martes, 16 de noviembre de 2021

El oro en España en los años 30

La Ilustración financiera. 5 de febrero de 1930, página 12.

Remesa de oro a Inglaterra 

En nuestro número anterior recogimos en una breve noticia un comentario que apareció en la prensa extranjera respecto al envío de oro de España a Inglaterra. 

La falla de conocimiento que aquí se tuviera con motivo de tales envíos y su finalidad, hizo que acogiéramos aquella noticia sin comentario alguno. Con más exactitud, aunque con la misma inexpresión en cuanto a la finalidad de los envíos dichos, vemos confirmados tales hechos. La importante revista El Economista, dice a tal efecto: El domingo salió de Madrid en camiones militares, por resultar por ese medio más económico su transporte que en ferrocarril, una remesa de oro del Tesoro, para ser embarcada en Vigo con destino al Banco de Inglaterra. Esa remesa es de un millón de libras esterlinas y es la primera  de las cuatro, cada una de igual suma, que se había acordado enviar a Inglaterra; pero allí se supone que el cambio de situación política puede hacer variar tal acuerdo, y que es posible que no se envíe más oro a aquel país. 

Sigue sin darse explicación oficial ni oficiosa de la finalidad de esa operación, pero lógicamente pensando, debe responder al propósito de colocarlo en cuenta corriente, con interés, naturalmente, pagadero en oro, proveyéndose así de cantidades de ese metal destinadas a la regulación del cambio internacional. Coincidiendo en un todo con el colega, esperamos que el nuevo Gobierno, en su propósito expuesto de llevar el país a la normalidad política, no seguirá guardando el secreto en que se ha envuelto la operación.

El Sol, 2 de marzo de 1930, página 12.

CONFERENCIAS 

"Confianza y crédito" 

El vizconde de Eza clausuró el ciclo de conferencias organizado por la sección de Cuestiones económicas, financieras y monetarias de la Asociación de Derecho Internacional con una disertación sobre el tema "Confianza y crédito", desarrollada ante numeroso auditorio en el salón de la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. En el prólogo de la conferencia, el vizconde de Eza declaró que sentía cierta violencia al hablar sobre asuntos en los que tenía que sentar puntos de vista distintos y aun opuestos a otros, sin que se le pudiera contradecir, por sor él un enamorado de los debates parlamentarios, donde cada cual expone su criterio ante los demás, pero que como también opina que todos cuantos se dedican a observar el desarrollo de los fenómenos económicos y forman idea sobre los mismos deben contribuir al estudio de sus fases, persiguiendo la situación más conveniente para los intereses del país, prefiere disertar, resumiendo las conferencias de otros oradores que le han precedido en la tribuna, a permanecer silencioso, "pues los escépticos, en estos tiempos, deben suicidarse y desaparecer de la sociedad". 

Partiendo de juicios formulados por la Prensa financiera de Londres, según los cuales España no carece de medios para regularizar su situación monetaria, sino de confianza en los procedimientos que conviene seguir a dicho efecto, expuso el trato, a su juicio injusto, que se ha dado a la posición española ante el problema que afecta a nuestra moneda. Tradujo varios sueltos de periódicos franceses, cuya característica es el tono cáustico, irónico, del reproche; de otros ingleses, flemáticos y doctrinarios, y, por último, de alemanes, francamente burlescos, para deducir de unos y otros que se pretende mediatizar nuestra soberanía en ese terreno, llevándonos por derroteros convenientes a otros intereses, o al menos tratando de infiltrarnos teorías consideradas como panaceas que no son de aplicación a nuestro caso y que a veces incluso fracasan allí donde han sido ya puestas en práctica.

Califica de bochornoso el hecho de que se tratara de acreditar, mediante la apelación a técnicos extranjeros, la situación de solvencia financiera de nuestro país, y hace notar que el "Berliner Tageblatt" ya recogió en sus columnas el efecto devastador que en la Cotización de la moneda española produjo el anuncio del jefe de la Dictadura de que pensaba estar unos cuantos años más en el Poder. 

Después leyó afirmaciones publicadas recientemente en diversas revistas financieras, concretando casos de despilfarro, como el del Patronato Nacional del Turismo, y noticias de la Prensa extranjera aludiendo al envío de oro a Londres, sin que el contribuyente —que tiene derecho a que se le diga—sepa el concepto en que se hayan efectuado tales remesas. 

Advierte que la mejoría recaudatoria de que se jactaba la Dictadura tiene su verdadero origen en la reforma tributaria de 1920-22, hecha por el partido conservador; que la reacción satisfactoria que la peseta acusaba desde 1902 se debió a la contención de la inflación monetaria, a la repatriación de capitales españoles procedentes de las colonias, a la coyuntura favorable que en el Extranjero se produjo y a la inmigración de capitales de otros países, que iban viniendo al nuestro al notar cómo se fomentaba aquí un persistente progreso material, y que, si bien en 1926-27 se llevó a cabo otra afluencia de disponibilidades extranjeras, la circunstancia de no haberse afincado en España y de haberse retirado últimamente demuestra que no tenía ese dinero confianza en el alza de la peseta, es decir, en un porvenir económico que lo remunerara convenientemente, y ello—dice el Vizconde— fue porque la actuación de la Dictadura defraudó a los aportadores de aquella masa monetaria, como defraudó por último a todas las clases económicas del interior. 

Alude a la posición del Banco de España en el problema de los cambios y la defiende, recordando que ha sido discreta y que en ocasiones hasta se ha extremado su carácter de Banco nacional, como cuando se creó el Banco Exterior, contra el parecer de aquél, no obstante lo cual se le obligó a contribuir a la formación del capital del nuevo establecimiento. 

Con referencia a la intervención en el cambio para defender la peseta, la califica de desdichada; critica severamente el que todavía no se haya podido saber cuánto costó ni dónde están las pesetas compradas y puestas a rédito, según decía una nota oficiosa, y la extraña lamentación de que el Comité de Cambios no dispusiera de todas las reservas oro del Banco de España para su labor, cuando en realidad actuó, indebidamente, en forma de organismo bancario, sin la garantía de competencia que a tal clase de institutos hay que exigir para la natural confianza en su obra. 

A pesar de sentir gran simpatía por Francia, se muestra el conferenciante enemigo de la "moda que ha venido de París", según la cual debemos estabilizar. Asegura que allí, después de hacerlo a 124 francos por libra, se ha determinado una inflación excesiva, que ha elevado extraordinariamente los precios y ha producido ya tal perturbación que se estudia ahora la manera de introducir modificaciones en ese régimen monetario. 

Se muestra conforme con las conclusiones del dictamen de la Comisión para el estudio del patrón oro y dice que conviene vulgarizarlas en forma que lleguen a todas las capas sociales para hacer intervenir a todo el país en cuestiones tan vitales como estas de que se trata, ya que una de las más inmediatas manifestaciones del problema es siempre la cuestión de los precios. 

Trata de la balanza de pagos, y se muestra avergonzado de que sea España una excepción dentro de la Sociedad de las Naciones para el estudio de ese interesante aspecto, por falta de estadísticas, y dice que la sección económica de la Asociación de Derecho Internacional esta laborando, con enorme sacrificio, para subsanar semejante deficiencia. Y recuerda que ya él mismo, en 1916, hizo una valuación de la riqueza de España, que de 75.000 a 85.000 millones de pesetas ha id' creciendo después de la guerra en términos considerables. 

Dice que como el volumen del presupuesto actual no excede de la proporción que debe exigirse entre ese factor y la renta nacional (10 a 12 por 100), no hay ninguna causa de alarma que aconseje acudir a medios distintos de los propios españoles para resolver el problema, contra lo que propone el señor Thery en el "Economiste Européen" (la atracción de capitales extranjeros), y repite que no hay por que tampoco pensar en que la peseta pierda nada de su valor, vista la verdadera potencialidad económica del país, que ofrece amplío campo de desenvolvimiento para el futuro. 

Y terminó su interesante conferencia recomendando que de ahora en adelante todo español hable menos y trabaje más, porque los dos elementos de la riqueza positiva son siembre "trabajo y capital". El vizconde de Eza fue muy aplaudido y felicitado. El secretario de la Económica Matritense, Sr. Prieto Pazos, hizo notar a los concurrentes que se hallaba entre ellos el rector de la Universidad de Coimbra, doctor Costa Lobo, y le rindió un expresivo homenaje de afecto, saludándole en portugués. El ilustre profesor lusitano fue objeto de muy cariñosos aplausos por parte de todos los circunstantes.  


La Ilustración financiera. 12 de marzo de 1930, página 2.

Confianza y crédito 

otra coincidencia 

La desorientación que durante los años de la Dictadura existía con relación a los problemas financieros de España; aquel tejer y destejer del gobierno dictatorial y las opiniones contradictorias que de vez en vez se dejaban oír en la prensa, parece haber sufrido una importante reacción que se traduce en una uniformidad de criterio respecto a las causas y orígenes de los problemas, así como en el juicio sobre los remedios a emplear. 

Hombres de ideologías tan opuestas y que enjuician sus actos desde puntos distintos de la actividad social, se les ve coincidentes, a través del modo personal de expresión, en tales criterios y juicios Así, la saliente figura bancaria del marqués de Cortina, la personalidad hacendista del Sr. Riu, la competencia técnico mercantil del Sr. Sacristán, la suficiencia letrada y sagacidad política del Sr. Bergamín, todos son en apreciar las mismas causas de nuestra crisis monetaria en la falta de crédito público, por efecto de la pasada situación política, y el egoísmo del exterior aprovechando esta circunstancia para hacernos víctima de su especulación

Esta unanimidad de criterio, en la que comprendemos al actual ministro de Hacienda, constituye, a nuestro juicio, el síntoma más favorable en el camino de las soluciones; de una parte porque ello asegura la posesión de la verdad en los hechos que se han de combatir, y de otra, afianza el éxito en la aplicación de los procedimientos por la cooperación que han de prestar, no sólo cuantos de un mismo modo opinan, sino todos aquellos que, faltos de estas ideas, o influenciados por esta repetición de juicios iguales, han de formar legión tras los que primero se han significado. 

Y ya en este orden de lo que pudiéramos llamar la legión de los reconstructores del crédito público, seríamos injustos si no pusiéramos a la cabeza de ella a los señores que formaron la Comisión del Patrón oro, que en la época más difícil, por las presiones que pesaban sobre las ideas y sus manifestaciones, supieron dar la nota de serenidad y cordura que faltaba al elemento gobernante, sentando así las bases que han permitido llegar a esta unánime manifestación actual. 

En nuestro propósito de ir recogiendo en estas columnas la exteriorización de cuantos juicios convergen en las mismas apreciaciones, no ya por el hecho de la coincidencia con los nuestros, que repetidamente hemos declarado, sino por estimar que prestamos un servicio al país contribuyendo, en la medida de nuestra modestia, a mostrarle el verdadero camino para hallar el remedio de nuestras actuales desdichas, hemos de referirnos hoy a la más reciente exposición hecha por un ponderado político conservador muy versado en cuestiones económicas, y especialmente de aquellos relacionados con la producción del suelo. 

Nos referimos al señor vizconde de Eza y a su conferencia sobre el tema "Confianza y crédito". De su contenido poco o nada deberíamos decir, una vez que hemos ya expuesto el sentir del conferenciante de conformidad con aquellas otras personalidades a que aludimos. Sin embargo, aun en la repetición siempre se halla alguna novedad, siquiera sea la forma de expresión o el mayor número de antecedentes probatorios en un determinado extremo. 

En la conferencia del señor vizconde de Eza hubo de destacarse a este efecto la lectura que hizo de diversas publicaciones francesas, inglesas y alemanas, reveladoras, a través de la forma peculiar de expresión de cada nación, de un propósito decidido de obligar a España a ir con su estabilización a aumentar el caudal, que se cree inagotable, de la especulación del capital internacional. Entre esta exposición de juicios de la prensa extranjera, merece citarse, por el valor que le da su origen, el señalamiento que dicha prensa hace de los casos de despilfarro del Patronato Nacional de Turismo.

¿Qué testigo de mayor excepción puede invocarse que esta misma prensa, que ha explotado tal despilfarro? Esta acusación a posteriori, ¿no parece un caso de conciencia? Igual apreciación podría hacerse de esotras alusiones de la misma prensa al envío de oro a Londres sin que el contribuyente sepa el concepto en que se ha efectuado. 

Esta exposición del juicio exterior y sus comentarios sobre el mismo fue, a nuestro juicio, lo más saliente de la conferencia, por el carácter de mayor novedad en orden a los demás extremos tratados. Muy brillante fue la crítica que hiciera de la intervención en el cambio, atacándola serenamente por desconocerse aún cuánto costó ni dónde están las pesetas compradas y puestas a rédito, según se declaró en nota oficiosa, así como la extraña lamentación de que el Comité de los Cambios no dispusiera de todas las reservas oro del Banco de España para su labor. 

No fue de extrañar, por tanto, dadas las orientaciones mantenidas en toda la conferencia, la manifestación de conformidad con las conclusiones del dictamen para el estudio del patrón oro, de las cuales dijo que convenía vulgarizarlas en forma que llegasen a todas las capas sociales, para hacer intervenir a todo el país en cuestiones tan vitales como las que trata.  

Al término de la conferencia el señor vizconde de Eza dio una nota de pesimismo al tratar de la balanza de pagos, por manifestar que se mostraba avergonzado de que fuera España una excepción, dentro de la Sociedad de las Naciones, para el estudio de este interesante aspecto, por falta de estadísticas, si bien anunció que la Sección de Economía de la Asociación de Derecho Internacional estaba laborando, con enorme sacrificio, para subsanar tal deficiencia. 

Una sola tacha hemos de poner a la oración que comentamos, y es que al terminar de hablar el señor vizconde recomendase a todos los españoles que hablasen menos y trabajasen más. Sólo faltaba que, como el ex dictador, hubiera aconsejado comer menos.


El Liberal, 19 de agosto de 1930, página 5.

EN EL PROBLEMA DEL CAMBIO 

UN SISTEMA CATASTRÓFICO 

Escribimos este artículo un poco alarmados, porque el intento de prohibir las dobles, el aumento del tipo de interés para las pignoraciones en pesetas plata y su disminución para las pignoraciones en pesetas oro, no eran medidas aisladas e incongruentes, sino las manifestaciones de un sistema cuya existencia nos ha descubierto una comunicación de Hacienda. 

Nosotros sabíamos, como sabe todo el mundo, que el problema del cambio ha de resolverse mediante una serie de medidas debidamente sistematizadas. Lo que ignorábamos nosotros, y no podía sospechar nadie, es que las tres medidas citadas formaran parte de una sistematización conducente a mejorar el valor exterior de la peseta. 

Si en esas medidas hay ilación y congruencia, nos permitimos llamar la atención de quien corresponda, porque el sistema descubierto ES EL INFALIBLE PARA ARRUINAR EL VALOR DE LA PESETA

Si lo que se desea es que nuestra peseta siga el camino del marco alemán o de la corona austriaca, lo que debe hacerse es convertir en sistema las tres medidas citadas. Y como esto no quiere hacerse y si se está haciendo es inconscientemente, llamamos la atención sobre ello para que quien tiene la máxima responsabilidad vea si no se impone una inmediata rectificación. 

Estos problemas monetarios resultan en algunos casos de difícil comprensión, porque en su manifestación práctica y debido principalmente a la relación internacional, se usa un léxico muchas veces totalmente bárbaro e incomprensible. Los especialistas hacen de ese léxico un objeto de culto y lo cultivan como los sacerdotes egipcios cultivaban el rito misterioso. 

Ahora hemos descubierto que en el fondo de todo aquel misterio no había más problema que el de la propiedad de la tierra. Las dobles, el report, el deport los gold-points. El cierto, el incierto y otra colección de palabritas por el estilo convierten el cambio en un fetiche indio. Cuando un profano invade el coto técnico. el iniciado lo recibe con esa balística de su léxico, y el profano ha de reconocer que eso del cambio es una cosa incomprensible. 

En realidad es lo más fácil del mundo si habláramos todos en cristiano. Un sistema es un conjunto de medidas o actos con una interdependencia y un fin común. Un sistema para mejorar el valor de la peseta es por consiguiente la serie de medidas que el conocimiento científico permite considerar conducentes a la mejora del cambio. Cuando se toman medidas sin saber si influyen o no en el cambio, no se puede decir que se está actuando sistemáticamente, o sea, en los límites de un sistema, y para que se compruebe lo que es el sistema que se está aplicando, basta leer la parte dispositiva de la real orden de 24 del pasado, en la que se ha escrito textualmente: ‘'Liquidarlas (las dobles) determinará una ventaja, que influya o no en el curso de los cambios", de suerte que una medida de la trascendencia de la modificación del tipo de interés, de la pignoración de los bonos oro y del empleo del oro de la Tesorería, se ha tomado en un sistema para mejorar el cambio, sin saber si influirá o no en el curso de loa cambios. 

Si el sistema consiste en medidas de esa naturaleza y que se toman con ese conocimiento, el sistema sólo puede conducirnos al desastre. Veamos lo de la doble. Ya hemos dicho y repetimos que se harán todas las dobles que se quieran y no habrá quien pueda impedirlo, porque no habrá quien pueda concretar cuándo existe o no existe el contrato de doble. 

La doble, como toda operación mercantil, se hará siempre que al hacerla se haga un buen negocio. Toda persona versada en estudios económicos sabe que el contrabando es el hermano natural de la Aduana. Intentar prohibir la doble y al mismo tiempo aumentar el beneficio del que la haga, es una pura incongruencia, y esto es lo que se ha hecho. Con una moneda estable, la doble es la operación que mantiene el equilibrio en el precio internacional del dinero, tenida cuenta del riesgo del crédito en relación con el país deudor. 

El interés entre dos países con situación social, política y monetaria igualmente estable, el interés del dinero es el mismo, y cuando sufre un desplazamiento, lo compensa y nivela la cuenta corriente, mediante el crédito directo o mediante dos cuentas corrientes, que esto y nada más es la operación de doble. 

Cuando en un país tiene la moneda un valor fijo, pero la situación política o social es inestable, el interés se desplaza y no se nivela por el riesgo que significa la situación de fondos en ese país En este momento es cuando se produce la remesa oro, o sea, cuando la ausencia del crédito obliga al pago efectivo. Cuando en un país tiene la moneda un valor variable y por consiguiente un carácter puramente crediticio, por la prohibición del envío de oro, la doble tiene dos manifestaciones: la primera evitar la operación de cambio, y la segunda, disponer de capitales en pesetas, ya que la peseta es un valor variable, para especular contra la peseta. 

Se mejora el cambio actuando directamente sobre el cambio. haciendo que el que tenga libras las venda y que el que tiene pesetas no las compre; pero no se actúa sobre la doble porque la doble no es la causa de la desvaloración, sino el efecto de esta desvaloración. Lo que se está haciendo en este problema parte de un completo olvido de todos sus factores. 

Si la Banca inglesa halla su beneficio con la doble en España, la doble se hará, a pesar de todas las prohibiciones, y lo que se ha hecho es aumentar el beneficio de la Banca inglesa, y decimos inglesa, para singularizar a la Banca extranjera El banquero inglés gana en la doble española la diferencia entre el valor de la libra al contado y el valor de la libra a tres meses, y además el interés que recibe de sus pesetas en España. 

Aumentar este interés es aumentar el beneficio del banquero inglés, y este banquero inglés hará la doble a pesar de todas las Juntas o Comités que aquí funcionen. Si un importador abre el crédito directamente en Londres, este importador no necesita autorización alguna, porque en vez de la compra de libras en España hace la doble en Londres y se limitará a poner a disposición del banquero inglés las pesetas equivalentes a las libras que el banquero inglés haya puesto a su disposición. 

Lo que se está haciendo en este asunto es sencillamente trazar el camino al comercio español para que en todas sus operaciones con el extranjero prescinda de la Banca privada española, a mayor gloria y beneficio de la Banca inglesa. 

Para comprobar el carácter suicida de la actual actuación basta recordar como se desvaloró el marco. El marco se desvaloró haciendo exactamente lo que se está haciendo ahora en España con la peseta. El público alemán, ante las restricciones oficiales, prescindió de la Banca alemana y trabajó directamente con las Bancas suiza y holandesa. Lo que prohibían las leyes alemanas, se hacía cómodamente en Suiza y Holanda. Y todos los profesionales recuerdan unos telegramas que se mandaban en serie ofreciendo la operación en doble en marcos desde Holanda y desde Suiza y pagando por los marcos un interés de 40 por 100 anual. Los ilusos que facilitaban sus marcos ante el  aliciente de ese interés, ignoraban que se pagaba el interés para poder efectuar las ventas de marcos contado, que llevaron el valor del marco a cero.

Aumentar en España el tipo de interés es aumentar el beneficio del banquero extranjero, es darle un medio para que cautive al capital español y para que este capital sea inconscientemente la causa de su propia ruina. El tipo de interés se aumenta cuando se sistematiza una revaloración y la cotización desciende por sí sola; pero no se aumenta cuando la cotización hace lo contrario. 

Toda ordenación de un sistema monetario ha de constituir un conjunto orgánico en el que el tipo de interés sea el índice de la situación del mercado. En los Estados Unidos, en el momento de la inflación bursátil, el dinero exigible a la vista, el destinado a los préstamos, a los agentes de Bolsa, se pagó hasta el 20 por 100 anual, cuando los descuentos no pagaban el 7 por 100. 

Es un postulado económico que la moneda abundante cobra menos que la limitada. En eso que aquí denominamos sistema estamos haciendo justamente lo contrario. El título del Estado que cobra el 5 por 100, pagará por la pignoración más de lo que cobra por interés. El título del Estado que cobra el 6 por 100, pagará por la pignoración menos de lo que cobra por interés. La moneda plata, la abundante, según tenemos demostrado, cobrará por descuentos 6 por 100. La moneda escasa, la peseta oro, cobrará por pignoración 6 y medio por 100. Los 20.000 millones que han suscrito todos los españoles pagarán más. Los 300 millones, de los que, según se dijo en notas oficiales, el 50 por 100 fue suscrito por extranjeros, pagarán menos. Y todo eso no se hace para mejorar el cambio, sino que se hace sin saber si influirá o no influirá en el curso de los cambios. ¿Por qué se hace? 


La Libertad, 3 de octubre de 1930, página 5.

La depreciación de la peseta y el envío de oro al Extranjero 

Londres, 2.—Comentando de nuevo la baja de la peseta, el «Financial News» insiste en considerar necesaria la exportación de grandes sumas en oro por parte de las autoridades españolas para impedir la depreciación de su divisa nacional, añadiendo que simultáneamente debe llevarse a la práctica el programa de estabilización. 

El expresado diario termina diciendo que aun en el caso de que este oro no fuese en realidad vendido al Extranjero, sino simplemente depositado en Bancos centrales del mismo, esto produciría. a su juicio, un efecto favorable en el mercado de cambios.  


La Libertad, 25 de octubre de 1930, página 3.

EL PROBLEMA DE LOS CAMBIOS 

Ha regresado la Comisión del Banco de España

En el sudexpreso de París llegó ayer a Madrid la Comisión financiera del Banco de España y del ministerio de Hacienda, que se ha entrevistado en París y en Londres con diversos elementos financieros y bancarios.  

Esperaban en la estación algunos familiares de los señores que constituyen la Comisión, que, como se sabe, ha estado formada por los Sres. Bas, Aritio y Rodríguez Pastor, por el Banco de España, y Flores de Lemus, en calidad de experto, por el ministerio de Hacienda. También se encontraba en la estación el Sr. Montalvo, subgobernador del Banco de España.

Ninguno quiso hacer declaración alguna, y únicamente el Sr. Bas dijo a los periodistas que iría al Banco de España, a las doce, para presidir un Consejo.

Consejo en el Banco de España

Declaraciones del Sr. Bas

A las doce se reunió el Consejo del Banco de España, bajo la presidencia del Sr. Bas, asistiendo, entre otros consejeros, los señores Aritio, Pastor, Gamazo, Rolland, Sáinz (D. José), González Pintado, etc. A la una y media terminó la reunión, y el gobernador del Banco recibió a los periodistas, que le felicitaron por la excelente impresión que ha recogido la Comisión en sus entrevistas con la Banca nacional de distintos países.

—Así es, en efecto—confirmó el Sr. Bas—. No hemos podido encontrar mejor dispuestos a todos ni recoger más muestras de adhesión que las que nos han prodigado. Y conste que no hemos ido a pedir nada ni a contratar nada, sino únicamente a hablar.

—¿A quiénes han visto ustedes? preguntó un periodista.

—A los representantes de los Bancos nacionales de Francia y de Inglaterra y del Banco Internacional de Pagos.

—¿Nada más?

—También nos han visitado otros representantes de la gran Banca, que han mostrado la misma disposición bacía nosotros que sus Bancos nacionales. Y es que es tan grande la compenetración entre unos y otros, que la orientación que marque la Banca nacional es seguida sin titubeos por la Banca privada.

—¿Han visitado el Middland Bank?

—No hemos tenido tiempo.

A preguntas de si se habla llegado a algún acuerdo concreto, respondió que la Comisión no había ido a firmar acuerdos. Finalmente, negó en absoluto que se haya establecido ningún compromiso que suponga el envío de oro como garantía prendaria, y se negó a hacer ninguna declaración que indique siquiera la más pequeña orientación respecto a la política que va a seguirse, aunque en este aspecto—añadió—"soy francamente optimista".

El Consejo del Banco estuvo dedicado a escuchar a los comisionados, y parece que se tomó el acuerdo da reiterar al Gobierno el apoyo decidido de la primera entidad de crédito para resolver el problema del cambio.

En los centros bursátiles del Extranjero se sigue cotizando la peseta en alza, habiendo llegado a 45 pesetas la libra en Londres.

¿Ha salido oro para Londres?

Contrastando con la negación rotunda del Sr. Bas de que no hay compromiso alguno firmado para enviar oro al Extranjero en garantía prendaria, leemos en una revista financiera que esta semana sale la primera remesa de oro para Londres. Y agrega: "En presencia ya de una primera remesa de oro, en barras, del Tesoro por unos 26 millones de pesetas, remanente aproximado de la existencia en el balance del Banco de España, no podemos por menos que llamar nuevamente la atención del ministro de Hacienda, señor Wais, con el consabido "quo vadis"?, que tanto se parece a su apellido."

Declaraciones del Sr. Flores de Lemus 

El Sr. Flores de Lemus, que ha acompañado a la Comisión del Banco de España en calidad de experto, ha recibido a uno de nuestros redactores, al que ha hecho interesantes manifestaciones sobre la labor de la comisión y sobre las posibilidades de la peseta para el futuro. Confirma el Sr. Flores de Lemus la excelente acogida que han tenido los financieros españoles por parte de todas las autoridades bancarias visitadas. Todas han manifestado que para cuanto signifique normalización del cambio español, sin meterse en el tipo a que se haga esa normalización, ya que eso es cuestión exclusiva del Gobierno estudiar ese tipo y fijarle, puede España contar con la ayuda moral y material de las poderosas entidades nacionales e internacionales visitadas, ya que la aspiración de todos y el beneficio de todos es negociar con países estables, política y financieramente considerados. 

Desmintió la especie de que se baya contratado nada ni se haya pedido nada, y menos con el Banco de Inglaterra, cuya visita por los Sres. Bas, Aritio y Pastor—el Sr. Flores de Lemus se quedó en París—fue puramente de cortesía. Ahora bien: para el caso hipotético de que fuera necesario alguna vez utilizar algunos créditos, la Comisión española escuchó juicios halagüeños respecto a la seriedad de España para el cumplimiento de los compromisos, ya que está conceptuada en el Extranjero como uno de los países que mejor pagan. 

Una prueba evidente de que nada se ha pedido a nadie está en la rectificación de conducta de la Prensa francesa, que si bien acogió un poco recelosamente a la Comisión, no tardó en comprender la verdadera finalidad de ella. 

En opinión del Sr. Flores de Lemus, no es necesario ningún crédito ni ningún auxilio material del Extranjero para que la peseta recobre su verdadero nivel de cambio, "porque sería estúpido pedir lo que ya tenemos". Tampoco es de opinión que deban deshacerse de un golpe las dobles de moneda, porque supondría una inflación grande que vendría a agravar la situación del mercado, sin contar con que las dobles esas son muy poco costosas, ya que en el Extranjero está el dinero muy barato y se dobla con facilidad. Cuando estemos más despejados podrán retirarse esas dobles, si se quiere. 

Se muestra optimista — quizá más optimista que ninguno— respecto al porvenir de la peseta; pero no es problema que pueda resolverse por ensalmo. La situación actual la estima muy semejante, salvando las diferencias naturales de estructura económica de una época y otra, a la de Villaverde, y ahora, como en aquella ocasión, cree que hemos llagado al punto más bajo de la curva de crisis, debiendo ya remontarse los factores económicos. 

Claro es que a condición de que los Gobiernos conserven un mínimum de prudencia en los gastos y se pueda tener en todo momento el control de la inflación. En estas condiciones, la estabilización puede hacerse al tipo que desee el Gobierno y sostenerse el cambio indefinidamente. 

Preguntado cuál serla, en su opinión, el nivel del cambio al que se equilibran los pagos y los ingresos de la balanza económica y, por consiguiente, el punto alrededor del cual podría girar una estabilización en este momento, dijo que lo tenía calculado con bastante aproximación; pero no era discreto hacerlo público. «Desde luego—añadió—, la libra estos días se dirige rápidamente hacia ese punto.» 

Desechó también la hipótesis de que las Sociedades petrolíferas hayan desplegado esos planes maquiavélicos que les han atribuido, y cree que el alza de los días últimos se debe exclusivamente al enrarecimiento del mercado, pues en el pánico de Agosto todo dependió de 60.000 libras, cantidad ínfima si se tiene en cuenta que diariamente se negocian en épocas normales unas 160.000. 

En aquella época el envío de un millón de libras en oro a Inglaterra hubiera abortado el pánico y seguramente no hubiera dado lugar a la situación actual. 

El motivo de la suspensión del marqués de Cabra 

En «El Financiero» se ha publicado una información sobre los motivos en que se ha fundado la suspensión del subgobernador del Banco, señor marqués de Cabra. He aquí algunos de los párrafos de la aludida Información: 

«Por ausencia del gobernador del Banco visitó el subgobernador primero, señor marqués de Cabra, al ministro de Hacienda, señor Wais, el miércoles 15 del corriente, entregándole el ministro al subgobernador notas de cuatro telegramas para que hiciera el favor de ponerlos». 

Estos telegramas se limitaban a pedir precios de fletes y seguro para el transporte de oro. De regreso en el Banco el señor Belda debió de darse cuenta de que había manifiesto error de expresión, puesto que la salida de oro amonedado está prohibida de real orden, según creemos, canjeándolo por barras el Banco, caso de exportar oro el Tesoro, y que el oro debía de referirse al Tesoro, puesto que no babía acuerdo del Banco en tal sentido, interpretando, naturalmente, que debió de ser una omisión involuntaria del Sr. Wais, ya que otra cosa no podía en modo alguno pensarse. 

Así, pues, se pusieron dos telegramas a una de las dos plazas, pidiendo flete y seguro, según creemos, «para exportar oro en barras del Tesoro». 

Los otros dos telegramas, dirigidos también a otra plaza extranjera, los retuvo en su poder el Sr. Belda para dar cuenta al Consejo del Banco en su primera reunión, como prescribe el artículo 130 del reglamento, en razón a que, de haber puesto aquellos dos telegramas, se habría perjudicado o inutilizado por completo una negociación secreta que llevaba el Banco en servicio nacional, estando dirigido uno de los telegramas, precisamente, a la «entidad negociadora.»


La Época, 30 de octubre de 1930, página 1.

LA CUESTIÓN DE LOS CAMBIOS 

Manifestaciones del señor Wais 

Los redactores financieros de la Prensa diaria visitaron anoche, al ministro de Hacienda para obtener impresiones relativas al favorable curso que lleva el cambio de la peseta. 

El señor Wais se mostraba satisfecho de la reacción experimentada por nuestra moneda, y a preguntas de los periodistas confirmó la noticia de que el Consejo del Banco de España se habla reunido para tratar del punto concreto do su decidida cooperación en la política monetaria acordada por el Gobierno y que ahora entra en una fase de inmediata actividad preestabilizadora. 

«Desde luego—dijo el señor Wais—, la resolución del Consejo, en el sentido que indicaba la correspondiente moción, fue adoptada por absoluta unanimidad». 

Habló luego el ministro de las dobles pendientes, y declaró que no se trata de cancelarlas en seguida, sino de proceder con ellas según aconsejan las circunstancias del cambio, en cuanto a su liquidación o renovación, hizo notar que ya en Londres, no mostraba el mercado deseos de seguir doblando, en vista de la reacción de nuestra moneda, y que sólo se cedían las libras al contado. 

Con respecto al rumor que circuló de la supuesta posibilidad de que se concertaran créditos en el extranjero para desarrollar las operaciones previas de la estabilización, expresó el señor Wais su convencimiento de que, examinada serenamente la situación, no era preciso recurrir a esa clase de operaciones, porque España cuenta con las disponibilidades necesarias para actuar en aquel sentido, con elementos propios. 

También hizo notar el ministro la circunstancia de que España fuera una de las últimas naciones europeas que hubiesen resuelto estabilizar su moneda, y aseguró que el Gobierno está firmemente convencido de que, salvo acontecimientos imprevistos, en esa política está la solución más conveniente para los intereses económicos del país. 

Los periodistas preguntaron al ministro por la preparación de los presupuestos. El señor Wais declaró que se está trabajando sobre ello, pues no puede pensarse en estabilizar sin tener un presupuesto sinceramente equilibrado; pero que, como tanto en los ingresos como en los gastos, han de establecerse modificaciones de trascendencia, de momento se prorrogará el presupuesto actual, con objeto de que sean las Cortes las que con plena autoridad discutan, varíen y aprueben el proyecto correspondiente. 

Por último, el señor Wais expresó su satisfacción por la mejoría experimentada en el ambiente político, factor que ha contribuido de manera ostensible a la reacción de la peseta en el mercado Internacional, pues una de las causas de la depresión anterior fue la creencia que existía en el extranjero de que España pasaba por un periodo de iniciación revolucionaria

El señor Wais, que se mostraba muy esperanzado en el buen éxito de la labor emprendida en el terreno monetario, se despidió de los periodistas con su habitual amabilidad, confiando en que la opinión pública prestará todo el calor necesario a esta obra de indudable interés nacional. 

Un comentario de "L'Information" 

París 29.—«L'Information», al dar cuenta de la marcha del cambio de la peseta, añade hoy los siguientes juicios: «Las compras en divisas españolas por cuenta de suizos, holandeses, franceses y alemanes, y las realizaciones de moneda extranjera por cuenta española han producido esta reacción. Además, se espera que el primer envío de oro español a Londres se realice uno de estos días. Se considera que este metal, con el cual sin duda no se operará inmediatamente, sino que será depositado en el Banco de Inglaterra, ha sido expedido con el fin de asegurar la preestabilización de la peseta. 

El montante de este primer envío se evalúa en un millón de libras. 


El Siglo futuro. 30 de octubre de 1930, página 2.

La cuestión de los cambios

REUNIÓN DEL CONSEJO DEL BANCO

A mediodía de ayer recibió el presidente del Consejo a don Federico Carlos Bas, gobernador del Banco de España. Sostuvieron detenida conferencia.

El señor Bas, al salir del despacho oficial del jefe del Gobierno, manifestó:

—Ayer se reunió el Consejo extraordinario del Banco de España, y puedo afirmar, con satisfacción, que las corrientes de ayuda al Gobierno en el desarrollo de su plan financiero se acentúan. El Banco de España colaborará seguramente en las fórmulas que el Gobierno juzgue convenientes para el problema de los cambios.

MANIFESTACIONES DEL SEÑOR WAIS

Al saberse que el Banco de España se había reunido en Consejo extraordinario, los periodistas solicitaron una entrevista con d ministro de Hacienda, para conocer los acuerdos que se hubiesen adoptado.

El señor Wais los recibió, y confirmó la celebración de ese Consejo extraordinario, en el que se trató el punto concreto de la cooperación decidida del Banco a la política monetaria del Gobierno en toda su amplitud. Esta política entra ahora indudablemente en una fase de actividad inmediata.

En cuanto a las dobles existentes en el extranjero, el ministro expuso su opinión de que hay que mantener un criterio oportunista respecto a su liquidación o renovación, según aconseje la marcha del cambio y las circunstancias de cada momento, y a este respecto hizo notar que en Londres no están los Bancos propicios a renovar dichas operaciones, en vista de la reacción favorable experimentada por la peseta, y la posibilidad, ante los hechos, de que esta tendencia favorable se acentúe.

Recordó también el señor Wais, refiriéndose a los rumores que circularon anteriormente sobre la posibilidad de apertura de créditos en el extranjero, que era innecesaria esta clase de operaciones, toda vez que se dispone de medios suficientes para dominar el problema del cambio sin recurrir a la ayuda crediticia extranjera. 

A preguntas relacionadas con los presupuestos, el ministro contestó que se ocupa activamente de preparar el proyecto presupuestario, que también ha de tener verdadera influencia en el problema del cambio, ya que no es posible estabilizar la moneda sin contar con un presupuesto equilibrado.

De todos modos, como los ingresos y los gastos habrán de experimentar modificaciones importantes, el señor Wais y d Gobierno estiman que es éste un asunto de trascendencia al que de ninguna manera puede darse solución sin que en ella intervengan las Cortes.

Terminó el señor Wais su conversación con los periodistas diciendo que la mejora experimentada, por la moneda se debe, en gran parte, a la tendencia favorable que acusa el estado político social del país, aspecto que le satisfacía y le estimulaba a pensar en que el curso preparatorio de la estabilización ofrecería a cada momento una probabilidad mejor de consolidación efectiva.

El ministro hizo notar, por último, la circunstancia de que España sea una de las últimas naciones de Europa que haya pensado en estabilizar su moneda, y que el Gobierno tiene la firme convicción de que si no sobrevienen acontecimientos imprevistos, en esa política está la solución que más conviene a los intereses económicos del país.

UNA INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

PARÍS, 30. — "L'Information" de anoche dice que ha favorecido el alza de la peseta la compra de las divisas españolas por cuenta de Suiza, Holanda, Alemania y Francia, y la realización de moneda extranjera por cuenta de España.

"Por otra parte — añade—, se espera que el primer envío de oro español a Londres sobrevenga uno de estos próximos días. Se considera que este metal, que sin duda no será inmediatamente realizado, sino simplemente depositado en el Banco de Inglaterra, ha sido expedido con la finalidad de asegurar la preestabilización de la peseta. El montante de este primer envío se ha valuado en un millón de libras." 


El Sol, 11 de noviembre de 1930, página 1.

ASPECTOS Y PUNTUALIZACIONES 

En torno al problema monetario

La confianza en que se va seriamente a la estabilización de hecho de la peseta mantiene favorable la tendencia del cambio. Ayer quedó la libra a 42,50. 

Se sabe que la semana pasada se envió a Londres oro perteneciente al Tesoro por valor de un millón de libras. El Banco de España, por su parte, está dispuesto a hacer los envíos que las circunstancias reclamen, dentro de los términos de la base séptima de la ley de Ordenación bancaria, y el primero lo hará próximamente. Estos envíos, junto con la moneda extranjera tomada por el Banco al Centro de Contratación, y que importa más de tres millones de libras, permiten constituir en Londres inmediatamente un fondo de cinco o seis millones de libras para sostener la peseta en el punto que se estime conveniente. 

Es claro que este fondo sería de eficacia muy limitada si el mercado no estuviese confiado en que, llegado el caso, se le reforzará en toda la medida necesaria para asegurar aquel objeto. Esa confianza existe, y no es dudoso que será acreditada y justificada por los hechos. Al mismo tiempo que se hace un envío de oro y se preparan otros, se anuncia que han salido de Londres para España algunos millares de libras esterlinas en oro

Esta operación se relaciona con el pago de los derechos de Aduanas en metal amarillo. Una parte de tales derechos hay que pagarla en oro efectivo, en virtud de una disposición dictada por el Sr. Arguelles; pero la mayoría de los derechos se pagan, a voluntad del importador, en oro efectivo o en plata, con el recargo correspondiente a la prima del oro. Para los pagos que se hacen en esta última forma, la Dirección general de Aduanas aplica mensualmente una prima uniforme, que es la prima medía registrada en el mes anterior. Resulta de aquí que siempre que la peseta está en alza, los importadores prefieren pagar en oro efectivo, porque pueden comprar el metal pagando una prima inferior a la fijada por el Gobierno para loa pagos en plata. 

Tal es lo que ocurre en estos momentos. La Dirección de Aduanas ha fijado para el mes de noviembre un recargo de 88,61 por 100; esta prima corresponde al tipo de 47,56 pesetas por libra esterlina. Mientras se puedan comprar libras a menos de ese cambio, los importadores liquidaran ... 

... decir, con prima inferior a 70 por 100. Este mes, por consiguiente, la recaudación de Aduanas se hará casi totalmente en oro efectivo. Se recaudarán así unos 30 millones de pesetas oro, que volverán al punto de partida para engrosar el fondo de defensa de la peseta. En los momentos actuales, en que la Libra está ofrecida, las compras de libras por los injertadores tienden, naturalmente, a moderar el efecto de esa oferta. 

Por otra parte, es de observar que el cobro de los derechos en oro resta al Tesoro disponibilidades efectivas, a menos que éste ceda el oro al Banco de España, como hace el Centro de Contratación con las libras sobrantes. En este caso, las pesetas que el Tesoro recibe no proceden de la circulación, como ocurre cuando cobra en plata; son dinero nuevo, al igual del que obtienen los que venden las libras al Banco de España al través del Centro de Contratación.

En el último balance del Banco de España la emisión de billetes se cifra en 4.761 millones. Desde fines de septiembre, la circulación ha crecido en 253 millones. Por el momento, este movimiento parece no tener importancia, por lo mismo que la tendencia del cambio es favorable; pero es preciso tener en cuenta que el efecto del desarrollo de la circulación puede, al cabo de algún tiempo, ejercer presión en los precios y dificultar la obra de la estabilización. La alta cifra que hoy alcanza la emisión fiduciaria no se mantendrá probablemente; después de la primera decena de noviembre suele descender, pasadas las necesidades excepcionales de medios de pago determinados por las faenas agrícolas. Pero de todos modos se debe esperar que quede un nivel muy superior al del año pasado. 

Este fenómeno no puede atribuirse a un desarrollo extraordinario de la cartera del Banco de España desde el año último, porque, si es verdad que los descuentos han aumentado algo, en cambio han disminuido en mayor proporción las pignoraciones de valores Pero deberían haber disminuido más todavía para guardar relación con la baja del saldo del Tesoro y de otras partidas pasivas. 

La Bolsa en estos últimos tiempos ha estado más remisa que en otras épocas para absorber papel pignorado. Hay aquí un problema que es preciso considerar con toda atención. Desde hace unos meses se nota una tendencia a la elevación de los precios interiores, a pesar de la fuerte baja de los precios oro en el mundo. Conviene mucho evitar que esa tendencia se fortifique; un alza importante complicaría gravemente el problema. 

El primer objetivo de la política monetaria parécenos que debe ser mantener la estabilidad del nivel Interior de los precios. Por esto mismo es hoy tarea delicada la de fijar el tipo para la estabilización de hecho, a causa de la incertidumbre que ofrece el problema de los precios exteriores. La depresión mundial parece estar tocando el punto más bajo; es lo más probable que se produzca en plazo no lejano una reacción que eleve más o menos los precios oro; en este caso, el valor de la peseta en oro tenderá a subir, así como bajó por el descenso da dichos precios. Si se adopta un tipo prematuramente se puede dar lugar a alteraciones innecesarias de precios en el Interior. Este problema es ya de suyo harto importante para que se complique con los inconvenientes y peligros de una tendencia inflacionísta.


La Voz, 24 de noviembre de 1930, página 4.

En torno a la política monetaria 

Declaraciones del ministro de Hacienda 

El periodo preestabílizador

El ministro de Hacienda ha hecho al "A B C" unas declaraciones, de las cuales tomamos lo siguiente:

Refiriéndose al viaje del señorQuesnay, ha dicho: 

"El Sr. Quesnay no vino a marcamos ninguna pauta ni mucho menos a interesar nuestra participación en el Banco que dirige, del que no podemos formar parte por carecer de moneda que cumpla las exigencias del patrón oro. 

La pauta la tenía marcada el Gobierno en su declaración del mes de julio, y más especialmente en su nota oficiosa de 11 de septiembre, en la que afirmó su decisión de llegar por etapas a la estabilización legal de la peseta, a base de su revalorización parcial, mediante el establecimiento del patrón oro a una paridad que corresponda a las necesidades de nuestra economía, después de un período preparatorio que debe preceder a todo reforma monetaria, encaminado a obtener experimentalmente una fijeza relativa del cambio, o sea una estabilización de hecho precursora de la legal." 

Se refiere después a la política monetaria del Gobierno—regularización de las operaciones de cambio, situación de fondos en el exterior y exportación de oro—y dice que "al primer envió de oro en barras por la equivalencia de un millón de libras esterlinas le seguirá otro por igual cantidad dentro de pocos días, formando así una posición que irá aumentándose sin apelar a empréstito ni a créditos en el exterior, que serían de momento de todo punto inconvenientes e innecesarios, ya que, por fortuna, le sobran recursos al Tesoro, con la mediación e intervención del Banco de España, para frenar la especulación y desvirtuar el influjo de causas ajenas al verdadero valor en cambio de nuestra moneda, con arreglo al nivel de los precios. Al propio tiempo procuró el Gobierno, con la elevación del descuento, una saludable contracción del crédito que atrajese los capitales en éxodo y evitase toda inflación dañosa. Esto es lo que hemos hecho —agrega el ministro—hasta ahora, y en ello insistiremos, con el buen resultado que está a la vista." 

Alude a la mejoría del cambio en los siguientes términos: 

"Si la ventaja obtenida hasta ahora algunos la reputan pequeña y circunstancial, al menos me consuela la idea de que evitamos el mal que nos amenaza con cambios ruinosos e incoercibles, y para ello nos bastó, además de lo dicho, y nos bastará en lo sucesivo, que todos sepan que tenemos al alcance de la mano y estamos dispuestos a usar en caso de necesidad los medios conducentes a defender el valor real de nuestra moneda, hasta asegurar la convertibilidad de los billetes emitidos por el Banco de España, que llevan su nombre y su compromiso con el país, ya que para ello dispone de instrumentos internacionales de pago más que suficientes para el caso en cuanto dejen de constituir un activo ignorado, inutilizado e inservible. Los que por ello me presentan como un enemigo del exceso de nuestras reservas oro y como un desconocedor, con relación al mismo, de los posibles efectos del desnivel de nuestra balanza de pagos, podrán tranquilizarse al apreciar que hasta ahora mi gestión dio por resultado mejorar el cambio, aumentando al propio tiempo los haberes oro del Banco y del Tesoro, y que nuestra balanza será tanto menos desfavorable cuanto más estable nuestra moneda en un tipo proporcionado al estímulo de nuestra economía." 

En cuanto a la estabilización, ha manifestado: 

"El período preestabílizador en que nos hallamos ha de servir para apreciar las reacciones del cambio en nuestra economía y para adquirir una reserva importante de divisas, interesando a la opinión en tan vital problema para que asista con su confianza al Gobierno, y éste lo aprovechará para que, con arreglo a sus directrices y por medio del Banco de España, y éste con el concurso de una oficina técnica en relación con los expertos de los ministerios de Hacienda y de Economía, prepare un programa de conjunto, cuidando de medir y de prevenir las consecuencias sociales, económicas y financieras de la estabilización, con adaptación de la política fiscal y económica a la nueva situación, al mismo tiempo que se procurará la habilitación del propio Banco para la función del servicio público monetario que le será confiada, y se elaborará, para someterlo también a las Cortes, un proyecto de presupuesto sinceramente nivelado." 

El ministro termina encareciendo las ventajas de una moneda estable: 

"Una moneda estable, permanentemente igual a sí misma, es hoy, según el común sentir de las mayores autoridades, una de las condiciones esenciales de toda vida nacional. Yo no puedo creer que tengan razón los que opinan en contra y pretenden que España siga siendo el único gran país de moneda inestable, aferrada a un sistema bimetalista cojo, abandonado ya por todos." 


La ilustración Ibero-americana, Noviembre de 1930

El momento económico de España

Los paladines del resurgimiento de nuestra divisa Nacional 

La dimisión del Ministro de Hacienda Sr. Arguelles planteó al Gobierno Berenguer un problema de difícil solución, que no estaba ciertamente en encontrar substituto al Ministro dimisionario, si no en dar por fin con un hombre lo suficiente orientado, lo suficiente enérgico y lo suficiente valiente para que se decidiese a afrontar el problema de la peseta enferma. 

Hay que reconocer que esta vez el Gobierno anduvo acertado escogiendo al hombre no de la cola formada por los pretendientes de turno, sino haciéndolo surgir de la más próxima de las posibilidades, esto es: del Ministerio de Economía. Y así sin ruido ni aparato de ninguna clase pasó la cartera de Hacienda a manos del Excmo. Sr. Don Julio Wais

Orientado como lo estaba, el nuevo Ministro y conocedor de la parte viva del problema, por la preparación específica que llevaba en el Ministerio de Economía, seguidamente procedió a la ordenación de las operaciones de cambio creando el Centro Regulador y a continuación el Centro Oficial de Contratación de Moneda, ambas entidades destinadas a conseguir una estadística e información completa de la situación e información de nuestro mercado monetario, y a restar elementos a los Bancos extranjeros para actuar sobre la marcha de la cotización de nuestra divisa. 

Tomadas estas dos acertadas medidas de contención, continuó la depreciación como continua el dolor, y aun a veces se acentúa, en las primeras intervenciones, pero firme en sus propósitos el Sr. Wais requirió el bisturí y tras una decidida incisión se nos muestra dispuesto a emplearlo a todo trance. El Sr. Wais lleva su firme decisión hasta sentarse resueltamente en la silla presidencial del Consejo del Banco de España, para dar posesión al nuevo Gobernador y para suspender en sus funciones al Subgobernador y Gobernador interino señor Belda, Marqués de Cabra

Se dice que el acuerdo de suspensión del alto funcionario del Banco, no se basa en ninguna cuestión que pueda afectar su honorabilidad, pero al parecer es una delicada cuestión de disciplina. Para los afectos lo mismo da. Así pues, mientras se da curso al expediente no empañemos con aventuradas cabalas la honorabilidad del hombre suspendido, pero celebremos como lo merece el gesto resuelto y enérgico del Sr. Wais, mayormente teniendo en cuenta las circunstancias especiales en que ha de moverse y que presidieron su promoción. 

Tras varias recaídas desesperantes y tras una serenidad y una perseverancia ejemplares, el Sr. Wais logró hacer reaccionar nuestro signo monetario, persiguiendo tenazmente toda aquella serie de fantasmas de los imponderables, como lo eran las filtraciones, las especulaciones, la desorientación y sobre todo ese vacío de la indiferencia que muestra la opinión ante los graves problemas, y mientras por otra parte se enardece ante las más insignificantes y tradicionales algaradas estudiantiles. 

El Sr. Wais, a falta de Parlamento en el cual pudiese exponer y moldear sus planes, ha llamado a su lado al Gobierno, a la Banca, a la prensa técnica y a todas las personas y entidades competentes en la materia, y a fuerza de experiencias y sugestiones ha logrado evidentemente uno de los triunfos más difíciles de su carrera. 



Comisión del Consejo del Banco de España, que reanudando la obra del Sr. Wais marchó al extranjero para coadyuvar a la consolidación de nuestra moneda. De arriba a bajo : I. — El Sr. Bas, Gobernador del Banco. II. — El Sr. Asitio, Consejero. Ill. — El Sr. Flores de Lemus, Técnico.

Quizás no sea él el llamado a administrar el remedio decisivo de la estabilización que con tanta convicción preconiza, pero lo cierto es que ha entrado en el segundo periodo de la revalorización de nuestra divisa, y su éxito es tan evidente como lo ha sido su firmeza para lograrlo. Con la publicación del retrato del Excmo. Sr. D. Julio Wais Sanmartín, con el de los comisionados del Banco de España, y con estas líneas, nos place rendir un modesto tributo de reconocimiento al primer hombre, desde la época de la Dictadura, que ha emprendido de una manera resuelta y acertada el saneamiento de nuestro Erario. Es lógico afirmar que si no vienen ahora causas de orden interior a depreciar nuestro crédito, éste ha sido puesto ya en el camino de la más franca reacción.


La Ilustración financiera, 3 de diciembre de 1930, página 1.

DE OTRAS CRISIS 

Las subgobernaciones del Banco de España 

Conforme anunciamos, ya ha empezado a disfrutar de la licencia que le ha sido concedida por el Consejo del Banco de España el subgobernador segundo, D. Javier Montalvo, quien, para atender al restablecimiento de su salud piensa residir una temporada en la sierra de Córdoba. Es posible que, acompañando al enfermo, el señor marqués de Cabra, su gran amigo y hermano espiritual, en el amor de ambos a la Institución a que pertenecen, haga alguna visita a las Hermitas. 

Par a hacer las veces de subgobernador se ha designado estatutariamente al secretario general D. Orestes Blanco. Por cierto que, con relación a estos cargos de subgobernadores, ha circulado la especie, ignoramos con qué fundamento, de la inmediata modificación de los Estatutos del Banco, con el fin de que aquéllos sean ocupados por Consejeros ajenos al Cuerpo de funcionarios. Con esta noticia se ha circulado también la de las personas que habrán de resultar agraciadas; una de ellas, con apellido de un negocio particular de crédito, y la otra afecta a una gran industria nacional, ambas bien impuestas recientemente de las normas crediticias de París y Londres. 

Con relación a esta crisis de dirección que pudiéramos llamar, la Revista de Economía y Hacienda hace unas consideraciones con las que hemos de mostrar nuestra más absoluta conformidad, por ser la exteriorización más clara del criterio que en esta casa mantenemos, Dicen así: 

«El Banco de España se encuentra hoy huérfano de alta dirección. El ilustre y digno subgobernador primero, Sr. Belda, está suspendido en sus funciones mientras se tramita el expediente por supuesta desobediencia a las órdenes del ministro de Hacienda; y el Sr. Montalvo, subgobernador segundo, ha pedido una licencia ilimitada, que le ha sido concedida, por enfermo. Aunque en el Banco de España existen altos funcionarios muy capacitados para sustituir en sus funciones a los dos subgobernadores, ¿han pensado el Consejo del Banco y el ministro de Hacienda en el daño irreparable que la presente situación está ocasionando a nuestro crédito y al del Banco ante el mundo? 

El expediente incoado al Sr. Belda debía resolverse en el acto. Ni el Sr. Belda, ni el ministro, ni el Banco, pueden estar pendientes de una lenta tramitación. El hecho en que se fundó el ministro para adoptar resolución tan grave podía y debía ser esclarecido en el acto; y resolver también con urgencia, en bien de los interesados y del prestigio y crédito que merece el Banco nacional de emisión. 

La tardanza en resolver el expediente, hace sospechar a las gentes que el ministro de Hacienda ha buscado un pretexto para impedir que el Sr. Belda, con su gran autoridad y competencia, pudiera influir cerca del Consejo del Banco en determinadas disposiciones del Gobierno sobre el envío de oro al extranjero; porque un asunto que debía quedar liquidado en pocos días, va prolongándose en forma que parecen ciertas aquellas sospechas. Y esto no favorece al ministro de Hacienda, que, velando por el prestigio propio, lo mismo que por el de los demás, debe ordenar que se resuelva definitivamente este expediente, dando a la publicidad el contenido del mismo y su resolución, para que la pública opinión pueda formar juicio. 

Y se hace también muy sospechosa la licencia ilimitada concedida al Sr. Montalvo. Cierto que este ilustre subgobernador está enfermo; pero en estos momentos una licencia ilimitada, con aquellos antecedentes, es también muy significativa.» 

Más oro español para el extranjero 

Con este mismo título, y a continuación inmediata de la noticia relativa a la licencia del subgobernador del Banco Sr. Montalvo, un diario de la mañana, que calificara de Nibelungos a los defensores de la reserva oro de aquel establecimiento, da la noticia de una inmediata situación en el extranjero, a disposición del Gobierno, de un millón de libras, cantidad igual a lay a exportada. 

Al mismo tiempo, como si quisiera evidenciar la afirmación oficial que antes se hiciera, respecto a la intervención por iguales partes del Estado y del Banco para la formación de la masa de maniobra, hace resaltar el caso de que, según el último balance del Banco, hecho después del primer envío, la existencia oro del Tesoro ha subido de 22,07 a 24,16 millones, mientras la del Banco ha bajado de 94,91 a 91,91. La exportación del oro anunciada ha tenido posterior confirmación con la noticia del embarque realizado en el puerto de Santander en el vapor Orita.


El Heraldo de Madrid. 19 de diciembre de 1930, página 13.

Unas declaraciones del señor Bas acerca de la peseta 

El gobernador del Banco de España, Sr. Bas, ha hecho, a propósito del plan de estabilización de nuestra, moneda, unas declaraciones a un periodista francés. 

El Sr. Bas dice que las últimas fluctuaciones registradas por la peseta requieren la realización rápida del plan de estabilización en proyecto, el cual debe partir del principio de que el Banco de España tiene que convertirse en principal defensor de nuestra moneda, y que el plan debe comprender tres etapas: preestabilización, estabilización de hecho y periodo de estabilización legal, estimando que en el primer caso se encuentra España ahora y que al llegar al tercer punto la ley del Banco de España debe ser reformada para que pueda cumplir mejor su nueva misión. 

Se manifiesta de acuerdo con el Banco Internacional de Pagos, con cuyo concurso se podrá acelerar la operación, pudiendo asegurarse que la estabilización de la peseta no entrañaría ninguna operación de empréstito ni hipoteca del oro del Banco. 

El envío de oro que se ha hecho a Londres y el que se haga más adelante declara que son simplemente «sous dossier» a disposición del Banco de Pagos Internacionales, y estos envíos no han tenido carácter especial, siendo su objeto abrir una cuenta de divisas extranjeras para centralizar eventualmente todas las antiguas operaciones de dobles sin intervenir en las operaciones comerciales. 

Por lo que respecta al tipo de estabilización cree que es preciso hacer antes muchos tanteos para darse cuenta de las repercusiones que los tipos tendrán necesariamente en la economía del país, y estima que se podrá estabilizar al tipo que se quiera, pero que es preciso medir antes bien las consecuencias para que no se produzcan ni un alza en los precios ni una baja en los salarios. 

Por su parte, el director del Centro de Contratación, Sr. Recaséns, ha manifestado que estima que la situación económica y financiera de España reclama la estabilización de su moneda, y que ésta puede revalorizarse hasta límites prudentes. teniendo en cuenta las necesidades del país, y, desde luego, a mejores tipos que los actuales. Cree que la repercusión de la estabilización se reflejará favorablemente en la economía nacional. España expresa hoy fuerza económica y financiera apreciable en Europa, y cuando tenga su moneda estable podrá intensificar sus relaciones con todo el Mundo. Se muestra optimista respecto al porvenir de España, y estima que nada podrá detener la marcha próspera del país ni perturbar su actividad.  


La Correspondencia militar. 15 de enero de 1931, página 2.

Nuevo envío de oro a Inglaterra 

El gobernador del Banco, señor Bas, dijo que ayer salió de Santander para Londres, en el vapor "Órbita" , el .millón de Libras esterlinas

Dijo también que el viernes marchará a Basilea, para asistir a una reunión del Consejo del Banco Internacional de Pagos, que se celebrará en los días 18 y 19, y en la que tomarán parte los directores de los Bancos de emisión de los principales países. Con este viaje se afirma el propósito del Banco de estar en constante relación con los extranjeros.


Mundo Gráfico, miércoles 21 de enero de 1931

El envío a Inglaterra de un millón de libras esterlinas

Según se puede ver en "Mundo Gráfico" del miércoles 21 de enero de 1931, por esas fechas el gobierno español realizó un envío a Inglaterra de un millón de libras esterlinas en oro, para, parece ser, estabilizar la moneda.

El barco SS Orbita fue un transatlántico construido en 1914 por Harland & Wolff en Belfast para la Pacific Steam Navigation Company. Entre 1921 y 1926, el Orbita formó parte del servicio de la Royal Mail entre el Reino Unido y la ciudad de Nueva York. Posteriormente volvió a trabajar para la Pacific Steam Navigation Company. Durante la Guerra Civil este barco trasladó refugiados republicanos al puerto de Valparaiso.







El Financiero, 30 de enero de 1931, página 19.

Tesoro y Banco.

—El saldo disponible de la cuenta de Tesorería aumenta diez millones en la semana última, ascendiendo a 41,36 millones de pesetas, descendiendo a 39,11 millones, el saldo contrario de la cuenta corriente plata, al cual hay que añadir 10,91 millones por operaciones en el extranjero por cuenta del Tesoro. El saldo de la cuenta corriente oro era de 46,58 millones. 

El balance del 24 del actual registra el último envío de oro a Londres, de 25,20 millones de pesetas, por mitad del Tesoro y del Banco, pues el oro en Caja del Tesoro desciende a 3,69 y el del Banco a 2.410,65 millones de pesetas, figurando en poder de corresponsales en el extranjero por 42,71 millones el del Tesoro y 59,44 millones de pesetas el del Banco de España, o sea, en números redondos, cuatro millones de libras esterlinas, entre el Tesoro y el Banco

La plata en Caja aumenta tres millones. 

La circulación de billetes registra importante baja de 53 millones, a pesar de que las cuentas corrientes disminuyen 24 millones. 

La cartera comercial del Banco disminuye 89 millones en pignoraciones y Descuentos, aumentando un millón los efectos a cobrar en el día. Créditos personales y pagarés de préstamos, no varían. 

Los beneficios del Banco sumaban 10,16 millones de pesetas.



El Sol, 13 de febrero de 1931, página 8.

ULTIMA HORA

Declaraciones sobre la estabilización de la peseta

BARCELONA 12 (12 n.).—Acerca de la estabilización de la peseta, D. Andrés Bausili, alto funcionario de cierta Compañía de electricidad y uno de los hombres que rodean al Sr. Cambó, nos ha expresado su opinión, que seguramente diferirá poco de lo que habría podido manifestarnos el propio jefe catalán. Al preguntarle si estima acertada la orientación del Sr. Wais, ha dicho: 

—Durante su actuación como ministro, el Sr. Wais ha dictado varias medidas, que es de lamentar no hayan ido acompañadas de un plan completo de conjunto. La centralización del mercado de divisas, las disposiciones encaminadas a evitar en lo posible la exportación de capitales, el envío de oro a Londres y las negociaciones con el Banco de Pagos Internacionales podían conducir a la resolución de nuestro problema monetario; pero para ello habrían sido necesarias dos cosas: 

a) Que, sin esperar la reunión del Parlamento, el propio Sr. Wais hubiera estado decidido a afrontar el problema, preparando al efecto aquellas medidas de pre-estabilización, como la modificación del reglamento del Banco de España, que han de ser complemento obligado de toda obra de carácter preparatorio que se realice, y b) Que la labor del ministro de Hacienda hubiera sido firmemente secundada por la política económica y de orden público de los demás ministerios, sobre todo por los de Economía, Fomento y Gobernación.

—¿Qué opina de la estabilización de hecho?

—Que depende de la acción conjunta de gobernantes, políticos y cambistas. Cuando la estabilización política de la nación esté encauzada por vías normales y desde el Gobierno quieran resolverse los problemas de organización que en forma inaplazable tiene hoy planteados España, el ministro de Hacienda podrá lograr con toda facilidad una perfecta estabilización.

—¿Qué tipo cree posible posible para la estabilización de derecho? 

—Considero imposible aventurar ningún criterio. Mucho ha de depender de cómo se presente la coyuntura internacional en el momento do poder pensar en serio en la estabilización. Lo que habrá de procurarse es escoger un tipo que, sin perturbar excesivamente la vida económica del país, tenga la virtud de propulsar su expansión comercial. 

—¿Es usted partidario del patrón oro?

—Soy partidario de cualquier sistema monetario que tenga como base el oro. (Febus.)



El Mañana, 26 de febrero de 1931, página 8.

El problema de la peseta 

Entre las distintas medidas que se han propuesto para resolver el problema monetario español se habla de la desmonetización de la plata. Suponemos que lo que querrá decirse es la reducción del stock de plata amonedada ya que la desaparición absoluta de las monedas de este metal habría de exigir su sustitución por billetes de pequeño nominal, con todos los inconvenientes que el régimen excluyente de aquellas tierras tiene según pudo observarse en varios países beligerantes, como Francia y el de exigir en época normal nuevas reservas áureas que agudizan el problema planteado por la escasez de oro. Esos inconvenientes han hecho que en los países exbeligerantes se hayan vuelto a acuñar monedas de plata retirando los billetes circulantes de pequeño nominal. 

No ha de olvidarse que la circulación de monedas de oro existe en pocos países en la actualidad; y aun se recomienda su supresión absoluta en los Informes que la Delegación de la Liga de naciones para el estudio del problema del oro ha emitido no ha mucho. El gran descenso de precio de la plata ha complicado el problema monetario y aun pudiera influir en el descenso de valor de ciertas monedas como la nuestra; por todo ello, creemos de gran interés exponer algunas de las consideraciones que el doctor J. A. Bowie inserta en una acreditada revistas inglesa, examinando el tema especialmente desde el punto de vista de la influencia que en la depresión económica mundial tiene el descenso de la plata en cuanto dificulta el comercio con el Extremo Oriente. El citado doctor, después de recordar que primero fue el cobre el metal monetario por excelencia, pero más tarde, ante las dificultad de usar monedas como platos se buscó otro metal de precio más elevado, medida que lo mismo ocurre ahora con la plata que se ha ido abandonando de suerte que mientras hasta hace pocos años Méjico, India, China y algunas Repúblicas suramericanas basaban su sistema monetario en la plata, ahora es sólo China la que tiene tal cantidad de tal metal.

La situación caótica de esta nación no le ha permitido tal vez seguir el modelo de la India con su rupia de plata que es "moneda dirigida" según el tecnicismo actual mediante el aseguramiento de su paridad áurea en virtud de reservas externas. La Indo-China francesa hizo lo mismo en 1930. China no imitó esta conducta y está envuelta en la catastrófica baja de la plata, Así, ligados ambos metales, el cambio monetario—según el aludido escritor—solo puede oscilar entre los estrechos límites del duplo del coste, segura y flete del envío de oro.

Es curioso hacer notar, que nunca, en la historia del mundo, hubo tanto margen entre los valores del oro y de la plata. y la causa es que la producción del primero ha disminuido y el de la segunda ha crecido extraordinaríamente.

Ya se ha dicho repetidamente,  que la producción de oro no basta para atender a la demanda, y que la escasez se teme se acentuará. El Rand que es el principal punto productor, disminuye fatalmente su rendimiento. Al mismo tiempo Francia y los Estados Unidos atraen el oro como con un imán, de suerte que todo lo que se arranca penosamente de las entrañas de la tierra se encierra en las arcas de los Bancos emisores de estos países. La plata, por el contrario, apenas se conserva la mitad de su precio anterior a la gran guerra. Como la plata no se atesora, las existencias de los años anteriores se acumulan a la producción del presente, y si se la desmonetiza se acumula a aquella el producto de la desmonetización. 

Tampoco cabe reducir su extracción por que como la plata acompaña al cobre, al plomo y al zinc, no se puede reducir aquella sin reducir también la de estos metales, su coste de extracción es nulo en cuanto se imputa a los costes de los minerales que la acompañan. Así, pues, aunque cesó la producción en las minas exclusivamente de plata, nada se ha conseguido. A pesar de que lo natural hubiese sido la elevación de precio de los otros tres metales, en 1930 todos bajaron. 

En el período 1927-29 la producción total mundial de plata excedió los 260 millones de onzas contribuyendo el Imperio británico con 40. Según las cifras de 1929 los mayores productores fueron (en millones de oпzas): México 108, los Estados Unidos 61, Canadá con 23, Perú con 21, Australia 10 y la India 7. La producción en 1930 ha decaído a 235. En cuanto a precios antes de la guerra fluctuaba alrededor de 24 peniques por onza standard; el precio medio de 1918 fue de 47 9/16; en 1919 se elevó a 57 1/16 y al finalizar este año 79; el precio más elevado es el de febrero de 1920 con el de 89 y 1/2 elevándose así mismo el dólar de Hong-Kong y el tael de Shangai. Después desciende rápidamente al precio anterior a la citada guerra. Varios países adoptan el patrón oro y desmonetizan la plata inundando este metal los mercados del mundo. Solamente el Imperio británico en 1921 desmonetízó 70 millones de onzas. Al descender el precio de las materias primas se reduce el volumen circulatorio necesario y disminuye la demanda de plata de China y la India donde la moneda de plata predomina. Adopta la última el patrón oro y vende plata y aún impone un impuesto del 20 por 100 sobre las importaciones de este metal. Se calcula que 70 millones de onzas de plata desmonetizada penetran en los mercados procedentes de India, Francia e Indochina. En diciembre de 1929 llega al punto más bajo, a 21 peniques, y en junio de 1930 a 15 3/4 arrastrando con su baja al dólar de Hong Kong y al tael de Shangai, El 14 de enero de 1931 baja a 13 1/4 y a su vez arrastra coa su nuevo descenso a ambas monedas. 

Este paralelismo de descenso de las monedas citadas y del precio de la plata hace pensar sí, como ya dijimos, el descenso de este metal desempeñará una influencia primordial bajista sobre nuestra moneda. No hemos de omitir la influencia psicológica que el temor a trastornos políticos ejerce sobre nacionales y extranjeros, y los hechos diarios muestran el fundamento que tiene la opinión que sobre este particular nosotros hemos sustentado; pero los factores que actúan para producir un hecho económico son diversos, pueden contrabalancearse, más pueden también sumarse como en el caso presente. 

Es sorprenderte que las remesas de metal amarillo efectuadas por España caigan como en una sima y desaparezcan sin producir más que un efecto transitorio; salvo el temor a trastornos políticos, los demás factores económicos (prescindiendo del descenso de la plata) son más favorables ahora que en otros tiempos en que el cambio nos era más ventajoso. No se comprende lo que ocurre y aun se comprende menos que en vez de remitir oro, del que hay verdadera penuria en el mundo, no se envíen divisas extranjeras de patrón oro para que surta los mismos efectos que el envío de este metal, a no ser que, en vez de servir los deseos de España, sean los de los atesoradores extranjeros de oro los que se haya pretendido satisfacer. 

EMILIO MIÑANA. (De la Agencia Internacional Arco).
 


La Libertad, 27 de febrero de 1931, página 1.

LA DEPRECIACIÓN DE LA PESETA 

El problema monetario y la exportación del oro

He fado siempre opuesto a la movilización del «stock» oro para enviarlo al Extranjero, como se ha hecho por los dos Gobiernos anteriores. Dije que la depreciación de la peseta no se detendría sino temporalmente con la exportación de oro, y que, por lo tanto, debían cesar los envíos de oro para buscar la solución estable. permanente, del problema en otras medidas de Gobierno. El tiempo, maestro de todos, nos da la razón, Pero después de haber enviado al Extranjero nueve millones de libras esterlinas en conjunto: seis millones que envió el Sr. Calvo Sotelo para liquidar parte de las operaciones interventoras de los cambios y tres millones que se han enviado durante la infeliz gestión del Sr. Wais.

De estos nueve millones de libras esterlinas no reingresará ni una sola libra en España. Podemos
darlos por exportados definitivamente, aunque ahora se nos diga que los tres millones enviados por
el Sr. Wais están intactos en el Banco de Londres a disposición del Banco Internacional de Pagos.

Cuando en 1929 la Dictadura de Primo de Rivera envió a Londres seis millones de libras, se nos dijo que se enviaban a título de depósito. A los pocos días  aquel oro español enviado a título de depósito, según afirmaba el Gobierno, era vendido por el Banco de Inglaterra, pasando a incrementar el «stock» oro del Banco de Francia.

El Sr. Wais envió a Inglaterra tres millones de Libras esterlinas. Los derechos de Aduana que se pagan en oro producen de 10 a 15 millones de pesetas-oro cada mes. El Sr, Wais tomó posesión de la cartera de Hacienda a fines de Agosto; por lo tanto, desde Septiembre a fines de Enero las Aduanas han debido producir unos 50 millones de pesetas-oro. Veamos las cifras de los balances del Banco de España para apreciar si el oro enviado al Extranjero esta intacto a disposición de España.

En 25 de Octubre pasado, antes de empezar el envío de oro a Inglaterra, el Tesoro público tenía en el Banco de España, en Madrid, 27.445.923 pesetas, y en las agencias o Bancos extranjeros, 14.969.266 pesetas. La recaudación de Aduanas desde Septiembre a 31 de Enero habrá producido 50 millones. Descontando los cupones de la Deuda interior-oro de 1 de Octubre y de 1 de Enero pasados, el Tesoro debería tener hoy en el Banco de España y en el Extranjero 81 millones de pesetas en oro. Según el balance del Banco de España de 7 de Febrero pasado, tiene solamente 54.151.195 pesetas-oro, de los cuales corresponden 4.210.392 pesetas a la Caja de Madrid y 49.940.803 situado en el Extranjero. Luego es evidente que existe una diferencia en perjuicio del Tesoro de 27 millones de pesetas por lo menos.

Pero esta diferencia es mayor porque en los envíos últimos ordenados por el Sr. Wais se ha utilizado también el oro propiedad del Banco de España. En el balance de fecha 25 de Octubre, el oro del Banco depositado en las Cajas de Madrid ascendía a 2.448.454.447 pesetas y a 47.335.621 el situado en las agencias y corresponsales extranjeros, o sea en junto 2.495.790.068 pesetas. En el balance de 7 de Febrero pasado el oro del Banco depositado en las Cajas de Madrid es de pesetas 2.410.654.450, o sea con una reducción de 38 millones de pesetas, y el de 59.583.504 el situado en el Extranjero, ascendiendo en junto el oro del Banco de España a 2.470.237.954 pesetas, de donde resulta una reducción de 25 millones en relación con el balance de 25 de Octubre pasado.

Si los tres millones de libras esterlinas (75 millones de pesetas-oro a la par y 135 millones al cambio de hoy) están depositados en Londres y están intactos, ¿en qué partidas del balance del Banco figuran? ¿Cómo aparece en baja el «stock» total de oro, así el del Tesoro como el del Banco?
Porque fijémonos en las cifras siguientes: 


Si el envío de oro del Tesoro a Inglaterra no se ha consumido, si está todavía disponible, ¿dónde, en qué partidas del balance figura la cantidad de oro del Tesoro? ¿Se ha cedido acaso el déficit que aparece al Centro de Contratación de Moneda? Las cifras referentes al oro del Banco de España son reveladoras de un déficit efectivo de 25 millones de pesetas, según resulta;



Si las cifras de los balances no ofrecen 52 millones de pesetas de déficit, y, por otra parte, se afirma que los tres millones de libras exportadas a Inglaterra están intactos y no se han consumido, ¿dónde, en qué partidas del balance figuran estas cantidades? 

Si el oro del Banco exportado al Extranjero no se ha consumido en operaciones de cambio, ¿cómo aparece en el balance un déficit de 25 millones de pesetas? Porque si el Banco de España puede aún disponer del oro enviado, debería figurar en la rúbrica de agencias y corresponsales en el Extranjero, y cuando esta partida sólo aparece con un aumento de 12 millones de pesetas, mientras existe una baja de 38 millones en el encaje efectivo depositado en Madrid, ¿cómo se afirma que el oro enviado está intacto, a disposición todavía del Banco de España? Porque si el oro enviado no se ha consumido en operaciones de cambio, debía aparecer y lucir en las partidas del balance, o sea en la partida de corresponsales extranjeros, y al no figurar en esta partida y existir, además, un déficit efectivo de 25 millones de pesetas en el oro del Banco y de 27 en el oro del Tesoro, se llega a la conclusión, triste y doloroso, de que los tres millones de libras enviados a Inglaterra por el ministro señor Wais han tenido el mismo fin que los seis millones anteriores remesados por la primera Dictadura. Y lo doloroso es que el problema monetario queda en pie, con mayor gravedad cada día. La política de movilización del oro sólo puede adoptarse cuando implantado el patrón-oro exista el libre juego de las leyes económicas para la importación y exportación del oro y renazca, además, la confianza del capital en el crédito y en la estabilidad política del país, Pero realizarla como se ha hecho por los dos Gobiernos anteriores han sido actos de verdadera inconsciencia. Se ha desmembrado nuestro «stock» oro, garantía de la circulación y que nos será indispensable para la implantación del patrón-oro, sin haber conseguido dar al problema ninguna solución, puesto que la depreciación de la peseta está a igual tipo que en Agosto de 1930. 



El Siglo futuro, 11 de agosto de 1931, página 1.

MUY FILOSÓFICO Y MUY LIBERAL 

La Constitución y la peseta

«Heraldo», el periódico que publicaba durante la dictadura el famoso cuadrito para que destacara la cotización de la Libra a 34, y que ahora que está a 57 se guarda muy mucho depublicarlo, ejerciendo la autocensura, dice anoche en su artículo de fondo, que lo más urgente de toda labor de gobierno es resolver el problema de cambio. Lo dice con frase lapidaria: «Sin Constitución se puede vivir, pero sin dinero no. Y los españoles por causa de la baja de la peseta, nos estamos quedando sin dinero».

Cuando escribió esto el «Heraldo» desconocía el rumor que ayer se esparció por los centros financieros de que se prepara una nueva remesa de oro español al Extranjero. Claro que lo mismo da que el «Heraldo» se hubiera enterado del propósito, porque no hubiera dicho nada. Y eso que no le costaba más esfuerzo que revisar su colección y transcribir el artículo que publicó cuando salió el primer envío de oro español para Inglaterra. Un tijeretazo al artículo; unas tachaduras sobre el nombre del señor Wais; una corrección al margen para escribir en su lugar el del señor Prieto; poner «República» . donde dice «Dictadura»..., y a la linotipia.

Nos estamos quedando sin dinero, efectivamente. El que puede se lo lleva incluso destripando un perro para hacer .... del cadáver del animalito; y la triste peseta que manejamos los demás es una engañifa que vale 43 céntimos: no llega a dos «carabas» taladradas.

¿Pero no decían los propagandistas de la revolución que el problema del cambio no debía preocupar a los españoles, porque obedecía a la inestabilidad política, y que cuando la República se estableciera la peseta recobraría su valor automáticamente?

Pues ahí están los hechos que hasta soliviantan al «Heraldo», el del cuadrito bursátil, que tal vez ahora lo tenga en la cabecera de la cama para recordar aquellos tiempos ominosos en que la libra estaba a 34.

El becerro de oro, dios del liberalismo que juzga del progreso de los pueblos por su prosperidad material, inspira a los más liberales hasta la repulsa de la Democracia. Y así el «Heraldo» exclama: «Sin Constitución se puede vivir; sin dinero no». No se puede negar la espiritualidad del «Heraldo» y el concepto elevado que posee de la dignidad democrática. Y este es el periódico jacobino, el terrible demoledor.

«Primum vivere, deinde filosophare» dice el aforismo latino. «La liberté ou la mort», gritaban los descamisados franceses. Y el «Heraldo», jacobino, entre la «liberté» y «la mort», por inanición, clama por el dinero, y le pega un puntapié a la Constitución, porque sin ella se podría vivir muy bien si la peseta alcanzara aquella cuasi paridad con la libra a 26 que llegó a alcanzar la Dictadura.

No caben explicaciones. Después de lo dicho, el «Heraldo» tiene que pechar con la responsabilidad de su espontánea declaración, que tiene esta traducción clarísima: ¡venga la peseta a la par aunque no haya normalidad constitucional en la vida!

O de otro modo: ¡arriba la peseta y viva la Dictadura!

Porque todo lo que sea vivir políticamente sin ley, es régimen de excepción, antijurídico, antidemocrático, opresor y arbitrario.

