Anís del Mono es una popular marca registrada de anís, cuya única destilería se encuentra en Badalona (Barcelona). En la actualidad se pueden hacer visitas guiadas. De una de estas visitas, con un grupo de estudiantes de cuarto de ESO, provienen algunas de las fotografías que se muestran a continuación.
El anís es un tipo de aguardiente que proviene de la maceración en alcohol de semillas de anís, en combinación con otras plantas. La graduación del anís varía entre lo 30º (anís dulce) y los 50º (anís seco).
La fábrica fue fundada en Badalona el año 1870, tal y como indica la etiqueta, por los hermanos Bosch y Grau. Su sistema de producción, hoy en día, es artesanal, tal como se utilizaba hace más de 130 años.
En la factoría destacan, por su importancia histórica, las salas de destilación, de estilo modernista, así como el archivo y el despacho del gerente.
El Anís del Mono contiene en su composición únicamente matalauva (grana de anís) de primera calidad, rigurosamente seleccionada, de la que se saca el aceite esencial que proporciona el bouquet tan característico del producto, agua químicamente pura, jarabe de azúcar refinada y filtrada, y alcohol.
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El proceso de destilación se lleva a cabo en alambiques de cobre, originales del siglo XIX. Se fabrican dos variedades de anís, seco (etiqueta verde) y dulce (etiqueta roja). Se exporta a Estados Unidos y a varios países de Iberoamérica.
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En 1897, Vicente Bosch convocó el primer concurso de carteles en España para su marca. Se presentaron varios de los mejores pintores de la época. En 1898 se celebró la exposición de los trabajos. El elegido fue el cartel realizado por Ramón Casas titulado Mona y mono.
Vicente Bosch fue también el primero en colocar un luminoso publicitario en 1913, en plena Puerta del Sol de Madrid. Meses más tarde, se inauguraba otro luminoso en la plaza de Cataluña, junto al paseo de Gracia, en Barcelona.
Hay varias teorías sobre el porqué del mono como imagen de marca.
Una de ellas sostiene que había un mono de mascota en la fábrica. La familia Bosch tenía propiedades y negocios en América. Uno de sus barcos trajo un mono, que acabó instalado en la fábrica que tenían junto a la playa de Badalona, los hermanos Vicente y José. El simio se hizo muy popular y la gente se acercaba hasta la fábrica para ver sus juegos. Esto hizo que la empresa fuese conocida popularmente como la del "anís del mono".
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Otra teoría dice que Bosch, notario y afamado empresario, aprovechó el debate que suscitaban las teorías de Darwin, para publicitar su marca como la más evolucionada. En la etiqueta, un primate humanoide sostenía un pergamino que proclamaba: "Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento".
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Aparato para la extracción del aceite esencial de anís.
Parece ser que durante el siglo XIX se tenía al anís por bebida salutífera y fuente de innumerables beneficios orgánicos. En 1884 una epidemia de cólera asoló España, pero los habitantes de la alicantina población de Monovar quedaron milagrosamente a salvo de la enfermedad. Por motivos que se desconocen, se atribuyó esta salvación al elevadísimo consumo que sus habitantes hacían de esta bebida. Evidentemente, esto sirvió como detonante de un mayor crecimiento en su demanda. Las campañas de publicidad que efectuaron los comerciantes fueron bastante pintorescas. Según otra versión, dada la fama que alcanzó la localidad alicantina entre los bebedores, fue costumbre solicitar dicho aguardiente en las tabernas bajo la frase de “póngame un mono”, apócope de Monovar. Así que ni corto ni perezoso Vicente Bosch decidió incluir la imagen de un simio en la etiqueta. Y así comenzó la leyenda.
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Merece la pena conocer el edificio, con una espectacular sala de alambiques modernista, impoluta, como si en ella no se hubiesen mezclado y se mezclaran hoy miles y miles de litros de anís mientras se respira ese olor dulzón tan característico. Además de ver un audiovisual, se visita el espléndido archivo de la compañía, que desde 1975 pertenece a la empresa Osborne.
Sacos de matalauva.
En la actualidad, al estar todo el proceso automatizado, la fabrica se mueve gracias a tan sólo 11 trabajadores.
Panel de control de la destilería.
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