lunes, 4 de octubre de 2010

Grupos españoles de robótica

En España trabajan más de 60 grupos de I+D en el campo de la robótica, entre universidades y centros tecnológicos, sin embargo, nuestro pobre tejido industrial hace que muchos de sus diseños se acaben fabricando en empresas extranjeras. Aquí se desarrollan proyectos de robótica muy diversos, desde humanoides asistenciales a robots de limpieza, seguridad y rescate.

No llegan a media docena las empresas españolas que se dedican a la fabricación de robots de servicio o industriales.

Fatronik, con sede en San Sebastián, es una de estas. Se trata de un consorcio de empresas, lo que es lógico, dada la dimensión media de las empresas tecnológicas españolas.

Fatronik divide su actividad entre el diseño de máquinas asistenciales y el de robots industriales. Uno de sus proyectos, con cinco millones de euros de presupuesto aportado por 26 inversores privados, tiene como objetivo crear robots para rehabilitar pacientes sin movilidad o localizar a personas mayores. Los primeros prototipos son compactos (30 por 30 centímetros), equipados con ruedas y capaces de mover y monitorizar la mano inutilizada del paciente.

A finales de 2007, Fatronik vendió la licencia de fabricación de su modelo de robot Quattro a la empresa americana Adept. Es el brazo mecánico más rápido del mundo. Selecciona y clasifica hasta 300 piezas de fruta o pescado por minuto.

Brazo robótico Quattro.

Otra de sus creaciones, Roptalmu, diseñado para Airbus España, realiza agujeros de forma autónoma e inteligente en las grandes piezas de los aviones.

Robot Roptalmu.

Este robot ligero y portátil puede perforar de forma automática los componentes de un avión, tales como los largueros de las alas. El equipo se compone de una plataforma móvil automática y un robot taladrador con una movilidad de tres ejes. Una vez que la plataforma se coloca cerca de la pieza a mecanizar, el robot se fija al soporte de la pieza y se desplaza automáticamente sobre ella. ROPTALMU utiliza un conjunto de sensores y software de control para perforar todos los puntos previamente establecidos por los diseñadores del avión, de forma automática y segura.

Puede perforar aluminio, titanio y fibra de carbono. Una característica clave de ROPTALMU es su portabilidad. Si el sistema de producción se fija en el suelo, como en el caso de la maquinaria tradicional, es muy costoso prepararlo para trabajar sobre otro tipo de pieza. Una máquina convencional para hacer el mismo trabajo que ROPTALMU podría pesar 15 toneladas y requeriría grandes cantidades de energía eléctrica para mover cada uno de sus ejes. ROPTALMU pesa sólo tres toneladas.

Las piezas grandes de los aviones deben ser perforadas con miles de agujeros para el posterior montaje. Tradicionalmente, esto sólo se ha hecho con herramientas manuales o semi-automáticas.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Barcelona (Entre los que se encuentra Ángel Diéguez), junto con investigadores de otros siete países, han desarrollado el microrrobot I-Swarm, de tres milímetros cúbicos de volumen, una especie de araña artificial que se mueve y comunica en grupo, en pequeños enjambres. El proyecto europeo ha contado con un presupuesto de 4,4 millones de euros. Estos microbots podrían introducirse en el cuerpo de un paciente y cortar tejidos, liberar medicamentos o eliminar células muertas en laboratorios de biotecnología. El coste de fabricar en masa estos robots se ha estimado entre uno y cinco euros. Su aplicación a la cirugía, la medicina o la nanotecnología podría ser una realidad dentro de 10 años.

Según datos de la Asociación Española de Robótica (AER-ATP), existen 31.000 robots industriales en nuestro país, sobre todo en la industria de automoción y alimentación. Sólo Alemania, Italia y Francia nos llevan ventaja en Europa en este aspecto. Sin embargo, los robots destinados a tareas de limpieza, médicas, domésticas o de entretenimiento, aun están por llegar e inundarán el mercado dentro de unos años. Hoy suponen menos del 5% del total de robots en España.

