En Villasayas
Juan Barrón Llorente nació en el pueblo soriano de Villasayas,
perteneciente al partido judicial de Almazán, en la comarca de Arcos de Jalón, un
22 de diciembre del año 1879, al día siguiente de que, a miles de kilómetros de
distancia, El New York Herald anunciara que Edison había inventado el
alumbrado eléctrico. Juan vio la luz en el cuartel de la guardia civil en donde
su padre, Ildefonso, que por aquel entonces tenía el grado de cabo primero,
ejercía de comandante del puesto. Sus padres, Ildefonso e Isabel, se conocieron
cuando él estaba destinado en el puesto de San Leonardo y se casaron en marzo
de 1875. Fue el menor de tres hermanos, ya que antes que él llegaron al mundo
José y Sotero.
Juan fue bautizado en la iglesia románica
de La Asunción de la Virgen, construida en el siglo XII y declarada monumento
nacional en 1993. De su origen románico conserva la puerta de ingreso y la
galería porticada del costado sur. Pasado el tiempo, la cabecera románica fue
reemplazada por otra gótica, mientras que la nave y dos capillas, que fueron añadidas,
son de los siglos XVII y XVIII.
El pórtico tiene un vano central de entrada, rodeado por un total de ocho arcos de medio punto, cuatro a cada lado. Los arcos se apoyan en columnas geminadas, con dos cariátides en los extremos. Varios de los capiteles tienen cestas vegetales con hojas carnosas de diferente morfología. Tres de ellos son figurados, uno con una pareja de arpías con cuerpos sinusoides, otro con dragones y el tercero dos hombres entre leones. Una de las estatuas de los extremos muestra una figura humana con rostro barbado, vestida con túnica y una filacteria sostenida entre las dos manos que indica la identidad del personaje.
Villasayas fue villa eximida del señorío de Almazán al
que se integró en el siglo XVI, al iugual que Velamazán, Barca, Moñux,
Cabanillas y Morón. Tal cambio se debió a la ventahecha, "con todos sus
vasallos e jurisdicción cibil, y criminal e mero mixto imperio", por
Diego de Mendoza, señor de Villasayas y de Hinojosa de la Sierra, a los condes
de Monteagudo, Antonio de Mendoza y María de Mendoza, en 1541.
En
Villasayas la familia de Juan permaneció poco tiempo, hasta finales de febrero
de 1882. Después vivieron en aquellos lugares a los que su padre fue destinado:
San Leonardo, Abejar, Santander, y finalmente, ya de vuelta a la provincia de
Soria, Cogollos. Al jubilarse Ildefonso el 31 de enero de 1886 la familia se
instaló en el pueblo de su madre, Espeja de San Marcelino. Para entonces Juan
tenía seis años recién cumplidos y su padre cuarenta y ocho.
En
1891 Juan comenzó sus estudios de enseñanza secundaria en el Colegio
Municipal de Segunda Enseñanza del Burgo de Osma, adscrito al de Soria. En
esta villa había funcionado la Pontificia y Real Universidad de Santa
Catalina, más conocida como Universidad de Osma entre el año 1550 y
el 1841. En esta última fecha la institución se trasladó a Soria capital,
pasando a ser el Instituto de Segunda Enseñanza.
Los estudios generales de segunda enseñanza
se realizaban a lo largo de cinco cursos. En el primero se cursaban las
asignaturas de latín, castellano, francés, matemáticas, geografía astronómica y
física, cuadros de historia de España, caligrafía, dibujo lineal y gimnasia. En
el segundo curso, latín, castellano, francés, matemáticas, cuadros de historia
de España, historia universal, caligrafía, dibujo geométrico y gimnasia. En el
tercer curso, preceptiva literaria, psicología elemental, matemáticas,
elementos de física, cuadros de historia natural, dibujo de adorno y paisaje y
gimnasia. En el cuarto curso, matemáticas, elementos de física, psicología
elemental, derecho usual, elementos de agronomía, dibujo de figura y gimnasia.
Y en el quinto curso, elementos de física, elementos de química, cuadros de
historia natural, organografía y fisiología humanas, elementos de agronomía y
francés.
Juan no llegó a completar los estudios, pero conservó para el resto de sus días una vasta cultura general y el gusto por la lectura que le llevó a atesorar una cumplida biblioteca en la que no faltaba una edición en dos tomos de El Quijote con bellas ilustraciones de Gustave Doré, y en la que destacaba una joya familiar procedente de la casa de su madre en Espeja, el Libro de los secretos de agricultura, casa de campo y pastoril de 1717.
El
22 de febrero de 1901 Juan ingresó en la Guardia Civil, procedente del Primer
Regimiento de Zapadores Minadores. Fue destinado a la Comandancia de León,
al puesto de Valverde-Enrique. El 23 de febrero de 1905 se le comunicó que
sería indemnizado económicamente por la pérdida de prendas y efectos personales
con motivo de un incendio ocurrido en la casa cuartel de Valverde-Enrique, en
donde prestaba sus servicios, el 9 de agosto de 1902, al igual que el cabo y
sus compañeros Máximo Rey Montes, Juan Antón Baños, Arsenio Carcedo Carcedo y
José Simón Pascual.
Destinado en la Pola de
Gordón
En 1904 Juan fue destinado al cuartel de La Pola de Gordón,
situado en la zona minera de Ciñera - Santa Lucía. El 23 de enero de 1906 se
casó en Buiza con Jesusa Suárez Álvarez que era un año mayor que él, y con la
que tuvo cuatro hijos, Cipriano, Araceli, Isaías Ildefonso y María Aurora. En
1907 nació Cipriano Barrón, el primogénito de Juan y Jesusa.
En
1908 la Comandancia de León, siguiendo las recomendaciones de una circular del
2 de enero, y para evitar que el guardia recién casado pudiese verse
influenciado por los lazos familiares que recientemente había tejido y que
estos le impidiesen llevar a cabo con el celo necesario las faenas propias del
servicio, le destinó al puesto de Matallana de Torío. El cuartel se encontraba
junto al edificio de la Dirección de la Compañía Minera Anglo-Hispana, la
empresa de capital inglés que había adquirido las concesiones mineras de la
Sociedad Carbonífera de Matallana, al lado de la vía que conducía a las minas
de Villalfeide, los lavaderos, la fábrica de Cangón y los cargaderos de carbón
de la estación del Ferrocarril de La Robla. Era éste un pequeño edificio de dos
plantas de fábrica de piedra caliza y ladrillo, orientado al Este, en donde se
alojaban los cuatro guardias del puesto al mando de un sargento segundo.
La familia Barrón Suárez realizó el
traslado a su nuevo domicilio el primer día de octubre, llegando en el tren de
La Robla a la estación del hullero de Matallana pasado el mediodía, incluso se
podría decir que, con puntualidad británica, a eso de las 15.33, media hora más
tarde de haber salido de la estación de la Robla en el tren mixto número 103. La
composición llevaba en cabeza una de las 16 locomotoras americanas del tipo Consolidation
que la compañía compró entre 1898 y 1917 a la firma norteamericana Baldwin,
concretamente la número 48 que llevaba por nombre La Robla y que comenzó
a circular en 1901. Podría parecer contradictorio que una empresa española
comprase locomotoras a una empresa norteamericana en 1898, momento en que
nuestros dos países se encontraban en guerra en territorio cubano, de lo que
resultó una vergonzosa derrota para nosotros, pero ni durante las guerras se
detiene el comercio y la oferta americana superaba en precio a la presentada
por los constructores europeos de locomotores y además el plazo de entrega era
mucho más corto. En la fotografía anterior se puede ver la estación de
Matallana de Torío antes de la construcción del ramal a León, momento en el que
se le añadió la segunda planta. Se construyó inicialmente como estación de tercera
clase.
No
sabemos cuál era el precio del billete en esos días, pero en 1930 el de primera
costaba 1,60 pesetas, el de segunda 1,15 y el de tercera 0,75 para poder
recorrer esos diez quilómetros del extremo occidental de la línea hullera. Ese
mismo día uno de octubre, a miles de quilómetros de allí, en países lejanos,
tuvieron lugar dos acontecimientos que habrían de cambiar la vida de millones
de habitantes del planeta.
Por
un lado, se puso a la venta en Estados Unidos el célebre modelo T de la Ford
Motor Company, el primer coche fabricado en una cadena de montaje con el
claro propósito de producirlo masivamente a un precio tan bajo como para que
pudiera ser adquirido por los mismos trabajadores que lo habían hecho. Por esas
mismas fechas en Oriente Medio, en lo que entonces era Persia, estaba
comenzando la producción a gran escala del petróleo que a primera hora de la
mañana del 26 de mayo había comenzado a brotar en un surtidor, que apestaba a
azufre, saliendo de un pozo de 360 metros de profundidad propiedad de la Anglo-Persian
Oil Company. Esas dos cosas movieron el siglo XX: el automóvil y la gasolina
que lo alimentaba.
Es
muy probable que Juan Barrón fuese ajeno a estos acontecimientos, su mundo se
movía con carbón y su mujer estaba embarazada y traería al mundo a su segunda
hija, Araceli, a final de año.
Juan
Barrón permaneció aun dos años más en el cuerpo, un total de nueve años y seis
meses de servicio. Buscando mejores condiciones económicas, en 1910 dejó la
Guardia Civil, al mismo tiempo que otro compañero, para entrar a trabajar en
las oficinas de la empresa minera Anglo Hispana.
La aventura americana
Poco después, aconsejado por un hermano de su mujer que tenía
carnicerías en Cuba se trasladó allí para iniciarse en este negocio. Su
intención era llevarse a toda la familia cuando estuviese instalado en su
propia carnicería, pero la úlcera de estómago, que ya padecía, se le agravó y
tuvo que volver a España para recuperar la salud. Ese mismo año nació su hijo
Isaías Alfonso.
Es
posible que Juan hubiese comprado su billete para viajar a La Habana sin tener
que salir de Matallana ya que se sabe que, hacia el 6 de noviembre de 1905,
Pablo Gutiérrez vecino del Barrio de la Estación en Matallana de Torío, que
tenía la experiencia de haber vivido en Buenos Aires durante 18 años, ejercía
de representante de una compañía de vapores para las Américas. Se encargaba de
tramitar los pasajes de embarque para Buenos Aires, Brasil, Pará, Manaos,
Habana, Santiago de Cuba, Méjico, Veracruz. Támpico, Progreso, Chile y demás
puntos de América. También se encargaba de arreglar a entera satisfacción de
sus clientes los documentos necesarios para el embarque, asegurando que ninguno
de los pasajeros que llevaba despachados había sufrido contratiempo alguno.
Este éxodo migratorio empezó mucho antes.
Desde todas las zonas rurales se encaminaban muchos jornaleros hacia los
puertos más cercanos y la montaña leonesa no era una excepción. El medio para
viajar y hacer las Américas era el barco y se venía usando desde que Colón
asomó la nariz por aquellas tierras.
