, fue el lugar perfecto para reclutar a los mejores y más taciturnos graduados de la escuela de buceo que lograron con éxito el verano pasado lo que tenían autorizado a hacer a 260 pies bajo la superficie del Mar Báltico.

En junio pasado, los buzos de la Marina, que operaban bajo la cobertura de un ejercicio de la OTAN de mediados de verano ampliamente publicitado conocido como BALTOPS 22, colocaron los explosivos activados de forma remota que, tres meses después, destruyeron tres de los cuatro oleoductos Nord Stream, según una fuente con conocimiento directo de la planificación operativa.

Dos de los gasoductos, que se conocían colectivamente como Nord Stream 1, habían estado proporcionando a Alemania y gran parte de Europa occidental gas natural ruso barato durante más de una década. Se había construido un segundo par de tuberías, llamadas Nord Stream 2, pero aún no estaban operativas. Ahora, con las tropas rusas reunidas en la frontera con Ucrania y la guerra más sangrienta en Europa desde 1945 a la vista, el presidente Joseph Biden vio los oleoductos como un vehículo para que Vladimir Putin usara el gas natural como arma para sus ambiciones políticas y territoriales.

Cuando se le pidió un comentario, Adrienne Watson, una portavoz de la Casa Blanca, dijo en un correo electrónico: “Esto es una ficción falsa y completa”. Tammy Thorp, portavoz de la Agencia Central de Inteligencia, escribió de manera similar: “Esta afirmación es total y absolutamente falsa”.

La decisión de Biden de sabotear los oleoductos se produjo después de más de nueve meses de debates altamente secretos dentro de la comunidad de seguridad nacional de Washington sobre la mejor manera de lograr ese objetivo. Durante gran parte de ese tiempo, el problema no era si hacer la misión, sino cómo hacerla sin dejar una idea clara de quién era el responsable.

Había una razón burocrática vital para confiar en los graduados de la escuela de buceo hardcore del centro en la ciudad de Panamá. Los buzos eran solo de la Marina, y no miembros del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos, cuyas operaciones encubiertas deben ser informadas al Congreso e informadas con anticipación a los líderes del Senado y la Cámara, la llamada Banda de los Ocho. La Administración Biden estaba haciendo todo lo posible para evitar filtraciones, ya que la planificación se llevó a cabo a fines de 2021 y en los primeros meses de 2022.

El presidente Biden y su equipo de política exterior —el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan, el secretario de Estado Tony Blinken y Victoria Nuland, la subsecretaria de Estado para Políticas— expresaron su hostilidad hacia los dos oleoductos, que funcionaron uno al lado del otro a lo largo de 750 millas bajo el Mar Báltico desde dos puertos diferentes en el noreste de Rusia cerca de la frontera con Estonia, pasando cerca de la isla danesa de Bornholm antes de terminar en el norte de Alemania.

La ruta directa, que eludió cualquier necesidad de transitar por Ucrania, había sido una bendición para la economía alemana, que disfrutó de una abundancia de gas natural ruso barato, suficiente para hacer funcionar sus fábricas y calentar sus hogares, al tiempo que permitía a los distribuidores alemanes vender el exceso de gas, a un precio razonable. un beneficio, en toda Europa Occidental. Una acción que pudiera atribuirse a la administración americana violaría las promesas de EE. UU. de minimizar el conflicto directo con Rusia. El secreto era esencial.

Desde sus primeros días, Washington y sus socios antirrusos de la OTAN vieron Nord Stream 1 como una amenaza para el dominio occidental. El holding detrás de esto, Nord Stream AG, se creó en Suiza en 2005 en sociedad con Gazprom, una empresa rusa que cotiza en bolsa que produce enormes ganancias para los accionistas y que está dominada por oligarcas que se sabe que están controlados por Putin. Gazprom controlaba el 51 por ciento de la empresa, con cuatro empresas energéticas europeas, una en Francia, una en los Países Bajos y dos en Alemania, que compartían el 49 por ciento restante de las acciones y tenían derecho a controlar las ventas posteriores del gas natural de bajo costo a distribuidores locales en Alemania y Europa Occidental. Las ganancias de Gazprom se compartieron con el gobierno ruso, y se estimó que los ingresos estatales de gas y petróleo en algunos años ascenderían hasta el 45 por ciento del presupuesto anual de Rusia. 

