La expedición cultural por el Mediterráneo en Palma (La Almudaina, 1 de agosto de 1933)
Ayer por la mañana a las cinco llegó a nuestro puerto amarrando en el primer malecón, la esbelta motonave “Ciudad de Cádiz” conduciendo a los alumnos de las facultades de Filosofía y Letras de diferentes Universidades españolas que en número de unos doscientos han visitado en viaje cultural, organizado por el Estado español, los principales puertos del Mediterráneo.
Procedían de Nápoles de donde partieron el sábado a la una de la noche y han visitado Túnez, Malta, Egipto, Palestina, Rhodas, Turquía, Grecia, e Italia. Han hecho escala en los puertos de Túnez. Souza, Malta. Alejandría, Jerusalem, Creta, Smirna, Constantinopla, Salónica, El Píreo, Nauplia, Corinto, (visitando las ciudades de Atenas, Dea y Micenas), Siracusa, Mesina. Palermo y Nápoles.
En el palo mayor de la citada motonave ondea la bandera del Cardenal Cisneros (azul celeste) enseña de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid. Entre los expedicionarios figuran veinte y cinco profesores entre ellos el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid don Manuel García Morente, a quien tuvimos el gusto de saludar a bordo. Dicho señor por hallarse indispuesto, como consecuencia de las molestias del viaje, no pudo acompañar a los excursionistas que poco después de la llegada del barco saltaron a tierra visitando a Palma y sus alrededores.
A las ocho visitaron la Catedral que recorrieron detenidamente, en donde fueron saludados por el Excmo. Sr. Gobernador Civil señor Ciges Aparicio. En las escalinatas del Mirador se impresionaron varios fotografías. Después se trasladaron a la citada motonave para proveerse de comestibles y viandas antes de emprender el viaje de visita por el interior de la isla.
Se organizaron diferentes grupos partiendo unos, para Valldemosa, Deyá y Sóller, otros para las Cuevas de Manacor y Arta y otros a Pollensa y Formentor. Realizaron también el crucero, veinte estudiantes de la Escuela de Arquitectura, el catedrático señor Martínez Sta. Eulalia especializado en los estudios de Prehistoria y Arqueología y el redactor de “Ahora” de Madrid don Jacob» Ventata y el exministro don Elías Tormo. Como archivera ha efectuado el crucero doña Pilar Lamarque de Valera y como enfermera la distinguida señorita Susana Maura Salas.
Según nos manifestaron los expedicionarios han sido objeto de cordiales recibimientos en todos los puntos que han visitado especialmente en Salónica, en donde se les tributó una entusiasta despedida por los judíos de allí, descendientes de los españoles.
Al anochecer empezaron a regresar las diferentes partidas de expedicionarios que visitaron los lugares que indicamos. Todos tributaron elogios a las bellezas naturales de Mallorca, saliendo una vez que hubieron regresado todos los expedicionarios con rumbo a Valencia, que es el punto final del viaje.
HABLANDO CON D. RAMON DEL VALLE INCLAN
Al atardecer regresó a la motonave acompañado del Gobernador Civil señor Ciges Aparicio, de su viaje a las Cuevas de Manacor, el ilustre literato don Ramón del Valle Inclán que se incorporó en Nápoles a la expedición. En el amplio y suntuoso salón de tertulia de la motonave tuvimos ocasión de sostener una interesante charla con este célebre artífice del habla castellana de rostro simpático, mirada inteligente, figura menuda y luengas barbas blancas.
— Don Ramón, le dijimos, esperamos que Vd. nos diga con aquella maravillosa manera como Vd. sabe hacerlo la impresión que le ha producido su visita a las cuevas mallorquínas.
— Pues va Vd. a quedar defraudado, nos contestó, porque precisamente he visitado ya muchas cuevas y por este motivo las de Vdes. no me han producido la misma impresión que seguramente producen por lo bonitas a los novatos.
Luego va evocando sus visitas a las Cuevas de Aracena, Urdax y otras tantas y nos habla de las sugerencias que en su imaginación fecunda le han producido las combinaciones caprichosas de las estalactitas: dioses mitológicos, centauros, etc.
