Sorprendentemente, Kissinger ha estado asistiendo a los encuentros de Club Bilderberg de forma intermitente desde 1957. Su “preocupación por el secreto y la diplomacia personal” encaja perfectamente con el deseo de Bilderberg de mantener las conversaciones anuales en privado.
Kissinger ha vivido muchas de las crisis mundiales desde que se inició en el mundo de la alta política y allí ha seguido, un poco a la sombra, hasta cumplir cien años. Nacido en Alemania poco después del final de la Primera Guerra Mundial, sus padres judíos tuvieron la precaucion de abandonar Alemania en 1938, justo cuando la persecución de los judíos por parte de Hitler se intensificaba.
Cinco años después, Kissinger se naturalizó estadounidense y, al final de la Segunda Guerra Mundial, ingresó en Harvard, donde finalmente se graduó, obtuvo su doctorado y se convirtió en un distinguido profesor de gobierno y, en aras de la divulgación completa, uno de mis maestros.
A lo largo de su carrera académica, sin embargo, sentó las bases para poder trabajar en política estratégica para los presidentes de ambos partidos (Dwight Eisenhower, John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson) antes de finalmente gravitar hacia los republicanos, comenzando como asesor del gobernador de Nueva York y eventualmente del vicepresidente Nelson Rockefeller. Así que no fue sorprendente que Nixon nombrara a Kissinger su asesor de seguridad nacional.
Kissinger y el entonces presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, ya conocían cuál era la situación en Vietnam cuando asumieron el cargo, un legado de la presidencia de Lyndon Johnson, quien habría hecho cualquier cosa para evitar la derrota. Nixon recurrió a H.R. Haldeman, para llevar a cabo las conversaciones de paz con los norvietnamitas. Mandelbaum, autor de “The Four Ages of American Foreign Policy: Weak Power, Great Power, Superpower, Hyperpower”, cita un comentario de Kissinger que venía decir algo así como que “El compromiso de destacar 500.000 soldados estadounidenses en Vietnam había resuelto la cuestión. Porque lo que estaba en juego entonces era la confianza en las promesas estadounidenses.”.
De hecho, aunque Kissinger trabajó formalmente para solo dos presidentes, ningún líder de cualquiera de los partidos políticos ha dejado de consultar con él, al igual que innumerables líderes mundiales, a cada uno de los cuales nunca ha dejado de predicar el valor indispensable de la “weltanschaüng”.
Kissinger todavía cree profundamente en la necesidad de comprender los fundamentos de las ambiciones y sensibilidades de cualquier oponente. Cuando se trata de China, por ejemplo, le dijo recientemente a The Economist que los funcionarios estadounidenses “dicen que China quiere dominar el mundo… pero ellos sólo quieren ser poderosos. No se dirigen a la dominación mundial en un sentido hitleriano. No es así como piensan o nunca han pensado en el orden mundial”.
Cuando se trata de Rusia y Ucrania, en un ensayo publicado en diciembre en The Spectator, Kissinger observó: “El resultado preferido para algunos es una Rusia que se vuelve impotente por la guerra. No estoy de acuerdo. A pesar de toda su propensión a la violencia, Rusia ha hecho contribuciones decisivas al equilibrio global y al equilibrio de poder durante más de medio milenio. Su papel histórico no debe ser degradado”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario