miércoles, 26 de julio de 2017

El plástico en la cadena trófica


La bióloga marina Linda Amaral tiene el dudoso honor de haberle puesto nombre a un nuevo ecosistema terrestre, la plastisfera. El término se inspira en biosfera, que engloba a todos los seres vivos que hay sobre el planeta. Desde hace años, esta investigadora del Laboratorio de Biología Marina en EE UU —después del verano comenzará a trabajar en el Real Instituto de Investigación Marina de Holanda— ha estado recorriendo mares y océanos para recolectar muestras de plástico. Algunos cálculos señalan que hay hasta 245.000 toneladas de plástico en el mar y cada año llegan otros ocho millones de toneladas. Los efectos más visibles de este basurero flotante son los animales atrapados o intoxicados por los trozos más grandes. Es solo la punta del iceberg, pues la mayoría de los fragmentos que hay en el mar tienen el tamaño de un trozo de confeti o menos. Estos materiales están cambiando la esencia de los océanos, dice Amaral (Massachusetts, 1968), aunque aún apenas se sabe cómo ni cuánto. De visita en Madrid para participar en un simposio organizado por la Fundación Ramón Areces, Amaral explica en esta entrevista por qué los microbios pueden ser la respuesta.




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