Los temores políticos de Estados Unidos eran reales: Putin ahora tendría una importante fuente de ingresos adicional y muy necesaria, y Alemania y el resto de Europa occidental se volverían adictos al gas natural de bajo costo suministrado por Rusia, al tiempo que disminuiría la dependencia europea de Estados Unidos. De hecho, eso es exactamente lo que sucedió. Muchos alemanes vieron Nord Stream 1 como parte de la liberación de la famosa teoría Ostpolitik del ex canciller Willy Brandt, que permitiría a la Alemania de la posguerra rehabilitarse a sí misma y a otras naciones europeas destruidas en la Segunda Guerra Mundial, entre otras iniciativas, utilizando gas ruso barato para alimentar un próspera economía comercial y de mercado de Europa Occidental.

Nord Stream 1 era lo suficientemente peligroso, en opinión de la OTAN y Washington, pero Nord Stream 2, cuya construcción se completó en septiembre de 2021, si los reguladores alemanes lo aprobaban, duplicaría la cantidad de gas barato que estaría disponible para Alemania y Europa Oriental. El segundo gasoducto también proporcionaría suficiente gas para más del 50 por ciento del consumo anual de Alemania. Las tensiones aumentaban constantemente entre Rusia y la OTAN, respaldadas por la política exterior agresiva de la Administración Biden.

La oposición a Nord Stream 2 estalló en la víspera de la toma de posesión de Biden en enero de 2021, cuando los republicanos del Senado, encabezados por Ted Cruz de Texas, plantearon repetidamente la amenaza política del gas natural ruso barato durante la audiencia de confirmación de Blinken como Secretario de Estado. Para entonces, un Senado unificado había aprobado con éxito una ley que, como dijo Cruz a Blinken, “detuvo [el oleoducto] en seco”. Había una enorme presión política y económica por parte del gobierno alemán, entonces encabezado por Angela Merkel, para poner en funcionamiento el segundo oleoducto.

¿Biden se enfrentaría a los alemanes? Blinken dijo que sí, pero agregó que no había discutido los detalles de las opiniones del presidente entrante. “Conozco su fuerte convicción de que esto es una mala idea, el Nord Stream 2”, dijo. “Sé que nos haría usar todas las herramientas persuasivas que tenemos para convencer a nuestros amigos y socios, incluida Alemania, de que no sigan adelante”.

Unos meses más tarde, cuando la construcción del segundo oleoducto estaba casi terminada, Biden parpadeó. Ese mayo, en un cambio sorprendente, la administración renunció a las sanciones contra Nord Stream AG, y un funcionario del Departamento de Estado admitió que tratar de detener el oleoducto a través de sanciones y diplomacia “siempre había sido una posibilidad remota”. Detrás de escena, los funcionarios de la administración supuestamente instaron al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, que para entonces se enfrentaba a una amenaza de invasión rusa, a no criticar la medida.

Hubo consecuencias inmediatas. Los republicanos del Senado, encabezados por Cruz, anunciaron un bloqueo inmediato de todos los candidatos de política exterior de Biden y retrasaron la aprobación del proyecto de ley anual de defensa durante meses, hasta bien entrado el otoño. Más tarde, Politico describió el giro de Biden respecto al segundo oleoducto ruso como “la única decisión, posiblemente más que la caótica retirada militar de Afganistán, que ha puesto en peligro la agenda de Biden”.

La administración se tambaleaba, a pesar de obtener un respiro de la crisis a mediados de noviembre, cuando los reguladores de energía de Alemania suspendieron la aprobación del segundo gasoducto Nord Stream. Los precios del gas natural aumentaron un 8% en cuestión de días, en medio de los crecientes temores en Alemania y Europa de que la suspensión del gasoducto y la creciente posibilidad de una guerra entre Rusia y Ucrania conducirían a un invierno frío no muy deseado. Washington no tenía claro cuál era la posición de Olaf Scholz, el recién nombrado canciller de Alemania. Meses antes, después de la caída de Afganistán, Scholtz había respaldado públicamente el llamado del presidente francés Emmanuel Macron a una política exterior europea más autónoma en un discurso en Praga, lo que claramente sugería menos confianza en Washington y sus acciones volubles.

Con todo esto, las tropas rusas se habían ido acumulando de manera constante y amenazadora en las fronteras de Ucrania y, a finales de diciembre, más de 100.000 soldados estaban en posición de atacar desde Bielorrusia y Crimea. La alarma crecía en Washington, incluida una evaluación de Blinken de que ese número de tropas podría “duplicarse en poco tiempo”.

La atención de la administración se centró una vez más en Nord Stream. Mientras Europa siguiera dependiendo de los gasoductos para obtener gas natural barato, Washington temía que países como Alemania fueran reacios a suministrar a Ucrania el dinero y las armas que necesitaba para derrotar a Rusia.

Fue en este momento inestable que Biden autorizó a Jake Sullivan a reunir a un grupo interinstitucional para idear un plan. 

Todas las opciones estaban sobre la mesa. Pero sólo una sería adoptada.

PLANIFICACIÓN

En diciembre de 2021, dos meses antes de que los primeros tanques rusos entraran en Ucrania, Jake Sullivan convocó una reunión de un grupo de trabajo recién formado (hombres y mujeres del Estado Mayor Conjunto, la CIA y los Departamentos de Estado y del Tesoro) y preguntó ideas sobre cómo responder a la inminente invasión de Putin.

Sería la primera de una serie de reuniones de alto secreto, en una sala segura en un piso superior del Antiguo Edificio de Oficinas Ejecutivas, adyacente a la Casa Blanca, que también fue el hogar de la Junta Asesora de Inteligencia Extranjera del Presidente (PFIAB). Hubo la charla habitual de ida y vuelta que finalmente condujo a una pregunta preliminar crucial: ¿La recomendación enviada por el grupo al presidente sería reversible, como otra capa de sanciones y restricciones monetarias, o irreversible, es decir, acciones cinéticas, que no se puede deshacer?

Lo que quedó claro para los participantes, según la fuente con conocimiento directo del proceso, es que Sullivan tenía la intención de que el grupo presentara un plan para la destrucción de los dos oleoductos Nord Stream, y que estaba cumpliendo con los deseos del Presidente.

Durante las próximas reuniones, los participantes debatieron opciones para un ataque. La Armada propuso utilizar un submarino recién comisionado para asaltar el oleoducto directamente. La Fuerza Aérea discutió el lanzamiento de bombas con espoletas retardadas que podrían activarse de forma remota. La CIA argumentó que cualquier cosa que se hiciera, tendría que ser encubierta. Todos los involucrados entendieron lo que estaba en juego. “Esto no es cosa de niños”, dijo la fuente. Si el ataque fuera rastreable hasta Estados Unidos, “es un acto de guerra”.

En ese momento, la CIA estaba dirigida por William Burns, un exembajador en Rusia de buenos modales que se había desempeñado como subsecretario de Estado en la administración Obama. Burns autorizó rápidamente un grupo de trabajo de la Agencia cuyos miembros ad hoc incluían, por casualidad, a alguien que estaba familiarizado con las capacidades de los buzos de aguas profundas de la Armada en la ciudad de Panamá. Durante las próximas semanas, los miembros del grupo de trabajo de la CIA comenzaron a elaborar un plan para una operación encubierta que utilizaría buzos de aguas profundas para provocar una explosión a lo largo del gasoducto.

Algo así se había hecho antes. En 1971, la comunidad de inteligencia estadounidense se enteró de fuentes aún no reveladas que dos unidades importantes de la Armada rusa se estaban comunicando a través de un cable submarino enterrado en el Mar de Okhotsk, en la costa del Lejano Oriente de Rusia. El cable vinculaba un comando regional de la Armada con el cuartel general continental en Vladivostok.

Un equipo cuidadosamente seleccionado de agentes de la Agencia Central de Inteligencia y la Agencia de Seguridad Nacional se reunió en algún lugar del área de Washington, bajo una cubierta profunda, y elaboró ​​​​un plan, utilizando buzos de la Armada, submarinos modificados y un vehículo de rescate submarino profundo, que tuvo éxito, después de mucho ensayo y error, en la localización del cable ruso. Los buzos colocaron un sofisticado dispositivo de escucha en el cable que interceptó con éxito el tráfico ruso y lo registró en un sistema de grabación.

La NSA se enteró de que altos oficiales de la marina rusa, convencidos de la seguridad de su enlace de comunicación, charlaban con sus compañeros sin encriptación. El dispositivo de grabación y su cinta tuvieron que ser reemplazados mensualmente y el proyecto siguió adelante alegremente durante una década hasta que se vio comprometido por un técnico civil de la NSA de cuarenta y cuatro años llamado Ronald Pelton que hablaba ruso con fluidez. Pelton fue traicionado por un desertor ruso en 1985 y condenado a prisión. Los rusos le pagaron solo $ 5.000 por sus revelaciones sobre la operación, junto con $ 35.000 por otros datos operativos rusos que proporcionó y que nunca se hicieron públicos.

Ese éxito submarino, cuyo nombre en código es Ivy Bells, fue innovador y arriesgado, y produjo inteligencia inestimable sobre las intenciones y la planificación de la Armada rusa.

Aún así, el grupo interinstitucional inicialmente se mostró escéptico sobre el entusiasmo de la CIA por un ataque encubierto en aguas profundas. Había demasiadas preguntas sin respuesta. Las aguas del mar Báltico estaban fuertemente patrulladas por la armada rusa y no había plataformas petrolíferas que pudieran usarse como cobertura para una operación de buceo. ¿Tendrían que ir los buzos a Estonia, justo al otro lado de la frontera de los muelles de carga de gas natural de Rusia, para entrenarse para la misión? “Sería una mierda de cabra”, le dijeron a la Agencia.

A lo largo de “todas estas intrigas”, dijo la fuente, “algunos trabajadores de la CIA y del Departamento de Estado decían: 'No hagas esto. Es estúpido y será una pesadilla política si sale a la luz'”.

Sin embargo, a principios de 2022, el grupo de trabajo de la CIA informó al grupo interinstitucional de Sullivan: “Tenemos una forma de volar los gasoductos”.

Lo que vino después fue impresionante. El 7 de febrero, menos de tres semanas antes de la aparentemente inevitable invasión rusa de Ucrania, Biden se reunió en su oficina de la Casa Blanca con el canciller alemán Olaf Scholz, quien, después de algunos vacilaciones, ahora estaba firmemente en el equipo estadounidense. En la conferencia de prensa que siguió, Biden dijo desafiante: “Si Rusia invade ya no habrá un Nord Stream 2. Le pondremos fin”.

Veinte días antes, el subsecretario Nuland había entregado esencialmente el mismo mensaje en una sesión informativa del Departamento de Estado, con poca cobertura de prensa. “Quiero ser muy clara con ustedes hoy”, dijo en respuesta a una pregunta. “Si Rusia invade Ucrania, de una forma u otra Nord Stream 2 no avanzará”.

Varios de los involucrados en la planificación de la misión del gasoducto quedaron consternados por lo que vieron como referencias indirectas al ataque.

“Fue como poner una bomba atómica en el suelo de Tokio y decirles a los japoneses que la vamos a detonar”, dijo la fuente. “El plan era que las opciones se ejecutaran después de la invasión y no se anunciaran públicamente. Biden simplemente no lo entendió o lo ignoró”.

La indiscreción de Biden y Nuland, si eso es lo que fue, podría haber frustrado a algunos de los planificadores. Pero también creó una oportunidad. Según la fuente, algunos de los altos funcionarios de la CIA determinaron que volar el oleoducto “ya no podía considerarse una opción encubierta porque el presidente acaba de anunciar que sabíamos cómo hacerlo”.

El plan para hacer estallar Nord Stream 1 y 2 fue repentinamente degradado de una operación encubierta que requería que se informara al Congreso a una que se consideró como una operación de inteligencia altamente clasificada con apoyo militar de EE. UU. Según la ley, explicó la fuente, “ya ​​no existía el requisito legal de informar de la operación al Congreso. Todo lo que tenían que hacer ahora era simplemente hacerlo, pero aún así tenía que ser secreto. Los rusos tienen una vigilancia superlativa del Mar Báltico”.

