viernes, 21 de junio de 2024

Luchar contra Rusia y la demografía

Es difícil encontrar cifras fiables de combatientes, de uno y otro bando, en la guerra de Ucrania. Los números oficiales ucranianos indican que el país dispondría de un ejército dotado con entre un millón y un 1,2 millones de soldados. Por otra parte las estimaciones de sus socios occidentales rebajarían ese volumen hasta los 650.000 soldados.

Lo mismo ocurre con el número de bajas en combate, tanto muertos como heridos. Lo cierto es que durante el transcurso de las hostilidades, durante estos dos años, el gobierno ucraniano se ha visto obligado a rebajar la edad de reclutamiento de 27 a 25 años. 

Y no resultó fácil tomar esta decisión. A largo plazo los más jóvenes se han de proteger para evitar que mueran en combate y tengan opción de reproducirse para así aportar población en la base de la pirámide y equilibrar en la medida de lo posible una sociedad muy envejecida. 

El envejecimiento de la sociedad ucraniana viene de lejos. El accidente nuclear de Chernobil, la posterior desaparición de la Unión Soviética y la crisis económica que le siguió, determinaron que se produjese una bajada de la natalidad. Esto unido a la gran emigración que comenzó en los años 90 ha dado como resultado el estado demográfico actual. La guerra ha agravado esta situación, el índice de fecundidad que era de 1,16 hijos por mujer en 2021 bajó al 0,9 en 2022 y hasta el 0,7 en 2023. De esta manera se envejeció Ucrania y por ello ahora dispone de pocos jóvenes y trata de proteger tanto como puede a los que todavía le quedan, evitando el reclutamiento a partir de los 18 años. 

Teniendo en cuenta estos factores demográficos resulta que la edad media de los soldados ucranianos es de 43 años, y ello contrasta mucho con la edad media de los soldados en ejércitos occidentales, como los 32 años de los soldados españoles e italianos, los 30 del Reino Unido, 28 de Francia y 27 de Estados Unidos.

Mientras Ucrania hace reclutamientos forzosos, deteniendo incluso en las calles a las personas en edad militar que aun no se han incorporado, Rusia se nutre de voluntarios a los que paga una prima de enganche en el momento del alistamiento que oscila entre los 250.000 y los 900.000 rublos (Entre 2.700 y 10.000 euros), según la región de la que procede el recluta.

Por otra parte existen estimaciones de que unos 650.000 varones en edad de combatir se encuentran en la Unión Europea, habiendo evitado cumplir con el servicio militar por unos u otros medios, y no parece que esos hombres vayan a regresar a Ucrania hasta que se pacifique la zona.

El gobierno ucraniano ha comenzado a reclutar prisioneros para su Ejército. Quienes firmen el contrato podrán recuperar su libertad con la condición de que sigan luchando hasta que termine la guerra. Hasta ahora se han registrado unos 3.000 presos. Las tropas ucranianas han sufrido grandes pérdidas en primera línea en los últimos meses, y los que han sobrevivido están agotados y se ven superados en número. La nueva ley de reclutamiento pretende ampliar la movilización de soldados, pero este proceso podría llevar meses.

Ahora toca esconderse

En unos momentos en los que el gobierno ucraniano intensifica las labores de reclutamiento, algunos candidatos a soldado se esconden en sus casas con el corazón en un puño, ante la perspectiva de que el servicio militar obligatorio sea un billete de ida a una sangrienta guerra de trincheras, intentando evitar a los oficiales reclutadores que deambulan por las calles de las grandes ciudades, como Kiev, verificando si los varones entre 25 y 60 años han actualizado sus datos en la oficina de reclutamiento.

Este es el caso de Vladyslav que dejó de ir al centro de Kiev para evitar que los agentes del reclutamiento revisaran sus documentos. Luego dejó de hacer ejercicio en el gimnasio para no encontrarse con las patrullas que recorren su barrio. Ahora, pasa la mayor parte de sus días encerrado en su apartamento, a menudo usando sus prismáticos para observar a los agentes entregando avisos de reclutamiento a los viajeros que salen de una estación de metro cercana. “Ahora están por todas partes”, comenta Vladyslav, de 45 años, "Intentaré evitar que me localicen, pero no estoy seguro de que sea posible".

