miércoles, 7 de marzo de 2018

Estación radiotelegráfica de Aranjuez


En la revista "La ilustración española y americana" del 8 de febrero de 1912 se informa de la inauguración de la estación radiotelegráfica de Aranjuez.

LA ESTACIÓN RADIOTELEGRÁFICA « MADRID - ARANJUEZ »


Fue inaugurada el día 28 de Enero último, con asistencia de SS. MM. y de los Príncipes de Battenberg, y con la de numerosos invitados, á quienes la Compañía Nacional de Telegrafía sin hilos obsequió espléndidamente, poniendo á su disposición tren especial, delicado almuerzo y varios automóviles para llegar hasta la explanada en que tiene asiento la estación.

En ella esperaron la llegada de SS. MM. y AA., á quienes recibieron y acompañaron el Ministro de Gobernación, el Director general de Telégrafos y el Consejo de la Compañía, é inmediatamente empezó la visita á la interesantísima instalación. Sólo daremos de ella una ligera idea, porque otra cosa nos llevaría á un largo artículo técnico.


El edificio consta de dos partes, separadas por el vestíbulo. En la de la derecha de la entrada se hallan:


La sala de máquinas, con un motor de petróleo de tres cilindros, sistema Gardner, de 36/38 caballos, acoplado directamente á una dinamo de corriente continua de veintidós kilowatios. La sala de acumuladores, que contiene una batería de sesenta elementos Tudor, con capacidad total de seiscientos amperios-hora, que se carga por medio de la dinamo, la cual mueve también simultánea ó independientemente el motor generador. La sala de aparatos, donde se halla el referido motor generador, acoplado directamente á un alternador monofásico, que á su vez está unido, por medio de un acoplamiento aislador, á un descargador rotativo de discos, último modelo Marconi. El motor recibe la corriente de la dinamo, de los acumuladores, ó de los dos á la vez, y proporciona al alternador energía suficiente para mover el disco descargador, además de la requerida por aquél. Contiene además esta sala: un transforrnador de alta tensión, dos reactancias protectoras, una llave de alta tensión, una batería de condensadores, el Jigger Marconi, la bobina de sintonización de la antena y las tomas de ésta y de tierra.


En esta misma ala se hallan el despacho del ingeniero, un taller con los útiles indispensables y un pequeño almacén.


En el ala izquierda del edificio se encuentra la sala de transmisión y recepción, con manipulador Morse, receptores de válvula, detector magnético con sintonizador múltiple, y los diversos aparatos accesorios, así como los cuadros de corriente continua y alterna, dispuestos al alcance del operador, el cual puede así, desde su asiento, accionar toda la estación. En comunicación con esta sala se halla la de los aparatos telegráficos con hilo directo á Madrid.


El funcionamiento de todos estos mecanismos es el siguiente: La dinamo movida por el motor de petróleo carga los acumuladores, y éstos sirven para dar movimiento al motor generador, el cual, á su vez, impulsa al alternador monofásico, que, conectado al transformador, produce la corriente de alta tensión. Las descargas se verifican á través de un disco rotativo, y actúan el circuito primario, donde se halla una batería de ocho condensadores y el Jigger. El arrollamiento secundario de éste está conectado á la antena. La antena, después de toda esa serie de operaciones, hace vibrar el éter. Estas vibraciones son las ondas transmisoras.


Marconi hace llegar esas ondas en la actualidad á diez mil millas para la comunicación de Clifden (Inglaterra) con Glace Bay (Canadá), y desde la estación que acaba de inaugurar personalmente en Coltano se llegará, dentro de poco tiempo, hasta la República Argentina.


'I'erminada la visita al interior del edificio, y hecha la explicación de la antena y sus soportes (sintetizada al pie del grabado correspondiente de la página inmediata), fué servido en elegante marquesina un suculento lunch, después del cual y de entusiastas felicitaciones, se despidieron los Monarcas y se inició á continuación el regreso á Madrid.


La Compañía ha dispuesto la instalación para un alcance normal de ochocientos kilómetros; pero el máximo es mucho mayor, y en las pruebas ha mantenido comunicación constante y regular con Poldhu (Inglaterra), á mil trescientos kilómetros.

Integran la red, además de la estación de Aranjuez, las de Vigo, Cádiz, Barcelona, Sóller, Tenerife, Las Palmas, y otra á Levante, aun no fijada.