Los miembros del grupo de trabajo de la Agencia no tenían contacto directo con la Casa Blanca y estaban ansiosos por saber si el presidente quería decir lo que había dicho, es decir, si la misión estaba ahora en marcha. La fuente recordó: "Bill Burns regresa y dice: 'Hazlo'".

“La marina noruega no tardó en encontrar el lugar adecuado, en aguas poco profundas a unas pocas millas de la isla de Bornholm en Dinamarca. 

LA OPERACION

Noruega fue el lugar perfecto para la base de la misión.

En los últimos años de la crisis Este-Oeste, el ejército estadounidense ha ampliado enormemente su presencia dentro de Noruega, cuya frontera occidental se extiende a lo largo de 1.400 millas a lo largo del Océano Atlántico norte y se fusiona con Rusia sobre el Círculo Polar Ártico. El Pentágono ha creado empleos y contratos bien remunerados, en medio de cierta controversia local, al invertir cientos de millones de dólares para mejorar y expandir las instalaciones de la Armada y la Fuerza Aérea estadounidenses en Noruega. Los nuevos trabajos incluían, lo que es más importante, un radar avanzado de apertura sintética en el norte que era capaz de penetrar profundamente en Rusia y se puso en línea justo cuando la comunidad de inteligencia estadounidense perdió el acceso a una serie de sitios de escucha de largo alcance dentro de China.

Una base de submarinos estadounidense recientemente renovada, que había estado en construcción durante años, entró en funcionamiento y ahora más submarinos estadounidenses pueden trabajar en estrecha colaboración con sus colegas noruegos para monitorear y espiar un importante reducto nuclear ruso a 250 millas al este, en la Península de Kola. Estados Unidos también ha ampliado enormemente una base aérea noruega en el norte y entregó a la fuerza aérea noruega una flota de aviones de patrulla P8 Poseidon construidos por Boeing para reforzar su espionaje de largo alcance en todo lo relacionado con Rusia.

A cambio, el gobierno noruego enfureció a los liberales y algunos moderados en su parlamento en noviembre pasado al aprobar el Acuerdo de Cooperación de Defensa Suplementario (SDCA). Según el nuevo acuerdo, el sistema legal de EE. UU. tendría jurisdicción en ciertas "áreas acordadas" en el Norte sobre los soldados estadounidenses acusados ​​de delitos fuera de la base, así como sobre los ciudadanos noruegos acusados ​​o sospechosos de interferir con el trabajo en la base.

Noruega fue uno de los signatarios originales del Tratado de la OTAN en 1949, en los primeros días de la Guerra Fría. Hoy, el secretario general de la OTAN es Jens Stoltenberg, un anticomunista comprometido, que se desempeñó como primer ministro de Noruega durante ocho años antes de pasar a su alto puesto en la OTAN, con el respaldo de Estados Unidos, en 2014. Era de línea dura en todo lo relacionado con Putin y Rusia, que había cooperado con la comunidad de inteligencia estadounidense desde la guerra de Vietnam. Se ha confiado en él completamente desde entonces. “Él es el guante que se adapta a la mano estadounidense”, dijo la fuente.

De vuelta en Washington, los planificadores sabían que tenían que ir a Noruega. “Odiaban a los rusos, y la armada noruega estaba llena de magníficos marineros y buzos que tenían generaciones de experiencia en la exploración altamente rentable de petróleo y gas en aguas profundas”, dijo la fuente. También se podía confiar en ellos para mantener la misión en secreto. (Los noruegos también pueden haber tenido otros intereses. La destrucción de Nord Stream, si los estadounidenses pudieran lograrlo, permitiría a Noruega vender mucho más de su propio gas natural a Europa).

En algún momento de marzo, algunos miembros del equipo volaron a Noruega para reunirse con el Servicio Secreto y la Armada de Noruega. Una de las preguntas clave era dónde exactamente en el Mar Báltico era el mejor lugar para colocar los explosivos. Nord Stream 1 y 2, cada uno con dos conjuntos de tuberías, estaban separados en gran parte por poco más de una milla mientras se dirigían al puerto de Greifswald en el extremo noreste de Alemania.