Ya
en 1857 la Compañía Gauthier Hermanos explotaba una empresa de vapores correos
de Cádiz a La Habana con escalas en Santa Cruz de Tenerife y Puerto-Rico. Estos
vapores salían de Cádiz el 12 de cada mes conduciendo la correspondencia
pública y oficial.
Los
precios de los camarotes dependían de la situación de estos en el buque y de si
se quería viajar solo. Los camarotes de primera situados a popa costaban 40
duros a Santa Cruz de Tenerife, 125 a Puerto-Rico y 150 a La Habana, incluyendo
el vino consumido. Los camarotes de segunda, situados a proa, costaban 30 duros
a Santa Cruz, 80 a Puerto-Rico y 100 a la Habana. Los pasajeros de primera
clase que quisieran ir solos en sus camarotes y tener el privilegio de
escogerlos, habrían de pagar además 10 duros para Santa Cruz, 25 para
Puerto-Rico y 50 para la Habana. Sin embargo, la compañía se reservaba el
derecho de disponer de las camas vacantes, abonando a los pasajeros la
diferencia que hubieran pagado por estar solos. Para adquirir los pasajes uno
se había de poner en contacto con Nazario Carriquiri en Madrid, Lacave
y Echecopar en Cádiz y López Gordo y compañía en Barcelona.
El crimen de Matallana
Seis años más tarde el vendedor de billetes de barco se vio
envuelto en un drama oscuro. A las once de la noche del 13 de abril de 1911,
día de Jueves Santo, junto a la estación del ferrocarril de Matallana de Torío,
Pablo Gutiérrez agredió al cabo de la benemérita Arsenio Aparicio clavándole un
cuchillo en el pecho, acertándole a entrar por el hombro izquierdo. Pese a los
cuidados del médico y de sus compañeros, nada se pudo hacer por él, el cabo
murió al día siguiente a las tres de la tarde, y en la tarde del sábado se le
enterró en Matallana, presidiendo el duelo el teniente coronel jefe de la
Comandancia de León, Miguel Arlegui Bayonés, y el teniente jefe de la línea,
Francisco Grande Puertas. Para su desgracia Aparicio dejaba viuda y seis hijos.
En
la primera crónica de El Imparcial del día 16 se comentaba que, según los
informes oficiales, hacía pocos días había llegado a Matallana, procedente de
América, donde ya había vivido en dos ocasiones anteriores, un sujeto de malos
antecedentes llamado Pablo Gutiérrez, de treinta años. Venía a España con
objeto de recoger a su madre y volverse a América con ella. La madre de Pablo
había arrendado una casa de su propiedad, próxima a la estación del
ferrocarril, para el puesto de la benemérita, que se componía del cabo Aparicio
y tres guardias. Se aseguraba que entre Pablo Gutiérrez y el cabo Aparicio
había resentimientos antiguos, y sólo así se explicaría el brutal crimen,
cometido sin motivo aparente. Parece ser que el jueves, a las once de la noche,
se encontraron cerca de la línea férrea el cabo y Pablo Gutiérrez, a quien
acompañaba un amigo.
— ¿Adonde se va?, preguntó
Aparicio.
— Adonde nos da la gana, y a
Usted le importa poco, contestó Pablo.
— Pues ahora, replicó el cabo,
vais a venir conmigo.
Sin
que el cabo tuviera tiempo de prevenirse, Pablo se arrojó sobre él y le clavó
un cuchillo en el pecho, entrando por el hombro izquierdo. El agresor y su
amigo huyeron, y el cabo Aparicio se quedó un momento atónito, sin darse cuenta
de que estaba herido, hasta que se llevó la mano al hombro y encontró el mango
del cuchillo. Entonces dio un grito en demanda de socorro, y cayó a tierra. Los
guardias del puesto acudieron inmediatamente, y persiguieron a tiros a los
fugitivos, pero no lograron darles alcance. Se creía que Pablo y su compañero
habían marchado a Vigo.
El
cabo murió al día siguiente a las tres de la tarde, y el sábado se le enterró
en Matallana, presidiendo el duelo el teniente coronel jefe de la Comandancia
de León, Miguel Arlegui, y el teniente jefe de la línea, Francisco Grande y
Puertas. Asistieron los guardias de los puestos comarcanos y todo el pueblo de
Matallana, que profesaba verdadero afecto al cabo asesinado por su conducta
ejemplar. Se telegrafió a los puertos de Asturias y Galicia para impedir que el
criminal embarcase, como sería de seguro su propósito.
En
la segunda crónica de El Imparcial del día 17 se comentaba que se seguía
ignorando el paradero de Pablo Gutiérrez, el asesino del cabo de la Guardia
civil. Se hacían activísimas pesquisas en toda la provincia para lograr
esclarecer el hecho. El día 16 regresaron de Matallana a León el jefe de la Comandancia,
teniente coronel Miguel Arlegui, y el teniente jefe de la línea, Francisco
Grande. Este instruyó las primeras diligencias, que posteriormente pasaron al
juez Instructor Jobino Castro López, comandante del Regimiento de Burgos,
nombrado el día 16 para continuar el sumario.
En
opinión del periodista la versión oficial del crimen confirmaba su primer
relato. El cabo Aparicio iba, acompañado de un guardia y armado de fusil, en
busca de los autores de un robo de caballerías. Cuando Pablo le clavó el cuchillo
y echó a correr, el cabo, sin darse cuenta de que estaba mortalmente herido y
creyendo que sólo le habían dado un puñetazo, disparó cinco tiros a su agresor,
pero éste se había puesto ya a buen recaudo, ocultándose entre unos matorrales.
Los demás guardias dispararon también, sin resultado. Al ruido de los tiros
salieron la esposa y los hijos de Aparicio y le encontraron ya moribundo.
Parece ser que el teniente coronel Arlegui socorrió a la viuda con 500 pesetas.
Días después, el 26 de junio de ese año las gestiones del director general de
la guardia civil, señor Martitegui, cerca del teniente general Marcelo de
Azcárraga, consiguieron que la testamentaria de Leamur concediera 800 pesetas a
la viuda del cabo Arsenio Aparicio.
Es
fácil observar que las dos versiones coincidentes de las que hablaba el
periodista de El Imparcial eran bastante diferentes, a su pesar. Lo cierto es
que entre los vecinos del Barrio Estación corría otra historia que hablaba de
un intento de apropiarse de forma poco legal de la casa de la madre de Pablo
Gutiérrez por parte de algunos propietarios del municipio con pocos escrúpulos.
Parece ser que estos propietarios habrían aprovechado la oscuridad de la noche
para, en unión del cabo de la guardia civil, convencer a Pablo. Éste al verse
amenazado se defendió hiriendo de muerte a Arsenio Aparicio, por lo que se vio
obligado a huir.
Los inicios de un minero
Dejando a un lado este intrigante crimen y volviendo a la vida
de Juan, viendo éste que la aventura cubana no había resultado tan
satisfactoria como esperaba, en 1912 invirtió el dinero que había ahorrado para
el viaje de toda la familia hacia Cuba en el arriendo de la mina de carbón San
José, situada en Orzonaga, junto con otros dos socios, Manuel García y Toribio
Rueda.
En esta mina trabajaba como vigilante
Marcelino Bello Santos, conocido como Marceliano, que más tarde pasaría a ser
su cuñado de Juan. En total eran unos 30 mineros y en los años que vinieron,
los de la Primera Guerra Mundial, extrajeron mucho carbón, aprovechando que las
minas en otros países europeos habían bajado mucho su producción. El año 1912
también habría de ser venturoso para Juan, pues nació su hija María Aurora
Barrón Suárez.
En aquellos tiempos la familia vivía en Orzonaga cerca de las minas. Muchas casas de éste y de otros pueblos de la montaña tenían por entonces las cubiertas construidas de paja, lo que constituía un grave peligro en caso de incendio, ya que se transmitía el fuego con gran facilidad de unas a otras.
Esto
es lo que ocurrió en Orzonaga el 3 de julio de 1912, un viento muy fuerte
propagó el incendio y ardieron 32 casas ocupadas por obreros de las minas. Se
registraron escenas desoladoras. Las familias damnificadas por el siniestro se
agrupaban en la calle, ofreciendo un cuadro tristísimo. Resultaron inútiles
cuantos esfuerzos realizaron las autoridades y el vecindario para salvar los
muebles, pues la carencia de medios impidió dominar el siniestro. Poco después,
el 1 de agosto del mismo año ocurrió una desgracia similar en La Valcueva, en
donde ardieron ocho casas, un hombre que dormía en el pajar en donde se inició
el fuego murió por asfixia y otros dos vecinos resaltaron con heridas graves a
causa de haberles caído encima los escombros de una pared que se derrumbó. Igualmente,
muchas familias quedaron en la mayor miseria. Para aliviar en alguna medida
tanta desgracia en León y Matallana de Torio se abrió una suscripción, que
encabezaba Fernando Merino Villarino, político liberal casado con una hija de
Práxedes Mateo Sagasta, a la que se concedió el condado de Sagasta, aunque él
era también conocido por este título de conde de Sagasta, con 100 pesetas.
Si
bien la afiliación a las organizaciones obreras y los conflictos eran más
importantes en las grandes ciudades industriales y en las minas de mayor
entidad que en un pequeño núcleo minero como Orzonaga, estaban muy presentes
para todos, tanto patronos como obreros, las grandes huelgas del momento como
la huelga general ferroviaria del 8 de octubre de 1912 o la huelga de mineros
de la Compañía Río Tinto de abril de 1912. Por esta razón Juan, al igual que
otros propietarios mineros de la zona, sintió la necesidad de disponer de un
arma de fuego con la que defenderse de posibles robos o agresiones motivadas
por desavenencias con socios u obreros y uno de los medios para ello era
disponer de una licencia de caza, por lo que el lunes 15 de septiembre de 1913
solicitó una licencia y compró una escopeta.
Segundas nupcias
Ese mismo año de 1913 la vida de Juan daría un vuelco, pues
sin saber cómo, enfermó y no mucho más tarde murió Jesusa a la edad de 35 años.
Desde que se comenzó a encontrar mal contó con la ayuda de su hermana Sofía
Suárez, pero ella misma era una mujer de poca salud, con problemas de corazón y
obesidad, por lo que no podía hacer grandes esfuerzos.
Por esas casualidades de la vida, en 1913
el que había de ser líder sindicalista, Buenaventura Durruti, estuvo
trabajando en la reparación del lavadero de la empresa Carbonífera Anglo
Hispana, como oficial del taller mecánico de Mije, que tenía sus
instalaciones en La Robla. Una leyenda anarquista habla de su participación
exitosa en una huelga de los mineros, en esta empresa y en aquel momento.
Supuestamente se habría enfrentado al ingeniero inglés Sidney Davies,
cogiéndole por la solapa y zarandeándole. El único problema en este relato es
que míster Davies llegó a las minas de Matallana allá por el año 1923,
por lo que tal hazaña no pudo producirse. En la fotografía Durruti, con 19 años,
de pie y en el centro, posa con los obreros del taller mecánico de Melchor Martínez,
en León, que se encuentra sentado debajo de él.
