lunes, 28 de noviembre de 2022

Segadora TREPAT del Museo de la Vida Rural

En 1831 el americano Cyrus Hall McCormick presentó su máquina segadora, los segadores la miraron con recelo, puesto que era capaz de segar cinco hectáreas por día, el equivalente al trabajo de cinco hombres. Josep Trepat, adquirió los derechos de la segadora McCormick adaptándola a las necesidades y particularidades de Cataluña. La guadaña Trepat, como la americana, una vez enganchada al sistema de tracción, que bien podía ser una bestia de tiro o un tractor, bajaba al suelo el cuerpo y con el peine de hojas afiladas iba segando el cereal mientras cuatro peines de madera iban girando y desplazando las espigas cortadas hacia atrás. La sencillez las hacían económicas y la rentabilidad, populares, por eso la fábrica Trepat dominó el mercado de maquinaria agrícola español durante el segundo tercio del siglo XX . Un dominio que no supo mantener con la llegada de la maquinaria a motor en los años 60. 

No cabe duda que Josep Trepat Galceran fue una persona aventurera en lo que a negocios se refiere. De origen humilde, supo crear un gran imperio industrial aunque no modernizarlo. Quizás sería ésta la sentencia de muerte de la empresa.

A principios de siglo XX las máquinas segadoras y gavilladoras utilizadas en el campo catalán eran importadas del extranjero ya que no había ningún fabricante en España que las produjera. Ante esta situación, J. Trepat buscó la inspiración en los modelos importados y creó una tipología de máquinas más pequeñas de manera que se pudieran utilizar en parcelas de territorios reducidos como era el caso de Cataluña.

Los primeros talleres de producción se ubicaron en el centro de la ciudad de Tárrega (Lleida). En el año 1931, y gracias al éxito de la maquinària agrícola,  J. Trepat compra unos terrenos a las afueras de la ciudad donde se ubicaría esta gran industria durante décadas (Cal Trepat).  A partir de ese momento la producción de la fábrica crece tanto que es capaz de abastecer todo el territorio español de manera que no fuese necesario recurrir a la compra en el exterior.

Con el inicio de la Guerra Civil (1936) las cosas cambiarán ya que las instalaciones pasan a ser colectivizadas iniciándose así un proceso de dispersión de las máquinas y herramientas por toda Cataluña. Otro hecho importante que provocaría la disminución en la producción serían los bombardeos del año 1938 en la ciudad. Éstos  provocaron el desmontaje o la destrucción del sistema de embarrado de la nave cinco.

Una vez finalizado el conflicto y durante la época franquista, la industria J. Trepat ya no volverá a ser la misma. Luchará durante décadas por mantenerse activa pero nunca se modernizará lo suficiente como para subsistir. De hecho, un trabajador de la empresa explica: “Si se hubiera puesto motor a cada máquina entonces habría habido mayor producción (…). Cuando el embarrado dejó de funcionar fue porque la fábrica iba a menos”. Esta decandencia durante décadas llevará al cierre de la empresa en el año 2004.



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