La armada noruega no tardó en encontrar el lugar adecuado, en las aguas poco profundas del mar Báltico, a unas pocas millas de la isla de Bornholm en Dinamarca. Los oleoductos se extendían a más de una milla de distancia a lo largo de un fondo marino que tenía solo 260 pies de profundidad. Eso estaría dentro del alcance de los buzos, quienes, operando desde un cazaminas de clase Alta noruego, bucearían con una mezcla de oxígeno, nitrógeno y helio saliendo de sus tanques, y colocarían cargas de C4 en forma de planta en las cuatro tuberías con protección de hormigón. Sería un trabajo tedioso, lento y peligroso, pero las aguas de Bornholm tenían otra ventaja: no había grandes corrientes de marea, lo que habría dificultado mucho la tarea de bucear.

Después de un poco de investigación, los estadounidenses estaban todos adentro.

En este punto, el oscuro grupo de buceo profundo de la Marina en la ciudad de Panamá entró en juego una vez más. Las escuelas de aguas profundas en la Ciudad de Panamá, cuyos alumnos participaron en Ivy Bells, son vistas como un remanso no deseado por los graduados de élite de la Academia Naval en Annapolis, quienes generalmente buscan la gloria de ser asignados como Seal, piloto de combate o submarinista. Si uno debe convertirse en un "zapato negro", es decir, un miembro del mando de la nave de superficie menos deseable, siempre hay al menos un deber en un destructor, crucero o barco anfibio. La menos glamurosa de todas es la guerra de minas. Sus buzos nunca aparecen en las películas de Hollywood, ni en la portada de revistas populares.

“Los mejores buzos con calificaciones de buceo profundo son una comunidad compacta, y solo los mejores son reclutados para la operación y se les dice que estén preparados para ser llamados a la CIA en Washington”, dijo la fuente.

Los noruegos y los estadounidenses tenían una ubicación y los operativos, pero había otra preocupación: cualquier actividad submarina inusual en las aguas de Bornholm podría llamar la atención de las armadas sueca o danesa, que podrían informarla.  

Dinamarca también había sido uno de los signatarios originales de la OTAN y era conocida en la comunidad de inteligencia por sus vínculos especiales con el Reino Unido. Suecia había solicitado ser miembro de la OTAN y había demostrado su gran habilidad en el manejo de sus sistemas de sensores magnéticos y de sonido submarinos que rastreaban con éxito los submarinos rusos que ocasionalmente aparecían en aguas remotas del archipiélago sueco y se veían obligados a salir a la superficie.

Los noruegos se unieron a los estadounidenses para insistir en que algunos altos funcionarios de Dinamarca y Suecia debían ser informados en términos generales sobre la posible actividad de buceo en la zona. De esa forma, alguien superior podría intervenir y mantener un informe fuera de la cadena de mando, aislando así la operación del gasoducto. “Lo que les dijeron y lo que sabían era diferente a propósito”, me dijo la fuente. (La embajada noruega, a la que se le pidió que comentara sobre esta historia, no respondió).

Los noruegos fueron clave para resolver otros obstáculos. Se sabía que la armada rusa poseía tecnología de vigilancia capaz de detectar y activar minas submarinas. Los artefactos explosivos estadounidenses debían camuflarse de manera que parecieran ante el sistema ruso como parte del fondo natural, algo que requería adaptarse a la salinidad específica del agua. Los noruegos tenían una solución.

Los noruegos también tenían una solución a la cuestión crucial de cuándo debería llevarse a cabo la operación. Cada junio, durante los últimos 21 años, la Sexta Flota estadounidense, cuyo buque insignia tiene su sede en Gaeta, Italia, al sur de Roma, ha patrocinado un importante ejercicio de la OTAN en el Mar Báltico en el que participaron decenas de barcos aliados de toda la región. El ejercicio actual, realizado en junio, se conocería como Baltic Operations 22, o BALTOPS 22. Los noruegos propusieron que esta sería la cobertura ideal para plantar las minas.

