domingo, 6 de febrero de 2011

Pensar cuesta

El cerebro sale caro. Para empezar, se necesitan lípidos para construir el tejido cerebral. Además, los más necesarios son los lípidos poliinsaturados, que dado que carecemos de la capacidad para sintetizarlos, debemos recurrir a determinados alimentos para obtenerlos. Pero no solo en eso sale caro.

En reposo, al cerebro corresponde un 20% de la actividad metabólica total de una persona. Las cosas cambian cuando, en lugar de encontrarse en reposo, el individuo se encuentra realizando alguna actividad física, ya que bajo esas condiciones puede elevarse considerablemente el gasto energético debido a la coste actividad muscular. Pero en todo caso, un 20% del gasto metabólico total en reposo es un porcentaje muy alto, porque de ningún otro órgano cabe decir algo parecido. Al fin y al cabo, y salvo que los individuos en cuestión vivan en zonas muy frías o realicen una actividad física intensa, el cerebro es el órgano responsable de la principal parte de nuestro gasto metabólico. Casi la quinta parte de lo que comemos lo destinamos a su funcionamiento. No es poco.

El conocido fisiólogo Francis Benedict (1870-1957) quería saber en qué medida el gasto en que incurre el cerebro depende de la actividad intelectual que desarrolla, y con ese propósito midió el gasto que corresponde a diferentes niveles de esfuerzo mental. Para ello utilizó un grupo de estudiantes universitarios. Les pidió, para empezar, que no pensasen en nada; esto es, que tratasen de quedarse en blanco. Luego les pidió que realizaran rápidamente una serie de complejas operaciones aritméticas. Y en cada situación midió la tasa metabólica a los estudiantes.
El resultado obtenido sorprendió, en cierto modo, al doctor Benedict, puesto que encontró una diferencia realmente pequeña entre los dos niveles de actividad mental. De hecho, resultó que en una hora de intensa actividad mental sólo se gasta la energía contenida en medio cacahuete.

Pensar cuesta, pero no precisamente energía, el esfuerzo que hay que hacer es de otra naturaleza.

Otra cosa es la inversión en medios de investigación que se necesitan para que algunas mentes privilegiadas piensen. En la actualidad, la UE avanza lentamente en el terreno de la ciencia y la tecnología para acortar terreno al liderazgo de EE UU y Japón, a la vez que China reduce aceleradamente su retraso.

Los datos reflejan la insuficiencia del esfuerzo presupuestario: ante el objetivo de dedicar el 3% de PIB a I+D (En 2010), los Veintisiete están todavía en el 2,01%. España, recluida el año pasado en el pelotón de los moderadamente innovadores, debe esperar en 2011 un resultado semejante al puesto 18 entre 27 obtenido en el pasado ejercicio.

La crisis económica está teniendo un impacto sobre la actividad investigadora y científica. En este contexto, los rectores de las universidades europeas más implicadas en la investigación han hecho un llamamiento a impulsar la inversión pública para no perder competitividad. Los 22 rectores de campus como Oxford, Cambridge, Lovaina o la Universidad de Barcelona piden a los líderes de la UE que sean conscientes de la importancia de una inversión adecuada y a largo plazo en investigación básica para la competitividad de Europa.

Europa ha necesitado una década para avanzar del 1,86% al 2% del PIB europeo, es decir, 0,15 puntos, un ritmo que contrasta con el de China, que ha saltado en cuatro años del 1,3 al 1,5% de su floreciente PIB. Japón destina a investigación el 3,4% de su riqueza y Estados Unidos el 2,7%.
El listón del 3% fijado en 2000 en la cumbre de Lisboa para el final del primer decenio de este siglo no se ha llegado a alcanzar. Hay diferencias notables por países. Alemania o Francia, Suecia o Dinamarca superan ampliamente la media europea, según los registros de Eurostat y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). España mejoró en años pasados años pero sigue en posiciones de cola.


En Europa, la inversión pública en I+D tiene más peso que en otros polos económicos. De ahí la importancia de las políticas gubernamentales en este ámbito. El 45% de la inversión en I+D es pública en la Unión Europea. No pasa lo mismo en Estados Unidos donde es solo el 33%; ni en Japón o Corea del Sur, donde el porcentaje de aportación pública no llega al 30%.

