(EL SOCIALISTA, jueves 16 de abril de 1931)
La proclamación de la República
Pablo Iglesias, profeta
Cuando en el momento de ser proclamada la República en el ministerio de la Gobernación, grupos numerosos paseaban por la Puerta del Sol el retrato del que fue nuestro maestro en la organización sindical y política, y daban vivas al «abuelo», seguramente que ninguno de aquellos entusiastas compañeros recordaría lo que muchas veces nos ha dicho el que aún es nuestro guía en la marcha ascendente hacia el Socialismo.
Viendo lo difícil que era a los republicanos organizarse en grandes núcleos nacionales para trabajar eficazmente por la República, solía decir: «La República vendrá a España traída por los monárquicos.» Hoy, ante la decidida actitud de los elementos que del campo monárquico llegaron al republicano, empujados por las defecciones del rey expatriado, y que tanto han contribuido al triunfo que se festeja, ¿no vemos cumplida aquella profecía?
Así lo creemos. Sin dejar de tener presente la parte que al triunfo de la República aportó con su organización, admirada por los republicanos de la derecha y de la izquierda y por todos sus adversarios, el Partido Socialista, y sin olvidar lo que a ese triunfo ha contribuido el entusiasmo de las masas republicanas y el de sus más destacados adalides, no puede negarse que, no obstante los desaciertos de la monarquía en sus últimos años y el poder absoluto que al pueblo disputaba el rey, sin el refuerzo de los que por incompatibilidad con los sentimientos de éste de él se separaron, el ardor que pusieron al servicio de la causa republicana, tal vez a estas horas no fuera ya una hermosa realidad la aspiración de la mayoría de los españoles, conscientes de su responsabilidad como ciudadanos en las desdichas del país, de implantar la República.
¡ Sí Iglesias hubiese podido presenciar el hermoso espectáculo de la Puerta del Sol en las horas últimas del día 14!
Que por la consolidación de ésta, y concediendo el tiempo prudencial que para ello se necesite, trabajemos todos ahora con igual entusiasmo que por su triunfo, no poniendo ningún trabajador obstáculos a su desarrollo, para que mejor pueda la República, en sus avances sociales, corresponder a las ansias del proletariado de llegar cuanto antes a la realización de los ideales socialistas.
Manuel VICIL MONTOTO
El hoy y el mañana
La lección de un pueblo
¿Qué dirán ahora, después del ejemplo admirable, no superado en la historia de ningún país, que ha dado España en los dos días que lleva de régimen republicano, los siniestros augures que nos pintaban la República como el régimen del desorden por excelencia? ¿Qué dirán ahora los que presagiaban desdichas sin cuento para el día en que desapareciese la monarquía?
Porque el caso es que ha terminado la monarquía un buen día de abril y ninguno de aquellos augurios se ha cumplido. Ni han sido asaltados los Bancos, ni se han saqueado las tiendas, ni han sido quemados los conventos y las iglesias, ni se ha pasado a cuchillo a los frailes, ni han sido violadas las mujeres y las hijas de los burgueses.
Ni aun tenemos noticia de haber sido colgado de una encina o de un farol ninguno de los muchos bandoleros con capa de decencia que lo merecen. Todo ha quedado reducido a una explosión de entusiasmo popular ingenuo y bullicioso, que ha inundado España entera con el clamoreo de un día de fiesta excepcional. Agitar unos millares de banderas tricolor, entonar canciones republicanas y derribar unas estatuas no es mucho; ciertamente.
¿Qué pueblo europeo se hubiera conformado con tan poca cosa después de medio siglo de agravios continuos a su dignidad civil y una dictadura brutal y grotesca, que quedará en el recuerdo histórico como ejemplo de impudicicia y latrocinio?
Después de la jornada del 15 de abril, ya no podrá explotarse por nadie el tópico de la pretendida incapacidad política de los españoles, tópico que ha servido para encubrir tantas incapacidades efectivas y tantos atentados a la libertad de un pueblo que no ha cometido otro pecado que el de ser demasiado paciente con sus enterradores.
Ni puede asustarse a nadie con la tétrica cantinela de unos peligros imaginarios con los cuales se ha tratado hasta hoy de hacer olvidar desdichas bien reales. Suponemos que la gente asustadiza que todavía creía en las profecías apocalípticas de quienes trataban de perpetuar por el terror un régimen podrido que no podía sostenerse por el acierto, se habrá tranquilizado ya. La República no tiene ningún parecido con el cuadro sombrío que trazaban a diario los periódicos del régimen caído. Es mucho menos y es mucho más que aquello. Es, sencillamente, una estructuración jurídica que jamás, jamás hubiera podido lograrse con una monarquía faraónica como la española. Y juridicidad quiere decir orden. Nunca hubo más orden en España, desde la restauración hasta hoy, que en los dos días de República que han transcurrido.
¡Qué admirable lección la que ha dado este pueblo español, al que tanto se injuria ! Y esa lección constituye la prueba más segura de lo que será esta República que nace. Mejor dicho: de lo que puede ser, si los que se llaman guardadores del orden no se dedican a desordenarla, en cuyo caso claro está que la culpa de lo que pudiere suceder ya no será nuestra, sino de ellos. Porque a nadie se le ocurrirá suponer que estamos obligados a tener lealtad con aquellos que no quieran tenerla con nosotros.
Eso seria tanto como sentar plaza de candidez. Y para candidez basta y sobra con la experiencia histórica de la primera República española, que se perdió, no por los defectos que le atribuyen los turiferarios del monarquismo, sino por la excesiva tolerancia que tuvo con los que, viviendo de la República, servían a la monarquía.
Bueno será que se tenga en cuenta por si alguien trata de repetir la hazaña. Pudiera ocurrir, .aunque, desde luego, no lo consideramos fácil. Ante una conciencia política tan viva como la que está demostrando desde hace un año el pueblo español, ha de estrellarse cualquier intento de reacción que pudiera surgir. Nosotros fiamos, sobre todo, en las masas obreras de la Unión General de Trabajadores y en el Partido Socialista, que constituyen desde ahora la guardia de la República. No sólo para impedir que se atente contra ella, sino para que la República tenga un contenido social, un fondo sustantivo, sin el cual perdería su razón de ser. El pueblo que aclamó a la República ayer, llevando en alto las banderas tricolor, entregado al regocijo de la gran fiesta que vivía, sabrá defenderla mañana, si hace falta, con las armas. Y entre tanto, sabrá defenderla—y es la mejor defensa—con el esfuerzo constante de cada día. El pueblo que ayer dejó el trabajo, se pondrá desde hoy a trabajar.
¡SE FUE!
Luis de Tapia, el gran poeta de la democracia republicana española, ofreció ayer a los lectores de «La Libertad» las «Coplas del día» que a continuación reproducimos, plenas de emoción y saturadas de verdadera poesía. He aquí los versos de Tapia:
¡Se fue! ¡ Por la carretera
marcha un rey a la frontera!....
¡ Un día de primavera
brinda al aire aromas mil !
¡ Se pité, entre finos olores
de los almendros en flores!...
¡ Qué gran castigo, lectores !...
¡ Dejar a España en abril!...
¡Se fue!... ¡Las lindes floridas
le daban sus despedidas
con su floración triunfal!...
¡Se fue llevando a ambos lados
de su coche a ls soldados
esqueléticos de Annual !...
¡Se fue! ; No es duro el castigo ;
del pueblo se hizo enemigo
y le abandonó la grey !...
¡ No habrá Historia que le absuelva!
¡ Que se vaya!... ¡Que no vuelva!...
; Viva la España sin rey!
¡Se fue!... ¡ Sobra toda saña!
¡ Ya es triste cruzar la España
cuando es flor todo el país !...