Los fanáticos fernandinos eran unos insensatos que gritaban: ¡vivan las cadenas!... de hierro. Las
cadenas de Chaperón.

El. «Heraldo» se diferencia de ellos en que las quiere de oro con engarce de libras esterlinas a 25 y de dólares a 5,00, y la Constitución para los «primos», porque.por algo es el más tonto siempre el que carga con el mochuelo. 

Eso esperaba la barahúnda de la República; esperaba Jauja; pero como dice en los mítines el señor Lerroux, la República no hace milagros, como hasta los ciegos están viendo.

Y es de notar que sus propósitos revolucionarios y su sectarismo anticatólico no le sirve tampoco de nada. El espíritu masónico-judaico que la inspira no establece solidaridad económica con la banca judía internacional, con los agiotistas del cambio monetario. Y resulta que los que antes explotaban la situación de alarma e inseguridad pre-revolucionaria, son los que explotan ahora las convulsiones del anarco-sindicalismo, frotándose las manos cada vez que sale una nueva remesa de oro de los sótanos del Banco de España. Que es lo que se trata de demostrar, porque ¿para qué queremos los españoles el oro?

No nos hace falla para nada, puesto que toda la labor del Gobierno es hacer economías. El que no gasta no necesita dinero. ¿Que el pueblo se encrespa porque carece de trabajo y de pan? El Gobierno expulsa a un par de Obispos y deja quemar unos cuantos conventos, y con eso se distrae el hambre. ¿Que la miseria cunde y las huelgas se multiplican y el terrorismo se apodera de la calle, y los parados—como en Zaragoza—emplazan a los ciudadanos para que los remedien como sea, amenazándoles con atenerse a las consecuencias si no lo hacen.

La banca que nos acecha echa una mirada sobre el Gobierno de la República y exclama: «Allá que los componganos se las sevillen con él.»

Todo será que la peseta baje más y España exporte más oro. Aquel oro que entró durante la neutralidad en la gran guerra, de la que se salvó, a pesar de las campañas de la misma prensa que la lanzó a la catástrofe de Cuba y Filipinas, la quiso lanzar a los campos devastados de Europa y le ha lanzado a la revolución al grito de «¡Constitución y Parlamento!», y ahora dice que «arriba la peseta y abajo la Constitución». Arriba la oliva y abajo el limón.

¡Gran pueblo el español, donde todo es posible! Como los toros que se crían en su suelo: noble, bravo, tonto, pronto al engaño.


El Financiero, 28 de agosto de 1931, página 3.

Los reventadores del oro 

Carta abierta 

Al Excmo. Sr. Don Niceto Alcalá Zamora, Presidente del Gobierno Provisional 

RESPETABLE señor mío: El 19 del pasado julio le escribió respetuosa carta privada, pero puntualizándole lo necesario para su más conveniente información sobre cosas de vital actualidad.

Salía de Madrid por la mañana, y aquella noche dormí mal y poco, intranquilo de partir sin ver descargada mi conciencia de algo que debía ser lealmente advertido al jefe del Gobierno, y que fundadamente presentí que nadie le advertía. Me levanté muy temprano y di satisfacción completa al cumplimiento de mi deber, y de que fue bien comprendida mi advertencia me dio prueba su atenta carta, que mucho le agradezco. 

No he de repetir aquí nada de aquel contenido confidencial, porque con aquella carta dejaba en Madrid algo de mi espíritu, que es la verdad, según mi leal saber y entender, en servicio de la Patria, y abrigaba optimista esperanza de que por ello mismo y no por proceder de mí, sería en lo mas substancial atendido. Pero hoy, notas de fulminante alarma llegan hasta mí en este retirado lugar, y es la desesperanza la que invade mi espíritu y siento que ni tiempo siquiera tenga para retornar a Madrid, tal cual se precipitan los acontecimientos, sin que vea convertirse en maléfica realidad definitiva y acaso irreparable, todo el desbordado actuar del error y de la incomprensión, cuando no también de la falacia y de la ineptitud, puestas a todo trance al servicio de una finalidad de partidista política, airadamente antepuesta al santo interés colectivo nacional. 

Y es esa misma desesperanza la que me mueve hoy a hablar públicamente al país con esta Carta abierta, como la esperanza me movió a hablarle a V. E. del interés del país en mi carta confidencial del mes anterior. Yo le ruego que tenga la bondad de leer, como si todo ello estuviese contenido en esta misma Carta abierta, la acusación precisa y concreta que formulo bajo mi firma en la edición anterior de EL FINANCIERO, tachando de imprudencia temeraria por inepsia inexcusable a los que nunca con mayores agravantes que en estas circunstancias pretendan agarrarse en sus horas póstumas a las movilizaciones de oro, como socorrido arbitrio para fabricarse el ramillete final de fuegos artificiales, digno remate de una desdichada gestión, nunca superada ni siquiera igualada, de la Hacienda pública, aunque después se desplome en otras manos, hasta sus mismos cimientos, todo el edificio del crédito nacional. 

Lo que está ocurriendo con el problema monetario y el cambio exterior de la peseta es ya algo sangrante, hasta en escarnio y befa del paciente país, ante el sarcasmo de los galanes financieros que unos tras otros, metiendo la mano en el oro y a fuerza de flirteos, tocamientos y cataduras, van haciendo perder la doncellez al crédito nacional, sin que en realidad haya mediado verdadera cópula en caso alguno, por manifiesta impotencia e ineptitud de los que hasta desconocen el mismo ambiente en que se mueven, o fingen ilusinarse a sí propios creyendo que lo desconocen los demás. 

Las referencias que a mí llegan, como cosas de realidad inmediata, son algo inaudito que supera a todo lo conocido hasta el día y deja desmantelados a todos los atrevimientos que pudiera idear el más osado, en punto a la libre disposición del oro, del Banco de España, sin cuidarse siquiera de los púdicos cendales de un aparente respeto a la ley, hasta en público alarde de que en esto del oro de la garantía del billete no impera otra ley que el personal capricho de una ilimitada obsesión, hasta en ludibrio del mismo Parlamento, anunciando que en setenta y dos horas se fabricará una ley como mejor cuadre, si los que tienen responsable deber de guardar las leyes vigentes no se plegan y rinden a discreción a lo que el despótico capricho de un ministro en absoluto incompetente, le venga en gana ordenar. 

Tengo a la vista el último balance del Banco de España del 22 del actual, y sus cifras me dicen, y dicen lo mismo a todos los que de buena fe sepan leer y quieran entender, lo siguiente: 


Esa es la realidad, y todo el que piense y diga lo contrario se engaña y engaña a los demás, porque no dice verdad. Resulta a toda evidencia que ese excedente de 36,30 millones de pesetas oro de la cobertura legal del billete, sólo ofrece un margen de emisión, al 50 por 100 de cobertura legal, de 72,60 millones de pesetas sobre los 5.294,36 millones de la circulación de billetes que registra el balance del día 22 del corriente mes, o sea hasta un total de 5.366,96 millones; y ello quiere decir que cuando en el balance del día 8 del actual se alcanzó la circulación fiduciaria de 5.480,27 millones, estuvimos con un margen de circulación extralegal de 113,31 millones de pesetas; esto es, estuvimos de hecho en el curso forzoso del billete, y ahora que ya pasó lo digo, aunque mejor que yo lo han visto muchísimos dentro y fuera del país, y fue ponderado más aún fuera que dentro, y a ello principalmente fue debida, en coincidencia con las graves incógnitas políticas y sociales, aquella agudización del cambio de la libra esterlina por encima de 57 pesetas. 

Y es tanta la incomprensión y el obsesionado actuar por un predeterminado móvil político de las autoridades monetarias. que se hace jactancioso alarde de que al solo anuncio de las medidas que van a adoptarse ha bajado la libra, sin parar mientes en que lo que va a hacerse ahora es fomentar la especulación a la baja y favorecer una posición bajista, porque ya se sabe de antemano en el extranjero que a fuerza de tirar un centenar de millones de pesetas oro se va a bajar la libra a 53 o 54 pesetas, con infantil despreocupación de que, en cuanto se acaben esas municiones oro, que será algo impresionante por lo fugaz, de ese oro que la Nación puso en manos de las autoridades monetarias para fines de más alta envergadura, y no para fabricarse fáciles éxitos del pasar a la hora del relevo de la guardia, o sea del cambio de gobierno; ese mismo oro. repito, será disparado contra nosotros por un simple cambio de posición bajista, que a mansalva de la segura presa situará la libra a 62 pesetas, como ya estuvo, o acaso más alta aún. 

Es ahora el oro del pago de los derechos de Aduanas y el oro del Banco de España por suma de 150 millones de pesetas, según creo, lo que se pretende hacer jugar como masa de maniobra para que el Banco de España sostenga una estabilización de hecho al cambio de 53 a 54 pesetas libra; y yo digo que los que tal piensen siquiera, por ser tan absurdo, monstruoso y desproporcionado entre los medios y el fin en ignorancia completa del momento actual, que ellos mismos se califican de incapacidad absoluta perpetua para todo acto de gestión monetaria y para todo acto de Gobierno. 

Sólo el instinto de conservación libra a los irracionales orejudos de tropezar dos veces en el mismo sitio, y aquí se pone singular empeño en querer tropezar por cuarta vez, dando el batacazo final en el mismo sitio y en la misma cosa, y ello me hace creer, al no hallar ninguna otra explicación lógica, que la descalificación de actitud del ministro de Hacienda para gobernar ha alcanzado ya, por su pertinaz contumacia, a todo el partido socialista, y se tiran de cualquier modo los dados, para jugarse la túnica del Poder, para el nuevo Gobierno próximo y tal vez también hasta para la misma elección presidencial, al pie del Gólgota del crédito de la Nación, que va a ser sacrificado, no ciertamente para la salvación del país, sino para su hundimiento final. 

A 32 pesetas quiso sostener el cambio de la libra esterlina el ministro de Hacienda de la Dictadura, comprando y vendiendo como ahora se pretende imitar, y así se fueron 150 millones de pesetas oro del Tesoro, y fue necesaria la emisión de Bonos oro por 305 millones, y la libra se remontó después por encima de 40 pesetas. 

Por tacha de descuidar el cambio y remontarse en sus manos la libra a 47 pesetas, fue reemplazado el señor Arguelles por el señor Wais, que intervino el mercado y envió tres millones de libras al extranjero, por mitad del Tesoro y del Banco, y no haciendo de la Ley pajaritas de papel, como el señor Prieto, y la libra se remontó en sus manos por encima de 51 pesetas, cuatro más que a su antecesor sin intervenir. 

Hasta cuatro millones de libras llegó a acaparar después el Centro de Contratación de divisas, y como la sal desaparecieron después en la intervención, más de la mitad en una sola semana. Como el maestro Flores de Lemus, yo también era decididamente opuesto a la llamada cancelación de las dobles, y así lo expuse en carta abierta al señor ministro de Hacienda, porque entendemos todos, en recta hermenéutica monetaria, que lo único que precisaba era un crédito de simple respaldo, a previsión de una perentoria cancelación total exigida por el acreedor, pero en modo alguno para subrogarse en la liquidación de las dobles. 

Sólo por espíritu de contemporización, con todo el esfuerzo de un buen deseo de colaborar modestamente con el Gobierno de mi país, me hizo claudicar, creyendo que todo ello sería salvo y que los vencimientos de liquidación en baja trimestral del 20 por 100 serían otra vez oro para las cajas del Banco. 

Así se llegó al envío de oro a Mont-de-Marsán, y en vez de cuatro millones de libras a que ascendían las dobles, se enviaron seis para que hubiese, se me dijo, un sobrante de fondo de previsión de dos millones de libras, ascendiendo así a nueve millones de libras esterlina, 226,80 millones de pesetas, el oro español existente en el extranjero, 37,80 millones de pesetas oro del Tesoro y 189 millones de pesetas oro del Banco de España, de las cuales son 113,40 millones de pesetas del Banco, en cuenta por mitad con el Tesoro, y los 75,60 millones tomados por el Estado a préstamo obligado del Banco, con evidente forzamiento de la ley de Ordenación Bancaria, y vino aquella extraña declaración del ministro de Hacienda, con la más señalada muestra de una pretenciosa incompetencia, asegurando al país por si y ante sí, creyéndose con tanto poder para escamotear el espíritu jurídico universal como para quebrantar o levantar leyes a su antojo, que esos 189 millones de pesetas oro que salieron de las cajas del Banco, que están pignorados cubriendo la garantía del préstamo del Banco de Francia, en su casi totalidad dispuesto, continúan cubriendo la garantía oro del billete, como si simple y lisamente se tratase del 3 por 100 que autoriza la ley de Ordenación Bancaria para el oro o divisas oro situadas en poder de corresponsales del Banco en el extranjero en pleno dominio y libre disposición. 

Y por si todo ello fuese poco, no sabiéndose ya qué idear ni a qué resorte recurrir para meter más mano en el oro del Banco, se inventa ahora el arbitrio de violentar, (uso la palabra más suave) el Convenio de Tesorería entre el Estado y el Banco—; cuidado que es afinar el ingenio para el mal !—suponiendo que, como el Convenio de Tesorería concede un margen de préstamo de hasta 350 millones de pesetas en la cuenta corriente plata, y en ésta no figuraba en el balance del día 22 más que un margen dispuesto por el Tesoro de 145,85 millones de pesetas, puede el Tesoro disponer todavía de 204,15 millones de pesetas plata, pero que en vez de tomarlas en plata se quiere exigir del Banco que se las entregue en oro, que al cambio de 55 pesetas libra serían 37.12 millones de libras, o sean 93,53 millones de pesetas oro. 

Pero como ya he demostrado numéricamente con las mismas cifras del balance del día 22 que sólo existía en dicha fecha un sobrante de cobertura legal oro de 36,30 millones de pesetas, si el ministro de Hacienda dispusiera de esos 93.53 millones, resultaría una insuficiencia de cobertura legal de 63,23 millones de pesetas; es decir, quedarían en verdadera situación de curso forzoso, limpios de toda garantía oro, 126,46 millones de pesetas de la actual circulación de billetes. 

Y no quiero decir lo que sucedería si, forzándose ya al último extremo la interpretación del Convenio de Tesorería en este aspecto concreto de coger el oro de las cajas del Banco, se hiciera el cálculo del margen disponible de Tesorería por 350 millones de pesetas plata, no sobre el saldo adverso de 145,85 millones de pesetas ya dispuestas en la cuenta corriente plata, sino sobre el saldo global de sólo 48,15 millones de pesetas de todas las cuentas de Tesorería. 

En este caso el margen disponible a traducir en pesetas oro sería de 301,85 millones de pesetas plata, o sea 5,49 millones de libras al cambio de 55, equivalentes a 138,34 millones de pesetas oro, y como ya hemos visto que el actual sobrante de cobertura es sólo de 36,30 millones, tendrían que tomarse 102,04 millones de pesetas oro de lo vivo, quedando sin cobertura oro y en situación de curso forzoso una fracción de 204,08 millones de pesetas, de la actual circulación de billetes. 

Con ser ya absurda de suyo esta interpretación del Convenio de Tesorería a los efectos de convertir en oro el margen disponible plata, debo hacer constar qué para la determinación de ese saldo global de 48,15 millones de pesetas plata de la cuenta de Tesorería, se restan de las cuentas del activo las cuentas del pasivo, entre las que figura como más destacada la cuenta corriente oro del Tesoro por 57,74 millones de pesetas oro, de los cuales sólo tiene disponible el Tesoro 19,94 millones de pesetas, pues los 37,80 millones restantes están pignorados en Mont-de-Marsan como garantía del préstamo referido, resultando, por ende, el absurdo bien notorio de que el Tesoro se haría reembolsar de tal guisa por el Banco ese margen de 37,80 millones de pesetas oro sobre una garantía contabilizada que sólo existe en el papel. 

Excuso decir, además, la violación del espíritu y de la letra del Convenio de Tesorería, que implica forzar por plazo indefinido y por la totalidad del margen disponible de 350 millones de pesetas plata, ese fondo de previsión circunstancial para el ágil juego del movimiento presupuestario de cada ejercicio económico, cuando el más elemental sentido jurídico financiero dice y ordena que esa Deuda flotante de Tesorería debe saldarse en el mismo período de vigencia del presupuesto para que fue creada, al extremo de que siempre fue arma de combate de la oposición la excesiva permanencia del saldo contrario de esa cuenta corriente plata del Tesoro, que ahora se inmovilizaría de hecho por tiempo indefinido y por su totalidad de 350 millones de pesetas, constituyendo de tal suerte ese solo hecho otro factor indiscutible de perniciosa influencia en el cambio exterior. 

En cuanto al oro del pago de los derechos de Aduanas, su margen disponible es otra cosa que flota en el misterio, tanto como lo que haya pasado y pase con la socorrida cuestión de las dobles. Por lo que dice la cuenta corriente oro del Tesoro en los balances del Banco, sólo veo que ni sube ni baja, manteniéndose alrededor de 57 millones, que es su cifra actual, lo que quiere decir en definitiva, hecha la expresada deducción de 37,80 millones de pesetas oro pignorado en el extranjero, que el Tesoro tiene por derechas una libre disposición de 20 millones de pesetas oro. 

Esa es la verdad, toda y la única verdad, y sea por los estímulos que fuere—yo no puedo ceder a nadie los míos en punto a patriotismo—, siempre sereno, ecuánime e imparcial, como limpio en absoluto de toda presión partidista, de todo estímulo de amistad y de todo incentivo de sueldo, cargo o sinecura, que jamás tuve, yo acudo a V. E. en respetuosa súplica de que admita el recurso de esta carta en trámite de mejor proveer y, por qué no decirlo, de más jueces a enjuiciar y fallar este pleito, que no es de simple personalismo ni politiqueo circunstancial, sino que entraña de modo decisivo la más vital substancia de la Economía social del país y del crédito de la Nación. 

Es verdaderamente ofensivo para todo el país consciente—y lamento verme compelido a contestar con la agresión a la agresión, ya que de verdadera agresión a los profesionales se trata—ese burlesco trámite de tercería del ministro de Hacienda, en que aparece informando, para determinación de acuerdo definitivo de Consejo de ministros, la sola individualidad del gobernador del Banco, representándose a sí propio—salvando todo el personal respeto—, compañero de Redacción del señor Prieto en El Liberal, de Bilbao. 

Yo solicito de V. E. que por trámite sumarísimo se someta el plan o lo que sea del Gobernador del Banco al dictamen del maestro Flores de Lemus, asesor técnico del Ministerio de Hacienda; al Consejo Superior Bancario, a la Sindicatura de la Bolsa de Madrid, Academia de Ciencias Morales y Políticas, a los secretarios técnicos del Consejo Superior de Cámaras de Comercio y del Fomento del Trabajo Nacional, señores Valcárcel y Gual Villalbí; al director del Banco de Bilbao, en Barcelona, don Luis Pascual; a don Salvador Canals y al maestro Olascoaga, y aun extenderse la petición de dictamen a algunos otros expertos y profesores de Economía y Hacienda, y sólo entonces, a la vista y estudio serio de esos dictámenes en plazo no mayor de una semana, podrá resolver el Gobierno en bien del país, sin agravio para las personas ni ofensa para la ética social que, mucho más que con el vulgar recurso de embolsarse unos cuantos fajos de billetes, haciendo tabla rasa de un simple buen ver, en punto a los respetos debidos a la intelectualidad del país, se maltrae y atropella. 

Yo he c|querido cooperar y convivir con este Gobierno, máxime en materias de crédito público, por ser Gobierno de mi patria, y me aparto y me lavo las manos, porque se me echa, ya que yo no puedo ser cómplice de nada malo para mi país, ni siquiera con el silencio. 

De ahí ésta mi súplica para que pase el asunto a más jueces, que es lo menos que puedo pedir, por lo mismo que yo tengo, y ofreceré en su día con todo desinterés al Gobierno que sea, un plan completo de revaloración de la peseta. Y yo digo, sin jactancia ni menos aún intención de agravio por el previo supuesto de un desahucio, que si esta petición no hallase en V . E. la debida acogida que el país precisa y demanda, yo digo que si no se me aplasta—y en tal caso la persecución de injusticia sería el mejor laurel como broche de toda una vida de trabajo altruista—, desde ese mismo momento dejaría contraído ante mi conciencia el inflexible compromiso de pedir responsabilidad ante el primer Gobierno y el primer Parlamento regular que se constituyan, al ministro de Hacienda que tal haciere y al Gobierno que por acuerdo de Consejo con él se solidarizase. 

En la esperanza de que pueda hallar aún en vuecencia un último rayo de luz de verdad y de justicia en la materia, quedo a sus órdenes atento s. s. q. e. s. m., 

J. G. CEBALLOS TERESÍ, Director de EL FINANCIERO, Suances, 25 agosto 1931.


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Universidad de Valladolid, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales
Trabajo de Fin de Grado, Grado en Economía
Presentado por: Mónica Motrel Pinales
Tutelado por: Ricardo Hernández García
Valladolid, 04 de mayo de 2021

6.5. El oro de Mont de Marsan 


En la localidad francesa de Mont de Marsan existía oro español desde 1931 debido a que para mantener la cotización de la peseta se pidió un crédito de 9 millones de libras esterlinas respaldado con oro. El banco de Francia se hizo cargo de un depósito de 21.980 kilos de oro que el Banco de España tenía en Londres y 52.636 kilos se enviaron de Madrid a Mont de Marsan para respaldar el crédito, donde permaneció intacto hasta que en junio de 1937 con el cambio de gobierno francés y la entrada de Camile Chautemps se devaluó el franco, suspendió el patrón oro y pidió a España la devolución del crédito lo cual aceptó teniendo que vender 34,3 de las 74,6 toneladas quedando disponibles 40,2 t (Martín Aceña, 2012: 141). 
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La Nación, 29 de agosto de 1931, página 2.

TRAGICOMEDIA 

El polemista y la Hacienda 

El Sr. Prieto es, indudablemente, un formidable polemista. Puede asegurarse que es el primero de España, aun reconociendo que por esas mesas de café hay grandes capacidades en el género, olvidadas injustamente. El Sr. Prieto, como cualquier polemista que se estime, sabe escapar graciosamente con una mueca, con un chiste o con una interjección cuando la tertulia lo cree ya cogido, y así se hace nuevamente con ella. 

Claro que las condiciones de primer polemista fácil titulo que indudablemente corresponde a don Indalecio no son las más a propósito para dirigir la Hacienda de un país. Con tales condiciones se puede contestar a las críticas tranquilamente: "No recojo lo que dice tal periódico, que pertenece a un señor a quien he perjudicado." O bien decir que, como proyecto concreto de carácter financiero, tiene el formidable polemista el proyecto "de fallecer". Todo ello con un guiño y una interjección, contrastando graciosamente con su semblante satisfecho. 

El problema bancario 

El Sr. Prieto, al hacerse cargo de la cartera, se encontró con un problema bancario delicado. Los. acontecimientos políticos exacerbaban la sensibilidad de los capitalistas. Los Bancos veían disminuir sus disponibilidades. La gente empezaba a esconder su dinero o a exportarlo. Los valores bajaban, dificultando la realización de las carteras bancarias. 

Ante esta situación, el Sr. Prieto fue absolutamente original. Es una injusticia que las cosas de España pasen inadvertidas ante el mundo, pues seguramente a estas horas, sin tal inconveniente, Prieto sería requerido por sus compañeros alemanes, ingleses, franceses, etc., para ir a asesorarlos. El Gobierno republicanosocialista de Alemania ha llegado, después de pasar por la concesión de garantías, avales y moratorias, a suscribir capital de los Bancos en peligro. Los laboristas ingleses están a estas horas extremando el intervencionismo del Gobierno para evitar percances.

Así en todas partes, porque en todas partes se cree que ayudar a la Banca es ayudar al comercio y a la industria, al patrono y al obrero. 

Aquí el sistema del Sr. Prieto podría sintetizarse en estos u otros términos equivalentes, propios del formidable polemista: "¡Que se joroben! ¡Que se chinchen! ¡Que les den... en la cabeza!" 

Sistema que prácticamente ha equivalido a mandar retirar todos los fondos que organismos oficiales — como Campsa y Tabacos — tenían en la Banca privada. El sistema del Sr. Prieto ha dado magníficos resultados: se domina el pánico difícilmente; crece el temor de la gente, agravándose la falta de dinero circulante; se intensifica la fabricación de billetes; los Bancos no descuentan una letra ni pignoran un título. Queda completamente desarticulada la economía española. En tres meses la gente retira de la Banca privada y de las Cajas de Ahorros la enorme cifra de 1.500 millones de pesetas, según los cálculos publicados en toda la Prensa. 

El problema del cambio 

Veamos cómo encontró el Sr. Prieto el problema del cambio. Antes de las elecciones municipales el cambio estaba firmemente controlado, y se había conseguido una buena orientación. Se cotizaba la libra cerca de 44. Él resultado de las elecciones, la carta de la Monarquía, la proclamación de la República, con toda su formidable significación, llevaron el cambio entre 47 y 48. No fue, ciertamente, el salto muy grande, si se tiene en cuenta la importancia de los acontecimientos. 

Después que España había pasado los momentos más difíciles de su vida —de cincuenta años a esta parte—Prieto se encuentra con el cambio a 48. Tiene a su disposición, intacto, un crédito de 12 millones de libras, que había conseguido España sin garantía especial alguna, sin pignoración ni envío de oro. Tiene además algunos centenares de miles de libras disponibles en el Comité de Cambios, el cual ni había vendido libras en descubierto ni tenia pérdidas de consideración. 

El formidable polemista entra en acción y rescinde el contrato de los 12 millones. Ha dicho luego Prieto que Morgan pidió la rescisión. Lo único cierto es que Morgan, al encontrarse frente a unos hombres que habían dicho pestes de la operación, calificándola de leonina, rogó que se le ratificase el contrato. El Sr. Prieto, que debía prever la posibilidad de necesitar un crédito, no supo aprovechar el arma formidable que se encontraba en herencia. Fue como si el Gobierno hubiese acordado licenciar la Guardia Civil. 

El Sr. Prieto, al poco tiempo, contrata grandes compras de petróleos a los Soviets. Contrariamente a lo que hacen todos les países; esto es: comprar a los rusos únicamente a cambio de mercancías, España les da dinero. Luego la gente se admira de que en Sevilla y Barcelona los comunistas y los anarquistas dispongan de grandes cantidades de armas y de billetes de Banco. El Sr. Prieto, además, rompe las relaciones con el Banco Internacional de Pagos. Y agobiado ya por la marcha del Comité de Cambios, que no puede servir divisas, decide contratar un crédito. 

