Las autoridades francesas restringieron estos días la circulación de algunos vehículos en París, Lyon y Marsella, y limitaron la velocidad en algunas vías de entrada a estas urbes, para luchar contra el ozono troposférico (O3), un contaminante que causa 70.000 muertes prematuras al año en Europa, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (EAA). Con unos datos similares, en España tan solo se envían mensajes informativos por vías que, en general, ni siquiera llegan a la población.
El ozono troposférico es un contaminante secundario que se produce por la reacción entre la luz solar y el dióxido de nitrógeno (NO₂) y los hidrocarburos emitidos por los coches y algunas industrias. Es un oxidante muy potente que, inhalado, causa picor de ojos y garganta, y reduce la capacidad pulmonar. Si lo respiran las personas más vulnerables pueden sufrir asma, enfermedades pulmonares, e incluso infartos cerebrales.
Lo más habitual es que se genere en las grandes ciudades y en polos industriales, aunque luego muchas veces se transporta a zonas cercanas. Por ejemplo, en Madrid, la fuente principal es el tráfico, que además se está incrementando. En Tarragona, en cambio, es el polígono petroquímico.
Desde hace una semana, los niveles de O3 están disparados tanto en España —sobre todo en Madrid, Cataluña y Andalucía— como en Francia, impulsados por la ola de calor. Francia ha vivido el segundo mes de junio más caluroso desde 1900, según anunció Méteo France. El pico de temperaturas, de hasta 41 grados, se vivió el martes y las autoridades han levantado ya la alerta roja por ola de calor en los 16 departamentos donde estaba vigente, aunque hay 40 en alerta naranja.
En algunas zonas las altas temperaturas han elevado los niveles de polución, como es el caso de París, Marsella y Lyon, las ciudades más pobladas del país, lo que ha llevado a las autoridades locales o regionales a tomar medidas para bajar estos niveles: la restricción de la circulación a los vehículos más contaminantes y la reducción de la velocidad en carreteras.
En París se han rozado este miércoles los 90 microgramos por metro cúbico (µg/m³) de Ozono, mientras la concentración de partículas PM2,5 era 3,2 veces superior al valor de referencia anual de la OMS. La prefectura de Bouches du Rhône, departamento al que pertenece Marsella, activó el lunes el protocolo de alerta nivel 1 por contaminación. Este incluye, además de las medidas citadas, también la reducción de determinadas actividades en el ámbito de la construcción y, en el agrícola, la prohibición de aplicar determinados fertilizantes orgánicos.
Solo pueden circular por el área metropolitana los vehículos menos contaminantes o eléctricos. Igual que en París, donde la prefectura de Policía, aplicó el martes el llamado sistema de tráfico diferenciado dentro del perímetro delimitado por la autopista A86, es decir, en París y en parte del cinturón de la periferia. Solo se autoriza la circulación a los vehículos menos contaminantes que lo acrediten con la pegatina correspondiente (Crit’Air).
Además de esta prohibición, se han reducido los límites de velocidad máxima en 20 kilómetros por hora en las carreteras de la región parisina y los vehículos de transporte público que pesen más de 3,5 toneladas están obligados a rodear la carretera de circunvalación. “La Prefectura de Policía realizará controles para garantizar el cumplimiento de estas medidas”, advirtieron. El lunes ya se habían implementado restricciones pero más leves.
En España la previsión de la superación del umbral de información obliga a las autoridades autonómicas a advertir a las personas más sensibles a la contaminación atmosférica, como niños, mayores, embarazadas o personas con problemas respiratorios o cardiovasculares. Deben protegerse evitando en las horas centrales del día y a la caída de la tarde cualquier esfuerzo físico y los ejercicios al aire libre. También deben informar sobre la previsión de evolución de la contaminación, las áreas afectadas y la duración del episodio. La Comunidad de Madrid, Cataluña y Andalucía señalan han informado a la población, algo que también han hecho los ayuntamientos de Barcelona y Madrid.
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