viernes, 21 de julio de 2023

Catástrofe ferroviaria

El Diluvio,  6 de octubre de 1933

Ayer mañana chocaron entre las estaciones de San Andrés y Moncada Bifurcación el mixto procedente de Zaragoza y un mercancías

A consecuencia del accidente resultó un guardafreno muerto y cinco ferroviarios y dos pasajeros heridos :: Las pérdidas se calculan en dos millones de pesetas

Ayer mañana, alrededor de las seis menos cuarto, ocurrió una catástrofe ferroviaria en la línea de la Compañía del Norte, entre las estaciones de San Andrés y Moneada-Bifurcación. En el accidente perdió la vida uno de los empleados de la Compañía, resultando varios heridos más y evaluándose los daños materiales en unos dos millones de pesetas.

El tráfico quedó interrumpido entre Barcelona y Moncada-Bifurcación, creyendo que hoy podrá ser restablecida la normalidad.

COMO OCURRIO L A CATASTROFE

En el kilómetro 358-559 m. de la línea férrea del Norte, a las cinco horas cuarenta y cinco minutos de ayer mañana, en ocasión de transitar por la misma vía única descendente, por encontrarse en reparación la línea de conducción de energía eléctrica de la vía ascendente, chocaron el tren mixto número 231, descendente de Zaragoza, compuesto de la locomotora eléctrica 7.006 y treinta unidades, entre ellas tres para pasajeros, con el tren mercancías especial P. T. 4, ascendente, y que procedía de Barcelona-Bifurcación, el cual iba formado por cuarenta y cinco unidades, todas ellas de mercancías, y la locomotora eléctrica 7.009.

CHOQUE VIOLENTISIMO DE LOS TRENES

El tren mixto 231 pasó, como de costumbre, sin detenerse por la estación de Moncada-Bifurcación con dirección a Barcelona por su vía correspondiente, y el mercancías P. T.- 4 especial iba por la misma vía descendente del mixto, a causa, según ya hemos dicho, de estar en reparación los cables de la línea aérea ascendente. 

En una curva existente cerca de la estación de Moncada y precisamente en el kilómetro 358-559, al no haberse visto a distancia, debido a la citada curva, chocaron violentísimamente los dos trenes, empotrándose las dos locomotoras eléctricas, de las cuales quedaron destrozadas completamente las cabinas de sus conductores. Debido al violento encontronazo los vagones enganchados junto a las locomotoras quedaron unos convertidos en astillas, mientras otros montaban sobre los mismos techos de las locomotoras, con lo que se demuestra la velocidad y violencia del choque.

Loa vagones en su mayoría quedaron ensamblados unos con otros, completamente destrozados y formando un montón informe de maderas, astillas, mercancías y hierros retorcidos. Varios vagones quedaron volcados sobre el borde de la otra vía y junto al desmonte que comunica con la carretera de Moncada, con grave peligro de que ocurrieran mayores accidentes.

Al chocar los dos trenes y producirse el vuelco de varios vagones, fueron a parar algunos de ellos contra los postes de conducción de la línea aérea eléctrica, por lo que éstos quedaron algo resentidos y con peligro de derrumbarse, desprendiéndose y quedando destrozados los cables de conducción de la energía.

EN AUXILIO DE LAS VICTIMAS 

En el kilómetro 358-780 m., lugar donde ocurrió la catástrofe, hay una casita-vivienda de los empleados de la Compañía de la línea férrea del Norte, y al enorme ruido producido a causa del choque de los dos trenes salieron varios de los que allí habitan, para enterarse de lo que ocurría. Los citados empleados se encontraron con la desagradable sorpresa de que habían chocado los dos trenes, acudiendo rápidamente en auxilio de las victimas. Personados en el lugar del accidente, procedieron seguidamente a la búsqueda de las victimas que hubiere entre los vagones destrozados. 

Afortunadamente comprobaron que, a pesar de la magnitud del choque y del horrendo espectáculo que presentaban los restos de ambos trenes convertidos en astillas, no ocurrió una verdadera hecatombe. Había que lamentar la muerte de uno de los guardafrenos del tren mixto, descendente de Zaragoza. 

