Mina Encantada
El conjunto de máquina de vapor fija de extracción minera, ubicado en el término municipal de Cuevas del Almanzora, se encuentra en el paraje denominado barranco del Chaparral, cercano al famoso barranco de El Jaroso y está inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía. Fue localizado en el año 2002 y restaurado recientemente. Se trata de la máquina de vapor de extracción minera más antigua de España. En el ámbito europeo, son muy escasos los ejemplares que se conservan anteriores a 1875.
Junto a la máquina de vapor fija se encuentran dos calderas, embutidas en una estructura de mampostería, una de ellas construida por una empresa barcelonesa en 1873; el pozo maestro, de forma rectangular, con una profundidad de unos 250 metros, y apoyada sobre él se levanta una cabria de madera de cinco metros con dos ruedas.
En las inmediaciones del conjunto se localiza un depósito de agua con capacidad para 200 metros cúbicos que servía para el abastecimiento de las calderas, y una chimenea, de forma cuadrada de mampostería y ladrillo, y cuya altura ronda los 5 metros.
Una placa con la inscripción “P. Colson Ingenieur Reading Iron Works Limited Constructeurs Anglaterre”, hoy día expoliada, indicaba que fue el ingeniero belga Paul Colson el encargado del proyecto, quien además se encargaba del desagüe de las primeras minas de Sierra Almagrera y del mantenimiento de la máquina de vapor.
Con fecha de 28 de Julio de 2003 se ha resuelto inscribir, con carácter genérico en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, el conjunto llamado “Máquina de Vapor Fija de Sierra Almagrera localizada en el Barranco “El Chaparral”, en Cuevas del Almanzora (Almería).
El conjunto consta del pozo maestro, una cabria de madera con dos ruedas y una estructura metálica que contiene una máquina de vapor de doble efecto con válvula de admisión y expulsión del vapor por corredera simple completa, fabricada por el ingeniero belga P. Colson, y dos calderas embutidas en una estructura de mampostería con un regulador; una de ellas fabricada por “La Maquinista Terrestre y Marítima” (1873). La máquina de vapor posee una placa donde se lee “P. Colson Ingenieur Reading Iron Works Limited Constructeurs Angleterre”.
Este conjunto incluye los elementos que comúnmente constituían uno de los numerosos emplazamientos de explotación de la minería del plomo. Los pozos permitían el acceso a los yacimientos metalíferos y permitían además de la extracción del propio mineral, el acceso de los mineros y la evacuación de las aguas que normalmente aparecían.
Explotados al principio mediante los tradicionales tornos manuales con malacates de caballerías, la existencia del vapor permitió la adaptación de su energía a estas labores con el consiguiente ahorro, celeridad y eficacia. En este contexto desarrolló su labor el ingeniero belga P. Cossons, quien desarrolló su labor en esta zona desde 1855 y adaptó los principios referidos a la peculiaridad de los trabajos mineros, y en concreto a la singularidad de la explotación en la Sierra Almagrera.
La inversión no era muy grande y estos “ingenios” aportaban una fuerza motriz de aproximadamente unos 8 o 10 caballos de potencia media.
El paisaje de la sierra quedó salpicado de estos pequeños conjuntos que poseían un equipamiento técnico similar, contituyéndose en auténticos hitos paisajísticos de lo que se ha venido llamando el “minifundismo minero almeriense”, formado por multitud de pequeñas explotaciones.
El conjunto del barranco “El Chaparral” se configura como uno de los conjuntos más antiguos hallados en Andalucía y España y en el que se evidencia con absoluta claridad la aplicación de la nueva tecnología aportada por el vapor a la explotación minera dentro del peculiar esquema aplicado en Almería. Tampoco suelen ser numerosos los ejemplares europeos anteriores a 1875.
Otro de sus valores es el hecho de que se encuentre perfectamente documentada y en el lugar donde a diario era utilizada en la extracción y explotación de los veneros de plomo.
