martes, 25 de octubre de 2022

Antonio García-Monteavaro, el "arcabuceado"

Antonio García-Monteavaro, soldado nacido en Castropol, encarnó el espíritu de resistencia frente al ejército de Napoleón a comienzos del siglo XIX durante la guerra de la independencia. 

Condecorado y premiado en las Cortes de Cádiz, «El Inmortal» se ganó el tratamiento en una extensa hoja de servicios como combatiente que acaso haya tenido el episodio más sorprendente cuando fue hecho prisionero y sobrevivió, pese a ser arcabuceado por los franceses. Recibió cuatro balazos y permaneció 36 horas tendido, aunque consiguió sobrevivir, siendo recogido por un pastor que le socorrió y curó las heridas. Volvió a alistarse para luchar y tres meses después de que los franceses lo hubiesen fusilado, Antonio García cogió prisionero al comandante que había mandado arcabucearlo; lo sometió a la misma prueba de fuego, pero el francés murió.

Fue ésta sólo la más visible de las acciones que ganaron el sobrenombre y el reconocimiento de las Cortes para este castropolense nacido en 1791 en Castañeirúa, parroquia de Piñera. Formando parte de los Húsares de Castilla, participó, entre otras, en las acciones siguientes: En la de Balmaseda recibió un balazo; en la de Oviedo, herido de una estocada; en la de Mondoñedo, herido de un balazo; en la batalla de Lugo, donde fue herido de tres estocadas.... Aún lucharía contra los absolutistas en 1820-1823 y participó en la primera guerra carlista antes de fallecer en La Coruña en 1841.

Los primeros caballeros de la Orden de San Fernando

Desde la creación de la Real y Militar Orden de San Fernando se ha suscitado en numerosas ocasiones la polémica sobre quién fue el primer militar en ser condecorado con las insignias de la Orden, resultando diversas las opiniones al respecto.

Esta discusión habría resultado innecesaria si la Orden de San Fernando hubiese conservado un registro de sus Caballeros, tal y como se había ordenado en sus Reglamentos:

Al cuidado de este Capítulo estará llevar un exacto registro de todos los individuos de la Orden y de las acciones distinguidas porque hubiesen obtenido el premio (Art. 33 del Reglamento de 1811).

En este Capítulo se llevará un exacto registro de todos los individuos de la Orden, y de las acciones distinguidas o servicios por los que hubiesen sido admitidos en ella, a cuyo fin se tomará razón de todos los Reales títulos que se expidan por mi Secretaría de Estado y del Despacho de la Guerra en la Secretaria del Capítulo (Art. 35 del Reglamento de enero de 1815).

En el Tratado de Heráldica Militar, tomo I (1953) se consideran como primer y segundo Caballero Laureado al general de Artillería don Martín García Loygorri y al alférez de Caballería don Hipólito de Silva y de la Hera. A la vista de la última documentación consultada en el Archivo General de Segovia se puede afirmar que el general García Loygorri, aún siendo el primer Laureado del Arma de Artillería -recibió la Cruz de 4ª clase en marzo de 1816- no lo es de la totalidad del Ejército y la Armada, ya que antes que la suya se concedieron 30 Grandes Cruces, una Cruz de 4ª clase y 13 de 2ª.

La siguiente publicación en tratar este tema fue la revista Ejército en diciembre de 1976. En ella se consideraba como primer Laureado del Arma de Infantería al teniente coronel don José María Rodríguez Texeira y de Artillería al general don Martín García Arista y Loygorri. Se volvía a acertar en cuanto a García Loygorri, pero no en cuanto a Rodríguez Teixeira, que había recibido la Cruz Laureada nada menos que en 1824.

Posteriormente, don Ricardo Serrador Añino afirmaba en su obra Condecoraciones militares que imprimen nobleza (1983) que investigaciones recientes en el Archivo General Militar habían confirmado como primer Laureado al sargento primero de Caballería don Antonio García Fernández y como segundo al mariscal de campo don José de Miranda y Cabezón.

Tampoco acertó este escritor, pues el general Miranda obtuvo la Cruz Laureada de 2ª clase en noviembre de 1815, más tarde que otros diez Caballeros.

En cuanto al sargento primero García Fernández, su caso es digno de recogerlo aquí. Nacido en Casteñeirúa, en el concejo de Castropol (Asturias), era conocido bajo los sobrenombres de «El Inmortal» y «El Arcabuceado». Había servido como soldado en el Regimiento Provisional de Húsares, con el que luchó en la Guerra de la Independencia, resultando herido y teniendo por ello que solicitar la licencia.

