miércoles, 17 de febrero de 2021

Estudio del seno hullero recubierto de La Robla en 1924

Estudio del seno hullero recubierto de La Robla (Ingeniería y construcción, AÑO II.—VOL. II.-NÚM. 14. Madrid, febrero 1924)

Por BENJAMÍN CALLEJA, Ayudante facultativo de Minas 

Próximamente con el mismo texto que el presente articulo ha sido elevada al Directorio militar una solicitud demandando la subvención del Estado para los trabajos de investigación que aquí se aconsejan. Encontramos justificada esta protección para precisar las disponibilidades de la riqueza carbonífera nacional bien aumentadas si se confirman las interesantes hipótesis del Sr. Calleja.  

DESCRIPCIÓN GEOLÓGICA. 

La enorme masa de montañas de la región septentrional de la provincia de León, con sus picachos elevados que la erosión modeló en forma aguda y dentellada, con sus numerosas y profundas angosturas (hoces) y el gran espesor de la porción pétrea, ofrece un aspecto fantástico y rudo, constituyendo un caso curioso de orografía, y si bien a poco de salir de la capital, siguiendo el valle del Bernesga, puede observarse ya que las mesetas cuaternarias que se esfuman a lo lejos, de manera intermitente al principio, recortando a trechos el horizonte, poco a poco se unen y formando pequeñas colinas contornean el valle por que discurre el ferrocarril, estrechándole lenta y sucesivamente, al mismo tiempo que la vegetación decrece hasta casi desaparecer, no es, sin embargo, hasta La Robla donde espera la mayor sorpresa y donde el ánimo sufre una impresión brutal al ver de pronto interrumpida la placidez del valle por el brusco y formidable levantamiento de la caliza, que alternativamente y de manera bastante uniforme constituye, con la parda cuarcita, casi exclusivamente ese macizo montañoso y abrupto, apenas tajado en algunos sitios para el curso de las aguas y trazado de la carretera, ya que el ferrocarril sigue muy frecuentemente un camino subterráneo; elevación y angostura que se acentúan a medida que se adentra valle arriba, y llega a su máximum en las inmediaciones de Villamanín, donde efecto de este mayor levantamiento asoman terrenos más antiguos, formando aquí la caliza un amplio anticlinal truncado, a partir del cual el terreno entra en una fase de mayor regularidad, ya que las bancadas se suceden sin otros plegamientos, no obstante lo cual las montañas continúan elevándose progresivamente. Así se llega a Busdongo, casi en la parte culminante, donde a poco, y después de un largo túnel que atraviesa la última eminencia, se desemboca en tierra asturiana, volviendo a sentirse nueva y distinta impresión al pasar de un suelo estéril y erizado de rocas a otro tapizado de musgo y frondosa vegetación a que la humedad y templanza del clima hace propicio. Esto no obstante, la impetuosidad de la pendiente, ya en sentido contrario, y las múltiples depresiones del terreno, indicio indudable de una intensa denudación, juntamente con el culebrear caprichoso de tal o cual caliza que en varios sitios se dibujan, hacen presentir un comienzo muy accidentado de la formación carbonífera asturiana, ya que poco antes, en Arbas, límite provincial, se presentan de nuevo los interrumpidos mantos hulleros, y sus capas de antracita constituyen la base de aquélla. En efecto, al elevarse de manera tan considerable como consecutiva el terreno, compuesto principalmente, según se ha dicho ya, de calizas y cuarcitas devonianas, algunas areniscas ferruginosas y pizarrilla laminar de color pardo o pajizo del mismo terreno, juntamente con bancadas menos frecuentes del cambriano y otras del siluriano aún más raras, produjo desgarramientos de tal magnitud en los mantos hulleros que no solamente originó su aislamiento parcial y pérdida de continuidad con la cuenca asturiana, sino que marcó una profunda división en el carbonífero local, presentándole bajo dos aspectos completamente diferentes: uno. que no habiendo participado de este levantamiento o que, menos intensa su acción, sus efectos no se manifiestan en la superficie y permanece oculto bajo los terrenos muertos, y otro, que constituye el macizo montuoso de referencia y que, en forma de sinclinales. es objeto de la explotación del día. 

CARBONÍFERO AFLORANTE. 

