El chalet fue construido en el puerto de Áliva durante el verano de 1912 por la Real Compañía Asturiana y se estrenó con motivo de la cacería de Alfonso XIII en el "coto real".
"El chalet, de estilo inglés moderno, consta de tres cuerpos de planta baja, mansarda y sótano. En el cuerpo central están dos halls de entrada y el comedor y en los laterales los dormitorios, cuartos de baño y la cocina en un extremo".
"Todo el exterior es de cinc acanalado, de colores blanco y verde en fachadas y maderamen, y rojo vivo la techumbre, en la que se abre a la derecha una gran chimenea de piedra. Su aspecto es agradable". El periódico "La Época" añade más detalles "capaz para 18 camas, con calefacción á vapor, cuartos de baño y servicio de agua, etc.".
En septiembre de 1912, recién levantado el chalet, Alfonso XIII volvía a estar de cacería por los Picos de Europa.
Hacia las 11 de la mañana del día 3 de septiembre de 1912 el rey había salido de la casa en Las Fraguas del duque de Santo Mauro. En Potes estaba a las dos y cuarto y fue cumplimentado por las autoridades. Un poco antes de llegar al pueblo, se detuvo D. Alfonso en la carretera para almorzar. A las tres menos cuarto llegó el automóvil regio a Camaleño donde le esperaban el infante D. Carlos y el príncipe Rainiero, el duque de Tarancón, el conde de Maceda, el marqués de Hoyos y don José Antonio Quijano.
Más tarde a caballo la comitiva marchó por Mogrovejo a Lloroza donde estaba instalado el casetón de la Real Compañía Asturiana. Allí esperaban al Rey los marqueses de Viana y Villaviciosa y los directores de la Real Compañía señores Hauzeur y Sitges.
El rey, invitados y ojeadores ante el chalet real tras una de las cacerías de aquel septiembre de 1912
La estampa que se encontraron a su llegada a la loma cercana sobre las seis y cuarto de aquella tarde era una hermosa casa de tejado empinado rodeado de 12 tiendas de campaña que alojarían a la servidumbre, a los empleados de telégrafos, a la guardia real y cuatro de ellas a particulares.
Se tendieron postes de telégrafo para facilitar la comunicación permanente con Su Majestad a través del telégrafo de Potes. Esta estación estuvo dirigida por el oficial de telégrafos de Santander D. Ildefonso Manzano. Durante la instalación de ese tendido de 9 km por Tanarrio las cabras montesas se entretuvieron en roer el hilo, y la comunicación quedó interrumpida. Hubo que realizar varios empalmes y montar una rigurosa vigilancia en toda la línea para que no volviera a ocurrir.
De todos los pueblos acudían curiosos para ver las cacerías de los días 4, 5 y 6, pero la Guardia Civil no les dejaba acercarse para evitar desgracias. Durante esos tres días se cazaron noventa y seis rebecos, de los cuales el rey mató veinte. Cada ojeador además del jornal pagado por Su Majestad, recibía un rebeco. Colaboración importante fue la que prestaron algunos lugareños como el alcalde de Camaleño, Lino González, experto cazador, y de numerosos vecinos de los pueblos de Sotres, Tielve, Bulnes, Caín, Valdeón y Espinama que ejercieron de ojeadores en las cacerías o en las labores previas. Lino González, el primer día de cacería iba a las inmediatas órdenes del Rey, como su cargador, y Jerónimo Prieto desempeñaba igual oficio cerca del Infante don Carlos.
Gracias a Filmoteca Nacional, podemos ver en imágenes reales, detalles de esa visita real de 1912 que sirvió para inaugurar el que desde entonces empezó a llamarse "El Palacio" o "chalet real". Unos de los primeros en ver las imágenes de aquella cacería y visita real a Picos fueron los que asistieron al estreno en Santander de "Cacería regia en Picos de Europa", que según parece, fue en el Pabellón Narbón el 29 de septiembre de aquel año 1912.
La revista "Por esos Mundos" resumió así la crónica del viaje real:
"El primer día de cacería, los tiradores subieron por la empinada Canal del Vidrio, vertiente Sudeste de Peña Vieja, para llegar hasta los picos llamados Tiros del Rey, donde estaban los puestos. El ojeo se verificó en las cumbres y depresiones llamados Hoyo Oscuro, Hoyo sin tierra, Hoyo Grande, Hoyos Negros, dos Boches, el Llambrión, los Lagos, Santa Ana y Garganta de la Canalona, acosando hacia los Tiros del Rey los rebecos, de los que fueron cobrados en esta primera batida 46, quedando heridos más de 30. Tres soberbios ejemplares, un macho, una hembra y una cría, fueron seleccionados del conjunto y enviados al director del Museo de Historia Natural. La segunda batida se dio en las estribaciones del Sur de Peña Vieja, muy cerca del puerto de Áliva, matándose en conjunto diez rebecos. El tercer día se batió la parte de sierra comprendida entre los picos de Altaiz, el Llambrión, Santa Ana y vertiente Oeste de Peña Vieja, matándose nueve rebecos. En esta jornada, la niebla, muy densa, impidió á los cazadores realizar mayores proezas.