Mientras las fuerzas rusas presionan a o largo de la línea del frente, el ejército ucraniano está tratando de reponer sus fuerzas mermadas por la guerra, mediante una campaña de movilización con base en la nueva ley que entró en vigor el pasado 18 de mayo. Esta ley reduce la edad de reclutamiento de los hombres de 27 a 25 años. En el proyecto de esta ley se preveía la desmovilización después de 36 meses y la rotación después de más de medio año de servicio en el frente. Pero estas cláusulas fueron eliminadas después de que la cúpula militar ucraniana se opusiera en el último minuto, por temor a que las fuerzas armadas perdieran a los soldados mejor entrenados y más experimentados. 

Aunque muchos ucranianos han acudido a las oficinas de reclutamiento, otros han tratado de evitar el servicio militar obligatorio. Incluso antes de la nueva ley miles de hombres habían huido del país para evitar el servicio militar, algunos de ellos nadando a través del río que separa Ucrania de Rumania. 

No está claro cuántos hombres se esconden, pero en grandes ciudades como Kiev y Lviv, los grupos de estos utilizan las redes sociales para alertar sobre los movimientos de los oficiales reclutadores a decenas de miles de miembros. Estos hombres temen morir en este conflicto caracterizado por una nueva guerra de trincheras y bombardeos artilleros, algo así como una versión postmoderna de la Primera Guerra Mundial. Muchos de estos escondidos también opinan que son muy duras las tácticas de reclutamiento y que después la formación es insuficiente. Esto es lo que opina Mykyta, un diseñador web de 28 años de Lviv, en el oeste de Ucrania. "Me temo que no recibiré suficiente entrenamiento y luego me trasladarán cerca del frente y moriré sin que ello tenga ningún sentido".

Esa misma preocupación es compartida por algunos analistas militares occidentales, que observan como las tropas ucranianas a menudo carecen del entrenamiento adecuado, lo que dificulta que el ejército ucraniano mantenga sus líneas, ya que son enviadas rápidamente a la batalla para reemplazar las pérdidas en combate.

El coronel Volodymyr Novosiadlyi, funcionario responsable del servicio militar obligatorio en Kiev, informa de que los entrenamientos duran al menos un mes y que el ejército intenta tratar a los reclutas de forma justa, pero “todos los ciudadanos deben comprender la necesidad que tenemos de que cumplan con su deber” en la defensa del país. Muchos varones ucranianos se han alistado en el ejército por un sentido del deber. Desde que se aprobó la nueva ley de movilización 1,6 millones de hombres han actualizado o registrado sus datos en el sitio web del gobierno, el primer paso antes de una posible convocatoria a filas, según informan los responsables del ejército.

Desde el comienzo de la guerra, el reclutamiento ha sido un poco desorganizado y empañado por la sombra de la corrupción. No se realizaron sorteos hubo lotería y el gobierno utilizó tácticas como repartir al azar avisos de reclutamiento en bloques de apartamentos y por las calles de la ciudad. Se ha de tener en cuenta que no hacer caso de estos boletines de reclutamiento es ilegal. La nueva ley exige que todos los hombres en edad de reclutamiento se registren con la página web del ejército, incluyendo una dirección. Los reclutas serán elegidos de entre todo ese grupo y no registrarse antes del 16 de julio se convertirá en un delito penal.

El sociólogo Tymofii Brik, de la Escuela de Economía de Kiev, opina que las encuestas “sugieren que la voluntad de defender la nación entre los ucranianos se ha mantenido constante” durante toda la guerra, y alrededor de un tercio de las personas indicaron estar dispuestas a hacerlo. Así y todo, la campaña de movilización ha abierto dolorosas divisiones en la sociedad. Vitaliy Bondarenko, un oficial reclutador de 29 años en Lviv, comenta que los hombres huyen cada vez que su vehículo se detiene. "Nos ven y corren”.

Muchos soldados ucranianos critican a quienes intentan evitar el reclutamiento, porque esto debilita el esfuerzo bélico del país. Mykyta, de 25 años, que fue reclutado recientemente opina que "Dada la intensidad de los combates actuales, el ejército no puede luchar sin un reabastecimiento regular de personal". Negar esa realidad, añadió, “es inaceptable y simplemente estúpido”.

Durante gran parte de los primeros dos años de la guerra, el ejército ucraniano se abstuvo de realizar movilizaciones a gran escala y, en cambio, dependió de las decenas de miles de voluntarios que se unieron a sus filas después de la invasión rusa en febrero de 2022. Pero a finales del verano pasado, la necesidad de más soldados se hizo evidente, después de que fracasara una contraofensiva ucraniana y las tropas rusas intensificaran sus ataques. En opinión del periodista Vladyslav “Fue entonces cuando aparecieron las primeras señales de alerta”. En septiembre fijaron con chinchetas en la puerta de su apartamento un aviso de reclutamiento. Vladyslav lo ignoró, esperando que no fuera legalmente vinculante porque no se lo entregaron, pero su miedo a ser reclutado aumentó. Cayó en una depresión. Estando en un parque frente a su apartamento se estremeció de miedo cuando pasó un soldado. 