Está limitado al S. por los recubiertos provinciales, al N. y O. por la provincia de Oviedo y al E. por la de Falencia, y si bien entre los ríos Luna y Forma guarda una dirección perfectamente orientada de O. a E., poco después de atravesar el segundo se manifiesta al S. de esta línea para formar la cuenca de Sabero, lo mismo que lo hace al paso del primero para dar lugar a la de La Magdalena, que de nuevo es interrumpida antes de Villablino, del mismo modo que Sabero también lo es por el levantamiento de Peña Corada antes de constituir la denominada de Valderrueda. Más al S. de La Magdalena, como a tres kilómetros, en Santa María de Ordax, aflora otra vez y forma a distancia la cuenca de Valdesamario, y aun más al S. a la de antracitas del Bierzo. 

Los pliegues de acordeón de la mencionada caliza, al abrigo de los cuales se formaron los citados sinclinales o cuencas, estériles unos, de riqueza variable otros, se ven frecuentemente interrumpidos en su dirección, generalmente al paso de los ríos, tal como sucede a la importante y bien conocida de Ciñera-Santa Lucía al cruzar el Bernesga por el O., para que aparezca poco después y en miniatura formando un óvalo perfecto, constituyendo la Lozana, lo mismo que por el E. al paso del Curueño, después de extenderse a este rumbo formando la de Matallana y la Valcueva sin que, aparentemente al menos, el río Torio la afecte lo más mínimo; la de Sabero al atravesar el Esla, etc., lo que prueba bien claramente que los levantamientos no se verificaron solamente en el sentido primeramente indicado o de E. a O., sino también en el normal a él o de N. a S., con la particularidad de que los primeros han tenido lugar mucho antes y cuando la materia se hallaba aún en estado plástico, ya que los estratos aparecen perfectamente plegados, lo contrario de lo que sucede con los segundos, que fueron acompañados de fuertes roturas, las cuales formaron el cauce de los ríos y esbozaron el relieve actual de los valles. 

Y aun los levantamientos del primer grupo no han debido verificarse todos simultáneamente, puesto que por una parte los carbones se presentan entremezclados y sin sujeción a ese orden de rigurosa cronología que tanto caracteriza a la cuenca asturiana, a cuyas capas de antracita ya mencionadas suceden las de carbones secos de La Cobertoria, y a éstas las semigrasas de Pola de Lena, etc., según se van alejando de la zona de cataclismo, mientras aquí, y muy especialmente donde la cuenca es integrada por más de un sinclinal, es frecuente que aparezcan tumultuariamente, como, por ejemplo, en la zona del Bernesga, que los secos de Santa Lucía están comprendidos entre los semigrasos de vapor de Ciñera y los excelentes de fragua y cok de La Magdalena, induciendo esto a creer que después de jalonadas las primeras cuencas se produjeron levantamientos locales que originaron pérdidas en su composición y sobre todo en materias volátiles, supuesto que por otra parte parece confirmado con lo que sucede en el mencionado grupo de Santa Lucía precisamente, en el que se observan roturas y traslaciones reñidas con el estado blando en que se dijo se encontraban los materiales, debiendo producirse los accidentes que las motivaron bastante tiempo después de haberse formado la cuenca, dando ellos origen, indudablemente, al precitado desorden de sus carbones. 

Dependiendo la mayor o menor riqueza de los sinclinales de su mayor o menor amplitud en relación a la altura a que fueron elevados, no es de extrañar que la formación haya sido reducida al tramo inferior y no completo en bastantes de ellos, ya que la mayor latitud de los conocidos no pasa de 1.000 metros, y esibo a cotas considerables; de manera que en tan estrechos límites se comprende perfectamente que no haya podido mantenerse ni aun siquiera el espesor que los geólogos asignan al mencionado tramo, o sea el de 900 metros. Esto, sin embargo, no reza con Villablino, donde parece ser existe otro tramo más, aun no bien definido, lo que asigna a esta cuenca una importancia indiscutiblemente superior a las demás de la provincia. No obstante, existen concentraciones verdaderamente importantes por su riqueza, como son las de Ciñera-Santa Lucía, La Magdalena y Sabero, entre otras, que hacen que la explotación hullera leonesa mantenga su rango dignamente entre las de mayor producción.

