martes, 21 de junio de 2022

La facción de Sanz

Primera guerra carlista

La primera guerra carlista fue una guerra civil que se desarrolló en España entre 1833 y 1840 entre los carlistas, partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón y de un régimen absolutista, y los isabelinos o cristinos, defensores de Isabel II y de la regente María Cristina de Borbón, cuyo gobierno fue originalmente absolutista moderado y acabó convirtiéndose en liberal para obtener el apoyo popular. Antiguamente fue conocida por la historiografía española como guerra de los Siete Años o primera guerra civil.

Origen

El infante Carlos María Isidro, autoproclamado rey con el nombre de Carlos V
La guerra la planteó Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, por la cuestión sucesoria, ya que había sido el heredero durante el reinado de su hermano Fernando, debido a que este, tras tres matrimonios, carecía de descendencia. Sin embargo, el nuevo matrimonio del rey y el embarazo de la reina abren una nueva posibilidad de sucesión.

En marzo de 1830, seis meses antes del nacimiento de Isabel II, el rey publica la Pragmática Sanción de Carlos IV aprobada por las Cortes de 1789, que dejaba sin efecto el Reglamento de 10 de mayo de 1713 que excluía la sucesión femenina al trono hasta agotar la descendencia masculina de Felipe V. Se restablecía así el derecho sucesorio tradicional castellano, recogido en Las Partidas, según el cual podían acceder al trono las hijas del rey difunto en caso de morir el monarca sin hijos varones. El rey volvió a derogar la Pragmática Sanción en 1832, mientras se hallaba enfermo, pero tras mejorar su salud, la puso de nuevo en vigor a finales de año.

No obstante, Carlos María Isidro no reconoció a Isabel como princesa de Asturias por considerar despótica e ilegal aquella promulgación, que no contó con el concurso de las Cortes, y cuando Fernando murió el 29 de septiembre de 1833 e Isabel fue proclamada reina bajo la regencia de su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, Carlos hizo público en el Manifiesto de Abrantes que mantenía sus derechos dinásticos, llevando al país a una gran guerra civil.

La Expedición de 1836

Comúnmente llamada Expedición Gómez. Bruno Villarreal comandante supremo del ejército carlista en el país vasco-navarro, organizó una expedición para que marchase a "...Asturias y Galicia para fijando allí la guerra, llamase la atención del enemigo por aquella parte y desahogase al ejército de estas provincias,",​ entregando el mando a Miguel Gómez. Su objetivo principal era dominar Asturias ya que se tenía noticias, aunque no eran ciertas, de que allí existía una importante base para poder realizar un alzamiento carlista y que debería marchar a Galicia tanto si había logrado realizar el objetivo asturiano como si habiendo fracasado en ello, se refugiase allí, intentando realizar de nuevo un alzamiento. Fracasando en ambas regiones, en vez de retirarse al país vasco-navarro, emprendió un sorprendente recorrido.

Comenzó en junio de 1836, su tropa estaba compuesta por los batallones 2.º, 4.º, 5.º y 6.º de Castilla, un pelotón de granaderos de la Guardia Real pasados del bando isabelino y dos escuadrones, en total, unos 2700 infantes y 180 jinetes. Partió en dirección a Asturias y Galicia. Salió de Amurrio y tomó Riaño, Oviedo, Lugo, La Coruña y Santiago de Compostela. Desde aquí, decidió hacer una incursión que le llevaría hasta Andalucía. De forma efímera conquistó León, Palencia, Valladolid, Sigüenza, Utiel, Albacete, Villarrobledo, Baeza, Córdoba, Pozoblanco, Almadén, Cáceres, Alcántara, Écija, Osuna, Ronda, Arcos de la Frontera, Pedro Muñoz y El Burgo de Osma. Acabó la expedición en diciembre de 1836.


Expedición de Gómez (1836)

En junio de 1836, Miguel Gómez Damas, al frente de 3500 hombres, parte desde Amurrio hacia Asturias y Galicia para alentar los focos carlistas que supone allí establecidos, pero a pesar de que consigue entrar sin lucha en Oviedo y Santiago de Compostela, no logra controlar estos territorios ya que no encuentra interés suficiente por la causa carlista en la población y es sometido a persecución por tropas isabelinas que llegan desde Navarra y Castilla la Vieja. 

Por propia iniciativa, en contra de las órdenes recibidas, se dirige en agosto hacia Andalucía y durante la marcha entra en León, Palencia y Albacete. 

En Andalucía toma Córdoba y Almadén de la Plata, hecho este último que causa una inesperada baja en la Bolsa londinense. Llega a San Roque ya que tiene intención de adquirir calzado en Gibraltar pero desde el Peñón le impiden con cañonazos acercarse aunque son muchos los ingleses, incluso con sus mujeres, los que salen del recinto británico para ver de cerca a los carlistas ya que su correría por la geografía hispánica es tema muy aireado por la prensa europea. Batido una y otra vez, aunque sin ser excesivamente dañado por las columnas isabelinas que le persiguen, en diciembre de 1836 consigue regresar a Vizcaya.


www.tradicionviva.es José Antonio Gallego

Por debajo de Zumalacárregui o Cabrera hubo muchos jefes carlistas castellanos importantes y por citar algunos, relacionaremos los que alcanzaron el generalato, incluidos brigadieres, en la Primera Guerra o durante el primer exilio: José de Mazarrasa y Cobo de la Torre, cántabro; Ignacio Alonso-Cuevillas Remón, riojano; Francisco Vivanco y Barbaza-Acuña, burgalés; José María Arroyo García, burgalés; Basilio Antonio García y Velasco, riojano; Juan Manuel Martín de Balmaseda y Pascual, burgalés; Pascual Real y Reina, zamorano; Manuel Sanz y Pecharromán, segoviano; Juan Soto y Herrera, palentino; Santiago Villalobos Rozas, cántabro; Gabriel del Moral y Caraza, burgalés; Pedro Fausto Miranda y Setién, cántabro; Francisco Gutiérrez-Quijano y Hoyos-Quevedo, cántabro; Eugenio Barbadillo de Miguel, burgalés; Marcos Tarrero Fernández, leonés; Patricio José Zorrilla González, zamorano; Manuel Miguel Marrón y Santa Cruz, riojano; Clemente Madrazo-Escalera y Gutiérrez de Arce, burgalés, Isidro Díaz y Díaz de Robles, leonés; Benito Sáenz de Calahorra García, riojano; Pedro Negueruela Mendi, riojano, y Pedro Villasante, burgalés. 


El Español, 12 de marzo de 1836

COMPENDIO HISTÓRICO de las operaciones de la Junta carlista de Castilla desde su instalación y pronunciamiento hasta su dispersión total. 

Con este título hemos habido el curioso documento que a continuación insertamos, el cual cayó en manos de un oficial de nuestras tropas en un ataque dado a los facciosos, que al huir abandonaron este entre otros papeles de menos importancia. 

