viernes, 24 de julio de 2020

Empresas españolas de armamento


La Fábrica de armas de Palencia nació en 1926. En pleno mandato de Primo de Rivera. Fue entonces cuando esta fábrica comenzaba a formar parte del paisaje de la ciudad palentina. Si bien no fue hasta la Guerra Civil Española cuando se dedicó a la producción de cartuchería.


En los años 40 dicen las crónicas que contaba la fábrica con unos 2.000 empleados. Desde entonces fue durante décadas la principal y casi única industria de la ciudad.

La empresa, dirigida por Santa Bárbara Sistemas recibió la visita de los reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía el 11 de octubre de 1978, cuando vinieron a inaugurar la FASA-Renault. Entonces, en esa década trabajaban más de 1.000 personas.

Damos un salto temporal hasta el cambio de siglo para recordar como en  2001 pasó a manos de la estadounidense General Dynamics Hasta entonces su principal cliente. Etapa de estabilidad con numerosos contratos llegados desde el ejército de los Estados Unidos. Incluso en 2011 contrataron nuevos trabajadores para afrontar la carga de trabajo.

Pero aún así un año después su continuidad está en peligro. En 2012 General Dynamics aplica una serie de reajustes, en forma de despidos a las fábricas españolas. La palentina fue adquirida por Nammo en la subasta realizada por el Ministerio de Defensa. La empresa noruega era uno de los clientes de la armamentística.

La cesión se cerraba  por 15 años prorrogable cada cinco años hasta llegar a un máximo de 75.  Nammo prometía estabilidad a la plantilla de más de 200 personas.

La Fábrica de Armas de Trubia es una filial de Santa Bárbara Sistemas, especializada en fabricar obuses y carrocerías.


La Fábrica de Armas de Oviedo ocupa el solar del antiguo monasterio benedictino de Santa María de la Vega, fundado en el siglo XII.


Dicho monasterio fue confiscado en 1856 para organizar allí los talleres de la Fábrica Nacional de Armas Portátiles. Estos talleres, que suministraban el material bélico al ejército español, se ubicaron inicialmente en las Vascongadas, de donde fueron trasladados a Oviedo a finales del siglo XVIII ante la posibilidad de una guerra con la Francia revolucionaria, dada la cercanía de su emplazamiento original con el país galo. Desde 1794 a 1856 la fábrica ocupó el Palacio del duque del Parque, conocido actualmente como el palacio del marqués de San Feliz, situado en la plaza de Daoíz y Velarde del barrio del Fontán. En 1856 tuvo lugar la centralización de los talleres, escogiéndose el emplazamiento ocupado por el monasterio de la Vega, que fue derribado –si bien, algunas piezas arquitectónicas fueron depositadas en el Museo Arqueológico de Asturias-. Hasta ese momento los maestros armeros habían trabajado en sus casas o en pequeños talleres, realizando las piezas que luego se entregaban a la casa-fábrica situada en el citado palacio; tal mecanismo productivo, de carácter gremial, dio paso, al no poder satisfacer la demanda, a la creación de un gran taller industrial. Se abre así una moderna factoría dirigida por Elorza que en 1857 ya posee talleres de armería y maquinaria impulsada por vapor y da empleo a 700 armeros y 250 obreros auxiliares. La Fábrica de Armas de Oviedo produce modelos como las carabinas del 57, fusiles del 59 y, a partir de 1870, los Remington. En 1871 la demanda ocasionada por la Guerra Carlista hace elevar el número de trabajadores hasta los 1.000 obreros, alcanzando la producción de 30.000 fusiles y tercerolas. Antes de concluir el siglo XIX se diversifica la producción con modelos como el fusil Winchester para la Guardia Civil o el Mauser, arma reglamentaria del ejército. A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX se le irían agregando a la fábrica un almacén de madera, un economato y una cooperativa, viviendas para los encargados, una biblioteca, un museo y una escuela de enseñanza básica. Asociada a la fábrica se creó una Escuela de Aprendices, encargada de formar obreros cualificados. El origen de este centro se retrotrae a 1857, cuando se concluyó que los hijos de los obreros de la empresa debían tener derecho a trabajar junto a sus padres, a quienes correspondía adiestrarles en el oficio.


Durante la primera mitad del siglo XX La Vega liga su carga de trabajo a la fabricación de prototipos como la ametralladora Hotchiss, desde 1931, el fusil ametrallador FAO, desde 1941, y la ametralladora antiaérea Alfa, desde 1953. A partir de 1958 comienza a producirse a gran escala el fusil de asalto CETME, arma reglamentaria del ejército español, lo que constituirá un auténtico parteaguas en la historia de la Fábrica de la Vega al quedar incorporada, en 1960, a la Empresa Nacional Santa Bárbara de Industrias Militares S. A., dependientes del INI. En esta etapa se encarga de la fabricación del fusil auxiliar M-8, desde 1968, la ametralladora MG Rheinmetall y los misiles Roland y Hot, entre otros. A instancias del Ministerio de Industria en un primer momento y posteriormente del Ministerio de Hacienda, por mediación de la SEPI, la fábrica acometerá planes de diversificación, renovación tecnológica y saneamiento financiero. Desde el año 1990 participa en la producción de componentes aeronaúticos, manteniendo acuerdos de colaboración industrial con Rolls-Royce y Mc-Donnell-Douglas y colaborando en proyectos como el avión europeo de combate o el vehículo ligero blindado Pizarro, destinando a la demanda civil tan sólo un 25% de la producción total.

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