martes, 30 de marzo de 2021

El eclipse total de sol del 30 de agosto de 1905

Informe sobre la observación del eclipse total de sol del 30 de agosto de 1905

En Cistierna, Provincia de león, España

Elección de la estación

Según diversos estudios publicados antes del eclipse, la duración máxima de la totalidad se encontraría en el Océano Atlántico, junto a las costas españolas, por lo que cabía escoger un lugar en tierra firme cerca del punto correspondiente. En este sentido se mostraba favorita la provincia de Asturias, pero tenía en su contra un cielo normalmente nublado. A continuación se encontraban las provincias de León y Palencia, separadas del océano por la cadena de los montes Cántabros. Ambas poseen un clima seco en verano y una gran posibilidad de colocar la estación a altitudes de 800 a 1.000 metros lo que las hacía inmejorables candidatas. Por otra parte, muchas otras expediciones se dirigirían más hacia el Este, en las provincias de Burgos, Soria, Teruel y Castellón, más rápidamente accesibles por mar o por ferrocarril.

Me afiancé en mi opinión después de la lectura de una Memoria de M. Angot sobre la distribución de lluvias en la Península Ibérica, de un trabajo de D. Antonio Tarazona, astrónomo en el Observatorio de Madrid, y de las indicaciones particulares del director del Observatorio de Madrid, D. Francisco Íñiguez, que ya había colaborado con numerosos astrónomos venidos a España para el eclipse del 28 de mayo de 1900. 

La localidad de Cistierna, en la parte norte de la provincia de león, había atraído mi atención por encontrarse en la confluencia de una vía férrea y la linea central del eclipse. El mapa le asignaba una altitud de 930 metros, un lugar abrigado del norte por las montañas y bien abierto hacia el sur. Por esta razón, unos meses antes realicé un reconocimiento de este lugar. La proposición que realicé al Bureau des Longitudes fue aceptada.

El 26 de abril tuve el honor de visitar en Madrid a M. Íñiguez y el observatorio que dirige. Los preparativos para la fotografía y la espectroscopia estaban ya muy avanzados. El señor Íñiguez me entregó también cartas de recomendación para D. Laureano de Irazazabal, Gobernador Civil de la provincia de León y D. Mariano Domínguez Berrueta, profesor de física y química en el Instituto de león. De las informaciones recogidas en último lugar por M. Íñiguez se desprende que de entre todas las estaciones del ferrocarril de La Robla a Valmaseda, Cistierna ofrecía más recursos y una explotación minera dirigida por ingenieros franceses.

Llegado a león el 28 de abril a la mañana, me estaban esperando en la estación los señores Berrueta y de la Puente, profesores en el Instituto, que se pusieron a mi disposición cortésmente, y me mostraron los admirables monumentos de su antigua ciudad. El señor Berrueta me mostró sus observaciones meteorológicas, confirmando el pronóstico favorable sobre la climatología.

El gobernador civil de León se compromete a prestar la ayuda necesaria, conforme a las instrucciones expresas del Gobierno español, en particular la vigilancia del material científico y los instrumentos alojados en las tiendas de campaña que protegerán los miembros de la guardia civil. D. Laureano de Irazazabal me comunicó los nombres de los directores e ingenieros de las principales sociedades industriales de Cistierna y alrededores, por si fuese necesario su concurso para los objetivos de la observación.

Después de recibir la lista del gobernador recibí la visita de una de estas personas M. André Pontvianne, nacido en Francia y desde hace tiempo residente en León y que ha dirigido en la región de Cistierna importantes trabajos, en particular la construcción de una linea de ferrocarril para las minas de carbón del valle del Esla. Se ofreció a encargarse de los estudios y trabajos preparatorios y de asegurarnos alojamiento satisfactorio. 

Al día siguiente, 29 de abril, viajamos a Cistierna, un trayecto de 70 km que se realiza en un tiempo de 3 a 5 horas, con la lentitud habitual en las lineas ferroviarias secundarias en España. El terreno, plano y cultivado en los alrededores de León, toma aquí un aspecto más áspero. Las aguas del Esla bajan negras debido al lavado del carbón, en un curso menos torrencial después de salir de las montañas rocosas y áridas de los picos de Europa. Al Nordeste la masa aislada de Peña Corada domina el valle de Cistierna con sus 900 metros sobre el nivel del mar. En sus laderas las cabras comen hierba entre los robles. En la vega los canales de riego permiten cultivos de forraje y legumbres. Las arboledas de nogales y álamos protegen la población de los vientos del Norte.

Al lado de la estación del ferrocarril se levantan dos edificios en donde se alojan los empleados de la vía y los que trabajan en la explotación y el transporte del carbón. Después de informarnos llegamos a la conclusión de que estas viviendas servirían para alojar a los miembros de la expedición. Por otra parte, cerca de la estación no es un lugar adecuado para el observatorio. La manipulación del carbón, los vientos del Norte que descienden por el valle del Esla, el cruce de dos carreteras y los campos de cereales pisoteados por los animales domésticos levantan polvo peligroso tanto para las placas fotográficas, como para los espejos plateados. Se dispone de dos caminos para el transporte de los instrumentos delicados hasta el puesto de observación, sin haber de hacerlo por senderos pedregosos. El primero sigue el valle del Esla, pero los vientos del Norte encajados entre las dos pendientes hacen que no sea recomendable ara la toma de imágenes bien definidas. El que se dirige hacia el Este se eleva sobre las primeras pendientes de Peña Corada y permite acceder a unos terrenos sin sembrar y abiertos hacia el Sur y bastante abrigados al Norte. La misión podría encontrar aquí el espacio necesario con una conveniente inclinación para instalar los instrumentos. El terreno comunal pertenece al ayuntamiento y podría ser ocupado de forma gratuita, de lo cual el alcalde de Cistierna, D. José García, se ofrece a registrar por escrito. Finalmente después de una nueva visita hecha el 6 de agosto, en compañía de M. Lebeuf, nos decidimos por otro terreno situado en la misma dirección, pero solamente a 600 metros del pueblo. Desde el punto de vista astronómico, la exposición de este terreno es menos favorable, pero es menos pedregoso, lo que hará más sencilla la instalación de los instrumentos y está cercado con un muro de piedra seca que ayudará a proteger los instrumentos y dará tranquilidad a los observadores. El terreno pertenece al Dr. Máximo Valbuena, que nos permite utilizarlo sin restricciones y gratuitamente.

