sábado, 12 de enero de 2008

Antiguas minas de Ojos Negros

Las antiguas minas de Ojos Negros y su Barrio Minero se encuentran entre las provincias de Teruel y Guadalajara, a caballo entre las aguas que se van al Océano Atlántico, y las que se van al Mar Mediterráneo, en la Sierra Menera, largo costillar descarnado, donde el Silúrico aflora como columna vertebral de la Cordillera Ibérica.

Su explotación moderna se inicia con los albores del siglo XX, para cesar en 1986. Allí en las antiguas oficinas de la “Compañía Minera de Sierra Menera“ hay hoy un Albergue. Cercanas las minas “Llano“, “Corcho“ y “Divisoria“.

Mina Pilarica, cantera nº 6, en 1910.

Aprovechando el trazado del antiguo ferrocarril de Sierra Menera hay hoy en dia un par de Vías Verdes.

Locomotora Garratt 502 (Euskalduna 190 construida en 1930) del ferrocarril de Sierra Menera el 6 de abril de 1961.

Para explotar el mineral, se excavaban galerías bajo él, por las que entraban los vagones para cargarlo. Desde las galerías, cada varios metros de distancia, se perforaban en su techo “chimeneas“, atravesando la masa de mineral (óxidos de hierro). Estas Chimeneas se cerraban en la parte inferior con una tolva, bajo la que se colocaba la vagoneta. Una vez abierta la tolva el mineral, empujado desde la superficie y arrancado en el entorno de la chimenea, se cargaba en la vagoneta. Así la chimenea se iba agrandando, tomando forma de embudo, en el que muchas veces había que colgarse para arrancar el mineral y que cayera por la tolva, con el riesgo de arrastrar también al minero. Esas hileras de conos invertidos, excavados en el mineral, eran los “hoyos negros“.

Antigua foto del ferrocarril de Sierra Menera.

Dicen que en las minas llegaron a trabajar 4.000 hombres y allí estaban los mejores coches y las mejores fiestas del entorno.

Hoy el paisaje, hacia occidente, muestras los relieves de la Sierra Menera, excavada por el hombre, en busca de sus minerales de hierro, y coronada por aerogeneradores.

Andando por las pistas cercanas a las minas, ya no hay que apartarse para cruzar con uno de aquellos enormes dumper, que transportaban el mineral hasta la planta de clasificación, y el estéril hacia las escombreras. Si nos acercamos a la mina “Barranco“, podremos ver sus paredes verticales de abigarrados colores, sus cerros testigo de ankerita, los crestones cuarcíticos del Silúrico, coronando el colosal anfiteatro, para mostrarnos en sus entrañas las pizarras gris ceniza con sus graptolites, y las arcillas versicolores, y ese mineral de hierro, principalmente compuesto por oligistos y ocres, sin faltar las goetitas, manchando las densas masas de barita.

Aquí también se esconden magnesitas, aquellas que los mineros, despectivamente, llamaban “carbonato”. Por los sondeos, que permitían el desagüe profundo de las minas, sale un agua de excelente calidad, un agua verdaderamente mineral.

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