Corredores de todas clases van y vienen de Madrid a Paris y a Londres y a Amsterdam, donde la petición de crédito de España rueda de Banco en Banco, y por fin, el Banco de Francia concede al de España nueve millones de libras, en condición de que se le deposite en garantía una cantidad exactamente igual en libras oro. Y a condición de que este oro se sitúe precisamente en Francia. “Se depositará — dijo el Sr. Prieto—cerca de la frontera.” No dijo que al lado de allá. Y no es esto solo, con ser tan grave y significar la estimación que el Extranjero tiene a las finanzas españolas en manos del formidable polemista. El Banco de España, para desplazar el oro que ha de servir de garantía, exige lo que unas semanas antes no había exigido Morgan: exige una garantía especial— las minas de Almadén— y el Sr. Prieto se la da. Y eso que si se usa del crédito queda en el Banco de España el importe en pesetas de las libras vendidas. Una parte del crédito es utilizada en seguida en atender grandes pedidos de divisas de los importadores españoles, que esperaban días y semanas inútilmente, obligados a contemplar impasibles su propia ruina.

Otra parte es utilizada en retirar operaciones de doble. Esto último se hacía a destiempo, cuando no podía dar ya ningún resultado práctico. Y otra parte se dedica a presionar el cambio, a intervenir los mercados extranjeros, con los resultados que expresan claramente las cotizaciones de estos días. No recogeremos las noticias que circulan en el Extranjero respecto a las disponibilidades actuales del crédito con el Banco de Francia. Puede tratarse de hipótesis malévolas de gentes interesadas en decir que ya la peseta está prácticamente sin defensa. 

Lo cierto es que la libra ha llegado a cotizarse a 62 pesetas, a pesar de que tal divisa ha perdido terreno frente a las otras monedas oro. Seria interesante que el Sr. Prieto, si cree llegado el momento de dejarse de chistes, muecas e interjecciones, asomándose a la realidad y a las cifras, dijese cuál es la situación del crédito y la situación del Comité de Cambios, qué queda de los nueve millones de libras y cuántos millones se han ganado o se han perdido. Tendríamos con ello datos preciosos respecto a la suerte que espera a los españoles si las finanzas públicas continúan en manos del formidable polemista algún tiempo todavía. 

Escena suelta

Cuando, después de las elecciones constituyentes, aumentó el prestigio de Lerroux, en forma que se dibujaba con trazos precisos la proximidad de un Gobierno presidido por él, lo mismo en España que en el extranjero hubo un fugaz retorno de confianza; subieron los valores, subió la peseta y el Comité de Cambios pudo comprar cantidades muy grandes de divisas.

Aquello duró dos días. Los necesarios par a que el Sr. Prieto lanzase su repulsa a Lerroux, contrariando un movimiento de optimismo beneficioso para la economía española.

Lerroux podía haber sido un Poincaré, y por aquel entonces quizá ya Prieto había oído los asesoramientos de León Blum. Blum fue la oposición a los proyectos salvadores de Poincaré. Profetizó la ruina de Francia en plazo breve si se aceptaba la estabilización que Poincaré proponía. La opinión pública francesa fue ingrata con Blum, por lo que es comprensible el deseo de sus correligionarios españoles de ofrecerle en España la posibilidad de una rehabilitación.

Telón 

La libra a 55. Les valores depreciados como nunca. La pérdida que por baja de valeres está soportando España significa 5.000 millones de pesetas.

Les Bancos imposibilitados de dar facilidades al comercio, a la industria y a la agricultura, pues la cifra de efectos impagados que tienen en su poder es fantástica. Los exportadores ne pueden exportar por las exigencias del ministro. Reclamaciones diplomáticas por los inconvenientes fronterizos. Los comerciantes sin poder importar por falta de divisas por la inseguridad del cambio. 

Empiezan a faltar artículos de importación de primera necesidad. Falta absoluta de crédito en el exterior, donde para darnos una libra nos exigen el oro, que luego hay que garantizar al Banco de España. Abocados a la inflación fiduciaria en grande a pesar de los paños calientes del célebre estampillado, que reduce momentáneamente la cifra de billetes en circulación. No pudiéndose emitir empréstitos para las obras que ejecuta y va a ejecutar el Estado, no pudiéndose emitir valores de ninguna clase, nos encontramos, por obra de don Indalecio, ante el siguiente dilema: o quedan millones de obreros sin trabajo o se fabrican billetes.

Estos son los resultados de haber sido ministro de Hacienda de España durante cuatro meses un formidable polemista, que ahora anuncia que se va a solucionar el problema del cambio por un procedimiento que un técnico suyo ha calificado de “huevo de Colón”.

Cuando se haga la historia objetiva y serena de estos tiempos resaltará indudablemente la labor revolucionaria de D. Indalecio. A su lado los anarcosindicalistas y los comunistas quedarán como miserables pigmeos.

Estas son realidades que nadie puede desmentir, y que merecen la atención de todos, y especialmente del Gobierno, porque se trata de lo más importante para el país: su economía, que estamos obligados a defender.



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La primera vez que se recurrió al estampillado de billetes fue con la proclamación de la República el 14 de Abril de 1931, puesto que querían retirar los billetes donde aparecían imágenes de reyes españoles.

Cuando estalló la Guerra Civil española, el 18 de julio de 1936, estaban en circulación una serie de billetes que fueron admitidos por ambos bandos, aunque cada uno le puso su resello en seco, dándose el caso de billetes con ambos resellos.

Durante la guerra, ambos bandos fueron emitiendo series de billetes y declararon como "ilegítimos" los del otro bando.

Estampillado de la República.

Una vez proclamada la II República, el Presidente del Gobierno Provisional de la República, publicó en la "Gaceta de Madrid" un decreto que regulaba la emisión de los billetes. En este decreto se promulgaba: La emisión de nuevos billetes, procurando que aparecieran emblemas o alegorías de la República. La recogida de los billetes existentes cuando se dispusiera de nuevas emisiones, y el estampillado de los existentes en las cajas y los circulados. Las operaciones de estampillado comenzarían el 10 de agosto de 1931, con un plazo de 3 meses para realizarlas. El 10 de Septiembre el Banco sólo entregaría billetes estampillados, y el 20 del mismo mes no los aceptaría sin estampillado. El Banco dictaría las normas y modelos del estampillado. 

El Banco intentaba invalidar los billetes que pasaron la frontera en la evasión de capitales que inmediatamente se produjo, por lo que encargó al Gobernador del Banco, don Julio Carabias, que estudiara el modo más rápido de estampillar los billetes puestos en circulación por la Monarquía.

Con carácter de urgencia, se estampilló la serie de 50 pesetas, donde aparecía Alfonso XIII , con un sello de caucho de forma oval, de 55 x 38 mm., con la leyenda "República Española" y el escudo de España.

Los grabadores del Banco desaconsejaron este procedimiento porque ensuciaban los billetes y eran fácilmente falsificables.

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La Libertad, 16 de septiembre de 1931, página 6.

LAS CORTES CONSTITUYENTES 

Ayer planteó en el Parlamento el señor Alba un interesante debate sobre la situación económica de España  

Sesión del 15 de Septiembre 

A las cuatro y veinticinco minutos abre la sesión el Sr. Besteiro. 

En el banco azul están los señores Prieto y Albornoz. La concurrencia en escaños y tribunas es extraordinaria. Se aprueba el acta de la anterior, 

RUEGOS Y PREGUNTAS 

El Sr. ARMASA formula algunos ruegos sobre determinados tributos. 

El Sr. DELCAS manifiesta que hace dos meses los expendedores de tabacos presentaron al Gobierno unas peticiones, entre ellas la reducción de la jornada, y nada se ha hecho, a pesar de que se cuenta con el tácito consentimiento de la Tabacalera. Pide que se resuelva esta petición. 

El ministro de TRABAJO contesta que la mejor manera de resolver este asunto es obligando a la Compañía Arrendataria de Tabacos a tener menos tiempo abiertos los establecimientos, pues si esto no se consigue será preciso traer un proyecto de ley a la Cámara. 

El ministro de HACIENDA también contesta y dice que sí se cierran los establecimientos expendedores temprano se fomentará la venta ambulante del tabaco, y ésta no le conviene al público ni a la Compañía porque no tiene control. Advierte, que a él personalmente le interesa poco el asunto, porque no ha fumado nunca, por parecerle éste uno de los más estúpidos vicios. (Risas y rumores.) 

El Sr. BUJEDA se refiere al peligro que corren los obreros de las minas de La Carolina por el polvo que aspiran en los trabajos de perforación de las galerías con martillo. Por esta enfermedad ninguna compensación tienen en la ley y pide que se adopten medidas defensivas, entre ellas la reducción de la jornada en este trabajo y el impuesto de 50 céntimos por tonelada de mineral para atender a la curación de los atacados por la dolencia. 

El ministro de TRABAJO contesta que entre los proyectos que tiene en preparación está la ratificación del Convenio internacional sobre enfermedades profesionales. 

La interpelación económica de don Santiago Alba 

El problema económico sobre todos los demás 

El Sr. ALBA: Espero, señores diputados, que me creáis al afirmaros que no sentía afán alguno de intervenir con mi palabra en vuestros debates. Estoy convencido de que la posición que por ahora se ajusta más fielmente a mi deber es la de guardar silencio y la de no actuar sino por imperio ineludible de las circunstancias en las cuestiones que se traigan a vuestro debate, cuando, en una expresión sincera de conciencia, imagine que mis observaciones o mi consejo pueden influir en la más perfecta solución de los asuntos sometidos a vuestra deliberación Pero he de declarar que desde el primer día que las Cortes abrieron sus sesiones, y aun antes de que éstas se inaugurasen, yo pensaba (y lo sigo creyendo) que, tanto como el problema constitucional sometido a vuestra resolución, importa a España todo lo que se relaciona con la situación económica y financiera del país. 

Parecíame a mí igualmente que resultaba, cuando menos, extraño que discutiéndose con tanta atención y a veces con tanto y tan legitimo apasionamiento lo que a estos problemas afecta, un día y otro, se deslizaran las sesiones del Parlamento sin que tuvieran estado y situación de debate aquellas graves cuestiones. 


En vista de que ningún otro de nuestros dignos compañeros las promovía, me decidí a solicitar la venia del señor presidente y del Gobierno para sometéroslas. Tengo que advertiros para que no os sintáis defraudados en ningún momento de este debate, que harto habréis de lamentarle por la fatiga que haya de causaros con mi palabra, que no vengo a cultivar la nota oposicionista ni a producir impresión alguna de las que se llaman sensacionales en los periódicos; voy a hacer, más que otra cosa, un apuntamiento de la situación, de los problemas económicos, financieros y de trabajo, para abreviar el de la Cámara y, sobre todo, para conocimiento de aquellos muy numerosos compañeros nuestros que vienen por primera vez a ejercer sus funciones de mandatarios del país, y a dirigir advertencias, consejos, reflexiones, estímulos, sugestiones, todo menos actos de agresión y de censura violenta al señor ministro de Hacienda, mi digno amigo. 

He de deciros, y digo al señor ministro de Hacienda, que me inspira extraordinaria simpatía su situación. Yo sé algo, y aun algos. de lo que es a veces la injusticia pública; sé algo, y aun algos, de las consecuencias dolorosas que trae el ocupar ese cargo que actualmente ocupa el Sr. Prieto; y como considero que no es lícito solicitar de los demás aquello que uno no está dispuesto a prestar cuando la ocasión le llega, en este momento creo que rindo tributo a la Justicia y que presto un servicio a mi país usando de toda la moderación y, si es preciso, de cierta benevolencia respecto del señor ministro de Hacienda. 

El problema de España es una obra de conjunto 

Pero esta actitud no es sólo la expresión de un sentimiento personal, ni es siquiera el recuerdo de otros días de mis campañas políticas; es, sobre todo, la obediencia un convencimiento que tengo muy arraigado, a saber: el de que cualquiera otra persona que ocupara el puesto que ocupa el Sr. Prieto no podría realizar milagros, como él no puede realizarlos, porque no estamos en tiempos de taumaturgia política, y no es posible, no digamos ya no es legítimo, pedir a un ministro de Hacienda que resuelva por arte maravillosa la situaron del país, consecuencia de factores muy distintos, de errores, de descuidos, de prodigalidades, de concesiones abusivas y complejas, y no recientes tampoco. 

En definitiva, a quién incumbe la expresión de una política, el mantenimiento de una conducta, la coordinación de todo un programa de gobierno es al Gobierno mismo; y yo os digo, señores diputados, como síntesis de mi juicio al comenzar este discurso, que para mí el problema económico y financiero de España no es un problema de ministro de Hacienda, no es un problema que pudiera resolver Nécker mismo, a quien resucitáramos para colocarlo ahí (Señalando al banco del Gobierno.); es un problema de conjunto, es un problema de gobierno, es un problema de plan. 

Y así es necesario, es indispensable que la vibración de cada una de las exigencias, de ciertos postulados públicos, llegue a todos los departamentos en una labor coordinada. Así no nos encontraremos con iniciativas, que pueden ser felices, del ministro de Hacienda en un momento determinado, y a las veinticuatro horas o a las cuarenta y ocho las veremos destruidas por un efecto público contraproducente determinado en cualquiera otro de los departamentos. 

Lo primero, pues, que precisa España es una labor de coordinación, una labor de, concatenación cordial, de convencimientos entre unos y otros señores ministros, con la asistencia del parlamento. 

Sin gestos y sin tropos, señores diputados; sin daño del análisis austero de la situación que me propongo hacer, he de declarar también que no combato a ese Gobierno, porque el Gobierno hoy es la República, y la República es España; y yo, por tanto, no he de inferir conscientemente perjuicio alguno a mi país. 

Situación delicada, pero no irremediable 

La situación—no nos engañemos, señores diputados — es delicada, muy delicada; podríamos afirmar que grave; pero yo anticipo también en lo que a ello os baste mi juicio, que la situación no es irremediable, que no es insoluble. Requiere una labor inmediata del Gobierno y del Parlamento, como después diré; que sin más que aplicar en España el resultado de enseñanzas que podemos recoger en la historia reciente de otros países, esta crisis deberá dominarse, esta crisis podrá vencerse, y así la nación y todos aspirar a que este momento difícil por que atravesamos se convierta en una situación de prosperidad y de ventura para la patria. 

Consecuencias de la alegre francachela de la Dictadura 

No he de entretenerme en discernir responsabilidades (no es ésta la oportunidad) respecto a las causas que nos han traído a tal situación. Bastará que diga algo que está en vuestro convencimiento y en el del país entero. Señores, estamos liquidando dolorosamente, penosamente, las alegres francachelas de la Dictadura. 

Todas aquellas prodigalidades, todas aquellas irreflexiones, todo aquel lanzar los millones a voleo, no podían menos de producir esta crisis; no podían menos de traer, como lo trajeron en todos los pueblos en ocasiones semejantes, el enrarecimiento de numerario que padece hoy España. Hemos de acomodarnos a la situación tal cual la hemos recibido, procurando resolverla dentro de sus propios factores. 

El problema de la moneda 

Os anticipo, señores diputados —ya os lo he dicho—que mi exposición no será extensa, aunque seguramente no será tampoco breve; pero si os aseguro que procuraré no pronunciar más palabras que las que resulten indispensables para aducir un hecho o para expresar una idea. Comenzaré hablando de la crisis monetaria, del problema del cambio y de los que son conexos con él. Expondré la crisis bancaria, la crisis de los valores, la de la agricultura, la industria, la del comercio. Y os hablaré también de la del trabajo y de aquel problema que se plantea ahora en España con caracteres tan agudos y tan dolorosos, de los obreros en paro, repercusión de la dificultad que castiga, puede decirse, al Mundo entero. 

Pero como no sería lícito venir a señalar aquí esta situación e invitar al señor ministro de Hacienda a que nos exponga (con lodos los deberes que pesan sobre él y todas las limitaciones que seguramente tiene su palabra para mostrarse absolutamente sincero en el instante) lo que piensa y lo que hace sobre estos problemas, guardando cómodo silencio el interpelante, yo le invitaré a que lo haga, poniendo por delante, con toda modestia, pero con toda claridad, lo que pienso respecto a la crisis de España y a sus remedios. 

Hablemos del problema monetario. No voy a entretenerme en disquisiciones de pura teoría. Creo que hay conclusiones en las que estamos todos de acuerdo. Sabemos que la moneda española, salvo un periodo muy breve durante la guerra, se ha cotizado casi siempre con daño; sabemos que aquel periodo de la guerra fue para España un momento de florecimiento; que no sólo, no tuvimos los estragos que sufrieron otros países, sino que el haber nacional se acreció por una inyección poderosa, por un torrente de recursos que vinieron de otros pueblos, siquiera más tarde padeciéramos la imprevisión o la locura de perder casi todas estas ganancias en la especulación, principalmente, de divisas extranjeras. 

Todos creo yo que estamos también conformes en que, aparte del daño específico que puede resultar para el haber nacional en la cotización inferior de la moneda española respecto de otras monedas, el mayor estrago, el mayor agravio para la economía nacional, lo que causa mayores inquietudes para la vida de la industria y del comercio y, en general, de los negocios, lo que produce una perturbación en los precios y. por lo tanto, en las subsistencias de las clases medias y proletarias, es lo que llaman los técnicos el cambio errático, la movilidad del tipo, el subir y el bajar de las cotizaciones, el ser victimas de la especulación, que unas veces nos empuja en un sentido y otras en el opuesto. 

A pesar de ello, hay que recordar también, como un hecho notorio, el de que España es a estas alturas el único país de Europa que no ha estabilizado su moneda. ¿Y cuál es, señores, la evolución de la peseta en relación, por ejemplo, con la libra? 

Podríamos expresarla, igualmente, porque las cotizaciones son paralelas—yo os hago gracia de ello—, o con el franco suizo, o con el franco francés (salvo cuando esta moneda padeció su crisis), o con el dólar. Vamos a fijarnos exclusivamente en lo que a la libra esterlina se refiere. No he de fatigaros con la totalidad de la estadística; citaré sólo algunos guarismos para establecer la posición base del análisis a que me he de referir más tarde. 

El año 1920 (cito diversas fechas, referidas a distintos sucesos nacionales), el máximo de la cotización de la libra esterlina fue de 28,80; el mínimo, de 19,60; el año 1923 (cuando el régimen parlamentario se extinguía), 34,40 y 29,48, respectivamente; el año 1929 nos la encontramos ya a 36,45 y 29,65; el año 1930, a 50.80 y 36,20, y, por último, en el año 1931, en que vivimos, comenzamos con una cotización máxima de la libra de 48 y una cotización mínima de 45,90. Y citando sólo las cotizaciones máximas, la vemos en Febrero a 49,80; en Marzo, a 46,80; en Abril, a 48,75; en Mayo, a 54,90; en Junio, a 57,25; en Julio, a 53,85, y en estos días, a 54,50. 

El país que contempla cómo hombres de distintas significaciones políticas se consagran a estos problemas; cómo 'Gobiernos diversos se suceden; cómo se pide la opinión de especialistas, de todas las autoridades y de todas las significaciones, y, sin embargo, que la libra sigue subiendo; el gran público, el pueblo que acude a esas tribunas y a esas puertas, se pregunta: ¿Qué ocurre? ¿Qué pasa? ¿Dónde está el motivo? ¿Cuál es la causa que produce la crisis de la moneda española? 

Yo creo que para fijar ideas no hay, acaso, procedimiento ni más sencillo ni más expresivo que el de traer a vuestro recuerdo algún ejemplo de lo que ha sucedido en el Extranjero. 

La crisis monetaria francesa 

Francia—he podido verlo de cerca durante los últimos años—tuvo una crisis semejante a la nuestra, aunque más aguda. Los franceses se preguntaban también: ¿Cuál es la causa de la baja del franco? E invariablemente todos los técnicos respondían que los motivos determinantes de la baja del franco eran lo que voy a citar. El exceso de la circulación fiduciaria. Allí se produjo, lo recordaréis, lo que se llamó la perforación del "plafond" de los billetes, que produjo la caída fulminante del Gobierno Herriot. Francia no tenia recursos bastantes para hacer frente a sus necesidades y acudió a la multiplicación de los billetes. 

La maquinilla funcionaba sin cesar; no sólo funcionaba dentro de la ley, sino que en un momento determinado llegó a superarla, llegó a rebasar la emisión que el Parlamento no había autorizado. Allí estas cosas tienen su gravedad, y tienen también su efectividad ciertas responsabilidades. Aquel Gobierno, a pesar de toda la autoridad de su ilustre presidente, cayó, como digo, de una manera fulminante. 

Exceso de circulación fiduciaria. Este motivo no existe en España. La circulación fiduciaria se encierra dentro de los límites de la ley, y hay que abonar en la cuenta del señor ministro de Hacienda de estos días que se va conteniendo. La circulación del billete se va reduciendo. En las últimas semanas disminuyen en el balance del Banco de España las cifras de los billetes en circulación. Este motivo, pues, no existe para España. 

Segundo motivo: un vencimiento urgente, copioso, de bonos del Tesoro, que habían de presentarse al cobro en una fecha determinada y para atender al cual el Tesoro francés no disponía de recursos. Tampoco existe este motiva en España. Por fortuna nuestra, una masa de Deuda se ha convertido de flotante en consolidada, y no hay ninguna posibilidad de presentación de bonos del Tesoro. 

Las dificultades de Tesorería pueden ser otras, y después aludiremos a ellas; pero en este instante en nuestro país no existe tampooo este peligro, que fue uno de los que causaron la baja en la cotización del franco. 

Tercer motivo: situación de fondos en el exterior para pago de deudas de guerra. No me entretengo en examinarlo. Es notorio, señores diputados, que tampoco España tiene que situar fondos en el exterior con la angustia y en aquella proporción con que Francia hubo de situarlos. 

Por último, Francia necesitaba, como necesitaron la mayor parte de los países, incluso la poderosa Gran Bretaña, después de la guerra, reponer su «stock» oro, que en gran parte habla sido gastado o transferido a otros pueblos. Por fortuna para España, nosotros no sólo no estamos en esa situación, sino que tenemos un «stock» oro que, en la relatividad con que hemos de argumentar, puede considerarse como inmediatamente después del «stock» de los Estados Unidos o del de Inglaterra. 

No hay, pues, en España contra la peseta ninguna de las causas, absolutamente ninguna, de las que produjeron la crisis del franco. Se explica, por lo mismo, la confusión de los Gobiernos y del pueblo de España delante de esta situación. Si no estamos incursos en ninguna de esas circunstancias, si no actúan en la economía española ninguno de los motivos que produjeron la crisis del franco—se dice—, ¿qué es lo que puede producir la crisis de la peseta? 

Antes de ahora, en Enero y Noviembre del año 1929, se acudió por el Gobierno de la Dictadura a dos informaciones, las dos muy calificadas, las dos muy interesantes, que seguramente conoceréis muchos de vosotros, una en extenso y la otra aunque no sea más que por las referencias de las revistas financieras: una, de la Comisión que se nombró para el estudio del problema del oro. Comisión española presidida por el Sr Flores de Lemus; otra, emitida por el eminente profesor Rist, antiguo asesor de la Banca de Francia y una de las personalidades que más activamente intervinieron en el problema del cambio rumano. 

¿Qué decían estos señores respecto a la crisis de la peseta? Permitidme que siga haciendo de relator ante vosotros para que aquellos que no los conozcáis podáis colocaros en situación de discurrir con el conocimiento indispensable de tales antecedentes. El «rapport» de la Comisión que presidía el Sr. Flores de Lemus estimaba esencialmente dos causas: una, la que se refiera al traslado, a la exportación de capitales de España al Extranjero; otra, la que se derivaba de la influencia en los precios de la balanza desfavorable del comercio exterior. Hablaremos después de este problema de los precios que ha sido muy discutido entre los economistas, ya que unos los consideran como causa determinante de la crisis de la moneda y otros lo estiman como un resultado de la crisis misma de la moneda sobre los precios. 

Pero digamos, como complemento de lo que acabo de expresar, lo que el profesor Rist establecía en su «rapport». Hizo este señor un «rapport» muy interesante y bastante documentado, en el que formulaba tres causas respecto de la crisis de la peseta. Primero, la existencia de la plata acumulada en el Banco de España, que en la forma en que este metal actúa, estimaba como un obstáculo para el establecimiento del monometalismo oro. Segundo, el presupuesto extraordinario que entonces existía. Tercero, los créditos que en el exterior había también contra el Tesoro a corto plazo

Hoy, señores, estas circunstancias han desaparecido. De la plata hablaremos después, al examinar el plan a ejecutar. No es estimable o, cuando menos, no es urgente la desmonetización. Los otros dos motivos no existen, han desaparecido. 

Se inició la supresión del presupuesto extraordinario y sus anejos en tiempos de la Dictadura y se terminó en tiempos del Sr. Arguelles. Los créditos que tenía pendientes España en el exterior «a corto», como dicen los banqueros, han sido—creo— también satisfechos en gran parte, casi en su totalidad. 

El señor ministro de Hacienda podrá rectificarme si me equivoco. Por aquí tampoco encontramos la causa. Voy estableciendo esta exposición y este procedimiento eliminatorio para que lleguemos de manera lógica a la averiguación, a la determinación de las que puedan ser causas de la situación en que se encuentra nuestra moneda. 

¿Qué puede producir la baja de la peseta? 

Lo cierto es que las causas conocidas han desaparecido, que tales motivos no existen. Pero la libra sube y sube. ¿Dónde están, pues, las causas. ¿Dónde se hallan los motivos determinantes de la crisis? Está, señores, digámoslo en en los llamados famosos imponderables. Por esto no se trata de un problema técnico, exclusivamente técnico, sino principal y casi exclusivamente de un problema político. 

Estamos en presencia, de un problema de confianza; estamos delante de una inquietud que se siente en España y que se extiende más allá de las fronteras. Yo puedo daros alguna fe de ello por lo que tristemente muchas veces he oído a mis amigos y clientes de París y Londres. Las cosas de España se juzgan con exageración, con injusticia; pero hay una duda muy extendida—no obstante todo lo falsa que es—respecto de la solvencia de nuestro Tesoro, respecto de la consistencia de nuestras instituciones y al desenvolvimiento normal de la vida pública en España. A esto es a lo que tenemos todos muy principalmente que acudir, tanto el Parlamento como el Gobierno, y lo que el Gobierno y el Parlamento, tanto como el país, deben aprestarse a afrontar con urgencia. 

En un aspecto de tal estado de espíritu, lo que se refiere a la estimación, principalmente por la Banca extranjera, de la situación de nuestro país, yo tengo que decir, con toda moderación, casi vacilando para decirlo, pero es inevitable, es obligado el decirlo para que no nos engañemos (yo no soy un derrotista, pero tampoco puedo omitir la expresión a la Cámara de aquello que constituye en mi un arraigado convencimiento); yo tengo que decir, repito, que creo que fue un error, y un error grave, el del Sr. Alcala Zamora, hoy presidente del Gobierno de la República, dirigiendo un telegrama famoso a la Casa Morgan. (El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO: Telegrama que no existe.) Me alegro mucho de saberlo; pero todo el mundo cree que su señoría lo envió. Repito que me alegra mucho, muchísimo, saber que no lo envió su señoría. 

