miércoles, 4 de diciembre de 2019

África y sus tasas de crecimiento de más del 5%


El auge de África y la creciente toma de conciencia por parte del resto del mundo de que el continente constituye un mercado y una oportunidad de inversión importantes han sido celebrados por una multitud de autores, columnistas y analistas.


China fascinó al mundo en las dos últimas décadas con sus altas tasas de crecimiento. Sin embargo, en el 2019 casi la mitad de las economías con mayor crecimiento del mundo serán africanas, según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otros analistas económicos.


Entre esos países figuran Ghana (que se prevé que sea en el 2019 la economía con mayor crecimiento del mundo, con una tasa de un 8,8%), Etiopía (7,7%), Costa de Marfil (7,5%), Senegal (6,7%) y Tanzanía (6,6%). Y ello frente al peor comportamiento de algunas de las economías tradicionalmente más grandes de África, como Nigeria (con una tasa de crecimiento de un 2,3%) y Sudáfrica (1,2%).


Dos preguntas son importantes. La primera es, ¿por qué? ¿Qué impulsa el crecimiento de África? La segunda se refiere a la calidad de ese rápido crecimiento económico. ¿En qué medida ha transformado la vida de muchos africanos pobres?

Las altas tasas de crecimiento están impulsadas por una combinación de factores interrelacionados como, por ejemplo, la recuperación de los precios de los recursos naturales de los que dependen diversas economías africanas (aunque también se ha registrado crecimiento en países que no dependen de esos recursos, como Etiopía, Ruanda y Senegal).


Otros factores incluyen un mayor acceso a los mercados de capital, la inversión extranjera y la población. Los recursos naturales siguen siendo un importante estímulo en el relato del crecimiento africano. El mundo industrializado sigue necesitando recursos naturales como el petróleo, que ha ayudado a impulsar el crecimiento de China, y algunos minerales. El principal motor del crecimiento estelar de Ghana es el petróleo, aunque la agricultura ocupa el segundo lugar.


En muchos países africanos, el crecimiento demográfico ha dado lugar a un aumento de la demanda; sobre todo, a medida que crecía la población joven en unas economías nacionales impulsadas principalmente por el consumo.


La población del continente aumentó en 30 millones entre el 2017 y el 2018. Ese crecimiento ha impulsado el crecimiento del PIB en países donde se combinaban altas tasas de fecundidad y rápida urbanización.


Sin embargo, la parte negativa de ese aumento de la población es que sigue siendo necesaria una disminución de las tasas de fecundidad para que el crecimiento del PIB sea sostenible, porque el crecimiento económico se sitúa por detrás del crecimiento demográfico en la mayoría de los países africanos. El factor más importante en el crecimiento de África quizá sea el concepto y el impacto de la globalización.

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