LOS PASAJEROS DEL TREN MIXTO 

El escaso número de pasajeros que iban en el tren mixto, que se dirigía a Barcelona, viajaban distribuidos en tres vagones, que iban enganchados a la cola del tren, y como quiera que los citados vagones no sufrieron daño, los que en ellos viajaban no se ocasionaron más que ligeras contusiones, a causa del topetazo, salvo dos de ellos que tuvieron que ser asistidos en el Dispensario por presentar heridas de mayor consideración. 

ANTECEDENTES DEL GUARDAFRENO MUERTO 

Los que hablan acudido en auxilio de las victimas vieron, dentro una de las garitas de guardafreno de un coche que quedó destrozado totalmente y empotrado sobre otro contiguo, el cadáver de un hombre horriblemente mutilado y con la cabeza separada del tronco. Identificado el cadáver, resultó ser el del guardafreno del tren mixto procedente de Zaragoza, llamado Faustino Roca López, de 50 años, natural y vecino de Bilbao. El infortunado guardafreno es uno de los empleados readmitidos por la Compañía del Norte que fueron despedidos con motivo de la huelga del año 1916. 

UN MOMENTO EMOCIONANTE :: LOS MAQUINISTAS DE LOS TRENES RESPECTIVOS NO PUEDEN EVITAR L A CATASTROFE 

Al salir de la estación de Moncada-Bifurcación la línea entra en una curva cerrada que tiene a su derecha un trozo de montaña cortada para dar paso a la vía férrea, y a la izquierda y bajo un pequeño desmonte del terreno la carretera de Barcelona a Moncada. A causa de la curva los maquinistas de los dos trenes no pudieron darse cuenta del inminente peligro hasta que se encontraron ya muy cerca, en que trataron de aminorar la marcha para frenar las locomotoras eléctricas. Debido a la velocidad que llevaba el tren mixto, su conductor no pudo dar más que unos puntos de freno a la máquina, e inmediatamente salió de la cabina de conducción y junto con su compañero el fogonero-ayudante, que ya estaba prevenido de la inminencia de la catástrofe, se echaron al suelo del pasillo lateral que tienen estas locomotoras, y agarrándose fuertemente a unos hierros, quedaron inmóviles hasta que sobrevino el encontronazo. 

Los conductores del mercancías que procedía de Barcelona, dándose cuenta muy pronto del grave peligro que corrían, hicieron lo propio, saliendo también de la cabina de mando y encontrándose en el pasillo en el momento del choque. 

OTROS DETALLES DE LA CATASTROFE 

Como ya dejamos indicado, a causa de encontrarse en reparación la línea de conducción de la fuerza eléctrica de la vía ascendente, el servició quedó establecido por vía única, por la parte descendente, entre las estaciones de San Andrés y Moncada-Bifurcación. 

El tren mixto 231, descendente de Zaragoza, durante el recorrido llegó a llevar treinta y tres minutos de retraso, y los iba ganando con facilidad, pues por llevar una locomotora de gran potencia, con la que habitualmente conduce hasta sesenta unidades enganchadas y hoy llevaba solamente treinta, pudo alcanzar más velocidad. Este tren no se detiene nunca en la estación de Moncada, y en el caso de que debiera hacerlo, por mediación del disco de señales se le indica si debe o no seguir su ruta. 

Ayer mañana, al pasar por la estación de Moncada el mixto 231 y ver el maquinista la señal de vía abierta, siguió su camino a toda marcha, y fue cuando sobrevino la catástrofe. 

Al tren de mercancías en la estación de San Andrés le fue dada la señal de salida, confiándose en que, conforme se sabía, el mixto descendente llevaría aún los treinta y tres minutos de retraso dichos anteriormente. 

Al ocurrir la catástrofe prestaba servicio como jefe en la estación de San Andrés el factor autorizado de Manresa José María Sanz, que es el que dio la orden al mercancías para que continuara su camino. En Moncada-Bifurcación se encontraba de jefe de servicio Emilio Rebolleda, de 25 años. Este estuvo durante muchos años empleado en la fábrica Asland, de Moncada, y como quiera que su padre presta servicio en la Compañía en la estación de Moncada-Ripollet, solicitó el ingreso en la Compañía del Norte. 

LA GUARDIA CIVIL PRESTA SERVICIO DE VIGILANCIA JUNTO A LOS VAGONES 

Por el personal de vías y obras de la Compañía se procedió seguidamente al desescombro para poder dejar expedita la vía; sin embargo, parece ser que hasta hoy no será posible reanudar el tránsito por una de las vías, lo cual se efectuará con máquinas de tracción a vapor, que ya han sido solicitadas de los depósitos de Lérida y San Vicente. 