Y signe hablando el señor Valle Inclán. Le insinuamos la conveniencia de que vuelva y nos dijo que es su mayor deseo para conocer las bellezas naturales de Mallorca, pues —nos dijo— decididamente me he equivocado: debí haber ido a Valldemosa. Deyá y Sóller.
Don Ramón desea conocer los lugares que habitaron Chopin y George Sand, aunque nos expresa las pocas simpatías que le inspiran los escritores que como la amante de Chopin abusan —nos dice— de un sentimentalismo exagerado, ridículo.
Le inquirimos su opinión sobre los resultados prácticos de la expedición que se ha realizado.
Nos dice que el crucero será pródigo en resultados prácticos, ha facilitado el intercambio cultural entre las Universidades españolas y las de las naciones mediterráneas: ha proporcionado un vasto caudal de conocimientos a los estudiantes al contacto con la realidad vivida de los monumentos y ciudades antiguas.
Además para el Gobierno no representa la expedición ningún dispendio económico, pues, este barco hace la línea de Canarias y está subvencionado por ello por el Estado y la cuestión se reduce a hacer este viaje en lugar de los de Canarias. Los profesores se han pagado el viaje como también la mayoría de alumnos y los becarios lo son por otros centros o dependencias, como Ayuntamientos, Diputaciones, etc. Yo creo que estas expediciones deben repetirse con frecuencia.
Nos despedimos del Sr. Valle Inclán agradeciéndole la atención con nosotros tenida.
UNIVERSIDAD JUVENTUD El Sol, 27 de agosto de 1933
EL CRUCERO UNIVERSITARIO DEL MEDITERRÁNEO
Unos doscientos estudiantes y profesores do Filosofía y Letras y Arquitectura españoles han viajado cuarenta y cinco días por el Mediterráneo, nuestro mar, matriz de la civilización, en busca de todas las cunas de nuestra cultura: Grecia, Italia, Cartago, Egipto, Palestina. La República ha variado —en esto si que los ha variado— los modos angostos y mezquinos de la pedagogía, universitaria anterior. En esta página damos al público una idea de lo que el viaje ha sido. Toda ella ha sido redactada por los viajeros. Por el director de la expedición, Sr. García Morente, que expone la organización y resultados del crucero. El resto son impresiones de los propios estudiantes. Una de sus obligaciones consistió en redactar un diario de viaje; para el mejor de ellos está prometido un premio. De estos diarios, amablemente cedidos por sus autores, hemos entresacado algunas páginas. También las fotografías han sido tiradas por los viajeros.
Hemos de destacar aquí los nombres de D. Fernando de los Ríos, que siendo ministro de Instrucción pública promovió la expedición y siendo ministro de Estado la protegió por conducto de nuestra organización diplomática y consular, y de D. Manuel García Morente, decano do la Facultad de Filosofía y Letras, iniciador y director expertísimo del crucero.
Resultados del viaje
El decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central nos envía la siguiente carta:
"Señor director de EL SOL. Muy señor mío y distinguido amigo: Terminado felizmente el crucero del Mediterráneo que por orden del ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes organizó y llevó a cabo la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, y entregada al Gobierno la memoria explicativa de cuanto se ha realizado durante el viajo, cumple la Facultad de mi presidencia el grato deber de dar públicamente las gracias a la Prensa española y extranjera por la atención que ha prestado a las incidencias de la expedición. Y al mismo tiempo desea extender públicamente esa manifestación de gratitud a todos los que directa o indirectamente han coadyuvado al feliz éxito de nuestra empresa.
Entre los cuales destacan en primer término los dignos representantes diplomáticos y consulares de España en los países que hemos visitado. Excediéndose en el cumplimiento de su deber, estos funcionarios han puesto toda su actividad y la eficacia de sus valiosas relaciones personales al servicio del crucero, con una dedicación tan completa y un entusiasmo tan resuelto, que bien puede afirmarse que sin su auxilio hubiera sido imposible llevar a cabo el viaje. La Facultad de Filosofía y Letras ha hecho constar en donde procede esta manifestación de su gratitud. Pero desea también llevarla a conocimiento del público «n general por medio del diario do su digna dirección.
