martes, 1 de mayo de 2018
Un electricista en Monrovia
El siguiente texto está sacado de un artículo de EL PAIS (Los españoles que no temieron a África).
"Me salió un contrato a través de un anuncio en un periódico y me fui de inmigrante a Liberia", resume Antonio Medina (Gran Canaria, 1936) de una España que en los sesenta "estaba muy mal". Formado en electricidad y audiovisuales, llegó a Monrovia para emplearse en una compañía que regentaba cines. “La primera noche los mosquitos me pusieron a parir”, cuenta. En esos años descubrió que era un lugar de gente "noble y acogedora que se tomaba las cosas con paciencia y tranquilidad". Enseñó a, por lo menos, cien electricistas y 40 operadores de cámara, y reparó las averías eléctricas de muchas sectas religiosas. “Sus canciones te hacían llorar y te ponían los pelos de punta". Hizo de todo en aquellos años: desde arreglar el ascensor de la mansión del presidente William Tolbert hasta montar un equipo de fútbol con universitarios.
Medina volvió a casa cuando la situación política se complicó. "Me pidieron que siguiera en Liberia, pero las cosas se estaban poniendo muy feas". El 12 de abril de 1980 era asesinado el entonces presidente de Estado más antiguo del África negra, Tolbert, y Liberia entraba en una etapa dominada por la inestabilidad política y el empobrecimiento. Pero Medina ya no estaba allí.
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