Transporte e instalación de los instrumentos

El celostato, los telescopios, el utillaje, el material fotográfico, las tiendas de campaña y las casetas rígidas de la compañía Cauvin-Yvose se han embalado en 16 paquetes con un peso total de 1.790 Kg. El señor P. Gautier se ha encargado personalmente del embalaje de las piezas delicadas.

Las compañías de ferrocarriles de Orleans, Midi y del Norte de España aceptaron la petición del presidente del Bureau de Longitudes de poder transportar todos estos materiales en gran velocidad, pero a tarifa reducida. Un decreto real del Ministro del Interior español han permitido su introducción en el país sin el pago de tasas en aduanas. Los trabajadores de los ferrocarriles y de aduanas han facilitado el transbordo en Irun y en La Robla.

Yo he dejado París el 1 de agosto en compañía de M. Lebeuf, director del Observatorio de Besançon, de la señora Lebeuf y de los señores Chofardet, Le Morvan y Victor Puiseux. En León, el 5 de agosto, he visitado al nuevo gobernador de la provincia, Don Manuel Duran de Cottes, que me ha confirmado los ofrecimientos de su antecesor, incluida la vigilancia del material por parte de la guardia civil. M. Albert Laurin, agente consular de Francia en León, ha puesto a nuestra disposición sus talleres de construcción mecánica para construir las piezas que nos pudiesen faltar o estuviesen defectuosas.

El 6 de agosto fuimos recibidos en Cistierna por el alcalde Don José García, rodeado del equipo municipal y muchos de los habitantes de la población. Según nos informó M. Pontvianne, los materiales y los obreros necesarios para la instalación de los instrumentos podían conseguirse en León. Pero al final La Société des Houllières de Cistierna et d'Argovejo, representada en París por su ingeniero M. León de Sailly, nos ha ofrecido una casa en Cistierna en donde tienen instaladas sus oficinas y un laboratorio de ensayos químicos. M. de Sailly nos ofrece el laboratorio para los trabajos fotográficos y además una galería subterránea en donde encontrar la necesaria invariabilidad térmica para las medidas magnéticas. Los trabajadores de esta sociedad nos han puesto en contacto con un emprendedor francés radicado en Cistierna, M. André Voisin, encargado de la ejecución de importantes trabajos para la compañía minera. M. Voisin nos proporcionará obreros y materiales para realizar nuestros trabajos de instalación de los instrumentos. 

Las dos galerías subterráneas que nos habían indicado para realizar los experimentos de magnetismo, se encuentran una en las proximidades del pueblo y sirve para enviar al Esla las aguas procedentes del lavado del carbón, y la otra a 7 Km en la montaña forma parte de una explotación carbonífera. Después de su inspección las dos resultaron muy estrechas y demasiado húmedas para poder colocar los aparatos magnéticos. Por otra parte el laboratorio de la sociedad si que podrá utilizarse para los trabajos fotográficos.

La administración de telégrafos española nos ha proporcionado, mediante un hilo especial, la comunicación directa con el Observatorio de Madrid y pone a nuestra disposición dos auxiliares, los señores Faustino de la Vina y Valerio Alonso, para las comunicaciones ordinarias. En una habitación de la vivienda ocupada por M. Lebeuf se ha dispuesto un aparto telegráfico Morse y un cronógrafo del Observatorio de Besançon. De esta forma resultará fácil comunicarse por el modo de cambio de señales. Cada día anterior al eclipse uno de nuestros cronómetros ha sido comparado con el péndulo del Observatorio.

En el terreno puesto a nuestra disposición, el extremos Sur lo hemos reservado para la caseta magnética. situada tan lejos como ha sido posible del resto de instrumentos para evitar su influencia perjudicial. Al Oeste se ha situado una gran tienda desmontable de 8 por 4,8 metros, alquilada a la empresa Cauvin-Yvose. Se ha utilizado como almacén, taller, oficina y de resguardo para dos de los espectroscopios de M. Hamy. No lejos de allí y cerca del eje longitudinal del terreno, se establecieron los pilares para el telescopio de eje ecuatorial y los celostatos destinados a la espectroscopía. Al Este se situó una tienda para las necesidades de M. Lebeuf en donde alojar el telescopio meridiano y un ecuatorial doble, visual y fotográfico, perteneciente al Observatorio de Besançon. Mi instalación particular, situada más al Norte, comprende las tiendas para el celostato, para el telescopio de 10 m y para su cámara fotográfica. Una caseta de madera se ha construido para servir de abrigo al telescopio de 1,86 m y a su cámara fotográfica.






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