También interesa a la Facultad subrayar el agradecimiento que debo a la Compañía Transmediterránea y al Sr. D. Jaime Gelpí, capitán de la motonave "Ciudad de Cádiz". La Compañía no ha ahorrado esfuerzo para hacer el viajo grato, fácil y seguro; pero su principal contribución al éxito del crucero ha consistido, sin duda, en la elección del magnífico barco y del excelente capitán que lo manda, D. Jaime Gelpi, cuya pericia y singulares dotes de carácter y de simpatía han sido principal elemento en el éxito de la expedición.
Permítame también, señor director, que aproveche esta ocasión para desvanecer públicamente algunas dudas que hayan podido surgir acerca de los gastos ocasionados por este crucero universitario. Todos los participantes en el crucero han sufragado la cuota de 1.600 pesetas. Esta cuota quedó fijada de la siguiente manera: siendo 188 los pasajeros que podía contener el buque, se dividió por 188 la suma de 225.000 pesetas que pedía la Compañía Trasmediterránea por el buque durante los cuarenta y cinco días del viaje. Arroja esta operación la cantidad de 1.200 pesetas, a la cual se añadieron 400 para los gastos de traslado a El Cairo, estancia en dicha ciudad, traslado de Jafa a Jerusalén, estancia en Jerusalén, automóviles, ferrocarriles, gastos generales de excursiones, etc.
Las becas y medias becas que ha habido han sido sufragadas, no por el Estado, sino por donativos particulares del Ayuntamiento de Madrid, Diputación provincial. Ciudad Universitaria, Rectorado, Patronato Nacional del Turismo (a cambio del compromiso por nuestra parte de hacer propaganda de España dando conferencias, repartiendo folletos, etc.; compromiso que ha cumplido íntegramente), D. José Ortega y Gasset (dos conferencias en el teatro Español) y D. Juan Zaragüeta. La atribución de las becas y medias becas ha sido hecha por una Comisión de la Facultad de Filosofía y Letras, en la cual figuraba un alumno, y los acuerdos de esta Comisión se han tomado por unanimidad. Los funcionarios del Patronato del Turismo que habían de encauzar y ordenar la propaganda han sido designados por el propio Patronato.
Aparte, pues, de los becarios y semibecarios, cuyas cuotas han sido sufragadas por los donativos referidos, todo el mundo ha pagado gado el precio del viaje. La intervención del Estado ha sido, sin duda, valiosísima. Los señores ministros de Instrucción pública y de Estado han contribuido con sus órdenes y sus facilidades, con las recomendaciones reiteradas a cónsules y diplomáticos, con toda suerte de estímulos y de auxilios al mejor éxito del viaje. Desde el punto de vista económico, la participación del Estado se ha reducido a incluir el crucero en la lista de los viajes regulares que realiza la Compañía Trasmediterránea a Baleares y Canarias, aplicándole la consiguiente prima a la navegación que se abona de continuo a dichos viajes regulares. Por último, permítame, señor director, que copie a continuación algunos párrafos de la memoria que he tenido el honor de remitir al Gobierno. Espero que puedan interesar al público en general. Quedándole muy agradecido en nombre de la Facultad y en el mío propio por la publicación de estas líneas, lo saluda atentamente su afmo. s, s. y amigo. Manuel García Morente."
RESULTADOS OBTENIDOS POR EL CRUCERO UNIVERSITARIO
Puedo asegurar que durante el trascurso del viaje se han realizado por los estudiantes y los profesores los mayores esfuerzos por sacar del crucero el máximo rendimiento cultural y educativo. Sin temor a la fatiga física, se han visitado minuciosamente todos los museos y monumentos que pudieran representar algún interés científico o de cultura. Todos los expedicionarios llevaban además a estas visitas una preparación excepcional, basada en: primero, la pequeña biblioteca que fue instalada a bordo y regentada por el bibliotecario de la Universidad de Madrid Sr. Lasso de la Vega; segundo, las conferencias preparatorias que se dieron a bordo y a las que asistían todos los expedicionarios. Estas conferencias iban encaminadas a fijar entre los oyentes las características históricas, artísticas y culturales de las regiones y ciudades que íbamos
a visitar. Todas fueron muy instructivas y algunas tuvieron excepcional interés por la profundidad y elegancia con que las desarrollaron los conferenciantes. En total se dieron a bordo unas veintisiete conferencias, lo cual constituye una labor excepcionalmente importante si se considera que el crucero duró cuarenta y cinco días y que los días de permanencia en ciudades eran inhábiles para las conferencias, puesto que se hallaban consagrados a la visita de los monumentos y museos.
Dieron conferencias los señores catedráticos y profesores siguientes: D. Pascual Bravo, de la Escuela de Arquitectura de Madrid; D. Emilio Camps, D. Manuel Gómez Moreno y D. José Ferrandis. de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid; D. Luis Pericot, de la Facultad de Letras do Valencia; D. Julio Martínez Santa Olalla, de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid; D. Manuel García Morente, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid; D. Elías Tormo, de la ídem; D. Blas Taracena, archivero y director del Museo Numantino; D. Antonio García Bellido y don Manuel Ballesteros Gaibrois, de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid; D. Cayetano Margelina, de la ídem de Valladolid; D, Juan Zaragüeta, D. Hugo Obermaier, D. Ramón García de Linares, don Ángel González Palencia y D. Enrique Lafuente Ferrari, de la ídem de Madrid; D. Ángel Apraiz, de la ídem de Barcelona.
Sentiría mucho haber omitido el nombro de algún señor conferenciante. Varios de estos profesores dieron dos y tres y aun más conferencias. Su comportamiento durante el crucero ha sido realmente ejemplar por la diligencia con que han auxiliado a la Dirección y la abnegación con que han puesto al servicio de todos su vasto saber y sus grandes dotes intelectuales.
Por todas estas razones me atrevo a asegurar que los frutos de este crucero han de ser extraordinarios para la formación espiritual de todos los que a él han asistido. La visión intuitiva de esos parajes orientales. cuna de nuestra civilización y teatro de los más importantes acontecimientos históricos y culturales; el estudio de los monumentos y restos del pasado, que narran en sus ruinas la epopeya grandiosa de la cultura humana, la contemplación detenida de los museos, que conservan las más delicadas y elocuentes formas de las civilizaciones pretéritas; todo eso. visto directamente, estudiado, anotado en los cuadernos de diario, sustentado además en las explicaciones y conferencias de doctos maestros, no puede por menos de haber dejado en los espíritus juveniles huellas imborrables y alimento fecundante para el futuro. Si a todo esto se añade el contacto con vidas y civilizaciones ajenas a la nuestra, el espectáculo do otros pueblos y otras costumbres harto distintos de los nuestros, contemplación de panoramas y paisajes consagrados en la esplendente belleza por la admiración de los siglos, es, a mi juicio, indudable que para la formación de los futuros profesores de Letras y los futuros arquitectos este viaje representa una aportación de incalculable valía.