¡ Cuando en fecundos olores
florecen todas las flores
menos las flores de lis!
Luis DE TAPIA
Del momento
Símbolos
El símbolo tiene un valor: el de lenguaje mudo, convencional en su origen y en su persistencia. Cuando se mantiene a través de los siglos, es como el receptáculo de las emociones de un pueblo, la coagulación del espíritu colectivo, la síntesis de su historia, con todos sus dolores y tragedias, con todas sus venturas y grandezas. En el momento inicial, concreta las aspiraciones de un pueblo, señala sus ideales, expresa sus íntimos amores.
El hombre de calcáreo cerebro, sin plasticidad, inmoldeable, se atiene siempre al símbolo que sus abuelos le transmitieron y lo venera como sagrada reliquia, cual musa inspiradora de su conducta. El hombre reflexivo no es tan reverente con la simbología heredada. O prescinde de ella o la trueca fácilmente por otra más acorde con la movilidad de su pensamiento.
En sentido estricto, la simbología es antivital porque la vida es movimiento, y el símbolo es estático como una ley del Código. De todas suertes, el aficionado a los símbolos debe parar mientes en el contenido de los mismos y aquilatar su bondad o malicia para aceptarlos o rechazarlos.
La corona es un símbolo; la matrona tocada de gorro frigio, con banda tricolor, es un símbolo; la hoz y el mantillo son un símbolo. El pueble español, luego de repudiar su contenido, ha hecho trozos el primer símbolo y aceptado con delirante entusiasmo el segundo.
Tardíamente se ha efectuado el cambio. No obstante, lo que ha perdido en tiempo lo gana en intensidad. La bella matrona en quien el pueblo español ha depositado sus amores no es una pucela, flor de estufa, esmirriada y estéril: es una moza garrida, hacendosa y culta, que, si a mano viene, blande su hoz por los trigales.
La corona representa el pasado, un pasado remoto ya. La matrona, romántica ayer, ha ampliado hoy sus caderas y anuncia fecundidad; de otro modo no se la admite en las tertulias mundiales. Lleva en su seno el fruto de un mañana cercano. Sin embargo, no hay que precipitarse.
A veces es preferible lo bueno a lo mejor. La Humanidad camina con pasos contados, y los traspiés pueden detenernos en la mitad del camino. Nuestra labor no es otra que cuidar con mucho tino la gestación de la matrona que el pueblo español, en férvido arranque civil, nos ha dado.
El presente es fruto del pasado, como el futuro emerge del presente. En la política, en la sociología, como en la vida, como en la Naturaleza, no hay discontinuidad, no se dan saltos. Cuidemos del presente, defendamos con ahínco fervoroso el nuevo régimen, llegando hasta el sacrificio si preciso fuere. Así cumpliremos con el momento histórico y forjaremos un eslabón imprescindible para conseguir nuestros ulteriores ideales.
Ya es bastante
El fausto acontecimiento llevado a cabo por el pueblo español el pasado día 14 habla muy alto de nuestra capacidad política y de nuestra educación ciudadana. Por su capital trascendencia ocupa el primer airear en nuestra larga historia; será fecundísimo en consecuencias prósperas.
Por la forma de efectuarse, no tiene igual en el mundo entero. Justo era, pues, que se celebrara de modo adecuado. Un pueblo que rompe sus cadenas, varias veces centenarias, bien merece que tenga sus saturnales. Pero si, como es evidente, queremos conservar incólume la reputación de civilidad que hemos justamente conquistado ; si amamos el nuevo régimen, al que con tanto amor y decidida voluntad acabamos de dar vida ; si ansiamos restaurar los altos valores de la raza y edificar con solidez sobre las ruinas que amontonó la monarquía y sus Gobiernos, es preciso que seamos avaros del tiempo. urge que tornemos todos a la vida normal, dedicándonos a nuestros oficios y profesiones. El estudiante, a sus clases, interrumpidas por las torpezas de las autoridades caídas ; el obrero, a su trabajo; las alegres muchachas--que tan simpática nota han dado estos días--, a sus labores, talleres y oficinas. Cada cual en su puesto a laborar por la España grande, cuyos cimientos hemos construido entre todos.
El mejor modo de ayudar al Gobierno, que por primera vez representa al pueblo, en su abrumadora labor, no es otro que el cumplimiento exacto de nuestros respectivos deberes. Si amamos la República, como tan repetida y abnegadamente hemos demostrado, las pruebas que hemos de dar son éstas: trabajo, austeridad, moralidad y sacrificio.
Basta de algaradas, y a reintegrarnos todos a nuestros puestos. Así no empañaremos el honor y la dignidad que hemos conquistado.
Atención y entusiasmo
Continúa el pueblo haciendo ostensible manifestación de su entusiasmo.
¡ Qué diferencia entre esto y lo ocurrido el 13 de septiembre de 1923! Entonces, unos cuantos grupos arribistas serviles aplaudían a los pelotones que iban por la calle lanzando el pregón de declaración del estado de guerra, sometiendo al país a una tiranía odiosa. El resto del país, impotente para reaccionar contra los tiranos, se recogía en el interior de su espíritu, ahogaba, o por lo menos contenía, su indignación, y se disponía a aguardar la ocasión de tomarse la revancha.
Se dijo, para disimular las graves responsabilidades en que había incurrido la monarquía y sus servidores, que aquella actitud del país significaba aprobación del hecho. Mentira. Aquella actitud expectativa era impotencia para la reacción. La vieja política había decepcionado y deshecho moralmente al país. No tenía horizonte hacia donde marchar, y optó por callar. Pero el silencio ni significaba asentimiento ni menos aprobación.
Lo de ahora si que es franca aprobación del hecho. Las muchedumbres se han echado a la calle, impulsadas por su fervorosa voluntad de adhesión al Gobierno provisional encargado de instaurar la República. Nace, pues, el nuevo régimen con una corriente de simpatía que hace imposible su fracaso. En el alma popular se ha encendido la chispa del optimismo salvador.
La monarquía era un régimen viejo, feudatario, corrompido hasta la médula. Se cansó de agraviar a los españoles, y éstos se cansaron también de aguantar sus agravios. Y por eso se han levantado unánimemente, resueltos a acabar de una vez para siempre con un régimen que de manera tan cínica le maltrataba. Y por ser unánime y solidario el esfuerzo, ha triunfado. Pero conviene pensar que la revolución no ha hecho más que comenzar a triunfar ; que ahora es cuando entra en un periodo difícil y delicado que requiere nuestra atención y entusiasmo. Por eso es menester que el pueblo no derroche todas sus energías y su fervoroso entusiasmo en una sola jornada, que guarde y acumule cuanto pueda para las jornadas sucesivas.
El Gobierno provisional, antes de llegar a las Cortes constituyentes, tiene que llevar a la «Gaceta» una serie de disposiciones que den satisfacción a los anhelos de las clases trabajadoras del país, sobre todo a las del campo, que son las que más lo necesitan, y necesita de nuestra asistencia entusiástica para poder hacerlo. Los intereses creados han de reaccionar contra el Gobierno en cuanto vean que éste desarrolla una política contraria a sus egoísmos impúdicos, y es menester vivir alerta para contrarrestar su acción. Están acostumbrados a ser mimados por el Poder público. Hasta la fecha se ha legislado exclusivamente a su favor y en perjuicio del pueblo. Y, al iniciarse ahora una legislación en sentido contrario, han de levantarse en protesta airada contra el Poder público, utilizando contra él todas las malas armas de que puedan disponer. Y es menester que nos halle prevenidos para rechazar triunfalmente sus acometidas.
Por eso es necesario que nadie olvide cumplir su deber de trabajar por el fortalecimiento de nuestras organizaciones. En la unión bien disciplinada está la garantía del éxito de nuestra acción.