El descenso de los picos lo realizó S. M. por el camino de Igüedri, llegando al precioso valle denominado Val de Baró, recorriendo los pueblos de Espinama, las Ilces, Cosgaya, Camaleño y Potes, desde donde, en automóvil atravesando el imponente desfiladero de la Hermida, se dirigió á Santander". A las once de la mañana salió y a las 3,30 estaba en Potes donde el vecindario le pidió que cruzara a pie y así lo hizo en medio de vítores. En Potes por ejemplo, "Dos niñas vestidas de blanco, Amelia Palacios y María Luisa Castelao ofrecieron al Rey dos bouquets para la Reina Victoria. Don Alfonso les aceptó muy complacido y besó á las dos niñas. Después dio orden que el automóvil le siguiera despacio y marchó hacia la salida, rodeado de las autoridades y materialmente llevado en volandas por el gentío á quien entusiasmó el rasgo del Rey".
Concluyó la estancia real en las tierras lebaniegas aquel 7 de septiembre, y así quedó inaugurada esa edificación que desde hace ahora cien años da colorido al puerto de Áliva. D. Alfonso volvió otras dos veces a cazar a Picos. Una de ellas fue en 1920, durante dos días, en que estuvo acompañado por la reina Victoria Eugenia. Otra, en 1926. Ellos no volvieron más pero el chalet permaneció, y permanece, alojando a directivos e invitados de la Compañía propietaria.
Alfonso XIII, pocas horas después de abandonar Picos, recibió en Santander las llaves del palacio de La Magdalena para que fuera sede de los veraneos de la familia real española, palacio que se realizó por suscripción popular y que utilizarían asiduamente hasta 1930.
El bisabuelo de Ana la Gallega y el del Rey Felipe VI coincidieron en la cacería de 1912. Ana vive en Sotres y en 2024 recibió el premio de Pueblo ejemplar.
En esa ocasión la Familia Real recibió de manos de Ana una foto de Alfonso XIII en Áliva tras una cacería en la que participó Juan de Moradiellos, su bisabuelo.
Ana Moradiellos, Ana la Gallega, identificó a su bisabuelo Juan de Moradiellos en una antigua foto, de 1912, realizada en el refugio de Áliva, en los Picos de Europa, tras una cacería.
En el grupo, además de Juan de Moradiellos y varios nobles, entre ellos Pedro Pidal, quien uns años antes había escalado por primera vez el pico Urriellu, está el rey Alfonso XIII. Su fama de buen montero y experto conocedor de los Picos de Europa hizo que participara como guía en aquella cacería.
En Sotres se encuentra Casa La Gallega, el bar-tienda que regenta Ana Moradiellos y que es el más antiguo de Sotres, fundado por sus padres, Antonio y Ángeles, a finales de los años 60. Allí, en un espacio por el que no ha pasado el tiempo, entre cachivaches de todo tipo, hay comestibles, droguería, madreñas, calcetos de lana, viejos recuerdos y todo lo que puede haber en un bar-tienda de pueblo.
Parece ser que Alfonso XIII preguntó si aún vivía el montero de su padre, o sea, el bisabuelo de Ana, pues había de tener unos 50 años más que él. El montero de Sotres ya había acompañado en varias cacerías a Alfonso XII hacía más de diez años por los Picos, de lo que su bisnieta conserva un libro con el relato de aquellos días bien detallado y pormenorizado.
La Asturiana, es el título del libro escrito por Caroline Lamarche (Lieja, 1955) en el que narra la historia de sus antepasados, los industriales belgas que fundaron la Real Compañía Asturiana de Minas, lo que actualmente es la multinacional Asturiana de Zinc (AZSA).
Lamarche se ha docunentado en las cartas privadas, económicas y comerciales que guardaba su padre, Freddy Lamarche, ingeniero y yerno del último presidente belga de la empresa, Paul Laloux, para escribir la historia de sus antepasados.
Esta historia comenzó a escribirse en 1831 cuando el ingeniero de minas de Lieja, Adolphe Lesoinne, llegó a Asturias, a petición de los liberales que habían huido de Fernando VII, para explorar las posibilidades de la zona, comenzando por la mina de carbón de Arnao. Nuestros país andaba escaso de este tipo de actividad industrial, y por otra parte, Inglaterra y Bélgica eran los mejores exponentes en Europa.
