La vida del aviador Félix Urtubi está recogida en varias publicaciones recientes, lo que ha dado pie a desempolvar una leyenda creada tras su muerte, el 13 de septiembre de 1936. Aparte de la escasa información existente sobre muchas acciones bélicas, lo que muestra esta historia, es lo necesitados que estamos de mitos a los que acogernos para poder transitar por nuestro convulso mundo sin tener que pagar por la consulta de un psicólogo o un tratamiento con ansiolíticos. El lugar en donde me encontré esta curiosa narración fue en la edición digital del diario ABC.
ABC, 11 de junio de 2024
Félix Urtubi, el kamikaze de la Guerra Civil que se anticipó a los japoneses: «El choque fue brutal»
El episodio suicida de este piloto vasco ha sido investigado y rescatado por Alberto Laguna y Victoria de Diego en La guerra encubierta. «El aviador prescindió de estratagemas que salvaran su vida y se lanzó ciego sobre el emisario de los verdugos de España».
La Concordia (Vitoria). 8 de febrero de 1889
Nuestro apreciable amigo D. R. de Zulueta, Alcalde y farmacéutico que ha sido de La Puebla de Arganzón, ha adquirido la acreditada farmacia de D. Félix Urtubi, Estación 24, volviendo con este motivo, al seno de su familia, de la que el ejercicio de su cargo le ha tenido separado algunos años y al trato con los muchos amigos que desde su infancia tiene en esta ciudad. Démosle la bienvenida.
La Nación, 27 de junio de 1934
LA VUELTA А ESPAÑA EN AVIÓN
Esta mañana, a las seis, han partido del aeródromo de Getafe cincuenta y ocho aviones que participan en el concurso de patrullas militares
De caza.
A-1, segunda escuadrilla; grupo 11 (Getafe): Teniente piloto, D. Ramiro Pascual, Npor 34; sargento piloto. D. Gonzalo García Sanjuán, Npor 40; sargento pilotó, D. Félix Urtubi, Npor 33.
Ahora, 5 de julio de 1934
Ayer, en el aeródromo de Getafe
SU EXCELENCIA EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA HACE ENTREGA DE LOS PREMIOS A LAS PATRULLAS VENCEDORAS EN LA III VUELTA AEREA A ESPAÑA
Han resultado vencedoras la número 10-P, de Logroño, por las de reconocimiento, y la 3-H, de Getafe, por las de caza
Ayer tarde tuvo lugar en el aeródromo de Getafe, la entrega de los premios por Su Excelencia el Presidente de la República, a las patrullas vencedoras en la III Vuelta Aérea a España.
Desde media hora antes de la anunciada para la llegada del Presidente, comenzaron a congregarse en el citado aeródromo para recibir a Su Excelencia, el ministro de la Guerra, señor Hidalgo; subsecretario de dicho Departamento ministerial, general Castelló; director general de Seguridad, general jefe del Estado Mayor Central, señor Masquelet; generales de la división. Cabanellas; de la Escuela Central de Tiro de Artillería, de la división de Caballería: director general de Aeronáutica, capitán Warleta; agregado aéreo italiano, comandante Ferrarin; director general de Aeronáutica naval, señor Hermida; los jefes de Cuerpo de la guarnición de Madrid y todos los jefes y oficiales del Arma de Aviación.
...
Tercera, A-I, del grupo 11, perteneciente a Getafe.—Teniente piloto, don Ramiro Pascual; sargentos pilotos, don Gonzalo García Sanjuán y don Félix Urtubi.
Todos ellos recibieron valiosos regalos, donados por Su Excelencia el Presidente de la República; ministro de la Guerra, subsecretario, jefe de Aviación, Casas constructoras de aviones y motores y gran número de industriales proveedores de Aeronáutica militar.
...
A principios de 1926, Talleres Loring inició la fabricación de un nuevo avión sesquiplano diseñado por Eduardo Barrón, el Loring R-III. El objetivo era presentar este nuevo modelo a la Aviación Militar, ya que esta había decidido seleccionar un segundo avión de reconocimiento complementario del Breguet 19, que fabricaba CASA bajo licencia.
El Loring R-III compitió en este concurso con el Potez 25, presentado por Hispano Suiza para su construcción bajo licencia. La calidad técnica de los dos aparatos estaba a la par, pero la Aviación Militar se inclinó por el R-III, dado el interés del Directorio Militar de Primo de Rivera en potenciar la industria nacional.
A mitad de 1926, los Loring R-III realizaron sus vuelos de pruebas, incorporándose inmediatamente los primeros aparatos, números 1 a 4 de fabricación, a la línea Sevilla-Larache (protectorado español de Marruecos). A estos aparatos de uso comercial les fueron sustituidos los motores Hispano Suiza de 450 CV por unos Junkers L-2 de 265 CV, de consumo mucho más económico y más adecuado a este empleo.
El pedido que la Aeronáutica Militar realizó en abril de 1927 con cargo a los presupuestos de 1925 fue excepcional, 110 aparatos R-III, que empezarían a salir de la cadena de montaje de Carabanchel en 1929.
Los Talleres Loring se situaron por esta época a la cabeza de la industria aeronáutica española. En la Exposición Nacional de Aeronáutica celebrada en el Palacio de Cristal del Retiro en Madrid, durante octubre y noviembre de 1926, al impulso de la Conferencia Iberoamericana de Navegación Aérea, el pabellón de Loring exhibía cuatro modelos totalmente españoles: los R-I, R-III, C-1 y el biplano de escuela T-1. Sin embargo, las variantes de caza y entrenamiento no llegaron a entrar en producción.
Durante el año 1935 fueron retirados los pocos R-III que permanecían en servicio. No está clara su participación en la contienda civil.
La Libertad, 16 de septiembre de 1936
HÉROES DE LA REPÚBLICA
EL AVIADOR FELIX URTUBI
Hace algún tiempo ocurrió un dramático episodio aéreo que impresionó profundamente a la opinión española.
Franco envió de Melilla a Burgos a un sargento aviador, vigilado por un oficial del Tercio. Al entrar en la Península el aparato, el sargento que lo conducía pensó en la liberación... Desvió la ruta y, pistola en mano, lanzó al espacio a su guardián; poco después aterrizaba el aparato en Cuatro Vientos. Félix Urtubi, el soldado leal, lanzó un entusiástico ¡Viva la República! que repercutió en el aeródromo con las voces de muchos aviadores allí presentes. El nombre de Félix Urtubi quedó incorporado a la admiración nacional e incorporado el heroico sargento al frente republicano. En él ha repetido hechos heroicos. Cuatro o cinco aviones enemigos hubo de derribar; y cuando los testigos de tales proezas le señalaban los riesgos de su intrepidez, Urtubi replicaba con calma estoica: «¡No importa! ¡El día que haya de perder la vida llevaré por delante a mi enemigo!» No falló la profecía...
El pasado domingo tres trimotores bombardearon humildes casas de Santa Olalla. No hubo desgracias personales pero el enemigo gozó, una vez más, el sádico placer de hacer daño inútil. Félix Urtubi se elevó en un caza de condiciones deficientes, para castigar al enemigo. Cuando los perseguía aparecieron tres magníficos cazas de gran velocidad, que si no eran españoles superaban en condiciones muy modernas al que dirigía el aviador leal. Se entabló combate que un grupo de milicianos contemplaron con mirada atónita y honda emoción. Porfía desigual; el aparato de Urtubi luchaba en inferioridad notoria. De pronto el avión español tomó altura y se lanzó de improviso como un rayo sobre uno de los aviones extranjeros, cayendo los dos aparatos envueltos en llamas, El piloto extranjero se acogió al amparo del paracaídas, tomando tierra. El piloto español no eludió la muerte, cumpliendo su profecía y escribiendo una nueva página gloriosa en el historial del heroico Cuerpo.