Con esta inscripción, la Consejería se adelanta en la protección de los elementos materiales pertenecientes a uno de los momentos más gloriosos de la economía almeriense, ya que la minería era la principal actividad en ese campo de la provincia en la época.
Estas fotografías son de MTI de 2003.
Deterioro del castillete en 2017
Una Bandera Negra es lo que pusieron miembros del Club Deportivo Sierra Almagrera de Cuevas del Almanzora a la máquina de vapor más antigua de España, declarada Bien de Interés Cultural.
De esta forma llaman la atención, una vez más, para que, los que pueden, eviten que se caiga. Este importante patrimonio industrial está en peligro de caer y perder uno de sus elementos clave, la torre de madera que sustenta la cabria de la máquina, la que sería muy fácil salvar, con una mínima actuación, colocando en su sitio y asegurando una de las vigas que se ha salido del hueco correspondiente. Sin embargo, desde hace varios años que se avisa del tema, nadie hace nada.
Por eso, estos ciudadanos, aficionados al senderismo y al descubrimiento del pasado de las sierras y las minas, se muestran aguantando con sus propias manos esa máquina para alertar de su fatídica situación, de sus más de 10 años olvidada y abandonada a su suerte, que no es otra que la inclinación que augura su caída y destrozo total. Hay un enorme riesgo de que pierda parte de su estructura por la dejadez y los oídos sordos de la administración, a pesar de las críticas, las demandas y las alertas de vecinos y de personas del ámbito cultural.
Se hizo una primera rehabilitación en 2006, que no concluyó y que dejó precisamente de actuar en la inclinación que ya presentaba la torre. Nunca se llevó a cabo
Fue el verano de 2016 cuando se dio la voz de alarma más seria, por parte del cronista oficial de Cuevas, Enrique Fernández Bolea. Explicó que, en seis meses, habían medido, y la torre de madera que sustenta la cabria de la máquina se había desplomado 20 centímetros. De eso, hace un año. Así que al estado de deterioro, tras una década desde que se realizara una 'media' rehabilitación de la máquina y la zona, se sumaba algo tan preocupante como eso, la caída de la torre.
Y ahí sigue ella, desde 1873, aguantando las inclemencias del tiempo y de la soledad, solo interrumpidos por alguna visita ocasional de amantes del pasado y la historia, de los tesoros que dejó la minería del siglo XIX, de la maravilla de conservar algo excepcional en toda Europa. Un consuelo que ya no es suficiente porque es posible darle nueva vida, evitar su pérdida y llorar su 'muerte anunciada'. La máquina de vapor del barranco El Chaparral en Sierra Almagrera, la más antigua conservada en Andalucía con estas características y con dedicación a la minería, y por extensión la más antigua de España, tuvo como función desaguar las primera minas del lugar. Desde que dejó de ser utilizada, nadie supo nada más de ella, hasta que Diego Collado y Andrés Sánchez Picón la encontraron en el año 2002 y fue inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía.
En el ámbito europeo son escasísimos los ejemplares conservados anteriores a 1875, lo que confiere a este ejemplar un altísimo valor patrimonial. La singularidad de su localización 'in situ', en el mismo espacio donde desarrolló sus funciones dentro del sistema de minifundismo empresarial característico del distrito minero, aparte de certificar su funcionalidad concreta, le añade un valor, relativo a la aplicación de los principios tecnológicos y científicos en la explotación de los ricos veneros metalíferos andaluces. En concreto a la aplicación del vapor que ya se venía realizando en Europa, adaptado aquí a las especiales características del coto almeriense y que fueron llevadas a cabo por el ingeniero belga Paul Colson, quien debe estar removiéndose en su tumba, viendo como está la máquina que lo trajo y mantuvo en tierras cuevanas durante esa rica época minera.