Adolphe murió joven y sin descendencia, por lo que es su sobrino Jules Hauzeur, quien recogió el testigo, descubrió la blenda de la mina de Reocín (Cantabria) y decidió poner en marcha una fábrica de zinc en Arnao, así nació la Real Compañía Asturiana de Minas en 1854.
Hazeur acertó plenamente porque el zinc era un metal muy utilizado a finales del XIX, muchos edificios de París de esa época cubrían sus tejados con ese material, y abrió una nueva planta en Auby, en el norte de Francia. Falleció a principios del siglo XX y su hijo y heredero, Louis Hazeur, convirtió la empresa en una multinacional con sedes en Madrid y Paris.
Louis Hazeur murió a principios de los años 50 sin hijos, por lo que su patrimonio pasó a manos de un sobrino, Paul Laloux, profesor de Derecho en Lieja, poco interesado en la empresa y abuelo de Caroline. Por aquel tiempo un grupo de industriales españoles liderado por Banesto y el director general de la empresa, Juan Sitges, fundan Asturiana de Zinc (AZSA) que comienza a utilizar métodos más modernos de explotación y construye una nueva planta a pocos kilómetros de la vieja lo que da lugar a que en los años 60 comience el declive de la RCAM. De hecho en 1980 es adquirida por una peseta por AZSA y así se acaba el periodo en que los empresarios belgas explotaron las minas de zinc.
Louis Hauzeur mandó construir el chalet de Áliva para alojar a los directivos de la empresa que trabajaban en las minas, aunque también se utilizó para que pernoctase el rey Alfonso XIII cuando iba a cazar por la zona.
En su infancia la propia escritora veraneaba con su familia en el chalet de Áliva, e incluso Francisco Franco y el rey Juan Carlos I se alojóaron allí durante sus cacerías en la zona.
Caroline Lamarche, nacida en Lieja en 1955, residió durante su infancia en Oviedo y en Torrelavega, y también en Francia y en Nigeria, donde fue profesora de inglés y francés, antes de instalarse definitivamente en Bruselas, donde ha desarrollado una intensa carrera como narradora, poeta y guionista cinematográfica. En 2014 fue elegida miembro de la Real Academia de la Lengua y la Literatura Francesas de Bélgica. Entre otras obras, ha publicado cuatro novelas en la prestigiosa editorial Gallimard. Una de ellas, Estamos en el borde, obtuvo el premio Goncourt en 2019.
El chalet, escondido en los Picos de Europa, sigue en pie y en buen estado de conservación, al menos el exterior del mismo.
En el libro La Asturiana se recoge también la historia de la mayor tragedia sufrida en la mina de Reocín. El 17 de agosto de 1960 se produjo la rotura del dique de La Luciana, y miles de toneladas de lodo se precipitaron sepultando las casas y la vida de 18 familias.
La Real Compañía Asturiana de Minas, ahora Asturiana de Zinc (AZSA) propiedad del grupo suizo Glencore, es una de las grandes empresas mundiales de producción de zinc.
Caroline Lamarche.
CACERIAS EN LAS MONTAÑAS DE ASTURIAS (1896-1912)
A principios del siglo pasado, Ignacio Pidal y Bernaldo de Quirós narró de forma pormenorizada unas maneras y lugares únicos para la caza del rebeco, corzo, urogallo y oso. Por este motivo sus herederos han querido que su obra, compuesta por narraciones y fotografías que dejó recopiladas en sus diarios a lo largo de su vida, viera la luz, siendo así editada en el presente libro. Todo lo que esta publicación recoge es un pequeño homenaje a Asturias, una tierra que para Pidal tenía una atracción atávica y espiritual y que le permitió disfrutar de una bendita pasión y desenfrenada locura por la caza y la montaña. Importantes fotos de la época.
Este asturiano que se aficionó a la caza de la mano de su hermano Pedro Pidal quien a su vez es también conocido por ser el primer escalador del Naranco de Bulnes en compañía del “Cainejo“ o por ser uno de los impulsores en el reinado de Alfonso XIII de los primeros Parques Nacionales de España
Pedro Jose Pidal y Bernaldo de Quiros
Cuando Pedro Jose Pidal y Bernaldo de Quiros nació el 2 de noviembre de 1869, en Somió, Gijón, su padre, Alejandro Pidal y Mon, tenía 23 años y su madre, Ignacia Bernaldo de Quiros y González de Cienfuegos, tenía 22 años. Se casó con Jacqueline Guilhou Georgeault el 10 de octubre de 1892, en San José, Mieres. Fueron padres de por lo menos 4 hijos y 1 hija. Emigró a Boston, Suffolk, Masachusets, en 1915. Murió el 17 de noviembre de 1941, en Gijón, a la edad de 72 años.




















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