Los estadounidenses proporcionaron un elemento vital: convencieron a los planificadores de la Sexta Flota para que agregaran un ejercicio de investigación y desarrollo al programa. El ejercicio, como lo hizo público la Marina, involucró a la Sexta Flota en colaboración con los "centros de investigación y guerra" de la Marina. El evento en el mar se llevaría a cabo frente a la costa de la isla de Bornholm e involucraría a equipos de buzos de la OTAN que plantarían minas, con equipos competidores que utilizarían la última tecnología submarina para encontrarlas y destruirlas.

Era a la vez un ejercicio útil y una tapadera ingeniosa. Los muchachos de la ciudad de Panamá harían lo suyo y los explosivos C4 estarían en su lugar al final de BALTOPS22, con un temporizador de 48 horas adjunto. Todos los estadounidenses y noruegos se habrían ido hace mucho tiempo con la primera explosión. 

Los días estaban contando. “El tiempo corría y nos acercábamos a la misión cumplida”, dijo la fuente.

Y entonces: Washington tuvo dudas. Las bombas aún se colocarían durante BALTOPS, pero a la Casa Blanca le preocupaba que la ventana de dos días para su detonación estuviera demasiado cerca del final del ejercicio, y sería obvio que Estados Unidos había estado involucrado.

En cambio, la Casa Blanca tenía una nueva solicitud: "¿Pueden los muchachos en el campo encontrar alguna forma de volar las tuberías más tarde cuando se les ordene?"

Algunos miembros del equipo de planificación estaban enojados y frustrados por la aparente indecisión del presidente. Los buzos de la ciudad de Panamá habían practicado repetidamente la colocación del C4 en tuberías, como lo harían durante BALTOPS, pero ahora el equipo de Noruega tenía que idear una manera de darle a Biden lo que quería: la capacidad de emitir una orden de ejecución exitosa a la vez. de su elección.  

Encargarse de un cambio arbitrario de última hora era algo que la CIA estaba acostumbrada a manejar. Pero también renovó las preocupaciones que algunos compartían sobre la necesidad y la legalidad de toda la operación.

Las órdenes secretas del presidente también evocaron el dilema de la CIA en los días de la guerra de Vietnam, cuando el presidente Johnson, confrontado por un creciente sentimiento contra la guerra de Vietnam, ordenó a la agencia que violara sus estatutos, que específicamente le prohibían operar dentro de Estados Unidos, espiando a los líderes contra la guerra. para determinar si estaban siendo controlados por la Rusia comunista.

La agencia finalmente accedió y, a lo largo de la década de 1970, quedó claro hasta dónde había estado dispuesta a llegar. Hubo revelaciones posteriores en los periódicos después de los escándalos de Watergate sobre el espionaje de la Agencia a ciudadanos estadounidenses, su participación en el asesinato de líderes extranjeros y su socavación del gobierno socialista de Salvador Allende.

Esas revelaciones llevaron a una serie dramática de audiencias a mediados de la década de 1970 en el Senado, dirigida por Frank Church de Idaho, que dejó en claro que Richard Helms, el director de la Agencia en ese momento, aceptó que tenía la obligación de hacer lo que el Presidente quería, incluso si eso significaba violar la ley.

En un testimonio inédito a puerta cerrada, Helms explicó con pesar que “casi tienes una Inmaculada Concepción cuando haces algo” bajo órdenes secretas de un presidente. “Ya sea que esté bien que lo tengas, o que esté mal que lo tengas, [la CIA] trabaja bajo diferentes reglas y reglas básicas que cualquier otra parte del gobierno”. Básicamente, les estaba diciendo a los senadores que él, como jefe de la CIA, entendía que había estado trabajando para la Corona, y no para la Constitución.

Los estadounidenses que trabajaban en Noruega operaron bajo la misma dinámica y diligentemente comenzaron a trabajar en el nuevo problema: cómo detonar de forma remota los explosivos C4 por orden de Biden. Era una tarea mucho más exigente de lo que entendían los de Washington. No había forma de que el equipo en Noruega supiera cuándo el presidente podría presionar el botón. ¿Sería en unas pocas semanas, en muchos meses o en medio año o más?

