lunes, 5 de agosto de 2019

Mujeres canarias


Desde el comienzo de la Primera Guerra Mundial, los británicos tuvieron problemas para producir la cantidad de armas y municiones que requerían las fuerzas armadas del país. Después de varios ataques mordaces de la oposición y los medios de comunicación en 1.915, el gobierno británico aprobó la «Ley de Municiones de Guerra de 1.915» para aumentar la supervisión y la regulación gubernamental de la industria.


Para maximizar la producción de municiones, las empresas privadas que suministraban a las fuerzas armadas quedaron bajo el estricto control del recién creado Ministerio de Municiones. Se reglamentaron los salarios, las horas y las condiciones de empleo. Asimismo se prohibieron las huelgas y el abandono del puesto de trabajo sin el consentimiento del empleador. La ley también obligó a las fábricas a emplear mujeres debido a la escasez de hombres sanos, la mayoría de los cuales luchaban en la guerra. Al final de la guerra, el gobierno británico contaba con más de 4.000 fábricas de municiones bajo su control, empleando a casi un millón de trabajadoras.

Muchas mujeres trabajaron con trinitrotolueno (TNT), que se usa en la fabricación de explosivos, y cordita, que se usa como propulsor en cartuchos. Cuando se desprende cordita, los gases en expansión expulsan balas y proyectiles fuera del cartucho y fuera del cañón. La fabricación de TNT y cordita involucra sustancias corrosivas tales como ácido sulfúrico y nítrico. Los humos de estos ácidos le dieron a la piel y al cabello de muchas mujeres un color amarillo, lo que les valió el apodo de «Canary Girls» (mujeres canarias).



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