Sin embargo, su señoría conoce, como conozco yo, que de ese telegrama se ha hecho uso en las informaciones políticas y financieras del Extranjero y aun en las nacionales, y que se ha presentado como expresión de un criterio de hostilidad al grupo importantísimo de Bancos que había subscrito aquel pacto, criterio hostil que considero equivocado. Yo no vengo aquí a halagar ninguna pasión ni a servir ningún interés más que el de mi país, pero he de decir las cosas como las siento o las veo. 

Es muy fácil hablar contra la plutocracia, contra los banqueros, contra todos los elementos que representan el capital. 

La colaboración de la Banca extranjera 

Yo creo que el Gobierno, mucho más un Gobierno democrático y republicano, está en el caso, y en el deber muchas veces. de refrenar la codicia y de sujetar los desafueros de estos elementos, si se producen. Pero creo también que en la vida moderna no se puede prescindir, es absolutamente imposible prescindir del concurso de tales elementos para desenvolver normalmente el Gobierno y la administración, y que habría que hacer cualquier esfuerzo para incorporar a los elementos más importantes de la Banca extranjera y de la nacional a la política española. 

Tomadlo como queráis, señores diputados; pero yo os digo que España no es lo bastante fuerte para colocarse enfrente de todas aquellas firmas que estaban al pie del contrato Morgan. Y ello no tiene nada de extraño, menos aún de depresivo. La Gran Bretaña, es mucho más fuerte que nosotros, y en estos mismos días hemos visto que una sugestión del Banco de Inglaterra ha producido la crisis del Gobierno inglés y ha obligado a un hombre de la autoridad y de la pureza de conducta del primer ministro, Mac Donald, a transformar su Gabinete y a organizar las cosas de manera tan distinta que ha provocado una explicable protesta en sus correligionarios. Y Mac Donald no ha ocultado que la primera sugestión para esa modificación en su Gobierno se la hizo el Banco de Inglaterra. 

Hemos visto también cómo en Alemania no se pudo hacer frente a la crisis del país, a la crisis del Tesoro, al derrumbamiento del marco, sin el concurso de toda la Banca nacional y extranjera. Hemos visto asimismo cómo un hombre de la personalidad y de la fuerza de Mussolini, a los quince días de aquel famoso discurso en el cual evocaba como solución para los problemas de Europa las ametralladoras, los aviones y las grandes masas militares, hubo de pronunciar otro pacifista, que no se había elaborado en su espíritu, sino en los escritorios de los hombres de negocios de Washington y de Nueva York. 

De modo que cuando contemplamos todos estos ejemplos de pueblos más fuertes que el nuestro, creo que no debe haber inconveniente en acomodar nuestro país a ese ritmo de modestia, de contemporización, de sugestión, que yo recomiendo, para procurar que se pongan al lado del Gobierno y de los intereses de España todos aquellos elementos que influyen tan poderosamente en la cotización de la peseta en las Bolsas extranjeras y en las nacionales. 

El oro del Banco 

Hablamos de la Banca y tenemos, naturalmente, necesidad de referirnos a las relaciones con el Banco de España y a la situación del oro dentro del Banco. ¿Es que yo incurro en la vulgaridad de pensar que toda la política monetaria hoy en España ha de reducirse a que no se mueva el oro de las cuevas del Banco de España? 

No; pero para abreviar palabras, como expresión de un criterio de prudencia, prefiero referirme a palabras ajenas, como aquellas tan autorizadas de la Comisión que presidio el Sr. Flores de Lemus. Y ésta decía así; 

«El hecho de que las reservas bancarias de oro destinadas a regular el curso de los cambios internacionales queden aprisionadas justamente cuando más necesitado de regulación parece hallarse el cambio, ha excitado el humorismo de algún célebre economista francés, y ese humorismo ha encontrado en nuestra patria un eco extenso entre gentes aficionadas a los asuntos económicos. 

La defensa de la reserva de oro se moteja de fetichismo. Buenos cristianos todos los individuos de esta Comisión, están bien seguros de hallarse libres de todo fetichismo, el del oro inclusive. Mas la previsión y la prudencia no han de confundirse con el fetichismo, y ningún hombre previsor y prudente puede dejar de reconocer que España necesita de una reserva de oro, que los individuos de esta Comisión verían con temor descender a menos de dos kilogramos de metal por cada cien habitantes del reino. 

Si el nivel español de los precios no experimenta cambios muy considerables, que solamente habían de ocurrir por graves crisis del Estado, nuestra ley bancaria vigente mide esa reserva satisfactoriamente. A la política del cambio no le queda en este respecto sino evitar que esa reserva pierda su propio carácter.»

Yo, respecto a este extremo, no diré ni una sola palabra más que las que aquí consigna la ilustre Comisión designada por el ministerio de Hacienda.

Hemos exportada 27 millones de libras esterlinas

Pero frente a esta doctrina, frente a esta actitud, nos encontramos con un hecho que tengo que señalar a la Cámara, que el país conoce, pero que es posible que no se conozca en un resumen gráfico tal como el que voy a serviros ahora. He ahí la teoría que parece aceptarse por todos: no prodigar el oro; pero ¿cuál es la práctica? La práctica, señores diputados, es que desde la famosa intervención iniciada por el señor Calvo Sotelo, van ya exportados de España más de 27 millones de libras esterlinas de los que tenía el Banco en sus cajas.

Seis millones en la época del señor Calvo Sotelo; doce, como resultante de la famosa emisión de bonos de oro que se llamó Deuda Interior, que quedó reducida últimamente a 305 millones de pesetas; tres millones de libras esterlinas más enviados a Londres a disposición del Banco Internacional de Pagos. (período anterior a este Gobierno), y, por último, seis millones de libras enviados ya durante la gestión del Sr. Prieto, mediante el contrato que se hizo con la Banca de Francia, y que hoy se encuentran, según parece, en Mont-de-Marsan. 

Es decir, que con relación a un «stock» oro en el Banco de España, que se calcula en 90 millones de libras esterlinas, han salido ya, señores diputados, 27, o sea casi la tercera parte de ese «stock». Si hubieran salido estos 27 millones, y más aún, y hubiésemos apreciado la ventaja del sistema y que se había producido un efecto bienhechor en la cotización de la peseta, nadie tendría nada que decir; pero lo grave, señores diputados; lo terrible, ciudadanos españoles, es que han salido esos 27 millones, casi la tercera parte del "stock" oro de nuestro Banco de España, y la peseta, como veis, está cada día peor.

¿No vale la pena de que nos preocupemos del problema? ¿No vale la pena de que le consagremos atención especialísima? ¿No vale la pena de que investiguemos qué ocurre aquí para producir fenómeno semejante, que causa la alarma natural en el mercado, que produce su influencia inevitable en los precios, que rebaja la reserva oro en el Banco, y todo ello como un sacrificio estéril?

El plan Carabias. Hemos perdido la tercera parle del «stock» oro

En este punto surge lo que ha dado en llamarse el plan Carabias, digno Gobernador actual del Banco de España, persona singularmente simpática para mí. Se han dicho y escrito tanto y tales cosas respecto a este plan, que agradecería al señor ministro de Hacienda—dentro de sus obligaciones, sin quebrantar lo más mínimo aquella reserva que crea deba mantener en lo que sea precisó que la mantenga—que nos dijera en qué consiste realmente, en qué va a consistir este llamado plan Carabias. 

Yo no puedo creer que se reduzca a lo que dicen algunos periódicos. Según ellos, el plan, es éste: disponer de lo que podríamos llamar la superreserva en oro del Banco de España (aquella reserva que no está unida inflexiblemente a la garantía exigida por la ley) para adquirir billetes, con lo cual, dentro de lo que constituye la par adquisitiva, se evitará el que la libra esterlina siga subiendo y subiendo y la
circulación fiduciaria pueda aumentar.


Se os ocurrirá, señores diputados, aun a los mismos que no hayan saludado nunca esta materia, que el procedimiento, desde luego, es cómodo. No cabe duda que si se emplea ese oro en adquirir billetes, se adquirían todos los necesarios mientras el oro dure para rebajar la cifra de la circulación fiduciaria y para actuar sobre la cotización de la libra esterlina en condiciones de que no suba de esa paridad adquisitiva a que se refiere la Prensa. 

Pero ¿y después? Cuando se haya acabado el «stock» de lo que llamamos la supergarantía, entonces ¿qué se va a hacer? Mientras este oro dure, sólo por su actuación se producirá la baja de la libra esterlina, o, por lo meaos, se contendrá el alza. Pero los hombres de negocios estudian estos asuntos perfectamente al detalle, y en los mercados extranjeros, sobre todo en centros de especulación, como
los de Amsterdam, donde se opera año tras año sobre las monedas en decadencia, y se concentra hoy toda la especulación en torno a la peseta española, por lo mismo que es única para este efecto, se sabe de sobra lo que es el limite de la resistencia de esa supergarantía. 

Aguardan a que se acabe la supergarantía. Y el día que la supergarantía se acabe, ¿qué sucederá? ¡Ah! Pues sucederá algo que ya sabemos, porque ha pasado en otros países. Recordemos lo que ocurrió en Bélgica en el primer intento de estabilización del franco belga. El año 25, un Gobierno presidido por M. Jaspar hizo algo parecido. La operación duró tres meses y pico sosteniendo el franco belga; pero en un solo día, y en una sola hora, la Bolsa de Bruselas cotizó 15 puntos de baja y la operación costó más de 20 millones de dólares al Tesoro belga. ¿Y sabéis, señores, el final? El final fue una crisis fulminante del Gobierno, la creación de otro, y el intento, luego ya realización feliz, de un segundo procedimiento de estabilización que no tuviera tales defectos, aun dando por perdido todo el dinero que el conato había costado. 

Yo, con todo respeto, con toda consideración para el señor ministro de Hacienda y para la excelente intención del Sr. Carabias, señalo a su reflexión este peligro. Creo que el plan Carabias, formando parte de un conjunto, de un programa, de algo que no se detuviera en esa primera etapa, puede ser acaso útil, muy útil. Ahora, el plan Carabias en sí mismo, sin conocimiento de otros aspectos de la realización, de otras conclusiones, entiendo que puede ser hasta imprudente y perjudicial. Pero, para formar juicio definitivo, espero las explicaciones que pueda darnos, que le ruego nos dé, el señor ministro de Hacienda. 

El señor PRESIDENTE: Si me permite el Sr. Alba, voy a aprovechar esta pausa para consultar a la Cámara si, como espero, acuerda prorrogar el tiempo dedicado a ruegos, preguntas e interpelaciones lo necesario para que su señoría acabe su discurso. (Asentimiento.) Así se acuerda. 

El Sr. ALBA: Yo suplico a le Cámara humildemente que me perdone; pero son materias estas que no es posible reducir a términos de brevedad. Harto lo lamento yo mismo. Conviene que la Cámara recuerde el texto de la base séptima de la ley de Ordenación bancaria. Me va a permitir leerla, porque es mucho más clara la lectura que cualquier referencia que yo hiciera de la misma. Es la base que determina el régimen en este aspecto monetario entre el Tesoro y el Banco de España. 

Dice así: "En el caso de que el Gobierno, con arreglo a las facultades que las leyes le concedan por espontáneo y singular acuerdo o en virtud de concierto internacional en el que participe España, decida ejercer una acción interventora en el cambio internacional y en la regularidad del mercado monetario, el Banco de España, si esta intervención se efectúa por su mediación o con su intervención, participará en la misma proporción que el Estado en las operaciones a que dicha política dé lugar."

No necesita este párrafo explicación alguna. El Banco y el Tesoro acuden a estas operaciones, pagando cada uno la mitad de lo que las operaciones representan. Pero dice después: «El oro del Banco que se aplique a la realización de dicha acción interventora, será siempre computado íntegramente como reserva, a los efectos de la base segunda, mientras continúe siendo de su exclusiva propiedad, Incluso en el caso de que los dichos fondos fuesen situados en poder de los corresponsales del Banco en el Extranjero, sin que obste para situarlos con tal fin la limitación consignada en el párrafo penúltimo de la base segunda. 

Esta forma excepcional del cómputo cesará a medida que cese la aplicación de los fondos que motivan la excepción, y caso de que las sumas correspondientes sean reintegradas en el Extranjero, desde que dichas cantidades hayan podido ser situadas nuevamente en el Banco, en los términos usuales de las remisiones internacionales de fondos.» 

Con relación a esta materia tan importante me permito preguntar también al señor ministro de Hacienda: ¿Cuál es la situación de esos millones de pesetas en oro que siguen figurando en los balances del Banco de España, pero como situados en el Extranjero? ¿Es que ese oro está libre? 

(El señor MINISTRO DE HACIENDA: Tienen la situación que determina la ley.) Después lo explicará S. S. (El señor MINISTRO de HACIENDA: Con leer el artículo...) Este oro está afecto a operaciones que se han contraído en el Extranjero. Si esas operaciones no están liquidadas, como no están liquidadas algunas de ellas, es natural que tal oro siga figurando en los balances del Banco de España, como oro en el Extranjero. Pero es que, según mis noticias, hay alguna parte de este oro que se ha perdido, no en operaciones contraídas por S. S.— me apresuro a decirlo—, sino en operaciones anteriores. Y yo me pregunto, y pregunto al señor ministro do Hacienda, interpretando, seguramente, no ya la curiosidad, sino el interés de la Cámara y del país, ¿cómo es que este oro sigue figurando en los balances del Banco de España, aunque de hecho se ha perdido? Y de hecho está adscripto, está afecto, como garantía, a operaciones realizadas que se han liquidado con pérdida. ¿es verdad qué estas operaciones se han liquidado con pérdida y no hay contrapartida de ella? 

Esta es toda mi pregunta y a ella se referirán, sin duda alguna también, los discursos que haya de pronunciar aquí el señor Calvo Sotelo cuando venga a poner por obra sus jactancias de estos días. En algunas de tales operaciones parece que el oro se ha evaporado, que el oro se ha perdido, que las operaciones han sido desastrosas. En esto caso, yo no se qué es lo que conviene más al interés de España, una vez que el secreto es el secreto de Polichinela: si decir, franca y paladinamente, que este oro se ha perdido y hacerlo desaparecer de los balances del Banco de España, o si no es cierto, y estoy equivocado, como las otras personas que así lo afirman, expresarlo también, para que esas partidas de los balances sean una realidad y no algo semejante a aquel «plafond» que se perforó un día en Francia y determinó la caída del Gobierno. 

Por último, dice esta base «que el Estado, para la participación que debe tomar en la operación, aplicará el oro del Tesoro o el que se proporcione con los créditos «que el Parlamento» le otorgue, caso de que aquél sea insuficiente». 

Aquí viene también otra pregunta mía al señor ministro de Hacienda: El Tesoro no dispone por sí mismo de otro oro que aquel que le produce el pago en este metal de cierta parte de la renta de Aduanas. Ha de aportar, como dice la base, la mitad del importe de cada una de estas operaciones en el Extranjero. Por mi cuenta, el oro del Tesoro se va a agotar pronto. Si se realizan las operaciones anunciadas, ¿cómo se van a llevar a cabo? ¿De dónde va a sacar el oro para su parte el Tesoro nacional? He aquí un caso de consulta al Parlamento. ¿Es que el señor ministro de Hacienda vendrá a pedir los créditos correspondientes al Congreso? 

Si viene a pedirlos, yo no diré nada; menos dificultaré la votación de tales créditos. Pero creo que es un tema bastante importante para que el Parlamento de la nación se entere de todo lo que ocurre en el asunto y sepa, desde luego, con tiempo, los sacrificios y esfuerzos que puede representar para nosotros el desenvolvimiento del plan. 

Los valores del Estado y los Industríales 

La situación de los valores públicos y mobiliarios participa de la crisis general del país. Voy a referirme a la cotización del 4 por 100 Interior, a la del Amortizable, a la de las acciones ferroviarias y a la de las acciones bancarias como expresión del mal. El año 1923, el 4 por 100 Interior se cotizaba a 89; el año 29 baja a 75,75; el año 30, a 73,65; en este año que corre sigue bajando a 69, a 68, a 64, a 62, y en estos días se cotiza a 61,25. 

Es decir, desde el comienzo de esta estadística, de 87,85 a 61,25. El 5 por 100 Amortizable, en 1923, a 98; en 1926, a 94,85; en 1930, a 94.15; en 1931 empieza a 90,70, baja después a 88,10, más tarde a 83,50, y, por último, en nuestros días, a 81,25. 

Es decir, que ha bajado desde la primera cotización que os cito hasta ahora más de 16 enteros. En cuanto a las acciones ferroviarias, el problema es más complejo (ya hablaré después da la liquidación de este grave problema en lo que se refiere al concierto ferroviario; pero nos encontramos con que el año 1928 se cotizan estas acciones: Norte, el año 1928, a 660; el año 29, a 647, y en estos días, a 313; M. Z. A. se cotiza a 635 el año 28, a 596 el año 29, después baja a 485; ya en este año, a 305 y a 268, y en estos días, a 225, y aun el mínimo se ha cotizado a 193. 

Acciones bancarias. El Banco de España las cotiza: en 1927, a 667; empieza el año 31 cotizándolas a 600, siguen bajando y en estos días se cotizan a 520 y a 515. El Banco Hispano Americano—porque la baja es general—cotiza en los años 28 y 29 a 215 y 232. Y en estos días, a 200. El Banco Español de Crédito cotiza en las mismas fechas que antes he citado, a 480 y 512, y en este año, a 360, y baja hasta la cottzación de estos días, que es 240. El Banco Central cotizaba a 216. y a la misma cotización de 216 el año 29; pero en el 31 empieza el año cotizando a 99, y en estos días, a 94. La situación de la Banca (no revelo ningún misterio que desconozca el país) es verdaderamente angustiosa. Puede asegurarse que casi todos los Bancos, han perdido más del 50 por 10 de sus carteras. Sus acciones, ya veis cómo se cotizan. Estas carteras bancarias están hoy, casi en su totalidad, sometidas a redescuento en el Banco de España. 

Ello explica muchas dificultades de crédito, el enrarecimiento de la circulación monetaria y todos los obstáculos con que cada día tienen que tropezar el comercio y la industria en su gestión. El ministro de Hacienda, por su parte, se ve forzado a adoptar acuerdos como el que ha adoptado, yo creo que con acierto, estimulando al Banco de Crédito Industrial a que acepte a redescuento las certificaciones de obras públicas para que puedan continuar muchos trabajos. 

La fuga de capitales, 1.200 millones retirados de las cuentas corrientes 

En suma, señores diputados, la situación, como veis, en este aspecto de la vida económica, es delicadísima, grave, merece que todos nos ocupemos de ella. Y si faltaba algún detalle, hay uno que no quiero dejar de citar: según las estadísticas recogidas por el Consorcio Bancario, las cantidades retiradas de todos los Bancos nacionales en los últimos meses pasan de 1.200 millones de pesetas. 

(Un señor DIPUTADO pronuncia palabras que no se perciben.) Respecto al por qué, digo al señor diputado que me interrumpe que ya hablaremos del por qué. Soy el primero en reconocer que una parte de esas sumas se ha retirado por una maniobra política, maniobra política que considero criminal. (El Sr. DE LA VILLA: ¡Así debe decirse, así!—Otro DIPUTADO: Verdaderamente criminal. Rumores y siseos en demanda de silencio.) 

Pero sus señorías, como yo, deben tranquilizarse imaginando que esos señores que han huido de España con su dinero llevan la pena en su propio pecado. Europa no está hoy tan tranquila ni tan agradable que pueda ningún hombre experto en negocios aconsejar a qué país hay que llevar hoy los fondos en busca de lugar seguro. En todos se corre riesgos, y si hay dificultades en España, figuraos las que existen por esos mundos de Dios. 

Ya ni siquiera aquella gran ilusión del consolidado inglés ha podido resistir el estrago de estos tiempos. Hasta el consolidado inglés, por la flaqueza de la libra esterlina, se conmueve. Y vemos en estos días lo que ha habido necesidad de hacer para sostenerla en los mercados mundiales. De modo que dejamos a esos señores. Ya recogerán el fruto, como lo recogieron durante la guerra ciertas gentes elevadas y cautelosas que creían hacer un gran negocio llevando su dinero a Alemania y Austria y, efectivamente, lo perdieron íntegramente allí. 

Pero, señores, en este análisis que estoy haciendo, que no es un análisis derrotista (¿cómo se me va a hacer a mí ese agravio?; yo no cedo a nadie en sinceridad y concurso leal para la República), he dicho ya bastante, y cuando llegue el caso lo confirmaré y ampliaré; pero ahora no nos estamos ocupando de eso... (El Sr. PÉREZ MADRIGAL interrumpe al orador, sin que sus palabras se perciban claramente. — Grandes protestas, que al intentar aclarar su interrupción el citado señor diputado se reproducen con voces de: «iFuera! ¡Fuera! ¡Que se calle!.—El señor presidente agita repetidamente la campanilla reclamando orden.) 

Yo agradezco al Sr. Pérez Madrigal su interrupción. Me ha bastado ver su gesto para saber que era una expresión de lamentación cordial. (El Sr. PÉREZ MADRIGAL: Cordialísima.) De modo que no sólo no me molesta, sino que se la estimo. (El Sr. PÉREZ MADRIGAL: Es. que, sistemáticamente, todo lo que yo digo en esta Cámara produce protestas.) Otro día explicaré al Sr. Pérez Madrigal y a la Cámara el tema que le inquieta. Pero no nos desviemos; sigamos con el problema económico y financiero. 

La crisis del trabajo 

Decía, señores, sin incurrir en flaqueza alguna de política derrotista, que la situación crítica de España es notorio que se extiende a todos los órdenes de la actividad y del trabajo. Yo no puedo ser sospechoso, Sr. Pérez Madrigal y señores diputados, en lo que se refiere, por ejemplo, a la política agraria. Yo era aquel ministro de Hacienda de 1917 que subscribió un proyecto de transformación del régimen jurídico de la propiedad inmueble, que cambiaba totalmente la situación de los cultivadores en España, y en que, por primera vez en el régimen imperante, con la firma de un ministro responsable, se establecía la posibilidad de que los colonos llegaran a ser propietarios de las mismas tierras que labraban. 

No lo invoco como jactancia, sino como expresión de un convencimiento y recuerdo de un antecedente. Y, después de esta cita, yo os digo, señores diputados, que es innegable que hoy hay una situación irregular, inquietante, que es difícil precisar a qué responde, pero que existe en toda España en lo que se refiere a los cultivos, que muchas de las rentas no son pagadas por los colonos, esperando la implantación de la ley Agraria, y que estos propietarios, que en muchos pueblos—yo puedo hablar de los que conozco en las provincias de Castilla—se confunden con los obreros, porque comen con ellos, viven con ellos y en sus haberes no hay gran diferencia entre lo que posee el pequeño cultivador y el primero de sus gañanes, dicen que no pueden vivir porque si acuden a vender una tierra no hay quien la compre, y si quieren hipotecarla, tampoco se la admiten en hipoteca. 

Aquí hay, cerca de mí, ilustres notarios de Madrid; que digan ellos cuántas escrituras de compraventa y de hipoteca han otorgado en los últimos meses y que citen, en cambio, los centenares de protestos que subscriben a diario. Es decir, señores diputados, que por lo mismo que todos tenemos un noble interés, un sincero interés en guardar la República y en consolidar la República, hemos de seguir el camino, no de desconocer la realidad, sino de estimarla tan grave como es y apresurarnos a remediarla mediante las soluciones que es necesario traer al Parlamento. (Muy bien.) 

Crisis de trabajo. El señor ministro de Hacienda os dirá lo que, con su gran conocimiento de la vida vizcaína sabe, y, además, ha podido contemplar de cerca en estos días. Es pavoroso el porvenir inmediato; lo es en España entera, en Madrid mismo. En el mes de Noviembre quedarán paralizadas las últimas obras que se están ejecutando y tendremos millares de obreros que, si no ponemos a ello remedio, vendrán a las puertas do esta Cámara a pedirnos una solución. 

El comercio no vende, la navegación, en una tercera parte, se halla interrumpida; podéis ir a los puertos y ver que están amarrados los barcos. Tenemos una ventaja, hay que decirlo, dentro de esta sombría exposición de la situación española. La ventaja consiste en que todavía la crisis no ha influido de una manera extraordinaria sobre los precios. España ha tenido muchas veces, en el curso de su historia, factores providenciales, y yo creo que ahora es para ella un factor providencial la crisis universal de los precios. 

Se lamentan de ella en el resto de los países; para nosotros es una fortuna, porque la crisis de los precios en el Extranjero determina, por un fenómeno de todos bien conocido, el que aquí, a pesar de la crisis de la peseta, no suban los precios como deberían subir. Y eso que hay un fenómeno que subrayo ante la Cámara y que vale la pena de ser estimado por todos: el contraste de que los índices de precios—no molesto a la Cámara con la lectura, pero aquí los tengo—señalan que en los productos industriales no hay elevación, no obstante proceder del Extranjero la mayoría de ellos, y, en cambio, en los productos alimenticios—menos en el trigo—, que son casi todos nacionales, si existe elevación; es decir, que esa elevación parece responder a codicias, a apetitos, a algo que el Gobierno debe corregir. 
Pero por de pronto vamos librando bienhechoramente. 

Lo que hay que evitar 

A mí me aterraba, y me sigue aterrando, la idea de que pueda producirse en España el fenómeno mismo que se produjo en Alemania después de la guerra, que es puramente el exterminio de la clase media. Porque estos problemas, con inquietar al obrero, no le tocan todo lo que pueden tocar a la clase media, ya que un maestro de telar o un encargado de cuadro en una central eléctrica, por ejemplo, ganan cantidades muy superiores a las que ganan, en una organización como la nuestra, un comandante del Ejército o un catedrático de Universidad. 

He visto yo, señores diputados, lo que fue este exterminio de la clase media después de la guerra; he visto hijos de profesores de Derecho de la Universidad de Berlín, distinguidísimos, caminar por la calle sin zapatos, porque era imposible que los tuvieran dentro del régimen en que vivían. Y no quisiera yo ver sobre España proyectarse la trágica silueta de esta crisis, que influiría de una manera horrenda, no ya en todas nuestras relaciones de presente, sino hasta en las posibilidades de organización política y de desarrollo normal futuro de la sociedad misma. 

Entremos ya, señores diputados, si vuestra benevolencia me acompaña, después de esta exposición un tanto negra de la situación, en la última parte de mi discurso, que corresponde a la buena fe, a la sinceridad de propósitos con que he venido aquí; entremos en la exposición de los que yo considero posibles remedios para la crisis. 

