miércoles, 19 de junio de 2024

Tropas Chechenas en la guerra de Ucrania

Este relato tiene su origen en el artículo Dentro de las unidades chechenas que ayudan a librar la guerra de Rusia del 16 de junio de 2024, escrito desde Nueva York por Neil MacFarquhar, con la información desde Grozny y Bakhmut de Anastasia Trofimova, e ilustrado con las fotografías que Nanna Heitmann realizó en el tiempo que pasó observando el entrenamiento de las tropas rusas en Chechenia y más tarde su despliegue en Bakhmut. 

A primera hora de la mañana, en una pista del aeropuerto de Grozny, 120 soldados voluntarios vestidos con su ropa de camuflaje y cargando con la mochila de sus efectos personales, suben a un avión militar de transporte que acaba de aterrizar para conducirlos a Ucrania. De entre ellos, los novatos, acaban de completar su periodo básico de entrenamiento de 10 días de entrenamiento en Gudermes, cerca de Grozny, en la Universidad Rusa de Fuerzas Especiales, a donde llegan voluntarios desde cualquier región de Rusia para recibir su instrucción militar general.

Algunos de estos soldados carecen de experiencia en combate, pero otros son veteranos que regresan a Ucrania para su segunda o tercera campaña, incluidos algunos ex soldados de la milicia Wagner, disuelta en 2023 después de su rebelión contra el Kremlin. Después de aquello muchos soldados de Wagner, molestos por la idea de trabajar directamente para el Ministerio de Defensa ruso, transfirieron unidades enteras a las fuerzas entrenadas en Chechenia, conocidas como batallones Akhmat. Algunos de estos veteranos de Wagner han sido reclutados directamente en las cárceles en las que estaban recluidos, como ocurre con un hombre de 39 años, delgado, que luce un diente de oro y atiende al sobrenombre de "Jedi". Pasó su vida entrando y saliendo de la cárcel desde los 14 años. En su etapa de trabajador de la construcción fue condenado por robo y fraude. Le quedaban seis meses de una sentencia de seis años cuando se alistó. Alistarse es la manera de hacer borrón y cuenta nueva, 

“¿Ir a luchar por tu Patria? ¿De que Patria estamos hablando? Me mantuvo en prisión toda mi vida.” "Los voluntarios vamos a luchar por la paga." "Todavía no he conocido a nadie que luche por defender sus ideas." 

La paga que reciben estos soldados por luchar en ucrania es de unos 2.000 dólares al mes, más o menos el doble del salario medio en Rusia, y esto sin duda también ha fomentado el reclutamiento.

La existencia de este cuartel de entrenamiento en Gudermes, cerca de Grozny, pone de relieve la evolución de las lealtades étnicas que se manifiesta en esta guerra. Algunos de los que ahora se entrenan allí estuvieron por última vez en Chechenia como jóvenes reclutas del ejército ruso, luchando contra los chechenos de los movimientos separatistas. El movimiento separatista de la década de 1990 se saldó con dos guerras que duraron más de una década. La ciudad de Grozny sufrió bastantes desperfectos y decenas de miles de chechenos murieron. En la actualidad la administración central rusa gestiona el 80 por ciento del presupuesto de Chechenia.

El presidente checheno, Ramzan Kadyrov, mantiene una posición de alineamiento con Rusia frente a Ucrania, desde que Rusia invadió el país en febrero de 2022. Por su parte las fuerzas chechenas han reivindicado un papel fundamental en algunas batallas clave, como el asedio de Mariupol al comienzo de la guerra. Pero a Kadyrov se le ha acusado de haberse abstenido de enviar a sus soldados a la lucha en las cantidades que podría hacerlo, por lo que las bajas entre los chechenos son menores que entre los soldados de otras áreas minoritarias de la federación. Salvando a sus combatientes mantiene intacta su milicia personal, el núcleo de las fuerzas de seguridad que protegen al gobierno en Chechenia. Kadyrov ha tratado de demostrar su lealtad al presidente Vladimir V. Putin invirtiendo en el centro de entrenamiento militar de Gudermes. Las actividades de instrucción incorporan ejercicios con fuego real de fusilería y artillería, algunas nociones sobre minado y desminado y primeros auxilios.

Los diversos batallones Akhmat recibieron el nombre, como tantas otras cosas en Chechenia, del padre de Kadyrov, Akhmat Kadyrov, quien cambió de bando para unirse a Moscú en la lucha separatista y posteriormente fue asesinado en 2004. Rusia ha reclutado tropas para su esfuerzo bélico dondequiera que pudo encontrarlas, buscando minimizar la necesidad de un reclutamiento forzoso. En 2022 levantó la prohibición de que los chechenos sirvieran en el ejército ruso, como consecuencia del movimiento separatista.

Del grupo que fue enviado a Ucrania el otoño pasado desde la pista de Grozny, muchos tenían entre 30 y 40 años, y menos de 10 eran chechenos. A pesar de las afirmaciones de Jedi, el dinero no es la única motivación para ir a la guerra. Algunos huían de sus conflictivas vidas domésticas. Otros querían escapar del trabajo pesado diario. Algunos, por supuesto querían luchar por patriotismo. 

