sábado, 26 de noviembre de 2022

El Bundestag, la Justicia Universal y la ciencia histórica prusiana

Holodomor

El próximo miércoles la coalición gobernante formada por el Partido Socialdemócrata (SPD), los Verdes y los liberales del FDP, así como la oposición conservadora CDU-CSU, presentarán para su debate en el Bundestag, una resolución que califica como un genocidio la hambruna en Ucrania provocada hace 90 años en el seno de la Unión Soviética.

En 1932 y 1933, se produjo una gran hambruna en Ucrania como consecuencia del proceso de colectivización. Las cosechas fueron administradas por el estado y posiblemente unos cientos de miles de campesinos murieron de hambre. Es lo que se conoce como el Holodomor (que significa matar de hambre en ucraniano). 

Los orígenes del Holodomor se encontrarían en el hecho de que Stalin decidiera llevar a cabo la colectivización de la tierra a partir de 1928 y lanzar un plan quinquenal para modernizar la industria pesada de la Unión Soviética. Para poder alimentar a todos estos trabajadores de la industria, era necesario aumentar la producción del trigo ucraniano.

A partir de 1930, unidades de la Dirección Política del Estado (GPU) comenzaron a recoger el trigo ucraniano. Los pequeños propietarios de tierras se opusieron a entregar sus cosechas y a la colectivización. En 1932 se produjeron algunas muertes por hambre, y en agosto de ese año se aprobó la ley de las Espigas, con duros castigos para los que ocultasen grano.

Además el temor de Stalin a que la oposición campesina ucraniana a las granjas colectivas llevara a una rebelión de carácter nacional le impulsó a cerrar el acceso a todo ese territorio. El Holodomor acabó en 1933, cuando las tierras cerealeras eran ya propiedad del Koljós y los campesinos las trabajaban para el Estado.

Olvidado durante la época soviética y recuperado poco a poco a partir de la independencia de Ucrania en 1991, el Holodomor fue considerado como genocidio en el 2006 por el Parlamento ucraniano, que confirmó el cuarto sábado de noviembre como fecha de conmemoración anual. Ese día los ucranianos depositan velas encendidas y espigas de trigo en memoriales a las víctimas. Ucrania conmemora el 26 de noviembre de este año el 90  del Holodomor. 

El pasado miércoles, el Papa Francisco comparó la actual guerra rusoucraniana y los hechos de 1932 ante el aniversario del Holodomor: “Recemos por las víctimas de este genocidio y recemos por tantos ucranianos, niños, mujeres y ancianos, niños, que hoy sufren el martirio de la agresión”.

Reeditar la historia

La Segunda Guerra Mundial obligó al entendimiento entre la Unión Soviética y los países occidentales. La Guerra Fría dejó en la nevera la historia de los años 20 y 30 en la Europa oriental y occidental. La caída del muro de Berlín fue vista por muchos como el síntoma de que la confrontación entre las ideologías marxista (por resumir) y liberal había llegado a su fin. Francis Fukuyama, que por entonces trabajaba en el Departamento de Estado del Gobierno estadounidense lo resumió en el libro El fin de la historia y el último hombre. Lo cierto es que la historia nunca se acaba, aunque puedan haber perdido peso las ideologías, o el confrontamiento entre ellas, y que la lucha entre imperios nunca se detiene, ni ayer, ni hoy, ni nunca.

Aunque las guerras se han mantenido siempre ahí en diferentes partes del planeta, en la actualidad los europeos somos mucho más conscientes de ello. Entre otras cosas porque aunque durante todo el siglo XX y XXI hemos participado en ellas, la guerra rusoucraniana parece ser que nos toca más de cerca y nos hemos implicado mucho más que en otras docenas de ellas.

Parte de estas operaciones bélicas se llevan a cabo en el terreno ideológico con campañas dirigidas a la población europea, para crear un estado de opinión favorable a considerar a Rusia como un enemigo que puede atacarnos en cualquier momento. En todas las guerras al enemigo se le deshumaniza otorgándole todo tipo de rasgos malvados. 

Lo que ocurrió hace 90 años en la Unión Soviética compete a los historiadores, a los de una parte y de otra del antiguo Telón de Acero, y cada cual, con su sesgo interesado cargará más las tintas sobre unos hechos u otros. Así ha sido siempre y a eso le llamamos historia con mayúsculas. Otra cosa son las escenificaciones llevadas a cabo en los parlamentos, cuya función es elaborar legislación que regule el funcionamiento de los estados, no crear estados de opinión, que es la manera dulce de decir manipular ideológicamente a los ciudadanos. 

En septiembre de 2017 el PSOE y el PSC presentaron una proposición no de ley en la Cámara baja para reclamar la nulidad de la sentencia de muerte de Lluis Companys, dictada por el Gobierno de Franco en un juicio sumario y sin garantías tras su detención en Francia. El texto de la iniciativa parlamentaria sostenía que las sentencias dictadas contra Companys por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas y por el Consejo de Guerra de Oficiales Generales eran “ilegítimas, radicalmente nulas e injustas y carecen absolutamente de eficacia y validez”. En diciembre de 2018 el Consejo de Ministros aprobó la anulación del juicio a Lluís Companys. 

Yo entiendo que todos no tenemos que tener las mismas opiniones afanes e ilusiones, pero yo me pregunto ¿en que cambia la historia? El presidente catalán fue apresado, juzgado y ejecutado y ninguna resolución parlamentario o gubernativa le hará resucitar ni ahora, ni el día después de su fusilamiento, y aunque esto pudiera ocurrir en un mundo paralelo y resucitara para visitar la tumba de sus descendientes, la historia fue como fue y no se puede cambiar ni viajando en el DMC DeLorean de Regreso al futuro.

La historia la escriben los vencedores, es decir, la que se puede leer es la editada por los que ganan. En la actualidad parece que estemos muy interesados en escribir una historia en la que nosotros ganamos, y eso no está del todo claro que vaya a ocurrir.

Otras hambrunas

El Dust Bowl fue un período de fuertes tormentas de polvo que dañaron enormemente la agricultura de las llanuras y praderas que se extienden desde el golfo de México hasta Canadá, impactando principalmente en los Estados Unidos. Se prolongó al menos entre 1932 y 1939, y fue precedida por un largo periodo de precipitaciones por encima de la media. El efecto Dust Bowl fue provocado por condiciones persistentes de sequía, favorecidas por años de prácticas de manejo del suelo que dejaron al mismo indefenso frente a la acción de las fuerzas del viento. El suelo, despojado de humedad, era levantado por el viento en grandes nubes de polvo y arena tan espesas que escondían el sol. Estos días recibían la denominación de «ventiscas negras» o «viento negro». El Dust Bowl multiplicó los efectos de la Gran Depresión en la región y provocó el mayor desplazamiento de población habido en un corto espacio de tiempo en la historia de Estados Unidos. Tres millones de habitantes dejaron sus granjas durante la década de 1930, y más de medio millón emigró a otros estados, especialmente hacia el oeste. Algunos autores calculan 5 millones de muertos a causa de esta hambruna. 















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