La muerte de Jesusa hizo necesaria la ayuda de alguien en la casa, para el cuidado de los cuatro pequeños huérfanos, todos ellos menores de siete años. A este cometido se dedicó Aurora Bello Santos, que por aquel entonces contaba 16 años, había trabajado en una fonda en La Casilla, en Bilbao, y en ese momento trabajaba en los comedores de la Compañía Minera Anglo-Hispana, en la que también trabajaba su hermano Ángel Bello, en la lampistería. Ya se sabe que el roce hace el cariño, y por eso, poco tiempo más tarde Juan, que en ese momento tenía 34 años, y Aurora se casaron y con los años trajeron al mundo a otros seis hijos.
En
1916 la familia de Juan Barrón se trasladó al Barrio de la Estación buscando
más comodidades. En Orzonaga, Aurora, que había conocido la luz eléctrica y el
agua corriente en su estancia en Bilbao, se encontraba a disgusto. Alquilaron
una casa frente a la estación del Ferrocarril de La Robla y abrieron cantina y
fonda, que era para lo que se había construido el edificio a finales del siglo
XIX al llegar el tren al distrito minero.
En 1917 surgieron diferencias con el resto de los socios de la mina San José y Juan dejó la empresa, que siguió en manos de sus antiguos compañeros empresariales, a los que se les unió Ricardo Tascón. Aprovechando la reorganización empresarial, éstos intentaron comprar la concesión minera a sus propietarios vascos valiéndose de la ventaja que suponía el hecho de que Toribio Rueda hubiese trabajado para ellos como ingeniero.
Al
verse obligado a abandonar la mina San José, Juan se buscó otros socios mineros
de la zona, José Oricheta y los conocidos como los Patas de Serrilla. Juntos
arrendaron la mina Mercedes en Orzonaga, debiendo desplazarse a Bilbao para
firmar las escrituras de los contratos de arrendamiento con su propietario, la
Sociedad Larrañaga y Compañía. Para esta mina se llevó consigo a su cuñado
Marceliano para realizar las mismas labores que llevaba a cabo en la mina San
José y para poder apoyarse en un hombre de confianza que a la vez era familiar
y amigo.
En
la fonda familiar paraban a dormir algunos de los viajeros que llegaban en tren
o habían de tomarlo para ir a otra parte. Ejemplo de ello eran los ingenieros
que visitaban la zona para demarcar e inspeccionar las minas, entre los que se
encontraban los ingenieros franceses de la Anglo-hispana. En contadas ocasiones
también guardaban allí los caballos sobre los que cargaban los teodolitos y
brújulas propios de su trabajo.
En
1918 nació Herminio Barrón, primer hijo de Juan y Aurora. A los pocos meses la
familia se vio aquejada por la famosa gripe española, por lo que para evitar
que el bebé también enfermara se decidió enviarle con una tía a casa de los
abuelos maternos a Otero de Curueño, en donde permaneció bastante tiempo. La
epidemia comenzó en septiembre y en algunas poblaciones cercanas, como Vegaquemada,
Vegas del Condado o Laguna de Negrillos, llegó a afectar a más de 500 personas.
Para combatirla se llegaron a utilizar sueros obtenidos con un insecto, la
cantárida medicinal.
El crimen del correo de
Galicia
En los últimos días del mes de octubre de
1918, inmerso el mundo en aquella terrible epidemia de gripe, en la madrugada
del día 28, un hombre joven moría degollado en uno de los coches de primera del
tren correo de Galicia.
Su nombre era Remigio Miranda Álvarez, de 26 años, viudo,
hipocondríaco, natural de Orzonaga, en la cuenca hullera de Ciñera-Matallana, y
de profesión hijo de empresario minero adinerado.
Su padre, Vicente Miranda Tascón, era el propietario de las
minas Manuela y Petra en Orzonaga y alguna otra en la zona de Valderrueda.
Estas explotaciones las administraba junto con dos de sus hijos, Bonifacio y
Nicanor. La mina Manuela limitaba hacia el Este con la mina Mercedes explotada
por Juan Barrón, por lo que éste conocía a la familia Miranda y tenía un trato
profesional con alguno de ellos.
La vida sigue
En 1920 nació el segundo hijo de Juan y Aurora, Juan Barrón
Bello. Para entonces, en la mina Mercedes se había extraído ya todo el carbón
por encima del nivel de aguas, es decir por encima de la boca de la galería de
acceso, por lo que la explotación se comenzó a realizar utilizando un pozo
plano con un sistema de dos vías para las vagonetas que entraban y salían de la
mina enganchadas a un cable de acero, de modo que mientras una subía llena de
mineral, la otra bajaba vacía.
El cable que subía y bajaba las vagonetas lo movía un tambor
con un malacate y una mula. Al no tener el agua una salida natural y no
disponer de bombas para extraerla la mina se desaguaba mediante una vagoneta de
madera similar a las utilizadas para sacar el carbón, pero revestida en su
interior de forma que no tuviera rendijas por donde se escapara el agua. Para
sacar el agua se hacía descender la vagoneta hasta el final del pozo plano, en
donde se acumulaba el agua que manaba de la mina. Al llegar al nivel inferior
del pozo el agua empujaba la puerta oscilante de la vagoneta hacia adentro, la
abría y llenaba todo. Al subir la vagoneta, el agua que había entrado en la misma
cerraba la puerta automáticamente encerrando adentro el agua.
Este
sistema de achicar el agua no daba abasto en tiempos de lluvia, por lo que
acabó montándose una máquina de vapor para accionar una bomba en el interior y
sustituir la mula en el malacate. La máquina de vapor parece ser que la montó
el padre del conocido como Gavilla, de Naredo, para lo que construyó una
rudimentaria chimenea con tablas de madera. Dada la longitud del pozo plano y
de la tubería de vapor, éste al llegar a la bomba ya se había enfriado en gran
medida y no era capaz de hacerla funcionar en buenas condiciones. Este mecánico
era famoso en la zona y de él se decía que había hecho varios inventos, entre
otros la vía en estuche, algo difícil de creer, por otra parte.
Llega el tren desde León
El miércoles 30 de mayo de 1923 se inauguró el ferrocarril de
León a Matallana, que ponía en comunicación directa a León con Bilbao.
El acto constituyó un verdadero
acontecimiento, asistiendo las autoridades civiles, militares y eclesiásticas y
el Consejo de Administración de la Compañía de los Ferrocarriles de la Robla.
En León el obispo bendijo el tren que salió para Matallana con numerosos
invitados, entre los que figuraban representantes de la Prensa bilbaína y
leonesa, presenciando un enorme gentío la salida del tren.
En Matallana fueron obsequiados los invitados con un lunch, y
al regreso, en León, se celebró un gran banquete, pronunciándose brindis en
términos de fraternidad entre las dos ciudades de Bilbao y León. El servicio
regular de viajeros comenzó al día siguiente. Juan y su familia pudieron
participar de este acontecimiento viéndolo desde el portal de la fonda,
enfrente de los andenes en donde se habían congregado muchos vecinos del Barrio
Estación y de los pueblos del municipio.
En la fotografía anterior se puede ver en la estación de León a la locomotora número cuatro Burgos, el 17 de mayo de 1962, de la que desciende su fogonero, apodado Esgarramantas. Este personaje hacía recados por su cuenta entre León y Matallana y llevaba en un saco aquello que le hubiesen encargado llevar. Era el hombre del saco del Barrio Estación y los padres lo utilizaban para meter miedo a sus hijos, con alguna cosa similar a: comete la sopa que si no se te llevará el Esgarramantas. El tren de la fotografía era el mixto de las nueve y cinco y sólo circulaba los días laborables de verano.
Cerca de cuarenta años después, en 1960, el poeta Antonio
Gamoneda escribió el poema Ferrocarril de Matallana, del que José Luis
Rodríguez Zapatero diría que era el mejor poema que había leído, opinión que le
ayudó al poeta a obtener los premios Reina Sofía y Cervantes en 2006.
Éste es un tren de campesinos
viejos
y de mineros jóvenes.
Se ve algo que une
más que la sangre y la
amistad.
Es una cosa del cuerpo y del
alma
El tren llevaba de León a Matallana dos veces al día en los dos sentidos y también trajo el cambio de régimen político. El 13 de septiembre de ese mismo año el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, se sublevó contra el gobierno que presidía el liberal de origen astorgano, Manuel García Prieto, dando un golpe de Estado. El 8 de diciembre de aquel año 1923 nació la primera hija de Juan y Aurora, Concepción.
Alcalde de Matallana de
Torío
El 12 de enero de 1924 Marcelo Rodríguez, alcalde de Matallana
de Torío, firmaba su último acta como tal, dando cuenta del robo de dos
caballos en los prados del vecino de Robles de la Valcueva, Nicanor Díez
Rodríguez.
Poco
tiempo después, el 8 de marzo de 1924, se promulgó el Estatuto Municipal con la
pretendida intención de regenerar la vida municipal para descuajar el
caciquismo, pero el Estatuto no se llegó a aplicar porque las prometidas
elecciones nunca se celebraron y los concejales y los alcaldes fueron nombrados
por los gobernadores civiles, a su vez designados por el Directorio militar,
convirtiéndolos así en un apéndice de la Unión Patriótica, el partido único de
la Dictadura de Primo de Rivera. En la cantina de Juan y Aurora se celebraron
algunos mítines en aquella época, en los que los oradores hablaban a los
congregados desde el corredor del primer piso.
Así
es como llegó Juan a ser alcalde de Matallana de Torío. Ejerciendo su cargo, el
28 de mayo estampó su firma en una comunicación que declaraba vacante la plaza
de veterinario municipal, dotada con el sueldo anual de 365 pesetas, cobradas
por trimestres vencidos. El agraciado, además de las obligaciones de su cargo,
debía residir en el municipio. En el Boletín Oficial de la Provincia de León su
nombre apareció como Juan Barrios.
La nueva casa
consistorial
Con el mismo nombre de Juan Barrios firmó el acta del 17 de julio dando a conocer las vacantes de Recaudador Depositario de los fondos del Municipio, dotada con el haber de 525 pesetas al año, debiendo en su caso pagar la fianza si fuesen nombrados y de Farmacéutico titular, dotada con el sueldo anual de quinientas pesetas cobradas por trimestres vencidos. El agraciado tenía que suministrar a los pobres de la beneficencia los medicamentos, a precio de la tarifa oficial. El 17 de noviembre se hizo público el presupuesto extraordinario de ingresos y gastos para sufragar los que había de originar la construcción de la Casa Consistorial.
La fotografía anterior es moderna, hecha allá por el cambio de
siglo.
En
septiembre se fundó en España La Unión Patriótica, el partido político creado
por Primo de Rivera como partido único, sustituto de todos los partidos
políticos existentes antes del golpe de estado. De hecho, en palabras del
manifiesto, uno de los motivos del golpe de estado era:
"atender el clamoroso requerimiento de cuantos amando
la Patria no ven para ella otra salvación que liberarla de los profesionales de
la política...".
