Los talleres de fundición Sales funcionaron en Tortosa desde 1870. El herrero Ramon Sales Eiximeno se unió al tornero de metales Ramon Ginestar y juntos se establecieron en el arrabal de San Vicente. Con el tiempo se separaron los dos socios iniciales, continuando con el negocio Joaquín Sales Homedes, uno de los hijos de Ramón Sales. En 1912 trasladó la empresa de la calle Olivo en el Raval de San Vicente. En 1915 Lluis G. Pons y Enric encomienda a los talleres la construcción de un vapor que debía sustituir el Ciudad de Tortosa para el servicio de pasajeros entre Tortosa, Amposta, Jesús y María, la Cava y Buda. La botadura del Anita supuso el inicio de otras construcciones náuticas entre las que cabe destacar un remolcador.
Hacia el 1916, se negoció la instalación de una fábrica de municiones de artillera e incluso el Capitán General Felipe Alfau y Mendoza visitó los talleres, pero no se llegó a un acuerdo. Años más tarde los talleres lograron una contrata de 300 carros para el ejército, destinados a las armas de infantería, artillería y caballería.
La fundición estaba especializada en el montaje de fábricas de azúcar y orujo y en la construcción de prensas de aceite, norias, bombas para elevar agua, máquinas de vapor (de 4 a 20 caballos), etc. Hacia la primera mitad de los años 20 trabajaban 180 operarios, entre modelistas, torneros, ajustadores, fundidores y caldereros.
Los años 30 llevan a los "Talleres Sales SA" a episodios de conflictividad, paralización de actividades y despidos. Es por entonces que los señores Panisello, Solé, Vilàs, Castelló y Mauri abren los talleres mecánicos Metalúrgica del Ebro.
Llegado el verano de 1936 los talleres Sales fueron incautados y en septiembre recibían nueva maquinaria, pasando a denominarse Construcciones Navales y Terrestres y a convertirse en industria de guerra. En abril de 1938 su personal fue trasladado a Barcelona (Montjuïc) para finalmente ir a Vic. Se instalan en la antigua fábrica de Antoni Gudiol.
Otros talleres fueron los de Ramon Ginestar, pasando a ser la fábrica Francisco Baró en 1886, en el raval de Sant Vicent, y los de Marcel·lí Salvatella y de Juan Figueras.
La Fábrica de Harinas y Aceites Sucesor de viuda de A. Guiral en Angüés disponía de maquinaria de los talleres Baró de Tortosa.
La Aceitera de Tielmes. Esta Sociedad Cooperativa madrileña es quizá la almazara tradicional más antigua de España que sigue en funcionamiento ya que lleva desde 1920 sin cesar en su producción. También está documentado que anteriormente a constituirse como Cooperativa era un molino de aceite particular fechado en 1870.
Enclavada en la zona sureste de la Comunidad de Madrid y en concreto en el municipio de Tielmes moltura desde diciembre a febrero alrededor de 240.000 kilos de aceituna cornicabra en su mayoría aunque también molturan manzanilla, picual y variedades locales.
La maquinaria que utiliza es de la empresa Fundiciones Alba SA de Cordoba.
Maquinaria de la casa Alba de Cordoba.
Placa de la Fundición San José de Cordoba.
Anuncio de la fundición La Cordobesa S.A.
Las siguientes bombas se encuentran en una almazara abandonada.
Bombas de la Antigua Fábrica de Emilio Ortigosa en Mondrón. La maquinaria es de M. de Luna Perez de Antequera.
Otra máquina de Antequera en la almazara Pallarés Hermanos de Cabra (Cordoba).
La Fundición de Luna. Situada en la “Carretera de Capuchinos”, sus talleres daban a la calle Pizarro, abarcando un gran solar, y de ellos salía un humo espeso y pegadizo, de característico olor, que invadía todos los alrededores y muchas calles.
A la hora de apertura o cierre, eran muchos los trabajadores que iban o volvían con sus monos azules, impregnados en ese olor producto de la fundición o de los materiales que se empleaban para hacer líquido el hierro o el acero que se empleaba para hacer los soberbios molinos o prensas de las fábricas de aceite, las farolas –en una céntrica plaza de Loja, por ejemplo, hay una farola que luce un óvalo con la leyenda “Fundición de Luna, Antequera”–, en las tapas de los “registros” del agua, la electricidad o teléfonos de la ciudad, que también se empleaban en las calles y que, igualmente, salían desde Antequera a muchos sitios.
La Fundición era, sin duda, un orgullo para la ciudad y una muestra del poderío industrial que distinguió Antequera en los siglos XIX y hasta la mitad larga del XX, y no era la única, pues en la calle San Bartolomé había otra parecida, de Manuel Alcaide, donde también se hacían muchas cosas, como las verjas de hierro que cerraban algunos edificios oficiales y particulares, los respaldos de hierro de los bancos del paseo...