La empresa Robotnik, con sede en Valencia y un total de 11 trabajadores, ha creado Rescuer y Guardian, con fines de seguridad, investigación y protección civil. Pueden subir y bajas escaleras, orientarse mediante GPS y sortear objetos con sensores láser, a pesar de su reducido coste de 25.000 y 8.000 euros respectivamente.

Robot Rescuer.

Alacrane, es una excavadora robotizada de un metro de altura, dotada con sensores láser, cámaras térmicas y GPS, que realiza rescates o desactiva bombas. Se ha creado en la Universidad de Málaga. Su brazo mecánico levanta 450 kilos. Lo han probado la Guardia Civil y los bomberos. Ahora falta un socio industrial para fabricarlo. En la Universidad de Málaga y en colaboración con Iberdrola, también desarrollan minirrobots para la inspección en el interior de turbinas.

Robot Alacrane.

En Barcelona un grupo de 18 ingenieros, liderado por Oriol Torres, han creado Reem B, un humanoide bípedo que camina, reconoce caras y manipula objetos con delicadeza. A comienzos de 2011 estará listo para competir con los avanzados modelos mayordomos japoneses. Lo construye la empresa Pal-Robotics, que tiene su sede en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos).

Robot Reem B.

La robótica de servicio será uno de los sectores más activos en los próximos años. La federación de robótica internacional (IFR) calcula que hay instalados 5,5 millones de unidades en el mundo. La cifra se disparará hasta los 17 millones en 2011, con un crecimiento del 209 %. Será difícil acudir a un hospital, a una tienda o a un centro de ocio y no toparse con algún sistema inteligente automatizado. Japón es el líder absoluto. A la investigación y el apoyo público se suman la apuesta de las grandes empresas. Su Gobierno destina a I+D+i el 3,5 % del PIB, frente al 1,27 % español.

El grupo de la Universidad Carlos III de Madrid es uno de los centros dedicado al diseño de robots asistenciales y de servicio. Cerca de 40 personas trabajan en nuevas versiones de los humanoides Maggie y RH1, y del brazo mecánico Asibot, capaz de alimentar a personas mayores y discapacitadas, y probado con éxito en el hospital nacional de parapléjicos de Toledo.

Según Miguel Salichs, responsable de investigación en la Universidad Carlos III, el reto es lograr robots que puedan relacionarse mejor con su entorno, andar sin dificultades y ser más autónomos. Faltan aun 10 o 15 años para conseguirlo.

La Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) dedica buena parte de sus recursos a la robótica de servicio, como el proyecto europeo Urus, que estudia la implantación en ciudades de redes de robots y sensores para mejorar la seguridad y el tráfico.

Robot Tibi, desarrollado dentro del proyecto europeo Urus.

En seguridad, la empresa Indra destaca con sus aviones no tripulados. Sus prototipos, Mantis y Albatros, de 1,5 y 4 metros de envergadura respectivamente, vigilan y toman imágenes. Su próximo proyecto se llama Pelícano, un helicóptero robotizado para misiones marítimas que estará listo en 2011.

Movi Robotics, una unión de empresas de Albacete, se ha especializado en robots de vigilancia en almacenes y aparcamientos. Las empresas catalanas Gutmar y Promaut han desarrollado el robot Aquiles II, una plataforma móvil que puede ser equipada con rayos X, visión nocturna y un brazo mecánico que desactiva explosivos, manipula cargas peligrosas e interviene en desastres naturales. Su coste oscila entre 150.000 y 200.000 euros.

Cognitive Robots, una empresa surgida de la Universidad Jaume I de Castellón, ha logrado incorporar un cerebro a vehículos conducidos manualmente. A base de software, sensores, y equipamiento adicional, esperan transformar fregadoras industriales, aspiradoras domésticas y cortadoras de césped en robots completamente autónomos. Una vez transformadas estas máquinas se las deja solas en su lugar de trabajo, en esos momentos mapean su entorno, se ubican y realizan la tarea. Cuando terminan se apagan y listo. Con sólo implantarse en el 1% de las fregadoras industriales, se controlarían 5.000 máquinas.

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