A
partir del 18 de diciembre en que se daba cuenta de la desaparición de Benjamín
Díez Suárez, de 21 años de edad, comunicada por su padre, José Díez Láiz,
vecino de La Valcueva, ignorándose su paradero, el alcalde ya firmaba como Juan
Barrón.
El
27 de diciembre, en virtud de lo acordado por la Comisión municipal permanente
se sacó a concurso la construcción del edificio destinado a Casa Consistorial,
en esqueleto, y la carpintería de puertas y ventanas. El plano da la obra,
condiciones y demás, quedaban depositados en la Secretaría municipal a
disposición de los concursantes. Se podían presentar proposiciones en pliegos
cerrados y lacrados, sirviendo de tipo la cantidad de dieciocho mil ochenta y
una pesetas y cincuenta céntimos, debiendo depositar el 5 por 100 del tipo
referido, en concepto de fianza provisional, para tomar parte en el acto y
completar ésta hasta el 10 por 100 del valor de la adjudicación, el que resulte
adjudicatario.
El secretario
en ese momento era Alfonso Villar. En el mismo acta se incluyó la desaparición
de dos jóvenes, uno era Eduardo Gutiérrez Piedra, de 21 años, que se hallaba en
la Escuela Militar, según comunicaba Julián Gutiérrez, vecino de Matallana,
desaparecido el 15 de noviembre y que se sospechaba había huido a Portugal. La
otra desaparición la comunicaba Severiana González, vecina de Serrilla, según
la cual el día 5 de diciembre desapareció de su domicilio su hijo Indalecio
Alonso González, de 21 años.
El 5
de enero de 1925 el vecino de Matallana, Manuel Tascón, comunicó que el día 16
del pasado mes de diciembre desapareció de su domicilio, su hijo Antonio Tascón
Canseco, de 21 años, ignorando su paradero.
El
10 de febrero se anunciaba al público la subasta relativa al arriendo del
arbitrio de bebidas y alcoholes por el plazo de quince meses, bajo el tipo de
12.000 pesetas. Las proposiciones se habían de presentar acompañadas de la
cédula del licitador y el resguardo acreditativo de haber constituido en la
Depositaría municipal o en la Caja general de Depósitos, o sus sucursales el 5
por 100 del tipo de subasta, o sea la cantidad de 600 pesetas, en concepto de
fianza o depósito provisional para tomar parte en dicho acto, cuyo depósito
debería completar el que resultase adjudicatario, hasta el 20 por 100 de la
cantidad importe del remate.
El
30 de abril se publicó el Presupuesto municipal del Ayuntamiento de Matallana
con un importe total de 32.662 pesetas, siendo su censo de 2.778 habitantes.
El
22 de abril el vecino de La Valcueva, Gerardo Gómez, comunicaba a la Alcaldía
que el día 2 de abril desapareció de su domicilio su hijo Francisco Gómez
López, de 17 años de edad. Se rogaba su busca y captura.
Uno
de los clientes de la mina Mercedes era una empresa que tenía fábricas de
ladrillos en Palencia y Valladolid, y hasta allí se enviaba el carbón de
Orzonaga. Parece ser que se trataba de ladrillos de gran calidad lo que motivó
la compra de una gran partida de estos para llevar a cabo la construcción de la
nueva Casa Consistorial de Matallana de Torío.
En
abril de 1925 Juan, ilusionado como estaba con su actividad como gestor
municipal, se presentó a la oposición a plazas de Secretarios de Ayuntamiento
de la segunda categoría, aunque no llegó a aprobar.
El primero
de octubre se aprobó el presupuesto extraordinario para la continuación de las
obras de la Casa Consistorial. El 2 de octubre la vecina de Serrilla, Adela
Tascón, comunicó que el día 8 de septiembre último desapareció de su casa su
hijo Herminio Robles Tascón, de 21 años, ignorando su paradero. Lo que se
anunciaba para su busca y captura.
El 9
de diciembre el alcalde, que volvía a firmar como Juan Barrios, daba cuenta de
que el vecino de Villalfeide, Fernando González Gutiérrez, participó a la
Alcaldía, que durante la noche del día 4 de diciembre, desapareció del puerto
del referido pueblo un caballo de su propiedad.
El
12 de diciembre el alcalde que ahora firmaba como Juan Barrio, comunicaba que
la vecina de Serrilla, Adela Tascón, había participado a la Alcaldía que en el
día 3 de diciembre, desapareció del pasto del pueblo, un pollino, de su
propiedad.
El
28 de enero de 1926 el alcalde volvió a rubricar como Juan Barrón comunicando
la desaparición de los mozos José Láiz Gutiérrez, hijo de Julián y Engracia;
Landelino Suárez Canseco, de Victorino y Manuela; Manuel González Canseco, de
Francisco y Gregoria; Geminiano Gutiérrez González, de Enrique y Petra;
Eustaquio del Ganso Soto, de Remigio y María, naturales del término de
Matallana, comprendidos en el alistamiento del año actual, advirtiendo a los
mismos, a sus padres tutores, parientes, amos o personas de quien dependieran,
que debían comparecer.
El
16 de marzo de 1926, a instancia del mozo Lucio Álvarez Pérez, concurrente al
reemplazo de ese año, se instruyó expediente para probar la ausencia por más de
diez años, e ignorado paradero, de sus hermanos León, Miguel y Santiago, de 33,
32 y 26 años de edad, naturales de Ferral e hijos de Juan Álvarez e Ignacia
Pérez. El acta del ayuntamiento lo firmó Juan Barrón.
El
16 de mayo de ese año 1926 nació su hijo Julio.
El
18 de mayo de 1926, se daba cuenta de que en virtud de lo acordado en la sesión
del día 25 de abril, y habiéndose cumplido con lo dispuesto en el artículo 29
de la Instrucción de 22 de mayo de 1923, para la contratación de los servicios
provinciales y municipales, sin que se hubiese producido ninguna reclamación,
se anunciaba al público la subasta relativa al arriendo del arbitrio sobre
bebidas y alcoholes, bajo el tipo de 9.000 pesetas, a celebrar el día 16 de
junio.
Las
proposiciones se debían acompañar del resguardo acreditativo de haber
constituido en la Depositaría municipal o en la Caja general de depósitos el 5
por 100 del tipo de subasta o sea la cantidad de 450 pesetas, en concepto de
fianza o deposito provisional para tomar parte en dicho acto, cuyo depósito
debería completar el que resultase adjudicatario, hasta el 20 por 100 de la
cantidad importe del remate o dar fianza personal a satisfacción. La firma del
alcalde se recogió como Juan Barrios, siendo el secretario Alfonso Villar.
El 8
de junio de 1926 se aprobaron las Ordenanzas municipales y se expusieron al
público en la Secretaría, por término de quince días, para oír reclamaciones.
El acta lo firmó Juan Barrón.
El 30
de julio de 1926 se acordó la prórroga del presupuesto del año 1925 para el ejercicio
semestral del año 1926, por la Comisión municipal permanente. La Memoria de la
prórroga quedó expuesta al público en la Secretaría por espacio de ocho días, durante
los cuales y ocho días más se podían formular reclamaciones. La firma del
alcalde se recogió como Juan Barrios.
El 1
de septiembre de 1926 se daba cuenta de una vacante por separación del que la desempeñaba,
de la plaza de Médico Titular del Ayuntamiento, dotada con el sueldo anual de
1.600 pesetas más 150 como Inspector Municipal de Sanidad, cuyas cantidades se percibirían
de los fondos municipales por trimestres vencidos. Se anunciaba para su
provisión en propiedad por concurso. Tendría el Titular la obligación de asistir
gratis a 40 familias pobres de la lista de la Beneficencia, a la fuerza de la
Guardia Civil del puesto y el reconocimiento de quintos, pudiendo el
Ayuntamiento ampliar aquellas a sesenta familias. La residencia habría de
fijarla en el lugar más céntrico del municipio, designando cómo tal el barrio
de la Estación. El acta lo firmó Juan Barrón.
Posiblemente la vacante de que se hablaba en el acta anterior fue cubierta por Adolfo Sarabia López, nacido en la Robla y con familia materna en Villamanín, ya que, en diciembre de 1927, ejerciendo ya en Matallana, se prometió con la ovetense Amparo Fernández García. Años más tarde, en septiembre de 1930 Adolfo Sarabia, atropelló con su automóvil de matrícula LE 1.365 a la vecina de Matallana, Ramona González de 64 años, que al estar sorda no se apercibió de la llegada del coche y se cruzó en la carretera, provocándole la muerte.
El 5 de septiembre de
1926 se confeccionó la matrícula industrial del Ayuntamiento para el ejercicio
semestral de 1926, y expuso al público por término de diez días en la Secretaría.
La firma del alcalde se registró como Juan Burón.
El 22
de septiembre de 1926 se daba cuenta de que para cumplir con lo dispuesto por
el Gobernador civil dé la provincia en ofició de fecha 18 de ese mes, con
arreglo a lo dispuesto en el párrafo 2º del artículo 228 de la Ley de 13 de
junio de 1879, se convocaba a todos los regantes del cauce de aguas de Robles
para el día diez del próximo octubre, hora de las diez, con objeto de
constituir la Comunidad de regantes que la misma ley determina. El acta lo
firmó Juan Barrón.
El
25 de septiembre de 1926 se presentaron las cuentas del Municipio
correspondientes al ejercicio de 1924-25, quedando expuestas al público en la
Secretaría por término de quince días. El acta lo firmó Juan Barrón.
El 2
de octubre de 1926 se hallaban expuestas al público en la Secretaría municipal,
por término de quince días, las cuentas municipales correspondientes al ejercicio
de 1925. El nombre del alcalde que firmó el acta se recogió como Juan Bardón. Este
fue su último acta, con lo que finalizaba su primera etapa como alcalde. Pocos
días después, el 7 del mismo mes se daba cuenta de que el Presidente de la
Junta vecinal de Pardavé comunicaba que hacía unos días había aparecido en aquél
pueblo, en una tierra sembrada de alubias, una vaca pequeña, de pelo castaño y
cuernos abiertos, que se suponía extraviada. La citada vaca quedaba depositada
en casa del vecino Maximiliano Láiz, esperando que pasase su dueño a recogerla,
previa indemnización de gastos. El nuevo alcalde que firmaba este acta era Ricardo
Tascón.
En
el mes de abril de 1927 Juan pagó 417,85 pesetas para la Caja de Combustibles
del Estado por la producción de carbón de su mina. Para poder comparar lo que
podría suponer este volumen de producción puede servir el hecho de que en el
mismo periodo Hulleras de Sabero y Anexas, S. A. pagó 19.261,51 pesetas,
Dionisio González Miranda 11.226,70, la Compañía Minera Anglo-Hispana 2.188,08
y la Sociedad Hullera Vasco Leonesa 23.143,86.