Desde la reacción de 1823 se concertaron en Burgos los partidarios del régimen absoluto para impedir el progreso de las ideas liberales, y los esfuerzos que hiciesen para establecer un gobierno representativo, poniéndose con este objeto en comunicación con los de Madrid y otras provincias que trabajaban en el mismo sentido. 

Sabidas en Burgos las ocurrencias de la Granja en setiembre de 1832, y decididos a sostener a D. Carlos, crearon con objeto de levantar fuerzas para destruir el gobierno de aquella época una junta compuesta de D. Gregorio Álvarez y Pérez, racionero de aquella catedral y cura de Santiago, presidente, y de los vocales D. Miguel Echevarría, D. Miguel María Ventades, D. Francisco José de Ezeiza canónigos, y de don Juan Tomás de Sarosua y D. Santiago Cañero, racioneros, haciendo el último de secretario de la corporación.

Inmediatamente supo la junta que en Madrid se trabajaba al propio fin de acuerdo con D. Carlos María, y envió un comisionado a la corte a recibir órdenes, instrucciones y autorización, y con arreglo a ellos contuvo el alzamiento próximo a estallar; pues el pretendiente tenia prevenido que solo se hiciese en el caso de que el ministerio quisiese cambiar la forma del gobierno, extinguir los cuerpos de realistas, o atacar su persona y familia, y últimamente, en el caso de que muriese su hermano. Teniendo ya la junta dispuestas gruesas masas de hombres para cuando llegase el caso de pelear, ofreció el mando de ellos al cura Merino, quien no le admitió hasta que D. Manuel Sanz, desterrado a Santander, conferenció con él a su paso por Lerma.

En los primeros días de setiembre de 1833 se multiplicaban los avisos de la junta de Madrid acerca del inmediato riesgo que corría la vida del rey, cuya muerte se anunció en 30 de setiembre a la de Castilla, que poniendo al momento en movimiento todos los recursos que tenia preparados, circuló las órdenes oportunas a los jefes de los batallones comprometidos bajo su firma, para que reuniéndose en los puntos que se les designaba, verificasen el pronunciamiento, que seria secundado en Burgos, donde debía publicarse la existencia y autoridad de la junta; pero no tuvo efecto en todas sus partes, porque muchos jefes de batallón no obedecieron las órdenes de D. Carlos, bajo el pretexto de que esperaban el momento de la insurrección de Navarra prometida por D. Santos Ladrón. Pasados once días se convenció la junta de que la causa de la inacción era que Merino, de acuerdo con D. Hilarión de la Riva, quería obrar con absoluta independencia de ella, y entonces se decidió a salir para la Rioja y alta Castilla, nombrando para el mando de estos puntos a D. Ignacio Alonso de Cuevillas, que procedente de Palencia, llegó a Burgos el 10 de octubre, y para el de Soria a D. Basilio Antonio García, administrador de bulas de Logroño, dándole despacho de brigadier de voluntarios realistas. El vocal de ella D. Miguel Echavarría tomó el mando de los que se habían levantado en la provincia de Santander.

El día 14 de octubre D. Manuel Sanz que marchaba segunda vez desterrado, insto a Merino para que se pronunciase, mas se resistió al principio hasta que, sabiendo se hallaba decretada su prisión, la de la Riva y otros, salió este con su batallón en pelotones al monte, y al siguiente día se pronunció en fin el cura, a quien se le fueron reuniendo los demás batallones en fuerza considerable. Sanz quería que Merino se aproximara a Burgos para que se pronunciase el  cuarto batallón de la guardia real de infantería que mandaba D. José Campana que le tenia empeñada su palabra, pero Merino prefirió retirarse a las orillas del Ebro. Entonces  Campana acordó con Sanz marchar en busca de Cuevillas  que se hallaba en Poza y de la junta que estaba en Oña; el  que a pesar de esto dio por toda contestación que iba a pasar un oficio a Sarsfield para que se le entregase con su división.

Sanz fue nombrado vocal de la junta en esta época y encargado de los negocies de la guerra; contra su dictamen y el de la junta hizo Cuevillas varias marchas y contramarchas huyendo de las tropas del gobierno, y viéndose por consecuencia la junta precisada a seguir sus movimientos. Este jefe, ignorante y feroz, que solo sabia mandar por el terror, vio pronto reducidas casi a la nada sus numerosas fuerzas. 

El 2 de noviembre marchaban las tropas del gobierno a Bribiesca, y queriendo la junta atacarlas, se puso de acuerdo con las diputaciones de Vizcaya y Álava en Salinas de Añana, y Sanz y el presidente Álvarez fueron a Vitoria a conferenciar con Verastegui sobre los medios de hacerlo, sin que pudiesen conseguir lo que se proponían, porque ni Cuevillas ni Merino se atrevían a batirse y se habían retirado a los confines de Álava. 

Las tropas de S. M. doña ISABEL II avanzaban entre tanto por diferentes puntos hacia Villarcayo y Medina, por lo que la junta marchó a Villalba para sacar los mozos; pero teniendo noticia en la mañana del 17 de noviembre de la prisión de Echavarría en Medina, se dirigió a Vitoria con objeto de asegurar varias personas desafectas a D. Carlos, principalmente a los duques de San Fernando y San Carlos, y canjearlos por él, insistiendo al propio tiempo con Verastegui en que unido con Merino atacasen a la división de Sarsfield que solo constaba de 2.500 hombres. Cuando ya estaban de acuerdo sobre ambos puntos, hallándose la junta en Salinas, Merino pasó el puente de Miranda y se dirigió a Castilla; Verastegui se retiró a Vitoria y Cuevillas a Losa, dejando a la junta cercada por las tropas de la REINA. Para evitar la total dispersión de las masas envió aquella a Álvarez a Portugal para que acordase lo oportuno con D. Carlos; mas aquel después dirigió a la junta un pliego que contenía copia del tratado que la diputación de Vizcaya celebró con cierto agente francés, que disgustó tanto a los vizcaínos, que se dispersaron enteramente.

En la dispersión de Salinas de Rosio, los vocales de la junta Zavala, Eceiza y D. Pedro Martínez, se apoderaron de un cajón que contenía muchos miles, y se los distribuyeron; el último se presentó poco después al indulto en Burgos. La junta luego que se vio libre de la persecución de las tropas de la REINA, pasó a Álava donde conferenció con Uranga; luego se dirigió a Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra, y obtuvo de aquel y de las juntas de estos ofrecimientos de contribuir al levantamiento de Castilla, en todo lo cual trascurrieron dos meses.

En febrero de 1834 nombró la Junta a Zavala general en jefe del ejército que pensaba levantar en Castilla, y para solemnizar un contrato de alianza ofensiva y defensiva que premeditaba celebrar con Vizcaya, convinieron unos y otros en esperar hasta poderlo hacer bajo el árbol de Guernica, luego que fuese evacuada de las tropas de la REINA, y marchó aquella a Oñate con un batallón de guipuzcoanos, de donde salió en dispersión por la súbita presencia de aquellos.