Japón supera a toda la UE en patentes totales registradas en la Oficina Europea por millón de habitantes, según Eurostat. Tiene inscritas 161 por cada millón de habitantes cuando la Unión Europea tiene 116, aunque países como Alemania y Dinamarca están por encima de Japón.
El número de patentes registradas por un país es relevante, pero no significa necesariamente que se esté explotando ese descubrimiento, casi el 80% de las patentes se fundan en la investigación básica pero hay muchas que quedan en vía muerta sin explotar.

El objetivo de la comisaria de Investigación e Innovación, Máire Geoghegan-Quinn, es que ese 3% del PIB para la ciencia se reparta entre un 1% con fondos públicos y un 2% de procedencia privada.

Si en Europa países con consolidada tradición científica como los nórdicos, Alemania y Reino Unido se mantienen en cabeza, en la escena internacional Estados Unidos hace bueno ante la UE su instinto de innovación y una China potente comienza a aparecer en el horizonte. India no acorta tanto su desventaja.

Suecia, Finlandia y Dinamarca, encabezan el Índice Altran como países europeos con mayor capacidad de innovación, al igual que lo hicieran en la edición del año 2005 (los tres alcanzan valores por encima del 0,80 en el índice). No obstante, en esta ocasión los estados de los grupos de innovación media baja mejoran sus posiciones relativas con respecto a las ocupadas por las tres economías nórdicas que lideran el ranking.

Dentro de los países con capacidad media de innovación se encuentran, con valores del Índice Altran entre 0,56 y 0,72, Holanda, Islandia, Noruega, Bélgica, Irlanda, Francia, Reino Unido y Alemania.

España, en el puesto 12 de la clasificación, representa uno de los principales avances, ya que casi dobla su valor del Índice Altran en 2010 respecto al año 2005 (pasando de un valor de 0,24 a 0,47). Además, ocupa la primera posición del grupo de países con capacidad baja de innovación, logrando un valor muy próximo al de la media de la Unión Europea (0,471). Así, si sigue incrementando su potencial innovador, podría entrar en el grupo de países de capacidad media y superar la media de la Unión Europea.

La distribución de la capacidad innovadora por ámbito geográfico muestra una menor capacidad de innovación tanto en los países del Sur de Europa como en los países del Este,
mientras que las economías de capacidad media se encuentran principalmente en Europa Central, Noruega e Islandia. Los países de capacidad innovadora alta se corresponden con países del Norte de Europa.

En lo referente al indicador de Inversión en I+D+i como tanto por ciento del Producto Interior Bruto (PIB), nuestro país ocupa el puesto 14º en la edición de 2010 con valor del 1,35% del PIB (dato correspondiente a 2008, último año con información validada por la UE). Este ranking lo lideran países nórdicos como Suecia, Finlandia o Dinamarca, que tienen un alto potencial innovador.

El Índice Altran de Potencial Innovador 2010 se basa en un modelo matemático que relaciona los valores de cuatro componentes con la variable inversión en I+D como tanto por ciento del PIB.

- Población activa con educación superior: el ranking de población con educación superior lo encabezan de nuevo países del Norte de Europa como son Finlandia, Dinamarca y Noruega. España ocupa la posición 10 y asciende un puesto con respecto a 2005 con un porcentaje de población activa con educación superior del 29,24%. Cierran la clasificación con un porcentaje inferior al 20% un grupo de siete países entre los que se encuentra Austria y de los cuales cuatro no superan el 15%, como son Portugal, República Checa, Italia y Rumanía.

- Empleo en servicios de alta tecnología: tiene en cuenta el porcentaje de trabajadores en sectores tales como las telecomunicaciones, las TIC o los servicios I+D. El ranking sitúa en primer lugar a Suecia con un 5,07% de empleo, seguida de Finlandia y Holanda. Nuestro país, con un valor del 2,95%, ocupa el puesto 15 y experimenta un crecimiento del 25,5% con respecto a los resultados de hace cinco años (2,35%).

- Investigadores en sector empresa: representa el porcentaje de investigadores que aporta el sector privado al sistema de innovación. Austria, Suecia y Dinamarca superan el 60%, acercándose al objetivo fijado por la Unión Europea para 2010 en la Cumbre de Lisboa de que dos tercios de la I+D total de los países se realicen por parte del sector privado empresarial. España se encuentra en la posición 16 con un 35,41%, por lo que asciende un puesto en el ranking al registrar un incremento del 19,6% con respecto a 2005 (29,6%).