Prensa hidráulica en Can Det (Sóller). Se trata de una máquina fabricada por Rodes hermanos S.A. El Vulcano (Alcoy).
Anuncio de la maquinaria de Rodes Hermanos de Alcoy.
Desde mediados del XIX, bajo el nombre genérico de fundiciones aparecen en Málaga un buen número de talleres que fabricaban a partir de lingotes y planchas de hierro o bronce una gran gama de utillaje agrícola (además de otros productos que no trataremos por salirse de la temática), especialmente prensas e instalaciones completas para molinos aceiteros, harineros, lagares y otras fábricas relacionadas con el sector agroalimentario. No podemos dejar de lado otras piezas y herramientas como pesas, norias, bombas de riego, romanas y básculas, arados y todo aquello que esté relacionado con el mundo agrícola y estuviera elaborado en metal.
Aunque fueron los grandes talleres Giró y Heredia los que abrieron el sector industrial en la Málaga del primer tercio del XIX es a partir de 1880 cuando se observa una explosión de talleres ferreteros, entre los que destacan Trigueros, Eduardo Gaa, Herrero Puente, o la famosa Heaton, todos ellos talleres modernos equipados con hornos para refundir el metal y herramientas necesarias para trabajar el metal. Tras una etapa de pérdida de fuerzas a finales del XIX, relacionada con la crisis finisecular que afectó a toda Europa, vemos aparecer, añadidas a los ya existentes, otras nueve empresas. Aunque es justo decir que la época dorada de los talleres quedaron atrás, el siglo XX contó con una importante red de talleres y fábricas dedicadas a la producción de maquinaria, hasta que como se comentó líneas arriba, la autarquía franquista arrasó con un tejido industrial que daba ya síntomas de agotamiento.
Dejando a un lado el conocidísimo taller de Heredia, a continuación, algunos de los principales talleres ferreteros y fundiciones dedicados a la fabricación de utillaje agrícola y cuya maquinaria aún podemos encontrar abundantemente por los lagares y almazaras de Málaga. El listado y su descripción proceden del magnífico e indispensable trabajo publicado “Cien años de historia de las fábricas malagueñas” editado por Acento Andaluz.
La Fundición de Ruperto Heaton y Bradbury abrió sus puertas en 1870 y no cerró hasta los años sesenta del siglo XX. Por sus puertas salían máquinas a vapor, calderas, bombas a vapor, bombas de riego, ruedas hidráulicas y turbinas, prensas hidráulicas, de engranaje y de palanca, molinos harineros y de azúcar, puentes, etc. Tras su cierre en los años 60 del siglo XX sus naves fueron alquiladas a los talleres Taillefer.
La Fundición Trigueros abrió sus puertas en 1840 y estuvo trabajando hasta después de la I Guerra Mundial. Esta empresa estuvo reconocida por diversos premios y distinciones. La familia Trigueros siguió una política de permanente renovación tecnológica, como por ejemplo, que en 1870 dispusiera de una máquina a vapor vertical dotada de una bomba rotatoria Destriz, especialmente adecuada a los hornos de fundición. A partir de principios del siglo XX se especializa en molinos de aceite movidos por motores eléctricos, vapor o caballería, molinos hidráulicos, norias, bombas y calderas.
La Fundición Herrero Puente fue creada en 1870 por Antonio Herrero Puente y se mantuvo en funcionamiento hasta 1920. Dedicada a la fundición de hierro y bronce, llegó a convertirse en uno de los establecimientos más importantes del sector. Fabricaba y reparaba todo tipo de maquinaria aunque estaba especializada en utillaje agrícola, norias y molinos. De sus instalaciones salió la monumental farola que adornó la Plaza de la Constitución desde los primeros momentos del siglo XX hasta el año 65.
La Fundición Cayetano Ramirez y Pedrosa fue creada en 1916 por dos maestros de taller de la empresa de Tomás Trigueros.Desde un principio se especializó en las construcciones mecánicas, destacando la fabricación de equipos completos para aceiteras y lagares. De sus puertas salieron un gran número de equipamientos completos para fábricas aceiteras. Su fundición estuvo en activo hasta tiempos muy recientes.
La lista de fábricas malagueñas de maquinaria continúa: Orueta Hermanos, Eduardo Gaa, Enrique Fazzio, Talleres Benitez, Constructora andaluza, Talleres Martos y no hay que olvidar que la aparición de talleres no fue un fenómeno de Málaga capital, otros núcleos como Velez Málaga o Antequera contaron con sus propios talleres de maquinaria agrícola; hablamos de Mariano Bertrán de Lís, Manuel Alcaide y Luna Perez en Antequera, o Fundiciones Diego Diaz en Velez Málaga.
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