Generalmente el tramo inferior subsistente está compuesto de doce capas, agrupadas en tres pisos del modo siguiente: cuatro en el inferior, dos en el medio y seis en el .superior, salvo en algunas zonas en que el inferior constituye capa única, teniendo gran parecido, tanto en el número de capas y su composición como en el espesor explotable, con la descripción que del mismo hace don Luis Adaro, eminente ingeniero de Minas, refiriéndose a él en Asturias, si bien aquí, en las zonas ricas antes mencionadas, contiene espesores bastante mayores, especialmente en las proximidades de las interrupciones transversales, ni más ni menos que si la materia combustible correspondiente a tales esterilidades se hubiese acumulado a ambos lados del levantamiento. Es regla que la cantidad aumente de arriba abajo y la calidad inversamente, excepto, claro está, en aquellos tramos que por haber sido estrujados y volteados en todos sentidos no solamente contienen carbones malos, sino que se presentan irregularmente diseminados. 

Para darse perfecta cuenta de cómo se presentan los manchones carboníferos tan frecuentemente interrumpidos, de tan desigual riqueza, etc., sería preciso una descripción muy detallada en planta y varios cortes, lo que haría mayor de lo que nos hemos propuesto este modesto trabajo, por lo que, y siendo a nuestro objeto suficiente indicar tan sólo la zona comprendida entre las cuencas de La Magdalena y Sabero en sentido O. E., y la de los recubiertos de La Robla y antracitas de Arbas en el de S. a N., a ella queda limitada la proyección horizontal que publicamos (Fig. l.ª), aunque en el corte longitudinal—que aparece en la figura 1.ª—por el valle del Bernesga, y para mayor claridad, se indica la continuación hasta los recubiertos asturianos de Soto de Rey. En ambos (especialmente en el corte siguiendo los plegamientos de la caliza) puede verse bien claramente el proceso seguido en la formación de este verdadero laberinto de montañas y cuan grandes han debido ser las convulsiones de la tierra en la época de su formación, así como resalta a la vista lo poco litil que se ha salvado del cataclismo en relación a la superficie considerada; pues si bien la faja que se indica en el valle del Torio después de Cármenes, se extiende un tanto mejorada por el N. de Boñar, todo ello no basta a borrar la impresión de pobreza que produce su simple examen, contrastando con lo que sucede en Asturias pasada la porción de contacto algo accidentada, que causa admiración por la manera cómo y con qué amplitud y regularidad se desarrolla en forma de sinclinal, dejando adivinar la enorme cantidad y gran variedad de sus carbones, especialmente en la zona central, de mayor espesor, de los Ayuntamientos de "Mieres y Langreo.

Si por un momento, y fija la atención sobre el corte en cuestión, vamos comparando alturas, podremos ver que La Robla corresponde al nivel de Navidiello, antes, de Pola de Lena, o sea con la porción regular ya de la formación, circunstancia que unida a la de que también La Robla es límite de los levantamientos del lado de León y comienzo, por tanto, de la normalización de los terrenos, la consecuencia que se desprende de ambas particularidades no puede ser otra que la de que también el primero de los puntos indicados lo es de partida del hullero rico para esta província, ya que la porción comprendida entre uno y otro puede considerarse como desgarrados jirones de un interés industrial muy inferior, la cual salvamos con trazos en un amplio anticlinal para mayor comprensión. Y si alguna duda cupiera respecto a nuestra aseveración, ahí están los dos asomos de La Magdalena y Sabero en los extremos de una línea recta que pasa por La Robla y distan entre sí unos cincuenta kilómetros, los cuales marcan el primer seno recubierto.  

