miércoles, 4 de octubre de 2017
Investigación civil o militar
Los satélites artificiales. El horno microondas. Los radares. El GPS. Internet. Los drones. Todos estos inventos surgieron gracias a la investigación militar, y luego han pasado a formar parte de la vida del común de la ciudadanía. El ámbito de la defensa ha sido durante décadas impulsor, por no decir creador, de alguno de los principales avances tecnológicos para toda la población. Los ejércitos inventaban y después todos lo aprovechábamos. Pero eso ya no es así. “Podemos decir que la tendencia se ha invertido. Ahora el trasvase tecnológico es más de lo civil a lo militar y, además, las líneas se han difuminado”, indica el capitán Carlos Calderón, de la Subdirección General de Planificación, Tecnología e Innovación (SDGPLATIN) del Ministerio de Defensa.
El cambio está claro. No hay más que fijarse en el gasto público: en 1994, los gobiernos invertían un 3,2% del PIB mundial en presupuestos de Defensa, según el registro del Banco Mundial. Desde entonces la cuesta abajo ha sido prácticamente permanente hasta el 2,2 actual. En España el descenso en el mismo periodo va del 2,2 al 1,2%. La tendencia es similar en países como Estados Unidos (del 5,4 al 3,3), Francia (pasa del 3,4 al 2,3) o de manera menos pronunciada en China (del 2,5 al 1,9). Los mismos registros apuntan a un aumento del gasto público en Investigación y Desarrollo: mientras el militar descendía, la innovación civil iba abriéndose paso hasta colocarse en un porcentaje casi parejo (2,1 mundial), especialmente en el caso de España, que en los 90 no superaba apenas el 0,7% del PIB y ahora está por encima del 1,8.
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