Rehabilitación de 2019El Bien está integrado por un pozo maestro, una cabria minera de madera con dos ruedas y una estructura metálica conteniendo una máquina de vapor de doble efecto con válvula de admisión y expulsión de vapor por corredera simple completa, con dos calderas embutidas en una estructura de mampostería y un regulador. La máquina tenía un cartel (antes de ser expoliado tras su redescubrimiento en 2002 donde se leía: 'P. Colson (estrella) Ingenieur Reading Iron Works Limited Constructeurs Angleterre'. Asimismo, en una de las calderas se consigna fabricante, lugar y fecha: «La Maquinista Terrestre y Marítima». Barcelona 1873.
El Ayuntamiento de Cuevas del Almanzora ha comenzado las obras de restauración de la cabria de la máquina de vapor que se ubica en el Barranco Chaparral, junto a la barriada de Los Lobos, una asignatura pendiente tras la obrada sobre el resto de la instalación hace 15 años.
La máquina fue redescubierta por Diego Collado y el profesor Andrés Sánchez Picón entre la vegetación que la mantenía oculta. La caldetra fue construida por ‘La Maquinista Terrestre y Marítima’ de Barcelona en 1873, según la placa que la identificaba y que fue robada poco después de ser restaurada la primera fase. Otra placa, que no ha sido sustraída, es la que identifica la máquina de vapor. En ella se puede leer ‘P. Colson Ingenieur Reading Iron Works Limited Constructeurs Angleterre’. Esa plancha ha sido imposible desgajarla porque está prácticamente soldada por el óxido, pero algunos elementos han sido aserrados, tal vez para su venta como chatarra.
“Toda la instalación es importante –afirma Enrique Fernández Bolea, cronista oficial de la ciudad-, pero lo fundamental es que ese conjunto se puso en valor en el barranco de El Chaparral, en Sierra Almagrera, es decir, en el lugar en que funcionó, en la mina Encantada. Además, tiene un valor trascendental porque son muy pocas las instalaciones similares conservadas. En el caso de Andalucía es la única de extracción que ha llegado a nuestros días con esas características, y en el total del país es la tercera, por tanto, fue muy acertado que la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía la declarase Bien de Interés Cultural y que, posteriormente, llevase a cabo su puesta en valor”.
El montador de la máquina de vapor de la mina Encantada en el barranco Chaparral fue Paul Colson, un ingeniero mecánico belga que vino a El Jaroso por primera vez en el año 1846 y en 1850 volvió para instalar el primer ingenio de esas características que se alzó en Sierra Almagrera para la extracción de agua. Esa máquina se fundó en la demarcación de la mina Constancia y era de 100 cv. Tenía como función el desagüe de las minas, que estaban amenazadas de inundación y, por tanto, de un serio peligro de cierre.
Entonces no había aquí conocimiento técnico para realizar algo así, por lo que tuvo que ser importada con el ingeniero que la montó. Los responsables de la explotación que propiciaron esa instalación, así como los ingenieros directores de esa sociedad minera, consideraron oportuno que, ante la infinidad de problemas que suponían que iban a surgir con el mantenimiento de la máquina, sería interesante que Colson se mantuviese en la zona, y lo contrataron a sueldo.
Después, el ingeniero vio la oportunidad de hacer negocio dotando de tecnología de vapor a otras minas. Así, en 1866 se incorporó la primera máquina para la extracción de mineral y el acceso y salida de mineros en Purísima Concepción y, a partir de ahí, otras muchas. No eran tan potentes como aquellas primeras, contaban con 8, 10 y 12 cv, pero requerían para su instalación, mantenimiento y reparación de los conocimientos que, en la comarca, sólo Colson tenía. Se tiene constancia de que llegó a instalar unas 45 entre Sierra Almagrera y el coto minero de Herrerías.
“Tenemos la fortuna –concluye Enrique Fernández Bolea- de que esta máquina cuenta con un relato histórico propiciado por hallarse en su entorno. Deberíamos aprovechar esa coyuntura, que no suele ser tan común. No es tanto el esfuerzo que necesita su mantenimiento, pero será más caro intervenir a medida que avance el tiempo sin actuar, y muchos de sus elementos serán irrecuperables. Sin embargo, si se planifica un programa de intervenciones, será bastante menor el coste que si lo hacemos cada diez o doce años o, simplemente, no actuamos, lo que será causa de su irreparable pérdida”.