Oleksandr, un analista de datos de Kiev de 32 años, comenta que “comenzó a sentir miedo el verano pasado” después de ver a los agentes detener a un hombre afuera de una estación de metro cerca de su casa. “Lo agarraron por los hombros y lo subieron a un automóvil. Los agentes se habían alineado a lo largo de las escaleras de salida de la estación para evitar que alguien pudiera escapar.” "Sentí que la siguiente mano iba a agarrar mi hombro". Desde entonces Oleksandr comenzó a evaluar qué rutas eran las más seguras para ir al trabajo y siguió a grupos en la aplicación de mensajería Telegram, para controlar los movimientos de los oficiales reclutadores. En Kiev, un grupo con más de 200.000 miembros utiliza el color verde para señalar la presencia de oficiales reclutadores y advierte del riesgo de ser detenido con los símbolos meteorológicos soleado, nublado y tormentoso. Lo cierto es que después de dos semanas, todas las rutas que podía seguir se volvieron inseguras. Ahora no puede dormir. “El miedo se fue acumulando con el tiempo, creciendo como un nudo en mi pecho”. Ahora Oleksandr trabaja desde casa casi todos los días. De todas formas Oleksandr no quiere infringir la ley y cree que finalmente actualizara sus datos en Internet, tras lo cual espera que lo llamen para un examen médico. Ha puesto sus esperanzas en ser declarado no apto debido a su estado físico. Pero no tiene mucha fe en ello, "parece una lotería".

Algunos de los hombres que evadieron el reclutamiento ahora sólo viajan en taxi para evitar ser apresados de la calle y llevados por la fuerza a centros de reclutamiento, como ha sucedido en varios casos. Otros dependen de las entregas de alimentos para eludir a los oficiales reclutadores. Este es el caso de Andrii, un diseñador web de 28 años de Lviv, que se describe a sí mismo como “un poco paranoico”. Pasa días sin salir de su apartamento y depende de un amigo para que le lleve comida. En las raras ocasiones en que sale de casa, lleva una pulsera electrónica con un botón rojo de SOS que, al pulsarlo, envía su ubicación a sus familiares. Si consiguen detenerlo las brigadas de reclutamiento presionará el botón para que puedan saber a qué centro de reclutamiento lo llevan e intentarán ayudarlo.

Vladyslav, Mykyta y Oleksandr han hecho aportaciones económicas a las fuerzas armadas ucranianas y no descartan completamente acabar enrolados en el ejército. Su principal objeción es la forma como se lleva el proceso de movilización, que presta poca atención a las capacidades físicas de las personas y simplemente las envía hacia una posible muerte. Los controles médicos suelen ser apresurados y la formación no es lo suficientemente larga.

Jack Watling, un experto militar del Royal United Services Institute, un grupo de expertos en defensa con sede en Londres, cree que la mayoría de los soldados ucranianos tienen suerte si reciben cinco semanas de entrenamiento, frente a las 22 semanas que duraba el entrenamiento de los soldados británicos de infantería durante la Segunda Guerra Mundial.

Novosiadlyi comenta que los oficiales reclutadores, que a menudo son veteranos de guerra, tienen un trabajo difícil debido a la hostilidad que encuentran en las calles. Están movilizando a la gente “no porque les guste”, sino porque entienden la urgente necesidad de reponer tropas. Lo cierto es que la gente ha observado con preocupación cómo se intensifican los esfuerzos de movilización, incluido el refuerzo de las patrullas fronterizas para detener a quienes intentan huir del país.

Cuando los amputados de la guerra se convierten en superhumanos y algunos vuelven al frente

En el primer semestre de 2023 hubo 15.000 nuevos ucranianos amputados, según informó el Ministerio de Salud en Kiev, aunque no precisó cuántos de estos eran soldados. Ucrania tuvo más amputados en seis meses que los que tuvo Reino Unido en los seis años de la Segunda Guerra Mundial, cuando 12.000 de sus hombres y mujeres militares perdieron alguna de sus extremidades. Y puede que se produzcan muchas más amputaciones después de la guerra, ya que Ucrania es en la actualidad uno de los países más minados del mundo. Decenas de miles de ucranios han sufrido mutilaciones a causa de la ofensiva rusa y muchos quieren regresar a la contienda pese a su discapacidad.