El establecimiento del nuevo régimen abre para nosotros un periodo de mayor facilidad para trabajar por el desarrollo de las organizaciones obreras y el progreso de nuestras ideas socialistas; aprovechemos bien la coyuntura propicia para sacar de ella el mejor partido posible. En el fortalecimiento de nuestras organizaciones obreras y socialistas está el triunfo de las nuevas instituciones y la posibilidad de evidentes progresos para nuestros ideales.
Largo Caballero, en el ministerio de Trabajo
Momentos de emoción. En la puerta del ministerio de Trabajo, a las once de la mañana. Con su bandera roja, aparece la Sociedad de Cerilleras de Carabanchel Bajo, en nutrida manifestación de mujeres trabajadoras y de compañeros, dando vítores entusiastas a la Unión General de Trabajadores, a la República y al ministro de Trabajo.
Suena el claxon de un auto, y los porteros se ponen en fila. Es que llega el ministro de Trabajo de la República. Rápidamente los manifestantes advierten el movimiento y colocan las banderas rojas en forma de arco, bajo las cuales pasan Francisco Largo Caballero, Araquistáin y Fabra Ribas, que le acompañan.
Arriba, en el salón de visitas y despacho del ministro, aguardan los empleados y funcionarios. Al salir Largo Caballero del ascensor suenan algunos aplausos cobardes y un viva a la República más tibio aún. El ministro saliente de la monarquía no existe. Alguien nos dice que en el despacho del ministro hubo quien se pasó la noche haciendo selección de papeles.
¿Quiénes ayudaron al ministro derrotado en esa labor? ¿Qué documentos se han sustraído?
Largo Caballero, muy emocionado, dirige unas breves palabras a los asistentes:
«Señores : Vengo aquí a posesionarme del ministerio de Trabajo, enviado por la soberanía popular. Venimos aquí sin haber realizado ningún acto de violencia.
(Aplausos.) Esperamos que todos ustedes trabajarán con lealtad. No olviden que esta casa es la que más atenta debe mostrarse con los desheredados de la fortuna, y confiamos que todos pondrán de su parte lo que puedan para establecer la justicia social.»
Aquí los aplausos suenan más fuertes y unánimes. Pero ya no dijo más el secretario de la Unión General de Trabajadores, delegado provisionalmente para ejercer las funciones de ministro de trabajo de la República. Todos los funcionarios desfilan y saludan al ministro.
De pronto irrumpen las simpáticas cerilleras de Carabanchel en el salón del ministro, y se caldea la atmósfera con vítores y aclamaciones entusiastas. No falta quien me susurre al oído estas palabras de despecho «Algunos de estos señores están pasando un mal rato.»
Yo digo que las personas allí empleadas que tengan por norma el estricto cumplimiento de su deber, sean cuales fueren sus ideas políticas, no deben temer nada, y a estos funcionarios les decimos lealmente:
«No sois funcionarios, ayer de la monarquía y hoy de la República. Sois servidores de la nación. Para servirla con entereza, con independencia y eficacia, debéis asociaros como el albañil, el metalúrgico y el campesino. Debéis también ingresar en la Unión General de Trabajadores y servir al interés general, del cual dependéis. Así podréis desterrar el favoritismo parásito y la francachela morbosa.
Y una advertencia última : la Unión General de Trabajadores organizará a los funcionarios con ellos y contra los que se opongan o resistan.»
Enrique SANTIAGO
Reunión del Ayuntamiento republicano-socialista
LO QUE VA DE AYER A HOY
¿Que ha pasado en el Ayuntamiento madrileño? ¿Qué fenómeno se ha producido? ¿Dónde están aquellas adocenadas mayorías? Esto se preguntaría cualquiera que no tuviera noticia de lo ocurrido el domingo en la villa.y corte. Cualquiera que no supiera que el domingo se ha decidido sobre los destinos de España.
Y decidido llegándose a una solución francamente satisfactoria. ¿Qué ha pasado en el Ayuntamiento madrileño? ¿Qué fue de los grandes contribuyentes?
Cuando el rey se marchaba tuvieron que abandonar su escaño concejil, un escaño que ellos nunca debieron ocupar.
Nosotros recordamos las sesiones de este Ayuntamiento anterior, muy cercanas aún. Muchas veces hemos visto estrellarse la palabra cálida de Saborit en aquellos cerebros fríos y obtusos, que no comprendían nada. Otras les hemos visto hundir, con la fuerza de su mayoría, proyectos interesantísimos de una gran importancia administrativa. Y para hundidos recordaban siempre su tema : «Más administración y menos política.» Tan poco inteligentes eran, que no sabían discernir entre lo político y lo administrativo.
Otras veces les hemos visto oponerse a cualquier gravamen sobre la propiedad. Ante todo, la propiedad, su propiedad. Y defendiendo al mismo tiempo cualquier otro impuesto contra el pueblo. Este no jugaba papel para los contribuyentes que, para desgracia de Madrid, fueron concejales. El pueblo era un factor secundario, que era servido cuando en ello no salían perjudicados intereses particulares. Junto a estos mayores contribuyentes se sentaban otros concejales de elección popular, pero de un espíritu parecido.
¿Qué ha pasado en el Ayuntamiento que ya no están esos señores? ¿Qué fenómeno se ha producido...?
La voluntad popular ha llevado a la Casa de la Villa a personas de ideales nuevos, renovadores. La voluntad popular ha enviado allí a sus legítimos representantes. Y hay más alegría en el salón de sesiones. Y hay más libertad. Y, sobre todo, hombres comprensibles, hombres que van allí a servir honradamente al pueblo.
¿Qué ha pasado en Madrid? Que ha triunfado el pueblo y ese triunfo se refleja claramente en la Corporación municipal.
ANTES DE COMENZAR LA SESIÓN
Bien de mañana se congregaron una multitud de personas ante el edificio municipal, que daban grandes vivas y aplaudían a la bandera republicana ondeante en los balcones. Para lograr que la muchedumbre se disolviera dirigieron desde un balcón la palabra Rico y Galarza, quienes entre grandes vítores recomendaron serenidad.
LA BANDERA DE LA UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES
En el salón de sesiones ocupa el lugar donde antes estaba el retrato del rey la enseña de la República. La bandera roja de la Unión, General de Trabajadores adorna el salón. Los concejales monárquicos se sientan en los bancos de la derecha, taciturnos y cabizbajos. Los republicanos se sientas a la izquierda, cerca del alcalde. Y nuestros camaradas, los socialista, en la izquierda también, cerca de la tribuna publica. Las tribunas pública y la de La prensa se hallan llenas.
Pedro Rico declara abierta la sesión. El secretario lee las actas anteriores, que son aprobadas. Después de ello, Rico declara que el motivo de la reunión no es otro que el de nombrar las Comisiones que han de actuar con el nuevo Ayuntamiento.
Pide la palabra el señor Marcos, quien censura, a pesar de su significación, a los concejales monárquicos; que no asistieron a la sesión de ayer noche. Entonces se levanta el señor Regúlez para fijar su posición. No es momento el actual—dice—de discursos u oposiciones. Los concejales mauristas estamos satisfechos de que el Ayuntamiento se constituya teniendo en cuenta la voluntad del pueblo. Y recabamos para nuestro jefe el honor de que haya logrado la imparcialidad del Gobierno para que fueran sinceramente rabiosas.
Nosotros estamos aquí dispuestos a no hacer política y a servir al pueblo. Y conste que hablo en nombre de la minoría maurista, y no en el del partido y sus jefes, porque ni siquiera sé si existen.
Luego el señor Pelegrin dice lo que ahora todos los que fueron monárquicos: Que a republicanos y a monárquicos los une un denominador común: la salvación de España.