Anatoly, de 24 años, estaba entre los 10 hombres que se ofrecieron como voluntarios en un pequeño pueblo agrícola en lo alto de las montañas de la pintoresca región centro-sur de Altai. “Mi padre me obligaba a palear nieve, a trabajar, a limpiar el estiércol de las vacas”, dijo. “Me escapé de este trabajo para hacer otra cosa. Todos los años era lo mismo”. Aunque también admitió que el dinero era un incentivo importante. Otro trabajador rural, un pastor de 45 años de sobrenombre “Masyanya”, viajó unos 4.500 kilómetros desde la República de Jakasia para recibir instrucción. “Voy a defender mi patria, para que la guerra no venga aquí”, dijo.

El contrato con el batallón Akhmat dura sólo cuatro meses, en comparación con los despliegues indefinidos de los soldados regulares. Por otra parte, los soldados del batallón Akhmat están mejor equipados que los del ejército regular ruso.

El otoño pasado, Kadyrov formó una nueva unidad, el batallón Sheikh Mansour, que lleva el nombre de un imán del siglo XVIII que luchó contra el Imperio ruso. En esta unidad los soldados son todos chechenos o de las pequeñas repúblicas vecinas de la región montañosa del Cáucaso, y en su mayoría tienen veintitantos años. Se da la circunstancia de que los chechenos que lucharon a favor de Ucrania en esta guerra llamaron a su batallón primeramente con el nombre de Sheikh Mansour, y ahora Kadyrov quiere recuperar esa denominación.

Turpal, de 20 años, trabajaba como guardia de seguridad para una gran cadena de supermercados en Moscú cuando obtuvo permiso de su padre para inscribirse en la nueva unidad, diciendo que quería luchar contra "esos demonios que están en Ucrania y que quieren traer sus ideas pervertidas aquí”. Al regresar al centro de entrenamiento después de un fin de semana visitando a sus padres, abrazó a su madre y le estrechó la mano a su padre. "Rusia ha estado luchando durante toda su existencia", dijo Mayrali, el padre de Turpal. “No hay nada mejor que eso. Es mejor para Chechenia estar con Rusia que contra Rusia”.

Los veteranos de Wagner también sirven en el batallón Sheikh Mansour. Un soldado de 35 años que utiliza el sobrenombre "Dikiy" o "Salvaje", cumplió 18 meses de una sentencia de casi 10 años por asesinato cuando se alistó. Luchó en Ucrania durante 11 meses, fue herido tres veces y todavía sufre fuertes dolores de cabeza. De regreso en Chechenia, encontró desmoralizadora la idea de trabajar por 200 dólares al mes, por lo que regresó a la guerra. “No sé hacer nada más”.

Jedi explica que cuando se desplegó por primera vez con Wagner en Ucrania, algunos jóvenes del ejército ruso les pidieron suministros, combustible y pan. “En Akhmat ni siquiera lavo mis calcetines. Los uso, los tiro, los uso”. “Lo mismo se aplica a la ropa interior y de cama. Tenemos de todo."

En el aeródromo, antes de que partiera el batallón, un oficial superior puso en fila a los nuevos soldados para desearles buena suerte. “¿Están listos los combatientes?” gritó. “Sí señor”, gritaron al unísono, añadiendo la expresión musulmana “¡Allahu akbar!” o "¡Dios es grande!" además del grito de guerra checheno: “¡Akhmat Sila!” o "¡Akhmat gobierna!"

Una vez que llegaron a la región de Donbas, en el este de Ucrania, algunos de los hombres fueron asignados a mantener el control del ejército ruso en Bakhmut, ahora una ciudad abandonada después de meses de feroces combates. Las calles están desiertas, especialmente durante el día, cuando los drones ucranianos deambulan por encima, buscando objetivos. En los días de niebla, a veces se puede ver a los combatientes caminando entre los escombros. El tráfico cobra vida por la noche, cuando se evacua a los heridos de los combates en la región de Bakhmut. Las carreteras están llenas de coches y ambulancias quemados.

Mientras la guerra avanza implacablemente en la superficie, el rugido de la artillería y las explosiones de los proyectiles no penetran mucho debajo de la superficie, en donde las fuerzas del batallón Akhmat se han hecho cargo de un hospital de campaña instalado por los soldados de Wagner.

La región de Bakhmut alguna vez fue famosa por su vino espumoso, y el hospital funciona en un laberinto de túneles subterráneos donde decenas de miles de botellas permanecen almacenadas a lo largo de las paredes. (La prohibición de beberlo tanto por Wagner como por Akhmat ha sido respetada en gran medida). Hace tiempo fue una atracción turística y su antigua decoración aún se muestra intacta. Las estatuas de yeso polvorientas de dioses antiguos se ciernen sobre los heridos.

Estas galerías son lo suficientemente anchas como para albergar al menos dos camionetas en fila, y varias veces al día, los vehículos que transportan a los heridos y a los muertos circulan por el oscuro laberinto, envuelto en niebla. Los soldados saltan de los vehículos y rápidamente llevan en camillas a sus camaradas, que a menudo sollozan, hasta el improvisado punto de estabilización.

Uno de los cirujanos, Bulya, de 34 años, ha trabajado para Wagner, principalmente en África, desde 2017. En sus viajes a Moscú la gente reacciona al verle con su uniforme de camuflaje como a la “suciedad debajo de las uñas”, pero en Chechenia si que encontró más respeto.

A medida que las pérdidas se acumulan, Bulya dijo que estaba ansioso por que el ejército ruso llegara a Kiev. "No necesito sus negociaciones", dijo usando un insulto. “Espero que Vladimir Vladimirovich Putin lo haga, que lleguemos hasta el final. Llegaremos allí."



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