El 24 de enero de 1813 solicitó a la Regencia la gracia de inválido, presentando una relación de los hechos de guerra en los que había participado y de las heridas que había recibido, causando el asombro de quienes la leyeron. Durante 1808 había recibido un balazo en la acción de Valmaseda, una estocada en la de Oviedo y otro balazo en la de Mondoñedo. En 1809 cayó herido de tres estocadas en la batalla de Lugo y de una cuchillada en la acción de Betanzos, recibiendo una herida en la frente en la de Santiago y un balazo en el muslo en la de Villafranca del Bierzo.

Un año más tarde cayó prisionero en Llerena y fue llevado ante el pelotón de fusilamiento, quedando con vida a pesar de los cuatro balazos recibidos. En 1811 fue herido de un balazo y dos estocadas en la acción de Fregenal de la Sierra, en la que consiguió recobrar una bandera española en lucha contra 17 franceses, a cuyo comandante hizo prisionero, recibiendo más tarde una estocada en la batalla de La Albuera y un balazo en el pecho y una estocada en el muslo en la acción de Murviedro. Las heridas recibidas le impidieron continuar en el servicio, siendo recompensado por la Regencia con el empleo de sargento primero mientras se le buscaba un empleo civil.

En la sesión de las Cortes del 12 de febrero siguiente se dio lectura a un dictamen que las Comisiones de Guerra y Premios habían redactado tres días antes, a propuesta del diputado por Castropol don Felipe Vázquez Canga y en respuesta a la solicitud hecha por 96 españoles de que se le concediese la Cruz de San Fernando sin juicio contradictorio. Dichas Comisiones informaron de que se oponían a esta petición, puesto que era necesario seguir los cauces fijados por el Reglamento vigente. Hasta que se produjese una resolución al respecto, las Comisiones pedían que el interesado se presentase en el Salón de las Cortes para recibir una propuesta dirigida a la Regencia, en la que se pedía a ésta que le concediese al héroe el empleo de alférez de Caballería, el derecho perpetuo a uso de uniforme y una pensión de 500 reales mensuales; por otra parte, se solicitaba al interesado que justificase ante la Regencia la acción de Fregenal de la Sierra con el fin de que se iniciasen los trámites para la concesión de la Cruz de San Fernando; cualquiera que fuese la resolución de las Cortes se le daría publicidad en la Gaceta de la Regencia.

El 16 de febrero siguiente tuvo lugar la presentación en las Cortes de tan distinguido militar para recibir el decreto destinado a la Regencia. Una vez se dio lectura al mismo, pronunció el presidente una arenga y seguidamente el héroe se acercó a la mesa presidencial para recoger las credenciales de la recompensa, que debería presentar él mismo a la Regencia acompañado de un alabardero. A continuación pronunció las siguientes sencillas palabras de agradecimiento:

Señor, yo estoy sumamente agradecido a los favores de V.M. Mi agradecimiento será eterno.

No deseo más que restablecerme un poco de mis heridas para volver a ser útil a mi Patria. Derramaré por ella hasta la última gota de mi sangre.

El citado decreto, aparecido en la Gaceta de la Regencia del 18 de febrero, decía lo siguiente:

Las Cortes generales y extraordinarias, teniendo presente la constancia, el valor y el patriotismo del sargento primero de caballería D. Antonio García natural del Presno en Castropol en Asturias; y atendiendo al mérito singular que se encuentra en el conjunto de acciones de este defensor de la patria, enumeradas en la gaceta de la Regencia del sábado 30 de Enero del corriente año decretan: 1.º La Regencia del rey no concederá a D. Antonio García, sargento primero retirado de caballería ligera, el uso perpetuo del uniforme del cuerpo donde servía con la distinción de alférez. 2.° Queda autorizada la Regencia del reyno para asignarle una pensión de 500 reales mensuales, cobrable en el pueblo donde fixe su residencia. 3.º La Regencia del reyno mandará justificar con arreglo al decreto de 31 de Agosto de 1811 la acción, en que se dice que D. Antonio García recobró la bandera española entre 17 enemigos, y justificada, será condecorado con la cruz de S. Fernando además de los premios referidos: y 4.º Esta soberana disposición de las Cortes se publicará en la gaceta. Lo tendrá entendido la Regencia del reyno, y dispondrá su cumplimiento. Miguel Antonio de Zumalacárregui presidente.- Florencio Castillo, diputado secretario.- Juan María Herrera, diputado secretario.-

Dado en Cádiz a 16 de Febrero de 1813.- A la Regencia del reyno.