El señor Buceta se felicita de que el Ayuntamiento republicano-socialista haya acogido con respeto a la minoría monárquica.
El señor Noguera propone que se concedan facultades al alcalde para el nombramiento de las Comisiones. El señor Fraile abunda en este parecer.
Pedro Rico se congratula de la colaboración que ofrecen en estos momentos los ediles monárquicos.
PARA ASEGURAR EL ORDEN
Nuestro camarada Cordero hace uso de la palabra. Todos vemos con satisfacción—dice—el entusiasmo del pueblo.
Pero es preciso que encaucemos ese entusiasmo para que no desborde y puede llegarse a actos innecesario. Yo creo que la Alcaldía debería publicar un bando recomendando serenidad y diciendo a la gente que mañana vaya al trabajo.
Pedro Rico declara que ya está redactado un bando en ese sentido. Y se suspende la sesión durante quince minutos para que el alcalde nombre las Comisiones.
CONTINUA LA SESIÓN
Pasado ele tiempo, nuestro camarada Saborit vuelve a abrir la sesión.
El alcalde—dice—ha salido a pedir cordura a la gente que intentaba asaltar Palacio, olvidando que éste ya no es del rey, sino del pueblo. Ruega a todos que intensifiquen su trabajo en bien de la República. Se han nombrado—añade—las Comisiones. Las minorías monárquicas tienen intervención, conforme han solicitado, en todas ellas, menos en la de Ensanche, porque sólo consta de cuatro concejales, y en la de Enseñanza, porque pensamos modificarla.
Se da lectura a los siguientes nombramientos de Comisiones, que son aprobados por aclamación: ...
EN LAS BARRIADAS POPULARES
En las barriadas populares dieron ayer las bandas militares unos conciertos. «La Marsellesa» se repitió varias veces. Y tanto oficiales como soldados fraternizaron con el pueblo, al grito de ¡ Viva la República!
También la Banda municipal dio un concierto en Rosales.
UNA ALOCUCIÓN DE PEDRO RICO
El alcalde republicano publicó ayer la siguiente alocución:
«Madrileños: Me ha cabida la honra inestimable de ser, por los votos populares vuestro primer alcalde de la República. En nombre de ella os saludo y me uno de todo corazón a vuestro regocijo por el advenimiento de una era de libertad en que la expresión de la voluntad nacional es y ha de ser la suprema ley.
El día de hoy es de fiesta, y se ha declarado de fiesta nacional oficialmente.
Pero la verdadera fiesta de la República, de esta República que hemos conquistado y que es preciso defender y conservar, es el trabajo, que sobre todas las cosas honra y enaltece a los pueblos.
Así, mañana mismo, yo espero que conscientes de un deber que sobre todo os impone vuestra propia conciencia libre y el amor de España, os reintegréis a vuestra labor cotidiana y fecunda con toda fe, con toda la seriedad, el ahínco y el entusiasmo propio de un pueble libre y penetrado de su alta misión en el mundo.
No tongo que deciros, entre tanto, sino que en vuestra justa alegría y sus naturales expansiones tengáis presente que las obras que son ornato de la ciudad, cualquiera que sea su representación, significan la supremacía del Arte y deben ser respetadas por vuestra cultura y por vuestra bien acreditada cordura.
La Banda municipal dará hoy, a las cinco, en el paseo de Rosales, con asistencia del Ayuntamiento, un concierto de espíritu eminentemente popular y republicano, al que espero asistiréis pare escuchar esos himnos de fraternidad y amor, a los que se ha mezclado siempre la voz entusiasta de los pueblos libres.
Madrid 15 de abril de 1931.—Vuestro alcalde, Pedro Rico.»
El Gobierno provisional de Cataluña
BARCELONA, 15.—En la calle de Clotilde (Barriada de Gracia) ha sido muerto de dos tiros un sindicalista del libre llamado Ramón Farriols Costa.
Disparos contra una manifestación.
En le calle de San Román, al paso de una manifestación republicana, unos individuos pronunciaron frases despectivas, sacaron el mismo tiempo unas pistolas y dispararon contra los manifestantes, resultando varios heridos.
En la Casa de Socorro de la calle de Barbará fueron asistidos Eugenio Nall de cuarenta años, de herida de arma de fuego en el tercio medio de la pierna izquierda ; Ramón Sola de dos heridas de pronóstico grave en el abdomen ; Eulalio Solsona, herido en la mano derecha ; Vicente Jordán, herido también de pronóstico grave ; Jaime Pascual un balazo en la pierna derecha. Dos heridos de unos cincuenta años al entrar en la Casa de Socorro, fallecieron, sin que hasta ahora hayan podido ser identificados.
Fue detenido Enrique Giralde, que presentaba también heridas en los pómulos. Este individuo fue denunciado por varios transeúntes como uno de los agresores. Una mujer que entró en la Casa de Socorro, al ver a Giralde, dijo que era uno de los que dispararon. Representa unos treinta y ocho años.
El detenido ha dicho que él no disparo; pero otros transeúntes lo han reconocido como formando parte del grupo de agresores.
El hecho ha suscitado la natural indignación.
Unos jóvenes afiliados al partido Estat Catalá quisieron llevarse al detenido, pero la policía se hizo cargo de él y salieron por una puerta excusada de la Casa de Socorro, conduciéndole a la Jefatura de policía.
Frente a la Casa de Socorro, el público pedía a grandes voces que le entregasen al detenido, y corno las protestas se intensificaban, fue necesario que fuerzas de Artillería se situaran a la puerta del establecimiento para contener a la multitud.
Contra los legionarios.
Un grupo de individuos asaltó el local que ocupa la Peña Ibérica, en la plaza de la Universidad, arrojando el mobiliario por los balcones a la caIle y haciendo con él una gran hoguera. La Peña ibérica seguía las inspiraciones de Albiñana.
El Círculo tradicionalista fue clausurado en nombre del gobernador. En él, según algunos periódicos, se estaba organizando el fascio.
Se supone que los individuos de la Junta directiva de los Sindicatos libres han huido al extranjero sin ser detenidos por la policía, a pesar de que ésta tenía orden de hacerlo.
El Gobierno provisional.
El señor Maciá comunicó a los periodistas que el Gobierno provisional de Cataluña había quedado organizado de la siguiente forma:
Don Juan Casanovas por la izquierda republicana; Don Ventura Gassols, del grupo Estat Catalá; don Casimiro Giralt, por los republicanos radicales ; don M. Carrasco Formiguera por el partido catalanista republicano; Salvador Vidal Rosell, por la Unión General de Trabajadores; don Rafael Campaláns, por la Unión Socialista de Cataluña. Se reservaba un lugar para quien designara el señor Pestaña en representación de la Confederación General del Trabajo ; pero Pestaña, que celebró una entrevista con el señor Maciá y seguirá celebrando otras, renunció, con arreglo al criterio de la Confederación, a aceptar cargo alguno ni él ni sus compañeros.
Se le preguntó al señor Maciá si la Lliga tendría representación en el Gobierno provisional, y el presidente dijo que éste se compondría sólo de elementos revolucionarios.
Luego Maciá añadió que se iban resolviendo todos los conflictos.
Proclamación de la República en una escuadrilla de destructores.
A la una de la madrugada abandonó este puerto la flotilla de destructores fondeada en el muelle de Bosch y Alsina. Los citados buques se hicieron a la mar, cumpliendo órdenes de la superioridad.
Poco después de la salida, el comandante jefe de la flotilla reunió a los comandantes y jefes de los buques de la misma, y con toda solemnidad fue proclamada oficialmente la República. En la popa de los buques se izó la bandera tricolor.