Dolor y orgullo produce este hecho legendario. Dolor, por la muerte del héroe; orgullo, de raza. En esta magna tragedia de los aires son muchos los protagonistas. Bajo las alas que decoran el uniforme palpitan esforzados corazones, novios de la muerte, que se entregan, plenos de dramática efusión, al deber de servir a la patria. Cada Momento, un sacrificio; cada hora, un grave riesgo desdeñado; cada minuto, una amenaza de morir, y sin embargo, cada aviador es un epónimo siempre en los umbrales de la inmortalidad.
Así, ahora, el teniente heroico, al igual que luego otros de los caballeros del aíre, hacen que, para el recuerdo, sean la inmortalidad y la leyenda carne de realidad en las luchas de la Aviación española.
Ahora, 20 de septiembre de 1936
En torno a la lucha contra la sublevación fascista
Días pasados nuestro compañero José Quílez Vicente relataba en una crónica del frente de Extremadura la heroica hazaña de un abnegado aviador, que no dudó un instante en sacrificar su vida por la República con tal de derribar un aparato faccioso que volaba sobre las avanzadas leales. Se dijo que el piloto se llamaba Félix Urtubi; pero se ha comprobado que no era éste, sino don Carlos Colom Moliner, perteneciente a la Aeronáutica Naval, cuyo retrato publicamos con estas líneas como homenaje al glorioso piloto.
La Libertad, 3 de octubre de 1936
Declaración del piloto italiano Vicenzo Patriarca
Como anexo al Libro blanco acompañan las declaraciones prestadas por el piloto italiano Patriarca.
Después de referir su historia militar en Italia, dice que los tenientes Monico, Preti y Simonetti, que en España actúan como capitanes, le contrataron en un café de Torino y fue admitido en la casa Fiat. Luego salió en un buque carbonero de Italia hasta Melilla, donde desembarcó. En el buque venían aparatos desmontados. piezas de recambio, bencina, cartuchos y motores. También viajaban Monico, Preti, Simonetti y sus mecánicos, de los cuales tres regresaron a Italia después de montar los aparatos, y los otros tres están en Cáceres.
Desde Nador a Tetuán y Sevilla fueron en vuelo. Al tomar la barca fue detenido un comunista que quiso lanzar una bomba en la embarcación.
Habla luego de un aterrizaje en Puerto Alegre (Portugal) por causa de la niebla.
Dice que les órdenes para las operaciones aéreas las recibían de Moratti.
Luego cuenta su aterrizaje y captura, diciendo:
«Realizada una operación de reconocimiento. Me acompañaban Moratti y Zanni, que huyeron, Dos aparatos españoles me atacaron desde gran altura. Mis dos compañeros me abandonaron, y entonces yo empecé a disparar hacia los aparatos españoles. Me sentí mal, y no sé por qué vino el accidente. Vi entonces las alas de los aparatos españoles pasar rozando el mío, y al ocurrir el choque me lancé con el paracaídas, evitando el golpe. Entonces dominé mí confusión, creyendo que podría escapar, Entonces me di cuenta que disparaban sobre mi. Una vez en tierra, me arrestó un soldado.»
El aparato que pilotaba era un Fiat C. R. 31, y llevaba dos ametralladoras Breda, calibre 7,7.
Hizo tres transportes de aparatos Fiat desde Sevilla a Cáceres.
Los aparatos italianos y alemanes llegaban armados.
Añade que de Italia envían bombas de dos kilos, de las que se usan para la infantería. Son las mismas que se usaron en Abisinia. Los cartuchos de ametralladora que Italia usó en Abisinia, y que durante la gran guerra eran ingleses, se traen también a España. «He visto también ametralladoras Breda. Procedentes de Alemania he visto bombas de 50 y 100 kilos, incendiarias, y cartuchos para ametralladoras.
Los aparatos de bombardeo llevan radio. Los «cazas» no.
No da otros detalles sobre los restantes aparatos italianos y alemanes y, finalmente, expresa que ha sido objeto de buen trato durante su detención por las autoridades españolas.
Noticias de Gipuzkoa, 22 de enero de 2012
Aretxabaleta y su lazo con la aviaciónel libro sobre la guerra civil en el municipio está a la venta en arkupe La publicación que retrata los sucesos bélicos reserva un apartado al piloto republicano Félix Urtubi
Aretxabaleta y la aviación militar no son ajenos. Al contrario, en un periodo de la historia, no tan lejano, han intimado. Hay que retroceder hasta la Guerra Civil española para poder escarbar en la vida y hazañas de dos personajes vinculados al municipio: Juan Antonio Ansaldo y Félix Urtubi. No en vano, este último fue el primer aviador en el mundo que llevó a la práctica el llamado espolonazo. El precursor de los Kamikazes.
Éste y otros muchos episodios íntimamente ligados a la contienda del 36 protagonizan las páginas del libro Gerra Zibila Aretxabaletan. La Guerra Civil en Aretxabaleta. Ezin ahaztu!, que desde esta semana ya está a la venta en Arkupe, al precio de diez euros. La publicación, cuya puesta de largo tuvo lugar el pasado 29 de diciembre, está firmada por José Ramón Intxauspe, Arantza Berezibar, Aitor Antxia y Kepa Antxia.
"Su historia no tiene desperdicio; se podría hacer una película", considera Intxauspe. Se refiere al piloto de caza Félix Urtubi -nació en Elorrio de forma circunstancial en 1904-, hijo del farmacéutico aretxabaletarra Pablo Urtubi Errazquin y la arrasatearra Matilde Ercilla Aretxaga. Su pasión era volar, así que Félix Urtubi ingresó en el Arma de Aviación y obtuvo sus alas de piloto. "La sublevación militar le sorprendió destinado en una base del norte de Marruecos; republicano convencido, aprovechó un servicio para escapar de su base en poder de los rebeldes, matando a su escolta falangista y aterrizó en el aeródromo de Getafe, en zona republicana", recuerda Intxauspe.
Durante la guerra destacó por su valentía en la defensa de los alrededores de Madrid. El 13 de septiembre de 1936, a la edad de 32 años, murió heroicamente al lanzar su aparato contra uno de sus enemigos en el frente de Santa Olalla (Toledo).
Por su parte, Juan Antonio Ansaldo nació en Aretxabaleta (1901-1958) en el seno de una familia aristocrática; de hecho, su abuela portaba el apellido Otalora, "ilustre linaje de esta localidad". A pesar de su lucha para derrocar a la República, Ansaldo, un ardiente monárquico, "se sintió desengañado al no favorecerse la vuelta de la monarquía una vez concluida la guerra. Se convirtió en el pertinaz enemigo de Franco y sus descaros ante el dictador le obligaron a un exilio voluntario hasta el final de sus días", cuenta Intxauspe.
memoria histórica Casi 500 páginas y un centenar de fotos dotan de contenido al libro del que se han editado un millar de ejemplares. "Nuestro objetivo ha sido recuperar la historia local de nuestro pueblo estudiando el periodo de gobierno de la II República y el impacto de la Guerra Civil. Era nuestro interés sumarnos a las reivindicaciones hechas por los grupos que trabajan por la recuperación de la memoria histórica y aportar nuestro granito de arena", manifiestan los autores.