El alcalde, Antonio Fernández, se ha mostrado muy satisfecho del inicio de la restauración de este elemento tan importante para el patrimonio de Cuevas del Almanzora.
Un vestigio del siglo XIX al despuntar el siglo XXI
Un joven doctorando, que está preparando su tesis doctoral en Edafología sobre la contaminación de los suelos en zonas mineras, me visita en mi despacho de la universidad una mañana de finales de febrero de 2001. El investigador cuevano, Diego Miguel Collado, está realizando trabajo de campo en los antiguos parajes mineros de Sierra Almagrera y Herrerías. Me busca por si dispongo de datos de la composición de las aguas que achicaban las sucesivas empresas dedicadas al desagüe de las minas de Almagrera desde mediados del siglo XIX. Rebusco en algunos informes de aquel tiempo y le facilito los datos que allí aparecen y que me asegura que le van a ser muy útiles. Conectamos muy bien y casi al despedirse, ya de pie junto a la puerta del despacho, me lanza la siguiente pregunta: ¿has visto esa especie de máquina o artefacto que hay en la Sierra? ¿Una máquina en Almagrera? Le contesto yo con un gesto de enorme incredulidad y los ojos como platos.
Diez años antes, había visto con estupor como cuadrillas de chatarreros desmantelaban todos los materiales útiles de la mina La Cruz de Linares, tras su clausura en 1991. Me habían invitado a dar una conferencia en la ciudad por tantas razones hermana y recordé aquellos días mis paisajes mineros de Almería. Entendí fácilmente como en esos parajes, y especialmente en los de la minería del plomo del siglo XIX, se enseñoreaba una absoluta desolación y no quedaba nada aprovechable salvo unas ruinas terrosas. De ahí mi escepticismo: el patrimonio minero había sido pasto de un irremediable expolio alargado durante décadas y décadas. Por eso, me mostré muy escéptico ante el anuncio de Diego.
Dos o tres días después del encuentro en mi despacho, aprovechando la festividad andaluza, Diego y yo nos adentrábamos desde la rambla de Muleria por el barranco Jaroso hacia el interior de Sierra Almagrera. Tras contemplar una vez más el área de mayor concentración de restos, Diego me condujo por una senda lateral hasta el barranco del Chaparral. A lo lejos diviso algo que me acelera el pulso: un pozo minero que estaba cubierto todavía por un castillete de madera, muy escorado eso sí, pero todavía en pie. Pero esta singularidad tan llamativa palidece de inmediato ante la visión de la rueda dentada de lo que es sin duda una máquina de vapor.
El artefacto está cubierto de matorral y nos afanamos durante un buen rato en su desbroce para despojarlo de su camuflaje. En la puerta de una de las dos calderas aparece el nombre del fabricante: “La Maquinista Terrestre y Marítima. Barcelona. 1873”. Poco después vivo el momento más intenso de aquella inolvidable mañana. Diego, pertrechado con un cepillo mecánico, comienza a limpiar la capa de óxido que cubre el nombre del fabricante de la máquina propiamente dicha (la caldera sería un añadido posterior). ¿Será un prototipo de Colson? , aventuro yo, mientras que nuestros dedos palpan las letras que van saliendo a la luz. Un buen rato después, nos alejamos para leer lo que acabamos de descubrir. La placa (ver fotografía) da fe del diseño de Colson y de la fabricación del artefacto en Reading. Paul Colson fue un ingeniero belga responsable de la introducción de la tecnología del vapor en buena parte de la Sierra a partir de 1860. Sus máquinas, adaptadas a las pequeñas dimensiones del minifundio minero, tuvieron un gran éxito. Además, fue el primer eslabón de esa cadena de ingenieros belgas relacionados con la zona (Colson, André y los hermanos Siret, principalmente).