Ante todo, hace falta la estabilidad política 

Primero y principal, clave de todo: la estabilidad política, derivada de la votación de la Constitución. Subscribo en este punto las palabras tan elocuentes que dijo ayer el señor ministro de la Guerra, según leí en algunos periódicos; no es necesario, señores diputados, que la Constitución sea la expresión del juicio supremo de los siete sabios de Grecia; basta con que sea una obra humana, imperfecta si queréis, pero acomodada al ambiente en que vivimos y en que nos desarrollamos. 

Es preciso, es urgente, que España tenga pronto una Constitución. No cabe pensar en una estabilidad económica y monetaria sin que tengamos estabilidad política. En un orden económico prudente no se pueden pedir más sacrificios a la propiedad, al capital, a todos aquellos que pueden prestarlos, que deben prestarlos y que tendrán que prestarlos en una medida que ni ellos siquiera, posiblemente imaginan, sin que pongamos en movimiento todo el artefacto económico, financiero, industrial, agrícola y mercantil de España, que hoy se halla en un momento de colapso. 

Sería inútil que siguiéramos otro caminó o que lo pretendiéramos seguir, porque, señores, todas las bayonetas del Mundo no pueden descubrir agua en un manantial que se ha secado; hay que alumbrarla por otros procedimientos; hay que acudir a los recursos de la técnica, hay que ejercitar aquellos ingenios del espíritu humano que son precisos para resolver dificultades como éstas. 

No basta que a golpes de «Gaceta» digamos: vengan recursos, vengan nuevos tributos; si España está esquilmada, si el torrente circulatorio de la economía nacional se ha reducido, ¿de dónde van a venir esos recursos? Hay que poner en movimiento, repito, todo el artefacto nacional. ¿Y cómo? Primero, practicando, consiguiendo, señores, esta mágica palabra; «confianza». 

La confianza, base de la salvación 

Permitidme, señores, una rapidísima digresión, no lo es tanto, porque tiene una relación directa con lo que estamos diciendo—, recordando como caso expresivo y típico lo que ocurrió en Francia, lo que yo vi en la crisis del franco, que llevó al Poder a Poincaré. La crisis era mucho más grave que la crisis española; era pavorosa; se sucedían, como aquí, los Gobiernos sin dar con la solución para la cuestión del franco. Un día la multitud llegó a las puertas de la Cámara de Diputados gritando contra el Gobierno y el Parlamento e incurriendo en exageraciones de carácter realista que habitualmente parecen imposibles en París. 

Pero llegó la noche, y el presidente de la República se decidió a llamar a M. Poincaré; M. Poincaré constituyó su Gobierno y tuvo para él el concurso abnegado y decidido de aquellos hombres que lo habían combatido siempre. Fueron a sentarse con él, en el banco del Gobierno, M. Herriot y sus compañeros del bloque que le habían derribado en las elecciones famosas de Mayo del 24. Poincaré no pudo hacer nada en los primeros días de su Gobierno. Sin embargo, ¿sabéis lo que ocurrió? Constituyó su Gobierno el 21 de Julio; no pudo llevar nada al «Diario Oficial», ocupado en organizar la situación. 

El Tesoro francés (¡asombraos contemplándolo a través de los 27.000 millones de francos que hoy yacen en las cajas de París, en expectación de colocación!) no tenía más que un millón de francos de disponibilidad dentro de la ley de Tesorería. La libra se cotizaba a 240. Esto era el 21 de Julio. Pues el 7 de Agosto, sin haber llevado al «Journal Officiel» una sola medida de Gobierno, sólo por la expresión de esa confianza a que me he referido, en una sola sesión bajaba la libra 95 puntos, y la preocupación de aquel Gobierno desde esa tarde tuvo que ser, no la de impedir que el franco bajara, sino la de estorbar que el franco llegara a cotizarse con tal favor que constituyera un elemento nuevo de perturbación dentro del movimiento circulatorio. 

¿Por qué? Porque la especulación en las Bolsas, señores, es como el humo con relación al viento: sigue siempre su dirección. La especulación se coloca en el sentido que cree más favorable. Yo tengo la seguridad absoluta, cierta, de que el día en que España dé una sensación de confianza en torno de su Gobierno, el día en que España haga una afirmación vigorosa de política económica y financiera delante del Mundo, esa misma especulación, traviesa, audaz, criminal si queréis, en ciertas plazas bien conocidas del Extranjero, se colocará inmediatamente al alza, como hoy se coloca a la baja, y vosotros veréis también cómo es necesario, para organizar una política de consolidación de la peseta, que se contenga el movimiento especulador de alza, porque si no nos llevaría a consecuencias también dañosas para el crédito del país. (Muy bien.) 

Aquellos hombre» acreditaron entonces lo que tenemos que acreditar nosotros ahora; aquello que estoy seguro que acreditaréis todos los que aquí nos reunimos, el espíritu venido en torno de este Gobierno y de las Instituciones democráticas: amor a la patria, amor a la República, amor al Parlamento. Pero para ello, sí, para ello es preciso poner remedio a los mismos males de que hablamos, y ponerlo de una manera cierta y positiva. 

Yo creo que el señor ministro de Hacienda tiene que aprestarse a constituir dentro del Gobierno, como en la época de la gran guerra se constituían aquellos Comités ministeriales para la lucha, un Comité para la paz, para la defensa del crédito, Comité que lo han de constituir su señoría, y el señor ministro de Justicia, y el señor ministro de Trabajo, y el de Fomento, y el de Economía. Pero que no se lleve a la «Gaceta» una sola disposición que sus señorías, en su conciencia y contrayendo una responsabilidad delante del Parlamento y del país, no estén seguros de que no puede causar daño al crédito público.

Porque hay medidas que en situación normal son inocentes o pueden serlo, que pertenecen a la propaganda normal de los partidos, a las contiendas de los hombres; pero en momentos como los actuales, señores, una tilde, una expresión, una imprudencia, una insinuación, un programa indiscreto. inmediatamente se cotizan en la Bolsa y producen—lo estamos viendo y lo hemos visto en el curso de estos meses—una elevación en la cotización de las divisas extranjeras, con daño de la economía nacional. 

Una plan nacional de trabajo para todos los obreros 

Hay que hacer inmediatamente, ahora mismo, un plan nacional de trabajo. He leído con gusto el discurso que su señoría ha pronunciado en Bilbao. Estoy conforme con casi todo lo que su señoría ha dicho, con una idea bien cierta de sus responsabilidades en ese cargo. Pero me permito disentir en un extremo. Su señoría decía a los representantes de las fuerzas vivas vizcaínas que enviaran ellos sus peticiones y que el Gobierno las examinaría con benevolencia. 

Yo opino más: yo creo que es necesario, índispensable, urgentísimo, desde ahora mismo, constituir un plan general de trabajo en toda España para el invierno. Pero que no consista ese plan en ir tirando los millones en unas y otras regiones, sino en pedir y obtener el concurso de la técnica y del capital, asistiéndose de las Corporaciones provinciales y municipales y trayendo también el concurso de todas esas entidades industriales y financieras que deben contribuir a ello y que han de cooperar en un régimen de coparticipación, para que no pese todo, porque no debe pesar, sobre el presupuesto del Estado, pero preocupándonos, repito, desde ahora, del plan y de las soluciones. 

Que no sea el remedio para los braceros exclusivamente. No podemos convertir en braceros a obreros distinguidísimos, acostumbrados a manejar un telar o un torno, o a trabajar en industrias, que son cosa distinta de cavar la tierra. Hay que llegar a soluciones que abarquen todo el trabajo nacional. No digo más sobre este extremo, porque habrá de ser objeto detalladamente de análisis posteriores, y yo estoy dispuesto a prestar mi concurso para lo que haya necesidad de hacer. 

Hay que vigorizar el presupuesto de la nación, no destrozarlo entre los Estatutos

Pero hay también, señores, que preocuparse, como una de las primeras medidas, de vigorizar el presupuesto. He de decir con relación a ello algo que no quisiera que sonase agriamente en los oídos de mis amigos los diputados catalanes. Recuerdo que en ese mismo momento en que M. Poincaré se hacía cargo de la enorme responsabilidad del Gobierno de Francia, lo primero que hizo fue vigorizar el presupuesto, aumentar los ingresos del Tesoro, defender, franco a franco, delante de las peticiones de gastos de sus compañeros, todo lo que pudiera suponer una disminución de los recursos del Estado. 

He visto en estos mismos días—antes lo recordaba—, ante la situación de Inglaterra, cómo esos ministros socialistas, dignísimos, admirables, han afrontado la impopularidad de pedir la reducción de las aportaciones para los obreros sin trabajo, con tal de salvar el Tesoro. 

Yo os digo, queridos colegas, diputados españoles, y, dentro de ellos, diputados catalanes: en la situación por que atraviesa España—hago una invocación a vuestra conciencia—, cuando tenemos delante todos estos problemas tan angustiosos y tan inaplazables, que suponen millones y millones, ¿creéis que España puede (aunque quisiera por razones de política interior) ofrecer al mundo el espectáculo de coger su presupuesto de ingresos y rasgarlo y lanzarlo en tiras a cada uno de los Estatutos regionales? (Muy bien, muy bien.) 

Esto no puede ser. Yo no digo que renunciéis a ninguna, absolutamente a ninguna, de vuestras aspiraciones políticas; os pido pura y simplemente una cosa: tiempo. Yo os digo que a vosotros no os es indiferente tampoco, en el orden económico y financiero, la crisis de España, porque vuestro mercado es el español, y cuando España atraviesa una crisis como la actual vuestras fábricas no marchan y vuestros comercios no venden; de modo que, aun en el orden estricto de los intereses, debéis estar tan preocupados como nosotros de dominar la crisis y de no prodigar los recursos. (Un señor DIPUTADO: Lo estamos, senor Alba; lo estamos.) 

Y yo pregunto ¿Qué gobernante es el que delante de una situación cómo ésta, después de la nota publicada por el señor ministro de Hacienda, según la cual la concesión del Estatuto supone 1.000 millones de déficit, asume la responsabilidad de promulgar alegremente la concesión de estos recursos, que no serán sólo para vosotros, sino para todas las regiones de España que nos los pidan? (Muy bien.) 

Y digo más: digo que este debate no puede concluir, cuando concluya, sin una declaración clara y terminante del Gobierno sobre la materia. Yo aseguro al señor ministro de Hacienda y a la Cámara que estas cuestiones son examinadas a diario por la Prensa universal; que no somos un rincón en el Mundo, señores; que hoy la Influencia de las ideas y de los sentimientos universales es mucho más eficaz que todos los resortes de la política Interior, y que así como la Dictadura cayó, y no podía menos de caer, porque la ahogaba el ambiente del Mundo, el ambiente del Extranjero, es necesario que nosotros reconquistemos este ambiente, con provecho, en primer término, para la moneda nacional. 

Y no es posible que lo reconquistemos si alegremente, inconscientemente, delante de otros pueblos nos presentamos afirmando que en una situación como la, actual, repito, vamos a conceder a uno y otro Estatuto recursos del Tesoro, en vez dé preocuparnos de vigorizar y ampliar los que actualmente tenemos. (Muy bien.) 

Las reformas de Guerra deben servir de modelo. La agricultura y los ferrocarriles 

Y hay algo más que hacer. Vosotros sois un Gobierno republicano; sois más que esto: sois un Gobierno revolucionario, y esta Cámara es también una Cámara republicana y revolucionarla. Señores, ¿a qué podemos aplicar mejor estos sentimientos republicanos y revolucionarios que a una transformación honda, radical, del Presupuesto del Estado? 

También estoy conforme con lo que decía el señor ministro de la Guerra en su discurso del domingo: cercenar sólo las consignaciones militares, sin aplicar el mismo criterio de severidad a las consignaciones civiles, sería dar pretexto, ya que no motivo, a una interpretación que nos favorecería muy poco como de hostilidad sistemática contra los elementos armados. 

Es preciso que este criterio de ordenación y economía se expresa y refleje lo mismo en las clases civiles del Estado. Al fin y al cabo, vivimos todavía sometidos a una división territorial que viene nada menos que desde los tiempos de Bravo Murillo. El señor ministro de la Guerra ha podido suprimir sin perturbación de las provincias, no ya una Capitanía general, que en otro tiempo daba motivo a tantos escándalos y conflictos, sino todas las Capitanías generales. ¿Por qué no repetir el criterio? ¿Por que  hemos de tener, proporcionalmente, mas Universidades que pueblo alguno? ¿Por qué conservamos una serie de centros y organismos que han nacido durante el período de la Dictadura y se mantienen como 
plantas parásitas a las que no es posible exterminar? (Aplausos.)

No olvidéis, señores, que el último presupuesto votado por las Cortes constitucionales ascendía a
3.048 millones de pesetas; que la Dictadura lo elevó a 4.718 millones, y que todavía el presupuesto vigente representa un gasto en números redondos de 4.000 millones de pesetas. Este gasto es el que viene abrumando a España.

Es incompatible con la economía del país, que soporta una carga que no guarda proporción con los medios de la producción española. Hay que practicar una política de severidad dentro de la administración del Presupuesto, y ella será también uno de tantos factores morales para la confianza que yo requería.

Ya he dicho, y entro en la última parte de las soluciones que se refieren a medidas complementarias de la reconstitución nacional, que hay que amparar a la agricultura. La agricultura es, en cuanto a número de cultivadores, en cuanto a productos, en cuanto a influencia en la vida general, el primer factor de la vida del país. Todo el mundo sabe que la industria y el comercio no marchan en España en los años de mala cosecha; todo el mundo sabe también que en la actualidad la agricultura es un mal negocio: debe ser ésta una de las preocupaciones del Estado. 

Cuando yo he leído que modestos labradores de Coslada, en esta provincia, acudían a la Cámara con una petición, diciendo que no podían cultivar trigo porque les costaba 1,50 pesetas el kilo y no podían
venderlo más que a una peseta, he pensado en la magnitud, horrible de este problema y en la necesidad de que acudamos a su remedio. Y no digo una palabra más sobre ello, porque exigiría un debate amplio.

Hay que liquidar pronto, muy pronto, lo que se refiere al Consorcio ferroviario. El régimen ferroviario, tal como está establecído, señores diputados, nos ha costado más de 1.800 millones de pesetas, y, por otra parte, vosotros veis cómo bajan las acciones de las Compañías; es decir, la situación en todos sus aspectos no puede prolongarse.

Pero con relación a este tema, en lo que puede referirse a la peseta, me va a permitir el señor ministro de Hacienda y me va a permitir la Cámara, no un paréntesis, porque tiene relación directa con el tema; pero si una rapidísima cita de algo que se ha publicado estos días en la Prensa financiera del Extranjero.

Los periódicos más leídos entre los hombres de negocios en Francia y en Inglaterra han publicado
la siguiente noticia:

«Como consecuencia de la Asamblea general de la Central Mining, que tiene intereses en la Anglo
Spanish Construction, los representantes de esta última han hecho una nueva gestión cerca del ministro de Hacienda de España para procurar que se paguen las sumas que se deben a la Sociedad por la construcción de varios trozos de la linea del ferrocarril Santander-Mediterráneo. El alcance de las sumas debidas se eleva a 105 millones de pesetas.»

Este último ferrocarril, me apresuro a decirlo, señores diputados, y vosotros lo recordaréis, es uno de aquellos turbios negocios de la Dictadura. La noticia se pasea por los escritorios de Europa. Se dice que Esparta debe 105 millones de pesetas. No los debe. Este es un asunto en litigio, y hay que proclamar que lo es. Y si es cierto que se van a exigir responsabilidades, nada tan urgente como exigir las que se refieren a este asunto.para decir después que si España no paga no es porque deba y no quiera pagar, ni menos porque no pueda pagar, sino porque hay algo que examinar y decidir previamente en esta cuestión. 

Lo que no puede ser es que ciertas especies circulen entre los hombres de negocios. Influyan en la cotización de la peseta y se nos presente como un país Insolvente. Requiero, pues, al señor ministro de Hacienda para que, como una página conexa con esta política económica a que vengo refiriéndome, procure hacer los esclarecimientos que son precisos en materia tan delicada como la del ferrocarril en cuestión.

Hay que revisar el Arancel. No es posible que España constituya, con Turquía, según la Sociedad de Naciones, una excepción en el mundo culto por sus tarifas elevadísimas. No es posible que los ciudadanos españoles estén sometidos a un régimen de precios caros como los que se derivan del Arancel vigente. 

Este Arancel debió ser revisado ya por la Dictadura en el año 1927; no lo fue; pido al señor ministro de
Hacienda, ahora al de Economía, porque sé pertenece a su departamento la cuestión, que se practique inmediatamente lo que sea preciso para que esta revisión sea un hecho. Habrá pocas medidas que puedan tener una relación tan directa con la cotización de la peseta y la vida del país como ésta de la revisión del Arancel.

Hay que reformar la Ordenación bancaria. La Banca privada representa hoy una suma de 4 a 5.000 millones de pesetas aportados por los particulares. Este deja así de ser un negocio particular para
convertirse en un gran asunto de Estado. Hay que ordenarlo, hay que regularizarlo más aún que está en la ley vigente, en defensa del crédito público y del peculio privado. Y aparte todo lo que se refiere al Banco de España, no extendiéndome en este aspecto de la cuestión, porque harto he molestado a la Cámara, dejando establecido pura y simplemente un Índice de soluciones que requerirán algún día la necesaria amplificación.

La estabilización de la peseta

No hablo de la plata y de su desmonetización, porque, a mi juicio, no es de las medidas urgentes, a pesar del «rapport» de M. Rist. La cuestión de la desmonetización de la plata es un asunto en el cual se están viendo ya rectificaciones muy importantes. Últimamente, persona tan significada como monsieur Caillaux ha mostrado su disposición favorable a que la plata no se desmonetice en los países en que no lo ha sido ya, condenando la ligereza con que otros lo han hecho e influyendo en mercados, como China y la India, y determinando la crisis a que se va a referir precisamente en estos días la Conferencia que ha de reunirse en París. Sobre este asunto no creo que sea necesario adoptar ahora ninguna medida. Volveremos también sobre el tema. 

Practicadas todas las expuestas, implantadas todas estas soluciones, estaremos, a mi juicio, señor
ministro de Hacienda y señores diputados, en condiciones de ir al último trámite de la situación, que será la emisión de un empréstito exterior, para acudir a la estabilización definitiva de la peseta.

Empréstito exterior. Para nadie, tanto como para mi resulta doloroso reconocer que es preciso hacer una emisión de esta índole. Las disposiciones que con el concurso de las Cortes yo dicté, como ministro de Hacienda, en 1917 han producido la nacionalización de casi todos los valores españoles de
ferrocarriles domiciliados en el Extranjero. No teníamos Deuda exterior, la política de la Dictadura
es uno de los mayores daños que nos ha producido; España necesitará tener y ampliar la Deuda exterior; ya es irremediable. 

Un empréstito exterior será indispensable para llegar a la consolidación de la peseta. Ahora bien: yo creo, señor ministro de Hacienda, que no se puede ir al empréstito exterior, que no se debe ir a la estabilización de la peseta sino en su día; que en estos instantes sería una gran imprudencia llegar a ello, a pesar de lo que he leído en ciertas manifestaciones que se atribuían al gobernador del Banco. 

En este punto estoy también conforme con aquel criterio que estableció la Comisión del oro, y que sintéticamente dice así:

"No es aconsejable el establecimiento del patrón oro en nuestro país sino sobre la base de una Hacienda tan sólidamente establecida que no sólo pueda saldar sus obligaciones de presente, sino que permita mirar con tranquilidad las contingencias del porvenir; y el abandono forzado del patrón oro, una vez que se hubiera establecido, sería daño mayor que la continuación del régimen presente, máxime si éste se mejora en los términos esenciales en que puede ser mejorado. ¿Se halla la Hacienda española al presente en esas condiciones?"

Yo no digo que se deba mantener la situación actual. He hecho una larga disertación sobre todas las medidas que es preciso implantar. Lo que sí afirmo y someto a la reflexión de su señoría es que no cabe precipitarse yendo al empréstito exterior como preparación de la estabilización de la peseta. Si a ello fuésemos inmediatamente, el empréstito podría ser un fracaso y la estabilización también; lo sería seguramente, si no ponemos antes por obra todas las medidas a que vengo refiriéndome.

Ahora bien: todo hay que prepararlo en seguida, inmediatamente, sin perder instante. Y yo digo,
señores diputados, que sobre una peseta sana y sobre una Hacienda sólida se puede establecer la vida económica y financiera de la República. Pero será sólo entonces y así posible toda la política de la Hacienda de la República, toda la transformación económica y financiera y de justicia social de España. Para procurarla y para estimularla he venido yo aquí esta tarde.

Compensación de años amargos, Fe en el pueblo y en la Democracia

Pero antes de sentarme me vais a permitir, señores diputados, que diga unas cuantas palabras, bravísimas, que acaso habéis esperado muchos de vosotros y que me fluyen del corazón a los labios.
Hace ahora exactamente ocho años yo era un hombre que pasaba la frontera calumniado, vilipendiado. injuriado, perseguido.

He permanecido en el Extranjero, en una protesta silenciosa, durante largos años. Estos años, señores, tienen y han tenido pera mí, a pesar de lo breves que parezcan en la historia de un pueblo, muchos atardeceres melancólicos. Pero ha pasado el tiempo; he visto caer la Dictadura; he visto otras muchas
cosas. Y al cabo de todas ellas, estoy aquí. Han desaparecido los que se impusieron por la fuerza e
hicieron burla de la voluntad nacional. Nosotros hoy somos la expresión de esa voluntad, somos los servidores del país. 

Yo mismo he venido a la Cámara por los votos de millares de mis coterráneos. Os digo, señores, qué me basta con vuestra atención este instante para sentirme compensado con exceso de tantas amarguras. Yo creo hoy más que nunca en la democracia, en la opinión, en la justicia, en el pueblo. Firme y optimista, ante la crisis nacional, yo os grito para acabar: Adelante, todos adelante, ¡por España y por la República! (Grandes y prolongados aplausos.)

Contestación del ministro de Hacienda


El ministro de HACIENDA, después de elogiar el discurso del señor Alba, manifiesta que se apresura a contestarlo por la repercusión que sus palabras puedan tener en el Extranjero. Advierte que el Sr. Alba, que ha hecho una exacta pintura de la situación, no ha dado ninguna solución para ella. Ha coincidido en gran parte con lo que él dijo en Bilbao.

El Sr. Alba cifra la solución en la confianza y cita el nombre glorioso de Poincaré. Yo echo la mirada por estos bancos y no veo al Poincaré salvador. Poincaré no tenía detrás de las fronteras miles de franceses deshonrando a Francia, como tiene España vilipendiándola, (Grandes aplausos.)

Dice que los emisarios de la Empresa del ferrocarril Santander Mediterráneo ya le anunciaron en su despacho la publicidad de la noticia que ha leído el Sr. Alba. Estima que esa Empresa tiene que ponerse en fila y no puede cobrar con preferencia a numerosos contratistas que no han cobrado desde primero de Enero. (Grandes murmullos.)

El Sr. ALBA: No ha comprendido S. S. mi argumento. Precisamente he dicho que por tratarse de un negocio turbio de la Dictadura no debe pagarse, y hay que hacer ver al Extranjero que si no se paga es porque no se debe pagar.

El Sr. PRIETO: Pues yo voy más allá que S. S., y por eso digo que no se puede anticipar pago alguno, sino hacerlo cuando llegue su tiempo.

Se refiere al asunto Morgan y dice que la rescisión se hizo el 31 de Abril, y aquel día tuvo su cotización máxima y descendió hasta primeros de Mayo, y sólo volvió a subir y tuvo su máximo crecimiento después de la quema de los conventos.

Yo he de decir la verdad en absoluto.

Lee datos estadísticos de las operaciones de libras en la Bolsa en los meses de Mayo y Junio. Hubo
un déficit para los importadores de materias primas, y el Gobierno no pudo permanecer indiferente a esto. Tuvo que surtir de moneda a nuestros importadores de materias para que no se cerraran fábricas y no hubiese conmociones Industriales.

El plan Carabias es simplemente una orden ministerial, que lee. En ella, sin rozar nada de lo dispuesto en la ley de Ordenación bancaria, se quiere que el Banco de España eche sobre si una parte del sacrificio que cae sólo sobre el Tesoro.

Participa también de los temores del Sr. Alba sobre las reservas oro; pero no se puede dar ante el Extranjero la impresión de que no tenemos movilizado ese oro. Si el Extranjero conoce nuestra
impotencia no tendremos defensa, cuando nos sobran armas que tenemos depositadas en el Banco. El Gobierno procederá con gran cautela, porque estoy de acuerdo con el Sr. Alba en la cuestión.

Afirma que ha sido preciso ir al aumento de la circulación fiduciaria. Agrega que el Banco ha absorbido atenciones que antes corrían a cargo del ahorro, y sólo en ellas ha invertido 120 millones de pesetas. Manifiesta que tiene una marcha del cambio, cuyas oscilaciones han coincidido con ciertas perturbaciones de orden público. Y bien se comprenderá que esas perturbaciones no ha podido evitarlas el Gobierno.

Lee párrafos del Informe de la Comisión de 1919 a que ha aludido el Sr. Alba y dice que en ella se mencionan las malas cosechas, y contra esto no hay enmienda que pueda nada. Ni aunque viniera Poincaré a España.

Reconoce que la agricultura es base principal de la vida española. (Murmullos de aprobación.) Se duele de que personas competentes que le ofrecieron su colaboración le hayan abandonado en la grave labor de regir la Hacienda española y hace protestas de su humildad; pero al mismo tiempo de su honradez y su amor a España, que le ayudan a llevar la carga.

Dice que ya ha dado al ministro de Economía nombres de personas competentes para formar el Consejo que ha de resolver el problema económico.

Repite las censuras a los que sabotean la República desde el otro lado de la frontera. Señala la circunstancia de que el Sr. Alba haya subrayado la baja de las acciones ferroviarias y dice que el Gobierno de la República no puede seguir la conducta de la Dictadura, que volcó los millones de pesetas sobre esas grandes Empresas. Hoy sus accionen tienen el valor que realmente deben tener.

Expresa su gran impresión sobre la paralización del campesino; pero su pavor es mayor ante el temor de que el obrero del taller tenga que ir a la calle y se desparrame por España. 

El remedio al mal actual no puede ser obra del Gobierno; tiene que ser obra del Parlamento entero, de España entera. El Gobierno acepta todas las colaboraciones para hacer una España nueva. La obra es de sacrificio para todos; pero principalmente para las clases capitalistas. Termina pidiendo a todos que contribuyan a consolidar la República, que es consolidar la vida de España. (Grandes aplausos.) 



La Libertad, 27 de septiembre de 1931, página 5.

ESPAÑA REPUBLICANA 

El Gobierno acordó anoche rechazar rotundamente la dimisión del ministro de Hacienda

La dimisión del señor Prieto 

Rumores y realidades 

Ya señalábamos en nuestro número de ayer los rumores que en la Cámara circularon de madrugada, relativos a la supuesta dimisión de los ministros socialistas. El rumor tomó cuerpo a las seis de la mañana, porque cuando el ministro de Hacienda salía del Congreso con el Sr. Maura, se acercó el diputado Sr. Picavea y anunció al Sr. Prieto una interpelación sobre cuestiones de Hacienda para la semana que viene. 