Pero no sólo para los que asistieron al crucero, sino también para nuestra patria, nuestra España, ha sido esto viaje de una importancia excepcional. La nación española se ha hecho presente en remotas regiones, en donde no era conocida o lo era poco y mal. La sorpresa y admiración que en todos los lugares del crucero producían nuestra llegada y nuestra presencia son realmente algo digno de mención. El espectáculo de esta juventud española, con su singular síntesis de alegría y de gravedad, con su cortesía, su distinción y su cultura, ha impresionado profundamente en todas partes. A muchas personas he oído confesar paladinamente que no podían imaginar que España fuese lo que estaban viendo; y era bien notoria y patente la admirativa sorpresa que a todos causaba el conjunto de nuestros estudiantes y de nuestras muchachas, tan resueltos y elegantes de modales, con su viva curiosidad por todo, con su inteligente afán de comprensión y de conocimiento. Y no menos ha interesado en todos los países visitados el "elenco" de profesores cultos, cuya ciencia impresionaba muchas veces por lo seguro y exacto de sus conocimientos. En todas partes se ha manifestado el deseo veracísimo y sincero de anudar más intensas relaciones con nuestro país, de establecer intercambios, correspondencias, de organizar visitas. Nos han prometido venir a España; nos han pedido que enviemos estudiantes y profesores. En Atenas se nos ha hecho formalmente el ofrecimiento de toda suerte de facilidades para la instalación allí de algún Instituto español de Arqueología y Filología. He aquí resultados que convendría mucho aprovechar y no dejar agostarse en simples propósitos. En la Universidad de Jerusalén y en la Universidad de Atenas, el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid ha tenido ocasión de hablar acerca de España, su historia y su arte ante un público selecto de profesores, universitarios y estudiantes, y puedo afirmar que he encontrado los ánimos tan admirablemente dispuestos y tan gratamente sorprendidos por nuestra presencia y nuestra índole, que bien puede asegurarse que el concepto que de España hemos dejado en los lugares de nuestro viaje difiere por completo del que habían forjado las falsas y tendenciosas informaciones, juntamente con una ignorancia desdeñosa. Desde este punto de vista considero también extraordinariamente favorables los resultados del crucero.
Notas de un viaje a Oriente
Un viaje a Oriente. Un viaje al Próximo Oriente mediterráneo. Cuarenta y cinco días de agua y tierras cambiantes. La vista se apercibe para un futuro de ejercicio denso y diverso. Sin embargo, lo verdaderamente importante para el viajero no son, en este andar marino, las ciudades que se van a ver, las aguas salinas que han de espumar la proa. Lo importante son los cuarenta y cinco días de ocupación viajera. Un día es siempre grave; grave mientras dura, porque somos eso; grave después, porque ya queda siempre incorporado a nosotros. La gravedad de estos días viajeros no está, pues, en lo que tienen de viajeros, sino en lo que tienen de días. El adjetivo, como siempre, no hace sino modificar esa gravedad. Y tiene mucho interés escoger cómo van a ser nuestros días, porque equivale a escoger cómo vamos a ser nosotros.
Cuarenta y cinco días mediterráneos se presentan ante mí. Estas notas han de ser un diario del viaje; pero hay que tomar esta palabra en su sentido más rico y preciso: diario es la narración de lo que pasa en cada día, de lo que le pasa a uno. No es descripción de cosas externas y que están ahí, sino precisamente historia; narración de lo que esas cosas externas le producen a uno, o si se quiere, de lo que le pasa a uno al ponerse frente a las cosas. Estas notas han de ser sólo, por tanto, una resonancia amortiguada, un reflejo con colores difundidos de la emoción interna de este tiempo de vida mediterránea. Vamos a intentar hacer un diario de los días del viaje.
Hay dos Orientes: uno próximo y otro remoto. Esto es extraño y sospechoso. La existencia de dos distintas orientalidades haría pensar en que la una lo fuese realmente, y la otra, sólo por oposición a algo occidental, a algo desplazado hacia el oeste de una zona central del mundo. El problema está en fijar nuestro primer meridiano histórico, para contar unívocamente a partir de él. Pero esto tiene una grave dificultad, que nace de la índole misma de lo buscado, y es que este meridiano, además de serlo, es histórico, y por tanto, sujeto a su misma historicidad. Es decir, que ese meridiano se desplaza, siempre dejando huellas; y de ahí viene nuestra dualidad sobre Oriente.
