En Florencia, en el museo dedicado a Galileo, destaca la reliquia de su dedo corazón que se muestra seco y erguido ante la mirada del visitante. Según cuentan las crónicas, aquel dedo fue cercenado de su mano junto a otros dedos.
El suceso ocurrió en 1737, casi cien años después de que Galileo muriese, cuando los restos de su cuerpo fueron llevados a la Basílica de la Santa Croce, en Florencia, para recibir sepultura. Durante el traslado, el cuerpo de Galileo sufrió el fanático asalto de sus seguidores y los trozos de su cadáver se repartieron por toda Florencia como reliquias mágicas que atraían la suerte. Resulta paradójico que el hombre que inauguró el método científico moderno y para el cual todo estaba sujeto a cálculo -incluso el infierno de Dante-, acabase sirviendo a la superstición.
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