En los días siguientes hablé con especialistas en máquinas de vapor de diferentes lugares y pude llegar a una conclusión que ya rumiábamos aquella mañana del 28 de febrero de 2001. Nos encontrábamos ante un vestigio industrial de extraordinario valor patrimonial. La tercera máquina de vapor más antigua conservada en España (seguramente construida en torno a 1866-1869), la más antigua de las conservadas en Andalucía y además con la peculiaridad de encontrarse en el sitio en donde había estado en servicio.
Unos meses más tarde, el 12 de septiembre, una expedición de una quincena de personas, entre responsables del Ayuntamiento de Cuevas y de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, aparte de la cualificada presencia del profesor Miguel Jiménez Yanguas de la Universidad de Granada, una eminencia en este tipo de artefactos, subíamos de nuevo hacia el Chaparral. A pesar de la ilusión por el asunto que nos convocaba allí, las conversaciones de aquella mañana no se retiraban del suceso que la víspera había conmocionado al mundo entero: el ataque al World Trade Center de Nueva York.
Pero junto a la mina del Chaparral se impuso el estudio y la descripción detallada del artefacto. Con estos antecedentes en 2003 la máquina de vapor sería incluida en el Catálogo del Patrimonio Andaluz.
Ya pensé entonces que ese cambio de estatus no garantizaba por sí la conservación de un bien tan preciado. Aquel 12 de septiembre de 2001, la jornada en la que todos fuimos conscientes de haber entrado en el siglo XXI, lo recuerdo como un día de sentimientos encontrados. El artefacto, que había sobrevivido camuflado durante más de 130 años, estaba a punto de pasar a ocupar un lugar estelar en el patrimonio histórico provincial. Me encogí de hombros y crucé los dedos…
Es el XIX Congreso Internacional para la Defensa del Patrimonio Geológico y Minero, organizado por la SEPDGYM con la colaboración y patrocinio del Área de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Cuevas del Almanzora, un marco idóneo para abordar nuestro riquísimo y singular patrimonio. Y sin duda uno de los elementos más sobresalientes, más relevantes por su excepcionalidad y conservación es la máquina de vapor de extracción situada en el barranco del Chaparral de Sierra Almagrera.
Resulta hasta cierto punto insólito que este mecanismo decimonónico haya llegado hasta la actualidad con todos los elementos que hicieron posible su funcionamiento conservados, es decir, junto al propio artefacto de una potencia estimada entre los 7 y los 10 cv, aparecieron la cabria de madera y un par de calderas embutidas en su construcción de mampostería. Gracias a su hallazgo el 28 de febrero de 2001 por los profesores Diego Collado y Andrés Sánchez Picón, hoy podemos disfrutar de la máquina de vapor más antigua de las conservadas en Andalucía para cualquier tipo de actividad. Es, por tanto, una joya de nuestro patrimonio nacional que une al atractivo de su antigüedad y de su infrecuente preservación, la posibilidad de admirarlo en su lugar, sobre aquel pozo de 250 metros de profundidad por donde, con su concurso, descendían los mineros hasta las galerías o se extraían los minerales que del abismo se arrancaban.
Fabricada por la británica Reading Iron Works en 1873, había sido diseñada por el ingeniero mecánico belga Paul Colson, quien, como hiciese con tantas otras máquinas en Almagrera y Herrerías, también se ocupó de su montaje. Este BIC (2003) ilustra aquella etapa de transición desde los sistemas de extracción tradicionales, a sangre (tornos manuales y malacates movidos por caballerías), a los impulsados por vapor, una particular revolución industrial que aconteció en Almagrera a fines del XIX. Tras su restauración y puesta en valor hace más de una década, desde el Ayuntamiento de Cuevas del Almanzora se promovió durante el pasado 2019 una intervención urgente sobre la cabria con el fin de corregir una excesiva inclinación que amenazaba con su derrumbe, una mejora que debería completarse con precisos trabajos de conservación sobre la propia máquina y los demás elementos del entorno.
