jueves, 21 de junio de 2018

La tumba olvidada de Ibn Batutta


Tánger alberga el mausoleo del explorador que en el siglo XIV recorrió el mundo durante más de 30 años.

Ibn Battuta (o, para ser más exactos, Shams ad-Din Abú Abd Alá Mohammed ibn Ibrahim ibn Mohammed ibn Ibrahim ibn Yussuf al-Lawati at-Tanji) no se detuvo en La Meca. Visitó también Medina y, cumplimentado el viaje religioso, siguió hasta Palestina, Siria, Irak, Persia, Turquía, Afganistán, el País de Sind (actual Pakistán), India, las islas Maldivas, Ceilán y China.

De su periplo, que tardó tres décadas en culminar, dejó un maravilloso libro de relatos que compite con su coetáneo Marco Polo, con un grado de precisión –y seguramente de veracidad– mucho mayor.

Ibn Battuta regresó a Tánger en 1354, pero todavía se animó a realizar nuevas travesías por Al-Andalus y Sudán y llegó hasta Tombuctú. Al regresar a Tánger para ya no moverse nunca más hasta su muerte afirmó que lo más bonito que había visto en todas sus aventuras era su propia ciudad.


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