Empresario y político
Un personaje de origen montañés y buen ejemplo de lo que era
la Unión Patriótica durante la dictadura de Primo de Rivera era Miguel
Canseco.
En palabras de una memoria del partido
único de 1 de mayo de 1927, nació éste en Busdongo el 26 de octubre de 1876.
Quince años más tarde acabó el bachillerato, y al cumplir los veintiuno
aprobaba su tesis doctoral en la facultad de Derecho, de la Universidad de
Deusto.
Miguel
Canseco cultivó la amistad con Gumersindo de Azcárate y Eduardo Dato, a quienes
apoyó en León. Con el tiempo llegó a ser Caballero de la Real Orden de Isabel
la Católica, Vicecónsul de Inglaterra, presidente Local de la Exposición de
Turismo en Londres y de la Exposición del Traje y colaboró con López Moran en
la importante obra Derecho consuetudinario y Economía popular de la provincia
de León.
En
cuanto a su actividad económica, fue fundador, director, iniciador o consejero
de innumerables compañías, entre ellas de la mina de hulla La Carmonda, de la
Sociedad Canseco, Blanco y González (salto de agua en Moreda, Asturias), de
León Industrial (electricidad y aguas), de las Sociedades Hornaguera,
Antracitas de Brañuelas, Hulleras de Arbas, Hulleras de Carrocera, Hulleras de
Valdesamario, Unión de Mineros, Sindicato Minero Leonés, etc.
Fue
iniciador y consejero del Banco Urquijo en León; iniciador y constructor del
Ferrocarril León-Matallana, y de la doble vía Palencia Palanquinos, de la
Compañía del Norte; Constructor de la Estación de Clasificación Norte, en León,
vicepresidente de la Cámara Minera de León y de la Cámara de Comercio. Era
Abogado de la Compañía de los Ferrocarriles de la Robla, y había plantado en la
provincia de León más de 300.000 árboles. Fue durante seis años director del
Hospicio de León.
Por
todo ello fue el primer presidente de Unión Patriótica en la provincia, cabo de
Somatén en el partido de León, y consejero y vocal de la Comisión Gestora de la
Editorial La Nación. El General Primo de Rivera le nombró Vocal del Consejo
Supremo de los Siete; es decir, del Comité Central de Uniones Patrióticas.
El Barrio de la Estación
El 16 de diciembre de 1929 nació la quinta hija de Juan y
Aurora, a la que pusieron por nombre Mª Pilar. Ese mismo día los aviadores Tydeo
Larre Borges y Léon Calle, según informaba el Heraldo de Madrid,
habían sobrevolado Cabo Verde, en su viaje desde Sevilla, de donde habían
salido el día anterior, hasta las cercanías de Maracajaú en Brasil, a donde
llegaron el día 17. El avión era un Breguet tipo especial de gran raid con
motor Lorraine de 450 caballos.
Era muy similar al Jesús del Gran Poder, pero con mayor
envergadura y un motor de menor consumo. Este avión estaba pintado de blanco y
decorado con la bandera uruguaya y una cigüeña, ya que Calle había sido piloto
durante la Primera Guerra Mundial en el grupo de combate Nº 12, también llamado
escuadrilla des Cigognes.
El aparato, con bandera francesa, estaba dotado de
comunicación por radio y en el momento del despegue se cargó con 4.250 litros
de supercarburante con tres centímetros cúbicos de nitrato de plomo por cada
200 litros de benzol y cloruro de sodio, y también 200 litros de aceite. Para
los tripulantes llevaban tres pollos asados, plátanos, chocolate, dos termos
con café del Brasil, coñac, ron y champaña.
El
16 de agosto de 1930 los vecinos del Barrio de La Estación de Robles
manifestaron su deseo de diferenciarse del núcleo matriz celebrando la misa del
día de fiesta en la ermita de San Roque de Orzonaga, junto al molino de La
Peña.
De aquella misa surgió esta copla escrita
por Manuel Láiz, conocido como "Faldas", natural de Robles y
minero de profesión, trabajaba cargando la línea de baldes que unía la mina
Collín y el lavadero de la Hispana. Curioso personaje que no sabiendo leer
compuso multitud de coplas que recogieron hechos singulares de su época. Era
famoso por su memoria, después de oír como alguien leía las noticias de los
periódicos, él era capaz de repetirlas con el periódico en la mano como si
estuviese leyendo.
San Roque en La Estación
(1930)
¡Ave María Purísima!
Dicen los de La Estación.
¡Hay que comprar un San Roque!
Pa celebrar la función.
Todos a misa, todos allí,
a echar responsos a San
Roquín.
El dieciséis de agosto
madrugan por la mañana.
Se avisan unos a otros
por la falta de campana.
Primero sale Fernando, (1)
que hace señas a Barrón. (2)
Luego salió Teodoro, (3)
cuando Muñiz se acercó.
Moro y el carnicero, (4)
y el otro Nicanor. (5)
Uno faltaba a la lista
y era el vecino "Trampón".
El guardaagujas dice al jefe:
Déjese Usted de tarjetas.
Hay que marchar para misa
y hay que cambiar la chaqueta.
Ya están en la carretera,
todos iban de sombrero.
Enseguida se acercan
Calleja y los compañeros. (6)
Iban por la carretera
mujeres, niños y hombres,
de predicador llevaban
al "practicante"
de Robles. (7)
Ya toman el desayuno
por si acaso se desmayan
y al cuidado llevaban
al señorito Sarabia. (8)
Cuando pasan por el puente
dicen los de Orzonaga:
¡Son los de La Estación!
¿Sabes si alguno se casa?
Contesta una mujer:
¡Cállate tú!
"Papirote"
que van a ver a San Roque.
El molinero de La Peña
éste, todo lo miraba,
y ve que los de La Estación
ninguno se santiguaba.
Cuando están en la misa,
en la mayor devoción,
"Baila" echó una
carcajada (9)
contra el perro de "Trampón".
(10)
Ya se termina la misa,
las mujeres dicen así:
Hay que ir a responsear
al glorioso San Roquín.
Todos a misa, todos allí,
a echar responsos a San
Roquín.
1.- (Conocido como "Zapatos") 2.- (Mi abuelo,
Juan Barrón Llorente) 3.- (Padre de Octavio y dueño de la Fonda) 4.- (Moro era
el padre de la boticaria de entonces, que también había tenido minas y murió
posteriormente el tristemente famoso 18 de julio) 5.- (El carnicero se llamaba
Nicanor y era el padre de "Chilo" el tendero; el otro Nicanor
era el padre de Antonio que también tenía tienda) 6.- (Calleja era el sargento
de la Guardia Civil y los compañeros el resto de guardias civiles) 7.- (El
llamado "practicante" era un minero de Robles sin
conocimientos de medicina que frecuentaba más los bares que los dispensarios)
8.- (El médico del lugar) 9.- (El llamado "Baila" era un
carnicero de la zona) 10.- (Era un perro famoso por su mal carácter, al que los
chavales hacían todo tipo de travesuras)
Y llegó la República
En abril de 1931, Miguel Castaño Quiñones ganó las elecciones
en León capital y se convirtió en el primer alcalde republicano. Esta foto
recoge el momento en que asume el cargo y se dirige a la
multitud el día 15. Para el ayuntamiento de León resultaron elegidos once
concejales republicanos, siete socialistas, y ocho monárquicos. En toda la
provincia los resultados fueron de 169 concejales monárquicos y 59
antimonárquicos.
Sahagún vivió una noche frenética entre el 13 y el 14 de abril
de 1931, que finalizó entorno a las 07:30 horas con la proclamación de la
República española con unas palabras que pasaron a la historia de Benito
Pamparacuatro “Desde este momento vivimos en régimen republicano... ¡Viva la
república!”, toda esta proclama se realizó mientras se ondeaba la bandera
tricolor. Fue la segunda localidad española en proclamar la II República,
después de que se hiciese en Eibar a las 06:30 horas. Por este motivo la II
República mostró su reconocimiento a la localidad por ser una de las tres
primeras localidades que proclamaron el nuevo sistema político: “El Gobierno
provisional de la República decreta: artículo único... Se concede como especial
y máxima distinción a Sahagún el título de Muy Ejemplar Ciudad... Dado en
Madrid a 3 de julio de 1931 por el presidente del Gobierno provisional de la
República”.
Dos días después de las elecciones municipales, el 16 de abril
de 1931, el Gobernador civil de León, Publio Suárez Uriarte, manifestaba:
"En nombre del pueblo de León, cuya representación
asumo en este momento, tengo el alto honor de anunciar a todos los ciudadanos
que, el día 14 del actual, ha quedado proclamada la REPÚBLICA en toda España,
por aclamación entusiástica y en medio de un orden, serenidad y generoso
espíritu que patentizan la clara civilidad y arraigada cultura de la democracia
española.
En estos momentos de organización del nuevo régimen, fruto
magnífico del anhelo popular, espero de todas las autoridades y de todos los
ciudadanos de la provincia la cooperación reflexiva y abnegada que consiste en
obrar con prudencia y en esperar con firme confianza."
Un
mes después, el 14 de mayo de 1931 el Gobernador Civil, Matías Peñalba Alonso
de Ojeda, publicó el siguiente bando:
"AL PUEBLO DE LEÓN
La insensata actitud de elementos monárquicos de Madrid,
tan fielmente secundada por los de otras poblaciones, y aprovechada con tanta
rapidez por núcleos extremistas, que el hecho induce a pensar en un acuerdo
previo, con fines de perturbar la estabilidad del nuevo régimen, ha producido
un estado de alarma que ofrece manifiesta desproporción con los riesgos
efectivos. La República, sostenida, por los republicanos y por las casas del
pueblo, organizaciones socialistas y ciudadanas no afectadas de vesania
monárquica o delirio anarquizante; es un régimen puro en su origen, justo en
sus propósitos, y el único que en este momento puede ofrecer garantías de paz
pública y de legítima representación del Estado.
Afirmarlo y protegerlo es el primer deber, y la
conveniencia primordial de todos. Defenderlo y defender con él los derechos
comunes, es la misión de las autoridades que todas procuramos cumplir. Se lo
probará a los leoneses la frustración del reprobable intento de incendiar el
Convento de Franciscanos rápidamente evitado anoche, y no reproducido en ningún
otro punto de la ciudad.
Por ello pido a los ciudadanos serenidad, y confianza en
que las autoridades vigilamos ahincadamente velando por la segundad de todos, y
también que colaboren con su intervención activa a evitar desafueros si se
intentaran."
En
las elecciones municipales celebradas el 31 de mayo de 1931, dado que las del
14 de abril habían sido impugnadas, en Matallana de Torío triunfaron los
republicano-socialistas. El 13 de agosto el alcalde Teodoro Rodríguez firmó el
acta en el que se establecían las modificaciones al presupuesto municipal.