Los sindicalistas libres tenían pistolas, carabinas y bombas.
BARCELONA, 15.—Un piquete de fuerzas de artillería, mandado por oficiales, se personó en el local de los Sindicatos libres para realizar un registro. Como el local estaba cerrado, fue precisa la actuación de un cerrajero.
A las doce de la mañana se presentaron en el mismo local varios agentes de las brigadas de Investigación criminal y social, que han hecho un registro minuciosamente, cuyo resultado ha sido encontrar catorce bombas, algunas carabinas y un centenar de pistolas Paraverum. También se ha incautado la policía de sellos de cotización y de la documentación de los Sindicatos. En los locales no había ninguna persona afecta a la organización.
Poco después llegó un carro blindado, que transportó las bombas al campo de la Bota. Los artefactos son de gran potencia.
El regreso de los ministros de la República que estaban emigrados en París
La salida.
PARÍS, 15.—En el rapido de Hendaya, que sale del Quai d'Orsay a las ocho y cuarenta de la noche, tomaron asiento los tres ministros del Gobierno provisional de la República española, Indalecio Prieto, Marcelino Domingo y Nicoláu d'Olwer.
Fueren a despedirlos muchos individuos de la colonia española, entre ellos los comandantes Roa y González Gil y el ex presidente del Consejo de ministros de Portugal don Alfonso Costa. Al partir el tren se dieron muchos vivas a la República española.
Acompaña en el viaje a los tres ministros el aviador comandante Hidalgo de Cisneros.
Llegada a Hendaya.
HENDAVA, 15.—El tren de París llegó a las ocho y media de la mañana conduciendo a los miembros del Gobierno provisional. En el andén aguardaba una enorme muchedumbre de españoles residentes en Hendaya, la cual se precipitó hacia las ventanillas del vagón en que vertían los expedicionarios, dando clamorosos vivas a España. a la República y a la Libertad.
Entusiasta recibimiento en San Sebastian ,
SAN SEBASTIÁN. 15. — El tren procedente de Irun llegó a esta estación a las nueve menos cuarto. Los nuevos ministros de la República fueron recibidos en el anden francés por el señor Martínez Barrios y representaciones de los Centros obreros y republicanos, que eran portadores de banderas.
La banda municipal de Irún, que había acudido al recibimiento, ejecutó la "Marsellesa".
Seguidamente, los viajeros pasaron al andén español, que se hallaba atestado de público, y fueron acogidos con grandes vivas y aplausos. Tuvieron que dirigir la palabra a la multitud, recomendando al pueblo que sostenga la República con igual entereza que la ha traído.
Al salir el tren para Madrid se renovaron los vivas y los aplausos.
Iguales manifestaciones de júbilo se produjeron al pasar el tren por Renteria y Pasajes.
El recibimiento en Madrid
El pueblo aclama a los ministros y al comandante Hidalgo de Cisneros
A las ocho y media de la noche llegaron a Madrid, por la estación del Norte, los ministros de la República camarada Indalecio Prieto, don Diego Martínez Barrios, don Luis Nicoláu D'Olwer, don Marcelino Domingo y el comandante de aviación señor Hidalgo de Cisneros. En la estación se hallaba congregada una inmensa muchedumbre.
El tren hizo su entrada en la estación a marcha lenta. El público se adelantó hacia el convoy y se subió a la máquina y a los coches, mientras vitoreaba con el mayor entusiasmo a los ministros de la República.
La llegada de estas personalidades sólo tiene precedentes de entusiasmo en el recibimiento tributado al Comité de la huelga de 1917.
Al parar el tren, la multitud se había apiñado de tal modo al lado del vagón en que venían los insignes repúblicos, que a estos se les hizo de todo punto imposible descender del coche.
Marcelino Domingo, desde la ventanilla, se vio obligado a dirigir la palabra a la muchedumbre, Dijo que agradecía de todo corazón el recibimiento que les hacia el pueblo de Madrid. después del magnifico ejemplo de civismo que había dado el domingo y días sucesivos.
Procuraremos—dijo— corresponder con todo nuestro esfuerzo y voluntad a ese entusiasmo que demostráis y ahora a trabajar con fruto por la prosperidad de la República española. Terminó con un viva a España, que fue coreado con todo entusiasmo por la muchedumbre.
Los. ministros y el comandante Cisneros se vieron obligados a apearse por la entrevía y a duras penas pudieron alcanzar unos automóviles.
Separadamente se marcharon don Marcelino Domingo y nuestro camarada Indalecio prieto. En otro coche marcharon el señor D'Olwer, don Diego Martínez Barrios el comandante Cisneros y el alcalde de Madrid, don Pedro Rico. Un grupo de bellos muchachas entregó al comandante de aviación un hermoso ramo do floree
El alcalde y sus acompañantes se dirigieron al Ayuntamiento para celebrar une recepción ; pero al no acudir los demás recién llegados se dirigieron todos a la presidencia del Consejo.
EL CONSEJO DE MINISTROS DE AYER
Actuación del Gobierno provisional de la República
Los capitanes Galán y García Hernández seguirán ascendiendo. Concesión de un indulto.—Queda anulado el Código de don Galo. La aptitud para los cargos.—Se disuelven los somatenes.— Nombramientos de Estado y del fiscal general de la República. El Gobierno republicano se incautará del Palacio de la plaza de Oriente.— Se depurarán y exigirán responsabilidades. — La emigración de capitales.—Se anula el cambio de hora.
A las cuatro y veinte minutos de la tarde llegó a la Presidencia el señor Alcalá Zamora, quien no vio a ningún periodista porque todavía no habían llegado los informadores. Poco después hizo su entrada en la Presidencia el señor Lerroux, quien saludó a todos y dijo que tenia que comunicarnos uña noticia agradable.
— Fue recibido un cable del Uruguay y la visita del ministro plenipotenciario de ese país, que han saludado a la República española y han recabado el honor de ser los primeros en reconocerle cuando el Gobierno quede constituido.
Los altos cargos de mi departamento los someteré ahora al Consejo, pues, aunque muchos me creen imperialista, en estas cuestiones soy perfectamente subordinado.
Saludó después afectuosamente al decano de los informadores, señor Montes, y dirigiéndose al redactor del "ABC" le dijo:
—También a usted le saludo, como antiguos compañeros que somos, aunque yo odio a muerte al "ABC".
Sonrieron los periodistas la ironía del ministro, y éste comentó:
—A mi edad ya no odio a nadie, y hoy es hora de alegría.
Después llegó nuestro compañero Largo Caballero quien manifestó:
—He tomado posesión esta mañana, y los funcionarios me han dispensado una acogida cariñosa. La posesión coincidió con el paso de una manifestación, que quiso saludar al ministro de Trabajo. Les hice subir a mi despacho. He visto en el pueblo el gran entusiasmo que tenemos todos.
El ministro de la Gobernación nos dijo que llevaba al Consejo completa la lista de gobernadores.
Falta el acoplamiento. Las noticias de provincias acusan absoluta normalidad.
El señor Casares nada dijo, y Fernando de los Ríos, después de saludarnos a todos, manifestó:
—He estado todo el día trabajando, preparando infinidad de cosas. He visitado al nuncio para decirle que esperamos que la política de Roma no sea distinta con nosotros a la de otros países católicos que gozan de la libertad de cultos. Nosotros acataremos la función de los sacerdotes, que no puede ser nunca política. El nuncio me ha contestado que era su actitud, y yo le he manifestado que si alguna autoridad eclesiástica siente escrúpulos, debe hacérnoslo saber y cesar, y que los párrocos han de restituirse a su función. Nosotros tendremos por ellos un gran respeto; pero ese respeto no puede amparar la irrespetuosidad.
Entre otros decretos preparamos la libertad de cultos, secularización de Cementerios...