Los cortes hechos en las cuencas de Santa Lucía, Ciñera, Sabero y La Magdalena (véase fig. 2.ª) muestran entre sí gran analogía, tanto en el número de capas como en su agrupación, lo que nos hace considerarlas, según ya se ha dicho, como correspondientes a un mismo tramo; pero tanto en el espesor explotable como en la calidad difieren considerablemente, por las razones también apuntadas anteriormente. En el perteneciente a La Magdalena, hecho por el abandonado pozo San Luis, hay que distinguir la diferencia de inclinación de las capas en las dos ramas del sinclinal, pues mientras las del lado N. miden 80° , sin duda por el empuje violento de la caliza de este lado, las de la rama S. sólo cuentan 35°, no obstante estar afectadas por el siluriano; pero como éste se pierde a partir de Carrocera, y consecuentemente deja de ejercer influencia sobre los estratos hulleros, de tal modo que en ese mismo punto empiezan los recubiertos, es lógico suponer con tal motivo una pérdida aun mayor de inclinación, con lo que aumentará la amplitud del sinclinal y con ella el espesor del carbonífero, ya que, según se ha dicho, la limitación al tramo inferior es consecuencia natural de la denudación originada por la pequeña latitud de los pliegues y altura grande por ellos alcanzada, haciendo presumible su unión con la continuación de las capas de Santa María de Ordax a distancia y profundidad, empero fuera del objeto de estas líneas. El pequeño sinclinal que se indica al N., y que no es otra cosa que la repetición de la cuenca en su casi totalidad denudada, deja de ser explotable a partir de Carrocera a consecuencia de un mayor levantamiento de la caliza sobre que descansa a este rumbo (la misma que forma la línea E. O. del primer levantamiento), perdiéndose sus trazas bajo los mantos muertos entre Sorribos y Llanos, en cuyo primer pueblo se ha puesto al descubierto últimamente una capita de 15 centímetros de espesor y excelente carbón al practicar una excavación. 




Tanto esta cuenca como la de Sabero fueron objeto de preferente estudio por cuantos ingenieros han pasado por la provincia, describiéndolas maravillosamente, persuadidos de su gran valía, no tan sólo por la regularidad, número y espesor de sus capas, si que también por la bondad de sus carbones, indiscutiblemente de los mejores de la provincia; pero después de los luminosos estudios hechos por D. Lucas Mallada, D. Adolfo de la Rosa y otros no menos competentes, son tratadas de manera magistral, en sus respectivas obras, por los eminentes ingenieros D. Luis Adaro y D. José Re villa. Dice el primero refiriéndose a La Magdalena, que citaremos únicamente a los efectos de nuestro estudio: «Zona occidental. A más de la cuenca de este nombre (se refiere a la del Bierzo), poco reconocida, abarca las de Tremor, Valdesamario, La Magdalena y Villablino, muy bien estudiadas, sobre todo las dos últimas, que revisten verdadera importancia por el número y espesor de las capas descubiertas. El carbón en general es antracitoso; pero las capas superiores y las más separadas de la cordillera le proporcionan semigraso, y en La Magdalena le hay excelente graso de fragua. El tipo más frecuente, según Oriol, es de 2 0 por 100 de materias volátiles y 6 a 9 por 100 de cenizas con 7.70 0 calorías Berthier, es decir, un buen carbón de llama corta propio para calderas de vapor. Las capas se presentan agrupadas; en Villablino se han reconocido hasta 15 diferentes con hullas de 5 a 2 5 por 100 de materias volátiles, y según Revilla se hacen tanto más antracitosas cuanto más cercanas están a las intercalaciones porfídicas, que, como en Tineo, son frecuentes en la región. En La Magdalena se han descubierto seis capas con espesores de 0,3 5 a 1,30 metros.»

En el número de capas no está conforme con las existentes ni con las que señala D. José Revilla en el corte que ha trazado por el arroyo Valdespino y que hace pasar por el mencionado pozo San Luis, en el que figuran 10 capas con espesores comprendidos entre 0,4 0 y 1,00 metro, y dice: «La Magdalena. Capas de carbón. Los trabajos más importantes del manchón O. de la provincia han sido hechos en la mina Carmen por la disuelta Sociedad Española de Minas, que consisten principalmente en un pozo de 110 metros de profundidad y dos transversales de 164 y 122 metros. La figura 29 da idea de un corte medio de la cuenca (el ya referido) en esta concesión, observándose que la capa núm. 2 cambia de buzamiento en su parte inferior y que la transversal a 110 metros corta a los 122 el terreno cretáceo. El carbón es bastante concentrado, y la parte rica del carbonífero es muy estrecha y no dispone de altura sobre el nivel de las aguas.» Y sigue más adelante: «El carbón es limpio, con 20 a 25 por 100 de materias volátiles y bastante compacto. Si se construye el ramal de ferrocarril de 15 kilómetros a La Robla se podrá hacer una buena explotación en estas concesiones, limitadas al N. por los conglomerados hulleros y por el S. por el siluriano. El buzamiento varía de 75° a la vertical y se tiende algo a medida que se camina hacia el S. La explotación actual está limitada al pequeño consumo local.»

 ( Continuará.) 

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