La sociología política y el desarrollo de los distintos comicios electorales de la recién estrenada República hasta los orígenes del Golpe; la vida cotidiana de Aretxabaleta en los años 30, abordando cuestiones sociales, culturales, laborales o políticas de una población de 2.500 habitantes; los acontecimientos bélicos (el movimiento revolucionario del 34, la represión franquista, las 78 víctimas independientemente de su ideología y bando...), además de una recopilación de hemeroteca sobre los artículos relacionados con la localidad ambientan la publicación.
El proyecto inició su andadura en 2006 gracias a una beca concedida por Eusko Ikaskuntza y el Consistorio. Han sido cinco intensos años que han alumbrado un exhaustivo trabajo de consulta indispensable para profundizar en una historia cercana.
El Diario Vasco, 30 de enero de 2012
Ases del aire de Aretxabaleta
Félix Urtubi y Juan Antonio Ansaldo fueron dos pioneros de la aviación militar en España. Un volumen recién publicado sobre la Guerra Civil recoge las biografías de estos dos personajes
Félix Urtubi Ercilla y Juan Antonio Ansaldo Vejarano tenían dos cosas en común: su origen atxabaltarra y su carrera en el Ejército del Aire. Pero la camaradería de estos dos pioneros de la aviación militar española terminaría abruptamente el 18 de julio de 1936. A partir de aquel fatídico día los dos pilotos atxabaltarras se enrolarían en bandos enemigos, encarnando la lucha fratricida que durante tres años librarían nacionales y republicanos.
No hay constancia de que ambos militares fueran amigos, ni siquiera conocidos. José Ramón Intxauspe ha rescatado las biografías de Ansaldo y Urtubi en un libro recién publicado bajo el título 'La Guerra Civil en Aretxabaleta. Ezin ahaztu!', editado por Eusko Ikaskuntza y el Ayuntamiento. Este volumen es el fruto de cinco años de investigación coordinada por Intxauspe y en la que también han participado Arantza Berezibar y los hermanos Aitor y Kepa Antxia.
Sus páginas recorren un itinerario histórico que arranca con el advenimiento de la II República (Arantza Berezibar), prosigue con la descripción de la vida cotidiana en el Aretxabaleta de los años 30 (Aitor Antxia) y culmina con el relato de la conflagración bélica en la localidad (José Ramón Intxauspe).
Entre los participantes más significados en aquella conflagración estaban Ansaldo y Urtubi. El primero, además por otras muchas hazañas aéreas, ha pasado a la posteridad por ser el piloto del vuelo en el que se estrelló el general José Sanjurjo cuando el 20 de julio partía de Portugal con destino a Burgos para asumir el mando de la sublevación contra la República. Ansaldo sobrevivió pese a resultar gravemente herido.
Quien no tuvo tanta fortuna fue Urtubi, muerto heroicamente el 13 de septiembre de 1936 tras convertirse en el primer aviador que ponía el práctica el llamado 'espolonazo'. Esta acción, precursora de los temidos kamikazes japoneses, consiste en embestir la aeronave enemiga de forma suicida para abatirla.
Félix Alejandro Urtubi Ercilla, hijo y nieto de farmacéuticos, nació en Elorrio en 1904. Heredó el nombre de su abuelo, quien siendo alcalde de Aretxabaleta proclamó la I República en 1868. Su madre, Matilde Ercilla Aretxaga, era natural del barrio Udala.
El joven Félix no siguió la tradición boticaria familiar e ingresó en el Arma de Aviación, donde «destacó desde sus inicios por su arrojo y determinación» escribe Intxauspe. Su espíritu luchador quedó patente en que, con ocasión de un concurso de patrullas aéreas, «se vio obligado a tomar tierra por avería del radiador. Ni corto ni perezoso, se echa el radiador al hombro y recorre los siete kilómetros que le separaban de la población más cercana. Allí, soldó el radiador y volvió de igual forma para montarlo y salir nuevamente en vuelo».
Félix Urtubi (1904-1936), de uniforme a la izquierda, el día que recibió las alas de aviador acompañado de sus hermanas Mª Josefa, Mª Luisa y Carmen, y de su hermano José en una foto sin fechar.
Pero ni las averías mecánicas ni los accidentes como el sufrido en 1933 en Chantada (Lugo) junto a su mecánico, donde tras un aterrizaje de emergencia el aparato «quedo milagrosamente colgado de un roble», socavan el espíritu del aviador atxabaltarra.
18 de julio de 1936
El 18 de julio de 1936, fecha de la sublevación contra la República, sorprendió a Urtubi destinado en una base al Marruecos. «El alzamiento le coge en el escenario menos deseado para él, dentro de la zona rebelde» relata Intxauspe.
A los pocos días le ordenan realizar servicios que iban desde Tetuán a Sevilla, pilotando un Breguet XIX. Los oficiales sublevados que controlaban los aeródromos no se fiaban de las inclinaciones políticas de los pilotos de tropa, y por consiguiente «ponían en el puesto de observador a un escolta para velar por sus servicios». Finalmente, a pesar de la vigilancia a que estaba sometido, Urtubi logró apoderarse de una pistola.
«Al día siguiente, Urtubi y su guardián, un oficial del Tercio, ponen rumbo a la Península, presumiblemente con destino a Burgos. Urtubi lleva oculta la pistola y al sobrevolar el Estrecho de Gibraltar dispara contra su guardián dejándole sin vida. Sin perder tiempo y con mucha sangre fría pone rumbo a su aparato hacia la zona republicana. Cuatro horas más tarde aterriza en el aeródromo de Getafe para unirse a las fuerzas gubernamentales».
No pasó mucho tiempo antes de que el sargento Urtubi fuera enviado a misiones de combate, y el 18 de agosto su Hawker Fury era derribado en el cielo de Extremadura por un Heinkel He 51 alemán.
El general Hidalgo de Cisneros, jefe de la aviación republicana, escribió: «todos dábamos a Urtubi por muerto, y para nuestra aviación fue un verdadero día de luto. Una semana más tarde avisaron que en nuestras líneas habían cogido a un aldeano con un burro que 'debe ser un espía que dice ser un aviador'. Era Urtubi».
Al incendiarse su aparato, se lanzó en paracaídas. Pasó varios días escondiéndose de día y caminando de noche, robó ropa tendida, se apoderó de un burro y, haciéndose pasar por campesino, llegó hasta las líneas republicanas, donde «faltó poco para que le fusilaran por espía».
Muerte heroica
Su último gesto de valentía y heroicidad llegaría el 13 de septiembre de 1936. «Ante el avance faccioso del general Yagüe para conquistar Madrid, efectúa un vuelo de reconocimiento con un Nieuport 52. sobre el frente de Santa Olalla (Toledo). Le sale al encuentro una patrulla de tres aviones Fiat CR.32 italianos pertenecientes a la Aviazione Legionaria, entablándose el combate. La superioridad en número y las mejores prestaciones de los Fiat no arredró a Urtubi en tan desigual lucha. Logró derribar a uno de sus oponentes pero finalmente, viéndose perdido y sin municiones, se abalanzó sobre uno de los aparatos italianos logrando embestirlo y precipitándose los dos aviones en llamas al suelo. El piloto italiano logró lanzarse en paracaídas en el último instante».
La prensa republicana saludó esta proeza heroica con gran alarde tipográfico: 'Gloriosa muerte de un caballero del aire' (La Libertad); 'El gesto maravilloso de un aviador republicano'. (La Voz); Ha muerto un héroe. El teniente Urtubi, gloria de la Aviación popular (El Sol).
