jueves, 1 de marzo de 2018

Las bodegas de Calabarra - Valencia


En la revista "La ilustración española y americana" del 22 de junio de 1896 aparece este noticia relativa a las bodegas de Calabarra.

VALENCIA.

Las bodegas de Calabarra.

En el feraz valle de Calabarra, de la provincia de Valencia, hay una hermosa posesión que lleva el nombre de aquél. Vínculo en remotos tiempos del ducado de Gandía, es hoy una de las muchas riquezas del propietario valenciano don Manuel Gómez Gómez, quien, cansado de los tropiezos de las añejas prácticas agrícolas, ha querido colocar su finca á la altura que aconsejan los modernos conocimientos de las ciencias y de la industria.


Fácil y prontamente se recorren, entre viñedos, olivares y algarrobos, los 28 kilómetros de buena carretera que separan la ciudad de Valencia de la extensa granja. Al entrar en ella, los grandes cuadros de verde claro de sus viejos viñedos, las manchas de verde plateado que forman los grupos de sus frondosos olivos, el matiz obscuro de las plantaciones de algarrobos, y los variados tonos de color de la exuberante vegetación de su huerta, todo perfectamente cultivado, predisponen agradablemente al visitante, que se ve sorprendido por la magnitud do los edificios y la disposición cuidadosa de las distintas instalaciones y dependencias.


Entre todas ellas, entre las modernas fábricas para alcohol, aceite, instalación de riego, almacenes, cuadras, corrales y selecto material agrícola, llama la atención por su importancia y disposición lo que podemos llamar fábrica de vino y las bodegas que nuestros grabados representan.


Transportada la uva de los viñedos por los carros de la finca á las grandes tolvas donde la descargan, dos norias especiales la elevan y vierten en las estrujadoras, que fabrican fácilmente ciento treinta hectolitros de mosto por hora.


La presión del orujo se obtiene con potentes prensas hidráulicas, cuyas vagonetas-jaulas se transportan por vía férrea hasta el pie de las cubas de fermentación. Pone en movimiento la maquinaría un pequeño motor de vapor de cuatro caballos que da abasto á la gran fuerza que exigen las prensas, utilizando los momentos de calma en el estrujado, y almacenando el excedente de fuerza de la máquina en un acumulador hidráulico de cincuenta mil kilogramos, lo que, unido á un ingenioso multiplicador de presión, permite una primera presión en las prensas de cincuenta kilogramos por centímetro cuadrado, y una segunda de cien kilogramos.


Todo está dispuesto para con el mismo material poder fabricar mostos blancos ó tintos y vinos secos ó dulces.

Bajo las cubas de fermentación puede alojarse cómodamente pipería. La más escrupulosa limpieza está asegurada mediante el agua que suministra en abundancia una cañería que recorre todos los cocederos.


Aprovechando el declive del terreno, dichos cocederos y las bodegas, enterrados tres metros, tienen su suelo de nivel con el del patio de las fachadas principales.

El sistema de ventilación de las bodegas es curioso y ha sido objeto de detenido estudió. Doble y ligera cubierta, ventanas, entradas y salidas de verdaderos chorros de aire, que circulan por el interior de los muros y bodegas, todo convenientemente dispuesto, asegura una temperatura adecuada, que, en ocasiones, es 16º centígrados menor que la exterior.

El proyecto de las bodegas de Calabarra es debido al ingeniero agrónomo español D. Rafael Janini, quien, encargado de la dirección facultativa de la explotación, ha calculado todo hasta en sus menores detalles, y dirige personalmente las vendimias y trabajos de bodega, secundado con gran acierto por el hijo mayor del Sr. Gómez y el perito agrícola D. Leopoldo Hernández.

La mayor parte de la maquinaria ha sido construida en los talleres de La Maquinista Valenciana, que con tanto éxito dirigen los Sres. Climent y Sanjuán,

De nuestros grabados de las págs. 372 y 373 podrán deducir los lectores la importancia de estas bodegas.

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