Las tasas son de cuarenta y cinco céntimos de peseta por palabra (con mínimo de diez por despacho) para la estación terrestre, y treinta y cinco céntimos para la estación de á bordo, más la tasa corriente á las líneas telegráficas ordinarias, cuando éstas intervienen.

La aspiración realizada por la Compañía actual no es nueva en España. Hace muchos años que la inició un glorioso inválido de África, el hoy coronel D. Luis de Figuerola y Ferretti, quien logró fundar una Sociedad anónima, de la que fueron consejeros don José López Muñoz, D. Demetrio Alonso Castrillo y el general de la Armada D. José Torelló, y administrador el Sr. Gamboa. Fueron entonces infructuosos los esfuerzos y sacrificios; pero quedó al Sr. Figuerola y á la Sociedad por él fundada, el honor de haber iniciado en España la instalación de la telegrafía sin hilos. Por esa iniciativa honrosa fué el coronel Fíguerola efusivamente saludado y felicitado por S. M el Rey en la fiesta inaugural de la estación radiotelegráfica "Madríd-Aranjuez".


Esta otra fotografía es del diario ABC.




El decreto de 21 de mayo de 1905 dio origen a la radiotelegrafía en España, mediante la constitución de una Comisión mixta integrada por los ministerios de Gobernación, Marina y Guerra. La resultante fue la Ley de 26 de octubre de 1907, que autorizaba al gobierno a la puesta en marcha del servicio radiotelegráfico y fijaba las bases y el reglamento para el establecimiento del servicio radiotelegráfico en España. Este corpus legal determinaba el monopolio del Estado para la explotación de todos los sistemas y aparatos de la telegrafía hertziana. Antes, el Estado español se había adherido a los acuerdos adoptados en la primera conferencia internacional de radiotelegrafía, celebrada en Berlín en 1906.

El reglamento de enero de 1908 estipulaba la creación de la primera red de estaciones radiotelegráficas: dos estaciones de primera clase, ubicadas en Cádiz y Santa Cruz de Tenerife, con un alcance mínimo eficaz de 1.600 kilómetros; cinco estaciones de segunda clase, en Tarifa, Menorca, Cabo de Gata, Cabo Finisterre o Villano, y en Cabo de San Antonio o cabo la Nao, con un alcance mínimo eficaz de 400 kilómetros; diecisiete estaciones de tercera clase, con un alcance de 200 kilómetros.

El 20 de mayo de 1908 fue adjudicado el contrato al único licitador, la Sociedad Española Oerlikon que cedió sus derechos a la recién creada "Compañía concesionaria del servicio público español de telegrafía sin hilos". En el plazo de un año la compañía sólo había construido tres estaciones: Las Palmas, Tenerife y Cádiz. El incumplimiento del contrato llevó al gobierno a autorizar en 1911 el traspaso de la concesión a una nueva compañía: la Compañía Nacional de Telegrafía Sin Hilos que tampoco cumplió con las obligaciones contraídas.

Para atender las necesidades del Servicio Móvil Marítimo español, se establecieron 10 estaciones costeras de Onda Media (O.M.) repartidas por todo el litoral español: Tenerife EAT, Las Palmas de Gran Canaria EAL, Cádiz EAC, Cabo de Palos EAP, Valencia EAV, Palma de Mallorca EAO, Barcelona EAB, Vigo EAF, La Coruña EAR y Cabo Mayor EAS. Para las comunicaciones a grandes distancias, se estableció la estación de Onda Corta (O.C.) de Aranjuez Radio EAD/EDZ, que fue inaugurada por Alfonso XIII el 27 de enero de 1.912.

En julio de 1914 quedó establecida la primera comunicación radiotelegráfica entre España y Gran Bretaña.

Tras las iniciales dificultades, desde 1911 la actividad de la Compañía Nacional de Telegrafía Sin Hilos registra un crecimiento continuado hasta 1927, año en el que surgen nuevas empresas radiotelegráficas. En este período podemos situar el despegue de la radiotelegrafía española. El volumen de radiotelegramas era lógicamente menor al de los telegramas, dado el carácter complementario que la telegrafía sin hilos tenía respecto de la telegrafía eléctrica. A pesar de ello las tasas de crecimiento revelan la implantación del nuevo servicio. Cabe destacar la inflexión producida a partir de 1917 cuando la citada compañía comenzó a ser plenamente operativa. A partir de esta fecha el crecimiento se sostuvo hasta sobrepasar la cifra del medio millón anual de radiotelegramas en 1927, momento en el que se estabiliza el crecimiento.

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