Tenía 32 años de edad y la graduación de teniente. Estaba casado con Mª Cruz Robla Román y tenían una hija, Matilde, nacida en 1933.
De la familia Otalora
Juan Antonio Ansaldo (1904-1958) nació en Aretxabaleta en 1901 por empeño de su padre Francisco Ansaldo Otalora, abogado y diputado a Cortes, descendiente por parte materna de los Otalora que regentaban la casa de baños del mismo nombre. Juan Antonio era el cuarto de seis hermanos de una aristocrática familia de inquebrantables convicciones monárquicas. Ingresó en el Arma de Aviación en 1923 con el empleo de teniente y su bautismo de guerra le llegaría con la guerra de Marruecos.
Una heroica acción realizada al año siguiente contra las fuerzas de Abd el Krim, en la que resultaron heridos de bala tanto él como su observador, le granjearon la Gran Cruz Laureada de San Fernando, impuesta por Alfonso XIII en persona. Aretxabaleta le nombró hijo predilecto, y en los 'andramaris' de 1927 se le rindió homenaje con una comida en la Fonda Garciaetxabe y se le dio su nombre a la plaza situada entre la parroquia y el palacio Otalora.
Con el advenimiento de la República en 1931, el comandante Ansaldo se ve en el dilema de abandonar su carrera militar o mantener la fidelidad a sus ideales monárquicos. «Así pues, se da de baja en el Ejército y entra directamente a conspirar contra la República» escribe Intxauspe.
Ansaldo asume un especial protagonismo en los primeros compases del alzamiento de julio de 1936. El 19 de julio se traslada desde Pau a Pamplona al delegado jefe del partido tradicionalista Fal Conde. Allí les recibe el general Mola, y le ordena a Ansaldo que vaya inmediatamente a Estoril (Portugal) a recoger al general Sanjurjo para que se haga cargo de la jefatura del Movimiento Nacional. El 20 de julio, se disponen a despegar pero la niebla retrasa la partida, y se ven obligados a salir desde el campo de la Marinha de Cascais. Durante el despegue llega la fatalidad, el pequeño aeroplano capotea y acaba estrellándose. El general Sanjurjo muere y Ansaldo sale mal herido.
Una vez restablecido, Ansaldo fue destinado a la Fuerzas Aéreas del Norte con base en Burgos. «Efectuó más de 650 horas de vuelo entre reconocimientos, bombardeos y ametrallamientos». En su hoja de servicios incluye los bombardeos de San Sebastián, Pasajes, Legutiano, Mondragón....
Antifranquista
Pero además de medallas y reconocimientos, Ansaldo también recibió castigos por sus opiniones monárquicas. En 1938 llegó a manifestar que estaba dispuesto a ir a buscar al Príncipe a Italia para llevarle a Pamplona y proclamarle Rey. Este comentario llegó a oídos de Franco, que montó en cólera y ordenó su arresto inmediato.
A partir de 1940 no dejó de conspirar, esta vez contra Franco, en su obsesiva misión de ver reinstaurada la monarquía. Ansaldo echa un pulso al entramado franquista dándose de baja, aduciendo dolencias derivadas de sus antiguas lesiones de guerra. La situación se lleva hasta las últimas consecuencias y es condenado a seis meses de encierro por desobediencia.
El último golpe de efecto de Ansaldo es su fuga y huida al exilio en Portugal con la consiguiente expulsión del Ejército.
Pasará sus últimos años exiliado en San Juan de Luz, donde escribió un libro devastador, mordaz titulado '¿Para qué...? Desde Alfonso XIII a Juan III' cargado de críticas contra el franquismo. Prohibido en España, el volumen fue publicado en Buenas Aires a través de la Editorial Vasca Ekin por mediación de prohombres del PNV como Manuel de Irujo y Telesforo Monzón. Ni republicano ni nacionalista, Ansaldo «es un derrotado espiritual que opta por el exilio al no comulgar con la ideología franquista. Es autor de una de las obras más interesantes sobre España en torno a la Guerra Civil» afirma José Ángel Ascunce, de la Univesidad de Deusto.
Ansaldo fue enterrado en el año 1958 en el panteón familiar de Baiona.
Deia, 8 de octubre de 2017
Un vasco, precursor de los kamikazes japoneses
La aviación republicana considera al teniente elorriarra Félix Urtubi Ercilla como el primer piloto que derribó a un avión enemigo mediante la técnica del espolonazo
La poco conocida biografía del aviador republicano Félix Urtubi Ercilla ha sido heredada con tono grandilocuente y laudatorio como personaje histórico, mítico. Hay quien se aventura a calificarle como el primer piloto kamikaze de la historia porque murió en combate cuando, tras ser tocado, decidió mediante la acción del espolonazo derribar al aeroplano fascista contrario. Tenía 32 años. Ocurrió tan solo un mes después de estallar la Guerra Civil. Al de pocos años, Japón llevaría a cabo esa práctica de forma habitual contra los estadounidenses en días de la Segunda Guerra Mundial.Félix Alejandro nació en Elorrio en 1904 y fue vecino de Arrasate y de Aretxabaleta, municipio del que su abuelo fue, además de filósofo licenciado y boticario, alcalde. De hecho, se le reivindica como el regidor que proclamó la Primera República en la localidad guipuzcoana en el siglo XIX. De su abuelo heredó no solo el apellido, sino también el nombre de pila.Urtubi era descendiente de una saga de farmacéuticos atxabaltarras, ése fue el caso de su padre Pablo Urtubi Errazquin. Su madre, Matilde, sin embargo, era de Udala. Ya a una edad temprana, quiso ser aviador. El matrimonio vivía en Arrasate, en la calle Iturriotz. El miembro de Intxorta 1937 Kultur Taldea, José Ramón Intxauspe, estudió su figura y ha publicado el resultado en el libro Gerra Zibila Aretxabaletan. Ezin ahaztu! En el mismo recoge que Urtubi ingresó en “el Arma de Aviación, destacando desde sus inicios por su arrojo y determinación. Durante su periodo de instrucción como cabo piloto ya dejó entrever su espíritu luchador”, valora.
Con motivo de un concurso de patrullas y encuadrado en el Grupo 33 de Burgos se vio obligado a tomar tierra por avería del radiador. “Ni corto ni perezoso se echó el radiador al hombro y recorrió los kilómetros que le separaban de la localidad más cercana. Allí soldó el radiador y volvió de igual forma para montarlo y salir nuevamente en vuelo”, relata el historiador. Tras numerosas hazañas, su carácter le llevó a que le abrieran un expediente al considerar que “no cumplió correctamente con un servicio ordenado”, analiza Intxauspe. Por este motivo, le enviaron a Marruecos. De Getafe debió trasladar al general Cabanellas.
El 18 de agosto de 1936, día del golpe de Estado de militares españoles contra la Segunda República, Urtubi estaba en la base de Tetuán. “La guerra le coge en el escenario menos deseado para él -republicano como era-, dentro de la zona rebelde”, agrega Intxauspe.
Al guipuzcoano le envían a Sevilla, pero por su posicionamiento republicano le ponen un escolta en la parte trasera. Urtubi llevó oculta una pistola y al sobrevolar el Estrecho de Gibraltar disparó contra su guardián Juan Miguel de Castro Gutiérrez, dejándole sin vida. “Sin perder tiempo y con mucha sangre fría pone rumbo a su aparato hacia zona republicana”, tras lo que aterrizó en Getafe.