El Oriente mediterráneo nos parece que forma parte de nuestro mundo occidental siempre que volvemos los ojos a la herencia griega o hebrea; por eso nos corregimos, empleando un adjetivo que nos lo haga más familiar y propio. Cuesta trabajo considerar como algo apartado y exótico lo que hemos hecho más o menos nuestro durante siglos y que hemos convertido en una de las raíces más profundas de nuestro ser. Pero precisamente por haber hecho nuestro lo helénico y lo judío, lo hemos desarraigado de su primer asiento y hemos perdido su fondo original. Y hoy, en efecto, Grecia y Judea están lejos de nosotros y son un auténtico y apartado Oriente, perdido entre la dificultad. Eso que tenemos tranquilamente entre las manos, con lo que nos movemos por el mundo todos los días, es algo cerrado para nosotros y cuyo sentido fundamental nos escapa siempre. Entendemos de ello lo que es nuestro, lo que hemos puesto nosotros. Pero el sentido griego de las cosas griegas, o lo hebreo del cristianismo, aparece hosco y no se deja penetrar sin gran esfuerzo. La incomprensión absoluta de lo oriental — tan frecuente— consiste en no ver siquiera esta enorme dificultad y encontrarlo todo patente y claro.
No entendemos —no digo que no podamos entenderlo— ni lo griego ni lo judío. Esto por si solo no seria excesivamente grave, como no lo es nuestra ignorancia frente a todo lo fundamental chino, por ejemplo. Pero ocurre que el caso es distinto, porque China está absolutamente lejos de nosotros, y ni vivimos ni hemos vivido de ella, y acaso, aunque no sea evidente en modo alguno, no podamos nutrirnos nunca de su espíritu. Por el contrario, hemos edificado extensamente sobre el solar griego y hemos introducido en nuestra vida religiosa, y aun fuera de ella, ciertas raíces puramente hebraicas. Y resulta que al no entender bien estas cosas, acabamos por no entendernos bien a nosotros.
Es necesario poner bien en claro, lo helénico y lo hebreo, no por un interés erudito, ni siquiera histórico, sino por poder desplegar con plenitud, conscientemente, todo nuestro ser, y no llevar dentro de nosotros regiones oscuras y abandonadas.
Este viaje es para mi un intentó de aproximación a Grecia y a Judea. De lo egipcio y de lo árabe — algo ya completamente distinto — habría mucho que decir; pero es mejor, como motivo no central, dejarlo para más adelante.
El viaje es, pues, vertical; hacia lo hondo de nuestros espíritus. Viaje de exploración penosa y difícil, de interés angustioso y urgente.
Vamos, con una ansiedad dolorosa y poco esperanzada, a buscar trozos nuestros tras los mares.
Julián MARIAS
Días y ciudades
15 de junio, Salida de Barcelona. 16, en ruta, 17, llegada a Túnez. Excursión a Cartago, 18, llegada a Susa, Visita a Kairuán. 19, La Valette. 20 y 21, en ruta. 22, visita a Alejandría y salida para El Cairo. 23, 24 y 25, El Cairo. 26, llegada a Jafa. 27, llegada a Jerusalén. 28 y 29, Jerusalén. 30, en ruta, 1 de julio, llegada a Candía. Visita a Knosos, 2, visita del museo, Salida de Candía. 3, llegada a Rodas, 4, llegada a Esmirna. 5, Esmirna. 6, llegada a Constantinopla. 7, 8, 9 y 10, Constantinopla. 11, llegada a Salónica. Salida por la noche. 13, 14, 15, 16 y 17, Atenas. 18, llegada a Namplia. Excursión a Micenas, Argos y Tirinto, 19, paso del canal de Corinto. Llegada a Itea. 20, llegada a Catacolo. Excursión a Pirgos y Olimpia. 21. llegada a Siracusa, 22, Siracusa. 23 y 24, Palermo. 25. llegada a Nápoles. 26, Pompeya. 28, excursión a Póstum y Palermo. 29, Nápoles. 30, en ruta por el estrecho de Bonifacio. 31, Palma. 1 de agosto, llegada a Valencia.
Don Fernando de los Ríos explica los Caracteres y el alcance de la excursión.