D. Basilio Antonio García, apoyado por Sopelana, fue nombrado comandante general del ala izquierda de Castilla; Arroyo de la derecha  Nogueruela jefe de estado mayor y Osterman ayudante general; y Zavala general en jefe; siendo de advertir que D. Basilio y Nogueruela de paisanos ascendían aquel a brigadier y este a ayudante. Emprendieron su marcha para la Rioja, cometiendo tantos excesos y atrocidades, que Zumalacarregui escribía a Zavala: "Ignoro quien sea un tal D. Basilio que con mengua de nuestra reputación se titula capitán general de Castilla la Vieja." En efecto, imponía exacciones exorbitantes, prodigaba nombramientos militares en toda especie de personas inicuas, y después de doce días tuvo por último que refugiarse derrotado en Navarra. 

El día 25 de marzo, en que se hallaba libre ya Guernica, se solemnizó el tratado bajo su árbol por medio de un acta formal, bajo el árbol y en el salón de juntas de Vizcaya, obligándose la diputación de esta provincia a facilitar el armamento y municiones que Castilla necesitase, y una fianza regular que apoyase las operaciones de la junta; para lo cual decía Zavala que había contratado cinco mil fusiles en Bayona de Francia. Entretanto volvió D. Basilio a Cuartango de Álava con solo doce caballos y treinta infantes, abandonando 50 caballos a las tropas de la REINA que dejó a la dirección de D. Ventura Sancho. Entonces la Junta mandó comparecer al cuartel general de Zavala a D. Basilio y Bivanco, y encargó la fuerza de Castilla a Sanz; mas cuando ya se dirigía este a Castilla a realizar sus planes, lo trastornó todo la llegada de Cuevillas que no había hecho en Navarra mas que desaciertos, según voz de aquellos sublevados. No pareció conveniente entonces reconvenir a D. Basilio por los caudales que había extraído de los pueblos y de que no ha dado cuenta alguna jamás. 

El 22 de abril llegó a Barambio Cuevillas, s quien se había unido la caballería de D. Basilio, trayendo de D. Carlos los nombramientos de brigadieres para el mismo D. Basilio y para Bivanco, lo cual fue muy mal recibido. 

No habiéndose dado a la junta de Castilla ninguno de los socorros prometidos en el acta de Guernica, solicitó de la de Álava que apoyase sus determinaciones con su tercera brigada, a lo que se prestó inmediatamente; pero no llegó a verificarse ningún movimiento ventajoso, porque entonces llegó el nombramiento de D. Basilio, apoyado por Sopelana, jefe de dicha brigada, a quien babia comprado con dinero, y por la mala fe y contradictorias órdenes de Zavala, que dispuso que aquella brigada retrocediese para reforzar la primera división de Vizcaya, y oponerse a los movimientos del general Quesada, cuando ya este había sido batido por Zumalacárregui en la Borunda. Desobedeciendo abiertamente D. Basilio a la junta de Castilla, se fue con Sopelana y Uranga; marchó sobre los pueblos de Castilla situados al norte del Ebro. 

Autorizado ya Cuevillas por D. Carlos y sostenido por Simón de la Torre, se dio a conocer como general en jefe de todos los castellanos, disolvió la junta a impuso pena de la vida al que no le obedeciese. Dueño así de toda la fuerza vagó unos días por las provincias, y habiéndosele unido después D. Basilio, marcharon a Castilla rehusando unirse a Merino, donde se portaron tan infamemente que sus nombres causan todavía horror a sus habitantes. En fin, poco tiempo después se vieron precisados a abandonar la provincia, y regresaron con mil trabajos a Navarra, en cuyo ejército se han incorporado los pocos soldados que les quedaban.



El Castellano, 14 de agosto de 1836

El comandante general de León fecha 10, al incluir por duplicado el parte que ganando horas mandó del general Espartero relativo a la completa derrota de la facción de Gómez, aprovecha la ocasión para manifestar que D. Isidoro Álvarez Acevedo, comandante de la Guardia Nacional de aquella cuidad el día anterior desde Cofiñal dice:

Observación de la línea de la izquierda de Valdeburón; recibo el oficio de V. S. en este momento que son las once de la mañana a mi regreso de Tarna, donde pernocté con el comandante de la Guardia movilizada del partido de Riaño y Vega Cervera que con 100 hombres de Nacionales me acompañó.

Las noticias que he adquirido del comandante del regimiento de Almansa acantonado en Tarna, son las siguientes: Que corroboradas por el carabinero D. Felipe Baeza y 4 pasados que obran en mi poder, que él ha podido seducir, son: la vanguardia de Espartero al subir la cuesta de Picones se encontró con los dos regimientos facciosos de la guardia que iban a tomar posesión de aquel punto, y arrojados por ésta, se empezó con denuedo la acción victoriosa en la villa de Boca de Huérgano, y tomando la caballería un infante cada uno a la grupa, les dieron alcance antes de Pedrosa, y desmontándose estos haciendo una descarga a la caballería que sostenía la retirada, entró la confusión y el desorden; y cargando ésta, fue espantosa la carnicería en ellos, no bajando el cálculo de 800 a 1.000 hombres, sin poder calcularse los prisioneros, pues además de los hechos aquel día, los hay en Lois y demás pueblos de la circunferencia.

Los salvaguardias de Zamora y demás caballería se han cubierto de gloria. Villalobos con 80 caballos bajó a Tarna, a cuyo punto habían adelantado su convoy con nuestros prisioneros, y a su llegada cargaron en las caballerías que llevaban y las del pueblo algunos artículos de boca y guerra, dejando en Tarna los restantes, y entre ellos varios cajones de pólvora, perdigones, postas y algunas balas, que diseminado todo por la calle, recogió esta Guardia Nacional para su uso.

Villalobos tomó la dirección al puerto de Bentaniella con las oficinas de contabilidad, los 80 caballos, y la columna que custodiaba el convoy; mas hallándose en aquel punto y venta o casa de Bentaniella el brigadier Alaiz con la división de su mando, debió cortarles el paso, agregándose a esto que a mi regreso la infantería de esta Guardia Nacional ha oído varias descargas hacia aquel punto, que no hemos podido tomar por la abundante lluvia y trochas montuosas, pero sí cubriremos esto, que no deja de ser interesante por los dispersos.

El comandante de Almansa no tenia ningún conocimiento ni orden para su movimiento, y pensaba bajar al Infiesto, y cubrir la izquierda de la facción, a no ser que el fuego de que llevo hecho mérito, le haya hecho variar de dirección. En Tarna dejaron 200 fusiles hechos pedazos. Se cree entre los muertos lo sean muchos de León, y entre ellos el famoso Benayas y el presbítero Marchito , á quien dicen cogieron 58 reales con inclusión de Pantaleón el de la Flora, y el Rojo de Trobajo, que va prisionero y herido del brazo izquierdo.



El Español, 15 de septiembre de 1836

ESTRACTO DE LOS PERIÓDICOS FRANCESES DE LA FRONTERA. 

(Del Centinela de los Pirineos del 10.) La expedición del general carlista Sanz, compuesta del 6.° batallón navarro, del 4.° de Castilla, del 6.º de Vizcaya, del 2.° de Álava y de un escuadrón de caballería que dicen deben pasar a Castilla, estaba todavía el 4 en Piedramillera a cuatro leguas de Estella. 