El 18 agosto su avioneta fue derribada en Extremadura por un piloto nazi. Le dieron por muerto cuando Urtubi había saltado en paracaídas y se internó en los montes donde por poco lo fusilan. Llegado a zona gubernamental, con el avance faccioso del general Yagüe para conquistar Madrid efectuó un vuelo de reconocimiento sobre Toledo. Le salió al encuentro una patrulla de tres aviones fascistas italianos. “Urtubi -relata Intxauspe-, en tan desigual lucha, logró derribar a uno de sus oponentes pero finalmente, viéndose perdido sin municiones, se abalanzó sobre uno de los aparatos italianos logrando embestirlo y precipitándose los dos aviones en llamas al suelo”.
Ascendido a capitán “Su final estaba escrito, ya que lo había anunciado con anterioridad a sus camaradas: “El día que no pueda hacer otra cosa perderé la vida; pero no se me escapará el avión enemigo”, agrega el de Intxorta 1937. Intxauspe también le reconoce como el primer kamikaze por llevar a la práctica el llamado espolonazo. “Fue el precursor de los kamikazes. No pasó inadvertida esta proeza heroica para los corresponsales de la prensa republicana madrileña, titulando sus artículos con frases como Gloriosa muerte de un caballero del aire. El teniente aviador Urtubi ha muerto como mueren los héroes”.
Murió a los 32 inviernos con graduación de teniente y ascendido con carácter póstumo a capitán. Estaba casado con María Cruz Robla Román y tenían una hija de tres años, Matilde (1933), nombre de su madre. El también componente de la asociación Intxorta 1937 considera a Urtubi “uno más entre tantas personas que han quedado ocultas por el paso del tiempo”.
Muga Kultura, 9 de octubre de 2017
¿Fue el aviador republicano de Elorrio Félix Urtubi el primer kamikaze de la historia?
La aviación republicana considera al teniente republicano nacido en Elorrio y residente en Arrasate y Aretxabaleta «héroe» y primer piloto que derribó a un avión enemigo mediante la técnica del espolonazo
La poco conocida biografía del aviador republicano Félix Urtubi Ercilla ha sido heredada con tono grandilocuente y laudatorio, como personaje histórico, mítico. Hay quien se aventura a calificarle como el primer piloto kamikaze de la historia porque murió en combate cuando tras ser tocado decidió mediante la acción del espolonazo derribar al aeroplano fascista contrario. Tenía 32 años. Ocurrió tan solo dos meses después de estallar la Guerra Civil: el 13 de septiembre de 1936. Pocos años después, Japón llevaría a cabo esa práctica contra los estadounidenses en días de Segunda Guerra Mundial.
Félix Alejandro nació en Elorrio en 1904 y fue vecino de Arrasate y de Aretxabaleta, municipio del que su abuelo fue además de filósofo licenciado y boticario, alcalde y a quien se reivindica como regidor que proclamó la Primera República en la localidad guipuzcoana en el siglo XIX. De él, heredó no solo el apellido, sino también el nombre de pila.
Urtubi era descendiente de una saga de farmacéuticos atxabaltarras, caso de su padre Pablo Urtubi Errazquin. Su madre, Matilde, sin embargo, era de Udala. Ya a edad temprana, quiso ser aviador. El matrimonio vivía en Arrasate, calle Iturriotz. El miembro de Intxorta Kultur Taldea, José Ramón Intxauspe, estudió su figura y la ha publicado en el libro ‘Gerra Zibila Aretxabaletan. Ezin ahaztu!’.
Espíritu luchador
Él recoge que Urtubi ingresó en el «Arma de Aviación destacando desde sus inicios por su arrojo y determinación. Durante su periodo de instrucción como cabo piloto ya dejó entrever su espíritu luchador», valora.
Con motivo de un concurso de patrullas y encuadrado en el Grupo 33 de Burgos se vio obligado a tomar tierra por avería del radiador. «Ni corto ni perezoso se echó el radiador al hombro y recorrió los kilómetros que le separaban de la localidad más cercana. Allí soldó el radiador y volvió de igual forma para montarlo y salir nuevamente en vuelo».
Tras numerosas hazañas, su carácter le llevó a que le abrieran un expediente al considerar que «no cumplió correctamente con un servicio ordenado», analiza Intxauspe. Por ello, le enviaron a Marruecos. De Getafe debió trasladar al general Cabanellas.
En Tetuán
El 18 de agosto de 1936, día del golpe de Estado de militares españoles contra la Segunda República, Urtubi estaba en la base de Tetuán. «La guerra le coge en el escenario menos deseado para él -republicano- dentro de la zona rebelde», agrega Intxauspe.
Al guipuzcoano le envían a Sevilla, pero por su posicionamiento republicano le ponen un escolta en la parte trasera. Urtubi llevó oculta una pistola oculta y al sobrevolar el Estrecho de Gibraltar disparó contra su guardián Juan Miguel de Castro Gutiérrez dejándole sin vida. «Sin perder tiempo y con mucha sangre fría pone rumbo a su aparato hacia zona republicana». Aterrizó en Getafe.
El 13 de septiembre de aquel mismo año su avioneta fue derribada en Extremadura por un piloto nazi. Lo dieron por muerto cuando Urtubi había saltado en paracaídas y se internó en los montes donde por poco lo fusilan. Llegado a zona gubernamental, con el avance faccioso del general Yagüe para conquistar Madrid efectuó con su Breguet un vuelo de reconocimiento sobre Toledo.
Le había salido al encuentro una patrulla de tres aviones fascistas italianos. «Urtubi -relata Intxauspe- en tan desigual lucha logró derribar a uno de sus oponentes pero finalmente viéndose perdido sin municiones se abalanzó sobre uno de los aparatos italianos logrando embestirlo y precipitándose los dos aviones en llamas al suelo».
Precursor
«Su final estaba escrito lo había anunciado con anterioridad a sus camaradas: “El día que no pueda hacer otra cosa perderé la vida; pero no se me escapará el avión enemigo”, agrega el de Intxorta 1937. Intxauspe también le reconoce como primer kamikaze por llevar a la práctica el llamado «espolonazo. Fue el precursor de los kamikazes. No pasó inadvertida esta proeza heroica para los corresponsales de la prensa republicana madrileña titulando sus artículos con frases como: «Gloriosa muerte de un caballero del aire. El teniente aviador Urtubi ha muerto como mueren los héroes».
Murió a los 32 inviernos con graduación de teniente y ascendido con carácter póstumo a capitán. Estaba casado con María Cruz Robla Román y tenían una hija de tres años, Matilde (1933), nombre de su madre. El también componente de la asociación Intxorta 1937, Juan Ramón Garai, considera a Urtubi «uno más entre tantas personas que han quedado ocultadas con el paso del tiempo».
El primer kamikaze fue un piloto republicano publicado en Guerra en Madrid el 23 de febrero de 2023
Aunque había nacido en Vitoria, al sargento Félix Urtubi la guerra le sorprendió en África. En julio de 1936 estaba destinado en una base aérea cercana a Tetuán, escenario en el que Franco comenzó la sublevación. Pese a su juventud, tenía 30 años, había participado en algunas acciones bélicas en los años veinte en Marruecos.
Tras producirse la sublevación, al piloto Urtubi le ordenaron trasladar a Burgos en su avión a un teniente de tercio del estado mayor. Los sublevados, eran muy celosos con la seguridad de sus vuelos y antes de subir a bordo, Urtubi fue registrado por un legionario para comprobar que no llevaba ningún tipo de arma que pudiera utilizar contra su superior, el teniente. En esta ocasión, Urtubi consiguió introducir en el aeroplano una pequeña pistolita escondida entre sus partes.