Ahora espero de da caballerosidad de todos ustedes respeto a lo que nosotros decimos, porque una palabra, una mala interpretación, puede causar daños irreparables.
Al terminar sus palabras el ministro de justicia, los periodistas liberales le aplaudieron y alguno le vitoreó.
Un muchacho que se dijo hebreo y que escuchó las manifestaciones del ministro, le dió un abrazo.
Al ministro de la Guerra se le preguntó si había hecho algún nombramiento a favor del general Cabanellas. El ministro dijo que no.
Poco después de las nueve de la noche llegaron Indalecio Prieto, don Luis Nicoláu, don Diego Martínez Barrios y don Marcelino Domingo, entrando los tres primeros juntos al consejo y momentos después don Marcelino Domingo.
El consejo terminó a las diez de la noche. Los ministros no hicieron manifestación alguna, únicamente el presidente dijo que, debido a que lo tratado estaba en los decretos entregados a la prensa, no era probable que hubiera ampliación.
Solamente—agregó—que el subsecretario ha recibido un telegrama del general Millan Astray con el encargo especial de que se desmienta la versión que ha circulado respecto a determinadas iniciativas y haciendo protestas de sinceridad en sus palabras.
Después, el presidente dijo :
—Se irán acostumbrando ustedes ahora a una literatura oficial sobria en los preámbulos y clara en los conceptos.
El Gobierno de la República, desde sus primeras determinaciones, cumple la voluntad nacional rindiendo un tributo de gloria a las dos víctimas inmoladas en Huesca con olvido de la piedad y violación de la ley, así como otorga la compensación material que en lo humano cabe a las familias que llevan en su alma, ahondado intensamente por el afecto, el dolor que comparte la nación entera. Interpretando su voluntad, y cumpliendo la deuda suya, el Gobierno decreta:
Artículo 1.° Sin perjuicio de los honores que en su día puede conceder el Parlamento a la memoria de los capitanes de infantería don Fermín Galán Rodríguez y don Angel García Hernández, mártires de la Libertad y de la República española, fusilados en Huesca el 14 de diciembre de 1930, se abonará el haber total e íntegro que a aquéllos correspondía a la madre del primero, doña María Jesús Rodríguez, y a la viuda e hija del segundo, doña Carolina Caravia y niña Esperanza García. La pensión correspondiente a las dos últimas se dividirá en mitad entre ellas, con derecho de acrecer si por cualquier causa se extinguiera el de alguna de las partícipes.
Art. 2.° A los efectos de la pensión, se entenderá que los capitanes Galán y Garcia Hernández siguen ascendiendo y se consideran ascendidos sin limitación a los empleos superiores desde el instante mismo en que, por cualquier causa, lo obtenga un capitán de infantería que el día 14 de diciembre de 1930 figurase en la escala del arma en puesto inferior respectivamente al de uno de dichos oficiales.
Art. 3.° Las pensiones serán vitalicias, se devengarán a partir del 15 de diciembre último y no estarán sometidas a impuesto ni descuento alguno.
Por los ministerios de Ejército y Hacienda se dictarán las disposiciones oportunas para el cumplimiento de este decreto.
Dado en Madrid a 15 de abril de 1931.—El presidente del Gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá Zamora.
Como presidente del Gobierno provisional de la República, de acuerdo con el mismo y en armonía con lo anunciado en el decreto de amnistía, publicado en la «Gaceta» de ayer, vengo en decretar lo siguiente:
Artículo 1.° Se concede indulto total a los condenados a penas correccionales y a los que, sufriendo penas aflictivas, les quedare por cumplir menos de cuatro años.
Art. 2.° Se concede indulto de la mitad de la pena que aún les quedare por cumplir a los reclusos no comprendidos en el artículo anterior.
Art. 3.° La gracia concedida en los artículos anteriores queda sometida a reglas análogas a la condena condicional, y el reo perderá el beneficio si volviere a delinquir en los siguientes plazos : un año para los condenados a arresto mayor, tres años para los que lo hayan sido a prisión o presidio correccional y seis para los que lo hayan sido a pena aflictiva.
En todo caso, para gozar del beneficio será condición indispensable que si el indultado no se hallare por cualquier causa cumpliendo condena comparezca en el plazo de un mes ante la autoridad penitenciaria correspondiente para legalizar su situación y comunicar su residencia.
Art. 4.° Se concede por ministerio de la ley el beneficio de la libertad provisional a los procesados contra los cuales a petición acusatoria formulada o presunta por apreciación discrecional del juez durante el sumario no fuere de pena aflictiva. Para gozar de este beneficio, si el procesado no se hallare en prisión, deberá presentarse, dentro del plazo de quince días, ante el juez competente, comunicando su residencia y compareciendo sucesivamente en las fechas que aquél determine.
Art. 5.° Los ministerios de Justicia, Guerra y Marina dictarán las disposiciones complementarias y aclaratorias para la ejecución del presente decreto.
Dado en Madrid a 14 de abril de 1931.—Niceto Alcalá Zamora y Torres.—
El ministro de Justicia, Fernando de los Ríos y Urruti.
* * *
Por haber sido uno de los mayores desafueros dictatoriales, contrario a los principios básicos de cultura jurídica, el uso y abuso, al cabo sistemático, de las Ordenanzas penales absolutamente nulas, el Gobierno de la República, recogiendo las protestas casi unánimes que contra ese atentado contra la libertad y a los principios jurídicos había formulado la opinión pública y las colectividades profesionales, decreta lo siguiente:
Artículo 1.º Queda anulado, sin ningún valor ni efecto, el titulado Código penal de 1928. Igual declaración de nulidad se extiende a todos los titulados decretos-leyes de la dictadura que establecieron o modificaron definición de delito o fijación de pena.
Art. 2.° Cuando por virtud de este decreto a que alude el artículo anterior se hubieran dictado sentencias condenatorias firmes más severas que las permitidas por la legislación penal legítima, se procederá de oficio, a instancia de parte o del ministerio fiscal, a rectificarlas por vía de indulto. Si el hecho castigado no fuere penable conforme a las disposiciones de procedencia legislativa, el total indulto llevará consigo, para el caso particular en que se aplique, los preceptos extintivos de la amnistía.
Art. 3.° Para restablecer en los procesos pendientes la aplicación de los preceptos legislativos se aplicarán, según el periodo procesal en que las causas se encuentren, las siguientes reglas:
a) Si se hubiera procedido a la calificación provisional, pero aún no se hubiera celebrado la vista, la rectificación procedente, con las citas legales oportunas, se hará en el escrito de conclusiones definitivas.
b) Si, celebrada la vista, estuviere aún la causa pendiente de sentencia, el Tribunal aplicará de oficio y sin más trámites el criterio de legalidad que establece el artículo 1º de este decreto y la solución siempre más favorable al reo que regulan el 2.° y el 3.°
e) Si dictada la sentencia no fuese firme por estar preparado recurso de casación, aún no interpuesto, éste habrá de señalar las infracciones basándose en los preceptos legislativos.
d) Si interpuesto recurso de casación estuviere sustanciándose, se pasará de nuevo a la parte recurrente, por término de cinco días, para que adapte las infracciones que alegue a los preceptos de orden legislativo, y del recurso así modificado se instruirán las otras partes interesadas, continuando la tramitación conforme a derecho.
Dado en Madrid a 15 de abril de 1931.—El presidente del Gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá Zamora.