El C4 conectado a las tuberías sería activado por una boya de sonar lanzada por un avión con poca antelación, pero el procedimiento involucró la tecnología de procesamiento de señales más avanzada. Una vez instalados, los dispositivos de temporización retrasados ​​conectados a cualquiera de los cuatro oleoductos podrían activarse accidentalmente debido a la compleja combinación de ruidos de fondo del océano en todo el mar Báltico, que está muy transitado: barcos cercanos y distantes, perforaciones submarinas, eventos sísmicos, olas e incluso criaturas marinas. Para evitar esto, la boya de sonar, una vez colocada, emitiría una secuencia de sonidos tonales únicos de baja frecuencia, muy parecidos a los emitidos por una flauta o un piano, que serían reconocidos por el dispositivo de tiempo y, después de unas horas preestablecidas. de retraso, disparar los explosivos.

El 26 de septiembre de 2022, un avión de vigilancia P8 de la Armada de Noruega realizó un vuelo aparentemente de rutina y dejó caer una boya de sonar. La señal se extendió bajo el agua, inicialmente a Nord Stream 2 y luego a Nord Stream 1. Unas horas más tarde, se activaron los explosivos C4 de alta potencia y tres de las cuatro tuberías quedaron fuera de servicio. En unos pocos minutos, las nubes de gas metano que permanecían en las tuberías cerradas se podían ver extendiéndose en la superficie del agua y el mundo se enteró de que algo irreversible había sucedido.

DESTRUCCIÓN

Inmediatamente después del bombardeo del oleoducto, los medios estadounidenses lo trataron como un misterio sin resolver. Rusia fue repetidamente citada como probable culpable, alentada por filtraciones calculadas de la Casa Blanca, pero sin nunca establecer un motivo claro para tal acto de autosabotaje, más allá de la simple retribución. Unos meses más tarde, cuando se supo que las autoridades rusas habían estado obteniendo discretamente estimaciones del costo de reparación de los oleoductos, el New York Times describió la noticia como "teorías complicadas sobre quién estaba detrás" del ataque. Ningún periódico estadounidense importante profundizó en las amenazas anteriores a los oleoductos hechas por Biden y el subsecretario de Estado Nuland.

Si bien nunca estuvo claro por qué Rusia buscaría destruir su propio oleoducto lucrativo, una justificación más reveladora para la acción del presidente provino del secretario de Estado Blinken.

Cuando se le preguntó en una conferencia de prensa en septiembre pasado sobre las consecuencias del empeoramiento de la crisis energética en Europa Occidental, Blinken describió el momento como potencialmente bueno:

“Es una gran oportunidad para eliminar de una vez por todas la dependencia de la energía rusa y así quitarle a Vladimir Putin el uso de armas como medio para avanzar en sus diseños imperiales. Eso es muy significativo y ofrece una gran oportunidad estratégica para los años venideros, pero mientras tanto estamos decididos a hacer todo lo posible para asegurarnos de que las consecuencias de todo esto no recaigan sobre los ciudadanos de nuestros países o, para el caso, alrededor del mundo."

Más recientemente, Victoria Nuland expresó su satisfacción por la desaparición del más nuevo de los oleoductos. Al testificar en una audiencia del Comité de Relaciones Exteriores del Senado a fines de enero, le dijo al Senador Ted Cruz: “Al igual que usted, estoy, y creo que la Administración está muy satisfecha de saber que Nord Stream 2 es ahora, como le gusta decir, un trozo de metal en el fondo del mar.

La fuente tenía una visión mucho más callejera de la decisión de Biden de sabotear más de 1.500 millas del oleoducto Gazprom a medida que se acercaba el invierno. “Bueno”, dijo, hablando del presidente, “debo admitir que el tipo tiene un par de cojones. Dijo que lo iba a hacer y lo hizo”.

Cuando se le preguntó por qué pensaba que los rusos no respondieron, dijo cínicamente: “Tal vez quieren la capacidad de hacer las mismas cosas que hizo Estados Unidos.

“Fue una hermosa historia de portada”, continuó. “Detrás había una operación encubierta que colocó expertos en el campo y equipos que operaban con una señal encubierta.

“El único defecto fue la decisión de hacerlo”.











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