jueves, 7 de enero de 2010

El cambio climático y sus consecuencias

La expresión cambio climático forma parte de nuestro vocabulario desde hace años, y se usa muchas veces sin conocer realmente su alcance. La Convención Marco de Naciones Unidas la define como 'el cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variación natural del clima observada durante periodos de tiempo comparables".

Maladeta

Sus consecuencias generan el debate más polémico. ¿Quién exagera y quién subestima el problema del cambio climático? Dicen que no afectará igual a todos los rincones del mundo y que algunos países sufrirán más que otros. Es el caso de España, donde aumentará la temperatura y disminuirán las precipitaciones; se calentará el mar y subirá su nivel: desaparecerán los glaciares, variará la flora y la fauna, peligrarán los humedales y las lagunas, habrá más incendios y más fenómenos meteorológicos adversos...

¿Ocurrirá realmente esto? A continuación se muestra la opinión de Carlos Duarte, profesor de investigación del Centro Superior de Investigaciones Científicas, y de Manuel Montijano, experto en aguas y en cambio climático y miembro de Científicos por el Medio Ambiente, y ambos ven en el cambio climático una seria amenaza. Por otra parte Manuel Toharia, físico y periodista científico, intenta relativizar sobre sus consecuencias, y Antón Uriarte, geógrafo y experto en climatología, se muestra escéptico. Sus reflexiones pretenden arrojar algo de luz a un problema que preocupa a todos.

AUMENTO DE TEMPERATURA Y DISMINUCIÓN DE PRECIPITACIONES

'Según los modelos evaluados por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, las temperaturas estivales en nuestro país podrían incrementarse 6 °C durante el siglo XXI y las precipitaciones continuarán descendiendo', asegura Carlos Duarte, quien añade: 'El aumento en la temperatura media se debe a un incremento de las temperaturas mínimas registradas en el invierno (que serán más suaves) y a un aumento de las temperaturas máximas, con una mayor duración de episodios de temperaturas elevadas y, en particular, un incremento de las temperaturas nocturnas durante el verano. Igualmente, la disminución de precipitaciones se ha traducido en un menor número de días lluviosos, concentrándose cada vez más en episodios de lluvias intensas, que se convierte en una disminución de la escorrentía y del caudal promedio de los ríos (los caudales máximos podrían aumentar)'.

Manuel Toharia está de acuerdo en que subirán las temperaturas, pero cree que las precipitaciones no variarán o, en su defecto, aumentarán: 'Parece haber un acuerdo científico en que subirán, pero no de manera homogénea (probablemente, más en el sur y menos en el norte, pero es difícil de precisar porque los modelos del clima futuro no llegan a ese nivel de detalle). Su cuantía se estima entre 2 y 4 °C en cien años; pero es un promedio, no significa que todo el año, y todos los años, sea homogénea, sino tan heterogénea como siempre. Es decir, habrá años cálidos y fríos, veranos tórridos y frescos, inviernos heladores y templados... En cuanto a las precipitaciones, se estima que no variarán mucho, si acaso se incrementarán. Se teme que abunden las lluvias torrenciales (más erosivas) comparadas con las más mansas (más utilizables). De todos modos, una variación de, más o menos, el 10% es irrelevante si incrementamos el consumo de agua; es decir, se impone su racionalización, incluso aunque llueva más por el cambio climático'.

Según Antón Uriarte, 'la temperatura media en España ha subido más de 1 °C, igual que en el resto del mundo. Sin embargo, desde 1998, se ha estabilizado y los inviernos tienden a ser más fríos desde hace 20 años'.

INCREMENTO DE LA TEMPERATURA DEL AGUA Y DEL NIVEL DEL MAR

'Al aumentar la temperatura del aire, también sube la del mar. Por ejemplo, en el Mediterráneo ha crecido a un ritmo superior a 0,03 °C por año (según la estación de seguimiento en L'Estartit, Girona). Pero, durante el verano, las temperaturas máximas del mar se han incrementado notablemente, alcanzando en Mallorca valores cercanos a los 30 °C (en 2003, 2006 y 2009), comparados con los 26,5 °C de máxima habituales en las décadas de los setenta y los noventa', dice Carlos Duarte.

'En cuanto al nivel del mar' -prosigue-, 'al aumentar la temperatura, disminuye la densidad del agua y sube el nivel. Durante el siglo XX, creció de uno a dos milímetros. No obstante, en los últimos años, se ha elevado notablemente. Por otro lado, la aceleración de la fusión de los casquetes polares en Groenlandia y la mitad occidental del continente Antartico indica un posible aumento del nivel del mar, que podría alcanzare, incluso, superar los 80 centímetros en el siglo XXI'.

Muy cauto en sus reflexiones se muestra Manuel Toharia: 'No es probable que el nivel del mar suba mucho durante el próximo siglo; seguramente, menos de medio metro. Hay dudas respecto en dónde subirá o bajará (hay lugares en los que la costa se está levantando por razones geológicas, como en el sur de España).

