El 22 de diciembre pasado la administración norteamericana aprobó el diseño de un nuevo reactor, el primero en más de dos décadas. Se trata del AP1000, de Westinghouse-Toshiba, que puede permanecer sin refrigeración hasta 72 horas (Fukushima explotó en menos de 12 horas sin suministro eléctrico de emergencia), ya que utiliza sistemas naturales para enfriar el núcleo.
La NRC anunció entonces que aprobaba por unanimidad la licencia genérica del AP1000, que luego debe adaptarse a cada emplazamiento. En 2006 ya autorizó una primera versión del reactor, pero después endureció las normas para resistir el impacto de aviones, lo que obligó a recomenzar el proceso. Este es el primer reactor de la llamada tercera generación aprobado en EE UU, aunque hay otros en espera.
La NRC señala en un comunicado que el AP1000 “incluye sistemas de seguridad pasivos que enfriarían el reactor después de un accidente sin necesidad de intervención humana”.
Los llamados sistemas pasivos son los que utilizan leyes físicas que no fallan, igual que una chimenea bien diseñada siempre elimina el humo. Así, hay almacenes nucleares que se refrigeran por convección, sin necesidad de ventiladores.
Construcción de la central china.
Con la aprobación de la licencia, las eléctricas de EE UU ya pueden adaptarlo. Westinghouse espera comenzar a construir dos centrales en Carolina del Sur y Georgia en unos meses. Ya tiene dos AP1000 en construcción en China, los de Sanmen, cuyo primer reactor debe arrancar en febrero de 2013, pero son de la versión anterior.
El visto bueno de EE UU tiene implicaciones que van mucho más allá. El Consejo de Seguridad Nuclear español, por ejemplo, sigue las directrices de EE UU. Otros países tienen su propio proceso. Francia aprobó el diseño EPR, con las primeras unidades en construcción en Finlandia y Francia. Reino Unido está evaluando ambos y General Electric-Hitachi tiene en desarrollo su propio diseño, el ESBWR. Otros países —Rusia, China, Corea...— poseen su propia tecnología, pero para el mundo occidental, el abanico de oferta de nuevos reactores se reduce porque en dos décadas los fabricantes se han ido fusionando.Así, la principal carrera es ahora entre el EPR de Areva (estatal francesa) y el AP1000. El AP1000 ha apostado por la sencillez y por buscar diseños pasivos simples, mientras que el EPR ha optado por hacer un reactor más grande y potente y más seguro a base de multiplicar los sistemas de seguridad.
Westinghouse presume de esa sencillez. Según la compañía, su diseño utiliza un 50% menos de válvulas, un 35% menos de bombas, un 80% menos de tuberías y un 85% menos de cables que los modelos existentes o que el EPR.
El EPR lleva retrasos y sobrecostes en Finlandia y Areva acaba de anunciar pérdidas millonarias meses después de despedir a su presidenta.
La energía nuclear vive en una encrucijada. Después de años de anunciar un renacimiento nuclear —más en los planes que en obras, y principalmente en países emergentes—, llegó Fukushima. El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) rebajó en septiembre un 8% sus proyecciones sobre construcción de nuevos reactores. El organismo calcula que la potencia instalada pasará de los 367 gigavatios actuales a entre 501 y 746 en 2030. En el pasado, el OIEA había sido más optimista sobre el futuro nuclear.
En España, las eléctricas no tienen planes para construir nucleares, ya que cuentan con potencia eléctrica de sobra. Eso no implica que no sigan los avances. Endesa anunció solo dos días antes de Fukushima un acuerdo con Westinghouse para compartir la tecnología del AP1000. La compañía eléctrica tiene tres ingenieros en EE UU conociendo el nuevo reactor. Con el rechazo en Europa occidental tras el apagón nuclear en Alemania, Suiza y Bélgica y los retrasos en Italia, las empresas se han lanzado a Europa del Este. Westinghouse tiene la esperanza de que estos construyan nucleares para exportar electricidad al centro de Europa, donde hay un agujero nuclear en Alemania, Austria, Bélgica, Suiza e Italia, sin programas atómicos.
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