El avión despegó con normalidad y después de veinte minutos de vuelo, nuestro protagonista propuso a su acompañante (el teniente de tercio) no hacer caso a las órdenes de sus superiores y en lugar de trasladarse a Burgos, viajar directamente a Madrid para ponerse al servicio de la República. El teniente se opuso completamente y amenazó a Urtubi con hacerle un consejo de guerra en cuanto aterrizaran. Se produjo una acalorada discusión y sobrevolando el estrecho de Gibraltar, el sargento disparó a quemarropa al teniente matándole en el acto.
Pasadas las diez de la noche del 20 de julio, el Breguet 19 que pilotaba Urtubi aterrizó en el aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid). Al bajarse del avión, el militar vitoriano comprobó que la base aérea estaba en poder de la República y acto seguido se puso a las órdenes directas de los máximos responsables.
La llegada de Urtubi a Cuatro Vientos fue reflejada como una hazaña heroica por la prensa de la época. En poco tiempo, se consolidó como uno de los pilotos más brillantes de la fuerza aérea republicana. En la zona franquista, Urtubi empezó a ser conocido como el Diablo Rojo. Por méritos de guerra fue ascendido a teniente hasta que el 18 de agosto del 36, un mes después de empezar la contienda, fue derribado por un avión alemán en el frente de Extremadura. El ya teniente del ejército republicano consiguió saltar en paracaídas cayendo en una zona boscosa en manos de los sublevados.
Durante cuarenta y ocho horas, Urtubi se escondió entre los montes extremeños huyendo de las partidas nacionalistas que buscaban evadidos republicanos. Hidalgo de Cisneros, jefe de la aviación republicana, relató en sus memorias la hazaña de Urtubi en Extremadura:
Félix se pasaba escondido el día y caminaba por la noche. En las afueras de un pueblo, pudo apoderarse de unos pantalones y de algunas prendas que estaban puestas a secar por unos campesinos. Vestido con ellas y llevando del rozal a un burro con carga de paja, que también se agenció, atravesó el campo rebelde y llegó a nuestras líneas. Faltó poco para que nuestros propios milicianos le fusilaran por espía. Contactaron personalmente conmigo para comprobar si ese campesino que había entrado en nuestra zona era realmente un piloto de los nuestros o un faccioso.
Desconocemos como regresó a Madrid, pero sí que sabemos que el 24 de agosto Urtubi estaba en la capital reincorporándose al servicio activo. Hidalgo de Cisneros volvió a recordar en sus memorias, que una semana después de incorporarse de nuevo a la aviación republicana en Cuatro Vientos, nuestro protagonista volvió a ser abatido aunque en esta ocasión consiguió saltar en paracaídas y caer en zona gubernamental.
El 13 de septiembre de 1936 cuando estaba efectuando un vuelo de reconocimiento por el frente de Talavera con otro bombardero Nieuport fue atacado por una escuadrilla de tres Fiat italianos liderados por el capitán García Morato. Junto a él, las otras dos naves eran pilotadas por los italianos Giri y Boccocolari. Hidalgo de Cisneros recordaba:
Los Fiat se lanzaron como pájaros de presa sobre aquel Nieuport solitario decididos a no dejarle escapar.
Durante el combate sabemos que Urtubi derribó a uno de los aviones italianos hasta quedarse sin munición. Consciente de que su avión era mucho más lento que el de sus adversarios, el piloto republicano decidió chocar contra uno de sus perseguidores.La prensa republicana de la época recoge el combate de la siguiente manera (La Voz, septiembre 1936)
Fue el domingo, en el frente de Talavera, cuando Urtubi luchó contra un avión enemigo. Curvas acentuadas, descensos arriesgadísimos y elevaciones verticales con el tableteo de las ametralladoras. Abajo, en la tierra, un grupo de milicianos contemplaban emocionados la lucha. Su caza se elevó contra el aparato enemigo, después provocó el choque contra él. Los dos aviones cayeron al suelo envueltos en llamas.
El problema que tenían los aviones que pilotaban los aviadores republicanos como Urtubi era su facilidad para incendiarse. Los SB-2, tras ser alcanzados en el aire eran propensos a saltar por los aires ya que sus depósitos de combustible no iban blindados, así que terminaban convertidos en una bola de fuego.
Urtubi murió carbonizado dentro de su aparato. No había podido saltar ni siquiera en el paracaídas. Murió matando, como él siempre había dicho. Desde que empezó la guerra el piloto vitoriano dijo en más de una ocasión públicamente: “El día que no pueda hacer otra cosa, perderé la vida pero no se me escapará el avión enemigo”. El piloto italiano contra el que se estrelló el teniente Urtubi consiguió salir con vida del combate. A duras penas saltó en paracaídas y al llegar a tierra, al pensar que estaba en zona franquista, dijo “Soy italiano. Viva Franco”. Grave error. Los soldados que le apuntaban no eran nacionalistas sino todo lo contrario. Fue encerrado en la cárcel de San Antón y juzgado por rebelión.
De esta manera, Urtubi se convirtió en el primer kamikaze de la historia. Años después, los japoneses practicarían este modo de concebir la guerra contra los acorazados norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial.
Su cuerpo fue sepultado con honores militares en el cementerio de un pequeño pueblo cercano a Talavera de la Reina. Se había convertido en el primer héroe de la aviación republicana y ahora desde www.guerraenmadrid.com sacamos su nombre del anonimato.
La muerte heroica de Felix Urtubi no fue ni mucho menos la única de la Guerra Civil. Muchísimos pilotos brillantes de los dos bandos murieron como consecuencia de una guerra despiadada y cruel. Anaias San Juan era amigo íntimo de Felix Urtubi antes de la guerra. El alzamiento le sorprendió en zona nacionalista y se pasó al bando republicano en noviembre de 1936 protagonizando una gesta similar a la de su amigo. Hasta esa fecha, San Juan había servido como brigada aviador en el bando franquista en una escuadrilla de Junkers alemanes. Al igual que Urtubi, este militar aprovechó un descuido de sus superiores y aterrizó en el aeropuerto de Alcalá de Henares procedente de Burgos.
Durante el resto de tiempo que duró la guerra ejerció como segundo jefe de grupo 24, al frente de los katiuskas soviéticos. Ya defendiendo los ideales republicanos tuvo un enfrentamiento directo con el as de la aviación franquista, Joaquín García Morato en Jaen. Fue un 2 de enero de 1937 cuando García Morato ametrallo su katiuska matando a su observado, Celso González y al suboficial encargado de la ametralladora, Julián Fuentes. Tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en un olivar de Andújar sin tren de aterrizaje y con más de 100 impactos de bala en todo el aeroplano. A pesar de todo, logró salir ileso.
Al terminar la guerra se exilió en Casablanca hasta que en 1940 logró marcharse a México en un barco con bandera francesa. En el país americano continuó ejerciendo como piloto civil en las líneas aéreas mexicanas hasta que un problema de vista le apartó de su pasión; volar. Su hijo también se dedicó a la aviación civil y Anaias llegó a compartir con él algún vuelo conjunto.Los compañeros de escuadrilla durante la guerra le apodaban el ‘el penitas’. Murió en la capital mexicana en 1985.
