En la planta acristalada que ocupa el centro de control de la empresa Aguas de Barcelona destaca su panel central de 6 metros de largo y 3 de alto, desde el que se hace el seguimiento de las redes de abastecimiento de agua que gestiona la compañía. Desde estos monitores se controlan 4.700 km de la red de abastecimiento de agua potable, mediante 1,5 millones de registros diarios, tomados por 5.600 sensores repartidos por toda la red en 23 municipios metropolitanos, en donde viven tres millones de personas.
A finales de mayo estos marcadores indicaban que el consumo de agua en los 23 municipios metropolitanos era de 5,8 metros cúbicos por segundo, una cantidad inferior a la de hace 15 años, cuando la demanda llegó a ser de 7 metros cúbicos por segundo. El consumo doméstico es ahora de 105 litros por habitante y día, muy cerca del mínimo de los 100 litros que recomienda la OMS.
En el centro de control una gráfica muestra la curva de previsión de la demanda de las próximas 24 horas, obtenida con los datos de los sensores presentes en la red, y cómo ésta se va actualizando hora a hora; mientras, casi superpuesta, aparece otra curva que muestra cómo el consumo real encaja con lo previsto.
En las pantallas del panel también se muestran las planificaciones y las posibles restricciones domésticas de agua que se habrán de poner en marcha si se agudiza la sequía. La compañía de aguas tiene preparado un dispositivo para reducir la presión del suministro si se entrara en situación de emergencia y hubiera que actuar coordinadamente con las autoridades metropolitanas.
El plan especial de sequía del Govern de Cataluña da de momento a los municipios 230 litros por persona y día para todos los usos, pero si se entrara en un segundo o tercer estadio de la emergencia, habría que reducir este valor.
En este escenario, la compañua se inclina por reducir la presión del suministro, antes que hacer cortes horarios. La razón es que las grandes redes de abastecimiento no están preparadas para estar trabajando constantemente con cortes e interrupciones en el suministro porque se acabaría provocando una gran cantidad de averías en la red.
En el panel también se muestran los ciberataques que intentan entrar en el ordenador del centro de control. Sobre un mapamundi se sucede el movimiento de unas flechas con parpadeo amenazante que se dirigen hacia Barcelona desde diversos lugares del planeta hasta el.
En el mapamundi se representa la llegada incesante de las ciberamenazas y se visualiza el trabajo de las aplicaciones que monitorizan los ataques contra la infraestructura tecnológica del centro. Cada semana hay una media de 13.000 ataques, pero existe un centro de control de reserva que en 10 minutos podría estar operarativo.
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