sábado, 11 de marzo de 2023

El Junkers Ju-52 de la sierra de Guadarrama

El radar, a pesar de haber sido inventado en 1935, aún no estaba suficientemente desarrollado durante la guerra civil española (1936-1939). Así que localizar y derribar un avión en la oscuridad parecía una tarea imposible. Sin embargo, la noche del 25 al 26 de julio de 1937 los astros se conjugaron: plenilunio y dos aviones soviéticos esperando a que un Junkers Ju-52 de la legión Cóndor pasase, como todos los días, a la misma hora y por el mismo punto. Nada más distinguir la silueta iluminada en cola por la luna, los cazas rusos ametrallaron directamente su depósito de combustible, la zona más vulnerable del bimotor al no estar blindada. Cayó envuelto en llamas.

Es el primer derribo documentado de un avión alemán por la noche en el mundo y el segundo conocido de la historia, ya que hay otro registrado en 1918 durante la I Guerra Mundial. Pero, ¿dónde se desplomó el Junkers? Ahora, 85 años después, los arqueólogos Jorge Morín y Luis Antonio Ruiz Casero lo hacen público en su informe Intervención arqueológica en el conjunto de fortines de la Guerra Civil, Laderón de los Peñatos. Navalaespino (Santa María de la Alameda, Madrid). Los especialistas han hallado, además, restos del fuselaje, monedas y balas. “Un hito de la historia de la aviación”, explican.

La Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid encargó a la consultora Audema investigar la llamada Posición Zorrerón-Cerro Pelado (Santa María de La Alameda), un punto destacado al norte del frente de la batalla de Brunete. A finales de julio de 1937 se estaba librando ese cruento enfrentamiento, que había entrado en su fase final, desfavorable a los republicanos. Los franquistas habían desplazado a sus aliados alemanes de la legión Cóndor al teatro de operaciones, lo que inclinó la balanza de la superioridad aérea de su parte. Los bombardeos de la aviación sublevada eran incesantes, extendiéndose durante las noches, por lo que, por iniciativa del jefe de las Fuerzas Aéreas de la República, Ignacio Hidalgo de Cisneros, se puso en marcha un sistema de protección nocturno para tratar de obstaculizar la acción de los bombarderos enemigos. “En una época previa a la implantación del radar, derribar un aparato en combate nocturno era virtualmente imposible”, indican los especialistas.

Sin embargo, los republicanos guardaban un as en la manga. Se habían dado cuenta de que, durante consecutivas noches, un Junkers alemán 22/76 (19 metros de largo) sobrevolaba siempre el cielo de Santa María de la Alameda y a la misma hora. Se dirigía cada jornada a Alcalá de Henares y Colmenar Viejo, provocando auténticas matanzas entre la población civil. Entonces, decidieron esperar el momento adecuado. Dos Polikarpov I-15, estacionados en un aeródromo provisional, lo esperarían en el aire.





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