Por
lo que hace a la actividad minera, en 1934 en la mina Mercedes explotada por
Juan se extrajeron 300 toneladas de carbón. En el mismo periodo Valle y Díez en
sus minas Collín, Bardaya y Picalín produjeron 48.700 toneladas, Alfonso Peña y
Vea Murguía en la mina Carmonda 20.100, Antonio Amilivia en la mina El Oro
6.500 y Manuel García en la mina San José 6.000, es decir 20 veces más que su antiguo
socio Juan Barrón. Estas 300 toneladas de la mina Mercedes suponían unas 30
toneladas mensuales, unos tres vagones de 10 toneladas, de los habituales en las
composiciones carboneras del ferrocarril de La Robla.
La revolución de octubre
Al inicio de la Revolución de Octubre en Madrid, la UGT
declaró la huelga general en la medianoche del 4 al 5 de octubre de 1934.
Durante
la noche del día siguiente, sábado 6 de octubre los revolucionarios asaltaron
el cuartel de la guardia civil de Matallana de Torío, parapetados tras unos
vagones de carbón. Sostuvieron un tiroteo que duró tres horas, con la guardia
civil, y al fin fueron rechazados. Durante la refriega resultó muerto uno de
los asaltantes, sin llegar a rendir el cuartel. En su retirada dejaron al
moribundo en su casa y huyeron al monte, asaltando en su huida comercios y
casas particulares, pertrechados con las armas que llevaban. En aquella época en
el cuartel vivían siete guardias civiles con sus familias, cada una con una
habitación y una despensa, compartiendo cocina y retrete. En la planta baja
también estaba el despacho, conocido como sala de armas. El sargento vivía en
la casa de al lado, que con los años compró Nino el frutero. En su
retirada los insurrectos de La Valcueva, Robles y Orzonaga asaltaron la casa
del industrial Ricardo Tascón, saqueándola, volando después con dinamita una
galería de la mina.
En
Robles de la Valcueva, los revoltosos entraron en el domicilio del cura
párroco, que se hallaba acostado, y le obligaron a que entregara cuánto dinero
tuviera. Dos hermanas del párroco huyeron y una de ellas se arrojó al río. El
cura logró disfrazarse de paisano y llegó así a León y se presentó en el
Obispado. En la Vecilla un grupo de cuarenta revolucionarios de Matallana,
armados con fusiles, escopetas y bombas, se hizo dueño de la estación, cortando
las comunicaciones.
Una vez restituido el orden, el 17 de
octubre llegó a León una camioneta custodiada por fuerzas de la Guardia civil
al mando de un sargento, que llevaba a treinta revoltosos procedentes de la
cuenca minera de Matallana, y que fueron cogidos con abundantes municiones.
Entre los detenidos se encontraba el maestro nacional de Matallana, que fue uno
de los que, al parecer, más se destacaron en el movimiento revolucionario.
Fueron llevados al cuartel de la Guardia Civil y más tarde, conducidos a
Astorga, donde quedaron a disposición de la autoridad militar. Al día
siguiente, el día 18 de octubre, en el pueblo de Matallana fueron detenidos
nueve revolucionarios procedentes de Asturias.
El
29 de octubre en León fueron Juzgados en el cuartel del Cid, en Consejo de
guerra cinco mineros de las minas de Matallana, José Fuste Alonso, natural de
Madrid, y Felipe Díez Álvarez, Nemesio y Jesús Arias y Fructuoso Sierra
González, vecinos de Robles de la Valcueva, acusados de rebelión militar. Los
cinco fueron condenados a cadena perpetua.
En
esos agitados días, el 28 de diciembre de 1934, nació Isabel Barrón Bello la
última hija de Juan Barrón.
El
hijo de Juan Barrón, Juan Barrón Bello, recordaba mucho después como en la
huelga revolucionaria de octubre, estando él en la mina Mercedes llegó un
piquete para que parasen la actividad, a lo que él alegó que no tenía que hacer
huelga ya que no era un trabajador sino el hijo del dueño, aunque no debió
convencerles ya que tuvo que meterse adentro, hacia el pozo plano, para evitar
la reacción airada del piquete. En esa fecha él tendría unos 14 años.
Por
lo que hace al negocio minero de Juan Barrón, ante las dificultades de achique
y el estrecho grosor de las capas de carbón encontradas, la empresa tuvo
grandes dificultades económicas que llevaron a la entrada de más socios en la
sociedad y al cierre definitivo de la mina Mercedes.
Alcalde por segunda vez
Juan también fue alcalde de Matallana de Torío durante la
Guerra Civil. Matallana era uno de los núcleos de la cuenca minera y, por
tanto, obrera, frentepopulista y revolucionaria. En los primeros días del golpe
de estado los militares y la Guardia Civil de los diferentes puestos de la
montaña se replegaron y se concentraron en León capital. Una vez asegurado el
control de la ciudad por las fuerzas sublevadas, en los días sucesivos éstas
trataron de controlar el norte de la provincia.
El
hijo de Juan, Juan Barrón Bello, en los primeros días de la sublevación
alarmado por la incertidumbre y el desconcierto, se echó al monte junto con
otros jóvenes pertrechados con una hogaza de pan y unas latas de sardinas.
Estando ellos en un descampado, desde una avioneta que sobrevolaba la zona les
dispararon con una pistola ametralladora, sin mayores consecuencias para nadie.
Durante
los últimos días de julio de 1936 el coronel Vicente Lafuente Baleztena al
mando de tres columnas avanzó hacia el norte de León por La Magdalena, La Robla
y Matallana. Cerca ya los militares de
Robles de la Valcueva fueron avistados por unos vecinos de Pardavé que se
dirigieron asustados a la fonda de Juan y Aurora. Juan les intentó tranquilizar
diciéndoles que no había nada que temer, que ellos no habían hecho nada, sin
duda se refería al hecho de no haber participado en la revolución del 34, o en
alguna candidatura del Frente Popular. Es muy probable que acabaran muchos de
ellos yendo a recibir a los soldados que subían por la carretera. Por supuesto
los militantes de las organizaciones sindicales y de los partidos de izquierda
no esperaron al coronel y muchos pueblos como Orzonaga y casi todos los del
Valle Fenar quedaron deshabitados. Los militares necesitaban nombrar un alcalde
para sustituir al republicano y Juan ya había sido alcalde durante la dictadura
de Primo de Rivera. Los propietarios mineros más influyentes dieron un paso
atrás a la espera de acontecimientos, pues el pueblo estaba en la misma línea
del frente hasta el derrumbamiento del Frente Norte y no era cosa de
arriesgarse a perder la posición y quizás la vida.
El 1
de agosto de 1936 quedó consolidado el frente a la altura de la línea Posada de
Valdeón - Soto de Sajambre - Puerto de Tarna - Puebla de Lillo - Boñar - La
Vecilla - Estación de Matallana - La Robla - La Magdalena - San Pedro de Luna
(localidad hoy desaparecida bajo las aguas del pantano de Luna)- San Emiliano.
Quedó de esta forma dividida en dos zonas la provincia de León, la mayor parte
bajo el control de los sublevados, y una pequeña franja al norte que incluía la
montaña central leonesa bajo el control de la República.
El 15 de agosto se celebró la tradicional
romería de Boínas en Robles de la Valcueva, pero con la ermita parcialmente
quemada por los mineros republicanos en su repliegue hacia el norte, se tuvo
que oficiar una misa de campaña en un altar improvisado en la pradera.
Aunque
inicialmente en el bando sublevado se continuó usando como bandera la tricolor
republicana, el 29 de agosto de 1936 se restableció oficialmente el uso de la
bandera rojigualda anterior a 1931. A propósito de este hecho, y referida a
Matallana de Torío, en el Diario de León del 5 de septiembre de 1936 se
publicó la siguiente nota de prensa:
"A las once de la mañana se izó el día primero la
bandera nacional en el balcón central del Ayuntamiento, rindiendo honores una
sección de la tercera compañía del segundo Batallón del Regimiento de Burgos,
con las fuerzas de la Guardia civil y de Falange, francas de servicio.
Leyó una patriótica alocución el alcalde señor Barrón, que
terminó con vivas a España, el Ejército, la Guardia Civil y milicias, siendo
contestado con delirante entusiasmo.
A continuación, fue el desfile, siendo todas las fuerzas
muy aplaudidas y vitoreadas. Fueron luego obsequiadas con un extraordinario por
el Ayuntamiento, reinando en todos estos actos el mayor entusiasmo y
cordialidad."
La línea
del frente en la provincia de León se mantuvo prácticamente sin cambios por
algo más de un año, hasta que en la ofensiva que aconteció entre el 9 y el 22
de septiembre de 1937 se derrumbó la resistencia republicana y cayó Asturias,
desapareciendo el frente del norte.
En
el Boletín Oficial de la Provincia de León se publicó el acta del pleno
municipal del primero de octubre de 1936, dedicado a la confección del padrón
de vehículos automóviles para 1937, Juan firmó como Inocencio Barrón.
Difícilmente pudo ser un error del secretario, por lo que sugiere una velada
crítica a los abusos que posiblemente se estaban cometiendo por parte de los
caciques locales relacionados o no con Falange.
El
siguiente acta del 10 de noviembre, comunicando la formación de la matrícula
industrial para el año de 1937, ya se firmó con el nombre de Juan Barrón.
Sabotaje en la vía
El 20 de diciembre de 1936 el primer tren especial de
Cistierna a La Robla con una doble tracción de locomotoras americanas números
41 y 45 descarriló en el kilómetro 15,980, cerca de La Valcueva, como
consecuencia de la retirada del raíl exterior de la curva por miembros del
ejército republicano.
La máquina 41 que iba delante, cayó al talud y su tender
atravesado en la vía. Murieron el maquinista y fogonero de esta máquina. La
máquina 45 quedó atravesada en la vía y ocho vagones amontonados tras de ella,
entre los que apareció un guardafrenos muerto. El resto de 12 vagones quedó en
la vía sin descarrilar. Fue apresado el personal superviviente que servía al
convoy.
En
el libro de Juan Pedro Aparicio El Transcantábrico se describe el
descarrilamiento de este tren entre La Valcueva y Matallana.
"Ya es cuesta abajo hasta Matallana, dice Chuchi.
Chuchi frena al hullero. Una y otra vez, con cuidado. El hullero resopla.
Aquí cuando la Guerra, dice, chocaron dos máquinas
americanas. Las quitaron los raíles y descarrilaron. Es casi imposible
entenderle. Al normal estruendo de los hierros, al monocorde rugido del motor,
hay que sumar ahora los bufidos del hullero en el descenso.
Quitaron el carril. Venían dos máquinas a La Robla. Y no
les mataron; al único que mataron fue al fogonero.
—Pero. ¿Quién quitó el carril?
—¡Los milicianos! Venían dos locomotoras americanas con
mercancías. ¡Por aquí fue!
El hullero se contonea siguiendo la curva de nivel de una
colina. Tenemos tantas dificultades para oír a Chuchi, que tal parece que
tratamos de descifrar la voz dura, entre ululante y metálica, la voz
inmodulada, entre rugiente y sorda, del mismo hullero.