***
El nuevo régimen, instaurado por la voluntad del país, no encontraría la adhesión comprensiva de sus propósitos y los concursos indispensables para realizar su programa, que es su deber, si hubiere de encerrarse, al proveer los cargos públicos, en los limites y restricciones de aptitud establecidas por el poder derribado, bajo cuyo mando se formaron escalafones y clientelas de servidores. Por ello y por la plenitud de poder inherente a la naturaleza del Gobierno y momentos en que se establece, necesita recabar una libertad de designación compensada por el sentimiento de su responsabilidad y el cuidado deseoso de acertar al escoger aptitudes, méritos y entusiasmos no catalogados en casilleros oficiales, pero no menos positivos y valiosos que los que allí se clasificaron.
Por las consideraciones que expuestas quedan, el Gobierno de la República decreta lo siguiente:
Artículo único. Interin no se fijen por ley votada en Cortes requisitos de aptitud para los cargos de gobernadores civiles, directores generales, subsecretarios y los demás de categoría igual o superior en el orden civil o judicial, serán todos ellos de libre nombramiento del Gobierno, bajo la responsabilidad del mismo.
Dado en Madrid a 15 de abril de 1931, El presidente del Gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá Zamora.
***
No podría el Gobierno republicano, sin desatender los manifiestos deseos del país, las exigencias de igualdad ciudadana, de paz social y los mismos atributos del Poder encargado de mantener el orden por la fuerza pública oficial y neutra, prolongar un momento mas la existencia de huestes irregulares, indebida y tendenciosamente armadas que innecesarias como sostén del orden puedan motivar, por incomprensión o abuso, alteraciones del mismo.
No quiere tampoco el Gobierno confundir la extensión abusiva, falta de ambiente y tradición, que supuso la medida dictatorial, con el arraigo y organización típica de una institución mal copiada, y por todo ello decreta lo siguiente:
Artículo 1.° Quedan disueltos los somatenes creados por la dictadura en septiembre de 1928 sin que esta medida afecte a los mismos dentro de Cataluña ni se oponga a que pueda subsistir con su organización, número y cometido tradicionales en las provincias catalanas.
Art. 2.° En el plazo de cuarenta y ocho horas deberán los somatenistas, bajo su más estricta responsabilidad, entregar el armamento en puesto o línea a que corresponda de la guardia civil, por cuya mediación se depositará aquél en los parques.
Dado en Madrid a 15 de abril de 1931.—El presidente del Gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá Zamora.
* * *
Como presidente del Gobierno provisional de la República, y de acuerdo con el mismo, vengo en admitir al ministro plenipotenciario de segunda clase en el ministerio de Estado don Luis del Pedroso y Madan, conde de San Esteban de Cañongo, la dimisión que ha presentado de su cargo, declarándole en situación de excedente voluntario, con arreglo a las disposiciones vigentes.
Dado en Madrid a 15 de abril de 1931.—El presidente del Gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá Zarnora.—El ministro de Estado, Alejandro Lerroux.
* * *
Como presidente del Gobierno provisional de la República, de acuerdo con el mismo y accediendo a los deseos expresados por el ministro plenipotenciario de primera clase don Domingo de las Bárcenas, subsecretario del ministerio de Estado, vengo en declararle en situación de disponible con los derechos reconocidos por la legislación vigente.
Dado en Madrid a 15 de abril de 1931.—El presidente del Gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá Zamora.—El ministro de Estado, Alejandro Lerroux.
* * *
Como presidente del Gobierno provisional de la República, y de acuerdo con el mismo, vengo en nombrar ministro plenipotenciario de primera clase y secretario de Estado a don Francisco Agramonte y Cortijo, ministro plenipotenciario de tercera clase y en la actualidad secretario general de la Dirección de Colonias.
Dado en Madrid a 15 de abril de 1931.—El presidente del Gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá Zamora.—El ministro de Estado, Alejandro Lerroux.
* * *
Como presidente del Gobierno provisional de la República, vengo en decretar que las letras de cambio y demás documentos de giro con vencimiento fecha 15 del actual podrán presentarse a la aceptación o al pago sin quedar perjudicados dentro del día 16, y en caso de no aceptación o de pago de las mismas el protesto habrá de hacerse, para que sea efectivo, antes de la puesta del Sol del día siguiente, 17 del actual.
Dado en Madrid a 15 de abril de 1931.—El presidente del Gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá Zamora—El ministro de Estado, Alejandro Lerroux.
Orden circular.
Excelentísimo señor: Accediendo a numerosas peticiones formuladas por distintos sectores de la opinión pública en solicitud de que no se lleve a efecto el adelanto del horario legal prevenido en 9 de marzo último, el Gobierno provisional de la República, estimándolas fundadas y atendibles, ha acordado dejar sin ningún valor ni efecto la real orden de 9 de marzo que estableció el adelanto en el presente año de la hora legal en sesenta minutos.
—Niceto Alcalá Zamora.
* * *
Como presidente del Gobierno provisional de la República, y de acuerdo con el mismo, vengo en nombrar fiscal general de la República a don Ángel Galarza y Gago, abogado.
Dado en la Presidencia a 15 de abril de 1931.—Niceto Alcalá Zamora.
El ministro de Justicia, Fernando de los Ríos.
* * *
El ministro de la Gobernación hizo una referencia a los periodistas de los decretos que publicamos, y después dictó la siguiente nota:
«El Gobierno procederá sin demora a la incautación del Palacio Real, para lo cual el director general de Seguridad, en unión de un notario designado por la Junta, sellará todas las habitaciones y se encomendará a la guardia civil la guardia interior de Palacio.
Seguidamente nombrará el Gobierno a personas de reconocida solvencia y pericia que formalicen un inventario detallado de cuanto se encuentre en Palacio.
Ha deliberado el Gobierno sobre el modo de cumplir inmediatamente el compromiso contraído con la opinión de depurar y exigir las responsabilidades por los desastres nacionales y la arbitrariedad sistemática que fue norma durante pasados años, y a tal efecto acuerda requerir hoy a la representación del ministerio fiscal para que inmediatamente se abran tres procesos distintos,: el primero, por el derrumbamiento, el año 21, de la Comandancia de Melilla.; el segundo, por la actuación y conducta de cuantos actuaron durante la segunda dictadura, y el tercero, para la revisión del juicio sumarísimo que precedió a los fusilamientos de los capitanes Galán y García Hernández.
Para garantizar la eficacia de las responsabilidades a que hubiere lugar, el Gobierno ha adoptado las medidas necesarias, que, naturalmente, se reserva.
El Gobierno, a base de informaciones auténticas, ha deliberado sobre la emigración de capitales, agravada estos días merced a insinuaciones y consejos de alguna persona preeminente del último Gobierno de la monarquía, y ha adoptado resoluciones firmes, que igualmente se reserva.»
EL DECRETO DE CONCESIÓN DE AMNISTÍA
El subsecretario de la Presidencia, don Rafael Sánchez Guerra, facilitó ayer a la prensa el texto del siguiente decreto:
«El Gobierno de la República española, teniendo en cuenta que los delitos políticos, sociales y de imprenta responden generalmente a un sentimiento de elevada idealidad, que los hechos más recientes de ese orden han sido impulsados por el amor a la libertad y a la patria, y además legitimados por el voto del pueblo, en su deseo de contribuir al restablecimiento y afirmación de la paz pública, decreta, como primera medida de su actuación, lo siguiente:
Artículo 1° Se concede la más amplia amnistía de todos los delitos políticos, sociales y de imprenta, sea cual fuere el estado en que se encuentre el proceso, incluso los ya fallados definitivamente, y la jurisdicción a que estuvieran sometidos. Se exceptúan únicamente los delitos cometidos por los funcionarios públicos en el ejercido de su cargo y los de injuria y calumnia a particulares perseguidos en virtud de querella de éstos.
Art. 2.° Por el ministerio de Gracia y Justicia, Ejército y Marina se dictarán las disposiciones aclaratorias mediante las cuales se resuelvan las dudas que surjan y el alcance de la amnistía. Por los mismos departamentos se prepara con urgencia un indulto general que reduzca la severidad de las condenas y haga partícipe a la población penal de la satisfacción del país.
