El año 1866, el buque británico SS Great Eastern llegó al puerto de Heart's Content al este de Terranova, en Canadá, después de cuatro intentos infructuosos, en un periodo de nueve años, para tender el primer cable submarino transatlántico, de 4.260 kilómetros, para telégrafo. Por primera vez, Europa y América del Norte están unidas por un cable. El mensaje que antes tardaba por lo menos diez días en llegar a su destino, a partir de ahora lo hará en minutos. Este barco inglés, construido en 1858 y diseñado por Isambard Kingdom Brunel, era cinco veces más grande que los barcos de su tiempo. Tenía capacidad para transportar a 4.000 pasajeros en sus 211 metros de longitud y llevaba suficiente carbón como para viajar desde Europa hasta Australia sin repostar.
Menos de un siglo después de que el telégrafo cruzara el Atlántico, el primer cable de telefonía, que salía de la localidad escocesa de Oban y llegaba a Terranova, se inauguró en septiembre de 1956. Esta conexión fue de las primeras en utilizar el polietileno como aislante, con lo que se introdujo la nueva generación de cables, los coaxiales, más resistentes y fiables que los anteriores. Inicialmente tenía capacidad para 36 llamadas simultáneas, que pronto se incrementaron a 48. Durante las primeras 24 horas de servicio se realizaron 588 llamadas desde Gran Bretaña a Estados Unidos y 119 a Canadá. Conocido como TAT-1 (Transatlantic Nº 1) este enlace hizo posible el famoso teléfono rojo que conectaba directamente el despacho del presidente de Estados Unidos con el de su homólogo de la Unión Soviética, en plena guerra fría. Después de este se tendieron hasta trece TAT nuevos y el primero fue retirado en 1978.
En la década de los ochenta se desarrolló la siguiente generación de cables que permitían enviar una gran cantidad de datos a una mayor velocidad. El primer enlace transoceánico de fibra óptica fue el TAT-8, que entró en servicio en 1988. Este cable podía transmitir, por primera vez, 40.000 llamadas simultáneas, diez veces más de lo que se había alcanzado con los sistemas anteriores. El lecho marino acoge unos 260 cables de fibra óptica en servicio, lo que suma 850.000 kilómetros de cable. En opinión del Comité Internacional para la Protección de los Cables (ICPC), "la infraestructura de las conexiones submarinas, en la mayoría de las rutas, es más rentable que la tecnología por satélite, por lo tanto, la tarifa por cable sigue siendo más baja". Según datos de este organismo, los cables transportan el 95 % del tráfico internacional en voz y datos, mientras que el satélite solo el 5 %.
Desde Alcatel-Lucent, empresa franco-estadounidense que ha tendido más de 480.000 kilómetros de cable submarino, destacan la importancia del desarrollo tecnológico en este crecimiento. "La reciente tecnología DWDM (Dense Wavelength División Multiplexing o multiplexación densa por división de longitudes de onda) proporciona un ancho de banda de hasta 10 terabits por segundo (Tbit/s, un millón de megabits por segundo) por cable, que equivale a más de 120 millones de llamadas telefónicas simultáneas, a 16.000 CD-ROM o a 1.600 películas de alta definición".
El cable más largo tendido hasta el momento se conoce como el SEA-ME-WE 3 (Sureste asiático-Oriente Medio-Europa occidental) y conecta 34 países desde Japón hasta Alemania en 39 puntos de conexión. Este cable, cuyo recorrido parte de Australia, rodea el sureste asiático, se adentra en el mar Mediterráneo a través del cuerno de África y sube hasta el norte de Europa, es una de las conexiones imprescindibles en la actualidad. Tiene una longitud de 39.000 kilómetros y terminó de colocarse en el año 2000, gracias a la participación de 93 grupos inversores. Este sistema, a su paso por Penang en Malasia se conecta con otros dos cables importantes. Por un lado engancha con el cable submarino SAFE (Sudáfrica y Sureste asiático), que a su vez se conecta con la península Ibérica a través del SAT-3/WASC (Atlántico sur-África occidental). Por el otro lado se enlaza con el FLAG (conexión de fibra óptica alrededor del globo), que une Reino Unido con Japón, en distintos segmentos, atravesando Estados Unidos en sus 28.000 kilómetros de longitud.
Las conexiones de telecomunicaciones no son las únicas que atraviesan mares y océanos, bajo el agua también discurren, aunque en menor medida, cables que transportan electricidad. Hoy en día hay más de una veintena de sistemas submarinos que conectan distintos sistemas eléctricos. El primer enlace eléctrico submarino se realizó en 1954 y conectó la isla sueca de Gotland con el continente. Este enlace, de 100 kilovoltios (kV) y potencia de 20 megavatios, tenía 98 kilómetros de longitud. Al cabo de pocos años, la necesidad de aumentar la capacidad obligó a construir dos cables más que cubrieran el mismo recorrido, uno en 1983 y otro en 1987, ambos de 150 Kv. Recientemente se ha inaugurado la conexión eléctrica más larga hasta el momento. Recibe el nombre de NorNed y enlaza Holanda y Noruega. Tiene una longitud de 580 kilómetros y una potencia de 700 Mw, lo que supone la mitad del consumo de electricidad de la ciudad de Ámsterdam. Este cable, de alta tensión en corriente continua (HVDC, en sus siglas en inglés) de 450 Kv, ha supuesto una inversión de 600 millones de euros.
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