En la primavera de 1962 Roberto Olivetti, el entonces presidente de la compañía italiana Olivetti, dio instrucciones al ingeniero Pier Giorgio Perotto para iniciar el estudio de viabilidad de una calculadora electrónica capaz de automatizar una secuencia de instrucciones, tendría que estar al alcance de un usuario no especializado, a un precio razonable y que tuviera unas dimensiones reducidas parecidas a las de una máquina de escribir.
El año pasado se cumplieron 50 años desde que se inició su producción en serie.
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