—Iban a La Robla. Venían de Cistierna y cayeron patas
arriba. El fogonero cayó debajo del tender. Quedó roto por aquí —se cruza su
enorme brazo sobre el estómago—. Le mataron porque no tenía cura. A los otros
no les hicieron nada. Venían dos fogoneros, dos conductores, dos maquinistas y
dos guardias. No les hicieron nada.
—¡No me diga!
—Los soltaron enseguida. Les llevaron a Asturias y a los
cuatro días estaban allá por Vizcaya paseando. Al único que mataron fue al
fogonero. Daba unos gritos de miedo. ¡Ay, ay, ay! Antes de hacerlo sufrir lo
mataron.
El hullero silba.
—Este es el apeadero de La Valcueva —dice Chuchi—. La
próxima es Matallana ya.
—En Matallana estuvo Durruti —le digo—. ¿Sabía que Durruti
era leonés?
—Igual! —exclama—. ¡Y le daba así! ¡Plaf! ¡Plaf! —mete el
índice de la mano izquierda entre el meñique y el anular de la derecha y hace
chocar el corazón contra la base del pulgar como si disparara, y canta— : Cómo
corrían pon que te mon, cómo corrían pon que te dan —luego, una vez más, dice—
: Eran carlistas y liberales.
En La Valcueva confluyen dos viejos ferrocarriles mineros,
son pequeños ramales ahora en desuso: el de la mina La Carmonda y el de La
Valenciana. Eso excita a Chuchi:
—No hay derecho, la verdad. Explotan
las minas y había trabajo para todos. Y hay millón y pico de parados. No lo
entiendo. Felipe González quiere jubilar a los sesenta años y Suarez que no
quiere. Que den paso a la juventud de una vez. A mí me están pagando dos
sueldos y se puede meter con uno de esos a tres. Pascual lo dice. Se lo dijo
muy claro al alcalde de Espinosa: Con uno de esos pagamos a tres jóvenes.
Nos acercamos a Matallana, el hullero bufa, resopla. Chuchi
lo frena, lo sosiega, lo amansa. La estación parece importante. Tiene dos
andenes y tres vías de paso. El edificio de viajeros, separado del de
mercancía, es muy..."
La
locomotora del tren del cronista de la historia, el maquinista Chuchi,
era una diésel, de aquellas que nosotros llamábamos las verdes, que
llevaban los trenes correo león Bilbao. Estas locomotoras habían sido diseñadas
en Francia por Creusot y Schneider-Westinghouse, y construidas en
España por la Sociedad Española de
Construcción Naval de Sestao y la Constructora Española de Maquinaria
Eléctrica. Disponían de un motor de seis cilindros de 675 CV y una transmisión
hidráulica Krupp de tres velocidades y cambio automático. Una de estas
locomotoras, la Creusot-Naval 1158 se encuentra preservada y en funcionamiento
en el Museo Vasco del Ferrocarril de Azpeitia. En el museo también conservan
una locomotora de maniobras Rolls Royce-Naval de 1966, como las utilizadas en
el Ferrocarril de La Robla, un vagón tolva para balasto y algún vagón para
carbón.
En
el Museo Vasco del Ferrocarril se conservan en orden de marcha 22
locomotoras diésel y de vapor, y realizan tres salidas con tren de vapor cada
fin de semana, en un trayecto que llega a la cercana estación de Lasao.
En el tren descarrilado en la Guerra
Civil, dos de los guardafrenos eran Teodoro Álvarez, natural de Cistierna y
Amable García García, de Sorriba, que sobrevivieron al accidente y fueron
apresados por miembros del ejército republicano, que estuvieron a punto de
fusilarlos hasta en dos ocasiones, según la versión de Maxi, el
sobrestante del Ferrocarril de La Robla que a lo largo de su vida
acumuló una interesante colección de fotografías ferroviarias en su bar museo
de Palacio de Valdellorma. Estos dos guardafrenos no pudieron volver a sus casas
hasta julio, o quizás agosto, del año 1937. Estuvieron internados en el penal
del Dueso, en Santoña, donde no les trataron demasiado bien. Regresaron a casa
acompañados por una enfermera dado que estaban tan débiles y desnutridos que no
se valían por sí mismos, tal como recuerda una nieta de Amable.
En el Museo del Ferroviario de Cistierna se conserva,
por otra parte, una copia del atestado de estos hechos realizado por la Guardia
civil.
La guerra continúa
El 15 de enero de 1937 los milicianos asturianos ocuparon, pasada
la medianoche, las posiciones que dominaban el Barrio Estación y la carretera
que conducía a La Robla, en su incursión en terreno nacional. En esta acción
destruyeron la vía del ferrocarril hacia La Robla y unos 300 metros de la vía
en dirección a La Vecilla.
El
27 de Enero el Ayuntamiento de Matallana comunicaba el hecho de que se ignoraba
el paradero de los mozos Alfredo Álvarez Fierro, Sinesio Álvarez García,
Conrado Canseco Gutiérrez, Sinforiano Diez González, José Diez Suárez,
Florentino García Alonso, Carlos González García, Santos Guerrero Gutiérrez,
Adonis Iglesias Escudero, Aniano Morán Robles, Delfino Robles González, Balbino
Tascón Tascón, del reemplazo de ese año, y Félix Tascón Tascón y Marcos
González Tascón, de revisiones, anteriores de este término, comprendidos en el
alistamiento de ese año.
El
21 de febrero las fuerzas republicanas ocuparon posiciones estratégicas sobre
el Barrio de la Estación de Matallana, dentro de los ataques que se efectuaban
en el sector de La Robla. El 22 de febrero a la altura de La Robla, las fuerzas
republicanas trataron de avanzar, pero fueron perseguidas hasta la vía férrea
en dirección a Matallana, haciendo saltar en su retirada más de 70 metros de la
misma. El 24 de febrero se produce un tercer ataque republicano sobre las
posiciones de La Robla y Matallana, que es repelido por las fuerzas nacionales
con el resultado de diez muertos entre los dos bandos.
En
marzo de 1937 los pueblos de Olleros, Brugos, Candanedo, Rabanal, Robledo y
Solana todavía estaban deshabitado, desde finales de julio del año anterior y
en otros pueblos de la zona faltaban bastantes vecinos. Del pueblo de Llanos,
faltaban 52 habitantes, de Puente de Alba 19, de Sorribos 18, de Alcedo, 25 y
de Naredo, 20, todo ello a consecuencia de hallarse situados en el mismo frente
de batalla. Por otra parte, de la Robla a Naredo, no había comunicación
directa, sino que era necesario volver a León y tomar la carretera de
Matallana, lo que suponía dar un rodeo de más de cuarenta kilómetros.
Honores para los
falangistas muertos
El 28 de julio de 1937 se colocó una placa en el Barrio
Estación para dedicar la calle principal, la carretera León-Collanzo, a José
Antonio Primo de Rivera. Celebró la misa de campaña en medio de frondosos
árboles y en las márgenes de las perfumadas riberas del Torio, el capellán de
las fuerzas que guarnecían este frente.
Camisas
Azules, Infantería, Artillería y Guardia Civil formaban frente al altar. En el
centro, el comandante de Pardavé, Elías Gallegos, acompañado del
capitán-comandante de la plaza, Rafael Álvarez Crespo, capitán de Artillería,
oficiales del Ejército, brigada de la Guardia Civil y jefes de la Falange, de
la Paz y Outomuro.
El
Ayuntamiento se hallaba representado por su alcalde Juan Barrón, tenientes de
alcalde, concejales y secretario. Entre el público estaba el médico Adolfo Sarabia,
el consejero de la antigua Anglo-Hispana, Luciano del Valle, y una
nutrida representación de la Juventud Católica Femenina de Robles y del Barrio
de la Estación. A continuación,
desfilaron las fuerzas ante las autoridades y en el cuartel de la Centuria se
disolvió la manifestación, donde fueron obsequiadas las fuerzas y autoridades
por los camaradas de la Falange.
El 3
de agosto de 1937 se procedió en Matallana a la entrega y bendición de las
Banderas de la 16 Centuria de Falange Española Tradicionalista. Fue portadora
de la bandera la camarada de León, Angelines Diez Robles y fue entregada por la
camarada Rosario García. Agradeció la entrega el jefe de la Centuria, Rafael
Outomuro. El comandante Gómez Seco pronunció su arenga militar. El jefe local
de Astorga estaba acompañado del alcalde de Astorga, para felicitar a los
falangistas maragatos que nutren la centuria. El comandante Gallego, que
mandaba el Batallón del Regimiento de Burgos allí destacado.
Un
Capellán del mismo Batallón bendijo las banderas. Desfilaron después las
fuerzas. Aparte de la Centuria, lo hicieron una Compañía del Batallón de
Burgos, núm. 31 y la Guardia Civil que no tenía otros servicios. Las bandas de
cornetas, tambores y música de Milicias, que dirigía el camarada Odón Alonso,
dieron el toque final. Después... rancho extraordinario y animadísimo baile, en
el que confraternizaron con legítima camaradería, soldados, falangistas y
pueblo sano.
El
31 de agosto de 1937 se publicó la esquela del primer aniversario de la muerte
de Nicanor Diez González.
Nicanor
Diez González
Estudiante de Medicina. Afiliado a 1.ª Línea de F. E. T. y
de las J. O. N. S. Murió por Dios y por España, cobardemente asesinado por las
hordas rojas en Busdongo, el día 27 o 28 de agosto de 1936 a los 18 años de
edad.
Sus padres. D. Nicanor Diez Rodríguez, juez municipal de
Matallana, y D.ª Albina González; hermanos, Antonio, alférez de Contabilidad
del Cuerpo Mixto de Ingenieros en Pamplona, Visitación, María Luz, Félix y José
Luis; abuela, Isidora García; tíos, primos y demás familia:
Ruegan a sus amigos le tengan presente en sus oraciones y
se sirvan asistir al funeral que tendrá lugar el día 3 de septiembre, en la
capilla habilitada en la Estación de Matallana, a las DIEZ de la mañana, por lo
cual les quedarán agradecidos.
El hundimiento del
Frente Norte
El día 9 de septiembre el Ejército Nacional comenzó las
operaciones para hacerse con el control de los puertos que enlazan León con
Asturias. El puerto de Pajares, por el que pasaba la carretera N-630 de León a
Oviedo, estaba bajo control republicano, muy fortificado. Las operaciones se
iniciaron a las tres de la madrugada en el sector de San Pedro de Luna, con el
asalto a las posiciones del Monte Cónico, con el apoyo durante la mañana de la
artillería con dos piezas del diez y medio. Las operaciones las dirigían el
general Aranda y a sus órdenes el general Múgica.
