Durante la contrucción del Trieste, el batiscafo construido por Auguste Picard en 1953, se necesitó transportar el flotador de un astillero a otro, cruzando toda Italia. El transporte fue realizado por la empresa Peyrani y el relato del mismo se encuentra en el libro “Sobre las nubes bajo las olas“, Auguste Picard, Editorial Labor, Barcelona, 1966.
“Durante mucho tiempo hemos buscado una empresa que dispusiera del material necesario y ofreciese las garantías deseadas. Un día, circulando con nuestro Fiat por las calles de Milán, mi hijo y yo vimos repentinamente ante nosotros un transformador gigantesco, cargado sobre un remolque del cual tiraba un potente camión. Le pasamos delante, lo dejamos pasar a su vez, y así procedimos varias veces. El embalaje y el material del transformador, en conjunto nos inspiran confianza. Tomamos nota del nombre de la casa de transporte: «Peyrani, Torino». Esto motivó un cambio de correspondencia, después un viaje a Turín: por costoso y difícil que sea este transporte, Peyrani no quiere hacer de esto un negocio, puesto que se trata de investigaciones científicas. Si nosotros pagamos la gasolina y los gastos de policía, Peyrani cargará todo lo restante a la cuenta de sus gastos generales. Le agradecemos esta valiosa colaboración.
Entre Montfalcone y Castellammare di Stabia hay muchos pasos subterráneos, lo cual limita la altura de nuestro transporte a 4 metros. Aun cargado sobre el remolque más bajo posible, el casco, con su diámetro de 3,50 metros, pasará muy justo. Pero en la parte superior del flotador hay superestructuras que servirán para fijar electroimanes, válvula y quiosco, así como el dispositivo donde se fijará el gancho de la grúa cada vez que haya de lanzarse al agua el batiscafo, mientras que por debajo del flotador las planchas a las que irá fijada la cabina aumentan la altura total. Si se girara el flotador 90° para acostarlo sobre un lado, todavía tendríamos más dificultad en altura; y más aún en el sentido horizontal, ocupando demasiado sitio sobre la carretera.
La figura 7 muestra cómo hemos limitado las dimensiones de todos estos órganos de modo que si el flotador presenta una inclinación de 45°, quepan en un cuadrado de 3,50 metros de lado. Por consiguiente, decidimos inclinar 45° nuestro flotador. De este modo, colocados sobre el remolque, no pasará de 4 metros de altura ni de 3,50 de ancho.
Así fue cómo, a comienzos de enero de 1953, el flotador emprende su largo viaje. Contornea el Adriático, Venecia, toma la dirección Sur, atraviesa los collados cubiertos de nieve de los Apeninos, desemboca en la costa occidental y llega sin dificultad a Castellammare. Todo este recorrido lo realiza a una velocidad de 15 kilómetros por hora, custodiado por los tradicionales motoristas de la policía, que velan por su seguridad y la de los que transitan por la carretera. El viaje completo ha durado once días. En su camino se ha cruzado con otro transporte embarazoso: el fuselaje de un avión, asimismo inclinado 45°.
En las callejuelas de Castellammare, la población ve pasar con interés este misterioso artefacto; algunos ya adivinan un nuevo submarino.
A continuación le toca el turno a la cabina. Sus dimensiones permiten cargarla sobre el camión. A poca marcha, a partir de Terni, precedida y seguida también por agentes motoristas, atraviesa la campiña romana a lo largo de las antiguas vías. Pasa a la sombra del Coliseo. ¡Las preocupaciones del hombre han evolucionado! A través de las antiguas lagunas pontinas, Napóles y las cercanías de Pompeya, por la carretera abierta en la lava, llega a los astilleros de la Navalmeccanica. Esta vez ya se acabó el misterio y todo el mundo la espera impacientemente. Curiosa coincidencia: el transporte fue efectuado por la casa Danzas, de Basilea, que ya había llevado la cabina del globo FNRS desde Desenzano a Suiza. Entonces como ahora nos hemos quedado esperando la factura.“
En Heavy Motors Magazine hemos encontrado otro relato de un transporte de Peyrani, el del reactor de la central nuclear Enrico Fermi.
En el verano de 1961, el personal de la empresa Peyrani de Turín, líder del sector del transporte especial, los hermanos Peyrani y sus conductores tienen encomendada la tarea de transportar el reactor de la central de Trino Vercellese desde Beretti Torre cerca de Pavía hasta su destino.
Las fotografías son del Sr. Piero, uno de los conductores que tomaron parte en el transporte
A finales de los años cincuenta, el Ministerio de Industria, elabora un proyecto para la construcción de una central nuclear en Trino Vercellese a fin de acabar con la escasez de electricidad en esta zona del Piamonte. La concesión se otorga a Edison, que encarga la construcción del reactor a la General electric. El reactor se diseña, construye y transporta en menos de dos años, desde los establecimientos de Atlanta, en Estados Unidos hasta Trino Vercellese.
Por mar llega a Livorno en un barco mercante y de Livorno a Cremona con un pequeño ferry, a continuación se había previsto el transporte en tren hasta la central de Trino, pero los ingenieros de ferrocarriles advirtieron de la falta de capacidad estructural de varios puentes sobre los había de pasar el convoy. Por esta razón se decidió en el último momento llevar la pesada carga de Cremona a Trino, a bordo de una barcaza a lo largo del río Po.
La mala suerte hizo que el año 1961 lloviese poco, descendiendo el nivel del agua a lo largo del Po, alcanzando un mínimo histórico, por lo que los barcos podían navegar con seguridad sólo hasta Torre Beretti, unos kilómetros al norte de Pavía.
Por esta razón los contratistas se pusieron en contacto con Peyrani, una empresa con amplia experiencia en transportes especiales. Se instaló una grúa para izar el reactor, desde la barcaza situada en el muelle, y cargarlo en un remolque Cometto T61, situado en las inmediaciones del río. El remolque estaba enganchado a un viejo camión militar Diamond T y a un Kaeble Titán.
El motor Continental de 8 cilindros en línea del Diamond y el V8 del Kaeble no pudieron superar la pendiente de la orilla del río. Después de varios intentos, la preocupación de Peyrani iba en aumento y, casi por casualidad, apareció en escena un camionero que, con un viejo AEC Matador llevaba grava para arreglar la carretera. El conductor del camión fue invitado por Peyrani a ponerse al frente del Diamond, con un cable de acero, con lo que se consiguió subir la rampa.
Después de 6 días fueron cubiertos completamente los setenta kilómetros de viaje. El reactor alcanzó su destino en la central "Enrico Fermi", se instaló y se cargó con doscientas cincuenta y seis barras de combustible de uranio para comenzar a producir energía en la primavera de 1965. La central estuvo funcionando hasta 1985, cuando a raíz del referéndum de 1984, se la envió a la jubilación anticipada.
Aquel camión Kaeble aún se conserva en manos del Sr. Cesare Aliani di Faenza presidente del Circolo Italiano Camion Storici.
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