Dado en Madrid a 14 de abril de 1931 .—El presidente del Gobierno de la República, Niceto Alcalá Zamora y Torres.»
SE CREA EL MINISTERIO DE COMUNICACIONES
El decreto creando este nuevo ministerio está redactado así:
«La importancia adquirida por los servicios de Correos, Telégrafos y Teléfonos, que de hecho viene funcionando como Dirección autónoma, y el ejemplar y general asentimiento que, reconociendo la trascendencia de tales medios de comunicación los organiza generalmente como departamento ministerial, lleva al Gobierno de la República a decretar lo siguiente:
Artículo 1.° Se crea el ministerio de Comunicaciones, al cual corresponderán los servicios que viene prestando la Dirección general de Correos y Telégrafos.
Art: 2.° A propuesta del nuevo departamento se procederá, por el de Hacienda, a la habilitación y modificación oportuna de los créditos necesarios, procurando mantenerse dentro de los límites del presupuesto vigente.
Dado en Madrid a 15 de abril de 1931.—El presidente del Gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá Zamora y Torres.»
Los ministros de la República toman posesión de los cargos
EN JUSTICIA
Ayer por la mañana se celebró el acto de tomar posesión de su cargo de ministro de justicia nuestro camarada Fernando de los Ríos.
El marqués de Alhucemas, ausente, estuvo representado por el subsecretario saliente, señor Martínez de Velasco.
Después de hecha la presentación del personal, nuestro correligionario Fernando de los Ríos pronunció el siguiente discurso:
«En nombre del Gobierno provisional de la República tomo posesión del cargo, no para hacer gracia, que queda eliminada de nuestro escudo, sino para hacer justicia, que creemos que hasta ahora no se ha hecho; y tengo la completa seguridad que ninguno de los elementos de esta casa dejare de percatarse de lo que se necesita de ellos.
Me complazco en manifestar que con gusto oiré a todos cuantos se me acerquen, y a todos haré justicia constante.
He de ser accesible—agregó—a cualquier ruego; pero es preciso que la burocracia por ningún motivo sabotee a las instituciones nacientes, antes por el contrario, que todos sus componentes aporten su mejor voluntad y su espíritu a este nacimiento.
Tengo la seguridad que me ayudaréis en mi misión, que no es mía personal, sino de España—añadió—, en la trayectoria que ésta se ha trazado para la realización de sus ideales.
Me enorgullece poder decir que el pueblo ha dado estos días muestras de gran civilidad, a tal punto, que ningún otro como éste lo ha puesto a mayor nivel.
Si al pueblo no correspondemos todos, no nos haremos dignos de la grandeza de ese sujeto anónimo que lo ha realizado en la forma indicada.
Que España sea lo que hemos soñado que llegase a ser, y no dudo que he de contar con el esfuerzo del personal de esta casa.»
Fernando de los Ríos aseguró que no venía con aires demagógicos e irrespetuosos sino que llega para realizar una labor constructiva, para la que precisa la noble, sincera y objetiva colaboración de sus oyentes.
«Me dirijo a caballeros y hombres de honor, y tengo la firme convicción de que no me habéis de regatear el esfuerzo que os demando.»
El ministro fue muy aplaudido y sonaron dos vivas: uno a España y otro a la República, que sé contestaron por todos.
Los funcionarios fueron desfilando delante de Fernando de los Ríos, a quien estrechaban la mano, el cual hubo de nuevo de hacer uso de la palabra para insistir en el beneficio que para la patria represente la colaboración de la burocracia, recordando lo sucedido en la República alemana, que halló serias dificultades en su marcha, ofrecidas por funcionarios del extinguido imperio.
«Tengo una idea tan noble de vosotros—terminó diciendo—, que por ningún motivo siento el temor de que en nuestra patria pueda ocurrir algo parecido.»
EN TRABAJO
Nuestro correligionario Largo Caballero tomó posesión de la cartera de Trabajo ante todo el personal del ministerio y Comisiones de trabajadores que acudieron a saludarle.
El acto fue sumamente sencillo, pues nuestro camarada se limitó a decir que venía dispuesto a trabajar con el mayar entusiasmo en beneficio de la causa de los trabajadores.
EN FOMENTO
Ayer, a mediodía, llegó al ministerio el titular del departamento, don Álvaro de Albornoz. Le esperaban numerosos correligionarias, amigos y funcionarios, que le recibieron con aplausos y vivas a la República y al Gobierno provisional.
El señor Albornoz pasó inmediatamente al despacho oficial, donde el director general de Ferrocarriles e ingeniero más antiguo del ministerio, señor Becerra, le dio posesión de su cargo. El señor Becerra agregó breves palabras para expresar al ministro la lealtad de los funcionarios al nuevo régimen, y añadió que tenía el encargo del ministro saliente, señor La Cierva, así como de los que hasta ayer fueron directores generales del departamento, de ponerse a disposición del nuevo ministro para cuantas explicaciones los requiera.
El señor Albornoz dirigió un saludo muy emocionado a los funcionarios, de los cuales—dijo—será, más que un jefe, un colaborador y un camarada.
El puesto a que llega supone para él un verdadero sacrificio, ya que tiene que apartarse de su profesión como abogado del pueblo y dejar su pluma de escritor, puesta siempre, como su toga, al servicio de los altos principios de justicia. Afirma que desde el cargo a que le lleva la República, y precisamente por eso y para eso, mantendrá los mismos principios y la misma línea de conducta.
No considera preciso trazar un programa. El nuestro, de conjunto, ya lo tiene trazado el Gobierno provisional. Del mio en este departamento puedo adelantar que vengo a extirpar de raíz los abusos del pasado régimen.
Ahora voy a comenzar a informarme. Trabajaré incansablemente, porque a eso venimos. Y cuando me haya informado como es debido al servicio de España y de la República, exigiré inexorablemente las responsabilidades a que haya lugar. ¡Y ahora sí que esto de las responsabilidades no es una palabra vana!
El señor Albornoz terminó su vibrante discurso recabando la colaboración entusiasta del personal, «para todos, con nuestro trabajo, en la medida de nuestras fuerzas, contribuir a la prosperidad de España».
El ministro fue vivamente aplaudido.
EN OTROS MINISTERIOS
De idéntico modo se verificó la toma de posesión en los restantes ministerios de Estado, Marina y Guerra, sin que asistieran a estos actos los que ocupaban dichos cargos bajo la monarquía.
Nota oficiosa del ministro de la Gobernación
«La República española naciente ha visto con satisfacción que su advenimiento se haya recibido con expresiones populares de regocijo, y a estas manifestaciones espontáneas ha prestado su más solícito asentimiento. Pero transcurridos los dos primeros días, es preciso que renazca la tranquilidad en la vía pública y que todos, dentro del cumplimiento de sus deberes cívicos, cooperen al mantenimiento del principio de autoridad, indispensable para que el ejercicio de los derechos de ciudadanía se exterioricen con tal legitimidad y medida que constituya una sólida garantía de lo que ha de ser la nueva organización política del Estado español.
No hacerle así sería tanto como ayudar a los enemigos de la República, interesados en la merma de su prestigio y autoridad. En tal concepto, a partir del día de hoy, los funcionarios encargados de velar por el orden público, siguiendo las instrucciones al efecto recibidas, tomarán las medidas necesarias para impedir que la tranquilidad del vecindario esté a merced de quienes sólo se propondrían, con alborotos, sembrar la desconfianza en la opinión pública y distraer al Poder constituido de la trascendental misión que en todos los órdenes está llamado a desempeñar.»
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