El Sr. Prieto se volvió al señor Maura, y riendo, dijo; —¡Mira éste! Me quiere hacer una interpelación la semana que viene. ¡Como no me la haga en fotografía!... El Sr. Alcalá Zamora no revelo a nadie lo que ocurría en el seno del Gobierno.

Se reúne el Consejo de ministros para tratar de la dimisión del señor Prieto 

A primera hora de la tarde se circularon urgentemente citaciones a los ministros convocándolos para un Consejo extraordinario. La reunión del Gobierno se fijó para las siete de la tarde. En efecto, a las siete menos veinte llegó a la Presidencia el Jefe del Gobierno. 

Los periodistas preguntaron al Sr. Alcalá Zamora: —¿Consejo extraordinario? —No; un cambio de impresiones para tratar de algunos asuntillos. —Se afirma que ha dimitido con carácter irrevocable el Sr. Prieto. El jefe del Gobierno contestó rápido: —Aquí no dimite nadie hasta que dimitamos todos. Diez minutos después llegó el Sr. Maura, y los periodistas le dieron cuenta del rumor de la tarde. —No creo—dijo—que se le llegue a admitir la dimisión. Lo convenceremos. Será una tempestad en un vaso de agua. —¿Disgusto con el Sr. Alcalá Zamora? —No, no lo creo. Si acaso, con la Cámara. Pero, repito, lo convenceremos.

Llegó el Sr. Prieto, y se le preguntó: —¿Ha dimitido usted? —|Ah! Pues no lo sé. ¿Pero creen ustedes que es posible dimitir así como así? —¿Pero usted no quiere marcharse? —Eso no es nuevo. En el Consejo daré cuenta de una visita que me ha hecho esta tarde D. Augusto Barcia para pedirme, en nombre del Consejo Superior Bancario, que se oiga a este organismo antes de dictar el decreto anunciado en relación con las repercusiones de la baja de la libra esterlina en España. Desde luego, el decreto se aplazará hasta el lunes o el martes.

A la salida.-No se le admite la dimisión al ministro de Hacienda

El Sr. Prieto dijo: —Yo anoche, después del Incidente registrado en la Cámara, presenté mi dimisión al jefe del Gobierno y a los ministros. Ellos me dijeron que no era hora oportuna para deliberar sobre el caso y que el asunto se podía dejar para la tarde de hoy. Esta tarde, después de reflexionar he venido aquí más convencido de que mi decisión no era debida a ofuscación del momento. Estos señores me han hecho razonamientos que no han llegado a persuadirme. Han complicado la cosa diciéndome que no me podía marchar solo; pero yo he venido a presentar mi dimisión con más firmeza. —¿Le han convencido?—le preguntaron los periodistas. El Sr. Prieto hizo un gesto dubitativo y contestó: —No sé si me resignaré. El Sr. Prieto continuó las manifestaciones hechas relativas al decreto anunciado para resolver la cuestión de las dobles.

Manifestaciones del Sr. Alcalá Zamora 

El Sr. Alcalá Zamora facilitó a los periodistas la siguiente nota: 

"La reunión ha sido dedicada principalmente a dos temas; el primero, que adelanto para corresponder con.sinceridad a la legitima preocupación de ustedes, ha sido la dimisión que, con extremada delicadeza sólo comparable a su persistencia en el empeño, ha mantenido el Sr. Prieto, quien ya me lo manifestó anoche y que la fundo en su creencia de haber sido desfavorable a su intervención en el debate la actitud de la Cámara. 

Seguro yo de que ésta en ningún instante mostró hostilidad o repulsa hacia el ministro de Hacienda, ni aun en los momentos de viveza en el debate, a los que sin relieve excepcional de ninguna clase siguió un vibrante deseo de cordialidad, esperé que mi querido amigo Indalecio Prieto no mantuviera su propósito. 

Persistió en él, como les digo, y todos los compañeros le hemos opuesto la absoluta e inquebrantable negativa por no haber motivo alguno y sí para que continúe. No hay, pues, crisis; que no puede haberla en un Gobierno donde ninguno tenemos derecho a dimitir, ínterin las Cortes no nos negaran su confianza y no hayamos terminado la obra fundamental para lo cual nos la expresó. 

Nos hemos ocupado también de la marcha satisfactoria de los debates parlamentarios y de la necesidad de que así continúen, habiéndoles yo expuesto a los compañeros el sentido de la conversación que pienso mantener coa el presidente de las Cortes y jefes de minorías, y de que ya, en general, hablé hoy a la Prensa. 

Han merecido mi punto de vista y detalles del mismo la aprobación también unánime de mis compañeros. Ya que de unanimidad hablo, quiero subrayar que la del Gobierno para oponerse invenciblemente a la dimisión del Sr. Prieto ha sido total, pues antes de salir para Asturias el Sr. Albornoz me expresó su parecer y me confirió su voto en el mismo sentido. 

En cuanto al Sr. Lerroux, a quien acabo de comunicar nuestro acuerdo, baste decir que, sobre la anticipada seguridad que de su pleno asentimiento tengo, se destaca, como les he dicho, lo que les ha dicho el Sr. Martínez Barrios, o sea el acuerdo muy afectuoso de la minoría radical que, conocedora de los propósitos. del ministro de Hacienda, rogó con afecto y empeño que de ello desista."

Consejo extraordinario en el Banco de España 

Ayer se reunió el Consejo del Banco de España en sesión extraordinaria, y en ella se trató de las repercusiones que para la liquidación de las dobles pueda tener la baja súbita de la libra, a consecuencia de la suspensión de la convertibilidad en oro. 

El gobernador del Banco, señor Carabias, manifestó a los periodistas que la medida del ministerio de Hacienda con relación a este asunto, y que tanto revuelo ha causado, está justificada. 

—Las dobles—dijo—se nacionalizaron con el beneplácito de todos, y aunque algunos clientes podrán beneficiarse con la baja de la libra, el Tesoro y el Banco no pueden perjudicarse. Añadió que acaso el Consejo Superior Bancario, que celebra reunión mañana lunes, pueda arbitrar una fórmula. 

Las dobles alcanzaban la cifra de 4.400.000 libras, procedentes la mitad aproximadamente del empréstito oro, y ahora sólo hay 300.000. Dijo que seguramente será discutida la disposición; pero no hay más remedio que acatarla, y aseguró que no ganarán los interesados, pero tampoco perderán. Desmintió el rumor de un nuevo envío de oro a Francia con motivo de la renovación del crédito que se ha hecho anteayer en las mismas condiciones que se subscribió hace unos meses.



El Financiero, 29 de enero de 1932, página 7.

Crónica financiera semanal 

Los acontecimientos de la zona del alto Llobregat en Cataluña que, juntamente con la huelga de Málaga y otros hechos sueltos amagados en diferentes partes del país, han sido los chispazos del abortado movimiento general comunista que se preparaba para el día de hoy, constituyen una experiencia grandemente aleccionadora para los que, demasiado confiados y preocupados solamente de los peligros que para el régimen pudieran venir por la parte de las derechas, no realizaron por Andalucía , Extremadura y Cataluña, principalmente, aquellas demostraciones y maniobras militares efectuadas en la región vasco-navarra, con minuciosos registros y requisas de armas. 

Voces prudentes advertían, entre otros muchos fenómenos, al entonces ministro de Hacienda, de los graves peligros que pudieran derivarse del contrato de Petróleos con los soviets rusos, máxime teniendo que pagar España en oro los petróleos, en vez de permutar su valor con productos españoles de exportación, como han hecho Italia y Argentina en parecidos contratos, por ser harto conocida en las esferas internacionales la táctica soviética de destinar una parte del dinero que obtienen con su tráfico comercial a las propagandas comunistas de acción en los mismos países de los que obtienen el dinero.

No sería, pues, extraño—y o así lo tengo por artículo de fe—que ese dinero de que alardean los comunistas y sus periódicos, y que la policía ha ocupado a algunos agentes comunistas de Figols y Cardona, proceda de las mismas cajas del Tesoro español, a través del contrato de suministro de petróleos rusos al Monopolio del Estado, y no creo que esté de más que se siga la pista al dinero, cuyo reguero suele dejar huella como el aceite, practicándose las oportunas investigaciones sobre el caso y, sobre todo, poniéndose pies en pared para lo sucesivo, porque sería de una estolidez infinita, cuando no otra cosa más grave, desentenderse de estas ecuaciones tan sencillas desviando la mirada para no ver.

Debemos congratularnos todos, y muy especialmente las fuerzas económicas del País, de la rapidez, energía y acierto con que esta vez ha vuelto por sus prestigios el Poder público, en cumplimiento de inexorables deberes, ya que hasta los conceptos mismos de Nación y Patria se esfuman y desaparecen sin un mínimo ordenamiento jurídico imperante. 

Pero ese acatamiento y cooperación que todos debemos en esta hora al Gobierno para la restauración del orden jurídico perturbado, no es óbice para que recuerde hoy, como experiencia para mañana, el craso error del señor Prieto, cuando contestaba a aquellas leales advertencias patrióticas diciendo que en España no había ni podía haber comunistas, siendo el propio señor Prieto quien ponía de relieve en las Cortes, la misma víspera de estos sucesos, el abrazo que en Bilbao se habían dado comunistas, socialistas y republicanos, y aun añadía, con inconsciente exaltación, dirigiéndose a los católicos de la minoría vasco-navarra: "Los comunistas antes que vosotros". 

No; los que se ponen a sabiendas fuera del derecho social y del derecho de gentes con atentados contra la humanidad, con perturbadas exaltaciones de esa humanidad misma, no pueden ir del brazo de ninguna organización política ni social, que instintivamente se sienta acogida y amparada en normas del Derecho, y contra sus perturbadores debe constituirse en todo caso el frente único, y bien claramente se ha visto confirmada esa instintiva solidaridad en la proposición de confianza al Gobierno, votad a absolutamente por todas las representaciones de la Cámara, con la única excepción de los cuatro diputados rojos, que es el único enemigo irreductible común, ya que entre todos los demás sectores caben sometimientos y dejaciones circunstanciales, hasta de las mismas creencias e imperativos de conciencia, en defensa de España, que es la Patria de todos por igual, menos de aquellos espíritus cosmopolitas, que sólo sobre sus escombros quieren levantar las utopías vesánicas que aspiran a convertir al hombre, a todos los hombres, en un simple objeto mecánico numerado, entregado a discreción al arbitrio de la Dictadura roja. 

Hay que reconocer, a la vez, que las repercusiones en nuestros mercados financieros y bursátiles no han sido lo desastrosas a que en otro caso hubieran podido derivar, debido sin duda a las enérgicas declaraciones del Jefe del Gobierno y la solidaridad con éste de toda la Cámara, y así hemos visto cómo el cambio exterior de la peseta sólo ha desmerecido 3,30 por 100, al remontar el franco suizo de 231,30 a 234,60, pero ya se indicó anteayer, sábado, la tendencia de mejora al reponer 30 céntimos, bajando a 234,30. 

Otro termómetro que conviene pulsar frente a acontecimientos extraordinarios es, sin duda, el balance del Banco de España, y las cifras del balance de anteayer reflejan la más completa normalidad, tanto en lo que se refiere a las operaciones comerciales y a la circulación como en lo que respecta a la cuenta de Tesorería del Estado; de suerte qué cualquier a que examinas e este balance sin saber los acontecimientos ocurridos en la semana anterior, juzgaría por tales cifrados que correspondían a una situación normal, como si ningún suceso extraordinario hubiese ocurrido. 

En efecto; respecto al Tesoro, el saldo de su cuenta global registra ligera baja de tres millones; en cuanto a la circulación monetaria, la de billetes disminuye 51 millones y la plata en Caja aumenta cinco millones, y esa reducción de 56 millones en los medios circulatorios no obedece a ninguna contracción por el temor, puesto que las cuentas corrientes sólo aumentan dos millones, disminuyendo 1,50 las "Diversas cuentas" , sino que responde principalmente a una baja de 43 millones de pesetas en la cartera comercial, la mayor parte en los descuentos y las pignoraciones, lo cual indica claramente que, lejos de sentir necesidad la Banca privada de reforzar sus previsiones, ha liquidado posiciones de cartera como en situación de normalidad completa. 

Nada puede decirse todavía de presupuestos, porque ni siquiera se ha publicado aún el acostumbrado avance de la recaudación y pagos de 1931 y, por otra parte, el ministro de Hacienda, ni con ocasión siquiera de la nota oficiosa contestando al señor Ventosa, apunta nada concreto sobre la materia. La principal atención de estos días, la concentra el señor Carner, según tengo entendido, en imprimir algunas variaciones de importancia en las normas de actuar del Centro de Contratación d e Divisas, más en armonía con las necesidades de las clientelas de su mercado, por ser bien visible que no venían encontrando los convenientes desenvolvimientos que son de desear. 

Todo ello, como es natural, tiene íntima relación asimismo con la Junta arbitral del cambio exterior, y acaso pudiera derivarse nuevamente al punto de origen o de partid  de las dobles o créditos a obtener por la Banca privada, y a que se trata en verdad de un círculo vicioso del que difícilmente podrá salirse mientras no se ataque la cuestión de fondo, o sean las causas esenciales del desnivel permanente de nuestra balanza internacional de pagos. 

Si ha y déficit adverso en nuestra compensación de divisas, es indiscutible que sólo puede saldarse con envíos de oro que la Banca privada pueda recabar en el exterior por medio de créditos bancarios, o sea, en definitiva, volviendo otra vez a contraer las dobles, cuya nacionalización fue el caballo de batalla para el envío de oro a Francia. Pero eso tiene también un límite, y lo cierto es que hay que abordar muy en serio la cuestión, porqu e ahora es tiempo aún, antes de que, en los meses del próximo verano, como siempre sucede, toquemos el punto muerto de nuestras exportaciones y, por ende, de la entrada de divisas en el país. 

Se ha prorrogado nuevamente, y ahora con mucha más amplitud de fecha, o sea hasta el próximo mayo, el pazo para el estampillado de los billetes del Banco de España; y ello quiere decir en buen romance, que eso del estampillado pasó ya a la Historia, sencillamente por ser cosa que ya no interesa ni hace falta, y por anularlo francamente se le da ese sesgo de un a amplia prórroga para que, de hecho, nadie vuelva, a acordarse más de ello.



Luz,  8 de marzo de 1932, página 8.

LA QUIMERA DEL ORO

Los ingleses venden todo el oro que poseen 

Los inspiradores y legisladores del abandono del patrón oro en Inglaterra no contaron con una consecuencia de la medida: que Inglaterra se quedara sin oro, se desaurízase rápidamente. 

En estos momentos los ingleses están bajo la fiebre del oro, la "quimera del oro", sólo que invertida. No tratan de buscar las venas auríferas como los emigrantes a California, sino, por el contrario, deshacerse del precioso metal, venderlo en seguida, y acuden con sus libras, sus joyas, sus relojes a los Bancos, a las casas de cambio, a los mercaderes de oro a trocarlo por papel. 

Ni siquiera es necesario darse la molestia del viaje: los compradores han organizado el negocio con la mayor rapidez y extensión; envían viajantes en automóviles a los pueblos, a las aldeas. El automóvil se estaciona en el lugar más céntrico y allí abre tienda. 

"¡Se compra oro! ¡Se compra oro! ¡Pago a 28 chelines la libra!" 

En seguida el pueblo entero se revoluciona, la gente abre sus cofres, tira de sus cajones, desata su "gato", destuerce la famosa media de lana y acude a la plaza con sus monedas trabajosamente ahorradas. Una libra vale 20 chelines en Inglaterra, sea de oro, sea en papel. ¿Quién se resiste si le ofrecen un 40 por 100 más, es decir, 28 chelines? 

Al abandonar el patrón oro, y dado el alto precio de este metal, Inglaterra tiene, en realidad, dos monedas, el metal y el papel, y en este caso—dicen los economistas—la moneda mala queda en el país y la moneda buena emigra. 

FRANCIA COMPRA EL ORO Y LO ENTIERRA 

El oro inglés emigra. 

Emigra a Francia. Porque Francia—esa nación conservadora, temerosa, defensiva—ya no tiene confianza más que en el oro, en el oro físico, palpable, sonante. Guarda en las cavas de su Banco una ingente masa de ochenta mil millones de francos. Recelosa de las disposiciones contradeflacionistas de Hoover, repatria sumas enormes, por valor de millones y millones de dólares. Compra a Inglaterra todo su oro. Y lo entierra en los sótanos de su gran Banco. "Nosotros—dice uno de los organizadores de la compra de oro—compramos aquí, en Inglaterra, la libra a 28 chelines. Fundimos el oro en barras, y con el peso equivalente a una libra compramos en Francia mercancías que, de otra manera, costarían más de los 28 chelines." Para este manejo los compradores de oro tienen agentes en París. 

MIENTRAS LONDRES DUERME, SE DESANGRA 

El envío de oro a Francia asciende a la suma de un millón de libras esterlinas oro por semana. En estos días los compradores de oro han tenido que alquilar locales para almacenar provisionalmente el oro.

Piquetes de Policía guardan día y noche estos almacenes y las casas de cambio de Londres. La exportación se hace en cajas que contienen 10.000 libras esterlinas. Por la noche, cuando Londres duerme, los empleados de las casas de compra y cambio embalan el oro y camiones custodiados por fuertes escoltas se lo llevan a la estación Victoria, donde las cajas son metidas en otras mayores de acero para su trasporte, por NewHawen y Dieppe, a París. 

"Lo que compramos por el día—dice uno de los traficantes—lo empaquetamos y remitimos por la noche, y al día siguiente empezamos de nuevo. En mi casa se trabaja veintiuna horas, incluso los domingos." 

Pero los ingleses no creen que su país se empobrece, no creen que hacen un mal negocio. Por el contrario. La libra subirá—dicen—, y entonces con el papel volveremos a comprar oro a menor precio del que lo vendimos. Francia perderá la diferencia. Y ahora nos preguntamos: ¿qué hará Francia con esa masa gigantesca de oro que hoy yace como un tesoro enterrado, infecundo, mientras los bancos restringen hasta el extremo la concesión de créditos y dejan quebrar Empresas antes fortísimas?  



Ahora, 29 de abril de 1932, página 19.

UNA CONFERENCIA DEL GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA EN "EL SITIO", DE BILBAO 

''Por fortuna, y a pesar de las campañas de los enemigos del régimen, la riqueza básica del país está enteramente a salvo" 

BILBAO, 28,—En la Sociedad "El Sitio" ha dado una interesante conferencia el gobernador del Banco de España acerca del tema "Algunos aspectos del momento económico español". 

Comenzó recordando las dificultades con que tropezó el régimen y que le pusieron en grave peligro apenas nacido. Esta critica situación se debió en gran parte a la actitud de las clases aristocráticas, que le negaron su apoyo, le restaron medios deliberadamente expatriando sus capitales. El orador tributa grandes elogios a don Indalecio Prieto, que en estas criticas circunstancias hubo de actuar como ministro de Hacienda. 

Dice que, por fortuna—y a pesar de las campañas de los enemigos del régimen—, este trance ha pasado ya y que la riqueza básica del país está enteramente a salvo. 

Aludió luego a la labor que ha realizado el Banco de España para ayudar al país a salir de tan graves momentos. Estudia la situación económica mundial, citando diversos hechos que reflejan el estado caótico a que se llegó antes de la República y durante ella. 

Las dificultades económicas de España no fueron, pues, creadas por la República, como se ha querido hacer creer, sino que se derivaron de esa situación mundial, aparte de lo que influyó la enemiga declarada de ciertos elementos. 

Al sobrevenir ese estado, la deuda de España en el extranjero se hizo más perentoria. Los acreedores pedían la liquidación urgentemente. Entendió el Gobierno que no cabía la impasibilidad y estableció la defensa del cambio, de manera que el Estado pudiera tener la seguridad de que en un momento dado podría intervenir en defensa de la moneda, sin que esta intervención quedara circunscrita al arbitrio del Banco de España. 

Puede decirse—añade—que esta ley de Defensa del cambio es, en cierto modo, otra ley de Defensa de la República. 

Alude después a la campaña que se ha hecho contra el Gobierno en cuanto se refiere al envío de oro al extranjero

Se envió oro para saldar una deuda y reconstruir el crédito en el exterior. En este aspecto se han manejado los números a tontas y a locas o de mala fe. Se ha dicho que la República envió 12.200.000 libras-oro; pero sólo se han enviado por la República 7.200.000 libras, en dos remesas. Los 5.000.000 restantes los envió el último Gobierno de la monarquía. 

También se han manejado otros números erróneamente, y dice—aludiendo al señor Ventosa—que cuando se incurre en estos errores por un ex ministro no cabe creer que son errores de información. Finalmente se refirió al presupuesto de la República, diciendo que está inspirado en sanos principios económicos. 

Еl orador fue aplaudidisimo. 



Luz, 14 de mayo de 1932, página 11.

Academia de Jurisprudencia 

Una conferencia del Sr. Wais 

Ayer tarde disertó en la Academia de Jurisprudencia, acerca del tema "Un ensayo sobre moneda y cambio", el ex ministro Sr. Wais, quien, con fácil palabra y gran modestia, hizo historia de su actuación en el departamento de Hacienda desde julio de 1930 hasta febrero de 1931.

Habló de las vicisitudes seguidas pe»" nuestro comercio exterior y señaló la influencia de éste en el curso del cambio. Dijo que se encontró con la peseta enferma y que durante unos pocos meses la trató como médico. 

Fomentó los defectos de nuestro sistema de bimetalismo, cojo, instaurado como consecuencia de la depreciación de la plata. Señaló el hecho de que la onza Standard plata valía en 1868, cuando se estableció el sistema, relación de 1 a 15 1/2 con el oro, 60 peniques cotizándose actualmente entre 16 y 17, y dedujo de ello la influencia de la depreciación de este metal en nuestro cambio exterior. 

Resaltó el principal defecto del modo de practicarse el comercio de dicho cambio, sin control alguno del Banco de Emisión en un mercado que se hallaba siempre a merced de la especulación que lo dirigía y aprovechaba. Hizo historia de la política dineraria a que se vio obligado el Banco en muchas ocasiones por apremios del Tesoro y expuso las normas que se propuso seguir en el ministerio de Hacienda para corregir los defectos de nuestro anticuado sistema y preparar su reforma mediante la estabilízación.  

Explicó las medidas adoptadas para vigilar el mercado de divisas mediante la creación del Centro de Contratación de Moneda, que subsiste, y para regularizarlo y sanearlo, nacionalizando las operaciones de dobles y descubiertos en el exterior, cuya masa constituía un peligro considerable, mediante el envío de oro del Tesoro y del Banco de España por la equivalencia de tres millones de libras

Razonó el decreto de 22 de septiembre de 1930 mandando situar dichos fondos en el exterior, de acuerdo con la ley de Ordenación bancaria y de la real orden subsiguiente fijando las condiciones de la cuenta abierta al Tesoro por el Banco de Pagos Internacionales, aclarando que esta cuenta se limitó a la cifra correspondiente al oro del Tesoro, o sean 1.500.000 Libras, que habían de dedicarse únicamente a nacionalizar dobles, permaneciendo intacto el oro del Banco de España.

Como consecuencia de estas medidas la libra esterlina bajó; los sucesos de la plaza de Neptuno, las huelgas generales que los siguieron, los desórdenes públicos e intentos revolucionarios contrariaron aquella tendencia favorable y luego hubo que permanecer a la defensiva, pues toda intervención hubiera resultado inútil y contraproducente. 

En tales momentos sólo cabía esperar una reacción favorable que tendría que producirse con la reunión de Cortes convocada para el 1 de marzo, a las que se someterían con el proyecto de nuevo presupuesto una operación de crédito cuyas condiciones estaban tratándose con la Banca Morgan por un importe total de cien millones de dólares. 

La crisis producida en febrero dejó en suspenso estos proyectos, que luego consumó en cuanto al crédito Morgan el Sr. Ventosa.

Ea Sr. Wais recordaba que al dejar el ministerio de Hacienda la libra se cotizaba a 7,50 y el dolar a 9,77, poco más o menos lo mismo que los había encontrado al tomar posesión, y que pudo marcharse tranquilo dejando iniciado un camino sin haber malbaratado en lo más mínimo los intereses públicos que le estuvieron confiados; se había pagado el crédito Rothschild por 1.100.000 libras, se habían liquidado dobles por 2.300.000 libras, y el Centro conservaba una posición acreedora de 1.900.000 libras. 

Los beneficios obtenidos en las operaciones realizadas sumaban 9.200.000 pesetas, y los gastos, 361.519 pesetas, con una diferencia neta a favor de los primeros de 8.800.000 pesetas, que, aplicados a
la posición acreedora del Centro, hacían que éste resultase comprador a 44,35 pesetas por libra.

El disertante fue muy aplaudido.

Al terminar, el Sr. Wais, que había hecho en el curso de su conferencia grandes elogios de sus colaboradores, señores Pan de Soraluce, Marfil y Bas y del que fue jefe de cambios del Centro de Contratación, Sr. Recaséns (F.), nos expresó también su profunda gratitud a la prensa diaria, que se comportó con él de un modo inolvidable. 



La Voz, 31 de mayo de 1935, página 5.

Las salidas de oro y las medidas contra la especulación 

AUMENTA EN GRAN ESCALA LA HUIDA DE ORO 

PARÍS 30 (9 n.).—Aunque por ser hoy día festivo hubo un poco de respiro en lo que se refiere a las salidas de oro del Banco de Francia, continuaron llegando de todas formas las órdenes de compra del metal amarillo para que sea enviado por medio de barcos y aviones al Extranjero. 

Según el ponente de la Comisión de Hacienda de la Cámara, durante la pasada semana la cifra exacta del oro retirado del Banco alcanza a 5.800 millones de francos, y hasta anoche el movimiento continuaba con la tendencia a aumentar. Hoy ha salido con destino a Londres un nuevo envío de oro de 225 millones de francos. (Fabra.) 

EL BANCO DE FRANCIA TIENE AUN 72.000 MILLONES DE FRANCOS ORO 

PARÍS 30 (9 n.).—La declaración semanal del Banco de Francia que tenía que facilitarse hoy no ha sido publicada por ser fiesta, pero no mostrará las pérdidas, puesto que siempre va con una semana de retraso, y por lo tanto, éstas serán registradas la próxima semana. 

Como consecuencia de las pérdidas sufridas, los depósitos de oro del Banco son los más bajos desde febrero de 1932, y la declaración de la próxima semana mostrará que los depósitos son de 72.000 a 73.000 millones, habiéndose alcanzado el "récord" más alto de 83.359 millones el 2 de diciembre de 1932. (United Press.)
















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