El
10 de septiembre se celebró en Matallana el primer aniversario de los
falangistas muertos en una escaramuza en Valdeteja. Los muertos fueron el
teniente Victoriano González Rodríguez y los falangistas Agustín Suárez
González, Nicanor Diez González, Manuel Martínez Brugos, Federico Rodríguez
Tabernero, José Láiz Suárez, Alfredo Álvarez Fierro, Fidel González y Santiago
García. En la capilla instalada en la sala de sesiones del Ayuntamiento, tuvo
lugar el fúnebre acto. Una multitud inmensa, del pueblo junto con soldados y falangistas
rindió una prueba inequívoca de adhesión a los mártires de la Causa Nacional.
Ocuparon la presidencia autoridades civiles y militares, oficiales del
Ejército, el jefe de la Centuria, brigada de la Guardia civil y familiares de
las víctimas. Celebró la misa el alférez capellán de las fuerzas que luchaban
en este sector.
El
29 de septiembre el Ayuntamiento de Matallana presentó el proyecto de
modificaciones al presupuesto del año 1937 para la formación del proyecto de
presupuesto a regir en el próximo año 1938. El 30 de septiembre se presentaron
las cuentas municipales de Matallana relativas al año 1936. El 18 de octubre el
Ayuntamiento de Matallana presentó el padrón de vehículos automóviles, el
padrón de edificios y solares, y el reparto de rústica y pecuaria para el
ejercicio de 1938.
El
24 de octubre el Ayuntamiento de Matallana, acordó aprobar provisionalmente las
cuentas municipales correspondientes al ejercicio de 1936. El 26 de octubre se
aprobó el presupuesto municipal ordinario para el ejercicio de 1938. El 10 de
noviembre se dio a conocer la matrícula de la contribución industrial para el
año 1938. El 12 de noviembre el Ayuntamiento de Matallana estableció las
condiciones de la subasta del arbitrio de bebidas y alcoholes para los años
1938 y 1939.
El
24 de noviembre el Ayuntamiento comunicaba que:
"El día 18 de diciembre próximo, y hora de las once,
bajo mi presidencia o la del Teniente en quien delegue, y en la Casa
Consistorial, se celebrará la subasta para contratar el servicio de recaudación
de la imposición municipal sobre vinos, cerveza, sidra, chacolí, vinagre, aguardientes,
alcoholes y licores para los años de 1938 y 1939, bajo el tipo de catorce mil
pesetas. Los licitadores constituirán previamente en depósito, como fianza
provisional, el 5 por 100 del tipo de subasta, y el rematante prestará la
definitiva del 12 del precio de adjudicación, en metálico o personal, a
satisfacción del Ayuntamiento, el cual deberá pagarse por trimestres
anticipados, siendo cualquiera el letrado para bastantear los poderes."
El
alcalde firmó como J. Barrón.
A
partir del acta del 22 de septiembre de 1938 el alcalde volvió a firmar como I.
Barrón. En esta ocasión se presentaron las cuentas del Municipio
correspondientes al año 1937. El 20 octubre el Ayuntamiento publicó el
repartimiento de la contribución rústica y pecuaria, y el padrón de edificios y
solares del Municipio, para el año 1939. El 2 de noviembre el Ayuntamiento
acordó aprobar provisionalmente las cuentas municipales correspondientes al
ejercicio de 1937.
El
Ayuntamiento de Matallana el 8 de febrero de 1939 comunicó el desconocimiento
del paradero de los mozos incluidos en el alistamiento de 1939: Vicente Castro
Garmilla, Otiquiano Diez González, Saviniano Ducal García, Lorenzo Fernández
Sahagún, Indalecio Iglesias Escudero, Matías Morán Robles, Gerardo Galán
Gutiérrez, Modesto Puente García, Valentín Rodríguez Rodríguez, Jesús Toledo,
Manuel Vela Jaspe.
El
28 de septiembre el Ayuntamiento de Matallana expuso el proyecto de
modificaciones al presupuesto del año 1939, para la formación del proyecto de
presupuesto a regir en el año 1940.
El 6
de octubre el Ayuntamiento de Matallana de Torio comunicó a instancia del padre
del mozo Griseldo Diez Suárez, perteneciente al reemplazo del año 1941, que se
instruye expediente justificativo para acreditar la ausencia por más de diez
años, en ignorado paradero, de los hermanos de éste, Arsenio, Miguel, Nicolás y
Féliz Diez Suárez, y a los efectos dispuestos en el párrafo primero del art.
276, y en el 293 del Reglamento de 27 de Febrero de 1925, para el Reclutamiento
y Reemplazo del Ejército, se publica el presente edicto, para que cuantos
tengan conocimiento de la existencia y actual paradero de los referidos
Arsenio, Miguel, Nicolás y Félix Diez Suárez, se sirvan participarlo a esta
Alcaldía, con el mayor número de datos posible. Al propio tiempo, cito, llamo y
emplazo a los mencionados Arsenio, Miguel, Nicolás y Félix Diez Suárez, para
que comparezcan ante mi autoridad o la del punto donde se hallen, y si fuera en
el extranjero, ante el Cónsul español, a fines relativos al servicio militar de
su hermano Griseldo. Los repetidos Arsenio, Miguel, Nicolás y Félix Diez
Suárez, son naturales de La Valcueva, hijos de Lorenzo y de Basília, y cuentan
26, 35, 40 y 44 años de edad, respectivamente.
El 9
de octubre el Ayuntamiento de Matallana publicó las cuentas municipales
correspondientes al año 1938. El 10 de octubre se publicó el padrón de
edificios y solares del término, para el año 1940. El Ayuntamiento de Matallana
el 29 de octubre acordó aprobar provisionalmente las cuentas municipales
correspondientes al ejercicio de 1938.
El
Ayuntamiento de Matallana de Torío el 12 de noviembre aprobó el pliego de
condiciones para la subasta relativa al arriendo de bebidas y gestión de
carnes. El 23 de noviembre se anunció al público la subasta relativa al
arbitrio de bebidas con cargo de Gestor municipal del arbitrio sobre carnes
bajo el tipo de quince mil ciento ochenta y cuatro pesetas al año. La subasta
se verificaría en las Casas Consistoriales, bajo la presidencia del Sr.
Alcalde, o del Teniente en quien delegase el día quince de diciembre a las once
horas. Las proposiciones se habían de presentar suscritas por el propio
licitador, o por persona que legalmente le representase, por medio de poder
declarado bastante por un Letrado, extendidas en papel sellado de la clase 6ª,
debiendo acompañarse a cada una de ellas la cédula del licitador y, además, el
resguardo acreditativo de haber constituido en la Depositaría municipal, o en
la Caja general de Depósitos, o sus sucursales, el 5 por 100 del tipo de
subasta o sea la cantidad de setecientas cincuenta pesetas, en concepto de
fianza o depósito provisional para tomar parte en dicho acto.
El
10 de diciembre la Comisión Gestora del Ayuntamiento de Matallana de Torío
aprobó las plantillas de sus empleados en la forma siguiente: funcionarios
administrativos. — Consta dicha plantilla de un secretario y un depositario de
los fondos municipales. Funcionarios facultativos. — Un Médico de Asistencia
Pública Domiciliaria. Un Inspector Municipal Veterinario. Un Farmacéutico
municipal. Un Practicante municipal. Una Matrona. Funcionarios subalternos. —
Un Alguacil. El acta se firmó como I. Barrón.
El
Ayuntamiento de Matallana el 26 de enero de 1940, ignorándose el paradero de
los mozos que al final se relacionan, se les citó el tercer domingo de enero
para la clasificación y declaración de soldados a las diez horas de su mañana.
Reemplazo de 1940: Florentino Alonso Fernández, Ovidio Robles Diez, Germinal
Robles González, Eduardo Santos Mendoza. Reemplazo de 1941: Antonio Álvarez
Fierro, Andrés Fernández Martínez, Horacio Iglesias Escudero, Daniel Madrigal
Zayas, Nicasio Santos Fernández, Marcelino Sarmiento, Rufino Talegón Alonso.
El
27 de febrero el Ayuntamiento de Matallana de Torio a instancia del mozo Griseldo
Diez Suárez, del reemplazo de 1941, instruyó expediente justificativo para
probar la ausencia por más de diez años, e ignorado paradero, de sus hermanos
Félix, Nicolás, Miguel y Arsenio Diez Suárez, para que cuantos tuvieran
conocimiento de la existencia y actual paradero de los referidos Félix,
Nicolás, Miguel y Arsenio, se sirvieran participarlo a la Alcaldía, con el
mayor número de datos posible. Al propio tiempo, se citaba, llamaba y emplazaba
a los mencionados Félix Nicolás, Miguel y Arsenio Diez Suárez, para que
compareciesen ante la autoridad del alcalde o la del punto donde se hallasen, y
si fuere en el extranjero, ante el Cónsul español, a fines relativos al
servicio militar de su hermano Griseldo Diez Suárez. Los repetidos hermanos,
eran hijos de Lorenzo y de Basilia, y contaban 43, 39, 33 y 26 años,
respectivamente.
El
10 de noviembre el Ayuntamiento de Matallana acordó aprobar provisionalmente
las cuentas municipales correspondientes al ejercicio de 1939. El Ayuntamiento
de Matallana en sesión del día 24 de noviembre aprobó la propuesta de
suplemento de crédito, para atender al pago inaplazable de viajes oficiales,
obligaciones de Beneficencia y Hogar Nacional-Sindicalista, por medio de
transferencia. El alcalde firmó este acta como Isidoro Barrón. El Ayuntamiento
de Matallana el 2 de diciembre publicó las Ordenanzas de exacciones
municipales. Este acta se volvió a firmar como I. Barrón.
El
27 de enero de 1941 el Ayuntamiento de Matallana publicó las listas de
edificios y solares del término, para el año 1941. Fue el último acta como
alcalde y se firmó Como I. Barrón. El 30 de noviembre de 1941 bajo la
presidencia del nuevo alcalde, Antonio Díez, se aprobaron las cuentas
municipales del año anterior, declarando exentos de responsabilidades a los
cuentandantes.
El 16 de julio de 1942 Juan se presentó al concurso libre de Secretarías de Juzgados municipales de la clase C. Tampoco en esta ocasión consiguió la plaza.
Juan Barrón Llorente dedicó los últimos
años de su vida a su familia y a trabajar los campos que tenía arrendados para
el sustento de los suyos. Falleció en Matallana de Torío el 28 de enero de 1949
a los 69 años de edad, debido a la grave hemorragia provocada por su úlcera de
estómago. En aquellos momentos aún vivía su esposa Aurora Bello Santos, hijos
Cipriano, Araceli, Isaías, Aurora, Herminio, Juan, Concepción, Julio, Pilar e
Isabel, hijos políticos Isabel Benavente, Angelita Santaliestra, Félix Guerra y
María Suárez.
Esta
es la fotografía de una Tarjeta Provisional de Identidad expedida
por el puesto de Matallana, de la Comandancia de la Guardia Civil de León, con
el número 280, el 5 de marzo de 1946, cuando tenía 65 años de edad. Como oficio
aparecía el de jornalero, siendo sus señas: alto, delgado, moreno, pelo blanco,
cejas y ojos castaños y lóbulo descendiente.
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