El ritmo incesante al que avanzan las tecnologías digitales requiere de ordenadores, móviles y servidores con prestaciones cada vez más avanzadas. E Intel, un gigante de la producción de microprocesadores, explora continuamente nuevas vías para que sus productos sean más rápidos y eficientes que los actuales. La compañía ha elegido el centro NanoGune, ubicado en San Sebastián, para investigar el uso de una tecnología novedosa en el desarrollo de los chips. El proyecto prevé aplicar los atributos de la espintrónica, una rama de la física que explota una propiedad cuántica de los electrones (el espín). El instituto vasco trabajará para Intel hasta 2022, en colaboración con una universidad de EE UU (que participa con dos grupos distintos) y un centro de investigación francés.
Para producir los procesadores, los grandes fabricantes como Intel utilizan desde hace casi cuatro décadas una tecnología llamada CMOS. La estrategia empleada hasta hoy para mejorar progresivamente las prestaciones de estos chips ha sido miniaturizar cada vez más su elemento básico, que son los transistores. Se trata de la aplicación de la conocida como Ley de Moore, teorizada por uno de los fundadores de Intel, que supone que el número de transistores en un procesador se duplique cada dos años. La tecnología CMOS “hasta el momento ha sido muy exitosa y ha funcionado bien”, explica Fèlix Casanova, el investigador del centro Nanogune que lidera el equipo implicado en el proyecto de Intel. Pero ahora, asegura, “está llegando al límite”.
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