El Correo, 17 de marzo de 2024
Crimen sobre el Estrecho: el aviador de Elorrio que se convirtió en héroe de la República
La historia del piloto vasco Felix Urtubi, quien desertó del bando fascista para convertirse en uno de los mejores pilotos de la Guerra Civil
El 26 de julio de 1936 el estrecho de Gibraltar fue escenario de un drama que refleja lo que es una guerra civil y en el que el protagonista fue el piloto vasco Félix Urtubi. Mientras sobrevolaban el mar, Urtubi tiroteó a su acompañante, el teniente de Regulares Juan Miguel de Castro Gutiérrez, hasta acabar con su vida. Este crimen permitió a Urtubi, al que el golpe de Estado había sorprendido en el bando faccioso, pasarse al bando de la República y convertirse en uno de los 'ases de la aviación' de los leales al Gobierno democrático. No solo se convertiría en un héroe, sino que tendría una muerte épica, inmolándose tras ser atacado, mientras sobrevolaba Talavera.
Félix Urtubi fue uno de los aviadores vascos más heroicos de la República. Nació en Elorrio en 1904, en el seno de una familia de farmacéuticos, aunque según algunas fuentes su familia procedía de la localidad guipuzcoana de Aretxabaleta, donde residía en la calle Otálora. En cuanto tuvo edad para ingresar en el Ejército, el joven se incorporó al arma de aviación. En 1936, cuando se produjo el golpe de Estado, Urtubi estaba destinado en la localidad marroquí de Tetuán, dentro del despliegue del Ejército español en el Protectorado de Marruecos.
Félix Urtubi Ercilla (Elorrio, 19041- Madrid, 13 de septiembre de 1936) fue un legendario piloto de caza republicano de la Aviación Militar española durante la guerra civil española. Era sargento.2
Actividad durante la Guerra Civil
El 20 de julio de 1936 se presentó en el Aeródromo de Getafe procedente de Marruecos pilotando un Breguet 19, portando en el puesto de atrás el cadáver de un oficial, a quien había matado en vuelo de un tiro en el cuello. Al aterrizar en Getafe bajó a tierra con la pistola en la mano preguntando si el aeródromo era leal o sublevado, dispuesto a liarse a tiros si era sublevado.
El 18 de agosto de 1936, el Hawker Spanish Fury del sargento Urtubi fue derribado en Extremadura por un Heinkel He 51 alemán. Saltó en paracaídas y se internó en los montes. Logró pasar a la zona gubernamental disfrazado con ropas de campesino y tirando del ronzal de un burro.
Murió combatiendo en la Batalla de Madrid el 13 de septiembre de 1936. Fue el primer aviador militar del mundo en derribar un avión enemigo mediante el espolonazo, es decir, golpeándolo directamente, por lo que es considerado "precursor de los kamikaze japoneses". Pilotaba un Nieuport-Delage 52 contra tres Fiat CR-32 italianos. Derribó a uno y agotadas las municiones se lanzó contra otro, pilotado por Vincenzo Patriarca, un italoestadounidense enrolado en las filas franquistas. Urtubi murió mientras Patriarca logró salvarse al lanzarse en paracaídas, y después de ser interrogado por Hidalgo de Cisneros, que comentó el lance a la prensa republicana, se salvó del fusilamiento gracias a su pasaporte norteamericano.
Teniente de aviación vasco. Al estallar la guerra de 1936, era sargento piloto destinado a Marruecos. Utilizado en los primeros momentos como piloto por los nacionales, era acompañado en sus vuelos por un oficial a punta de pistola. Consiguió abatirle un día, presentándose al mando republicano en el aeródromo madrileño de Getafe. Durante la retirada de Talavera (Toledo) en septiembre de 1936 murió al ser derribado su avión. Al incendiarse su aparato, Urtubi pudo lanzarse con su paracaídas, llegando a un lugar despoblado. Salió en dirección de los montes más cercanos, adonde consiguió llegar, sin ser visto, cuando ya oscurecía.
Pasó varios días escondiéndose de día y caminando de noche, comiendo lo que le daban los pastores. Un día, en las cercanías de un pueblo, vio ropa tendida, consiguió apoderarse de unos pantalones y una zamarra de campesino. Vestido con estas ropas y acompañado de un burro, del que también logró apoderarse en las cercanías de otro pueblo, junto con una carga de paja, pudo recorrer durante tres días el campo ocupado por los rebeldes y llegar a las líneas republicanas. Al intentar cruzar el frente de noche, faltó poco para que lo fusilaran por espía. A la mañana siguiente de su llegada prestaba otra vez servicio, negándose a disfrutar un solo día de descanso. Tomó parte en innumerables combates, siendo derribado de nuevo, cayendo esta vez en líneas amigas sin novedad.
Se le atribuyó el derribo de doce aparatos enemigos. En los momentos más angustiosos del avance faccioso sobre Madrid, partió para efectuar un vuelo de reconocimiento, y a punto ya de regresar a su base, le salió al encuentro una escuadrilla de seis aviones Fiat. Pilotaba un aparato de caza Nieuport. Durante el desigual combate consiguió derribar a uno de los Fiat; siguió luchando con los cinco restantes hasta que se le acabaron las municiones y con el aparato acribillado a balazos se lanzó sobre el Fiat que tenía más cercano, al cual consiguió embestir y derribar. En el encuentro cayó Urtubi, esta vez para no volver. La descripción de este último combate fue hecha por escrito y firmada por el piloto italiano contra el cual fue a chocar su avión, y que pudo salvarse en paracaídas yendo a caer con una pierna rota, expresando su admiración por el piloto del Nieuport que le había embestido con su aparato, después de haber agotado su munición.
Ref. Euzko Deia, 260 (15-04-1947).
El 13 de septiembre de 1936, una patrulla de Aeronáutica Naval Vickers Vildebeests llegó a Getafe procedente de Los Alcázares para reforzar a los Breguet XIX supervivientes del Grupo Nº 31. Con rumbo al frente de Talavera de la Reína, y escoltada por dos Ni-H.52 pilotados por teniente Félix Urtubi Ercilla (ex piloto nacionalista) del Grupo de Caza Nº 11 y piloto naval auxiliar Colom, los Vildebeests fueron interceptados de madrugada por tres CR.32 liderados por el capitán Joaquín García Morato y los sargentos italianos Lino Baschirotto y Vincenzo Patriarca.
Los bombarderos lograron escapar pero Baschirotto rápidamente derribó uno de los Ni-H.52. El piloto republicano, el teniente Félix Urtubi Ercilla, se estrelló en el bando nacionalista y nunca se recuperó su cuerpo ni se encontraron los restos de su avión. Urtubi Ercilla fue ascendido póstumamente a capitán.
Patriarca, por su parte, se involucró en combate con un segundo Ni-H.52 con el que chocó. El piloto republicano, Moliner de Aeronáutica Naval, murió y los restos calcinados de su cuerpo fueron recuperados e identificados por sus compañeros de escuadrón. Patriarca, sin embargo, logró lanzarse en paracaídas. Nada más llegar a tierra fue capturado por las tropas republicanas y sólo se salvó de una ejecución sumaria mostrando su pasaporte americano. Posteriormente fue encarcelado y condenado a muerte. Debido al revuelo causado por la captura de un ciudadano estadounidense, el Departamento de Estado de Estados Unidos presionó con éxito al gobierno republicano y Patriarca fue liberado y enviado de regreso a Estados Unidos en noviembre de 1936. El CR.32 de Patriarca fue el único perdido en combate durante septiembre-Octubre de 1936.
Pronto corrió la leyenda de que fue Félix Urtubi Ercilla quien chocó con la aeronave del Patriarca (quizás por su ilustre pasado). Tras la difusión de un breve comunicado, los corresponsales de guerra del Gobierno pidieron que se hiciera público el nombre del aviador implicado para que “todo el pueblo español se lo grabe en el corazón” .