El 2 del corriente fue sorprendido cerca de Saygos situado en la línea del valle de Estiriban un puesto de las tropas de la REINA compuesto de 40 hombres y 2 oficiales. Temiéndose que no les dieran cuartel, quisieron defenderse; tuvieron 7 hombres muertos, y habiendo caído prisioneros los restantes, fueron conducidos al depósito de Azcona, y los oficiales al de Guerabe. 

350 hombres procedentes todos de desertores de la legión de Argel han sido reunidos en un batallón y puestos a las órdenes de García, bajo el nombre de Cazadores del Rey y de guías del general. 

El 1.º del actual sorprendieron los carlistas en frente del puente de Hernani a cinco soldados de la REINA y un sargento; este último fue fusilado inmediatamente porque tenia una cinta verde con un letrero que decía: Constitución o muerte.



El Español, 5 de octubre de 1836

Burgos 1º de octubre. La facción de Sanz entró al 29 en Llanes, es decir que campean en Asturias sin que nadie haya detenido su marcha, sin embargo de tanta barca y puente como ha tenido que pasar. En igual día se hallaba según dicen el brigadier Peón en Reinosa, y a ser cierto no se habrán fatigado mucho sus tropas en la marcha. 

El 30 desembarcó en Santander una brigada de infantería procedente de San Sebastián, y transportada en cuatro vapores. Aseguran que. saldría a reforzar al ejército de reserva, aunque también podría tener otro entretenimiento porque escriben de Santander que Castor andaba por las inmediaciones. También se asegura que Basilio se disponía a invadir nuevamente las Castillas. Si tal acontece, y no hay mas actividad en los movimientos de nuestras tropas, acabarán de arruinarse los pueblos, caerán en desaliento, y no habrá quien los mueva para nada. De San Sebastián escriben como un hecho positivo la llegada de cuatro regimientos franceses a Bayona, además de los que antes tenían en aquella ciudad. 


El Eco del comercio. 6 de octubre de 1836

En Burgos se aseguraba que la facción expedicionaria de  Sanz salió el 28 con dirección a Calombres pasando las barcas  que inutilizaron después: las tropas constitucionales se dirigían el mismo 28 a Torre la Vega con admiración de algunos, pues parecía que esto era alejarlas de la facción. Que la intención de Sanz, según allí se colegía, era internarse en  Castilla, pero que había retrocedido al saber la derrota de 
Gómez con quien sin duda pensó unirse, lo cual es ya harto difícil. Decíase también que la facción se compone de cuatro  batallones de 500 plazas : dos castellanos y dos navarros y uno de ellos provisional que llaman, con cuatro compañías vestidos todos de paño pardo. Además dos compañías de caballería navarra que manda Sanz para ponerse en cobro cuando haya peligro. 

De Santander escriben la salida de la facción de Sanz para Asturias y que nada pueden asegurar de los movimientos  de la columna del general Peón que el 27 estaba en Reinosa: que la del coronel Castañeda sigue la vuelta de los facciosos. Castor <son dos batallones parece que ha ocupado el partido  de Entrambasaguas hasta muy cerca de Santander.

El 28 desembarcó allí la división al mando del general Evans que se disponía a salir en persecución de facciosos. La provincia de Palencia esta libre enteramente de facciosos, y se toman con actividad medidas de fortificación. 



Revista Nacional, 20 de octubre de 1836

A ULTIMA HORA.

De León con fecha 17 del corriente nos dicen que a las 7 de aquella mañana se tocó llamada para salir la división del general Peon, pero la tropa disgustada no obedeció a sus jefes, diciendo que no saldrían hasta que se les diese calzado y se la pagase lo que se la debía. Se reunieron en la plaza las compañías y quisieron impedir que los tambores siguiesen tocando.

En ese estado se presentó el general D. Federico Castañón y el Barón Das-Antas: proclamó la tropa al primero de estos por su general, y dio algunos mueras a Peón: aquel admitió el mando, y el Barón Das-Antas los arengó, y fue tal el entusiasmo que produjo que empezaron a dar vivas a las Reinas, Constitución y Libertad retirándose cada compañía a su alojamiento. Mucho se temió al principio un funesto resultado, pero afortunadamente no le hubo. El general Peon no se sabe donde se escondió. Castañón les ofreció darles calzado y sus socorros, y les preguntó sí le seguirían. A lo que contestaron que todos irían hasta perder sus vidas por la Reina Isabel y la libertad: que ellos deseaban batirse, pero no ser engañados como hasta aquí. Se aseguraba saldrían al día siguiente por la mañana a las siete. Se ignoraba donde estuviese la facción de Sanz.


El Castellano, (Madrid). 20 de octubre de 1836

CORRESPONDENCIA DE EL CASTELLANO.

FUERTE DE SAN ISIDRO DE LEÓN 13 de Octubre,


A cuatro leguas de esta se halla la facción de Sanz compuesta de 3.000 hombres; estamos decididos a todo trance. Está con nosotros el capitán general, y mañana esperamos la división portuguesa que había salido para Galicia a impedir la entrada de los facciosos en aquella provincia.


El Castellano, (Madrid). 21 de octubre de 1836

CORRESPONDENCIA DE EL CASTELLANO.

BURGOS 17 de Octubre.


Esta noche pasada se ha advertido una viva comunicación, pues han pasado hasta 5 correos y partes, cuyo contenido se ignora.

La facción de Sanz, según noticias, durmió anoche en Cervera del rio Pisuerga, en retirada de su expedición. Su intento parece ser retroceder al punto de salida, pero acaso no lo llegue a conseguir en vista de la situación de nuestras tropas.

Ocupada Reinosa y con una brigada en Cubillo, no veo que puedan conseguir su objeto, mucho menos cuando el general Peon les picó la retaguardia y les causó algunos muertos y prisioneros en uno de los puertos entre Leitariegos y Omañas. Además anoche u hoy debió llegar a Palencia la división Narvaez, y en este caso quedan destruidas las intenciones de la' facción, dado caso que se hubiese propuesto seguir la huella a la de Gómez.

En vista, pues, de las posiciones de nuestras tropas y de la facción, debemos esperar con fundamento un día de gloria para la patria con la completa derrota de la canalla. Temeroso Villarreal de el desastre funesto que amenaza a la facción de Sanz, parece que trataba de intentar otra expedición, pero con mucha oportunidad el general Espartero ha reforzado el ejército de la izquierda, único punto descubierto, y quo a la vez llena dos objetos.

Los Milicianos movilizados fueron revistados ayer por el señor comandante general y una comisión de la junta de armamento y defensa, con el objeto de elegir entre ellos los útiles para llevar las armas, mandando a sus casas los demás que causaban el mismo gasto sin utilidad. Aplaudimos esta disposición en descargo do la hacienda nacional, de paso que también aplaudimos el buen estado de instrucción en que se hallan.