García Morente y el crucero universitario de 1933
Al inicio de 1933, el académico y filósofo Manuel García Morente, cuyas obras han pasado a dominio público, tuvo un sueño: una expedición humanística que recorrería las aguas del Mediterráneo en busca de las fuentes de la historia y la civilización occidental. Un insólito proyecto cargado de energía y entusiasmo que pretendía para sus participantes, no sólo la acumulación de conocimiento, sino protagonizar una experiencia que les proporcionara la actitud necesaria para abrirse a la vida y al descubrimiento.
Claro que García Morente era un intelectual muy singular. Perteneciente a la Escuela de Madrid junto a Ortega y Gasset y Xavier Zubiri, profesor de María Zambrano y Julián Marías, entre otros. Con una capacidad organizativa asombrosa, fue Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid desde 1932, durante la época de mayor esplendor del centro, gracias a su gestión y al trabajo docente de profesores como los mencionados Ortega y Zubiri, junto a Menéndez Pidal, María de Maeztu, Tomás Navarro Tomás, Manuel Gómez Moreno, Hugo Obermaier, Asín Palacios, Elías Tormo, Américo Castro, Claudio Sánchez-Albornoz y Pedro Urbano González de la Calle, entre muchos otros. Había participado muy activamente en la reforma universitaria que pretendía europeizar España con el llamado Plan Morente, un plan de estudios para la enseñanza de la filosofía inspirado en los postulados de la Institución Libre de Enseñanza, reconocido y puesto en práctica más allá de nuestras fronteras. Su capacidad de trabajo y la cristalina idea que tenía de lo que suponía la enseñanza y la transferencia de conocimiento le llevó a implicarse personalmente en la construcción del flamante edificio de la Facultad de Filosofía y Letras, cuidando todos los aspectos estéticos y funcionales, los colores, los materiales y las formas, en muy buena sintonía con el arquitecto Agustín Aguirre, que buscaba una arquitectura racionalista. Morente tenía muy claro que el viejo caserón de San Bernardo se había quedado escaso y anticuado para formar a las nuevas generaciones de estudiantes, en su mayoría mujeres, que veintitrés años después del Real Decreto de 8 de marzo de 1910, que permitía a las mujeres matricularse en cualquiera de los establecimientos oficiales sin necesidad de contar con el permiso de sus directores, como venía sucediendo desde 1888, habían inundado las aulas de la Facultad con su mayoritaria presencia. De los quinientos alumnos matriculados en la Facultad, cuatrocientos eran alumnas.
En este contexto, el profesor Morente, durante aquellos primeros meses de 1933, pudo imaginar una aventura en la que la labor docente trascendería el corpus teórico para encontrar en la experiencia práctica su principal fuente de conocimiento. En principio contaba con las competencias necesarias para organizar la expedición: tenía de su lado al ministro de Instrucción Pública, Fernando de los Ríos, que había aprobado la realización del viaje el 4 de abril, tras una encendida defensa del proyecto ante el Consejo de Ministros; disponía de un profesorado de excelencia entusiasmado con la idea y había planificado un itinerario fascinante y tentador. Saldrían desde Barcelona el día quince de junio rumbo a: Túnez, Susa, La Valeta (Malta), Alejandría, Haifa, Candía (Creta), Rodas, Esmirna, Constantinopla, Salónica, Atenas, Nauplia, Itea, Catácolo, Siracusa, Palermo, Nápoles, Palma de Mallorca y desembarco en Valencia el día 1 de agosto.
Nicolás Sesma nació en Vitoria en 1977. Es un historiador hispano-francés, profesor titular de Historia y civilización españolas en la Universidad de Grenoble Alpes.
Licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza en 1999, obtuvo una de las becas para investigadores y artistas de la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde se alojó entre los años 2000 y 2002 junto a David Mayor, Rosa Huguet, Mercedes Cebrián, Joaquín Pérez Azaústre, Martín Rodríguez-Gaona y Ariadna G. García. Dicha estancia le permitió recuperar la vinculación histórica de su familia paterna con la Institución Libre de Enseñanza, pues es sobrino-nieto de María Pilar Lamarque Sánchez y Teresa Lamarque Sánchez, docentes en el Instituto Escuel
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