La máquina de vapor de extracción de la mina Encantada, por su exclusividad y relevancia patrimonial, se ha convertido en el emblema del nuestro congreso, en su imagen e identificación, en protagonista, al fin, de las temáticas que se abordarán durante la celebración de “Geología y minería en los siglos XIX y XX: paisajes, historia y patrimonio”, título que adopta esta convocatoria con sede en Cuevas del Almanzora.
Ruta senderista
Esta interesante máquina se puede ver siguiendo una ruta senderista de unos 9 kilómetros, subiendo por la Rambla de Los Lobos. Se inicia la subida por la Cuesta de Los Arrieros hasta llegar al Barranco del Chaparral, en donde se pueden ver los restos de una máquina de vapor, inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía, ya que es la más antigua conservada en Andalucía. Junto a ella se pueden ver dos calderas, un pozo en forma rectangular y una cabria de 5 metros de madera apoyada en él, así como la caseta de guardia de la Mina La República. El segundo tramo de la ruta transcurre por el Barranco el Jaroso, donde se observan los restos de las antiguas fundiciones de Patrocinio, Fuensanta, San Roque e Isabel entre otras.
En este mismo Barranco, en la Mina Virgen del Carmen se descubrió en 1938 plomo argentífero y a los pocos años se habían puesto a funcionar más de 100 minas en la zona.
Operarios durante las labores de rehabilitación en la mina París fotografiados en 1947.
Ya en 1806, el condado de Berks era conocido como un importante centro manufacturero. En aquel entonces contaba con 9 martinetes, 1 laminadora de corte, 8 hornos y 20 forjas en la industria siderúrgica. Entre las demás plantas manufactureras se encontraban: 4 molinos de pólvora, 14 batanes, 2 molinos de cáñamo, 10 fábricas de papel, 235 aserraderos, 212 destilerías, 135 molinos harineros, 49 curtidurías, 20 molinos de aceite y 40 fábricas de sombreros, estas últimas ubicadas en Reading.
El número de hornos aumentó de forma constante hasta 1851, cuando existían 41 fábricas de hierro. Las forjas decayeron rápidamente, siendo reemplazadas por laminadores a medida que el vapor sustituía al agua como fuerza motriz. En aquel entonces, el condado de Berks contaba con más fábricas de hierro que cualquier otro condado del estado, y ningún condado de la unión lo superaba.
En 1836, la Reading Iron Company tenía solo un laminador y fábrica de clavos, la empresa esperanzadora de un grupo de hombres que operaban como Keim, Whitaker and Company, en la ciudad de Reading.
La empresa creció hasta alcanzar enormes proporciones, hasta convertirse en una compañía industrial con una docena o más de grandes plantas y 15 sucursales en todas partes de Estados Unidos.
En 1936, la Reading Iron Company producía aproximadamente el 60 por ciento del hierro pudelado del país y dominaba su campo con un liderazgo nacido de una sólida experiencia y de principios tan firmes y duraderos como el hierro que producía.
La frase «el mayor fabricante mundial de hierro fundido auténtico» no refleja toda la historia de Reading Iron Company. Para comprenderla en su totalidad, hay que observar entre bastidores la vasta red de propiedades, las miles de hectáreas de terreno, las enormes plantas de fabricación y, sobre todo, la tradición de artesanía fina que se perpetuó en las plantas de Reading y que constituyó el alma de la empresa.
La Reading Iron Company se constituyó el 12 de agosto de 1889 para operar todos los bienes y equipos de la antigua Reading Iron Works, adquirida en subasta judicial por el Ferrocarril de Filadelfia y Reading. Adquirió del cesionario de la antigua Reading Iron Works (que había quebrado en marzo de ese año), la Fábrica de Tubos, la Fundición Scott, el Molino de Láminas y la Forja. Las operaciones eran tan completas que abarcaban casi todas las ramas de la industria siderúrgica. George F. Baer fue nombrado su primer presidente y permaneció en el cargo hasta 1901.



























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