En cuanto a la temperatura del agua, probablemente subirá un par de grados el próximo siglo, pero habrá otros lugares donde bajará (por la fusión de los hielos polares del océano Ártico y de la banquisa antartica flotante). En todo caso, dentro de un siglo, parece que estos dos aspectos no tendrán excesiva gravedad en España'.

Para Antón Uriarte, 'la subida de la temperatura media del agua es incierta, y las mediciones, escasas. Entre las pocas series largas de datos de nuestras costas está la del Aquarium de San Sebastián; aquí se viene tomando la temperatura todos los días, a las diez de la mañana, desde julio de 1946, e indica un ligero enfriamiento'.

MÁS FENÓMENOS METEOROLÓGICOS ADVERSOS

El cambio climático, según Carlos Duarte, producirá fenómenos meteorológicos adversos: 'La conjunción de altas temperaturas y escasas precipitaciones lleva necesariamente a un aumento de episodios extremos, como son olas de calor y sequías, cada vez más agudas y prolongadas, así como tormentas violentas, como las que se están registrando en el área mediterránea en los últimos años'.

Para Manuel Toharía, no hay suficientes pruebas que avalen semejante afirmación: 'Suele decirse que el cambio climático va a hacer aumentar la frecuencia y quizá la intensidad de los fenómenos meteorológicos adversos, pero por ahora no hay muchas pruebas en ese sentido, y los modelos matemáticos no predicen bien estas cosas. Olas de calor y frío e inundaciones siempre ha habido. Puede que en el futuro se den con mayor frecuencia... o quizá no. Una de las peores riadas que se recuerdan, la de 1957, en Valencia, se dio en pleno periodo de enfriamiento, no de calentamiento'.

Antón Uriarte piensa que el cambio climático no está incrementando las catástrofes meteorológicas en España: 'Un estudio detallado de los investigadores españoles María Rosario Ojeda, del CSIC, y Juan José Sanz Donaire, de la Universidad Complutense, que trabaja con datos que se remontan hasta el siglo XIX, indica que las catástrofes climáticas no han aumentado en España. Otros estudios sobre las inundaciones, algunos muy largos, que se remontan a hace más de 2.000 años, y otros más cortos, no indican ningún peligro climático de agudización de los eventos. Respecto a las olas de calor hay que decir que en España mueren más personas mayores en los meses de invierno que en los de verano'.

MENOS HUMEDALES Y LAGUNAS

Para Carlos Duarte, el cambio climático y el hombre son una seria amenaza para acuíferos, humedales y lagunas: 'El impacto del cambio climático sobre nuestros recursos hídricos, junto con la creciente presión sobre estos recursos, está poniendo en peligro los humedales y ecosistemas acuáticos, reflejado de forma dramática en la desecación del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real)'.

Comparte esta misma opinión Manuel Montijano: 'La degradación de humedales y lagunas es inherente al desarrollo de la actual agricultura intensiva y el olvido de la cultura de uso del agua en nuestra sociedad. Las sequías harán que con la sobrexplotación de los acuíferos, estos se reduzcan aún más, extinguiendo humedales, como ya ocurre en Daimiel, y las lagunas se reduzcan a meros encharcamientos. Sería recomendable que las autoridades controlen el tráfico de agua tanto en agricultura intensiva como en desarrollos urbanísticos actuales y futuros, así como el uso industrial o energético'.

El hombre, para Manuel Toharia, tiene mucha culpa: 'Los humedades, los lagos e, incluso, los acuíferos se nutren, en última instancia, de la lluvia. Si disminuyen mucho, pero la lluvia que cae es más o menos la misma, el problema es que estamos sobrexplotando el recurso agua. Y punto. El ejemplo de las Tablas de Daimiel es paradigmático: cientos de pozos ilegales han ¡do secando el famoso acuífero 21 que está bajo esa zona; no el cambio climático. Y ahora las Tablas están al borde de la desaparición, pero por la mano del hombre'.

También Antón Uriarte culpa al ser humano de la situación de los acuíferos, lagunas y humedales: 'La extensión de los humedales en España no ha mermado por culpa del cambio climático, sino por razones sociales y económicas, tales como la explotación de los acuíferos para ampliación de regadíos o las obras de urbanización del territorio, con nuevas viviendas, carreteras, aeropuertos... Estos cambios de usos del suelo han sido más intensos en las regiones costeras, albuferas, deltas, rías...'.

DESAPARICIÓN DE LOS GLACIARES PIRENAICOS

'Los últimos glaciares que quedan en el Pirineo español se podrían perder durante el siglo XXI. Los análisis de Javier Chueca, profesor de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza, y sus colaboradores indican que el glaciar de la Maladeta ha perdido un 35,7% de su extensión en las últimas dos décadas', vaticina Carlos Duarte.

De la misma opinión es Manuel Montijano: 'Nuestros glaciares prácticamente han desaparecido salvo algún reducto como Madaleta, Aneto y Monte Perdido. Alguno podría recuperarse por la modificación de la corriente atlántica termohalina, que producirá un frío polar en Europa. En esas zonas, hay que evitar asentamientos humanos'.

Manuel Toharia comparte esta ¡dea: 'Los glaciares de los Alpes y de los Pirineos desaparecerán en verano dentro de tres o cuatro lustros, si todo sigue al mismo ritmo de los últimos 30 años'.

