viernes, 22 de febrero de 2019

Indianas


La Barcelona industrial estuvo estrechamente ligada en sus inicios a unas telas de algodón estampadas que, por sus orígenes asiáticos, recibieron el nombre de indianas. El desarrollo de una importante manufactura de indianas convirtió la capital catalana en una de las principales ciudades manufactureras de Europa a finales del siglo XVIII. Esta manufactura fue capaz de generar las condiciones económicas, tecnológicas e institucionales que hicieron posible, durante la primera mitad del siglo XIX, la aparición de la industria moderna, y situó Barcelona entre las ciudades pioneras de la industrialización europea.


Durante el siglo XVIII, el comercio barcelonés experimentó un cambio fundamental: la apertura al Atlántico. El desarrollo de los intercambios con el norte de Europa y las colonias americanas (ya no solo a través de Cádiz, sino también directamente) creó un modelo comercial caracterizado por la plena integración de Barcelona, y de Cataluña, en los circuitos del gran comercio internacional. Gran parte del éxito de este modelo se basaba en la exportación de aguardiente a los mercados del norte de Europa y en la reexportación de tejidos norteuropeos y mediterráneos hacia América.


Un nuevo producto había alcanzado una importancia creciente en el comercio mediterráneo tradicional: las telas de algodón estampadas, denominadas indianas. Durante la segunda mitad del siglo XVII estos tejidos, procedentes inicialmente de Asia pero producidos también en ciudades como Alepo y Esmirna, se difundieron ampliamente por el Mediterráneo occidental, siendo Marsella y Liorna sus principales puertos redistribuidores. Las indianas llegaron a Barcelona durante las primeras décadas del siglo XVIII y la ciudad se convirtió no tan solo en un importante mercado, sino también en un centro redistribuidor de estas telas hacia Cataluña y el resto del estado.

La existencia de un mercado consolidado de indianas en Barcelona propició que entre 1736 y 1738 aparecieran las primeras iniciativas empresariales para fabricar tejidos estampados en la ciudad. Esta nueva industria, sustitutiva de importaciones, surgió como resultado de la combinación del capital mercantil y las habilidades artesanales. Comerciantes, tenderos y maestros artesanos, muchos de ellos vinculados al trabajo textil, impulsaron las nuevas fábricas de indianas, recorriendo en un primer momento a técnicos extranjeros para obtener los conocimientos necesarios para la elaboración de los colores y para el proceso de estampación.

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