Nada más se volvió a saber del héroe a través de la Gaceta de la Regencia, pero es evidente que en la sesión del 16 de febrero de 1813 no se le concedió la Cruz de San Fernando, sino que se le pidió que justificase la acción de Fregenal de la Sierra, por la que quizás se le podría haber concedido. Si la justificó o no, no lo sabemos, pero hasta el momento no se ha encontrado ningún documento oficial que atestigüe que recibió dicha Cruz.

A través de uno de sus descendientes conocemos algún dato más del héroe. Había nacido en 1791 y su verdadero nombre era Antonio García-Monteavaro López. Falleció en 1841 en el Hospital Militar de La Coruña en la más absoluta pobreza. Quizá el apoyo que prestó a los liberales tras el alzamiento de Riego le ocasionase posteriormente la pérdida de la pensión que le había concedido las Cortes -si es que llegó a cobrarla alguna vez- y ese fuese el motivo de su triste muerte.

Por todo lo anterior, no se considera que el sargento primero García Fernández fuese el primer militar en recibir la Cruz de San Fernando.

Lo que por ahora se puede saber es que acogiéndose al primero de los Reglamentos se concedió un número escaso de Cruces, cuyo control es difícil, ya que no debió llevarse un registro efectivo de ellas, persistiendo la duda de si en algunos casos se concedió en realidad la Cruz de San Fernando o únicamente una pensión.

Todas las Cruces concedidas con anterioridad al primer Reglamento de 1815 fueron Laureadas. La primera de ellas se concedió en 1812 y sobre ella no hay duda alguna, ya que por decreto CXLVIII de 11 de abril de 1812 las Cortes autorizaron a la Regencia a conceder al general Wellington, Lord Duque de Ciudad Rodrigo, la Gran Cruz de la Orden Nacional de San Fernando con el uso de la banda y una orla de laurel alrededor de la venera, y la pensión vitalicia de treinta mil reales, que son las mayores distinciones de la Orden, sin sujeción a las formalidades que prescribe el reglamento.


Mercurio de España (Madrid), 5 de 1793, página 130

Pedro Antonio García Monteavaro y Felipe Luengos por sí y á nombre de otros 13 compañeros, jornaleros residentes en Madrid, sus personas para patrullar de noche, ofreciendo juntarse hasta número de 30. 


El Conciso (Cádiz), 1 de febrero de 1813, página 6

El Arcabuceado

Antonio Garcia, natural de Presno en  Castropol, corregimiento de Oviedo, soltero de edad de 22 años y soldado del regimiento provisional de húsares, es uno de aquellos hombres raros, cuyo nombre debe citarse con admiración y asombro por todos los españoles que saben apreciar el verdadero patriotismo. Según la Gaceta de la Regencia del 30 de enero se ha presentado al gobierno este hombre extraordinario, pidiendo la gracia de invalidos y resulta que se halló en las acciones que se citan y recibió:

En la acción de Balmaseda, balazo, 1

En la de Oviedo, estocada, 1

En la accion de Navia y la Caridad. 

En la de Mondoñedo, balazo, 1

En la batalla de Lugo, estocadas, 3

En las de Viveros y Betanzos, cuchilladas, 1

En las de la Coruña y Santiago, heridas, 1

En las de Baldeorras y Moraelle.

En la de Villafranca del Vierzo, balazo, l

En las de Alba de Tormes, Bañobares, Ciudad-Rodrigo y Olivencia. 

En la de Llerena, ( prisionero ) y pasado por las armas en un mónte, balazos, 4

Tuvo la dicha de ser hallado, y curado se presentó en seguida al general Ballesteros. 

En la accion de los Castillejos y Fregenal de la Sierra, 1 balazo y 2 estocadas, 3

En la de la Higuera de Fregenal y la Palma cogió un caballo é hizo un prisionero. 

En la batalla de la Albuhera, estocada, 1 haciendose acreedor a que se le abonasen 5 años de servicio. 

En la Puebla de Guzman, Usagre, Zujar y Cullar de Baza. 

En Murviedro, 1 herida y 1 estocada, 2 

En la de Alaguas el 26 de diciembre de 1811. 

En la sorpresa de Murcia á las órdenes del general La-Carrera. 

Suma de heridas, estocadas, balazos y cuchilladas, 19 

Lo mas admirable en este hombre extraordinario es la noble, heróica é incomparable tenacidad, cón qué volvía a las banderas de la patria, ansioso siempre de batirse. 

(Sobre este particular trataremos otra vez). 











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