Es el caso de Oleksandr Ivanko, de 33 años, que quiere más que nada volver a bailar con su mujer. Pero también sueña con coger el coche y conducir. Ivanko es militar de profesión. Ivanko perdió su pierna derecha el pasado 15 de abril. Se encontraba reparando el motor de un helicóptero en una posición militar en el este del país cuando un misil Kh-59 cayó a unos 20 metros y le arrancó su extremidad. Ahora se encuentra en el Centro Superhumanos del pequeño municipio de Vinniki, a las afueras de Lviv, en el oeste ucranio. Ivanko es uno de los 70 pacientes de estas instalaciones de vanguardia dedicadas a la fabricación y terapia con prótesis y cirugía reconstructiva de militares y civiles. La lista de espera supera los dos millares. Ivanko, que antes de en la guerra de Ucrania sirvió en el este de Congo, cuando vuelva a caminar quiere volver al frente. 

El Centro Superhumanos nació en abril de 2023 de la mano del empresario ucranio Andrey Stavnitser, de 42 años, cofundador del operador portuario TIS, y el apoyo de 15 millones de euros aportados por la fundación estadounidense Howard G. Buffett. Mediante este centro el estado ucraniano ofrece asistencia protésica a sus militares. El Gobierno acaba de aprobar una resolución para agilizar el acceso a prótesis altamente funcionales, con costes que van de los 25.000 a los 55.000 euros. 

Para ser uno de esos superhumanos en las instalaciones de Vinniki hay que rellenar una solicitud en internet y esperar una llamada. Cada viernes, en torno a una decena de pacientes finalizan la terapia y dan el testigo a otra decena que la comienza. Inmersos en el proceso de entrada, que puede durar semanas, hay más de 700 candidatos. Se calcula que hay otras 2.500 personas que han solicitado ingresar en el centro.

Pavlo Romanovskii, de 34 años, fue herido el 22 de julio de 2023. El único proyectil que cayó en su posición, junto a Andriivka, en el frente este, impactó a un palmo. Resultó herido en la pierna y la cabeza, y con cicatrices por todo el pecho y daños en el aparato auditivo. Se le han realizado 27 intervenciones. Necesita más tiempo para controlar la prótesis, y pese a todo, también quiere regresar al frente. Su brigada, según cuenta, sí acepta a uniformados con amputaciones. Según la ley de movilización aprobada en abril, los varones con amputación bilateral a cualquier nivel o unilateral de la extremidad inferior por encima del tercio superior de la pierna, están exentos. Pero en la práctica las fuerzas de Ucrania, superadas en número por los soldados rusos, necesitan multiplicar sus efectivos y los más veteranos lo saben. También hay muchos puestos de retaguardia que pueden ser desempeñados pese a tener alguna prótesis.

Oleksandr Kutsan, de 36 años, se encuentra entre los que caben en el primer grupo de ese apartado de la nueva ley. El 19 de marzo de 2023, en una posición junto a Limán, en el este, un proyectil le destrozó las dos piernas. Aún recuerda, con cierta ironía, cómo él mismo, postrado en el suelo, tuvo que enseñar a un novato de 19 años a que le pusiera los torniquetes. Al menos, la amputación de la pierna izquierda se hizo por debajo de la rodilla. Ha necesitado cuatro meses para controlar las prótesis. Admite sentado en una silla de ruedas que no es de los que quieren volver a la batalla. Colabora con el Centro Superhumanos, mostrando a las visitas, entre otras cosas, los retos de su nueva movilidad. 

Albán Torres, de 43 años, nacido en el valle del Cauca, en Colombia, no concibe nada que no sea regresar con su batallón, el 204. Forma parte de ese contingente internacional que lucha con las fuerzas ucranias. “La plata no lo es todo”, aclara, antes de relatar cómo cayó herido en el sector de Donetsk por un dron que él llama “kamikaze”; cómo perdió parte de su pierna derecha, sufrió un balazo en el hombro y le machacaron los oídos ―está probando un audífono nuevo, pero todavía escucha muchos “ruidos”. Lo trasladaron a un hospital de Konstiantinivka. Torres, militar con 20 años de servicio, tiene familia en Colombia y a su mujer en España. Lleva dos semanas tratando de dejar la silla de ruedas.








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