Al día siguiente los periódicos republicanos nombraron al teniente Félix Urtubi Ercilla, e intentaron dar más detalles del combate que había terminado con su muerte. El Noroeste contenía una versión razonablemente precisa de los hechos:
“Cinco aviones enemigos, dos trimotores y tres cazas, fueron avistados sobre la carretera de Navalmoral, pero los trimotores rápidamente dieron media vuelta en presencia de un piloto de caza leal, que abrió intenso fuego de ametralladora. Golpeó a uno de los trimotores y luego, cuando este último desapareció, comenzó una persecución espeluznante en las nubes, tratando de cazar a los tres cazas enemigos. El leal piloto de combate chocó contra otro avión enemigo, que también escapó, pero luego se abalanzó sobre un tercer avión enemigo y casi lo partió en dos. Fue un choque terrible. El piloto enemigo se lanzó en paracaídas desde su avión. Nuestro caza también se estrelló. Nuestro valiente piloto sucumbió a sus heridas. Teniente Félix Urtubi es el nombre de nuestro héroe”.
Pero el piloto republicano muerto no era Félix Urtubi Ercilla. Los restos eran los del piloto de Aeronáutica Naval Colom. Así lo dejó claro el vespertino madrileño La Voz del 16 de septiembre. Bajo el título “¿Urtubi o Colom?” el periódico informó:
“Hoy nos han visitado dos compañeros de la Aeronáutica Naval que nos pidieron corregir parcialmente la información de la prensa madrileña sobre la presunta muerte del teniente Urtubi. El cadáver del aviador recuperado en el campo de Toledo es el del auxiliar naval Carlos Colom. El hecho de que Urtubi también estuviera volando al mismo tiempo sobre el mismo lugar y en la misma misión creó toda la confusión.
Ambos aviadores lucharon con valentía, como informamos ayer. Se cree que Carlos Colom sucumbió al atacar con su avión al avión enemigo. No hay noticias del paradero de Urtubi. Esperamos que lo encuentren sano y salvo. Pase lo que pase, Félix Urtubi y Carlos Colom han escrito una nueva y heroica página en las hazañas de leales aviadores”.
En el momento de su muerte, Colom había reclamado una victoria en biplano.
La 2ª escuadrilla Lafayette - Comandada por el español Antonio Martin-Luna Lersundi
El 13 de septiembre dos Nieuport Ni-52 pertenecientes a la 2ª Escuadrilla Lafayette fueron derribados sobre Talavera por varios Fiat CR.32 pilotados por italianos que pertenecían a la “Aviación del Tercio”. Pocos días antes fue derribado el Ni-52 de Heilman, que es el primer piloto extranjero al servicio de la República muerto en servicio, derribado también por los Fiat CR.32 italianos. El 13, el sargento Felix Urtubi Ercilla, que volaba en un Ni-52 después de haber perdido su habitual Hawker Spanish Fury, fue interceptado por varios CR.32 y murió al estrellarse. El 17, el suboficial de la Aeronáutica Naval, Carlos Colom Moliner, fue derribado al suroeste de Madrid. Los combates entre los Ni-52 de Getafe y los CR.32 se sucedieron a lo largo del mes de septiembre, siendo derribados el piloto británico “Smith-Piggot” (Edward Downes-Martin) y el francés Mouillenet. Finalmente, el 28 es derribado el capitán Avertano Gonzalez Fernández con el último Ni-52 en servicio en la zona centro.
El Fiat CR.32 fue un caza biplano, diseñado en 1933 por Celestino Rosatelli, y construido por la compañía Fiat Aviazione, tomando como base el modelo Fiat CR.30. Sirvió en las filas de la Regia Aeronautica italiana, destacando con notable éxito en la guerra civil española y en los comienzos de la II Guerra Mundial en teatros secundarios. El éxito del CR.32 quedó demostrado por el importante número de pedidos de exportación que obtuvo.
El Nieuport-Delage NiD 52 fue un avión de caza diseñado y fabricado en Francia y bajo licencia en España en la década de 1920. Este biplano monoplaza, sirvió en las fuerzas aéreas de España, siendo operado por ambos bandos durante la Guerra Civil Española.
1. Nieuport 52 derribado por los nacionalistas. El caza Nieuport estaba pilotado por Carlos Colom Moliner, quien se encontraba realizando una misión de exploración cuando fue atacado por una escuadra italiana Fiat CR.32. Su avión fue alcanzado por Baschirotto y Patriarca. Probablemente herido y sin municiones, impactó y se estrelló contra el CR.32 de Patriarca destruyéndolo también. Patriarca salió bajo fianza, mientras que Colom fue asesinado.
2. La acción "kamikaze" ha sido asignada a Félix Urtubi. mientras que, según información de Permuy, fue el Nieuport 52 de Carlos Colom el que impactó contra el CR.32 de Patriarca y sólo se encontró su cuerpo carbonizado y no el de Urtubi, quien estaba desaparecido.
JUAN MIGUEL DE CASTRO GUTIÉRREZ (1909-1936): UNA HISTORIA QUE CONMOCIONÓ A LA OPINIÓN PÚBLICA. JULIO DE 1936.
Mucho se ha escrito últimamente sobre la figura de Félix Urtubi Ercilla, uno de los primeros héroes de la aviación republicana que falleciera en septiembre de 1936, un par de meses después de comenzar la contienda. Rescatar la memoria histórica nos permite ahora, y entre otras cosas, obtener una visión clara de cómo se desarrollaron realmente determinados hechos en la convulsa España de por entonces.
Como es lógico pensar, en todas esas publicaciones sobre la historia de la aviación republicana española, incluidas las prestigiosas escritas en lengua inglesa, la persona de Juan Miguel de Castro Gutiérrez “el observador aéreo” al que Urtubi asesinara en su primera gran hazaña, quedaba oculta, siendo solamente mencionado como “el oficial del Tercio”, “el escolta falangista”…, evidentemente como un traidor a la República.
Desde el profundo respeto a Urtubi y a Juan Miguel de Castro Gutiérrez, así como a las ideologías que cada uno defendió en esa guerra, intento, con la mayor asepsia posible, recordar uno de los primeros sucesos de la aviación española para exponer las versiones que por entonces se difundían a través de la prensa, lo que sin duda influyó en la percepción de los hechos por parte de la población de cada bando.
De paso, y es lo que motiva la investigación genealógica familiar, contar algunos pasajes de la vida del teniente observador aéreo, Juan Miguel de Castro Gutiérrez, pues los de Urtubi ya están recogidos en muchas e interesantes páginas que enlazo y que han permitido documentarme, gracias a la inestimable ayuda del profesor, investigador, especialista en fotografía antigua de Canarias y apasionado por la aviación republicana, Agustín Miranda Armas. En esta investigación, lamentablemente no hemos podido obtener el expediente militar de mi teniente aunque éste fue solicitado al Archivo Militar de Segovia. Probablemente pueda estar en el del Ejército del Aire.
No obstante, la historia que les cuento es real y forma parte de la transmisión oral de mi familia que fuera recabada por quién les escribe cuando era un niño, hace más de cuarenta años, siéndome narrada por Josefina, la esposa de Juan Miguel de Castro, mi tía materna, figura clave de esta, mi “genealogía de andar por casa”, a la que tanto debo por imbuirme esta afición de rescatar la memoria de los antepasados. Ahora, después del tiempo transcurrido desde “aquel cuento” y una vez conocidas ambas versiones, puedo compararlas y extraer conclusiones.
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