El Eco del comercio. 21 de octubre de 1836

Sabemos que el gobierno poco satisfecho de la conducta del general Peon por la manera lenta con que perseguía a la facción de Sanz, mandó con fecha 17 de este mes que dicho general pasase de cuartel a Valladolid, a responder a los cargos que se le hicieran, encargándose provisionalmente del mando de la división de aquel el capitán general de Castilla la Vieja don Antonio María Álvarez, cuya decisión y actividad lo presentaba como digno de toda confianza.



En El Eco del Comercio del Domingo 23 de octubre de 1836 extraemos este relato.

BURGOS 19 de octubre. =El general Espartero ha venido a situarse a Pancorbo con varios batallones, y se cree sea con el objeto de estar mas inmediato a operar contra Sanz, de resultas del movimiento retrógrado que hizo este perseguido por Peon.

Por las últimas noticias sabemos que la brigada portuguesa se hallaba en Astorga, y que la facción de Sanz se había dirigido hacia la Pola. Sí hay buena combinación debe ser batida.

Castañeda salió de Santander a la cabeza de 1.000 hombres, y esperamos de su intrepidez que hará desaparecer y vuelva a sus antiguas guaridas de Vizcaya el cabecilla Castor.

El capitán general de Castilla la Vieja, desde Otero de Curueño en 18 del actual, manifiesta que aquella mañana había salido la brigada auxiliar portuguesa de Boñar con dirección a León, y su columna hacía su marcha desde Mata de la Riva a la misma ciudad, quedándose aquella en el intermedio del camino a dos y media leguas de Ambas-aguas.

VALLADOLID 16. de octubre = El Excmo. Sr. capitán general con fecha de ayer a las once de la noche desde León dice a S. E. el 2.° cabo que los rebeldes de Sanz habían llegado entre dos y tres de aquella tarde a la Robla, recogiendo todos los paisanos con picos y palas, cuyo objeto se ignoraba: que pidieron 140 raciones a todos los pueblos inmediatos, aparentando así tener mayor fuerza. Parece que su maniobra es dirigirse a Boñar para obrar desde allí, según aquella situación les ofrece el poder penetrar hacia la parte de Cervera para volver a sus guaridas.

El general en jefe del ejercito auxiliar portugués había entrado, en aquella ciudad al mediodía con parte de su infantería y caballería y una batería, esperándose al día siguiente el grueso mayor de dicho ejército procedente de Astorga.

S. E. pensaba salir con 600 hombres del ejército nacional, y llevando los cazadores y lanceros portugueses para atacar al enemigo, si es que no retrocede hacia Asturias, y aun pensaba hacerlo en aquellos momentos si el general en jefe portugués se conformaba, por si lograba sorprender á los rebeldes al amanecer, aunque de todas maneras tenia intención de emprender su movimiento con las cortísimas fuerzas que tenia, ejecutándolo en cuanto las circunstancias lo permitiesen.

IDEM. = A estas horas, que son las diez y media, no se ha recibido noticia alguna del Excmo. Sr. capitán general, y es muy verosímil que habiendo salido S. E. de León, como manifestaba en su último oficio, se retarde la llegada de sus avisos por la mayor dificultad en las comunicaciones.

De las provincias no se sabe cosa alguna de importancia, y solo el comandante general de Santander, en fecha 13 del corriente, dice al Excmo. Sr. segundo cabo lo siguiente;

Uno de los asuntos que ocupan incesantemente á la junta de armamento y defensa y autoridades de esta provincia, es la movilización y organización de la Milicia nacional; pero ocupado este distrito en su parte oriental por el cabecilla Castor, y la suma falta de recursos pecuniarios, han paralizado tan esencial requisito; ayer salió de esta plaza una columna al mando del señor coronel Castañeda, comandante general, á destruir aquella primer causa, y con respecto a la segunda se están dando por la citada corporación las disposiciones oportunas para establecer arbitrios : no dudo se obtendrán ambos objetivos para llevar á efecto el que nos proponemos, para cuya realización puedo asegurar á V. E. nada omitiré por mi parte, así como para defender esta capital hasta, sepultarme entre sus ruinas, en todo caso que los facciosos intenten atacarla, de lo cual, la juzgo muy distante.»

IDEM 17.= El Excmo. Sr. segundo cabo de esta capitanía general acaba de recibir del comandante general de Palencia el oficio que con fecha dé ayer dice lo siguiente :

«Por un parte que acabo de recibir del juez de primera instancia de Saldaña sé que la facción de Sanz en número de 2.600. hombres pernoctó el 14 en Boñar : y por otro del subdelegado de policía de Carrión se avisa que habían pedido raciones desde Riaño á Guardo en el mismo día 14.

«Lo participo á V.E. para su conocimiento, habiendo despachado extraordinario al general en jefe del ejército del norte. "

ÍDEM 18.= El Excmo. Sr. segundo cabo ha recibido comunicación del comandante general de León, fecha 16 del corriente, en que participa que el Excmo. Sr. capitán general había llegado el 16 al anochecer a Lugan, al mismo tiempo que la facción de Sanz lo hacia a Boñar, distante dos leguas. S: E. pensaba atacarla con 700 hombres que llevaba a sus inmediatas órdenes, en la mañana de dicho día 16, apoyado en una brigada portuguesa, compuesta de dos batallones, cíen lanceros y una pieza rodada, al mando del Excmo. Sr. barón del Valle; cuyos resultados esperaba saber dicho comandante general de León en todo aquel día de su fecha.

IDEM 19. =. El Excmo. Sr. segundo cabo ha recibido hasta hora, que son las siete de la mañana, comunicación de .S.E, el capitán general, en que dice que habiéndose puesto en marcha desde la posición que ocupaba el 16 a batir al enemigo en Boñar, al aproximarse a las once del día supo su fuga, en cuyo caso ordenó a los cincuenta caballos del escuadrón 2.º ,Voluntarios de Castilla, al mando de su acreditado comandante don Blas Moran, se, precipitara al pueblo, según lo ejecutó, y continuó contra una gruesa observación de su retaguardia, dándole varias cargas, retirándose el enemigo precipitadamente, en términos de no haber podido ser alcanzado por un escuadrón de lanceros portugueses, que al mando de su bravo comandante Mascareñas rompió al escape en sostén de Morán hasta Vegamian, a cuyo punto llegó S.E. con la infantería fatigada y sobre agua.

Los rebeldes tenían dispuesto racionarse allí, más no creyéndose seguros, se retiraron aceleradamente hacia Lillo. El resultado de estas cargas y persecución ha sido cogerles ocho hombres entre prisioneros y presentados, matarles uno, quedando, en nuestro poder ocho fusiles y siete lanzas, sin pérdida alguna de nuestra parte.

La facción se ha dirigido por el Puerto de S. Isidro a entrar otra vez en Asturias, según los últimos avisos de confidentes que había recibido S. E. el 17 a las nueve de la mañana, a cuyo comandante general ha dado los avisos oportunos para que procure contenerlos,


El Eco del comercio. 25 de octubre de 1836

VALLADOLID 20 de octubre. S. E. el segundo cabo de esta capitanía general acaba de recibir a las once del día de hoy comunicación del Excmo. Sr. capitán general desde Otero de Curueño en fecha del 18, a donde había pasado para conferenciar con el teniente general D. Federico Castañón, que se había encargado del mando de la división del general Peon, por voto general de la misma y se dirigía a buscar por puntos cuya rectificación deseaba dar S. E. para que la persecución fuese productiva de buenos resultados.