Y Antón Uriarte no culpa al cambio climático antropogénico de la situación de los glaciares: 'Los glaciares pirenaicos ocuparon extensiones muy importantes durante la última glaciación, que acabó hace unos 11.000 años, pero hoy solo ocupan unos 12 km2. Desde el final de la glaciación fueron retrocediendo, aunque dicho retroceso no fue lineal y hubo periodos de avance. Desde mediados del siglo XIX, mucho antes de que las emisiones de CO2 comenzasen a ser importantes, los glaciares pirenaicos empezaron de nuevo a retroceder. Ese proceso de retirada continúa hoy por el deshielo veraniego. Pero la nieve caída en los Pirineos durante las dos últimas décadas no ha disminuido y las temperaturas medias invernales han bajado, por lo que las estaciones de esquí, a pesar de lo que se diga, no se han visto desfavorecidas por el supuesto cambio climático antropogénico'.

PELIGRO PARA LA FLORA Y LA FAUNA

'Entre las consecuencias del cambio climático destacan sus impactos sobre la biodiversidad, con desórdenes en los ritmos biológicos de aves y plantas, cambios en sus rangos de distribución, que avanzan hacia el norte y ascienden en altitud en las montañas, un incremento de las invasiones de especies de origen tropical desplazando a las autóctonas y un aumento del riesgo de pérdidas y extinción de las especies más vulnerables, como los corales de profundidad y angiospermas marinas en las costas, y los anfibios en tierra. El cambio climático que está ocurriendo es más rápido que otros que se produjeron por causas naturales y desafía la capacidad de adaptación de las especies, que también se ve dificultada por un paisaje cada vez más fragmentado por infraestructuras y cultivos, que incrementan el riesgo de extinción', advierte Carlos Duarte.

Manuel Tonaría también cree que el hombre causa mucho daño al habitat: 'Hay pocos trabajos serios sobre el tema. Muchos estudiosos creen que habrá una variación del habitat de fauna y flora en función del progresivo calentamiento si este finalmente alcanza la importancia que se teme. Pero hace mucho más daño la propia mano del hombre, con sus carreteras, ciudades, industrias, contaminación...'.

Para Antón Uriarte, el cambio climático no afecta al habitat: 'El ligero aumento térmico no interfiere en la vida de la fauna, que está acostumbrada a unas oscilaciones estacionales y diurnas mucho mayores y puede adaptarse a ligeros cambios en las medias de las temperaturas. Por otro lado, no es verdad que España se esté desertizando. Un estudio reciente de la Sociedad Española de Ciencias Forestales indica que tenemos 17.804 millones de árboles (unos 450 por persona); número que se ha duplicado en los últimos 30 años gracias a las reforestaciones y al abandono de la agricultura y la ganadería. Las supuestas nuevas condiciones climáticas no lo han impedido. El aumento de CO2 en el aire ha sido probablemente un factor favorable, ya que intensifica la fotosíntesis y hace que las plantas, al perder menos agua por el cierre de sus estomas, sean más resistentes a las sequías'.

MAYOR NUMERO DE INCENDIOS

'Los incendios están fuertemente modulados por las condiciones climáticas', explica Carlos Duarte, 'y proliferarán con veranos cada vez más calurosos y secos. Pero, aunque su número aumenta debido al cambio climático, desde hace años los avances para su detección y control han logrado que la superficie quemada en España no crezca en paralelo'.

Manuel Montijano insiste en que es importante minimizar los efectos del cambio climático reforestando los bosques: 'La actitud histórica destructiva de los bosques mediterráneos es un agravante del proceso actual de desertificación del área sureste de la Península. Existe un proceso de abandono de los bosques que tiende a retroceder gracias a las reforestaciones -con especies no autóctonas-, algo vital para homogeneizar las temperaturas y minimizar el impacto del cambio climático'.

Con independencia del cambio climático, Manuel Toharia ve detrás de los incendios la mano del hombre: 'Los incendios tienen múltiples causas y la más importante es el hombre (ya sea de manera fortuita, por negligencia o voluntariamente, y entonces estamos ante un delito, que incluso puede causar pérdidas humanas). A mayor sequedad del aire y mayor temperatura, más riesgo. Pero en pleno verano, seco y caluroso, tanto ahora como hace 50 años e, incluso, dentro de otros 50 años, el riesgo es elevadísimo si hay una imprudencia o un delito, con o sin cambio climático. En esto, el calentamiento global va a influir menos que una buena política preventiva y educadora'.

De la misma opinión es Antón Uriarte: 'Los estudios indican que el número y la intensidad de los incendios en España han decrecido en la última década. Siempre se le puede echar la culpa al clima cuando ocurren, pero la mayor parte son por los pirómanos, que aprovechan días de calor y viento para provocarlos. En el incendio subterráneo de la turba de las Tablas de Daimiel está clara su causa: la desecación del terreno debida a los cientos de pozos que extraen agua de su acuífero para destinarla a los cultivos agrícolas'.

"Cambio climático", Silvia García Artiga

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