Pertenece a una nueva generación de agricultores urbanos que no quisieron aislarse del mundo en una finca lejana a la ciudad. Sobre una azotea construyó un inmenso huerto a cinco pisos de altura en el barrio de Brooklyn. Allí crecen las tomateras, engordan las coles y despuntan los espárragos. Libres corretean los conejos, cacarean las gallinas y trabajan las abejas en sus colmenas.
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