Las olas gigantes dejaron de ser una leyenda, a la que se atribuyó en varios siglos la desaparición o naufragio de decenas de barcos, a partir de 1995, cuando se obtuvo en la plataforma petrolífera Draupner, en el Mar del Norte, una rigurosa medición científica de una de esas ondas espontáneas del océano de proporciones gigantescas. Un año después del Prestige, la Agencia Espacial Europea incluso consiguió una de las raras imágenes que existen sobre este fenómeno.
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