Se habían presentado al señor capitán general cuatro individuos procedentes de la facción, separados el día que aquella había sido perseguida por S. E. , y declaraban que iba con muchas bajas, respecto de las fuerzas con que había salido de Vizcaya; y con bastante desaliento; pero que aunque su dirección era por el puerto de S. Isidro hacia Asturias, el objeto de sus maniobras se reducía a vagar por donde le fuese posible hasta verificar su reunió con la facción de Gómez en Castilla, para fomentar y sostener la revolución en este país.

Las tropas portuguesas que habían salido a proteger el movimiento de los setecientos hombres que llevaba el capitán general, se han situado en León; y los movimientos de las fuerzas que lleva a sus órdenes el general Castañón, después de la conferencia con S. E. , serán activos y eficaces, según los deseos que el expresado señor capitán general manifiesta al Excmo. señor segundo cabo.

Un parte recibido del comandante general de Palencia dice que la facción había pedido a Guardo 10 D. raciones; pero que el día l7 todavía no se había presentado allí ningún rebelde.

Por el correo de Burgos no se ha recibido noticia alguna de la menor novedad de las provincias limítrofes al teatro de la guerra. De las demás provincias tampoco hay ocurrencia alguna en el orden y pública tranquilidad que se disfruta.

IDEM 21. El Excmo. capitán general con fecha 19 desde Otero de Curueño, dice a S.E. el segundo cabo que a media mañana de aquel día había llegado allí el general Castañón con tropas de las de su mando, el cual había salido el día antes desde León para dirigirse en busca del enemigo. S. E. el capitán general habló a cada uno de los cuerpos en particular formados en masa, y ha sido correspondido con vivas del mayor entusiasmo y resolución que los anima de batirse y destruid a los rebeldes en cualquiera parte donde pudieren ser hallados.

La división dividida en dos brigadas, ha marchado la primera a las órdenes del general Castañón por los puertos de Tarna y S. Isidro, a seguir detrás del enemigo, que el 18 había salido de Felechosa en dirección del Infiesto. La segunda a las órdenes del coronel Mir se dirigía desde la Pola de Gordón sobre la carretera real de Oviedo hacia el puerto de Pajares, y a la cual S. E. pensaba reunirse en todo el día 20, siendo el objeto de esta brigada ganar la capital de Asturias lo mas pronto posible, por si el enemigo intentaba apoderarse de ella, o correrse según la dirección que llevase.

Gobierno político de la provincia de Oviedo. Excmo. Sr. : A las cuatro de la mañana del día de ayer tuve el honor de despachar a V. E. por caminos extraviados un extraordinario por conducto del jefe político de León, que supongo haya llegado a manos de V. E. , según las noticias que acabo de recibir por los espías que tengo apostados en diferentes direcciones, y que aseguran haber pasado aquel sin novedad el puerto de Pajares : En él manifesté a V. E. la entrada de la facción de Sanz en la provincia y su dirección a la capital, adonde llegó antes de ayer a medio día.

La valiente guarnición, compuesta del batallón de Pontevedra, de la Milicia nacional, carabineros y algunos soldados de las divisiones de Espartero y Peon, que quedaron rezagados o enfermos, cuyo número total apenas compondría una tercera parte del de la facción, se cubrió segunda vez de gloria, haciendo una resistencia vigorosa, disputándoles palmo a palmo las calles de la ciudad, y sosteniendo con tesón las casas fuertes de la misma.

Los enemigos se retiraron a las siete de la noche hacía la Pola de Siero, dejando las calles de Oviedo cubiertas de cadáveres: su pérdida excede de 200 hombres; la nuestra es sensible, y aunque mucho menor, digna de llorarse por las familias que quedaron en la orfandad, de que haré a V. E. una enumeración cuando esté mas tranquilo.

La facción del país que dije a V. E. ocupaba este punto ; cuyo número ascendía ya a 40 hombres, fue abatida y dispersada en la tarde de ayer por 11 milicianos nacionales de Mieres, al mando de su digno comandante don Juan Valdés, que la acometieron denodadamente en la carretera, matando dos facciosos, hiriendo varios, y ahuyentando a los demás con su cabecilla a guarecerse en los montes.

En la noche de anteayer esta facción se había corrido hasta mas allá del puerto de Pajares; y aunque el correo general viviente, según la orden dada por el administrador principal de correos, que me acompaña, se había retirado a un lado de dicho puerto a cubierto en lo posible de los rebeldes, dieron con los conductores y se llevaron las valijas y caballos que hasta ahora no pudieron recuperarse a pesar de la persecución y de las diligencias que practicó el mismo administrador en persona, sí bien confío que todavía se rescatarán por el resultado de las disposiciones que he tomado.

Hallándome anoche en el punto desde el cual dirigí a V. E. el anterior extraordinario, recibí aviso de qué una columna de las tropas de S. M. se aproximaba por la carretera y en el momento dispuse que se le preparasen raciones y todos los recursos posibles en este pueblo. Acabo de llegar a el a las ocho de la mañana, y tengo la satisfacción de decir a V. E, que están prevenidas ya las raciones, y recolectados todos los zapatos y alpargatas que se pudieron hallar, de manera que las tropas podrán continuar su marcha sin detención a la capital.

Este será un refuerzo muy a propósito; pues según noticias, aunque no oficiales ni seguras, la facción retrocedía en el día de ayer hacia Oviedo, movimiento que podrá costarles caro, atendiendo a que, y según otras noticias que recibo, el general don Federico Castañón con otra columna estaba ayer en el Concejo de Aller, desde donde puede correrse directamente por Laviana y Langreo a la misma Pola de Siero, y colocarse a retaguardia de aquella.

Dios guarde a V. E. muchos años. Pola de Lena 21 de octubre de 1836. Excmo. Sr.=Ramon Casariego.

P. D; En este momento, que son las once.de la mañana, llega la columna de que va hecho mérito, compuesta de 100 infantes y 125 caballos. Se está racionando y sigue al momento a Oviedo: la manda el coronel del regimiento de Castilla 16 de línea, don Miguel Mir. —Caríego.—.Sr. secretario de estado y del despacho de la gobernación de la península.

Asturianos : La facción enemiga, comandada por Sanz, tan osada como impotente, halló ayer por segunda vez su exterminio a las puertas de esta capital. La generosa, como valiente y decidida guarnición, cuya fuerza numérica es una tercera parte de la del enemigo, hizo multiplicados prodigios de valor, y nada me ha dejado que desear. No puedo ocultaros que vertí lágrimas de placer al contemplar su arrojo y decisión. A los pechos de los bravos no arredra esa canalla, que solo intimida al indiferente espectador de las glorias de la patria. E1 malvado huyó precipitadamente de la vista de apuestos guerreros, de quienes recibió por premio de su obstinación la muerte y un fatal desengaño. Vuelvan una y mil veces a preparar el robo e incendio de nuestros hogares, que otras tantas sabrán expelerlos los verdaderos hijos de la libertad. De hechos tan heroicos toman ejemplo todos los buenos, y el enemigo perecerá.