- Empresas con acceso a Internet de banda ancha: el uso y la adopción de las TIC, como el despliegue de la banda ancha en el acceso a Internet de las empresas, es uno de los factores que mejoran el potencial de innovación. España ocupa el 2º puesto del ranking con una penetración de banda ancha superior al 90% cuando la media de la UE se sitúa en torno al 80%.

La evolución del Índice Altran en el último año 2010 muestra una disminución de la distancia entre los grupos de capacidad de innovación media y baja y el grupo de capacidad alta, así como diferencias de crecimiento en los distintos países europeos.

Los países que encabezaban el ranking del Índice Altran en 2005, Suecia, Finlandia y Dinamarca, siguen encabezando la clasificación también en el año 2010, sin haber cambiado sus posiciones de alto potencial innovador.

España es el país que mejor avance registra entre 2005 y 2010; su valor del Índice Altran se incrementa en un 97% respecto del valor que tenía en el año 2005 (pasa de 0,24 a 0,47
sobre un máximo de 1). Esto hace que España reduzca y casi elimine su distancia con respecto a la media de la UE (0,47) en 2010.

- Incremento de la inversión en I+D+i como porcentaje del PIB: Los mayores incrementos los registran aquellos países que partían de una base de inversión relativamente baja, como Portugal o Rumanía, con incrementos superiores al 40%. España muestra una mejora considerable cercana al 30%. El resto de países presentan incrementos inferiores al 20%. Por su parte, Noruega, Islandia, Francia y Holanda presentan disminuciones relativas en la inversión en I+D+i.

- Incremento de la población activa con educación superior: España
presenta un crecimiento medio en población activa con educación superior (16,1%). Los países que más crecen entre 2005 y 2010 son los de capacidad baja, encabezados por Polonia, Portugal y Rumanía, que partían de una base muy baja, inferior al 15% de la población activa.

- Incremento del empleo en servicios de alta tecnología: España es el país
que más crecimiento ha experimentado con un incremento superior al 25%, seguida de Portugal y Polonia. En el otro extremo del gráfico hay países como Islandia, Austria o Francia, con disminuciones relativas cercanas al 10%.

- Incremento de los investigadores en sector empresa: Los países que mayor crecimiento han presentado son países de capacidad baja como Portugal, Hungría, Polonia o España, con crecimientos que van desde el 20% al 40%. Rumanía o Reino Unido presentan disminuciones superiores al 20%.

- Incremento de las empresas con acceso a Internet de banda ancha: Los países que en 2005 mostraban una base muy baja de partida (20% de las empresas o menos), como Rumanía, Grecia, Islandia, Irlanda o República Checa, son los países que más avance presentan. Nuestro país presenta un incremento del 80% en el porcentaje de empresas conectadas a banda ancha, pasando del 51% al 92% de
las compañías.

España, pese a situarse en el grupo de países con capacidad baja, posee unos valores para sus indicadores superiores a la media de dicho grupo. De los cuatro indicadores analizados, nuestro país registra valores superiores a la media del grupo de baja capacidad en tres de ellos y prácticamente iguala la media del indicador investigadores en sector empresa.

Los objetivos de crecimiento para España están ligados a la capacidad de los distintos agentes que componen el sistema de I+D+i de accionar en su justa medida las palancas motoras del progreso y la innovación. Así, el estudio plantea una serie de metas a corto y a largo plazo para posicionar a nuestro país entre las economías más innovadoras y situarla hasta niveles de los países de capacidad media y alta.

- Indicador de población activa con educación superior: España dispone de un adecuado nivel, si bien a largo plazo debería incrementar en algo más de 1.167.000 personas para situarse en los niveles de los países de capacidad alta de innovación. además, debería rentabilizar al máximo sus recursos humanos y aprovechar su mano de obra cualificada.

- Indicador de trabajadores en servicios de alta tecnología: España debería crear 179.000 puestos de trabajo y alcanzar a largo plazo un incremento de los 363.000, lo que supondría un aumento del 61%, respecto a los niveles actuales de 2010.

- Indicador de número de investigadores en el sector empresa: Deberá crecer en una cifra superior a los 116.000 investigadores frente a las 46.376 existentes en la actualidad.

- Indicador de empresas con acceso de banda ancha: No sería necesario realizar ningún incremento al tener ya un valor adecuado.

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