Fuerzas de la guardia civil de los puestos de San Andrés, Moncada y Pueblo Nuevo prestaron servicio de custodia junto a los vagones destruidos para evitar raterías de mercancías que quedan entre los escombros. Con un coche auto-motor se procedió al recambio de los cables eléctricos rotos por el accidente. Por las máquinas de socorro que acudieron allí fueron retirados veintiséis vagones intactos del tren mixto descendente y treinta y seis del P T. 4 mercancías especial ascendente. Las locomotoras eléctricas que chocaron son las números 7.006 y 7.009, fabricadas especialmente para la Compañía del Norte por la talleres de la Euskalduna de Bilbao y puestas en servicio a últimos del año 1928. 

El peso de cada una de dichas locomotoras es de 10 toneladas y que alcanzan velocidades extraordinarias a pesar de los muchos vagones que a veces llevan enganchados. 

LOS HERIDOS EN EL ACCIDENTE 

Las personas que resultaron heridas fueron trasladadas en ambulancias municipales y en autos al Dispensarlo da San Andrés, en donde les fue prestada la asistencia necesaria por los médicos de guardia. Los heridos se llaman: Francisco Hernández Vigueta, maquinista del tren da mercancías ascendente, y resultó con heridas en la rodilla derecha y erosiones varias. Antonio Hurtado Puig, de 39 años, fogonero del mismo tren, presentaba diversas erosiones. Enrique Planas González, de 33 años, maquinista del mixto descendente de Zaragoza, que resultó con erosiones en el muslo derecho y contusiones generales. Aquilino Calenzos Piñeiro, de 36 años, heridas en la región superciliar derecha, ferroviario, ayudante del anterior. Antonio Marín Sapiña, ferroviario, de 31 años, diversas escoriaciones y heridas en al codo y contusión en la región torácica, de pronóstico reservado, siendo trasladado, después de asistido, al hospital Clínico. Carmen Heredia Bernal, de 27 años, que viajaba en el mixto, sirvienta y domiciliada en la calle de Provenza, 81, 4.º, 2.ª, que resultó con diversas heridas en la región frontal. Pedro Poseebes Bore, labrador y vecino de Manresa, erosiones en la cara, región malar. 

Todos estos heridos, después de ser auxiliados en el Dispensario, pasaron a sus respectivos domicilios.

EL JUZGADO ACTUA 

El Juzgado se personó seguidamente en el lugar de la catástrofe y comenzó a recibir declaraciones a todos los testigos. El jefe de la estación de San Andrés dijo que por haber dejado libre la vía de salida al tren de mercancías que procedía de Barcelona, y a que por la noche queda sólo una vía, y el de Moncada manifestó que había dado la salida confiando que el mercancías no habla salido. 

El Juzgado recibió después varias declaraciones más. 

LAS AUTORIDADES 

Se personaron seguidamente en dicho lugar todas las autoridades locales, entre las que vimos el doctor Aguadé, el cual había llegado de Madrid, y fue acompañado del jefe de ceremonial, señor Ribé. También estuvieron los señores Dencás, Mías. España, el jefe superior de policía, el subjefe de la guardia urbana, señor Vendrell, el suboficial señor Sierra y los auxiliares Martin y Font y el teniente alcalde del distrito, señor Puig Munné. En los primeros momentos acudieron los bomberos de los cuartelillos de la Sagrera y Central al mando del jefe señor Jordán, y unas secciones de guardias de asalto para el mantenimiento del orden. 

HABLAN LOS FAMILIARES DE UN MAQUINISTA 

José María Planas, padre del maquinista del mixto, Enrique Planas González, dijo que, como quiera que viven en el edificio de la Compañía de Aguas de Dos Rius, cercano a la vía férrea, oyeron el fuerte estruendo que produjeron los dos trenes al chocar, saliendo un hermano del maquinista, llamado Eduardo, hacia la vía para ver lo que le había ocurrido. 

Este tuvo una impresión desagradable cuando a duras penas, pudo introducirse en una de las locomotoras, que no era la que guiaba su hermano, y no encontró a nadie en el pasillo, hallando solamente un par de zapatos y restos de vestidos. Después se encontró con su hermano Enrique, que por su propio pie pudo ir al Dispensario para que le asistieran de las ligeras heridas con que resultó.



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