Oviedo 20 de octubre de 1836. El brigadier comandante general —Alonso Luís de Sierra. ( Gaceta extraordinaria.)


Revista nacional, 27 de octubre de 1836

Comandancia general del Principado de Asturias

Excmo. Sr. : Habiendo llegado en la mañana de ayer a esta capital los Excmos. señores capitán general del distrito y teniente general D. Federico Castañón con las tropas de su digno mando, y después de un corto descanso, emprendieron su marcha al puerto de Gijón, en el que la facción rebelde había pernoctado la noche anterior: a las dos leguas de esta tuvieron noticia de que los rebeldes habían salido con dirección a la villa de Avilés, por lo que nuestra división torció su ruta hacia dicha villa. A estas horas, que son las doce, acabo de saber por algunos pasados y paisanos confidentes que los enemigos habían dormido muy tranquilos en la expresada villa: mis vigías no han cesado de darme avisos del fuego vivo que habían sentido hacia aquella parte, y espero de un momento a otro tener la satisfacción de poder anunciar a V. E. que la facción de Sanz no existe: el fuego ya no se percibe.

Lo que tengo la honra de participar a V. E. para su satisfacción. Dios guarde a V. E. muchos años. Oviedo 25 de octubre de l836 . = Excmo. Sr. = Alonso Luis de Sierra.=Excmo. Sr. Secretario de Estado y del Despacho de la Guerra.



El Guardia nacional, (Barcelona). 14 de abril de 1839

León 24 de marzo. 

Los 12 soldados y un Sargento del escuadrón franco de Castilla que fueron hechos prisioneros por la facción del cabecilla Rey, llegaron el mismo día en libertad a Guardo, pero sin caballos ni armas, y muchos sin las prendas del vestuario, y el 22 a Villamorisca. 



El Correo nacional (Madrid). 21 de febrero de 1840

En 1833 el comandante general de Guipúzcoa D. Federico Castañón y Lorenzana, no tenia bajo sus órdenes mas que una parte del regimiento de San Fernando y muy pocas, o ningunas municiones de guerra; Solá, que mandaba en Navarra apenas podía disponer de algunos soldados y la Vizcaya no poseía ningunas tropas; ¡ qué diferencia tan inmensa de entonces a hoy! Ahora desde Vitoria a Irún, desde Valcarlos a Logroño, y desde Santander a Bilbao, están los pueblos y las aldeas ocupadas por las tropas de la Reina y por todas partes se alzan fuertes murallas y toda especie de fortificaciones.

Si a los que viven en el mundo se les debe el respeto y la consideración, a los que están en la tumba, se les debe la verdad. Bajo este principio diré, que el general Castañón no tenia ni el talento militar ni la firmeza de carácter que necesitaba para desempeñar debidamente la grande misión que se le había encomendado, y además las disensiones que estallaron entre él y Solá, virrey de Navarra, imposibilitaron la unidad de las operaciones, la energía, y la actividad que eran tan necesarias para suplir la falta de tropas que debían combatir contra los insurreccionados. A esto añadiremos la habilidad que desplegaron en aquella época algunos jefes carlistas que tuvieron por objeto engañar a los habitantes; y entre los numerosos ardides de que entonces se valieron, me limitaré a decir que hicieron correr la voz de que el general Saarsfield seguía una correspondencia con D. Carlos, y que si había aceptado el mando de las tropas de la Reina, era con el objeto de asegurar el triunfo del pretendiente. Estas mentiras que con tanta habilidad supieron esparcir, unieron al ejército carlista, un gran número de combatientes.


Gaceta de Madrid, núm. 2581, 3 de noviembre de 1841

Habitantes de la provincia de León:

El brigadier Orive, coronel del regimiento Reina Gobernadora, hoy Cazadores de Isabel II, después de haber protestado en Salamanca en unión de las demás autoridades su fidelidad y adhesión a S. A. el Regente del Reino y su Gobierno, faltó pérfida y traidoramente a sus deberes, y saliendo furtivamente de dicha ciudad, fue a encontrarse en el pueblo de Morales de Toro con dos compañías de su regimiento, a las cuales sedujo, y constituyéndose en abierta rebelión trata de secundar la alevosa sublevación militar que ha tenido lugar en algunos puntos de las provincias del Norte, buscando abrigo entre sus pérfidos compañeros.

Este suceso excitó, como es natural, la vigilancia de las autoridades de esta capital, que reunidas a impulso de un mismo sentimiento, acordaron constituir una junta de armamento y defensa que atienda a la conservación del orden, protección de las personas e intereses de la provincia y persecución incesante de aquellos traidores.

En consecuencia, y además de las medidas que ha tomado incontinenti para la seguridad de la capital y hostilización de las pocas fuerzas que el traidor Orive ha podido reunir, acuerda las disposiciones siguientes:

Articulo 1.ª La Milicia nacional de la provincia hostilizará en todas direcciones al ex-coronel Orive y fuerza rebelde que acaudilla, ya en masa o en detalle, según la fuerza que en cada punto puedan reunir sus jefes, poniéndose de acuerdo éstos y las autoridades de quienes dependan, cortándoles todas las comunicaciones, privándoles de las subsistencias, apoderándose de los rezagados, y no omitiendo cuantos medios y recursos de persecución les sugiera su celo y patriotismo.

2.ª Al efecto la junta declara movilizada toda la Milicia nacional de la provincia, abonándose el haber diario marcado por ordenanza a sus individuos desde el momento en qué salgan de los pueblos de su domicilio en persecución de los rebeldes.

3.ª La de esta capital queda movilizada desde esta fecha por el servicio eminente y extraordinario que está prestando a la causa de la libertad.

4.ª Los alcaldes constitucionales y pedáneos vigilarán escrupulosamente y bajo la mas estrecha responsabilidad respecto de cualesquiera persona sospechosa que transite por los distritos de su respectivo mando, protegiendo y auxiliando a los que hayan abandonado las filas de los rebeldes y persiguiendo, deteniendo y arrestando a estos.

5.ª Los mismos alcaldes y pedáneos darán parte a esta junta de la aproximación de cualesquiera fuerza militar, informándose de su procedencia y dirección, valiéndose para ello de propios a la ligera, que no deberán tardar mas que una hora por legua. Al que fuere omiso en este interesante particular se le impondrá la pena severa proporcionada a las circunstancias de la falta.

6.ª Todo aquel que directa o indirectamente, de palabra o de hecho, o de cualquiera modo que sea, propale especies, coopere o auxilie los movimientos del rebelde Orive o a la execrable causa que los motiva, será inmediatamente arrestado por los mismos alcaldes o cualesquiera otra persona en caso de infraganti y conducida ante esta junta para ser sin demora entregada al tribunal competente.

7.ª Los alcaldes constitucionales en el momento que reciban esta circular la comunicarán a los pedáneos, publicándola estos en concejo pleno, y fijándola en los parages de costumbre, dando los primeros cuenta a esta junta de haberlo verificado.

Leoneses:

En el seno de la paz, y cuando se abrían todas las esperanzas a los goces de la prosperidad y ventura, unos cuantos trastornadores sin prestigio y sin fuerza han alzado una bandera que solo recuerda días de opresión y de envilecimiento. Pero la rebelión está vencida , su maquiavelismo descubierto, y sus principales caudillos entregados ya a la acción de las leyes. Agitándose apenas en los sacudimientos de la agonía en puntos miserables y aislados, la desesperación conduce errante al coronel Orive. Si arrastrado por ella intentase hollar con su inmunda planta el suelo de esta pacífica provincia, nunca manchada con la traición ni con la rebeldía, en él hallará su último exterminio, porque la junta creada solo con el fin de centralizar la fuerza pública en justa defensa de sus administrados, vela por vuestro reposo, leoneses, y ha tomado las medidas mas enérgicas, para que no se turbe un solo instante, y pronto la rebelión deshecha como el humo y mas pronto, la ráfaga imperceptible del rebelde Oribe desaparecerá para siempre, renaciendo la paz y bienandanza , consecuencia precisa del triunfo de las instituciones liberales, simbolizadas en toda su pureza en la Constitución de 1837, el trono de Isabel II y la Regencia del invicto Duque de la Victoria.

León 17 de Octubre de 1841. = José Pérez, gefe político. = Juan Nepomuceno Montero, brigadier comandante general. = Joaquín H. Izquierdo, intendente. Pedro Miranda, director general do Caminos.=Juan de Mata Alvarado, juez de primera instancia. — Pedro María Hidalgo, diputado provincial. = Antonio María del Valle, diputado provincial. = Mauricio González, alcalde primero constitucional. = Agustín Pio Téllez, diputado provincial. = Nicasio Villapadierna, diputado provincial.=Pedro Canseco, teniente coronel, alcalde segundo constitucional.=Mariano Acebedo, diputado provincial. =Juan Selva, regidor del ilustre ayuntamiento. = Manuel Morán, coronel, comandante de la Milicia nacional de infantería. = Tomas Rodríguez, diputado provincial. = Carlos Aguado, regidor del ilustre ayuntamiento. = Juan Herrero, diputado provincial. = Esteban Manuel Morán, comandante de la Milicia nacional de caballería. = Patricio de Azcárate, secretario.


La Correspondencia de España. 28 de febrero de 1873

Hoy han llegado a Valladolid los 48 prisioneros carlistas que en la acción de Crémenes cogió el capitán Sr. Esteban Barriga.


La Nación, 28 de febrero de 1873

Ha sido batida la facción en Crémenes (Palencia). Los dispersos se han reunido, y en número de treinta, a caballo y sin infantes, capitaneados por el, titulado brigadier Rodríguez, han penetrado en Cervera, llevándose 591 pesetas de la administración. Han salido fuerzas en su persecución y se espera su inmediata derrota. 


La Esperanza, 1 de marzo de 1873

LEÓN 27 de Febrero de 1873. 

Sr. Director de LA ESPERANZA. 

Dadas las cinco y media de ayer tarde, miércoles, entraron en esta capital 49 presos carlistas, cogidos en el pueblo de Crémenes, no distante de Boñar (montaña de León) por el señor comandante de la Guardia civil, Barriga, entre ellos dos heridos, no de gravedad, que fueron conducidos con la mayor consideración hasta esta capital: en las pocas horas que permanecieron en ella, pues salieron en el tren misto de las doce de este día, los heridos, por encargo del caballeroso alcalde de esta antigua ciudad, D. Pablo de León y Brizuela, fueron curados con mucho esmero por el entendido facultativo Sr. D. Raimundo de las Vallinas. 

En el poco tiempo que tuvimos a tantos desgraciados en esta ciudad, se les facilitó un abundante rancho a la española, compuesto de buenas patatas, arroz exquisito, tocino, jamón y buena carne, vino lo regular, 12 hogazas de ocho libras, cajillas de pitos y de cerillas, dándoles además 216 rs. en dinero, 43 camisas, 19 pares de calzoncillos, tres pares de pantalones, tres chalecos, dos pares de calcetas, unos calcetines y tres boinas blancas con las iniciales de Dios, Patria y Rey. 

Dos eclesiásticos muy dignos, en medio de las privaciones por que están pasando, dieron 80 rs. uno y 40 otro, con más 20 rs. un comerciante; el resto hasta 216 que se les entregó, los dieron personas muy caritativas. 

Varias señoras se esmeraron en proporcionarles la parte de ropa expresada, y la hubo que hasta en su misma casa coció el rancho. Dios se lo premie. 

De V. atento y seguro servidor Q. B. S. M. —X.



La Esperanza, 3 de marzo de 1873

«CAMPO DEL HONOR 27 de Febrero de 1873. 

Sr. Director de LA ESPERANZA. 

Muy señor mío y de mi mayor consideración: Acabo de ver en su apreciable periódico el parte que inserta la Gaceta referente a la acción de Crémenes; para que conste ante el público su descaro en faltar a la verdad, espero de V. inserte en su periódico la verdad pura de la acción. 

Las fuerzas que manda D. Manuel Rodríguez y Fernández, y de las que formo parte como comandante, se vieron acometidas por triplicadas fuerzas, y en un punto donde tenían cogidas las posiciones ventajosas de la bajada del puerto, por donde con precisión teníamos que caminar. 

A pesar de esto, de acometernos las tres columnas a un mismo tiempo con un fuego nutrido, a la voz del general que me dio la orden de salvar la caballería, y puesto en marcha, yendo yo a su frente, salvamos todos los obstáculos, de modo que al día siguiente, después de 15 leguas de marcha, entramos en Cervera con cinco jinetes más de los que antes tenia. 

Allí se sacaron caballerías y otros efectos con el poco dinero que tenia la administración de rentas. Así los copos de copar caballos que hace la Guardia civil se reducen a aumentar con nueve jinetes más la fuerza que tengo el honor de mandar. 

Estamos tan copados y dispersados, señor director, que ya verá V., por los partes, que recorremos toda la provincia y la de Burgos con toda calma y comodidad. Con respecto a muertos y heridos en la acción dicha, sólo hubo uno, esto es la verdad pura: cogieron sí bagajes, que no fue posible sacar de la nieve, por pasar de cuatro o cinco varas, donde se atollaron, y no hubo más remedio que abandonarlos, porque de otro modo se hubiera perdido más. 

Prisioneros, entre bagajeros, mozos y dos enfermos, creo no llegarán a 20, esto según noticias que tengo de los jefes que quedaron mandando la infantería, que también continúan sin novedad en sus operaciones. 

Queda de V. afectísimo, seguro servidor, dándole las gracias anticipadas por la inserción de estas líneas, su afectísimo amigo Q. B. S. M.—Andrés Rodríguez y Penagos.




























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